EL ARTE DE VOLAR. LA MUERTE ASUMIDA
MANUEL BARRERO

Palabras clave / Keywords:
Guerra civil española/ Spanish Civil War
LA MUERTE ASUMIDA
 
 “La necesidad metafísica sólo es la necesidad de la muerte”
Franz Kafka
“Los muertos, por mal que lo hayan hecho, siempre salen a hombros.”
Jardiel Poncela.

www.tebeosfera.com El libro El arte de volar, de Antonio Altarriba y Kim, es uno de esos cómics singulares, que surgen muy de vez en cuando. A primera vista parece una obra predestinada a engrosar ese grupo de tebeos muy apreciados por la crítica (más que por el público) porque entroncan con los ejes de la narrativa gráfica más laureada de nuestro tiempo: la biografía, la historieta “social”, el ejercicio de “memoria histórica” (cursivas y entrecomillados están ahí por algo). De hecho, parece hallarse a medio camino entre dos obras merecedoras del premio nacional de cómic otorgado por el Ministerio de Cultura: El arte de volar transcurre en el deshabitado mundo de los ancianos en una parte de su desarrollo, como pasa con Arrugas, y, también, evoca el período fetiche de nuestro siglo XX, la guerra civil y la larga posguerra, sobre la cual pivota el núcleo del relato de esta biografía triste, como ocurre en Las serpientes ciegas. No obstante, este no es “otro tebeo sobre la guerra civil”, este es un tebeo sobre una trayectoria vital en la cual influyó poderosamente el combate cainitay sus autores van más allá de la denuncia o del reflejo de la iniquidad humana. Altarriba y Kim han querido abordar lo más difícil de describir: la cobardía, la frustración, la pérdida.

Este libro editado por De Ponent (col. Mercat, 27) narra la vida de un hombre nacido pobre de solemnidad en un pueblo de Zaragoza. Cuenta cómo pasa de la miseria a la vergüenza en una España desordenada, caótica, que se derrumba por completo con la guerra. Cuenta cómo el muchacho es alistado, adquiere ideales, se pasa al enemigo, acaba en un campo de concentración, se refugia en un exilio dorado hasta que logra afincarse en Francia por un tiempo. Cuenta cómo regresa a España, a la autarquía, a la supervivencia y a la sumisión; cómo también se somete al matrimonio y a una vida de mala suerte, o de caída en desgracia. Y cuenta también su decadencia final, moral y mental, y su muerte por suicidio.
Es por esto que El arte de volar es un título paradójico para esta obra, porque tras su lectura inunda al lector una desazón profunda, al comprender que se nos ha relatado una caída y no un despegue, mediante una formulación grafica que se antoja huidiza de lo “artístico” pero que probablemente es una de las más claras expresiones de que la historieta puede abordar cualquier relato, pese a su inmensidad, y alcanzar cotas de maestría únicas.
 
Los que tuvimos la fortuna de acceder a la primera edición de la obra, la primera de 1.000 ejemplares numerados, a gran tamaño y encuadernados en cartoné, tenemos una joya (me disculparán editores y autores pero la edición a menor tamaño NO es lo mismo). La obra de por sí, independientemente de su edición, es una obra de gran peso específico, bien prologada (un buen prólogo invita a leer un libro sin desmenuzarlo, e implica al lector) y bien impresa, con su tripa dividida en partes mediante portadillas en negro. El libro halla uno de sus valores esenciales en el equilibrio entre su forma y su contenido. Ser obra compacta no implica que no se halle fragmentada, con los fragmentos perfectamente ensamblados, como es el caso: el guionista ha querido estructurarla en cinco partes bien diferenciadas y, para el abajo firmante, también en dos historias o en dos lecturas posibles. La primera historia es la introductoria, la de las primeras tres páginas, en las que el narrador es omnisciente y en tercera persona, situado por encima del personaje e introduciendo al lector en una biografía que se trunca a las pocas viñetas. Se trata de una historia terrible, la de un hombre que decide suicidarse sumido en la demencia, y quien lo narra es su hijo, circunstancia trágica que sirve para introducirnos en un relato de mayor envergadura, del cual conocemos el fatal desenlace de antemano. ¿Qué puede ser más trágico que relatar la muerte de un ser querido y describirla, lentamente, a 90 años vista, detalle a detalle?
Esto implica una asunción por parte del autor, la de la muerte del padre, sobre la que reflexiona estableciendo vínculos entre el ascenso y la pérdida de los ideales, las esperanzas y las ilusiones, y a la larga y según transcurre la historia, del orgullo, de la voluntad y de la cordura.www.tebeosfera.com
La estructura de la historieta es reveladora y fascinante. Seduce desde el momento en que el autor invoca la identidad de su padre y se transfigura en él en las tres primeras viñetas de la segunda parte. Ahora narrador y narrado son la misma persona, y la biografía se convierte en autobiografía, porque Altarriba hijo ha asumido / asimilado la muerte de su padre para poder desglosar su vida. Tarea que aborda el guionista sin arredrarse, planteando el origen del fracaso de una vida desde una infancia atroz que basculaba entre la miseria y el fatalismo.
La tercera parte del libro es un relato dentro del relato general, que podría desgajarse del conjunto y servirse como historieta autónoma. Esta parte, titulada “Las alpargatas de Durruti”, constituye un cómic extraordinario que se centra en un tiempo corto pero intenso, los años 1931 a 1949, posiblemente el único en el que Altarriba fue feliz. Es toda una vida en 90 páginas, con las mentadas zapatillas como eje y símbolo (pues significan los ideales, ese “algo” por el que luchar), en las cuales se narra la fuerza del idealismo, el periodo en el que el autor aún destaca como ciudadano útil y vive su único acto heroico: la deserción (algo que suele entenderse negativamente). Es en esta disidencia en la que el padre de Altarriba halla su dicha, porque conoce la camaradería, el valor, el sexo, la libertad… Luego estos valores van difuminándose uno a uno por causa de la deriva de la guerra. Con la quema de las zapatillas del antifascista al final de estas noventa páginas se representa la pérdida de los ideales que han impulsado al protagonista en su mocedad. Y a partir de aquí la muerte comienza a presidir el relato, que discurrirá vertebrado por cuatro muertes sucesivas: la de su madre, la de Mariano, la de Hipólito, la suya.
La cuarta parte de libro se inicia tras la muerte de la madre del protagonista, cuando se halla aún en Francia. Es sorprendente el giro del relato aquí: si la muerte del padre de Altarriba (hijo) le ha empujado a narrar esta historia, es la muerte de la madre de Altarriba (padre) la que inicia el descenso, la caída, hacia el fracaso vital que ocupa el resto de la historieta. La figura de la madre que aparece para reprocharle la suciedad del carbón es una aparición que le enfrenta con su infelicidad y con su pasado. Tanto la una como el otro tienen el mismo nombre: España.
De vuelta a su tierra de origen, Altarriba reconstruye su fracaso poco a poco, en la sumisión al Régimen, en su participación en el estraperlo, en su infidelidad que no deja de ser un desahogo que incrementa su sentimiento de culpa. Sólo hay un resquicio para la dicha en este agrisado panorama: su hijo y la “alianza de sangre” que con él contrae, un gesto de complicidad que se sostendrá mientras va perdiendo el resto de “alianzas”: los anillos de la Alianza de Plomo creada en plena lucha antifascista y los anillos de boda.
El final de El arte de volar, en la quinta parte, no por anticipado resulta menos terrible. Es parecido en ciertos momentos al desarrollo de Arrugas; pero si aquel fue un tebeo dramático disfrazado de comedia agridulce, éste es una tragedia en toda regla, sin disfraz. Lo que se narra aquí es el dolor del hijo mientras comprueba como va hundiéndose lo que quedaba de su padre, una muerte lenta que al mismo tiempo significa la aceptación del propio fracaso, que el protagonista vive con cierta perplejidad y no sin ironía (la lectura de La metamorfosis de Kafka es un indicativo). Mas, aquí la transformación es una declinación del verbo morir. Los distintos fallecimientos que se van produciendo a lo largo de la historia (páginas, 61, 160, 187, 192) implican cada uno una pérdida de las citadas alianzas: La de su madre implica la ruptura de su exilio. La de su amigo de la guerra Mariano, el fin de la Alianza de Plomo y el desmoronamiento de los ideales. La de su compañero de cuarto Hipólito (otro idealista) representa la pérdida de toda esperanza…
En este momento es cuando Altarriba ya se rinde y aparece un topo sobre su pecho. Un símbolo, claro está, quizá de la depresión, acaso de la demencia. Tanto da. Lo que importa es que ahora ya nada le afecta al abatido protagonista. Saber de la muerte de su esposa no le hace mella. La “alianza de sangre” con su hijo ya no tiene efecto. Y, como una consecuencia aparentemente lógica, llega la muerte propia con la cual se cierra un ciclo. A esta altura se comprende la sucesión de figuras alegóricas que el guionista ha ido incorporando eventualmente en la historia, siempre relacionadas con lo circular, con lo anular, una figura que representa lo perfecto pero también lo inevitable. Kafka entronca con estas alegorías en este aspecto fatalista. Al igual que Altarriba, Kafka en su Metamorfosis no permite al lector distanciarse de lo que lee, para poder cuestionarlo todo y hacer visible la condena producto de la culpa, la vergüenza y la decepción.
 
No se puede concluir la reseña de este tebeo sin comentar que alcanza el grado de maestría no sólo por un guión meditado y bien organizado, en el cual no hay rupturas espaciales o narrativas salvo las citadas secuencias oníricas, la maestría se alcanza con Kim.
Kim es uno de esos ejemplos de autores magníficos que han vivido encasillados. Altarriba es un teórico que conoce el medio y sus recursos, un guionista inteligente y con verbo pulido que además ha demostrado un enorme acierto al convencer a Kim para abordar este trabajo. Porque, no nos equivoquemos, el autor de Martínez el Facha está lejos de ser un autor de lo chusco, el perpetuador del humorismo grueso y facilón que se ríe de los reaccionarios. Kim es más que eso. Es, ahí donde lo ven, uno de los mejores narradores de la transición democrática precisamente por parapetarse tras esa sátira de lo rancio que no deja de ser una mirada atenta sobre los errores de la progresía. Kim ha sido el mejor retratista de aquel tiempo, un dibujante bregado en mil viñetas que ha resultado ser la mejor opción para esta obra.
Kim no sólo domina la anatomía humana, también esculpe como nadie las emociones. Es un maestro de los fondos, es capaz de equilibrar cualquier página y conferir ritmo a todo relato; su plasmación de los ambientes republicanos, los de la guerra, los de la dictadura, los del asilo, es tan cierta como efectiva. A la densidad y a la atmósfera contribuye con grises en una aguada que es ideal para revisar estos tiempos neblinosos y sin horizontes. En suma, es el mejor arte para describir una larga caída.
La riqueza y la calidad de magistral de este tebeo reside, como decíamos al principio, en la colusión entre forma y contenido. El guión se desarrolla de forma lineal, con un ritmo ordinario que sólo se rompe por las metalepsis citadas, y en el que abundan textos largos. El dibujo no permite un discurso gráfico extraordinario sino que se desliza en la sobriedad, en la medida en que el guión lo exige. Pero la conjunción de ambos (he aquí el milagro de la historieta) es lo que da como resultado una historieta ágil dentro de su gravedad, gráficamente fascinante pese a su pátina sepia.

 www.tebeosfera.comwww.tebeosfera.com

Pocas veces tendremos la oportunidad de degustar una obra tan equilibrada, tan bien resuelta, densa y sincera como El arte de volar. Un tebeo que ha servido a su autor para tener presente una figura, la de su padre, con algunas de las viñetas más tristes jamás dibujadas, y que servirá para preservar un pedazo de la memoria de todos los españoles que fueron empujados al fracaso vital.

Creación de la ficha (2009): Manuel Barrero, con edición de Javier Alcázar
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2009): "El arte de volar. La muerte asumida", en Tebeosfera, segunda época , 4 (18-XI-2009). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 04/V/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_arte_de_volar._la_muerte_asumida.html