DON PASCUAL
ANDRÉS FERREIRO

Resumen / Abstract:
Origen, desarrollo y evolución de Don Pascual, obra de Roberto Battaglia.
Notas:
Artículo publicado en Sonaste Maneco Nº 7, sección Kiosco (enero a marzo de 2006).

 DON PASCUAL

Siempre con guión y dibujos de Roberto Battaglia, esta serie humorística comenzó en el primer número del semanario Patoruzito de Editorial Quinterno, aparecido el 11 de octubre de 1945. Bautizada originalmente Mangucho y Meneca, cambió su nombre en dos oportunidades (Mangucho Nº 468, 21/10/54- y Mangucho con todo! Nº 470) antes de adoptar el definitivo Don Pascual (Nº 594, 16/05/57). Publicada ininterrumpidamente durante más de dieciséis años, llegó a su fin en el Nº 852 (26/04/62). Con el cambio del Patoruzito semanal a la homónima antología mensual de aventuras completas, algunos episodios fueron reimpresos hasta la cancelación del título.
 
Desde el inicio, Mangucho y Meneca ocupó la mitad inferior de la retiración de contratapa del Patoruzito, contando con tres tiras impresas con realce de un color principal, mayoritariamente el rojo. En el Nº 455 (22/07/54) saltó a la retiración de tapa, con cuatro tiras que se ampliarían a la página entera desde el 30/09/54. A partir del Nº 466 (07/10/54), la plancha se ubicó en el cuerpo interior de la revista, pero en blanco y negro. Entre los Nº 484 a 593 (17/02/55 a 09/05/57), la historieta se imprimió a todo color. Un ejemplar más tarde, con la asunción de su título definitivo, Don Pascual pasó a formar parte del suplemento cómico del Patoruzito, segmento que, sin llegar a ser una separata, aglutinó todas las series festivas de la publicación.
 
Si bien su primera entrega fue autoconclusiva, a partir del Nº 2 comenzaron a aparecer largas aventuras continuadas, desarrollando un estilo de producción y serialización que, de manera irregular, Battaglia intercalaría hasta la última plancha. Invariablemente, los episodios empezaban en el local de Don Pascual, de cuya tranquilidad era arrancado por afanes aventureros propios o ajenos. El conjunto de personajes secundarios que fue apareciendo es riquísimo y, de hecho, algunos terminaron incorporados a la serie, elevados al rango de protagonistas.
 
Los personajes iniciales son Pascual Manyorequia (50 años, según acotación del Nº 102; 40 de acuerdo con el Nº 203), clásico almacenero de barrio, de aquellos que no tenían que competir con supermercados; Mangucho, el pibe que se encarga del reparto; y Meneca, su pequeña “novia”. En el Patoruzito Nº 10 (13/12/45), se dio a conocer Agustín, primo de Pascual, que con el correr del tiempo llegaría a convertirse en el archienemigo del obeso almacenero. Recurrentemente, sus afanes demenciales por conquistar al mundo se verán frustrados por el accionar de Pascual. El último cuadro del unitario del Nº 52 (3/10/46) marcó el debut de los dos mozos gallegos que reaparecerían durante los años, en cualquier momento y lugar, manteniendo siempre el mismo diálogo: “Are you Manolo?” “Yes, I am!”. Su inclusión en la serie no guarda ningún tipo de conexión con la trama, desarrollándose preferentemente en segundo plano, como absurdo contrapunto a la situación principal.
 

En el Nº 75 (13/03/47) Pascual se enamora perdidamente de Zazá, quien lejos de desalentarlo comienza una tenaz carrera hacia el casamiento, unión que el almacenero sorteará en más de una oportunidad. Mangucho y Meneca convencen a Pascual y Zazá de que visiten a Don Pulguetti (Nº 83, 08/05/47), quien oficia de adivino y aparece siempre con su lechuza sobre el hombro, rodeado de un enjambrede pulgas. Dos semanas después (22/05/47), un mensajero de veintitrés años, de cara ridículamente oblonga, con enormes y descomunales dientes, defectuoso en su hablar, llega al almacén portando una encomienda. Es Taraleti, inmediatamente enrolado al grupo, que acrecentará su número con el sapo Felipe (Nº 97, 14/08/47), que Taraleti cambió a Mangucho por una banana.

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De Italia llegó Cocolicha, tía de Pascual, vital viejecita que vuelve loco a su sobrino con sus andanzas (Nº 275, 08/02/51). En el Nº 399 (25/06/53) apareció el pequeño dibujante Borra-Borra -caricatura del Battaglia infantil- que pasado un tiempo se declaró autor de la serie. En este mismo episodio, Agustín había obtenido una aliada, Serpentina (Nº 387, abril 1953), ladina víbora propietaria de diversos artefactos que le permiten asumir roles antropomórficos para, por ejemplo, manejar un automóvil.
 
En el Nº 492 (14/04/55), dos nuevos vecinos del almacén fueron atendidos por Don Pascual: Geografiola y Palpitiño, la primera una verdadera delirante que gusta relatar sus fabulosos viajes, capaces de unir “París, capital de Moscú, con Punta Lara y Nueva York”; el segundo, como su nombre lo indica, tiene pálpitos, por cierto catastróficos, que pese a evidencias contrarias siempre se cumplen y que el anuncia con un “se viene... se viene”.
 
En el Nº 593 (09/05/57) irrumpieron Bebona y Bobona; esta última timada reiteradamente por la primera, cada vez que repite su letanía de que “le va a solucionar el asunto, ya que habló con su amigo, el ministro, a quien encontró tomando mate con el guardabarrera”.
 
Manteniendo vivo el interés gracias a la inventiva delirante de su trama, la serie tuvo varios momentos que hoy pueden considerarse clásicos de la historieta humorística argentina, entre los cuales resaltamos estos cuatro:
 
A partir de Patoruzito Nº 130 (01/04/48), los protagonistas parten en busca de un tesoro, sufriendo el acoso de los malandras Wadelio y Lobesio, caricaturas del guionista Leonardo Wadel y del dibujante Tulio Lovato, hombres de la editorial. Son ayudados por un tío de Taraleti, Míster Ñaña (Nº 133, 22/04/48), propietario de un barco y singularísimo personaje: con las manos siempre en los bolsillos, agarra las cosas con los dedos de sus pies descalzos y habla agregando las sílabas ña, ñe, ñi, ño y ñu a las palabras, según cuál sea la última vocal (ejemplo: ideaña por idea, mismoño por mismo). Finalmente, el tesoro en cuestión resulta ser “El retrato de Tirisia”, que no puede ser visto sin provocar desmayos. Agustín se apodera del cuadro y lo utiliza como arma, dominando al país y convirtiéndose en emperador; pero cae vencido por Pascual y los suyos.
 
La música ganó especial atención entre 1949 y 1950. Del Nº 187 al 195, en una sucesión de episodios unitarios y bajo el nombre artístico de Frank Taraleti, el increíble dientudo se transformó en un insólito cantor idolatrado por las mujeres, que se desmayaban durante sus actuaciones. En el Nº 240 (08/06/50), Agustín atacó con una nueva y terrible arma: el disco con la grabación del “Bugui de la Muerte”; que obliga a quien lo escuche a bailar sin parar, hasta caer muerto por el esfuerzo.
 
En 1952 (Nº 359) el sapo Felipe tomó un papel coprotagónico al contender, paralelamente a la acción principal, con el gato Mandinga. Esta situación se asemeja a la que vivirá cuatro años después (Nº 535) cuando combata contra Morrongo y Pulga, aunque aquí sí asumiendo el peso total del relato.
 
En plena presidencia de Frondizi (Nº 650, 12/06/58) Pascual es reconocido por los bajos precios de su almacén, despertando la ira de sus colegas y siendo invitado a la Casa Rosada, donde Arturo le habla desde el interior de una estufa, sin dejarse ver. En un segundo plano, un diminuto Almirante Rojas es perseguido por un encapuchado con una palmeta matamoscas, siendo rescatado a último momento por un gorila.
 
Battaglia supo manejar el absurdo como nadie, pero tuvo los pies siempre en la realidad. Una de las tantas razones por las cuales Don Pascual no puede estar ausente en una nómina de las diez mejores historietas argentinas. Por lo menos, así lo veo yo.
Creación de la ficha (2008): Andrés Ferreiro, con edición de Javier Mora Bordel
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ANDRÉS FERREIRO (2006): "Don Pascual", en SONASTE MANECO, 7 (1-III-2006). Asociación Cultural Tebeosfera, Buenos Aires. Disponible en línea el 11/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/don_pascual.html