DOS HOMBRES Y UN DESTINO
ENTREVISTA A FRANÇOIS CORTEGGIANI Y MICHEL BLANC-DUMONT
Blanc-Dumont (izquierda) y Corteggiani (derecha) durante la entrevista en Barcelona. Fotografías: Yexus. |
¿Por qué piensa que le eligió Jean Giraud para dibujar La juventud de Blueberry?
Pero yo no soy un discípulo suyo, no le copio, siempre busqué mi propio estilo. Porque dibujar un western como lo hace Giraud, que es tan importante, no tiene sentido; yo tengo que encontrar mi propio universo en el mundo del Oeste. De hecho, tuve que interrumpir Jonathan Cartland por razones personales, y en ese momento, Corteggiani y Giraud me propusieron la serie. Creo que ése era mi destino.
B.-D. Dargaud editó hace tiempo un libro, El universo de Blanc-Dumont, en el que habían contribuido muchos autores, y Charlier incluyó esa frase sin que yo lo supiera.
Blueberry, por Blanc-Dumont. |
Señor Corteggiani, ¿qué piensa que ha aportado a este personaje ya clásico?
C. En principio fue un poco difícil ponerse a la altura de un personaje tan famoso. Primero intenté ser como el guionista anterior, pero después de ocho álbumes he comenzado a incluir mi propia aportación personal, sobre todo en los diálogos y en las reflexiones de los personajes. Porque lo cierto es que en esta serie eres muy libre, pero en realidad tienes un compromiso.
C. Nos basamos en la misma documentación; Charlier había escrito una falsa biografía de Blueberry que puedo seguir literalmente o cambiar hasta cierto punto, pero hay que respetar una serie de fechas en el desarrollo de su juventud hasta que se convierte en teniente.
C. Es normal, porque, así como en la edad adulta del personaje Charlier se podía inventar muchas historias, en la época juvenil hay una serie de batallas durante la Guerra de Secesión que deben ser respetadas. E incluso en el último álbum, el Blueberry adulto rememora algunas de sus batallas durante la guerra civil.
Portadas de tres álbumes de Corteggiani y Blanc-Dumont de La juventud de Blueberry. |
¿Hasta qué punto ha sido difícil mantener su propio estilo y conservar la estética de la serie?
Por otra parte, hay que tener en cuenta que Giraud en realidad dibujó poco de La juventud de Blueberry con respecto al resto de la serie, y además lo había hecho con un dibujo más suelto, menos trabajado, todo lo cual me favoreció a la hora de inventar visualmente el personaje, de crearlo de una manera más personal.
Hay que tener en cuenta que Blueberry ha ido evolucionando gráficamente con el paso del tiempo. Giraud, al principio, lo quería dibujar con la cara de Jean-Paul Belmondo, pero no lo conseguía, y su rostro ha ido cambiando a lo largo de los años, pero el de los secundarios no. Éstos sí que están muy bien dibujados y muy definidos desde el principio.
¿No ha pensado en entrelazar más La juventud de Blueberry con lo ya narrado en la serie principal para reforzar la coherencia del personaje?
C. Como estas aventuras están encajadas en un periodo muy determinado, es difícil. Pero yo a veces me divierto recreando situaciones que son referencias a sus aventuras de adulto. Por ejemplo, se encuentra con un sargento, éste le habla del picante de las comidas mexicanas, y Blueberry dice: “Yo a ese país no iría jamás”, cuando sabemos que gran parte de sus aventuras de adulto van a transcurrir en ese lugar. Es decir, en ocasiones evoco el futuro, pero lo hago en clave de humor.
Hablemos de Jonathan Cartland. Esta serie contiene ingredientes poco habituales en el western: el elemento sobrenatural u onírico, la magia…
B.-D. Sí. No era por afán de diferenciarnos, pero lo cierto es que contiene este tipo de elementos inusuales. El western clásico es muy cartesiano. Como siempre me ha interesado mucho la cultura india, si empiezas a estudiarla te das cuenta de que en ella todo el mundo de los sueños tiene este aspecto fantástico, y por eso lo incluimos en el relato.
Portadas de los tres albumes recopilatorios de Jonathan Cartland. |
Tampoco es demasiado épico, es más bien lírico y melancólico…
B.-D. Mucho. La guionista, Laurence Harle, que ya murió, tenía un temperamento melancólico, era una persona angustiada. Por esta razón no era fácil convivir con ella, aunque eso le aportara una dimensión muy interesante. De hecho, a causa de este aspecto tan problemático fue por lo que terminamos separándonos: por ese carácter tan negativo.
Argumentalmente, la serie participaba de la corriente renovadora del western cinematográfico de los setenta, ¿no?
B.-D. Sí, en aquella época estábamos muy influenciados por películas como Las aventuras de Jeremiah Johnson, Un hombre llamado caballo o Pequeño gran hombre, que se proyectaron casi a la vez. Era el fin de la guerra de Vietnam, entre la juventud se planteaba una crisis de valores, y yo era joven. Pero el western italiano, el cine de Sergio Leone, en cambio, nunca me ha gustado, porque siempre se basa en el odio y la venganza. En mi opinión, el tema del Oeste tiene que ser básicamente positivo, y creo que estas películas que he citado eran una reacción a los valores negativos de aquel cine italiano.
Como guionista, usted mantiene un cambio de registro constante. ¿Cómo puede compaginar temas y estilos tan diferentes?
C. Yo sólo tengo una profesión, la de contar historias. Pero el trabajar para la Disney o en el campo del humor o en el género realista lo que me permite es descansar unas de otras. También el maestro Greg, por ejemplo, tenía distintos registros. Te da la sensación de que tienes diferentes vidas y también te permite introducir el humor en el realismo.
Pero, en general, sus argumentos se desarrollan en siglos pasados. ¿Es una preferencia suya?
C. Sí. No me gusta lo contemporáneo. Estoy preparando también una historia que se desarrolla en el futuro, pero la verdad es que el presente no me interesa.
En el campo del cómic, ¿por qué piensan que son mejores los westerns europeos que los norteamericanos?
C. Porque los americanos no saben explicar su propia historia.
B.-D. Para ellos, el western es una obra de ficción y no una obra histórica.
C. EC Comics publicó en Two Fisted Tales algunas historias durante los años cincuenta sobre la Guerra de Secesión, pero en general no ha habido grandes series. Lo que sí han publicado son pequeños cuadernos de veinte páginas sobre sus principales batallas, pero con un tono muy didáctico. El cowboy mítico, los vaqueros que describen en sus comics, son como de los años cincuenta, muy de opereta. También ha habido algo en los cómics de Marvel, pero eran justicieros enmascarados al estilo del Llanero Solitario, nunca eran de tipo realista. Es la tradición del western americano, que sobre todo se publicaba en la prensa diaria, mientras que en Europa tenemos la tradición del álbum, que es como un libro, con el esquema de “planteamiento, nudo y desenlace”.
¿Cuáles son sus proyectos actuales?
Las dos primeras planchas de "Le convoi des bannis", última entrega de La juventud de Blueberry. |