EL DESCENSO INFERNAL DE CORE: LECTURA ECOLÓGICA DEL MITO GRIEGO EN PERSÉFONE
Los mitólogos (hombres muy serios que escudriñan mitos del mundo y los interpretan) afirman que no existe la versión original de un mito, pues el mito antecede a la primera versión escrita, y ésta nunca puede ser la versión original. Es característica del mito que se difunda de manera oral y más tarde se registre por escrito. Si es verdad que no existe la versión original, debemos deducir que tampoco puede existir la versión final de un mito. Este puede perpetuarse a lo largo del arte y del tiempo y asimilar todas sus versiones y variantes para ser enriquecido. El mito es más poderoso que sus versiones, por eso resulta tan válida la representación de Hércules en la cerámica griega antigua, como en la tragedia de Sófocles Traquinias, o en El héroe de David Rubín. Así como la Historia atraviesa al hombre y no al revés, el mito atraviesa sus versiones y las aglutina dejando tras de sí un rastro de cola de cometa.
Perséfone, escrita y dibujada por Loïc Locatelli-Kournwsky, es una obra deliciosa orientada, creo, a un público juvenil (pero también a señores y señoras jóvenes de espíritu). Este poco conocido artista francés, nacido en Oyonnax en 1987, realizó estudios en Lyon antes de saltar a la bande dessinée con el nombre artístico de Renart. Entre sus obras podemos destacar Ni Dieu ni maître (2013), donde abordó la vida del famoso revolucionario francés Auguste Blanqui (1805-1881). También bajo el nombre de Renart, participó en la intimista La niña que fui (publicada en España por Dibbuks en 2011), sobre el tránsito de una adolescente a la juventud, algo que la emparenta con esta Perséfone. En 2012 retomó la serie Rocher Rouge iniciada por Eric Borg et Michael Sanlaville para ilustrar el segundo álbum, de vigorosa factura visual, Kwangala connection. Tras abandonar su nombre artístico de Renart en 2013, realizó Vaincus mais vivants (2014), donde contó la vida de Carmen Castillo durante el golpe de estado chileno de 1973. Siguen dos nuevos álbumes: Canis majoris, sobre la incidencia del suicidio en su familia materna (2014) y Pocahontas, princesse du nouveau monde (2015). Como vemos, la obra de Loïc revela una madura juventud pletórica de talento y de inspiración, capaz de abordar temas complejos y otros más comerciales con trazos delicados o vigorosos y ejecución suelta, con esa abigarrada expresión no humorística que adopta a veces la caricatura contemporánea, aglutinante de las corrientes menos realistas y modernas de la bande dessinée. Locatelli también es de esos artistas para quienes manga y anime forman parte inseparable de su educación sentimental, y en Japón vivió unos meses para realizar Perséfone, obra de síntesis entre la bande dessinée y manga, que sin llegar a ser manga francés o manfra, es cruce de caminos donde la tradición occidental asimila algunos de los rasgos de estilo más generalizados del cómic nipón.
Perséfone, llamada por los romanos Proserpina, es uno de los personajes más carismáticos de la mitología grecorromana. Como tal, ha tenido muchas representaciones literarias y artísticas entre los dos textos clásicos que tratan el mito: el Himno homérico a Deméter (se cree escrito en el siglo VI a.C.) y El rapto de Proserpina, del poeta latino Claudiano (finales del siglo IV d.C.). Después, las versiones que narran el rapto de la hija adolescente de la diosa Deméter, Core, secuestrada por su libidinoso tío Hades, dios del reino de ultratumba, no han parado. En el cómic encontramos comparecencias de Hades y Perséfone sin fin, desde las versiones más canónicas, como las tiernas Joyas de la mitología de Novaro (número 37: El rapto de Perséfone) o en la escolar y didáctica Deméter y Perséfone: Primavera cautiva (Graphic Universe, 2007). En Wonder Woman y otras series clasicistas, sus apariciones y protagonismo eventual resultan incontables.
Muchas de estas versiones enfatizan el aspecto cultural de tal fábula como mito de regeneración de la naturaleza, sin psicoanalizar el tema del feminicidio. Porque el mito de Core/Perséfone es un feminicidio en toda regla: la adolescente es secuestrada por su propio tío ante la complicidad de la familia (Atenea, Zeus, etc.). Mientras su madre, la diosa Deméter, vaga por el mundo hasta enloquecer buscando en vano a su hija, Core es conducida al reino de Hades y allí tiene la desgracia de probar el fruto del granado, lo cual la condena a morar para siempre en el infierno como esposa de su tío Hades. Al fin, Deméter consigue que su hija pueda habitar con ella durante medio año (primavera y verano), pero que durante la otra mitad (otoño e invierno) deba ocupar su abominable trono en el reino de los muertos. Los antiguos se explicaban la sucesión de estaciones bajo el argumento de que la tierra negaba sus frutos cuando Core no vivía con su madre. Era un mito de la regeneración vegetal con la estructura dramática de un feminicidio bajo cierto patrón: pariente abusador, familia culpable de complicidad, búsqueda infructuosa de la madre hasta enloquecer y asesinato de la adolescente. Al tratarse de un mito, los elementos más escabrosos del relato se estilizan y alegorizan hasta coronar un final, si no feliz, sí complaciente.
En esta bella fantasía que nos presenta Locatelli-Kournwsky y publicada en España por Roca Editorial en su sello Sapristi Comic (2018) el cariz sexual desaparece del todo, y el mito se posiciona en el terreno menos perturbador de la fábula alegórica ecologista. Toda la obra Perséfone es homenaje y recreación, no la ilustración de un mito, sino la expresión de cómo los elementos mitológicos pueden interactuar entre ellos de manera nueva y diferente.
Como en la tragedia griega antigua, un personaje nos pone en antecedentes por medio de un Prólogo: el gato Azrael nos explica que esta historia transcurre entre dos mundos, Eleusis e Infierno, el primero con distintos reinos en cuya capital, la Ciudad Central donde vive Perséfone, habitan magos que solo pueden serlo si heredan la “impronta mágica”. Por contra, el mundo subterráneo es Infierno, donde no hay magia ni vegetación, con la sola excepción de la fruta del árbol de la condena, que convierte en azul el cabello de quien la come y lo condena a residir en Infierno para siempre. Si bien la princesa más joven de Eleusis se casó con Hades, tras la muerte de aquella estalló una guerra entre ambos mundos que clausuró las puertas y la conexión entre ellos: Eleusis se volvió república e Infierno autarquía. Trece años después, en Eleusis hay toque de queda para proteger a la población de soldados de Infierno que atacan por las noches. Deméter es una famosa hechicera dueña de una botica con una hija adoptiva, Perséfone, quien por su carácter de hija no biológica carece de aquella mencionada “impronta mágica”. Cuando Deméter acude a una reunión convocada por el canciller Mitra, quien en otro tiempo encabezó un supergrupo de magos, su hija es secuestrada por el Soldado infernal Pantacias, la obliga a comer del fruto de Infierno y queda condenada a permanecer allí hasta que Deméter pueda deshacer el hechizo.
En Perséfone, los mitos originales están deconstruidos y reinventados: no sólo tenemos a los helénicos Deméter, Core y Hades, sino también a Radamantis y Moira. Hades es recordado como dictador de Infierno, desvinculado de sus hermanas Hestia, Hera y Deméter, y de él se cuenta que adquirió poderes sin ser mago para reforzar una idea de usurpación del matriarcado. Jugando con singulares nuevas características, el ángel de la muerte Azrael, psicopompo o responsable de acompañar a las almas en el tránsito entre la vida y la muerte, aquí es el gato protector de Perséfone y consejero de Mitra, antigua deidad vinculada a ritos mistéricos masculinos en el Imperio Romano tardío.
El trazo fino y delicado de Loïc, muy rico en detalles, recuerda en numerosas ocasiones la visualización infernal de artistas como Gustavo Doré en la representación de Infierno, su orografía y paisajística, pero todo el álbum se encuentra también bajo la influencia de Yamazaki y la estética del estudio Ghibli. La no tan inocente gracia ojiplática de Perséfone y sus amigas, con sus flacas piernas preadolescentes, abrevan con naturalidad del cine terrorífico de teenagers y del shōjo japonés.
La historia original pasa de ser un feminicidio a una defensa de la ecología y de los recursos naturales del planeta. En este aspecto, los mitos griegos ejemplifican ecológicamente el mundo de una forma que las religiones monoteístas tradicionales no reflejan. Con su alto poder simbólico, ni siquiera el cristianismo en sus épocas de mayor rigor pudo borrar esta herencia cultural grecorromana. Un buen ejemplo de esto sería el poeta tardío Claudiano, quien con El rapto de Proserpina se afianzó como lírico pagano en un mundo romano cristianizado y en decadencia. Ya en aquellos tiempos toda aquella multicolor imaginería se prestaba, como lo hace hoy, para retomar viejos relatos que llegan con su prestigio cultural para lucirse en la solapa como talismanes, con una renovada capacidad de seducción. En Perséfone, Locatelli-Kournwsky se aleja de la ilustración academicista para ofrecernos una deliciosa relectura contemporánea, personal y visualmente muy atractiva, del conflicto de todo adolescente: matar al padre o madre para autorrealizarse y contribuir a dar forma al mundo, en este caso devolver vida a un mundo extinguido. Al final triunfa la voluntad sobre la magia, que es una manera de decirnos que nuestra relación con el planeta y nuestra supervivencia dependerá más de resoluciones políticas que de designios divinos.
