COMUNICAR CON VIÑETAS |
TEBEOSFERA. Dinos a qué te dedicas, en general, y cómo concibes la historieta en particular.
CARLA BERROCAL. Me dedico al diseño gráfico y la ilustración publicitaria porque es lo que realmente me da de comer. El cómic lo concibo como un medio de expresión personal.
T. ¿Trabajas en esto de los cómics en un régimen de libertad expresiva o te has planteado la autocensura alguna vez?
C. B. Me encuentro en una época en la que teóricamente se habla de una "libertad expresiva", pero no creo que sea del todo cierto, sobre todo viendo los casos de la revista Retranca[1] o de algunas películas que se han censurado en nuestro país como A serbian film. Me imagino que nos hacen creer que existe esa libertad, pero al final, si tratas un tema delicado, esa libertad no existe.
De momento, lo de la autocensura ni me lo he tenido que plantear, la verdad.
Página de Hire, el terrible vampiro samurai.
T. Tú eres de las que piensan que el cómic permite expresar cosas que otros medios no permiten, ¿verdad?
C. B. Sí, porque me siento la directora, actriz, productora y protagonista de mi propia película, tengo el control sobre lo que quiero contar, y esa sensación sólo la experimento en este medio. La ilustración y el diseño al final son trabajos de encargo en los que tiene el control el cliente, pero en el cómic todas las decisiones las toma el autor.
T. ¿Cómo has desarrollado tu estilo y qué camino has elegido para llegar a donde estás?
C. B. Sobre todo, y cuando empiezas en esto, siempre te fijas en los autores que más te gustan e intentas imitarlos, pero la experiencia te ayuda a buscar tu propio estilo y definirte como dibujante.
El camino que elegí fue el empeño. Me obcequé en la idea de publicar y lo conseguí.
Me gusta experimentar y pasármelo bien, creo que mi reto es buscar nuevas formas de hacer historietas, pero sobre todo disfrutar haciéndolas.
Hire (2004). | Mad Trío (2005). | Qu4ttrocento (2006). |
T. Es decir, eres casi autodidacta. ¿Crees que en España estamos demasiado pendientes de modelos extranjeros?
C. B. Definitivamente sí. En España se intenta imitar las modas de otros países, y aunque hay autores que marcan tendencia aquí, al final imitamos las temáticas y estilos que vienen de Europa o Estados Unidos, porque es lo que aceptamos como "canon" o lo que está bien. En España nos falta autoestima, siempre parece que es mejor lo que viene de fuera.
Muestra de una historia sobre la trata de blancas, para la Federación de Mujeres progresistas |
C. B. Bueno, al menos hay intentos, Liniers y Sacco lo relacionan con el periodismo a través de las entrevistas o análisis de situaciones de países en conflicto, también hay gente que está conectándolo con la música (como en el disco de Los Planetas) o con el cine documental (como María y yo). A mí me parece estupendo, creo que, como cualquier otro medio de expresión artística, se tiene que fundir y alimentar de otras cosas. La mezcla siempre es buena.
T. ¿Crees que la situación industrial del cómic en España hoy es mejor que hace veinte años?
C. B. No lo creo. Hace veinte años fue el boom de la experimentación y la locura de la movida madrileña, fue una época de esplendor y muy rica para la historieta. Ahora hay muchos autores españoles, pero no se les proyecta ni se les promociona igual que a los extranjeros.
T. Pero tú no has mostrado interés por trabajar para el mercado exterior...
C. B. No, no tengo la necesidad de hacer cómics "por encargo". Si hago cómics los hago porque me gustan, no como un oficio más, no tengo esa necesidad de "vivir del cómic", creo que me acabaría cansando. Prefiero ganarme la vida con otras cosas como la ilustración o el diseño y hacer cómics para contar lo que me apetezca.
T. ¿En qué influyen las nuevas tecnologías a la hora de contar historias según tu parecer?
Ilustración para conmemorar los 80 años de Tintin para el Salón del Cómic de Huelva |
T. Últimamente hay mucha divulgación sobre cómics, sobre todo en internet, pero menos investigación. ¿Qué importancia tiene esto en la formación de nuevos autores?
C. B. Creo que lo bueno sería un equilibrio de ambas. Hay que divulgar, sí, pero también hay que recuperar a miles de autores injustamente olvidados.
La verdadera formación, como en cualquier otra carrera, está en la experiencia. Aunque en mi caso valoro mucho la formación que tuve, porque me ayudo a quitarme muchos estereotipos y abrí mucho la cabeza.
T. ¿En qué consistió tu formación?
C. B. Estudié ilustración en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, y cuando acabé decidí que debía ampliar mi formación, por lo que me animé a estudiar la diplomatura de Diseño Gráfico en la misma escuela.
Una página de una de las historietas de Qu4ttrocento |
C. B. Promocionar más el tebeo patrio. Creo que los autores españoles no gozamos de la igualdad frente a los autores extranjeros. Pagar las obras justamente y en proporción al esfuerzo. Comprar menos licencias de obras americanas o europeas a favor de los autores españoles… hay infinidad de cosas por hacer.
T. Cada vez es mayor la presencia de historietas en la red y su lectura a través de pantalla, ¿qué cambia todo esto?
C. B. Cambia la difusión, por ende, los contratos deben cambiarse. Este año el sindicato de autores franceses puso el grito en el cielo por los abusivos contratos de publicación de los editores pagando lo mismo con y sin difusión por internet: eso es una de las cosas que más van a tener que cambiar.
Como autores el cambio no es tanto, es sólo una cosa de resolución de pantalla, aunque también permitirá experimentar con la lectura dinámica de, por ejemplo, el iPad, como hizo hace poco Miguelanxo Prado[2].
T. Si la vigencia del medio estuviese en internet, ¿qué manera de explotación de los llamados webcomics te parecería más adecuada?
C. B. Me parece una pregunta muy complicada. Igual por el índice de visitas o de la explotación que tuviera la página (si se incluyeran banners o Google adwords, por ejemplo), pero creo que entramos en un terreno complicado, y la respuesta a esta pregunta la tendrían los programadores web quizás.
Viñeta de El brujo. |
C. B. El personaje de Porfirio (el protagonista de “El brujo”) ha ido apareciendo solo, no he tenido que esforzarme demasiado. Sí que ha habido partes que se me han atascado, pero en general la personalidad estaba tan definida que muchas veces era él el que marcaba el ritmo de la historia. Me limitaba a intentar reflejar lo que haría él y punto.
Este trabajo ha sido intenso, no sólo por la parte plástica, en la que he trabajado muy en profundidad, también por la parte narrativa y la historia en sí. Cuando la acabé, la sensación que tenía era de liberación, pero también de mucha pena. Cuando lo hice lo único que me planteé fue divertirme en el proceso y buscar formas narrativas diferentes. Si además consigo que a alguien le llegue el mensaje que transmito, aunque sea una sola persona, es suficiente.
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