DE CUTO A COMICMANÍA. UNA REVISIÓN NO CRÍTICA DE LAS PUBLICACIONES DE DIVULGACIÓN SOBRE HISTORIETA EN ESPAÑA
JAVIER ALCÁZAR(Asociación Cultural Tebeosfera)

Title:
From Cuto to Comicmanía. A non-critical review of Spanish comic dissemination publications
Resumen / Abstract:
Las publicaciones impresas sobre cómic de carácter divulgativo han evolucionado en España dependiendo de las circunstancias. Los primeros fanzines adoptaron posturas ideológicas enfrentadas y pronto se bifurcaron: por un lado, las que se ocuparon de los clásicos y por otro las que trataban sobre la actualidad. En los ochenta, el aumento de librerías especializadas y al éxito de los superhéroes generaron muchas nuevas publicaciones teóricas. Con la irrupción del manga volvió a crecer el número de revistas divulgativas pero con la llegada de internet comenzaron a decrecer. Hoy, la implantación masiva de los dispositivos móviles permite una mayor difusión de información que prescinde del papel. / Printed publications on comics of a divine nature have evolved in Spain depending on the circumstances. The first fanzines adopted opposing ideological positions and soon bifurcated: on the one hand those that dealt with the classics and on the other those that dealt with the present. In the eighties, the growth of specialized bookstores and the success of superheroes generated many new theoretical publications. With the emergence of manga, the number of popular magazines grew again, but with the arrival of the internet they began to decrease. Today, the massive introduction of mobile devices allows a greater dissemination of information that dispenses with paper.
Palabras clave / Keywords:
Teoría sobre fanzines, Publicaciones sobre manga, Bibliografía sobre historieta, Teoría sobre cómic en España/ Zines' theory, Zines about manga, Comics bibliography, Teoría sobre cómic en España

DE CUTO A COMICMANÍA
UNA REVISIÓN NO CRÍTICA DE LAS PUBLICACIONES DE DIVULGACIÓN SOBRE HISTORIETA EN ESPAÑA

 

1. INTRODUCCIÓN

En las publicaciones dirigidas fundamentalmente a niños de los años treinta ya se incluían secciones donde se hablaba de los autores y se explicaba muy superficialmente cómo se hacían aquellos tebeos. Todavía no existía un grupo de aficionados suficiente como para justificar un interés teórico por el medio, sobre todo porque este era todavía muy joven y existía poca perspectiva histórica. En las primeras décadas del siglo XX había pocas monografías específicas, dedicadas sobre todo a ilustradores de renombre, al humor gráfico o a métodos de dibujo. Un antecedente interesante de la divulgación sobre historieta fue Alex, revista publicada por Editorial Símbolo y dirigida por Enrique Badía Romero (director de los Estudios Alex), donde se promocionaba la labor de los alumnos del estudio y también se profundizaba en la labor de otros dibujantes del momento. Pero hasta finales de los años sesenta, al crecer el interés de la población general por la cultura popular, no surgirían auténticas revistas especializadas en la divulgación de la historieta.

El objetivo de este texto es hacer un repaso, por fuerza superficial, de todas las publicaciones impresas que se han dedicado a la divulgación de la historieta en España. Para evitar un texto desmesurado y difícil de abarcar, hemos prescindido de aquellas publicaciones que contenían textos téoricos pero no se dedicaban específicamente al cómic (como muchas revistas culturales o generalistas de los años setenta y ochenta que incluyeron artículos o incluso dedicaron dosieres a la materia), así como de las revistas de cómic que incluían secciones de divulgación o teoría. Las publicaciones teóricas periódicas pero con formato digital (como Tebeosfera o CuCo) tampoco se han contemplado para dar uniformidad a la materia de estudio. El propósito es plantear una visión general del asunto y situar cada publicación en su contexto, por lo que tampoco se ha entrado a valorar la calidad de los textos, aunque en muchas ocasiones se hace referencia a su importancia dentro de la evolución del medio.

 

Cuto, primer fanzine sobre cómic en España.

 

2. LOS INICIOS. LLEGA LA TEORÍA DEL CÓMIC A ESPAÑA

Se considera que la primera publicación dedicada al estudio teórico de la historieta fue Cuto, fanzine creado y editado por Luis Gasca a través de su entidad Centro de Expresión Gráfica en 1967. A pesar de su título, que hacía referencia al popular personaje creado por Jesús Blasco para la revista Chicos, la publicación contuvo sobre todo textos sobre el cómic estadounidense escritos por autores como Antonio Martín, Francisco de la Fuente, Antonio Lara, Félix Fabián Rodríguez o Víctor Luis Segalá. Gasca ya había publicado libros sobre cómic (Historia y anécdota del tebeo en España, en 1965; Los cómics en la pantalla, del mismo año; Tebeo y cultura de masas, en 1966) y la serie de textos “Los cómics” en El Correo Español (entre 1966 y 1967), y continuaría aportando su conocimiento y experiencia en las siguientes décadas como teórico, asesor, editor y hasta guionista, no solo en el cómic, sino en otros medios de expresión popular. La existencia de Cuto fue efímera, con tan solo tres números, aunque el segundo llevó numeración doble (2-3) y el tercero, dedicado a las relaciones entre cine y cómic, triple (4-5-6).

El verdadero pilar para la teoría de la historieta española apareció en 1968 con el subtítulo de “Fanzine de los tebeos españoles”: Bang! fue la publicación que aglutinó prácticamente a todos los teóricos de historieta españoles de la primera generación, con la dirección inicial de Antonio Martín y Antonio Lara y el amparo del GELPI (Grupo de Estudio de las Literaturas Populares y de la Imagen, creado por Martín, Lara, Jaume Perich, Alfons Figueras y Román Gubern para el estudio de todas las manifestaciones de la cultura popular). «El hermano pequeño madrileño» de Cuto, según Luis Gasca[1], contó con la mayoría de colaboradores de este fanzine y promovió otras firmas que fueron fundamentales en la divulgación historiográfica del tebeo en los siguientes años. Ya en el primer número el consejo de redacción estaba formado por Mariano Ayuso, José Julián Baquedano, Luis Conde, Francisco José Ruiz y los propios Martín y Lara, con delegados / redactores como Jaume Perich, Alfons Figueras, Estrella Espada, Félix Fabián Rodríguez, Pedro Tabernero o Francisco de la Fuente. Estos pioneros eran en su mayoría aficionados con formación como periodistas o estudios superiores. Antonio Martín venía mostrando desde hacía años su interés por la cultura popular, sobre todo la historieta, y ya había publicado la serie de artículos “Apuntes para una historia de los tebeos” en la Revista de Educación (1967-1968). Antonio Lara, profesor universitario (después catedrático y decano de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM), dedicó su tesina de licenciatura a El Guerrero del Antifaz y pronto publicaría la monografía El apasionante mundo del tebeo con la editorial Cuadernos para el Diálogo (1968). Desde el principio, Bang! manifestó una especial dedicación a la historieta española: «Creemos que es hora ya de remediar la actitud injusta con que se distingue a las obras españolas, a los artistas de nuestro país. Tanto en España como en el extranjero, la historieta aquí producida apenas si es valorada, pese a contar con firmas de primerísima clase»[2]. Así, en los primeros números pudieron leerse artículos sobre TBO, Don Berrinche (de Peñarroya), Mari-Aguirre (de Juan Carlos Eguillor), En Patufet, “El universo en guerra” (de Jaime Tomàs), Lander’s School (de Turnes y Cuyás), las editoriales valencianas, El Guerrero del Antifaz (de Manuel Gago), Enric Sió, La Codorniz, Gran Pulgarcito, los cuadernos de aventuras, la serie 5 por infinito, Don José, además de reseñas de novedades y noticias relacionadas con el mundo del cómic.

 

Último número de Bang!

 

A partir de su quinto número, de noviembre de 1970 (el 3, porque la publicación tuvo un número 00 y otro 0), se producen una serie de cambios significativos. El fanzine fotocopiado pasa a ser una revista impresa en offset, con «el formato de Linus, el número de páginas de Charlie, alguna de las ideas de confección de Phénix…»[3], emparentando así la publicación española con el resto de publicaciones teóricas que estaban surgiendo en el resto de Europa. A partir de este momento, Martín es el editor responsable, y se siguen incorporando colaboradores, como Ludolfo Paramio, Ignacio Fontes o Federico Moreno Santabárbara, a los que en el futuro se irán añadiendo Pacho Fernández Larrondo, Carlos Buiza, Juan José Cagigal, Jesús Cuadrado, Carlo Frabetti, Felipe Hernández Cava, Enrique Martínez Peñaranda, Joan Navarro, Juanjo Sarto, Antoni Segarra, Iván Tubau y Luis Vigil, entre otros. Interesada sobre todo en el aspecto teórico, la publicación irá añadiendo también la reproducción de historietas gracias a las mejoras técnicas en su impresión. Y aunque sigue predominando el contenido sobre historieta española, tampoco faltarán los artículos referentes a obra foránea (sobre Little Nemo in Slumberland en el nº 3, Frank Robbins en el nº 4, el Tarzan de Burne Hoggarth en el nº 5, el Flash Gordon de Al Williamson en el nº 7-8, Hugo Pratt en el nº 9, Alberto Breccia en el nº 10, Philippe Druillet en el nº 11, el cómic chileno en el nº 12…).

Pero Bang! no solo consistió en la revista de aparición aperiódica y accidentada (quince números entre 1968 y 1975), sino que Martín suplió la dificultad de conseguir una periodicidad regular con la emisión de “boletines” impresos en multicopista que eran remitidos a los suscriptores, en los que realmente se daba cuenta de las novedades y las noticias de actualidad, suponiendo un documento inestimable para analizar una época. Fueron en total 44 números entre noviembre de 1968 y enero de 1975, a los que hay que sumar otras cinco “cartas noticiario” que Martín emitió entre marzo de 1978 y febrero de 1980, cuando la revista ya había desaparecido y él estaba más implicado en labores editoriales que divulgativas.

Como resumía Manuel Barrero, la importancia de Bang! radicó en

«— La reunión de textos y reflexiones con las que se intentó conjugar una teoría básica (historiográfica, terminológica, sociológica) de la historieta en España y la declaración  contundente y que llegaría a calar en los medios de que el tebeo español… “existía”.
— La generación de un cuerpo crítico destinado a atender el valor artístico y didáctico de los tebeos, denunciando de paso la colonización cultural que implica la importación de cómics extranjeros, y estableciendo la necesidad de un tebeo adulto nacional.
— La creación de un estado de opinión en torno a los derechos del autor de historieta, exigiendo la libertad de sindicación, de expresión y la protección de los trabajadores. Es decir, asimilando el concepto de autor de cómic al de un profesional»[4].

 

Tercer número de Comics Camp, Comics In.

 

3. CONTINUANDO LOS SETENTA. LLEGAN NUEVOS ESTUDIOSOS

Entre 1971 y 1972 aparecieron dos números de Xanadú, una especie de libro-revista editada por Sucesor de E. Meseguer Editor, tras la que se encontraba el apoyo de la agencia Comundi. Aunque tenía cierto interés teórico por la recuperación de autores como Emilio Freixas o Canellas Casals, se trató más bien de un ejercicio de homenaje nostálgico (a Freixas, en el primer número) y de publicidad de la asociación francesa SOCERLID (en el segundo), probablemente como intento de extensión por Europa de la propia Comundi[5].

El siguiente punto de interés en la teoría de la historieta lo supuso el fanzine Comics Camp, Comics In, “fanzine sobre la historieta” (más tarde abreviado como CCCI), dirigido por Mariano Ayuso. Esta publicación, iniciada en enero de 1972, guardaba muchas similitudes con Bang! Para empezar, el formato y el aspecto remitían a los inicios de la publicación de Martín (o a sus boletines), con impresión por multicopista. El propio Ayuso había formado parte del consejo de redacción de Bang! y la nómina de colaboradores prácticamente era superponible: en el primer número participaban Francisco López-Mora, Pacho Fernández Larrondo, Ignacio Fontes, René Llorens, Antonio Martín, Víctor Luis Segalá, Miguel Ruiz Márquez, Francisco Tadeo Juan y Pedro Tabernero. La principal diferencia era el contenido teórico, enfocado sobre todo en el cómic clásico norteamericano, «los temas y personajes de la llamada ‘Edad de oro’, que han marcado la pauta de todo lo que hasta ahora se hace»[6]. Durante su trayectoria se publicaron artículos sobre James Bond y la King Features Syndicate, Agente Secreto X-9, Buck Rogers y Brick Bradford, Jodelle y Pravda, Big Ben Bolt, Ray Bradbury, Modesty Blaise, Batman, Al Williamson, Jeff Hawke, Steve Canyon, Jean-Michel Charlier, Flash Gordon, Rip Kirby, Frank Frazetta, Hugo Pratt, Tor y Joe Kubert, Guido Buzzelli, Blueberry, Harold Foster… con secciones de noticias y comentarios sobre las obras publicadas en España, aunque no faltaron las referencias a obras y autores españoles: José Ortiz, El Guerrero del Antifaz, El Inspector Dan, Francisco Fuentes Man, etc. Además, era frecuente la publicación de historietas inéditas. Si Bang! se estaba dedicando sobre todo a la historieta española con algunos aportes sobre cómic foráneo, CCCI sería su reverso, con contenido principalmente orientado al cómic extranjero y algunos apuntes del medio en España. Ambas cabeceras demostraban interés por el mercado editorial español de la época y los cambios que en él se estaban produciendo, aunque con los enfoques particulares de cada editor.

La publicación tuvo doce números y finalizó en abril de 1975, aunque en abril de 1976 apareció El Golem, sucesor a todos los efectos ya que continuaba la numeración y desde la misma cubierta hacía referencia al cambio (“antes ‘comics camp, comics in’”). Eso sí, ahora pasaba a estar editada por Rodrigo Hernández Cabos, y del antiguo equipo de redacción solo se mantenían Esteban Bartolomé, Francisco López Mora y el dibujante Armando Salas. Con artículos e ilustraciones de Berni Wrightson y Frank Frazetta, no duró más allá de este intento.

 

Un número de Sunday con portada de Alfonso Font.

 

Ayuso continuó con otros proyectos teóricos: Acción (cuatro números entre 1974 y 1976), fanzine que actuaba como medio de comunicación entre los socios del CIEH (Club para la Investigación y el Estudio de la Historieta) y que aportó poco contenido teórico, y la mucho más relevante Sunday, revista que se inició en julio de 1976 con el espíritu de CCCI y sus colaboradores habituales (Ayuso, Tadeo Juan, Esteban Bartolomé, Juan Antonio de Blas, Manuel G. Quintana, Martínez Peñaranda…) pero con una factura más profesional. En el aspecto formal, CCCI fue al fanzine Bang! lo que Sunday a la revista Bang! En sus últimos números, ya en los años ochenta, llegaron a participar teóricos renombrados como Javier Coma o Salvador Vázquez de Parga.

Sunday tomaba su nombre del personaje protagonista del wéstern creado por Víctor Mora y Víctor de la Fuente, y aunque parece que la intención era darlo a conocer al público español (fue creado para el mercado francés), tuvo gran protagonismo en el primer número pero finalmente solo se publicaron historietas en los números 1, 2 y 6. La revista se centró en el principal interés de Ayuso, el cómic clásico norteamericano, con textos sobre The Shadow, Mel Graff, Betty Boop, Roy Crane, Steve Canyon, Doc Savage, Agente Secreto X-9, los cómics de la caza de brujas (con artículo de Javier Coma y reproducción de dos historietas de los cómics de EC), los “Boinas verdes” de Joe Kubert, Terry y los piratas, George McManus… También tuvo su lugar el cómic europeo, con artículos sobre la cabecera Metal Hurlant, Hugo Pratt (publicándose una historieta de Corto Maltés en el nº 3 y otra del Capitán Cormorán en el 7-8), Blueberry, Didier Comes o Milo Manara. No dejó de prestar atención al cómic español, tanto al que estaba en boga (Enric Sió, con varias historietas de Mara; Jordi Bernet y su inédito —en aquel entonces— Andrax;  Alfonso Azpiri y su Zephyd; Carlos Giménez y su Koolau; Luis García y Adolfo Usero; Antonio Hernández Palacios; Alfonso Font y Cuentos de un futuro imperfecto; Manfred Sommer y su Frank Cappa…) como al clásico (historietas de Gabi, entrevistas a personalidades como Consuelo Gil —responsable de la revista Chicos—, Francisco Batet y su El Coyote, Antonio Pérez Carrillo, Cuto, Manuel Gago y su Guerrero del Antifaz, Ángel Puigmiquel, García Iranzo, Chiqui de la Fuente…). También hacía crónicas de los festivales de cómic del momento, y en los últimos números añadió secciones como “Documentación para su archivo”.

Sunday fue una publicación bien editada, con una maqueta acorde a sus tiempos, profusamente ilustrada y que intentó descubrir al lector los clásicos del cómic. Duró quince números (tuvo dos números dobles, el 7-8 y el 15-16), desde julio de 1976 hasta mayo de 1985. Vivió así el boom de las revistas “para adultos”, donde comenzó a publicarse gran parte de los autores y el material que Ayuso y su publicación veneraban. De hecho, los esfuerzos de los teóricos de la época también comenzaron a extenderse por estas revistas, y dejó de tener sentido una publicación teórica que ofrecía el mismo contenido que otras cabeceras a la venta. No sabemos realmente cuál fue el motivo de su cierre, puesto que hasta el último número, el 17, se siguió fomentando la suscripción y la continuidad se daba por segura. Mariano Ayuso se centró en su labor como técnico editorial, con los cómics de Conan el bárbaro que publicaba Planeta y las reediciones de clásicos norteamericanos de Eseuve.

Por mucho que Mariano Ayuso se vanagloriara de que Sunday era la única revista teórica sobre historieta publicada en España[7], lo cierto es que durante la segunda mitad de los setenta continuaron apareciendo cabeceras que intentaban dar a conocer el cómic a los lectores interesados. Precisamente una de ellas, El Wendigo, pudo presumir de larga duración: comenzó a publicarse en 1974 y llegó hasta octubre de 2013.

 

En sus comienzos, El Wendigo se obstinaba por denunciar el imperialismo y el fascismo.

 

Inicialmente, El Wendigo era una “Publicación totalmente amateur, sin afán de lucro”, con una “Tirada reducida para suscriptores y amigos”, y en sus primeros números presentó un aspecto de fanzine artesanal, con textos a máquina, fotos y dibujos fotocopiados y pegadas, rótulos a mano… Sus contenidos eran muy variados: Mandrake el mago, repasos al cómic de actualidad, Bruguera, el ratón Mickey, Víctor de la Fuente, Gabi, Vaughn Bodé, el cómic underground, El Cubri, Hugo Pratt, Pedro Olea, Tarzan, El Papus… además de historietas realizadas por aficionados.

Publicada por el Equipo El Wendigo, los primeros firmantes de los textos fueron Juan Antonio de Blas, Faustino Rodríguez Arbesú, Esteban Bartolomé, Ramón Fermín Pérez y otros. Ya en el nº 2 se indicaba que la publicación estaba editada por Ramón Fermín Pérez de Meana e Ignacio de Loyola Sánchez. En el nº 5 se etiquetó la publicación como “ESTUDIOS MONOGRÁFICOS SOBRE CÓMIC & COMIX & MARGINAL”, y se aclaraba un poco más la autoría de los textos, añadiéndose a los ya mencionados Juan Ángel Fernández, Ángel de la Calle, José Vicente Bort, Salvador Sainz Rofer y Tomás Sainz. La edición mejoró progresivamente, aunque desconcertaban los cambios de formato entre un número y otro, con diferencias en la maqueta, el tamaño, el tipo de papel… A partir del nº 7 el aspecto formal se estabilizó, adquirió un nuevo logotipo (que se mantendrá casi sin cambios hasta el final), fue subtitulada como “estudio de cómics y comix” y se anunció la creación de la cooperativa GRUPO WENDIGO, formada por Armando Álvarez López, Ramón Fermín Pérez, Ignacio Sánchez, Pelz, Faustino Rodríguez Arbesú, Isaac del Rivero Jr. y Alejandro Cuesta. El grupo se mantuvo más o menos estable en el tiempo, Isaac del Rivero Jr. pasó a ser el “ilustrador oficial” de la publicación aportando historietas (muchas con guiones de Arbesú), cabeceras, portadas, etc., y desaparecieron los colaboradores que también publicaban en las revistas de Ayuso. De hecho, Ayuso y sus socios pasarán a formar parte de las “fobias” de la publicación, junto con autores como Esteban Maroto o Hugo Pratt, o las publicaciones de Toutain o Antonio Martín. A lo largo del tiempo abundarán artículos desdiciendo a otras publicaciones o desvelando las fallas o los plagios de algunos autores, declarándose El Wendigo como “La única revista sobre tebeos realmente libre e independiente”, mientras que también son recurrentes los textos que alaban las “filias” de sus componentes: algunos autores del cómic clásico americano, Carlos Giménez, Víctor de la Fuente, Frank Miller, José Luis García López, Paul Gulacy… A partir del nº 10 el director será (ya para siempre) Faustino R. Arbesú, y desde su nº 14 la edición aparece acreditada a GAIRNI, siglas del Grupo Astur de Investigaciones y Realizaciones de la Narrativa con Imágenes. Aparte del grupo central de teóricos de la publicación, que procedía de Asturias, otra diferencia con las publicaciones mencionadas hasta ahora era una intención clara de politización y de lectura política de los cómics, que se puede apreciar en varias portadas contestatarias contra el imperialismo norteamericano. Desde el año 1987 la publicación recibió la aportación de subvenciones del Ayuntamiento de Gijón y de la Consejería de Educación del Principado de Asturias. Progresivamente su periodicidad fue disminuyendo, publicando desde los años noventa solamente uno o dos números al año, casi siempre en torno al Salón del Principado, del que se nutría de autores para las entrevistas, las cuales eran el contenido fundamental de la publicación, junto con textos de repaso y reseñas, habiendo desaparecido ya las páginas de cómic. El número de colaboradores también fue disminuyendo paulatinamente, estableciéndose una redacción fija desde el nº 74-75, con textos de Arbesú, Ramón Fermín Pérez, José María Flores y Florentino Flórez. Desde el nº 101-102 la redacción se redujo a Arbesú, Pérez y Flórez. Perjudicaron a la publicación su ánimo beligerante, su escasa periodicidad y su irregular distribución. En su favor hay que mencionar su clara apuesta por el cómic realizado por los autores asturianos, sobre todo por Víctor de la Fuente (en los últimos números se añadían fascículos de la serie teórica La Historieta Asturiana, escritos por Arbesú), y su vinculación con el Salón del Cómic del Principado de Asturias, cuyos premios precisamente recibían el nombre de la creación de De la Fuente, Haxtur.

 

Boletín del Club DHIN con portada de Oli.

 

Los años setenta fueron tiempos de cambios, también en la historieta. Precisamente la necesidad de una teoría sobre el medio surgía del reconocimiento de la importancia del autor, que pasaba de ser un mero empleado que servía de escalón en un proceso a ser la pieza principal del proceso creativo. A este autorreconocimiento se sumaron los cambios en la política y la sociedad españolas, con un mayor grado de reivindicación (ahora que se veía posible). Así surgió, en junio de 1972, el Club DHIN (siglas de Dibujantes de la Historieta y la Ilustración Nacionales)[8], formado por profesionales sobre todo de Barcelona con el fin de apoyarse mutuamente, reivindicar sus derechos y darse a conocer. Una de las herramientas para este fin fue la publicación de un boletín interno, cuyo primer número apareció en marzo de 1974, en el que se comunicaban las noticias del club, así como otras noticias nacionales relacionadas con el gremio —a veces entresacadas de la prensa convencional—, se daba noticia de los socios en ocasiones con (mini)entrevistas (a Bosch Penalva, Carmen Barbará, Raf, Manfred Sommer, Carrillo o Ramón de la Fuente, entre otros), bolsa de trabajo y actividades de los miembros, con muestra gráfica de los mismos. Incluso se permitió la asociación de niños (los socios júnior), algunos de los cuales fueron posteriormente figuras en el mundo de la historieta (también en la teoría). Progresivamente el contenido se fue centrando casi exclusivamente en las noticias del club (las sucesivas dimisiones de las juntas directivas, las nuevas elecciones, las nuevas juntas con los nuevos comunicados…) y las reivindicaciones laborales (con unas muy curiosas ilustraciones de Carlos Giménez y Alfonso Font). Finalmente, cesó en octubre de 1977, desapareciendo el club como tal en 1979. Aunque la difusión de la publicación estuvo muy limitada por su propia naturaleza y no entraría dentro de lo que hemos definido como publicaciones divulgativas, merece la pena su mención por la cantidad de datos que se pueden obtener de la misma y de unas circunstancias que no quedaron reflejadas en ningún otro sitio.

Un boletín del CAH con portada de Carlos Giménez.

Similar es la situación de los boletines del CAH. El Club de Amigos de la Historieta se creó en Barcelona en 1974 por una serie de aficionados y coleccionistas para divulgar la historieta y recuperar obras que consideraban necesitadas de rescate. Inicialmente estaba formado por Josep Maria Álvarez, Antoni Arigita, Francisco Baena (posteriormente fundador del Museu del Cómic), Xavier Balmaña, Josep Maria Delhom (autor del primer catálogo de la historieta en España y también fundador del Museu), César Díez, Jesús Díaz, Xavier Fontecha, Joan Navarro (que llegaría a ser promotor de varias iniciativas teóricas, director de varias publicaciones y de la sucursal de Glénat en España), Antoni Muzás, Vicente Sánchez, Joaquín Sendra y María Victoria Vives Arumi. Los boletines consistían en unos cuadernos grapados impresos en blanco y negro de entre dieciséis y veinte páginas, en los que se repasaba la obra de autores españoles, con muestra gráfica de sus trabajos, y se hacía un repaso exhaustivo a las novedades relacionadas con el tebeo (siempre reseñados por Joan Navarro). Por sus páginas pasaron autores tan importantes en la época como Alfonso Font, Leopoldo Sánchez, Longarón, Carlos Freixas, Luis Bermejo, Jordi Bernet, Pepe González, José Ortiz, Jaume Marzal, Joan Boix o Adolfo Usero. Aparecieron 36 números entre enero de 1975 y diciembre de 1982. Joan Navarro ya estaba realizando una labor similar (la recopilación de novedades en el mercado) en su Guía Quincenal del Cómic, cuyo nº 1 apareció en octubre de 1979 y que finalizó en diciembre de 1980 (32 números en total, el último doble), contando con algunos textos teóricos (de autores como Francisco Tadeo Juan, Toni Segarra o Albert Mestres, de la librería Continuará) y algunas historietas. En 1982, el mismo Joan Navarro produjo para el CAH el fanzine teórico Viñetas, que tuvo cuatro números hasta 1984 (0, 00, 1 y 2, más un extraordinario en color) pero que ya observaba intereses más diversos y sobre la actualidad (con especial atención a la línea clara franco-belga; el extraordinario estuvo dedicado al cómic clásico de prensa norteamericano, pero al publicado en los tebeos españoles de principios de siglo). En él escribió Navarro, y también teóricos como Antonio Martín, Ignacio Molina, Ramón de España, Carles Prats, Jorge Elías, Salvador Vázquez de Parga o Victoria Bermejo.

En la segunda mitad de la década se observó un reguero de publicaciones menores o de corta duración que se sumaron al esfuerzo teórico y de las que surgirían nombres importantes para el medio. Como Nemo, cuatro números entre 1974 y 1876, de contenido variado (tanto superhéroes norteamericanos como Chiqui de la Fuente); Terry, fanzine que duró dos números en 1975, creado por Carlos Berlanga y Eduardo Vizcaíno, con textos sobre Roberto Alcázar y Pedrín y Príncipe Valiente; Comic-Arte, fanzine autoeditado por Antonio Navarro en 1976 con algún texto teórico (sobre Enric Sió, sobre Marvel); McClure, fanzine mixto de teoría e historieta creado por Rafael Marín en 1978, o Komix, fanzine de Moncho Cordero de 1979 (“periódico de noticias sobre la historieta gráfica”) que en 1981 adquiriría formato de revista, aunque solo duró dos números, el primero dedicado al género policíaco y el segundo al wéstern.

 

Segundo número de Komix. Portada de Warren Tufts.

 

4. LOS AÑOS OCHENTA. LLEGAN LOS SUPERHÉROES

Desde finales de los setenta se produjo una proliferación de las librerías especializadas en cómic, sobre todo en los mayores núcleos de población, y particularmente en las ciudades de mayor consumo: Barcelona y Madrid. La consideración que se iba extendiendo del cómic como “arte” y la aparición de revistas “para adultos” requirieron de espacios propios más allá del quiosco para promocionar no solo los “productos” sino también a sus autores. Las revistas teóricas de los setenta desaparecieron progresivamente, en gran parte porque las revistas de cómic añadían además de las historietas un apartado teórico en el que se refugiaron muchos de los críticos de la primera generación, y esto dejó espacio para nuevas iniciativas. Parte de esta iniciativa surgió de las propias librerías, que fomentaron las publicaciones muchas veces como elemento promocional y de venta, pero que también en muchos casos devinieron elementos teóricos por sí mismas, en algunos casos de gran relevancia.

 

Libro en el que se repasa la trayectoria de Comicguía.

 

Comicguía comenzó como un catálogo de la librería valenciana Telio en 1977. A partir de su nº 5, en 1980, comenzó a introducir textos teóricos, y a partir de su nº 6 se convirtió en el escaparate del tebeo más clásico, con entrevistas y biografías de los autores del tebeo español, aunque no desdeñó ocasionalmente hablar de personajes extranjeros (sobre todo de la factoría Bonelli y los clásicos de prensa norteamericanos). De extraordinaria longevidad (96 números hasta 2017, poco antes del fallecimiento de su promotor), aunque escasa periodicidad (unos dos números al año), la publicación no cambió de formato a pesar de los avances en la edición, presentándose siempre como un cuaderno fotocopiado de tamaño cuartilla. Fue fruto del empeño personal de Francisco Tadeo Juan, que colaboraba en otras publicaciones (las ya mencionadas CCCI, Sunday o Guía Quincenal del Cómic, por ejemplo), pero que centró sus mayores esfuerzos en este pequeño boletín. Con la colaboración de los documentalistas Enrique Martínez Peñaranda y Agustín Riera consiguió recuperar gran parte de la memoria de los tebeos españoles y aportar datos (muchos de primera mano) fundamentales para la historiografía[9]. El aspecto rudimentario y la escasa difusión, además de las peculiares opiniones de Tadeo Juan, limitaron el conocimiento de esta publicación a entendidos y coleccionistas.

Otro ejemplo de fanzine que nació como boletín informativo (en este caso de venta de tebeos de segunda mano) y que acabó convirtiéndose en una revista teórica fue El Boletín, creado por Carlos González en 1987. A partir de su número 3 comenzó a incluir textos teóricos breves, que inicialmente trataban todo tipo de temas: el cómic clásico español, el europeo y los pujantes superhéroes. Inicialmente fotocopiado en blanco y negro, tuvo una etapa (de los números 43 a 51, entre septiembre de 1997 y noviembre de 2000) con una factura más profesional, producido en imprenta y con cubierta en color. Tras esta etapa volvió a sus raíces con maqueta sencilla y de nuevo en blanco y negro, y prácticamente se centró en el tebeo clásico español. Durante sus ochenta números tuvo todo tipo de colaboradores, siendo los más frecuentes en sus inicios Joan Pieras (organizador del Salón de Cómic de Andorra), Jaume Palañá, Luis Conde (antiguo colaborador de Bang! y promotor del programa de televisión La historieta) o Emilio Cegarra, y en sus últimos años M. López y L. Porras. Aunque finalizó en el año 2000, tuvo una publicación paralela, El Boletín Especial, que se inició en 2003 y se mantuvo hasta 2019. Con el mismo formato que El Boletín, se trataba de monográficos sobre series o autores españoles (sobre todo), a veces con recuperación de historietas, con textos de Agustín Riera, Luis Conde, Enrique Martínez Peñaranda y otros. Hasta el día de hoy su editor prosigue con recuperaciones diversas en las colecciones (sin distribución comercial) Los archivos de El Boletín y Tebeos de El Boletín.

 

Una de las variadas colecciones teóricas lanzadas por El Boletín.

 

Continuará (cinco ejemplares entre 1981 y 1982) fue un boletín informativo de la librería del mismo nombre, fundada por Albert Mestres, muy similar a lo que era la Guía Quincenal del Cómic, y en el que también participaba Joan Navarro, entre otros.

Antoni Guiral creó el fanzine Funnies, cuyo primer número apareció en mayo de 1982 y que se definía como “Guía mensual del cómic”. Tenía el aspecto habitual de los fanzines de la época, un cuaderno grapado y fotocopiado en blanco y negro, también con los contenidos habituales: noticias de actualidad y algún texto de mayor profundidad sobre un tema concreto (el Salón del Cómic de Barcelona, el cómic en la prensa, revisiones de algunos autores…). Tuvo colaboradores como Jordi Costa, José Luis de la Iglesia, Pepe Gálvez, Alfons Moliné, Antoni Remesar, Josep Rom o Salvador Vázquez de Parga. Inicialmente estuvo acreditado el propio Guiral como editor, después el Equipo Funnies y a partir del nº 7 entró como coeditor la librería Antifaz de Barcelona. Finalizó en diciembre de 1984, tras ocho números y dos extraordinarios.

En Madrid, la librería Arte-9 publicó veintidós números de su boletín Stock de Historietas entre 1985 y 1987. Dirigido por Juan Carlos Poujade, ofrecía noticias, novedades y algunos textos breves. Igualmente Elektra Cómics, también de Madrid, tuvo su fanzine sobre historieta, Pogo, publicado entre junio de 1989 y octubre de 1991. De mayor tamaño y paginación (hasta 48 páginas), contenía noticias y textos de actualidad escritos por José Ramón Cordero, Francisco Naranjo, Agustín Oliver, Alberto Simón, Antonio Trashorras o Miguel Ángel Álvarez. Publicó trabajos más extensos sobre Frank Miller, Gil Kane, Max o Ana Miralles.

 

Número 07 y primero de Tribulete, boletín de Madrid Comics.

 

Otra librería importante, Madrid Cómics, aportó varios títulos a la teoría de la historieta. Su propietario, Mario Ayuso, ya había creado en 1975 desde Bilbao el fanzine Art-Comics, en el que colaboraron Rocío Ayuso, Faustino R. Arbesú, José Antonio Díez Díez, Raúl García Sanz, Jorge Guerra, Ignacio Sánchez y Alejandro Valero. De contenido variado, solo duró dos números. Ayuso, periodista e interesado siempre en el arte y la divulgación de la historieta (actualmente conocido con el sobrenombre de Bruto Pomeroy, actor de reparto, propietario de una galería de arte contemporáneo y promotor de la Escuela de Cine de la Universidad de Cádiz), financió a través de su librería el fanzine Tribulete, que comenzó a publicarse en 1983. Dirigido por Jesús Cuadrado, que había iniciado su labor de estudio del cómic en los años setenta con publicaciones en Bang! o CCCI, se trataba de una especie de boletín que reseñaba novedades desde un punto de vista particular, el que mostraba Cuadrado con un uso muy particular (y reconocible) del lenguaje y cierta tendencia a la beligerancia, con opiniones tendenciosas y repetitivas sobre ciertos temas (Toutain, Javier Coma). Su formato era peculiar, apaisado, y su numeración también, ya que los primeros ocho ejemplares aparecieron numerados del 07 al 00. Contenía unas secciones habituales: “Editorial” (la única sección firmada), “Teletipo” (noticias), “Púlpito” (extractos de textos teóricos o entrevistas), “Por favor” y “Muchas gracias” (donde se pedía a autores o editores cambios en sus obras o se agradecía lo realizado), “Mesa de novedades” (reseñas breves), “Museo” (una ilustración), “Hemeroteca” (donde se hacía repaso de la obra teórica sobre el cómic, luego también sobre el cine y la novela negros) y “Encuesta” (que contestaban los propios miembros). A pesar de que los textos no se firmaban y tenían todos el mismo estilo, se hacía referencia a un “cuerpo de redacción”: Lorenzo Díaz, Rocío Galán, José Luis Lago, Antonio Lejárraga, Manuel Tabuenca, Adrián Aguirre, con diseños de Jesús Moreno (futuro editor de Sinsentido). A partir del nº 1 pasaba a editarse por tres librerías: Madrid Cómics (de Madrid), Continuará (de Barcelona) y Futurama (de Valencia). Ni los colaboradores ni el contenido prácticamente variaron durante toda su trayectoria, que llegó hasta el nº 7 en julio de 1984.

Casi inmediatamente, en octubre de 1984, Ayuso / Madrid Cómics promovió otro fanzine de Cuadrado, Grafito, que publicó nueve números (numerados de la A a la H). “Mamotreto hemerográfico en torno a la historieta”, se trataba de un producto grueso, casi un libro, con hojas fotocopiadas encuadernadas con lomera. El contenido fundamental era la recopilación de todas las noticias sobre cómic que habían aparecido en publicaciones ajenas al medio (en la sección “Cartapacio”). Otras secciones eran “Edito”, “Punto G” (correo), “Informe” (textos de exposiciones), “Catón” (reseñas de novedades sobre teoría del cómic), “Merkado del Tribulete” (listado de novedades) y “Mass media” (reseñas de publicaciones afines). En créditos aparecían como creadores de los contenidos el Equipo Lou Grant y el Colectivo de Comunicación Nutria, en los que estaban los colaboradores habituales de Cuadrado más otros que se fueron sumando, como Karym Taylhardat, Francisco Naranjo o Antonio Trashorras. Finalizó en diciembre de 1993, comenzando más tarde la colección Los Mamotretos de Grafito, recopilaciones monográficas de textos teóricos previos[10].

 

Un número de Urich, editado por Madrid Comics.

 

No cesó aquí el empeño divulgador de Ayuso. En junio de 1986 promovió la edición de otro fanzine / boletín, ya con una factura más profesional, Urich[11]. Como se indicaba en su primer número, «estas páginas nacen como complemento necesario a una sección dedicada al cómic-book en la librería MADRID CÓMICS […] Este boletín es una manifestación más de que una librería también es un centro cultural y no un mero escaparate de venta»[12]. Lorenzo F. Díaz (que había editado entre 1979 y 1981 el fanzine Terminal, dedicado a la fantasía y la ciencia ficción y que albergó textos sobre cómics en sus páginas —Joe Kubert, Alex Niño, Berni Wrightson—) coordinó la publicación en sus trece primeros números; José María Méndez, el resto. Contó con las colaboraciones de Méndez, Díaz, Miguel Ángel Álvarez, Cristina Macía, Enrique Vela, Susana de Eusebio, Alberto Simón, Daniel Guilarte, José Antonio Pérez, Francisco Naranjo, Azucena Martín, Rocío Ayuso, Antonio Trashorras, Jesús Palacios, Santiago García o Jesús Cuadrado, nombres referentes de la segunda generación de críticos y teóricos. En principio dedicado exclusivamente al comic book norteamericano, con reseñas, noticias y textos referidos a ese ámbito, situación que empezaría a darse en muchas publicaciones desde mediados de los ochenta, hacía gala también de un ánimo combatiente y una crítica ácida. Aunque inicialmente traducía entrevistas de otras publicaciones, a partir de su número 5 comenzó a publicar entrevistas originales: a Brian Bolland, Walt Simonson, Dave McKean… A partir de su número 17 comenzó a prestar atención al cómic europeo y español, con entrevistas a Felipe Hernández Cava, Federico del Barrio, Javier Olivares, Javier Vázquez, Miguel Ángel Martín o Lorenzo Mattotti, y con noticias y reseñas que ya no se referían exclusivamente al cómic estadounidense. En su última etapa presentó historietas o viñetas de Javier Olivares y Mauro Entrialgo. En total fueron veintidós números, con un número doble (6-7), un 13 bis y un especial que realmente fue el número de despedida, en abril de 1993, sobre el panorama actual del cómic estadounidense.

 

El segundo volumen de Urich.

 

Urich volvió meses después, con su volumen II, con algunos cambios formales (cubierta de papel satinado en color, cambio en la maqueta) pero con contenidos similares y sobre todo las mismas intenciones. José María Méndez seguía dirigiendo la publicación, con las colaboraciones de Santiago García, Jesús Cuadrado, David Muñoz, Francisco Naranjo, Agustín Oliver, Carlos Portela, Eduardo Salazar, Jordi Sánchez y Antonio Trashorras. El primer número, titulado llamativamente “La crítica. Merienda de negros”, tuvo un contenido especial dedicado a la crítica de historieta en España. Así, los diferentes colaboradores escribieron textos sobre Bang!, El Wendigo, Sunday, Tribulete, Neuróptica, Urich, Krazy Cómics y El Maquinista, además de incluir una encuesta sobre la crítica a diversas personalidades del mundillo y un “Diccionario viñetero II” de Jesús Cuadrado. El nº 2 volvió al contenido habitual, con noticias de Estados Unidos y Europa, reseñas, un texto sobre Alan Davis y otro sobre Monsieur Jean. El tercero y último, de enero de 1994, dedicaba su texto principal a David Mazzucchelli.

La influencia de Urich y de los críticos que surgieron de ella no acabó aquí, originando incluso una publicación derivada: U, el hijo de Urich, de la que hablaremos más adelante.

Existieron otros esfuerzos fugaces de aficionados que luego serían teóricos reconocidos: Tony Tonic (cuatro números entre 1981 y 1982), de Alfons Moliné; Tundra (un solo número en 1982), de Fernando Bernabón; Campillo (cuatro números en 1984), de Juan Carlos Poujade, o Continuará… (tres números entre 1988 y 1990), de Tino Regueira (después director de Krazy Comics). Otras iniciativas surgieron del asociacionismo, como la revista del Círculo Andaluz de Tebeos (CAT), con sede en Sevilla, que durante sus veintisiete números (de aparición irregular entre 1982 y 2012) prestó atención sobre todo al tebeo clásico español, y «el tono general de la publicación viró más hacia el homenaje a la memoria que hacia el estudio riguroso, observándose siempre cierta preocupación por respetar lo antiguo y lo clásico, y con el aliciente de que entre lo que fue respetado se hallaba lo local». Dirigida inicialmente por Ángel Vela y después por Pablo Márquez, su interés por el cómic se fue difuminando y ocupando su espacio otras facetas de la cultura popular, aunque todavía son memorables algunos de sus números (los dedicados a Macabich y Rojas de la Cámara, por ejemplo).

 

La revista del Círculo Andaluz de Tebeos.

 

Si la primera mitad de la década estuvo marcada por el éxito de las “revistas para adultos” (y su progresivo declive), la introducción de nuevos sellos editores en la publicación de superhéroes (Ediciones Zinco en el caso de DC y Ediciones Forum, sello de Planeta-DeAgostini, en los cómics Marvel) y su coincidencia en el tiempo con obras importantes del género condujeron a la creación de numerosos fanzines informativos centrados en estos cómics, haciendo que en 1988 se alcanzase el pico de dieciocho publicaciones teóricas activas.

Así, El Clan Marvel (dos números en 1986) era el boletín oficial del club de aficionados a los superhéroes de Marvel del mismo nombre, primer club oficial en España; eran fanzines fotocopiados con noticias de actualidad con textos de Miguel García Saavedra y Sergio Pradera (futuros editores en Zinco y Forum, respectivamente) y colaboradores como Ferrán Delgado o José Manuel Rodríguez. Tuvo continuidad en El Clan (un número en mayo 1990, subtitulado “órgano de agitación marveliana”), en el que se incorporó Raimon Fonseca, futuro colaborador en los tebeos de Marvel publicados por Forum y Panini, y en El Clan (considerado volumen 3, en septiembre de 1990, ahora “revista del comic-book USA”). Hero (12 números entre 1986 y 1988), editado por Juan Carlos Cereza (que publicó textos teóricos en otras publicaciones y en los años noventa incursionó como guionista en el mercado nacional). Mismo formato, el de A5 fotocopiado, pero con dedicación tanto a superhéroes de Marvel como de DC. Fenix, “el fanzine resurgido” (tres números entre 1987 y 1988), también dedicado a superhéroes Marvel y DC. Kirby (nueve números entre 1987 y 1989), editado por Abraham García desde Valencia (que tendría un segundo volumen de tres números en 1994, de mejor factura técnica). Plot (un único número en 1988), con Ferrán Delgado, Raimon Fonseca y Roque González. Todos ellos comenzarían a colaborar en las ediciones de superhéroes de Marvel de Forum al poco tiempo. Samurái, un único número, en 1988. Sneeze Gang (diez números entre 1988 y 1989), editado por Nacho Carmona (que creó posteriormente el sitio web de cómic Dreamers), con colaboraciones de Guillermo Narbona, Juan Antonio Torres (El Torres), Tomás Camarena y Pedro Angosto. Nimrod (dos números en 1988), de Jesús Martínez. Bocatas (cuatro números entre 1988 y 1989), editado por Juan Carlos Gómez, que en los años noventa crearía Patxarán Ediciones, que derivó en Camaleón Ediciones, sello que llegó a ser muy importante en la edición independiente en España y en la promoción de publicaciones teóricas.

 

Kirby, ejemplo del fanzinismo en torno a los superhéroes.

 

Hemos dejado para el final un caso especial, el de Neuróptica. Se trató de una publicación teórica surgida en 1983 y de aparición anual relacionada con las Jornadas Culturales del Cómic de Zaragoza, hasta 1988, con apoyo del Ayuntamiento y la Diputación de Zaragoza. Dirigida por Antonio Altarriba, aprovechaba su dilatada periodicidad y su apoyo económico para aportar textos de mayor profundidad, mayor extensión y que no respondían necesariamente a las condiciones del mercado. Sirvió de nexo entre las generaciones anteriores de teóricos (publicaron textos Antonio Lara, Joan Navarro, Ludolfo Paramio, Faustino Rodríguez Arbesú o Salvador Vázquez de Parga) y los que surgían en esta década (el propio Altarriba, Antoni Remesar o Antoni Guiral).

 

5. LOS AÑOS NOVENTA. LLEGAN EL MANGA Y LAS EDITORIALES INDEPENDIENTES

Si en los años ochenta las librerías consideraron la creación de revistas teóricas como una buena forma de difusión del cómic , este papel lo llevarían a cabo en los noventa varias editoriales independientes. La accesibilidad a medios de impresión más económicos, una red estable de librerías especializadas donde poder colocar los productos minoritarios, la aparición de empresas de distribución también especializadas (Distrimagen, Dirac…) y un colectivo ya amplio de aficionados que se había curtido en los ochenta permitieron la aparición de pequeñas editoriales independientes de los grandes grupos tradicionales de edición, que además de ofrecer oportunidades a los nuevos autores que iban surgiendo (ya no existían las revistas de historietas donde ir probando suerte) decidieron apostar por la creación de nuevas revistas teóricas, que tenían su punto fuerte en la información de actualidad.

Podría considerarse la década de los años noventa como la de mayor proliferación de publicaciones divulgativas en papel. Intentar abarcarlas todas con un comentario extenso es imposible y excede a las intenciones de este texto, aunque repasaremos las que mayor relevancia tuvieron y comentaremos las particularidades de otras. Para empezar, y como muestra de lo que vendría después, repasamos dos publicaciones a caballo entre las dos décadas: Krazy Comics y Whopitti Whop!

 

Krazy Comics, 4, con portada de Beroy.

 

Krazy Comics fue una revista con características profesionales publicada por Editorial Complot, que desde mediados de los ochenta venía rescatando tanto material autóctono (Xaudaró en Pioneros de la historieta) como foráneo (Mandrake, Jorge y Fernando, tiras de prensa en Clásicos del cómic), además de publicar la colección Misión Imposible, con autores de la época, poseedores del estilo denominado como “línea clara”. El editor responsable era Joan Navarro, y la redacción estaba formada por Tino Regueira (del fanzine Continuará…), Álex Samaranch, José Ángel Cano y Juan Carlos Gómez (del fanzine Bocatas), con colaboraciones como las de Joan Josep Musarra, Ferrán Fontich, Cels Piñol, Óscar Aibar, Lorenzo Díaz, Miguel G. Saavedra, Alfons Moliné, Raimon Fonseca, Alejandro M. Viturtia, Jordi Costa, Jesús Palacios, Antoni Guiral, Roque González, Jordi Sánchez, Jaume Vaquer, Pepe Gálvez o Pau Medrano, entre otros. Mantuvo la estructura en secciones de “Editorial”, “Noticia”s (divididas entre Estados Unidos y Europa), “Novedades del mes” (checklist de novedades comentado), “Reseñas” (nacional, extranjero y fanzines), “Dossier” (diversos artículos en torno a un mismo tema, serie o personaje), “Hemeroteca”, “Correo” y sección de compraventa. Fueron doce números (dos de ellos dobles) y un extraordinario, desde octubre de 1989 hasta octubre de 1993, que marcarían el camino a seguir para las revistas informativas de cómic, que atendía a todos los mercados (el nacional actual, el nacional clásico, los fenómenos europeos y estadounidenses…), que opinaba sin acidez ni retranca, que ofrecía información abundante y actualizada y que supo aglutinar a gran parte de los teóricos pujantes de la época. Su final llegó con el final de la editorial.

Por otro lado, Wopitti Whop! fue un fanzine fotocopiado en blanco y negro, artesanal, con reseñas, textos y apunte de novedades (con puntuaciones, como en las publicaciones de Cuadrado) tanto nacionales como extranjeras, a cargo del equipo Roccocomics de Castellón. Firmaban: Benito (Francisco Prats Benito), Gerardo (Sabater), Calo (Juan Carlos San Román), J. Eden (José San Román), V. Tornasol (Salvador Cabedo) y Julio (González), a los que se sumó Juan Vicente Chuliá. En los dos últimos números, y ya avanzados los noventa, la maqueta es más profesional (aunque siguen siendo fotocopias) y se añaden colaboradores externos, como Jesús Cuadrado, Lorenzo Díaz, Francisco Naranjo o Manuel Barrero. El Equipo Roccocomics intervendría en varias de las iniciativas teóricas de la década.

Wopitti Whop!, 8. Portada de Aragonés.

Hay más casos de publicaciones promovidas desde las editoriales[13], como El Maquinista, revista de información general con el formato de Krazy Comics y contenido variado, que editó la valenciana La General de 1990 a 1992. Con dirección de Juan Puchades, prestaba especial atención al cómic autóctono, incluyendo historietas de autores valencianos, con colaboradores como Juanvi Chuliá o Manel Gimeno. A la primera etapa de siete números le siguió otra con mayor formato pero con las mismas pretensiones y los mismos colaboradores, que duró 14 números (uno doble) hasta 1993.

Dentro de la Viñeta fue un fanzine fundado en 1993, a partir del programa radiofónico del mismo nombre emitido por Radio Activa de Avilés, por Pablo González, Juan Ignacio Sánchez, Gerardo González, Borja González, Alfonso Cobo Fernández y Manuel Ángel Fidalgo. Posteriormente se uniría Jorge Iván Argiz a partir del tercer número. Cada número se dedicó monográficamente a un personaje. Fue más relevante una segunda etapa, iniciada en 1999, producida por la editorial avilesina Dude Cómics, de Jorge Iván Argiz. Estuvo dirigida por Ángel de la Calle y Joge Iván Argiz, y su redacción la formaron Lorenzo Díaz, Yexus, Rubén Paniceres, Norman Fernández, Germán Menéndez, Javier Riva y Miguel Campoviejo, entre otros. A partir de su nº 11 estuvo coeditada por la Asociación de Amigos de la Historieta de Asturias (AAHA), que la editó en solitario a partir de su nº 20 hasta su final con el nº 32, en 2006.

Dentro de la viñeta, 5, con portada de Azpiri.

La Factoría de Ideas también promovió o apoyó distintos productos teóricos, como la revista sobre manga Manganime o la nueva etapa de Urich, con el nombre de U, el hijo de Urich (de la que hablaremos extensamente después). El Planet, con cinco números de cuatro páginas en 1993, era un boletín informativo de las librerías especializadas madrileñas Elektra Comics y Arte-9 dirigido por Alberto Simón. Y El Pequeño Nemo (31 números entre 1999 y 2004), otra revista de contenido variado y de actualidad, dirigida por Miguel Ángel Álvarez y Juan Carlos Poujade.

La empresa malagueña Megamultimedia también se interesó por la divulgación de la historieta. Ultimate Reports (seis números entre 1998 y 1999) fue una revista de información sobre actualidad dirigida por El Torres. Formaba parte de un pack que incluía, además de la revista, un CD-ROM y dos cómics, Judas y Jezabel y Team Triumph. A partir del séptimo número, el nombre de la cabecera cambió por Ultimate CD, aunque la numeración continuó, y en paralelo apareció un nuevo volumen de Ultimate Reports (26 números entre 1999 y 2001). Cerró en 2002, pero el mismo equipo pasó a realizar la versión española de la revista estadounidense Wizard.

Ultimate CD, con un CD-ROM:

Otro sello de cómic independiente, el madrileño Under Cómic, liderado por Christian Osuna, publicó a finales de los noventa la revista Volumen Uno (ocho números en 1999; el segundo año pasó a llamarse Volumen Dos, con nueve números). Sus directores fueron Santiago García durante 1999 y Óscar Palmer y el propio Osuna durante 2000. Colaboraron, entre otros, Eduardo García Sánchez, Toni Guiral, Celestino J. López, José María Méndez, Alessandra Moura, David Muñoz, Esther Muñoz, el equipo Roccocomics, Eduardo de Salazar, José Antonio Serrano, Trajano Bermúdez (Santiago García) y Óscar Palmer. Como curiosidad, los primeros números salieron a la venta con dos cubiertas diferentes cada uno. A partir de 2001 cambió su nombre (a Guía del Cómic) y su formato, presentándose como un pliego de periódico de gran formato y difundiéndose gratuitamente en las librerías. En esta etapa el director fue Osuna, y alcanzó hasta los diecisiete números en 2004, pasando después a ser un sitio web.

Pero el caso más significativo de editorial independiente en los años noventa fue el de Camaleón Ediciones. Fundada en 1992 por Juan Carlos Gómez y Álex Samaranch, ambos procedentes de Krazy Comics, y tras un primer acercamiento a la edición con el sello Patxarán Ediciones, mostró especial interés por la publicación de autores españoles y la promoción de publicaciones teóricas. Se interesó por la cultura popular en la publicación en revistas como Aquí vale todo o la serie de libros Los libros del camaleón, apoyó a publicaciones ya iniciadas como Sword, Studio o Bronze[14] y participó de la fiebre del manga con las revistas Tsuzu y Neko, pero sobre todo propició dos publicaciones de idiosincrasia muy distinta pero muy relevantes en el panorama del cómic de la época: Slumberland y U, el hijo de Urich.

Slumberland, 12, con portada de Max.

Slumberland (treinta y ocho números y cuatro especiales entre 1995 y 1998) fue una revista informativa mensual sobre la actualidad del cómic que llamaba la atención en primer lugar por su bajo precio, 95 pesetas (cuando la media de precio de un comic book de la época rondaba las 225 pesetas), y también por sus llamativas portadas, con ilustraciones creadas ex profeso para la publicación. Con un formato de comic book y una media de treinta y cuatro páginas en blanco y negro con portada en color, las noticias suponían un recurso importante para el aficionado en una era preinternet, y el listado mensual de novedades era una herramienta indispensable para aquellos que no vivieran en las grandes capitales y no tuvieran acceso a tal cantidad de material o que pretendieran anticipar de alguna manera sus compras. Hay que destacar que se concedió mucha importancia a los autores patrios, sobre todo a los jóvenes valores que debutaban en aquellos momentos (hasta se creó una sección específica, “Nuestros autores”, en la que se ofrecían pequeñas entrevistas y muestras de su trabajo). Entre sus puntos negativos quizá habría que mencionar la escasa profundidad de sus textos, en un afán por acumular la mayor cantidad de información posible en la mínima cantidad de páginas. La coordinación y producción estuvo a cargo del Estudio Phoenix (más tarde, Estudio Fénix), otra entidad en la que participaban Samaranch y Gómez, y contó con numerosos colaboradores durante su existencia, siendo los más habituales el Equipo Roccocomics (proveniente del fanzine Wopitti Woop!), Antoni Guiral, Ana María Meca, Armando Vila, Albert Monteys, Lorenzo F. Díaz, Juanjo Porrá y Jaime Rodríguez. En el nº 37 tuvo lugar un cambio de aspecto (el título facial pasó a ser Slumber) y de precio (a 325 pesetas), pasando a ser una revista más convencional, pero que no duró mucho. Cerró en su nº 38, arrastrada por el cierre de su editorial[15]. Su periodicidad rigurosa, su fácil accesibilidad (con amplia distribución en librerías especializadas y bajo precio) y su amplio campo informativo hicieron de esta publicación un referente en los años noventa, en los que la información todavía debía leerse en papel.

U, el hijo de Urich, 16, con portada de Bernal.

En agosto de 1996 apareció U, el hijo de Urich, editado por Workin’ pana (es decir, José María Méndez) en forma de fanzine de tirada muy limitada. Poco después, en noviembre del mismo año, aparecía un nuevo nº 1, esta vez editado por Camaleón y ya con factura de revista al uso. De nuevo se trataba de una revista con información de actualidad: noticias, reseñas, textos más profundos sobre un tema concreto, pero pronto comenzó a desarrollar números cuasi monográficos, con un dosier central dedicado a un autor, que incluía entrevista, reseñas de su obra, etc., junto con el resto de secciones habituales. Estuvo dirigida inicialmente por José María Méndez y Santiago García, a partir del nº 8 por García y David Muñoz, desde el 17 al 22 por García en solitario, y del 23 al 27 (el último número, publicado en mayo de 2004), por Óscar Palmer. La Factoría de Ideas recogió el testigo de Camaleón en su nº 14, y finalmente fue la Asociación Cultural U la que publicó los dos últimos números. Como comentaba Manuel Barrero, «el modo de acercarse a las reseñas jamás cayó en la chabacanería, en la mordacidad hiriente, en la ironía sardónica o en la respuesta airada, siendo muchos de los trabajos publicados allí modelo de conducta para futuros teóricos […] todo en conjunto supera con creces el rasero de la alta calidad, y resulta un fondo documental de imprescindible consulta para cualquier interesado en analizar el mercado de la historieta en España durante los años ochenta y noventa»[16]. Entre sus colaboradores encontramos al propio García (firmando con su nombre o como Trajano Bermúdez), David Muñoz, Gonzalo Quesada, Antonio Trashorras, Enrique Vela, Pepe Gálvez, José María Méndez, Francisco Naranjo, Enrique Bonet, Yexus, Eduardo García Sánchez, Alfons Moliné y J. Edén, entre otros.

Además de los principales focos de edición (Barcelona y Madrid) que producían la mayor parte del material teórico, existieron en aquellos años esfuerzos en la “periferia” y de diversos colectivos que merece la pena reseñar.

Voz en Off fue un fanzine del colectivo cordobés del mismo nombre. Dirigido por José Antonio Ortega Anguiano, de factura muy amateur, tuvo una segunda etapa de dos números financiada por el Ayuntamiento de Córdoba con un mejor diseño y presentación.

Tebeolandia, uno de los variados lanzamientos de Diego Cara.

El colectivo D.Tebeos, conducido por Diego Cara desde Almería, también fue muy fructífero en la divulgación, con varias publicaciones en su haber. De Tebeos (seis ejemplares entre 1993 y 1994), similar en formato a El Maquinista Mensual. CB&M (dos ejemplares entre 1996 y 1997) adoptaba el formato comic book y añadía manga a sus contenidos. Mundos de Papel, con dos etapas de veinte (1998-2007) y cuatro (2007-2018) números. Y Tebeolandia, también con dos etapas: la primera con cuatro números (1995-97), y la segunda, que llega hasta la actualidad, con dieciséis números. Salvo la maqueta y las secciones, todas estas publicaciones tuvieron un contenido similar atendiendo a todo tipo de cómic.

El Saco del Tío Saín (treinta y dos entregas más un especial entre 1994 y 1999) fue un boletín informativo de la asociación Amigos del Tebeo Región de Murcia que tomaba su nombre de otra publicación del colectivo (El Tío Saín, que contenía solo historietas), con noticias, artículos e historietas de miembros de la asociación como Juan Álvarez, Paco Olivares, Pedro Vera, Miguel Fernández Soto o Daniel Acuña, o de teóricos ajenos como Borja Crespo, Manuel Barrero o Francisco Tadeo Juan.

La Región de Murcia tuvo sus publicaciones teóricas sobre cómic como El Saco del Tío Saín, aquí con portada de Abel Ippólito.

9º Arte (ocho números y un especial entre 1999 y 2001) fue una publicación del colectivo valenciano 7 Monos, con dirección de Sergio Córdoba y Manuel Bartual y colaboraciones de Abraham García, Jesús Huguet, Ernesto Martínez, Santi Selvi, Víctor Santos, Valentín Vañó, Delfina Palma, Jesús Yugo, Trajano Bermúdez (Santiago García), Manuel Barrero, Pepo Pérez o Álvaro Pons, entre otros. Con un diseño muy elegante y profesional, repartió sus contenidos entre un dosier principal dedicado a un autor y múltiples reseñas de actualidad, con textos varios.

Un caso muy especial fue el del fanzine Dolmen, ya que puede contemplar (casi) todos los casos que hemos comentado antes: pasó de fanzine a estar producido por una editorial (Camaleón), llegó a formar su propia editorial, se forjó desde un foco periférico a las grandes ciudades (Palma de Mallorca), con la peculiaridad de que, al contrario de lo que imperaba en los años noventa, se dedicó casi exclusivamente a los superhéroes y, con mayor mérito, sigue publicándose a día de hoy.

Inicialmente un fanzine fotocopiado producido en su totalidad por Vicente García, pronto contó con la inestimable ayuda y asesoría del coleccionista y aficionado Jaume Vaquer, creándose a su alrededor un grupo de aficionados que pasaron a ser divulgadores y atrayendo también la atención de teóricos ya establecidos. A partir de su nº 7 entró en el circuito de distribución en librerías con Camaleón Ediciones, que se convirtió en su editor desde el nº 13 hasta su desaparición. Tras un lapso sin sello claro, García fundó Dolmen Editorial en 2001 (con los socios Vaquer, Carlos Pacheco y Francisco Pérez Navarro), no solo para publicar el fanzine, sino toda una serie de productos tanto nacionales como traducidos. Dedicada expresamente al cómic de superhéroes, mantuvo durante muchos años una maqueta simple pero efectiva, primando el dato y el relato: famosos son sus repasos a colecciones y etapas. En cierto momento añaden también un checklist que, como el de la desaparecida Slumberland, se volvió casi imprescindible para estar atentos al mercado. No hizo ascos a otros tipos de cómic, incluso se aventuró con un Dolmen Europa dedicado en exclusiva al cómic del continente, sin demasiado éxito. La lista de colaboradores en todos estos años es enorme, siendo inicialmente los más frecuentes: Pedro Angosto, Jorge Iván Argiz, Juan Carlos Cereza, Julián M. Clemente, Ángel de la Calle, Abraham García, Diego García, David Hernando, Ricardo Mena, José Ramon Solera, Koldo Azpitarte o Manuel Barrero. La empresa ha crecido en los últimos años de forma exponencial gracias a la respuesta del público lector en dos frentes complicados: la reedición de cómic europeo y la de clásicos de las tiras de prensa norteamericanas, pero en ningún momento se ha dejado de publicar la revista que dio nombre a todo. Desde hace algunos años dirigida por Germán Menéndez, cuenta como colaboradores actuales a Pedro García, José Joaquín Rodríguez, Pedro Monje o el siempre presente Jaume Vaquer, entre otros. Al igual que los cómics que adora, Dolmen se reinventó en 2020 con un nuevo diseño y reinició la numeración desde el nº 1 tras 300 números. Caso inédito de longevidad de una publicación divulgadora del cómic en el territorio español, podemos encontrar la respuesta a la misma en lo que escribió Koldo Azpitarte: «Quizá la eminente vocación comercial y de servicio al fan que Dolmen exhibe desde estos sus inicios es lo que ha garantizado no solo su rentabilidad sino su misma supervivencia. Dolmen se fue transformando en una revista profesional que daba mensualmente a sus lectores lo que ellos pedían y en poco tiempo consolidó un núcleo estable de compradores que le permitieron optimizar su tirada […] El secreto de Dolmen es el haber sabido conformarse con ser lo que es, con vender y servir a su nutrido y fiel grupo de fieles lectores»[17].

Dolmen, 6, primero con portada en color, de Bolland.

Fueron muchas más publicaciones de las que podemos mencionar aquí las que siguieron el modelo de revista informativa de actualidad y contenido variado: Cómic Independiente, fanzine de tirada escasa creado en Madrid por José Ignacio Delgado y Alfonso Soleto, con edición del Grupo K-Nojedae Comics, donde colaboraron habitualmente autores como Luis Fernández, Jesús Cuadrado, Manuel Barrero, Andrea Parissi o Yexus, y que duró de 1991 a 1999. Pasaba por aquí, editado por la Asociación Juvenil Quomic de Murcia (29 números entre 1992 y 2000), dirigido por Paco Olivares con las principales colaboraciones de Antonio Contreras, Alberto Segado y Gregorio Lorente. Microphonie, que desde Avilés dirigió Andrea Parissi entre 1992 y 1996 con colaboraciones de Jorge lván Argiz, Manuel Barrero, Jesús Cuadrado, Juan Antonio de Blas, Hernán Migoya o Jorge Riera, entre otros. Imágenes, editado por la librería del mismo nombre de Valencia, contó con colaboraciones de Jesús Cuadrado, Andrea Parissi o Jorge Riera. Alien Magazine, editado por la Alien Graphic Company, con ocho números entre 1997 y 1998, dirigido y escrito por José Luis Puertas Ruiz y Álex Pérez, y que ofrecía noticias y reseñas de actualidad con textos leves.

Cómic Independiente, ejemplo de nueva crítica.

Y muchas más en la década, que se convirtió en la más fructífera en cuanto a divulgación impresa del cómic, manteniendo desde el año 1992 hasta el 2000 al menos veinte cabeceras activas anualmente, con un pico en 1996 de treinta y una publicaciones activas, con siete que aparecieron ese mismo año.

A ese boom no es ajeno un fenómeno que perdura hasta hoy: la introducción del manga en España. En 1990 se publicó Akira por Ediciones B, y en 1992 el verdadero inicio de la fiebre por el manga, Dragon Ball, por Planeta-DeAgostini. A partir de ese momento, las historietas japonesas traducidas se incrementaron exponencialmente, así como el número de sellos editores y el de revistas teóricas que incluían el manga como tema a tratar o que se dedicaban exclusivamente a él. De estas últimas únicamente vamos a reseñar brevemente los títulos que se publicaron en los noventa: Fenix Comics (ocho números entre 1992 y 1993); Mangazone (ocho números entre 1992 y 1993), editado por Alejandro Maicas —en 1997 tuvo una segunda etapa, ya como revista profesional publicada por la editorial Berserker, que alcanzó los veinticuatro números hasta el año 2000—; Minami (cinco números entre 1993 y 1996); Minami 2000 (once números entre 1998 y 1999, con CD) publicado por Ares Informática —en 2000 cambia de nombre a Minami y vuelve a numerarse desde el 1, alcanzando 88 entregas (también con CD)—; Tsuzu (tres números entre 1993 y 1994, a partir del 3 Tsuzuki), editada por Camaleón Ediciones y coordinada y diseñada por el Equipo Zarzamora (responsable de Krazy Comics; en la portada de su primer número aparecía “Krazy Comics presenta”) —continuó como Neko a partir de 1994, con coordinación del Estudio Phoenix, produciendo sesenta y cinco números y cinco extraordinarios hasta el 2001, y a partir de su nº 48 fue publicada por Seis Asociación tras el cierre de la editorial Camaleón—; Manganiac, publicación del Club del Manga d’Igualada, con dieciocho números entre 1994 y 1996; Otaku (cuatro números entre 1994 y 1996), editada por la librería Imágenes de Valencia; existió otra Otaku editada casi en el mismo periodo por Norma Editorial, que incluía noticias y reseñas además de páginas de historieta de mangakas españoles; Kabuki, de Glénat, dieciocho números entre 1995 y 1996; Kame, de Studio Inu, iniciada en 1995 y que llegó a los cuarenta números; Dragon Ball Magazine, dedicada en exclusiva al manga más vendido, con trece números entre 1994 y 1995 —sus editores posteriormente publicaron posteriormente con el mismo equipo Yamatai, seis números entre 1996 y 1998, dedicada al manga y el ánime—; incluso el colectivo D.Tebeos se animó con una revista sobre manga, Manga Tour, y también la Alien Graphic Company, con Jonu, aunque fueron publicaciones fugaces que solo alcanzaron los dos números cada una de ellas.

Mangazone, una de las muchas revistas sobre manga que surgieron en el final del siglo XX.

Pero a finales de la década el número de revistas comenzó a decaer inexorablemente. Un descenso que no era parejo a la disminución de lectores, pero que ponía de manifiesto la existencia de un nuevo medio de comunicación más útil para la divulgación: internet.

 

6. EL SIGLO XXI. LLEGA UN CAMBIO DE PARADIGMA

Uno de los objetivos de la divulgación sobre cómic era ofrecer noticias de actualidad sobre publicaciones, autores y personajes. Para esto se requería de un contacto directo con las editoriales o los autores, o del acceso a publicaciones que ya hubieran tratado este tema en su país de origen (el medio fundamental de información de las revistas y fanzines españoles sobre superhéroes en los años ochenta y parte de los noventa fueron los boletines informativos de las editoriales y las revistas de información norteamericanas). En los años noventa se popularizó la red de internet, y cualquiera que dispusiera de un ordenador personal y una línea telefónica podía contratar este servicio (todavía rudimentario) y acceder directamente sin intermediarios a las noticias más importantes. No solo eso, sino que de forma virtual se podían formar grupos de aficionados en red (chats), en los que comentar sus aficiones y realizar intercambios de material. Más tarde surgieron las páginas web especializadas (como Tebeosfera) y los portales web (como Dreamers) donde se accedía fácilmente a una descomunal cantidad de información, que a su vez enlazaba con información de otras fuentes. El número de publicaciones en papel fue disminuyendo porque ya no eran necesarias para estar al día, y de hecho, las noticias quedaban desfasadas en el proceso de creación e impresión. El acceso directo a los autores (muchas veces a través de bitácoras —blogs—) también hacía innecesarias muchas veces las entrevistas, y los mismos autores podían mostrar directamente su propio material. A pesar de esto, durante algunos años ambas opciones siguieron conviviendo.

Trama, otra revisa asociada a librerías.

Las editoriales establecidas siguieron publicando revistas de información sobre cómic. Así, Astiberri distribuyó Trama desde 2001 como una revista gratuita y mensual, “con vocación de herramienta”, planteándose la función de “guía accesible pero rigurosa que abarcase aquellos cómics que fácilmente podían encontrarse en cualquier librería”[18]. Dirigida por Fernando Tarancón en sus primeros treinta y nueve números, y posteriormente por Elena Cabrera, con una redacción compuesta por Koldo Azpitarte (durante mucho tiempo también subdirector), Gorka Omaetxebarría, Roberto Rabasot, Gorka Domínguez, Félix Pascual y Raúl Sastre, a los que luego se añadirían Yahvé Mediavilla, Norman Fernández, Jorge García y Juan Manuel Díaz de Guereñu. Inicialmente con una maqueta muy sencilla, tras la llegada de Manuel Bartual como diseñador adquirió un aspecto moderno y profesional. Su carácter gratuito hizo que forzosamente abundaran las páginas de publicidad de librerías, y tendía hacia cierta autopromoción de los autores y publicaciones de Astiberri, pero aportaba mucha información sobre la actualidad editorial que la hizo sumamente interesante. Finalizó en 2005 con su número 43.

Otra revista de menor recorrido pero que pudo aportar mucho a la teoría de la historieta fue Yellow Kid, publicada por Gigamesh entre 2001 y 2003. Alejo Cuervo ya estaba publicando la revista sobre literatura de ciencia ficción Gigamesh, y decidió ampliar sus intereses a otras áreas de la cultura popular, como Stalker (dedicada al cine) o la mencionada Yellow Kid. Dirigida por Rafael Marín, que era también el principal autor de textos (sus artículos sobre la historia del cómic en España vertebraron toda la trayectoria de la publicación), contó también con firmas como las de Manuel Barrero, Jesús Cuadrado, Pedro F. Navarro, Abraham García, Jesús Jiménez Varea, Nicolás Lezama, Alejandro M. Viturtia, Rodolfo Martínez, Ángel Olivera, José Miguel Pallarés, Xavier Riesco o Jesús Yugo. Aunque publicó textos variados, los números mejor acabados fueron aquellos que se dedicaron a temas monográficos: el 1, dedicado a Charlier; el 3, a Héctor G. Oesterheld, y el 5, a Alan Moore. Probablemente estuvo lastrada por la necesidad de conservar aspecto, diseño y maqueta idénticos a los de la publicación original, Gigamesh, sin apreciar que una revista sobre cómics (más visual) debía quizá tener otras necesidades diferentes a las de una revista literaria.

Yellow Kid, publicación dirigida por Rafael Marín.

Más ecléctica fue Alecta, de la editorial del mismo nombre (sello barcelonés vinculado un tiempo con Ediciones Recerca, de Palma de Mallorca). Ya en cubierta indicaba sus intereses e intenciones: «Entrevistas, reportajes, cómic, cine, ilustración, literatura, arte, historia, música, miscelánea…», aunque en los cuatro números que publicó su portada y el tema central estuvieron relacionados con el cómic (Francesc Infante, Ramón de España, Ted McKeever, Fernando de Felipe). Dirigida por Manuel Molinari, contó entre sus firmas más conocidas con Daniel Fernández Castany, Félix Velasco o Carlos Díaz Maroto.

La mixtura de temáticas de “cultura popular” se hacía necesaria para reavivar el interés de los lectores, con la enorme competencia creciente de la masiva información a través de internet. También la inclusión de elementos que aprovechaban las “nuevas tecnologías”. En muchos hogares ya era posible encontrar un ordenador personal, así que muchas publicaciones comenzaron a entregar con sus revistas discos compactos (CD-ROM) con material adicional, en muchos casos audiovisual. De esta manera, Ares Informática (la editorial de la publicación sobre ánime y manga Minami) ofreció Top Comics, con textos y reseñas de actualidad y su respectivo CD-ROM en cada número. Aunque subtitulada “la revista de cómic americano”, incluyó entre sus contenidos algunos textos sobre manga y cómic español. Tuvo una primera etapa de dieciocho números (y un especial) entre 2000 y 2001, y una segunda etapa de solo cuatro números en 2006.

Dojin X, ejemplo de la proliferación de publicaciones sobre manga erótico o pornográfico en el final de siglo.

Estos contenidos multimedia se prodigaron también en las revistas específicas sobre manga (y ánime) que siguieron publicándose a partir del 2000, aunque de menor longevidad. Fueron Dojin X (Berserker, treinta y dos números entre 2000 y 2002), Daisuki (Megamultimedia) dos números en 2000, Guruguru (Megamultimedia), dieciséis números entre 2000 y 2002, Más Manga (Ares Informática), seis números entre 2000 y 2001, Jonu Magazine (Jonu Media), doce números entre 2001 y 2003, Dokami (Ares informática), once números entre 2006 y 2007 o Niguru (Niguru Editorial), cuatro números en 2008.

Hubo espacio para auténticas aventuras fanzineras, como Mea Culpa, de Gregorio Lorente, el «fanzine de opinión, polémica, crítica, cachondeo, investigación y denuncia sobre la historieta», cuaderno grapado, con nueve números entre 1999 y 2000. O para las publicaciones más sofisticadas, como Viñetas de Ayer y Hoy, revista anual de información y crítica que desde Santander editaban Yexus y J. R. Saiz Viadero, de contenido variado, con especial interés por el ámbito local.

Viñetas de Ayer y Hoy, esfuerzo teórico dirigido desde Santander por Yexus.

Pero la situación a finales de la década estaba clara: la divulgación en papel era cosa del pasado, y su función la suplían los múltiples medios que proporcionaba internet. En el año 2010 solo sobrevivían nueve publicaciones: las clásicas El Wendigo, Comicguía, El Boletín y la revista del CAT, todas de aparición irregular y escasa difusión, con contenidos muchas veces alejados de la actualidad; la guadianesca Tebeolandia; la cada vez más estable Dolmen; la mencionada Viñetas de Ayer y Hoy, de cadencia anual; CHT, un experimento entregado a lo visual y al cómic clásico que duró poco, y una revista más autopromocional que divulgadora, Netcomic, de Netcom2 Editorial.

 

7. LA ACTUALIDAD. LLEGAN LAS CONCLUSIONES

En 2020, el 95,4% de los hogares disponía de conexión a internet, aunque solo el 81,4% tenía algún tipo de ordenador; eso se explica porque el ordenador personal ha pasado a ser un artilugio de acceso a internet secundario, hoy se accede más habitualmente a través de los smartphones (99,5% de la población lo tienen) o mediante tablets (en 2020 el 58,4% de la población disponía de alguna en el ámbito familiar)[19]. Los medios de información también han cambiado: de las webs y los blogs se ha pasado a las redes sociales, los podcasts y los vídeos de Youtube, que se han multiplicado exponencialmente. En este contexto, con acceso inmediato (a través de un dispositivo que cabe en el bolsillo) a incontables fuentes de información, la función de los medios impresos se ha desvirtuado (no solo en la divulgación sobre comic), y así lo ha demostrado la desaparición progresiva de publicaciones clásicas y la escasa aparición de nuevas.

En 2012, Sandro Mena fundó 9th Comic, editorial que publicó la revista teórica del mismo título con textos sobre la actualidad (sobre Pepe Larraz, Amazing Spider-Man o los artistas italianos en Estados Unidos), contando con la colaboración de Diego Matos, pero que duró sólo un número. En 2013, el nombre de la editorial cambió a Ninth Comic, y también publicaron una revista teórica con ese título, que solo llegó hasta el número 2 (tuvo un nº 0). Como otras tentativas anteriores, se optó por la inclusión de reseñas y textos alrededor de un tema monográfico: Moebius en el nº 1 y Sergio Toppi en el nº 2. También publicaron una revista cuyo contenido se orientaba al comic book americano, Inkside, aunque también de corta vida (tres números y un especial entre 2013 y 2014). Aunque contaban con reputados teóricos (Antoni Guiral, Yexus, Alberto García Marcos, Javier Mesón), estas publicaciones eran demasiado lujosas, y su alto precio no contribuyó a su continuidad en un mercado poco receptivo.

Portada de Z, 99 (2021), por Javi de Castro.

El espíritu de Trama fue recogido por Z, revista teórica mensual publicada por Laukatu Ediciones desde 2013 por encargo de la asociación de libreros Zona Cómic, y que se distribuye gratuitamente en esas librerías. Al igual que Trama, se trata de una revista con una periodicidad modélica, gratuita, que centra sus contenidos en reseñas y entrevistas de actualidad. No en vano su director es Koldo Azpitarte, antiguo subdirector de Trama, con la colaboración de Mikel Bao y una plantilla de redactores que cuenta con las firmas de, entre otros, Yexus, José Luis Vidal, Diego García Rouco, Kike Infame, Óscar Senar, Juan Manuel Díaz de Guereñu, Norman Fernández, Jorge García o Javier Mora. Gracias al apoyo gremial prosigue su andadura en estos complicados tiempos para el papel.

Los últimos años también han sido tiempo de recuperaciones. Ferrán Delgado rescató la cabecera Plot con Plot 2.0 (en autoedición, ocho números entre 2013 y 2016), dedicada íntegramente al comic book norteamericano y que estudiaba exhaustivamente algunos temas concretos: la saga de Fénix Oscura en los X-Men, el Thor de Walter Simonson, Alpha Flight, la muerte de Gwen Stacy… Y en el extremo opuesto, también ha resurgido Neuróptica (desde 2020), que «toma al cómic como objeto central de estudio, desde una perspectiva totalmente multidisciplinar, a través de cualquier campo de estudio y ámbito del conocimiento». Apoyada por la Universidad de Zaragoza y editada a través de su servicio de publicaciones, está dirigida por Julio Andrés Gracia Lana, con un amplio comité de redacción y un aún más amplio comité asesor, sobre todo desde el ámbito universitario. De carácter anual, aunque su difusión se realice sobre todo a través de internet de forma gratuita mediante el servidor académico Open Journal System, la hemos incluido en este repaso porque de forma paralela existe una versión de la misma en papel.

Zona Negativa, de internet al papel.

Un fenómeno curioso es el del paso de internet al papel, una especie de recuperación del espíritu divulgativo tradicional desde los medios actuales. Así, dos famosos sitios web (Zona Negativa y Tomos y Grapas) tuvieron sus respectivas versiones en papel de mismo nombre. El primero, con seis números entre 2013 y 2018, y el segundo, con siete entre 2017 y 2019.

Incluso el manga, ausente en la divulgación impresa desde hacía ocho años, volvió con la revista Otaku Bunka, de Panini, en 2016. Eso sí, dedicándose ampliamente al ánime y otras vertientes de la cultura japonesa, lo que ha permitido su supervivencia hasta hoy[20].

Por último[21], merece la pena mencionar la revista Comicmanía. Tras iniciar su recorrido como suplemento de la revista SFX (versión española de la cabecera homónima británica sobre ciencia ficción), comenzó su publicación de forma independiente en mayo de 2019 y tras nueve números cerró en noviembre de 2020. De formato grande y lujoso, a todo color, incluía textos de actualidad, columnas de opinión (de reputados teóricos como José Luis Vidal, Jordi Ojeda o Tonio L. Alarcón) y entrevistas, con un amplio acompañamiento gráfico, dando más importancia a este que a la profundidad de los textos. Su director fue José Óscar Plaza, y contó con colaboradores como Álvaro Pons, Alejandro Martínez Viturtia, Emilio Gonzalo, Marcos Ordóñez, Jordi Canyissà, David Hernando, Jordi Coll, Julián M. Clemente o Elisa McCausland. Aunque su perspectiva de la divulgación era amplia, quizá no tuvo la respuesta esperada (a pesar de contar con un gran grupo editorial detrás, Panini) o le tocó vivir una época compleja con pandemia de por medio.

Figura 1. Evolución de las publicaciones periódicas sobre divulgación de la historieta en España.

Como se puede observar en la figura 1, la evolución de las publicaciones divulgativas de cómic en papel ha sufrido una evolución tortuosa, dependiendo de las circunstancias. Tras las iniciáticas Cuto y Bang!, y en torno al grupo de teóricos que alrededor de ellas se establecen, surgen nuevas publicaciones en los años setenta que van constituyendo sus propios grupos de interés. Son revistas que atienden en parte a la actualidad (sobre todo) y en parte a la recuperación de clásicos, en su mayoría nacionales, pero también con frecuencia rescatando los clásicos de prensa norteamericanos. Durante los años ochenta se produce un crecimiento de publicaciones de cómic para adultos donde se introducen abundantes textos teóricos, y se llega al mayor pico de publicaciones existentes en la segunda mitad de los ochenta en relación con dos circunstancias: la proliferación de librerías especializadas, que promueven las publicaciones teóricas como medio de difusión y promoción, y el éxito de los superhéroes, que origina numerosas publicaciones dedicadas exclusivamente a ellos. Ya desde finales de los ochenta la publicación tipo será mixta, mezclando toda clase de cómics y prestando especial atención a la actualidad. El segundo pico ocurre a mitad de los noventa, con la irrupción del manga en el mercado y la aparición de varias cabeceras sobre manga (y ánime), en lo que colaboró la existencia de un mercado editorial más diversificado gracias a la irrupción de pequeñas editoriales independientes. Desde entonces, el progresivo declive de las revistas impresas ha estado marcado por la cada vez mayor importancia de la red de internet como medio de comunicación, primero con los chats especializados, después con las páginas web, los portales web, los blogs y por último con el amplísimo desarrollo de las redes sociales y otras fuentes de información como los podcasts, que gracias a la implantación masiva de los dispositivos móviles han permitido una mayor difusión de información que prescinde del papel, más limitado en su contenido y su disponibilidad.

Actualmente solo sobreviven Tebeolandia, Dolmen, Z y Otaku Bunka, cada una de ellas con sus características propias y su público lector.

Las revistas de información, crítica y divulgación de la historieta no han sido la única fuente de conocimiento sobre el cómic: los libros teóricos, las secciones de las propias publicaciones, los programas de televisión y radio y, más recientemente, las múltiples opciones que ofrece la web han permitido difundir el conocimiento sobre el medio que tanto amamos. Pero al igual que los tebeos se resisten a abandonar el papel, siempre quedarán lectores que prefieran una lectura, más o menos reposada, más o menos artística, más o menos profunda, que la inmediatez y fugacidad de la tecnología no pueden proporcionar.

 

El interés por el manga mantiene Otaku Bunka.

 

NOTAS

[1] GASCA, Luis. “De ‘Cuto’ a ‘Bang!’”. Bang! nº 00, agosto 1968.

[2] MARTÍN, Antonio, y LARA, Antonio. “BANG! Presentación de un nuevo fanzine”. Bang! nº 00, agosto 1968.

[3] MARTÍN, Antonio (presum.). “Un paso adelante”. Bang! nº 3, noviembre 1970.

[4] BARRERO, Manuel. “BANG! El detonante de la crítica de tebeos”. Tebeosfera tercera época, nº 9, 2018. Disponible en línea en https://www.tebeosfera.com/documentos/bang_el_detonante_de_la_critica_de_tebeos.html.

[5] El interés promocional con respecto a los mercados europeos estaba claro, con la edición trilingüe en español, francés e inglés. A pesar de esto, contenía datos de interés, historietas inéditas y quizá hubiera aportado contenido valioso de haber reorientado su filosofía editorial en el caso de haber continuado.

[6] AYUSO, Mariano. “Editorial”. Comics Camp, Comics In nº 1, enero 1972.

[7] «Por el momento es y sigue siendo la única revista que hay en España que estudia las historietas», en “Aviso editorial”, Sunday nº 6, diciembre 1979. «… mientras BANG! no haga su anunciada reaparición, SUNDAY sigue siendo la única revista especializada en el tema y con cierta aparición regular», en “El rincón del editor”, Sunday nº 12, marzo 1982. Incluso cuando se pidieron explicaciones a Ayuso por estas declaraciones tan extremistas, escribió: «Todo lo otro —poco— que hay en el mercado son más o menos fanzines mejorados o muchas veces estropeados por sus propios editores por lo despiadados que son con las publicaciones o autores a los que toman manía», en “Editorial”, Sunday nº 15-16, octubre 1984.

[8] “BANG! informa sobre el nacimiento del Club DHIN”. Bang! Boletín Informativo, nº 32-33, mayo-junio 1972.

[9] «Como a mí la comercialidad me importaba un pito, y el comportamiento del autor de cómic me entusiasmaba, a por ellos fui, tratando siempre de buscar a los marginados, olvidados o como se les quiera llamar». TADEO JUAN, Francisco, en Comicguía. Historia de una revista sobre cómics, FTJ Ediciones, 1997.

[10] El Equipo Lou Grant también fue el responsable del fanzine Librum, también de Mario Ayuso y Cuadrado, sobre la cultura popular, que duró dos números en 1987. Y el Colectivo de Comunicación Nutria participó en Blokes. Cuadernos arqueológicos de la cultura popular (un único número en 1994), el Diccionario de uso de la historieta española (1997) y en la obra magna de Cuadrado, el Atlas español de la cultura popular: de la historieta y su uso, 1873-2000 (2000).

[11] Al igual que Tribulete hacía referencia al personaje clásico del cómic español El repórter Tribulete, Urich era referencia del periodista de los cómics de Marvel Ben Urich.

[12] “Editorial”, Urich nº 1, junio 1986.

[13] Como nota aparte mencionaremos el caso de Comics Scene (diecinueve números entre 1991 y 1992), versión española de la revista estadounidense del mismo título, editada por Ediciones Zinco con dirección de Luis Vigil y el mismo equipo que se encargó de las versiones españolas de Starlog (Star Ficción) y Fangoria.

[14] Bronze (siete números entre 1995 y 1997), dirigida por Pedro Angosto, fue editado inicialmente por Ediciones Veleta de Granada (sello de la asociación juvenil del mismo nombre) y a partir de su nº 4 por Camaleón Ediciones, con textos de autores como Helio Mira, Jaume Vaquer o Nacho Carmona.

[15] ALCÁZAR, Javier. “Slumberland, la revista (teórica) de los sueños”, en Tebeosfera 1ª época, edición 052130. Accesible en línea en: https://revista.tebeosfera.com/1/Prensa/Slumberland/Ficha.htm.

[16] BARRERO, Manuel. “La quinta vocal”, en Tebeosfera 1ª época, edición 020430. Accesible en línea en: https://www.tebeosfera.com/1/Prensa/Urich_U/Ficha.htm.

[17] AZPITARTE, Koldo. “Dolmen: El fanzine que creció con nosotros”, en Tebeosfera 1ª época, edición 020330. Accesible en línea en: https://www.tebeosfera.com/1/Prensa/Dolmen/Ficha.htm.

[18] Texto de la editorial anunciando el cierre de la revista, disponible en la ficha de Trama en Tebeosfera.com: https://www.tebeosfera.com/colecciones/trama_2001_astiberri.html.

[19] “España en cifras 2021”, publicado por el INE y accesible en línea en: www.ine.es/prodyser/espa_cifras.

[20] ECC intentó emular el proyecto, pero su revista Sugoi no duró más allá de tres números.

[21] No es pertinente la introducción de revistas como Panini Comics News (Panini), Marvel Age (Panini), Cómics (ECC) o la recientísima Forum (Planeta Cómic), por su carácter puramente promocional de los productos editoriales de cada editorial.

Creación de la ficha (2021): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
JAVIER ALCÁZAR (2021): "De Cuto a Comicmanía. Una revisión no crítica de las publicaciones de divulgación sobre historieta en España", en Tebeosfera, tercera época, 18 (27-XII-2021). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 19/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/de_cuto_a_comicmania._una_revision_no_critica_de_las_publicaciones_de_divulgacion_sobre_historieta_en_espana.html