DE LA GUERRA Y OTRAS CRUELDADES

DE LA GUERRA Y OTRAS CRUELDADES.

FRANK CAPPA, UN CORRESPONSAL DE LAS GUERRAS CONTEMPORÁNEAS

La colección "Cimoc Extra Color" presenta en su número 57 "Viet-Song", un nuevo título que añadir a la biografía de Frank Cappa y a la bibliografía de Manfred Sommer. Una mirada al pasado de este corresponsal de la guerra contemporánea que sirve, de nuevo, para poner en tela de juicio la rela­ción sujeto pasivo - sujeto activo, protagonista obligado a una falsa objetivación de unos hechos difí­cilmente catalogables como objetivos: las guerras; las de hoy, las de ayer y, por desgracia, las de siempre.

Un estudio psicológico de un periodista que, voluntariamente, arriesga su vida para retratar una guerra arrojaría resulta­dos contradictorios.
El ser humano se divide entre sus ancestrales emociones violen­tas y la búsqueda intrínseca de la supervivencia. Las guerras, todos lo sabemos, estallan por puros motivos económicos, por ansias de poder. Los hay que van convencidos a jugarse la vida, los hay que van obli­gados, hay quien no puede escapar­se del papel de víctima y, por fin, hay quien se empeña en explicar lo inexplicable a una pléyade de leja­nos lectores o televidentes que han aprendido a mezclar, sin ascos, su almuerzo diario con una insana ra­ción de violencia, muerte, destruc­ción y putrefacción.
A estos últimos se les llama corresponsales de guerra. Firman sus trabajos, pero saben que la historia oficial, la de fechas y datos, no se acordará de ellos. Tal vez tengan tendencias suicidas, tal vez se em­peñen en llevar adelante un apos­tolado filantrópico destinado a mostrar lo que no se debe repetir, pero, curiosamente, viven de ello.
A vuelapluma, uno puede acordarse de "Ernie Pike", fiel cro­nista del drama humano en la II Gue­rra Mundial, obra de Oesterheld y Hugo Pratt; de Robert Capa, que supo retratar con agonía y fidelidad mu­chas guerras, entre otras nuestra guerra civil; de ese reportero tortu­rado por la  realidad al que James Woods dotó de cara y ojos en "Sal­vador", un estremecedor film de
Oliver Stone. Y está, también, Frank Cappa, ese rostro cruzado entre Charlton Heston y Robert Redford al que en un ya lejano 1981 Manfred Sommer dio fe de vida.
Cappa es un corresponsal distinto. Un hombre que retrata lo que ve, que intenta ser sincero con­sigo mismo y con los demás, que sabe, en el fondo, que su labor de espectador no es objetiva, porque las cosas pueden reflejarse de mu­chas maneras, pero una guerra no tiene más que un fin: la destrucción del ser humano, de sus principios, de su ética, de su ansia de vida. Por eso, Cappa no quiere identificarse con nadie, aunque, a veces, compartir sangre, sudor y lágrimas implica un reconocimiento mutuo que no pue­de pasarse por alto.
Cappa escribe, fotografía y retrata guerras que no son las suyas de un modo directo, pero que, como ser humano que es, reconoce y comparte. Porque para él las ideologías no justifican la barbarie; pero alguien tiene que describir esa barbarie, tal vez para la imposible misión de que no vuelva a suceder.
 
UN RECORRIDO FÍSICO Y HUMANO
A Frank Cappa lo conocemos en África, metido en una de esas pequeñas y localizadas guerras que sirven como conejillos de indias para los fabricantes de armamen­to. Allí, el personaje de Sommer se define como alguien más preocu­pado por el drama humano que por la guerra que lo envuelve. Intenta profundizar en sus compañeros de trayecto, definirlos como seres aje­nos al conflicto, valorarlos como piezas de un cruel rompecabezas cuyas piezas son movidas por ma­nos extrañas.
Después llegaría Brasil. La gue­rra es sustituida por la ecología, la poesía, las costumbres de un país con una personalidad muy definida.
De nuevo, el ser humano vuelve a convertirse en prota­gonista. Sigue enfrentado a su propio destino, buscando solu­ciones o quimeras a las que aferrarse. Intentando escapar al drama de la vida; algo a lo que no es posible darle la espalda.
Pero Cappa es un hom­bre con raíces, y en 'Welcome­-Goodbye' se traslada al Cana­dá para buscarlas, para reco­nocerlas, para volver a hacer­las suyas. La única guerra que encontraremos allí es la que cotidianamente libramos día a día. No podemos escapar de nues­tro pasado ni de nuestro futuro. Sommer nos cuenta que el destino está escrito, y que es mejor dialo­gar con él, hacerlo nuestro.
Poco después, Cappa sería testigo de la revolución sandinista. De una bata­lla por la liberación del pueblo ni­caragüense. En una guerra como esta no es posible no tomar partido y Cappa, aunque inconscientemen­te, lo toma.
VIETNAM, EL PRINCIPIO DE TODO
"Viet-Song" es un álbum vital en la trayectoria de Cappa, y de Manfred Sommer, por supuesto.
El autor devuelve a su crea­ción al lugar donde empezó todo, don­de su cámara se dispararía por primera vez ante la apocalíptica visión de carne que­mada y sangre de todos los colores. Estamos en 1963, Vietnam del Sur sufre un golpe de estado al que los americanos darán su aprobación tácita. El imperialismo capitalista cree que es la mejor forma de con­trolar esa chispa de comunismo que prende con rapidez. En aquel mo­mento, los E.E.U.U. tan solo arropa­ban a Vietnam del Sur con conseje­ros militares, oficialmente, por su­puesto. No sería hasta 1965 que las tropas norteamericanas dan la cara y se enfrentan al Vietcong.
Cappa recibe su bautismo de fuego de forma brutal. La realidad todavía se le escapa al joven re­portero. No acaba de comprender el por qué de lo que ve, pero pre­siente que el ser humano, en abs­tracto, es el perdedor. Él está allí para reflejar lo que ocurre, para ob­servar, fotografiar y escribir. De nue­vo, el sujeto pasivo enfrentado al bullicio exterior. Pero, en contra de lo que les ocurre a sus compañeros, Cappa vivirá en su propia carne el delirio violento de una guerra cruel. Aun así, el corresponsal de guerra sigue obligado a no personalizar. Pero el sufrimiento de los demás lo marcará para siempre, le mostrará el reverso de la moneda, de una mo­neda que, a veces, tiene más de dos caras.
Manfred Someter pone toda la carne en el asador en su obra. La miseria de la guerra al descubierto, no para juzgarla, sino para sacar conclusiones. En "Viet-Song" no hay aventura blanda o suspense artifi­cioso.
En "Viet-Song" hay vida y muerte, y es evidente que el autor espera, consciente o inconsciente­mente, que el lector "sienta" las imágenes y las palabras. Que vibre, pero que no prejuzgue. Que saque, repito, sus propias conclusiones.
Creación de la ficha (2009): Antoni Guiral
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ANTONI GUIRAL (1998): "De la guerra y otras crueldades", en PASABA POR AQUÍ, 23 (I-1998). Asociación Cultural Tebeosfera, Cartagena. Disponible en línea el 14/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/de_la_guerra_y_otras_crueldades.html