ENCUENTROS Y DESENCUENTROS. ENTREVISTA CON MARIKA
JAVIER MORA BORDEL, MANUEL BARRERO, MARIKA

Title:
Encounters and misencounters. Interview with Marika
Resumen / Abstract:
Notas: Esta entrevista con Mari Carmen Vila, Marika, fue realizada por correo electrónico en junio de 2009. La autora colaboró en la búsqueda, selección y preparación de imágenes, sirviéndonos tambien un conjunto de fotomontajes de su álbum personal que constituyen un interesante documento gráfico para identificar a la denominada "Generación del compromiso".
Palabras clave / Keywords:
Feminismo, Marika Vila, La generación del compromiso/ Feminism, Marika Vila, La generación del compromiso
  • Ilustración servida al mercado europeo a través de SI
  • Ilustración para El Periódico de Catalunya
  • El dossier... trabajo con Cava
  • Obras en Primera Plana
  • Ilustración para EL PERI
  • Ilustración para EL PAÍS (1)
  • Ilustración para EL PAÍS
  • Ilustración para EL PAÍS
  • Obra para el fanzine Baeber
  • La muerte del Urogallo
  • Ilustración para El Periódico
  • Mujeres historietistas
  • Tango... en Rambla
  • Obra para La Cúpula
  • Penélope
  • Amablemente
  • Devil
  • Circe
  • Matahari
  • Más Matahari
  • Más Matahari
  • Moderna
  • Más Moderna
  • Más Moderna
  • Más Moderna
  • Extranjería, para Virus Comix
  • HELP!, páginas finales
  • Luna, Duna y Gatocafelito
  • Coupdoeil2
  • Proyectos en Iconikas
  • Proyectos en Iconikas
  • Proyectos en Iconikas
ENCUENTROS Y DESENCUENTROS. ENTREVISTA CON MARIKA

Marika, junto con Mariel Soria, Montse Clavé y pocas autoras más, es una de las firmas femeninas más destacadas de la llamada ‘Generación del compromiso’. Como una de las primeras autoras de cómic comprometida con el medio a la vez que con su condición de mujer, se abrió camino en varias de las publicaciones del periodo del BOOM y acertó a lanzar algunas propuestas reivindicativas de los derechos de la mujer que nunca antes se habían visto. Accede a ser entrevistada con la perspectiva que da el tiempo sobre aquella etapa y la enriquece con una cuidadosa y abundante selección gráfica.

 LOS COMIENZOS

Pregunta: Suponemos que de niña leíste tebeos. ¿Cómo nace tu pasión por la historieta y cuáles fueron tus primeras lecturas?
 
Respuesta: Por supuesto los tebeos forman parte de mi infancia, creo que mi primer contacto fue con el TBO que mi padre me compraba puntualmente todas las semanas. Las historietas de Coll me encantaban por la magia de su dibujo diferente que me llamaba la atención, poco después, con 6 ó 7 años, en las visitas dominicales al Mercado de libro viejo de San Antonio, mi padre me inoculaba el amor a los libros y a todo lo impreso, por ejemplo, unas colecciones breves de cromos increíbles que venían a ser una historieta seriada y envasada en una cajita de cartón -recuerdo “El castillo del diablo” de Juan Barguñó (creo)- los teatrillos de cartón y los recortables HUantiguos. La narrativa de la imagen que me hablaba de otros tiempos, por lo tanto de otros mundos, me atrajo desde entonces.

Mi pasión por la historieta no está ligada a mis primeras lecturas, mi pasión por la comunicación y el dibujo me llevaron, de la mano de Luís García, a Selecciones Ilustradas y de allí, a entrar en contacto con la historieta y sus autores, tenía diecisiete años y los libros hacía tiempo que habían arrinconado a los tebeos en mis preferencias.  

 Marika en su adolescencia y primera juvetud. Los hombres de estas fotos con Luis García y Eduardo Huertas. En la foto pequeña central: La foto central están: de izq. a dcha.: Eduardo, Marika, Maggie Koumi, editora de IPC Magazines, y Luis
García. Todas las fotos fueron tomadas en Londres, salvo la primera y la última, en Barcelona.

De los tebeos femeninos- cuentos de hadas de Azucena o Sissi, o el Pop de Claro de Luna, Serenata o Mary Noticias- que habían pasado por mi vida, quedaba poca cosa, fuera de la atracción por los dibujos de Rosa Galcerán, María Pascual y Carmen Barbará, Pepe González o Gómez Esteban. Aunque el dibujo siguió llamando mi atención, como lectura los lanzó al olvido la frustración que el aparente protagonismo de las chicas dejaba al reducirse a un cambio de decorado, en el que la máxima protagonista, Mary Noticias, dependía de Niebla, el héroe oculto que la sostenía y arreglaba todos los desaguisados creados por su inconsciencia frívola de atractiva “aventurera”. Ser Mary Noticias, aunque te permitía ocupar plano, dependía básicamente de la llegada del héroe. El palo del rapto te daba cuerda, pero no mucha.

Hazañas Bélicas o El Jabato y El Capitán Trueno también habían pasado por mis manos devoradoras de lectura, pero, más allá de las nostalgias biográficas, es difícil que las chicas encontráramos en ellos una auténtica referencia para la imaginación, a no ser que la agudizáramos  adoptando el travestismo, cosa que, sin duda, algunas hicimos por un corto espacio de tiempo. Claro que, si ser Sigrid representaba pasar la hora del patio atada al poste de baloncesto esperando que te vinieran a rescatar, la emoción de jugar a ser el Capitán Trueno, Crispín, Goliat o sarraceno, estaba bastante limitada a correr arriba y abajo del recuadro de cemento en luchas simuladas para salvar a la reina de Thule.

Las batallas tampoco tenían un sentido lúdico especial para mí, así que enseguida fueron relegadas a segundo plano por la adaptación infantil de la Odisea, las Historias de Tenysson, o La canción de Rolando, realizada por Mª Luz Morales en la colección Araluce. Era una preciosa colección ilustrada que mi padre encontró para mí en el mercado de viejo y que me abrió la puerta a un mundo más amplio de aventura. Podía ser diosa pensante o sirena, sabia maga o princesa -quedaba claro que ser esposa era esperar atendiendo la intendencia de los zánganos, este papel nunca me atrajo, no tenía texto- pero si me faltaba espacio podía travestirme en Ulises, lo que representaba aguzar el ingenio: los libros me ganaron definitivamente por su contenido.
 
Realmente fueron los libros los que me llevaron a compartir charlas interminables con mi eterno amigo Luis García y coincidir en Palabras y sangre de Papini o en el nietzscheano, Humano, demasiado humano, que junto con Lorca, Wodehouse y Saroyan, poblaban mi cabeza buscando un sitio donde acomodarse ordenadamente. Tenía poco más de 14 años y poca gente de mi edad, en los años sesenta, podía compartir estas lecturas que la muerte temprana de mi padre me había dejado en herencia y en las que me sumergí para encontrarlo. Los 17 años de Luís y su estatus profesional lo convertían en un hombre de mundo para mí, su arte en un maestro, y su novia y su hermana, mis amigas, en un amigo protector con el que podía discutir porque entendía mi lenguaje.

Fue mi necesidad de expresarme dibujando la que, venciendo mi timidez, permitió el atrevimiento de enseñarle mis dibujos, fue su generosidad la que me enseñó algunas cosas importantes y su mano la que me llevó al corazón de la historieta y a un mundo que me sorprendía por su modernidad en la Barcelona de finales de los años 60.

  Dos de los primeros trabajos de Marika vendidos a través de la agencia Selecciones Ilustradas. De 1970 data el que está encima de estas líneas.

 Selecciones Ilustradas me abrió la puerta a la ilustración, pero en la Agencia entré en contacto con los dibujantes de cómic y comulgué con el dulce veneno que años más tarde nos llevaría al ambicioso proyecto de traspasar las inquietudes de nuestra época al medio de consumo que teníamos entre las manos: dignificar el medio, la profesión, y crear un nuevo cómic de autor que explicara la España que nos tocaba vivir.
 
P: Durante el franquismo, el principio de subordinación de las mujeres se mantuvo rígidamente. ¿Consideras que lo tebeos dirigidos a las niñas durante los años cincuenta y sesenta coadyuvaron a mantener ese principio?

R: Mi afición lectora ha sido insaciable pero no indiscriminada, creo que esos tebeos ayudaron a despertar mi sentido crítico atacando directamente mi sentido de la equidad. Me parecía terriblemente injusta la falta de espacio y la presencia conminatoria de los arquetipos que nos encerraban en dos modelos de cuarto oscuro, dividiendo nuestra esencia en dos mitades enfrentadas entre sí y haciéndonos más vulnerables todavía ante el poder patriarcal: la rubia buena, pura y pasiva era el peor enemigo de la morena o pelirroja activa en la maldad, la seducción y el engaño, ésta a su vez conseguía victorias pírricas sobre la otra… siempre igual, y es que… ¡con el imaginario masculino no hay manera!

Lo que tuve claro desde un principio es que era un imaginario impuesto para el adoctrinamiento lúdico dirigido a una supuesta mentalidad masculina: había que atraer al chico. Los tebeos de chicas se centraban en ello y su disfrute se limitaba a la belleza de consumo. No cambiaba demasiado en los tebeos para chicos, solamente disminuía el espacio femenino hasta prácticamente desaparecer en algunos casos, claro está, la aventura ganaba terreno pero marcaba nuestra alteridad.
 
La pedagogía de la minusvalía y la sumisión aparente y el enemigo centrado en nuestras congéneres han sido la norma. El máximo premio que nos ha sido otorgado: la adoración ciega e injustificada que somete al hombre a nuestra mano izquierda para ser atrapado… Boda y fin de nuestra corta y triste historia. Madres castradoras y hombres-niños huyendo siempre, como Peter Pan tras su sombra juvenil… así estamos. Bajo la apariencia moderna aun queda un gran substrato que no paramos de transmitir.
 

P: Sorprende que una mujer quiera convertirse en profesional de este medio en una España –la de los sesenta y los setenta- en la que eso te hacía parecer un ‘bicho raro’. ¿Cómo es que elegiste este camino?

R: En realidad empecé a dibujar historieta cuando dejé Selecciones Ilustradas, agencia para la que hacía “aguadas”, trabajo de sindicación, es decir, ilustraciones a lápiz carbón que se publicaban en diversos países europeos como Suecia, Inglaterra, Holanda, Alemania o Escocia. En 1970, durante mi estancia en Londres con Eduardo Huertas, entonces mi marido, y con mi amigo Luis García, ya contacté con IPC Magazines y empecé a trabajar directamente para el editor, pero no fue hasta 1975, después de mi separación, cuando entré en el Romance de la mano de Miguel Fuster, quien me enseñó sus entresijos gracias a lo cual conseguí también trabajar directamente para Mirabelle, Valentine y Jackie.

 Cubierta e historieta de Jackie, servida a Europa en 1974 por Selecciones Ilustradas.
 
Era un buen trabajo, muy bien pagado, en un principio disfrutaba de unas posibilidades que no estaban al alcance de cualquiera: libertad y autonomía en un trabajo agradable en el que mi condición de mujer no me ponía trabas ni horarios si era obediente con el guión y el estilo a imitar. A mi lo que más me gustaba en el mundo, después de leer y escribir, era dibujar, así que disfruté muchísimo aprendiendo los trucos que requería ese estilo para ser aceptado por los editores, fue un reto profesional que resultaba emocionante, recibía encargos a mi nombre, me pagaban -de forma continuada- por dibujar. Tenía 24 años y una hija preciosa que alimentar y educar.
 
Eso me hizo sentir profesional, entonces no había autores, sino encargos ¿quizás puestos fijos en Bruguera? no recuerdo. También empecé a ver mis trabajos publicados porque las editoriales me enviaban las revistas, Selecciones Ilustradas tardó mucho tiempo en liquidar las ventas de mis ilustraciones y por eso tampoco había visto más allá de unas cuantas reproducciones, así que recibirlas con continuidad era una inyección de moral que resultó un arma de doble filo ya que no tardó en convertirse en el despertador de Pepito Grillo: las paginas publicadas me retaban directamente y dejaban de ser mis “preciosos dibujos” para llamar a la rebelión a mi sentido crítico dormido en el ego, pero no fue fácil.
 
Inevitablemente la vida no discurría al margen de la profesión, las revueltas y agitaciones que explotaron desde el tardo franquismo a la Transición, nos pasaban a nosotros, los jóvenes, incluso algunos nos sentimos implicados en la responsabilidad de participar en el cambio. En todas las profesiones se manifestó, de una u otra manera, este movimiento, pero en el arte tenía que ser más visible, porque desde Duchamp y las vanguardias europeas el arte era acción, transformar la herramienta de trabajo en el medio de expresión era algo natural, sólo que, para ello, primero teníamos que buscar un espacio donde transformar el medio: crear plataformas de expresión, reclamar derechos, unir fuerzas en la causa común.
 
Colaborar gráficamente con partidos y movimientos populares con murales, aucas, pancartas, panfletos o revistas, al margen de la mayor o menor implicación personal con las organizaciones,  se transformó en la prioridad voluntariosa en la que funcionamos como colectivos eclécticos, ante todo antifranquistas, la gradación progresista o radical se fue definiendo más tarde, según los temas y la correlación de fuerzas.

Mi actividad centrada en todas estas movidas que iban desde la formación de un Sindicato de dibujantes a la organización del primer Salón del Cómic, pasando por la participación en Butifarra -la revista que recogía las primeras reivindicaciones vecinales de los barrios más castigados de Barcelona- desembocó en el proyecto Bandera Negra, que más tarde fue Trocha y finalmente Troya.

Una de las primeras historietas de Marika publicadas con el Equipo Butifarra.

 Yo no fui al cómic, el cómic me absorbió y a través de él no podía salir otra cosa que mis inquietudes y reivindicaciones, no solo frente a la sociedad conservadora, sino frente al mismo medio que estábamos creando, de nuevo para hombres.  

Mi reivindicación pasó a extenderse a la izquierda, al mismo colectivo progresista en el que el machismo brillaba con luz propia. Era un “bicho raro” sí, de ahí mi nombre, ser la única chica durante mucho tiempo en los estudios me convertía en un híbrido entre la niña de las monjas y un amigo raro. La presencia femenina en aquellos reinos masculinos respondía siempre al cliché de “fan ligable” o compañera de artista, yo no encajaba en ninguno y las bromas se sucedían empujándome a una coraza necesaria para sobrevivir. La broma de una tarde entre cubatas y agua mineral (yo no bebo) me hizo pensar y adopté el nombre con el que abreviaron el mío, usando el tópico con ánimo lúdico y festivo: Marica es un nombre de mujer, no sólo de los más antiguos sino de los más internacionales: Marika, Marijke, Mariko, existe en todos los idiomas centro europeos pero también en Japón. En España Góngora lo documenta “Hermana Marica, mañana que es fiesta… tu irás a la amiga (…)” como rápidamente entendió y recordó la empatía de Enric Sió.
 
¿Por qué los hombres lo usan para insultarse? ¿Por qué es un insulto la condición sexual? ¿Por qué las mujeres nos hemos dejado arrebatar nombre y dignidad? ¿Por qué continuamos cediendo territorios a la devaluación? ¿Olvidamos que el idioma nos conforma?
 
Decidí adoptarlo y a pesar de los conflictos o rechazos que ha supuesto no me arrepiento: es un poco el reflejo de mi espacio en el cómic, pequeño y raro.
 
P: Estando en Selecciones Ilustradas, ¿sentiste que formabas parte de una nueva generación de autores?
 
R: Un buen día, después de muchas entregas de ilustraciones a lápiz carbón, José Toutain me hizo pasar a su despacho para una conversación importante. Desde su altura de Padre Omnipotente que controlaba las dos puertas de salida al mismo tiempo, me hizo momentáneamente un sitio en el Olimpo diciendo: “¿Sabes la responsabilidad que tienes? Eres la continuación de una gran saga iniciada por Pepe González y continuada por Luís García… ¿Responderás a un listón tan alto siendo chica? Quiero que sepas que lo dudo, lo haces muy bien, sigues la pauta, pero… es mucha responsabilidad para ti… bla, bla, bla”
 
¡Señor, que trance! Hundida en el sofá de diseño me sentí como una pulga pedorra, usurpando un sitio que no me correspondía, en el que había tenido la osadía de colarme de extranjis y sin escapatoria, sus ojos me miraban, uno por cada lado, oprimiéndome como tenazas. ¡Por favor, yo nunca he tenido, ni pretendido tener esa categoría, tan sólo he recibido la influencia de los grandes, cosa de la que me enorgullezco!
 
Lo pasé tan mal que nunca quise pertenecer a ninguna escuela, necesité buscar mi propia expresión alejándome lo más posible de la estética de selecciones y de los estilos de mis compañeros. De todas maneras reivindico su influencia porqué de todos aprendí algo, ellos ya eran profesionales de prestigio consagrado, yo era la principiante.
 
Lo que me une a Luis García es la amistad y el trabajo de toda una vida profesional. Lo que me une a Carlos Giménez, Adolfo Usero, Enrique Ventura, Miguel Ángel Nieto, Gin, Kim, José Cánovas, Jaime Marzal, Alfonso López, Mariel, Montse, los miembros de El Cubri, Andréu Martín, Antonio Martín, Carlo Frabetti y muchos otros, es el compartir algunas guerras durante los años de la Transición y de la emergencia del cómic de autor. No todos han compartido las mismas, pero yo las he compartido con todos de forma transversal. Son los amigos antiguos, lejanos en el tiempo o cercanos y especiales, como Enrique Ventura por ejemplo, con los que he pasado muchas noches de trabajo, reuniones, discusiones, pero sobre todo risas y complicidad. No sé si eso es pertenecer a una generación, en todo caso es la generación a la sombra de la que me formé y de cuyos proyectos formé parte.
 

 Marika con los integrantes del Club DHIN. Paseando por París y Holanda. Con Luis García y Felipe Hernández Cava.

P: ¿Quiénes fueron tus mayores influencias en la agencia? ¿Y cómo eran tus relaciones con tu jefe y tus compañeros?   

R: Creo que ya queda contestada con la respuesta anterior pero añadiré que mi relación con la agencia era externa, para aclarar que en el momento de mi llegada a S.I. ni Luis ni los demás trabajaban dentro.
 
Mi trato fundamental era con Luis y con los compañeros que frecuentaban su estudio. Con S.I. mi relación se limitaba a entregar a Marcelo Miralles mis dibujos a lápiz carbón y esperar la aprobación del Gran Padre del Despacho al fondo. Claro que allí conocí a Petronius, San Julián, Javier Puerto, Félix Mas, Gin, Domingo, Enrique Montserrat, Fernando Fernández, Beá etc., pero tan solo los veía los días de entrega o de cobro y en el vermouth, o la comida que seguía a la paga, en el restaurante de la esquina, el Rosalert. Después también nos relacionamos en la formación del Club Dhin, organización que intentaba suplir la falta de conexión y soporte entre los dibujantes, instruir nuestros derechos legales, etc., a falta de un Sindicato profesional.
 
Con algunos trabé más amistad que con otros, pero en aquellos momentos, no solo la obra, sino las conversaciones con cualquiera de ellos, para mí significaban la entrada a un mundo nuevo, la primera estación en un viaje a la busca de conocimiento.
 
P: ¿Cómo se concretaba tu trabajo y de qué modo se trabajaba SI? Tu obra se destinó a los mercados británico y sueco ¿a alguno más; podrías referirnos qué series publicaste allí?
 
R: Empecé a trabajar en el mercado británico de historietas directamente con el editor, pero al cabo de un tiempo se me indicó por parte de la editorial la conveniencia de la intermediación de la agencia, así que continué trabajando para Inglaterra, Escocia y también para Suecia, pero ahora a través de S.I. y más tarde con Norma y otras más.
 
Estos trabajos no iban firmados y no eran seriados, eran historietas románticas que empezaban y acababan. Tenían periodicidad creo recordar que semanal, pero éramos diversos dibujantes los que cubríamos su publicación. Las revistas eran Valentine, Mirabelle y Jackie. De las suecas no recuerdo el nombre, quizás porqué eran las peores, con guiones terribles que duraban de 60 a 150 (o más) páginas de dos viñetas cuadradas, lo cierto es que tan solo significaron el pago del alquiler y las militancias. Era un trabajo que odiaba y que me saqué de encima en cuanto pude.

De Valentine, Mirabelle y Jackie, en cambio y a pesar de su carga ideológica, guardo un recuerdo amable que permitía pequeños experimentos en cuanto a la diagramación de la página, así como en los peinados o ropas de moda, poco más. También disfruté de “Clyo” este personaje si que fue creado por mí para la revista francesa DJIN, aunque los guiones también llegaban desde París, intenté conseguir hacerlos con Felipe, pero era una revista muy convencional que quería un producto estándar y finalmente lo dejamos.

 P: Por entonces, personajes como Barbarella o Valentina habían marcado una línea a seguir dentro del panorama de la historieta europea. ¿Te sentiste también atraída por ellas como se sintieron los lectores masculinos?
 
R: Ciertamente no, el rol de superwoman siempre me pareció una vuelta de tuerca más en la travestización, pero la asimilación de la libertad al objeto erótico de los progres me parece perversa. Ya sé que quedaré como una carca puritana, y que otros reivindicaran la libertad que simbolizaron contra la represión y el puritanismo, pero… Es la eterna historia, ¿también las luchas libertarias masculinas las tenemos que pagar con nuestros cuerpos las mujeres? Así nos fue con la apertura y el Boom del destape masivo que preconizaban estas élites, el culto al cuerpo y la masificación de la cirugía estética son sólo una parte del iceberg generado que muestra su cara más oscura en la anorexia.
 
Respeto la libertad de expresión y admito estas opiniones pero no coinciden con la mía, estoy un poco cansada (ya lo estaba entonces) de que para que el hombre se libere nos tengamos que desnudar a su servicio, ni que sea en una representación. No estoy contra el desnudo pero si contra la simbología que confundió libertad con una mayor utilización de la imagen femenina. Los lectores de Valentina, mayoritariamente, la consideraron ninfómana, con toda la carga peyorativa y machista que conlleva este adjetivo.
 
Las heroínas como Barbarella y Vampirella, no digamos ya Modesty Blaise o Valentina, responden a un imaginario masculino que nos sueña y nos castiga a la vez, en una extraña necesidad despersonalizadora de venganza, queda por aclarar dónde radica el motor de ese sentimiento.
 
P: Llega un momento en que decides abordar obras más personales en el contexto del franquismo crepuscular. ¿Qué hechos o detalles concretos te impulsan a tratar de encontrar una voz propia como autora?
 
R: Creo que ya lo he expuesto anteriormente pero señalaré los datos más relevantes:
- la necesidad de apoyar la difusión de la lucha antifranquista.
- la necesidad de rebelarme contra el rol social impuesto.
- la necesidad de encontrar mi espacio en un ámbito al que defendía y, por la renovación del cual luchaba.
- la necesidad de hacer entender a mis colegas, que por encima del rol de intendencia (pasar a máquina las actas, hacer cenas después de las reuniones, o hacer de florero “que Mari Carmen siempre hace bonito”) mi voz, que había sonado en las reuniones y en las opiniones, tenía un espacio en los nuevos vuelos de la profesión que necesitaba ser respetado. 
Lo cierto es que dediqué tanto tiempo a las luchas o intendencias que me costaba un esfuerzo titánico rascar horas para reclamar el espacio de mi propia voz.
 
P: Uno de tus primeros trabajos en este contexto es con Felipe Hernández Cava ¿Cómo nace la posibilidad de trabajar con él?
 
R: Nace del contacto y la empatía a través de Bandera Negra, las primeras reuniones de la revista que acabaría siendo Bang! presenta TROYA. Allí entramos en relación con el grupo El Cubri –Pedro Arjona, Saturio Alonso y Felipe H. Cava- que nos relacionó con los movimientos intelectuales, políticos y sociales madrileños -Ignacio Fontes, Ludolfo Paramio, J. Reverte etc.- también con los movimientos vecinales, homónimos del de Butifarra, con los que se generó una natural intercomunicación y colaboración, o con el incipiente nuevo cine, en fin, con las movidas que nos hacían compartir un sentimiento colectivo de cambio, más allá de nuestra cotidianeidad.
 
Felipe significó una radicalización en las conciencias de algunos, entre los que nos encontrábamos Luis y yo. La empatía fue inmediata, él me transmitió marxismo-leninismo y yo creo que lo cargué de feminismo y quizás de un poco de la hermenéutica que proporciona esa “visión de lejos” de la que habla en sus entrevistas.
 
Nos unen el respeto y el afecto, y creo que entre los dos hicimos algunas cosas interesantes, como los pequeños guiones de una, dos o tres páginas en que me ayudó a poner en imágenes mis sentimientos… O, el “Dossier de Amparo Torrego”, en el que quise rendir homenaje a mi madre y otras mujeres republicanas poniendo de manifiesto el retroceso que había significado el franquismo en nuestra condición. Dar aire a nuestras raíces, como poco a las de muchas mujeres, sino todas. El Dossier, además de significar un nuevo experimento gráfico, exploraba la posibilidad de abrir brecha en la guerra entre sexos intentando mostrar la necesidad de crear nuevos roles conjuntamente.

Con el tiempo, Felipe y yo hemos colaborado alguna otra vez: con el comisariato de la exposición Papel de Mujeres, él en Madrid y yo en Barcelona, o con las historias cortas de “Circe” y “Devilidad”

 
 PAPELES DE MUJER
 
P: En efecto, Cava, en el prólogo del libro …de ellas (Instituto de la Mujer / De Ponent) decía sobre las mujeres autoras de cómic que el hecho de estar acostumbradas a ‘mirar desde lejos’ os permite descubrir mejor cómo se relacionan las cosas entre sí. ¿Participas de esta idea?
 
R: Sí, aunque, más que de lejos, creo que históricamente las mujeres no hemos tenido más opción que mirar desde dentro, no hemos estado nunca lejos de las cosas, no sólo las hemos parido, sino que las hemos hecho funcionar creando las conexiones y la intendencia para su realización… a mayor gloria masculina.
 
Somos terrenales por necesidad práctica de supervivencia, alguien ha de apagar los fuegos del vuelo de Ícaro para que no se estrelle y pueda cenar, pero nuestra imaginación vuela tan alto o más, tan sólo es que ha tenido que acostumbrarse a volar sin perder de vista a los críos, las facturas, los ancianos, los enfermos y el puchero.
 
Ya sé que ahora puede parecer exagerada esta definición a nuestras hijas, pero en muchos casos no han hecho más que incorporar una extensión masculina a sus deberes, claro que muchos hombres ahora descubren los valores femeninos y los comparten también. En todo caso, esta es la herencia que alimenta una capacidad hermenéutica que hace polivalentes a los humanos: saber volar al mismo tiempo que aramos.
 
P: Fuera de la cuestión del sexo: para construir ‘cómic de autor’ en la transición ¿era necesario enarbolar la componente política? ¿Fue ese el elemento que os caracterizó como generación?
 
R: No, no lo creo, si a lo que te refieres es a una obligación. En primer lugar no había mercado ni editor exigente que pensara en beneficios. Las revistas eran fruto de nuestro esfuerzo colectivo y expresaban naturalmente la época a través de las inquietudes de los autores.
 
Por supuesto la política estaba implicada siempre de una u otra forma, porque el fin de cuarenta años de dictadura había destapado mucho cuarto oscuro, mucho discurso censurado y porque en un desierto de libertades cualquier cosa podía significar un revulsivo. Después de la parálisis cualquier movimiento era político, pero ¿crees que no tenían ideología detrás Roberto Alcázar y Pedrín, Hazañas Bélicas, Florita o la misma Mary Noticias…?
 
El simple hecho de reivindicar la autoría ya era un acto político. Hablar libremente de los sentimientos subjetivos de un individuo de nuestra generación ya significaba una postura arriesgada porque las prohibiciones habían sido muchas. Hablar desde tu sexo, desde tu cultura o clase y en tu lengua, cosas básicas para comenzar a contarte, ya podía ser una provocación.

Creo que, más que la política, lo que caracterizó a la generación de la Transición fue la necesidad de abrir puertas, limpiar armarios, generar nuevos espacios, nuevas plataformas de expresión en libertad… luego nos liamos.

Marika encabezándo una manifestación con su hija. Frente al mural contra los pactos de la Moncloa, con Pepe Robles, Mariel y
Montse. El equipo de
Trocha 

P: ¿Estabais convencidos de que la historieta podía ser importante en el clima de cambio político que se adivinaba a la vuelta de la esquina?

R: No creo que le diéramos esa importancia y mucho menos todos. Las expectativas eran tan variadas como las individualidades.

Creo que, en definitiva, el medio respondía en su pequeña medida al impulso general de cambio y se miraba especialmente en Europa, en Francia e Italia más exactamente: Linus y Pilote eran los espejos mágicos en los que queríamos ver reflejado el nuevo medio que emergía de nuestro esfuerzo.

De hecho, nuestros grandes autores se alimentaron de la buena acogida que les ofrecieron estas revistas y sus críticos reconociéndolos y publicándolos en la esfera superior que habían sabido construir. Su concepto de cómic era diferente, se intentaba aproximar a los demás medios artísticos y reivindicar su condición de arte, no en el sentido elitista sino en el del respeto a la expresión de autor, a su valor de narración de una época, al experimento como condición imprescindible del lenguaje.
 
¿Me preguntas si ayudó a cambiar algo? Quizás, como mínimo identificó a una época y abrió el espacio para las nuevas generaciones. Lo cierto es que el Boom del cómic acabó con el voluntarismo introduciendo fieramente la competitividad. La Transición ya estaba consolidada y la década de los años noventa dio paso a la carnicería de la lucha por las ventas.
 
El cómic americano y el manga habían invadido un mercado sediento de material introduciendo viejos autores clásicos desconocidos por el público en general y nuevas formas culturales interesantes, junto con el clásico tebeo de usar y tirar. Fue un éxito, pero dificultó la supervivencia de las pequeñas editoriales y con ellas la de los autores españoles.
 
Era una nueva época y la gran industria no generaba nueva producción sino que se limitaba a la reedición: obtener derechos nos había transformado en caros porque producir significa invertir y el precio de página creada para una primera publicación no podía competir con la reproducción de material ya editado en diversos países. 

Nuevas generaciones más versadas en la gestión que en la reivindicación entendieron mejor el momento y supieron adaptarse para sobrevivir. Nos podrá gustar o no el resultado, pero el paisaje actual fue trillado y abonado por nosotros; existe un Salón, numerosos eventos con tradición como la Semana Negra, el número de autores ha aumentado… Otra cosa más compleja es el cambio de imaginario. 

P: Tú eres el ejemplo de que el papel de la mujer, como profesional, ha sido marginal en la historieta, pues no hubo muchas más como tú, mientras que los autores proliferaron. ¿Te consideras adalid o representante de un cómic de corte feminista por ello?
 
R: Mi trabajo es feminista porqué para expresarme realmente no podía ser de otra manera, soy mujer y he expresado mis circunstancias y mi época desde mi posición, como cualquier autor. Eso no quiere decir que yo me considere adalid o representante de nada, otra cosa es la soledad en la que, en este sentido y como autora, he vivido en la profesión, y la condición testimonial en que se abre su espacio para la expresión de las mujeres, aún hoy, fuera del cómic tradicional romántico o “femenino” que, paradójicamente, es recuperado con un gran éxito de ventas.
 
P: ¿Con qué autoras de tu generación encontraste mayor cercanía? ¿Surgió la posibilidad de un movimiento de tipo reivindicativo?
 
R: En el colectivo Butifarra entré en contacto con Montse Clavé y casi al mismo tiempo, en Bandera Negra conocí a Armonía Rodríguez, guionista. Más tarde llegó a Troya Mariel Soria. A partir de ese momento compartí con ellas el triste rol de “las nenas de la historieta” ocupando ese espacio testimonial, para que no se diga. Trabajamos juntas en algunas de las aventuras antes citadas, de la misma manera que con los “nenes autores” a los que nunca se les consideró así, claro. Luchamos siempre con el fantasma que no nos dejaba espacio y cuando lo hacía, era en el marco de la aparente y deslegitimadora “discriminación positiva”.
 
Fuera de este rol forzado, no organizamos ningún movimiento colectivo femenino porque no eran esos nuestros motores, al menos no eran los míos. Nuestro trabajo tenía en común lo que nos unía al resto de compañeros, pero específicamente, tan solo el punto de partida que era ser expresión de una voz de mujer.
 
Los movimientos colectivos de los que formé parte, ayudé a formar y compartí activamente, fueron en unión con los compañeros de la profesión, como antes ya dije, pensando que, juntos, hombres y mujeres es como debíamos trabajar por la libertad de todos, aportando cada uno su grano de mies para verlos crecer.

Creímos abrir un camino para todos y de hecho, aunque muy pequeño, me siento orgullosa de que un poco así fuera, ya que abrimos la puerta a otras mujeres que vinieron después como Ana Miralles, Ana Juan o Laura etc. En este sentido estoy trabajando para analizar el medio del que he estado apartada hace bastante tiempo y poder valorar la nueva situación.

Ilustraciones para el sello Amaika, sobre los atentados contra Franco, 1978 

P: La obra de Bretécher influyó poderosamente a los autores de entonces y a las autoras también (y luego, caso de Maitena) ¿Cómo se recibían entonces las obras como ésta procedentes de fuera?
 
R: Claire Bretécher es fantástica, una de mis autoras preferidas. Personalmente, la recibí con una gran ilusión porque, de hecho, era la primera mujer a la que alababan todos, claro que el valor que recibía era comparativo. Aquí se la consideró, a mi entender en un juicio equivocado, como la versión femenina (menor) de Lauzier.
 
¿Crees que influyó en los autores? Me parece interesante esa apreciación y voy a investigarla. Lo que es muy cierto es que representó el respeto para una obra de mujer. Su existencia en el universo masculino del cómic fue una inyección de ánimo, o así es como yo lo viví.
 
Una de las cosas que más me interesaron de ella es la autocrítica, también hay que aclarar que respondía a la situación francesa con una larga historia de adelanto con respecto a la nuestra, donde el machismo imperaba en sus estadios más primarios y las mujeres aun teníamos que luchar y trabajar a brazo partido por sacar la cabeza en los créditos.
 
En este país y en aquella época, las mujeres que entrábamos en la cultura desde tan larga dictadura, estábamos buscando la solidaridad de género, luchando contra la enemistad ancestral que nos separaba, no era tiempo aun de criticarnos, por otra parte, las características de las progres francesas aun eran un lujo para nosotras que no creímos que llegara aquí… no contábamos con el éxito de la masificación de la cirugía estética y el culto a la imagen que para nosotras era algo a combatir. Aun lo sigue siendo para mi, porque me parece la trampa más saducea de las que inventó este sistema tan inteligente.

De cualquier forma, Bretécher me sirvió para prevenir actitudes y fomentó mi autocrítica vacunándome frente a todo dogmatismo en una forma tan productiva que siempre se lo agradeceré.

Con Uderzo. Con el equipo de Troya. En la Libreria Totem con Alfonso Font, Carlos Giménez y Luis García. Navidad en casa.


P: Una parte de los movimientos feministas, los más radicales, consideran que la masculinidad y la feminidad son construcciones socioculturales. La historieta, debido a su naturaleza sintética y simbólica tiende a generar estereotipos, que en el caso de obras como la tuya pueden ser interpretados como radicales. Supongo que esta idea es refutable ¿no?

R: La parte sana del relativismo que caracteriza nuestra era postmoderna hace posible que cualquier idea sea refutable, el problema radica en la consistencia y sinceridad de los argumentos con los que se efectúe esta refutación y en la actitud de quien recoge el debate y las conclusiones.
 
En definitiva, se trata de saber si lo que buscamos es aprender más sobre nosotros mismos o comprar argumentos legitimados por citas bibliográficas, ya sea interesadamente o por pereza de pensar, para eso hay un supermercado de respuestas donde cada cual puede comprar.
 
Ahora bien, si lo que nos interesa es avanzar en el conocimiento de quienes somos, como nos equivocamos y como mejorar nuestra vida y nuestras relaciones, lo que tendremos que hacer, como siempre, es utilizar todos estos elementos para reflexionar y para ello verlos desde las máximas perspectivas posibles y situar a cada cosa y a cada cual en su contexto.
 
Dicho esto, relativiza mi respuesta todo lo que quieras, pero por favor, úsala en este sentido, la mía es tan sólo una opinión más, pero como tal apunta una pequeña porción más de percepción de la realidad a tener en cuenta. Sí, creo que la ficción, y dentro de ella la historieta, especialmente por su naturaleza simbólica y sintética, no sólo transporta los patrones arquetípicos sino que nos modifica y ayuda a generar los nuevos, pero la interacción del público es la que los acepta activa o pasivamente, o los modifica de manera suave y en determinados momentos produce rupturas y cambios bruscos.
 
Cuando Schopenhauer define el mundo como voluntad y representación está situando al lector, espectador o receptor en el centro de la producción de significados a partir de la experiencia que toma forma entre su imagen interior y el imaginario que reconstruye: es la interacción de nuestra mirada la que acepta o modifica la representación.
 
En el discurso literario, y en la parte de él que toma el cómic, el mito pretende fijar la emoción y el logos enmarcarlo en la razón para hacer pedagogía. Los arquetipos son el poderoso instrumento con el que dotar de sentido pedagógico a la ficción, que usa la seducción para “razonar” directamente con los sentidos. Los arquetipos son símbolos vacíos de significado para contener valores cambiantes, adecuados al interés ideológico del momento, pero esta condición también los hace modificables o los fija, al ser aceptados por la recepción del consumidor.
 
En este regateo se escogen los elementos inamovibles y las variaciones con las que nos sentimos identificados y que, más o menos, nos conforman en un vaivén continuado: hombres y mujeres llevamos así definiéndonos desde que actuamos culturalmente, es decir, desde el principio, eso nos señala como responsables de las imágenes proyectadas, pero el hecho es que no partimos del mismo espacio de poder: la voz que habla y nos define en una aplastante mayoría de imágenes es masculina, todavía las voces femeninas son causa de asombro, porque son gotas de aceite en el inmenso mar revuelto de la historia.
 
Cómo y qué somos se irá viendo cuando las voces sean más parejas y los públicos puedan tener más elementos de reflexión y elección. En la historieta por supuesto se refleja esta situación de forma aun más sintética y tópica porque el feudo masculino ha resistido bravamente a la contaminación de género.
 
P: El ’tebeo para chicas’ casi desapareció del mercado durante la transición, o bien se transformó en los Esther, Lily, etc. ¿Crees que estos tebeos arrastraron los defectos de los clásicos (en el discurso de los géneros, en la descripción del rol social de la mujer, en la cuestión moral…)
 
R: Después de aclarar largamente en la respuesta anterior lo que significan los arquetipos, no volveré a ello, partiré del hecho de que se llenan con los valores convenientes y salen al ruedo para hacer pedagogía, si sólo modifican aspectos externos para adaptarlos a la nueva estética fijan el contenido de forma estructural. Los tebeos “femeninos” atraerán a una parte de las mujeres y gran parte de los hombres estarán satisfechos con ello: ya tienen su espacio, mira al final para que lo querían… 

Los tebeos como Esther o Lily no tienen una intención pérfida, sino de evasión y negocio, sus autoras son honestas, no creo que pretendan mantener un estado de cosas con intereses ocultos, son autoras tan dignas como lo eran los dibujantes de El Jabato, Boixcar dibujado Hazañas Bélicas, o Ibáñez con Mortadelo y Filemón. Su opción tiene un espacio y la evidencia es que su reedición ha conseguido un éxito importante entre el público femenino. El problema radica en otra parte, en la imposibilidad de escoger otra imagen, citando a Truman Capote Otras voces, otros ámbitos que rompan la homogeneización.

El cómic de autor, en mi opinión, es otra cosa, no pretende reflejar la imagen que la sociedad tiene de si misma sino enriquecer al colectivo con la subjetividad de su espejo personal. Mostrar lo que no se ve bajo la apariencia, lo que una mirada personal descubre, y eso cada uno lo hace a su manera, pero en ella se reflejan tanto sus infiernos como sus paraísos, sus propuestas de llegar más lejos. El arte estriba en transgredir el horizonte para extender la posibilidad… las mujeres no han encontrado históricamente en el cómic este reflejo de individualidad, en sus múltiples variantes, que las permita identificarse como sujeto y han ido a buscarla a otros ámbitos.  

  Serie Reporter, 1977.


P: Amelia Valcárcel ha reflexionado sobre estos últimos años de posmodernidad, diciendo que el declive de la explicación religiosa del mundo y la aparición de una ética moderna han conferido un papel importante a la mujer. Pero ¿no crees que la posmodernidad ha mitigado algunos de los logros conseguidos?
 
R: No entiendo demasiado tu pregunta, si conoces el pensamiento de Amelia Valcárcel entenderás que no está diciendo que la mujer haya tenido ningún privilegio con la caída de la explicación religiosa del mundo, ni siquiera pensando en la vertiente irónica de esta pensadora y filósofa de la ética. A mi entender Amelia Valcárcel pone de manifiesto que hasta que no ha caído en declive el poder del patriarcado religioso que nos hacía responsables de la entrada del mal y el sufrimiento en el mundo y nos publicitaba como la puerta del infierno, no ha podido irse desmontando el mito que nos apartaba, no solo del poder, sino incluso del marido, catalogándonos como impuras fuera del período fértil, es decir en la menstruación, y convirtiéndonos en electrodomésticos invisibles al acercarnos a la menopausia. Ni siquiera con el triunfo de la “Razón” nos acogió la libertad en su seno, porqué la Ilustrada mano masculina nos excluyó de los derechos, claro que aplicó el sentido religioso a la nueva iglesia secular.
 
Ha sido necesario romper esa nueva iglesia para que la mujer haya podido empezar a ser visible y, con ella, sus reivindicaciones hayan cobrado importancia nominal… es mucho como para obviarlo, habla del corto espacio de tiempo en el que un pequeño acceso nos cobra el precio de la exigencia de la perfección. Intenta contextualizar las cosas y situar la decepción por los fracasos y los pasos atrás, en su justa medida, liberándonos de la presión de tantos jueces que han tenido durante toda la historia el poder y la libertad de equivocarse o ser mediocres.
 
Como bien dice Amelia Valcárcel, reclamamos la mitad de todo, también el derecho al mal, con la culpa del cual arbitrariamente hemos cargado. Pero especialmente aclara, desde una postura que hago mía, que las mujeres no compartimos esencia, sino función asignada por una cultura patriarcal. Reclamar nuestra individualidad como sujeto es fundamental así como negarnos a la exigencia de infalibilidad o a la sumisión al doble juicio constante: los retrocesos en el feminismo, como en los valores progresistas y de izquierdas, van ligados al retroceso de las mareas después de la inundación. En hombres y mujeres el compromiso está descansando, es cosa nuestra tener la barca apunto para cuando vuelva el mar… No sé si te he contestado…  
 
P: Fleener, Abel, Doucet, Gloekner, Dreschler, Satrapi, todas ellas han trabajado sobre la figura de la mujer desde una óptica personal, autobiográfica en muchos casos, pero desde una posición en exceso dramática. ¿Se debe llamar la atención sobre los problemas de la condición femenina de este modo para destacar frente a otras obras?
 
R: Bueno, como deducirás de mis anteriores respuestas no creo que ese haya de ser el motor, ni ahora ni antes. De lo que se trata es de que las autoras se expliquen, si lo que explican denota una situación dramática o no, dependerá de su realidad y su necesidad. De este doble juicio es del que Valcárcel cree que hemos de librarnos.
 
¿Os preguntáis porque una gran parte de autores hacen trabajos directamente autobiográficos? Las mujeres tienen ese derecho, en tanto que individuos, no tienen que ser observadas desde otro prisma unificador. Lo que hasta ahora nos ha homogeneizado es el silencio en este ámbito, equilibrar las voces en el concierto nos iguala en el lado perdedor femenino. Una vez puesta en claro la ancestral falta de presencia en tanto que sujetos y la proliferación de la imagen como objetos, nuestras voces son tan libres y diferentes como las de los autores… quizás la parte morbosa es la que permite que sean visibles sólo un tipo de manifestaciones que tienen que ver con la trasgresión sexual, pero esto nos habla de las elecciones del público y los editores.

Mis historias son sarcástico dramáticas cuando hablo del machismo que me impacta en las relaciones sociales, pero mi voz es más amplia que la pura anécdota. Mi experiencia personal con mi pareja, Jaume, me demuestra cada día, desde hace muchos años, que es posible una relación mágica en la que cada uno se sienta realizado y a la vez comparta y apoye los fundamentos del otro, que los roles se pueden eliminar y que es posible la nueva relación entre hombres y mujeres nuevos. La misma que apuntaba en el “Dossier de Amparo Torrego” y que confirmo en “la Moderna Secreta”, donde aparecen Jaume y mi hija, además de mis amigos, mis iconos, mis pasiones y el mundo mágico que construimos a diario juntos, intentando la revolución continua en las pequeñas cosas.

Tiempos de Rambla, con una página de "Moderna secreta". Enric Sió frente a Jaume; Marika con Frabetti; enla redacción de Rambla; con Verónica; bailando con Moebius.

En “Reflejos” invito a las mujeres a viajar a su interior para conocerse, huyendo de los espejos para poder diferenciar imagen y persona, sin temer el viaje al conocimiento. Liberarnos significa no colaborar en la confusión que nos atrapa. En la misma línea va el mensaje de “Érase una vez” donde me preocupan más nuestras propias trampas que las externas… ¡Hay que besar muchas ranas para encontrar a Jaume! En “Coup d’oeil” insisto en eliminar los marcos y extraer la mirada humana de los géneros. Mi radicalismo va más allá de las situaciones puntuales, biográficas o no, porque apela a hombres y mujeres… Pero esto responde a mi mirada, la riqueza de la visión está en ser lo más amplia posible y gozar del mayor número de perspectivas que rompan picassianamente el plano como las “Demoiselles d’Avignon”.
 
En general es algo asumido que el autor se basa en su experiencia, de forma directa o indirecta, y ésta habla de la sociedad que lo conforma. No es “la verdad”, es una parte de la verdad que tiene derecho a ser tenida en cuenta, su suma al conjunto es necesaria para legitimar la construcción de aproximaciones más reales.
 
P: En los cómics, como en otros relatos, los autores se interesan por mostrar sus cicatrices externas mientras que las autoras se inclinan por describir y manifestarse sobre sus heridas internas. ¿Aceptarías esta idea en sentido general?
 
R: Si hablamos del proceso histórico estaría de acuerdo relativamente, porque, mientras los autores han podido mostrar las mil y una cicatrices que han conformado su patrimonio de honor y prestigio salvando heroínas, las autoras no han tenido espacio, en comparación, ni para expresar un arañazo en la rabadilla del alma. Sin embargo, en la actualidad las autoras han ido ganando algún espacio mientras los autores también han ido aumentado en el tratamiento del strip tease anímico y la interiorización.
 
Como ves, sigo insistiendo en que la diferencia nos viene impuesta desde fuera, no hay que buscarla en la homogeneización natural de grupos, sino en la del empoderamiento de los espacios de dominio sobre el medio: el marco desde el que se juzga, el espacio cedido, las posibilidades de elección del público, el equilibrio que muestra el ámbito.
 
P: ¿Qué autoras contemporáneas más te sorprenden? ¿Cuáles han sido sus principales aportaciones a tu modo de ver?
 
R: Son tan pocas las mujeres en el cómputo general que me sorprende cualquiera que logra ver difundido su trabajo. Creo que cualquier voz de mujer, por el mero hecho de sonar y hacerse visible ya ha aportado riqueza al medio abriendo un poco más la pequeña brecha en el inmovilismo y aportando aire, diferencia.
 
El trabajo de Nuria Pompeia demostró la vivacidad del medio fuera de su hábitat natural, su potencial didáctico y práctico fue puesto al servicio de las mujeres cuando el mundo del cómic estaba cerrado para ellas. Lo insertó en ámbitos más intelectuales y se hizo un sitio en el humor que, por muy intelectual que fuera, es una parcela aun más cerrada para nuestra voz. Por otro lado reivindico al grupo creador de Ah! Nana!, en especial a Chantal Montelier y por supuesto a Bretécher, fueron algo más que sorpresivas en su momento y su aportación entra en el campo del atrevimiento, la experimentación y el intento de ensanchar el medio y conectarlo con las otras artes haciéndolo participar del discurso global.
 
De mis compañeras, desde Mariel a Laura, admiro la resistencia en un medio tan ingrato y destaco su valor para adentrarse sin prejuicios en el peligroso ámbito del erotismo desde otras ópticas que las trilladas.
 
Ana Miralles consigue por primera vez introducir la voz femenina en los premios del Salón, eso en si ya es un hito que me ha sorprendido agradablemente, y del que me siento orgullosa, a pesar de los debates que ha generado o precisamente por ello. En la adecuación, o no, al premio a toda una vida para una autora joven, habría que cuestionar el sistema de adjudicación, porque esta paradoja se ha producido ya con los autores masculinos… La sinrazón tendrá que corregirse en todo caso fuera del debate de género, pero casualmente es el premio concedido a una mujer el que la hace emerger.
 
El trabajo de Maitena aporta el espacio de autocrítica que Bretécher inauguró y que me parece imprescindible, como el de María Colino que en un tiempo me interesó mucho gráficamente, lo mismo que Ana Juan y su impactante estética, aunque no las he seguido, porque durante un tiempo he desconectado del medio, creo que son muestra de esa diferencia necesaria para atraer a un público más amplio.
 
Destacaría a la autora de Persepolis, Marjan Satrapi, por un trabajo tan interesante como comprometido. De las autoras extranjeras que antes citabas, destaco en primer lugar a Roberta Gregory por ser la primera autoeditora de su primer álbum que aporta un primer personaje sexualmente trasgresor “Frieda the feminist” Aunque lleva pareja la confusión entre lesbianismo y feminismo, creo que merece una mención. Mary Fleener es realmente mucho más que alguien mirándose el ombligo dramáticamente, “Life of the party” aporta una gran riqueza a la descripción humana contemporánea desde una perspectiva no exenta de ironía femenina. Doucet nos muestra su época desde una posición de privilegio occidental, ya sé que duele, pero juntas apuntan una imagen diferente del eterno femenino y los altares en los que estamos acostumbradas a no reconocernos. Los diarios de Gloekner, según Crumb son obras maestras y, según alguna crítica, es su condición de género la que impide que se la considere tan grande como a él, opinión que comparto.
 
EL tiempo fuera del cómic me ha llevado a plantear un estudio sobre la situación de las autoras actuales que justamente estoy empezando, es por eso que sobre las nuevas generaciones no estoy en condiciones de hablar todavía, porque me encuentro al principio del proceso de preparación del trabajo de investigación sobre ellas: los nuevos arquetipos y su aportación a los cambios en contraste a la situación de los años noventa.

 

 Dos páginas de "Reflejos".

 
LOS TRABAJOS Y LOS CÓMICS
 
P: Como antes señalabas, tu amistad con Luís García viene de antaño. ¿Qué ha aportado su obra a tu conciencia creadora? ¿Os habéis influido mutuamente?
 
R: Ya he hablado de la larga trayectoria que hemos recorrido juntos en la profesión, he estado cerca en los momentos de generación y elaboración de gran parte de su obra, he sido testigo del proceso, también oreja, incluso alguna vez Pepito Grillo… en definitiva, su trabajo, que no sólo admiro sino que me implica emocionalmente, me aporta estímulo, osadía en el experimento y la consciencia del esfuerzo que requiere encontrar una fórmula propia para plasmar los sentimientos y comunicarte con ellos. El debate es nuestro nexo de unión –Jaume amenaza con “dejarnos sin patio” cuando entramos en bucle- llevamos charlando, discutiendo, peleando y creciendo, desde las puertas de la juventud, así que creo bastante improbable que no nos hayamos influenciado en alguna medida. Él a mí por supuesto que si, por algo fue mi maestro.
 
P: ¿Existía la necesidad, entre los historietistas de tu generación, de crear una historieta artística? ¿Cuáles fueron vuestros referentes?
 
R: No entiendo el concepto de historieta artística, para mi generación, bien, no para todos, pero en el ámbito que yo suscribo, la historieta es un lenguaje más de expresión cultural y se relaciona directamente con todas las artes. La idea conecta con el “arte total” de las vanguardias del siglo XX, y cuando la llamamos arte, es con la misma minúscula que usamos para el resto: el arte es acción, expresión y comunicación. La historieta forma parte de este lío.
 
Así considerado, el arte no se encuentra en las élites ni en el mercado de valores, es la inclusión en el diálogo histórico la que lo calificará. Este diálogo está formado por la intercomunicación entre todas las expresiones que distinguen la voz de una época, por lo tanto el cine, la fotografía, la música, el teatro, la danza o la literatura dialogan entre si y al mismo tiempo lo hacen con la filosofía, la política o la sociología en un totum revolutum, voluntario o inconsciente, en que el bla, bla, bla del humano construye sus realidades y amplía sus posibilidades.
 
En este sentido Warhol ya lo introdujo en la iconografía del arte moderno y Eco lo analizó semánticamente estableciendo una dialéctica entre las vanguardias, la “artesanía de masas” y las posibilidades de intervención operativa, advirtiendo, eso sí, del engaño que supondrían las adhesiones a la restauración del concepto intemporal de Belleza que enmascararía lo Kitsch, pero rescatando el lenguaje del cómic como herramienta para enriquecer las nuevas búsquedas del autor contemporáneo. 
 
En cuanto a los referentes: después de la sequía de la que proveníamos todo se convertía en referente, teníamos que ponernos al día, especialmente en una profesión autodidacta, pasamos por diversas fases, lógicamente, pero en definitiva éramos bastante eclécticos, todo se aprovechó en una onda muy conectada al espíritu vanguardista. Lo que predominó, en mí caso por lo menos, fue el amor por la búsqueda, el experimento y el cambio.
 
Desde el expresionismo al fotomontaje, el uso de la iconografía tradicional, o la tipografía como elemento estético, con pase intermedio por el realismo socialista o la iconoclástia de Dada y el surrealismo. Nietzsche, Sartre, Lenin y Mao, Hemingway o Joyce, Withman, Virginia Wolf, Machado y Miguel Hernández, Neruda y García Márquez, José Donoso, Cortazar y Borges, Cela y Patricia Higsmith, Wilhem Reich y Kolontai, Marta Hannecker y Umberto Eco, Hans Magnus Enzersberger o Shalman Rushdie, Simón de Beauvoir, Carmen Martín Gaite, Rosa Chacel, Matute, Durrell, Malcom Lowry, Dos Pasos, Capote, Henry Miller, Anaïs Nin, D. H. Lawrence, Tom Wolf, Michel Ende… de Asimov a Ursula K. Leguin, de Castaneda a Italo Calvino… Bertold Brecht, el grupo Tábano, La Pipironda… Pi de la Serra, Ovidi Montllor… todos formaron el mar de letras sobre el que navegamos…
 
No sé, si hablo por mí… yo era una esponja, pero el origen expresionista de la rebelión vanguardista -con origen en el vitalismo idealista nietzscheano- es la que más me afecta. Munch, Kathe Kollwitz, Die Bruke, Egon Schiele, pero también Picasso y la poesía visual de Brossa.
 
El cine de Murnau se mezcla en nuestra pasión de filmoteca con el de Godard y va desde Fellini a Resnais con Agnes Varda emergiendo del collage. De Man Ray a Susan Sontag, de los Beatles a John Coltrane, pasando por los Creedence Clearwater Revival, Peter Paul & Mery, The Mamas & the Papas, de Coker hasta Hendrix, Santana y Bob Marley. De Joplin y Paty Smith a Astrud Gilberto con salto a Nina Hagen… pero no puedo olvidar la impronta que nos dejan Leonard Cohen, Lou Reed, Eric Clapton, Anie Lennox o Chrissie Hynde… la Sóle de Presuntos Implicados… en fin, sería interminable.

Creo que lo que nos distingue de las siguientes generaciones mejor abastecidas, es la convicción de que aprender es un lujo inapreciable y que nuestro apetito es insaciable, trasciende escuelas o clasificaciones en líneas teóricas o bandos: queremos saberlo todo, no nos da vergüenza alguna mezclar, más bien al contrario, sentimos que la mezcla nos aproxima a la realidad y nos permite volar anclados a un sueño más real…  Bien, dejo claro que hablo por mí, de mí, de Jaume, de mi entorno y de mis sensaciones, el enfoque de la pregunta me lleva sin darme cuenta a generalizar y eso está fuera de mi alcance…

 Portada de Siesta y una página ilustrada por Marika, de 1974.

P: Desde 1973, aparecen Los tebeos de El Rrollo, Butifarra, Star, Trocha y Troya, Rambla... ¿Qué puedes decirnos del formato revista como catalizador de la comunicación en aquella época? Al hilo de esto, ¿podrías rememorar tus trabajos en Siesta, Gimlet, Viva, Reporter, etc.?

R: El final del franquismo significó una eclosión de prensa escrita que comenzó a perfilarse ya desde unos años antes. La mordaza había sido tan larga que las publicaciones se multiplicaron para apagar una sed que parecía inagotable. Paralelamente al cómic mi vida como ilustradora siguió su marcha, sin ella no habría podido sobrevivir a no ser continuando con el romance. Las revistas de la Transición me permitieron desarrollar un trabajo en el que creía y con el que me podía expresar complementando las palabras del articulista.  

En Siesta y Viva trabajé sobre textos de autores como los de Vázquez Montalbán -El Barón d’Orcy- en una serie que relacionaba el erotismo y la comida, en la que el autor desvelaba, bajo un velo de ironía, los iconos fantasmales que recorrían el laberinto de la sensualidad en su imaginario. Ahora mismo son los que más recuerdo…
 
En Gimlet, El Jueves y Rambla publiqué por separado una miniserie de antiguas canciones adaptadas: Penélope, Tango y Amablemente, querían mostrar, bajo la visión sarcástica del tópico, la construcción de los roles ocultos bajo la adoración romántica y la eterna queja masculina sobre el Amor: la espera en la inmovilidad, tejedora de sueños por los que se pierde la vida; la trampa del Altar / Palestra al que se nos sube sin permiso para tirarnos tomates y en el que el halago se vuelve juicio que nos condena; y la tercera, los cuernos, la libertad sexual restringida al género y la conclusión de que “el hombre no es culpable en estos casos” y el cinismo con que, después de ser rebajada de Venus a criada, la mujer es apuñalada amablemente por 34 puñaladas… que legitiman su muerte en el campo del honor. El tratamiento expresionista fue el instrumento del sarcasmo.
 
En Gaceta Ilustrada y Reporter, publicaciones del grupo Godó en La Vanguardia, colaboré ilustrando diversas series, la más larga fue La muerte del Urogallo una narración costumbrista de Carlos Luis Álvarez -Candido- publicada en forma seriada en la que, el blanco y negro, el concepto y la interiorización poética jugaban con la mirada del lector. La historia del maquis de Eliseo Bayo, Los atentados contra Franco, también de Eliseo Bayo y “Los toros y la política” de Manuel Vidal, en la que se descubría la utilización de las plazas de toros para rejoneo de herejes rojos y comunistas. En estos trabajos el planteamiento de concepto y construcción del mensaje también jugaba con el blanco y negro para desnudar el reverso del espejo que ocultaba la ideología.

Para Amaika, más tarde, ilustré el libro de R. Reguant, Los atentados contra Franco, en una versión que profundizaba en el tema y que, por encargo, fue en estilo realista a lápiz carbón. En El Papus también hice ilustraciones con está técnica. En el ámbito de la ilustración trabajé además en Téide ilustrando libros de EGB con el equipo Dosyuna -Rafa Godillo, Alfonso López y yo- También en revistas como, LaBotiga o Práctica, donde ilustraba artículos y la sección de horóscopo, cada mes un artículo dedicado al signo correspondiente.

 Portada de Gaceta Ilustradas con una de las ilustraciones de Marika.

 
En El Periódico de Catalunya colaboré semanalmente durante cinco o seis años (no recuerdo exactamente) ilustrando la página de cultura y esporádicamente la portada del dominical, además de la sección infantil de juegos y pasatiempos. Lo dejé para ir a colaborar a El País en la misma sección de cultura de las páginas de Cataluña.
 
P: En Trocha/Troya firmabas con tu nombre y apellidos y no con tu heterónimo (salvo Historieta de una página en el nº 5). ¿Mari Carmen Vila daba paso a "Marika" entonces?
 
R: Mi primera firma era Marica, con “C”, pero fue censurada en Troya por Antonio Martín, a quien no le parecía bien y que finalmente accedió después de dura batalla, pero cambió la “C” por la “K”, justificándolo así en un aire extranjero… el caso es que lo detecté una vez publicado y así quedó, sin alternativa. Poco después ya consolidado como mi nombre, dentro y fuera de las publicaciones, no quise cambiarlo más.
 
P: Creemos que estabas presente cuando surgió la posibilidad de crear Rambla, ¿crees que la revista fue gozne en nuestra historieta o que marcó un periodo de nuestra industria de la historieta?

R: Sí, claro, estuve presente en todo el proceso. Mi implicación directa me impide ser objetiva, Rambla significa un montón de sentimientos contradictorios para mí. De un lado la ilusión, el trabajo y la fuerza que puso Luis es lo que yo viví más de cerca y en lo que me implique y participé activa y vocacionalmente, junto con mi marido, Jaume Casas, que acabó ayudándonos también, inmerso en la pasión que nos animaba porque contactaba con el motor original que nos impulsó desde el principio: crear una plataforma sólida para lo que considerábamos que tenía que ser el cómic como expresión de todas las voces, más allá de restricciones estilísticas…  

Por otro lado, el choque del romanticismo con la realidad de las ventas y los intereses de cada cual fue muy duro y se visualizó en tensiones y rupturas muy costosas afectivamente. Pero incluso así se mantuvo y sobrevivió lo suficiente para que hoy se pueda considerar uno de los referentes donde encontrar algunos trabajos muy interesantes como el de Herikberto, el de Roser Oduber, Mundet, Ángel de la Calle, Ferry o Ana Miralles, incluso con el lujo de la recuperación de Enric Sió.
 
La crisis del papel impreso ya comenzaba a despertar, y en una situación que cada vez fue a peor, Rambla puede verse hoy como una ventana abierta a la memoria que nos recuerda la falta material de la que viene este medio que ha tenido que contar con los propios dibujantes para crear infraestructuras de producción… hasta el límite de sus fuerzas.

"Como...", historieta para Rambla. Debajo: primeras páginas de "Moderna secreta", para Rampa. 

 

P: Nos sorprendiste a todos con "Moderna secreta", serie que se publicó en Rampa y que para algunos es tu mejor obra. ¿Cómo surgió la idea de este trabajo y por qué en Rampa?

R: El porqué de su publicación en Rampa fue decisión de Luis, por mi parte me habría gustado publicar en todos los números de Rambla, porque la hacía con el corazón, pero la decisión final era del director, no de la coordinadora. Por otra parte, el trabajo me absorbía tanto que tampoco podía hacer continuas propuestas que requerían tiempo para dibujar, hacer la revista era lo urgente y más en la situación con la que nos enfrentábamos. Cuando pude proponer “La Moderna secreta” iniciábamos Rampa como plataforma de nuevas propuestas y Luis consideró que era donde mejor encajaba, a mí me pareció bien.

La Moderna parte del mito de Circe y los marineros, y es un paseo por los mitos y los arquetipos intentando aprender la posibilidad de modificar positivamente su peso y sus condicionantes para las futuras generaciones. Pretende unir pensamiento ético con arcanos y expresión cultural para visualizar las formas de construir realidades con que los humanos intentamos sobrevivir. Quiere hacerlo desde la pureza ingenua de una inteligencia vital, no formada, que usa el juego para capturar conocimientos, combinarlos y salir del laberinto del pensamiento contemporáneo.
 
Busca ir más allá de los arcanos occidentales para contemplar, sintéticamente un paisaje transcultural y encontrar los links, del micro al macro y volver, en la cotidianeidad vista como un juego lúdico: no hay que llegar a ninguna cima para salvar el mundo, hay que aprender a ordenarlo y disfrutarlo desde las pequeñas cosas para cambiarlo a mejor.
 
La propuesta gráfica seguía las mismas pautas jugando con los estilos y su transformación: el cubismo para la tortilla española y el Minotauro picasiano, las máscaras de la tragedia griega y la danza para escenificar el combate en el Laberinto, que no es otra cosa que una sección del cerebro humano. El fotomontaje para el mar del inconsciente colectivo, el dibujo animado de Betty Boop o los Tres cerditos, para la narración de la leyenda. Los símbolos mayas de la gliptoteca de Nazca que narran su propia historia, el auto de choque que recorre la muralla china (anticipando un anuncio de coches que apareció después de su publicación) y va del realismo socialista a la pintura tradicional, etc.
 
He intentado resumir el motor y la idea: Receta de cocina, leyenda, reto, solución y Link que continúa los saltos del viaje a una nueva esfera. Cada capítulo seguía las pautas de un juego que lindaba con el siguiente en un viaje iniciático en el que Ulises es una niña y la puerta de Ítaca es la nevera de una familia que habita en el reino de la magia cotidiana, espejo de las transformaciones de la herencia mitológica.
 
P: En esta obra planteas la fértil idea de convocar en un mismo escenario elementos de la fabulística, personajes mitológicos y trasuntos de personajes de cómic para, desde aquí, componer un nuevo discurso. En este sentido participabas de la deconstrucción que practicaban, por ejemplo, Beà en España o Moore en Reino Unido y luego en EE UU. ¿O tú lo ves de otro modo?
 
R: Bien, es evidente que el trabajo de la Moderna se basa en la deconstrucción de discursos para reconstruirlos en un bordado transversal, que se hace desde el juego y que podría relacionarse con el concepto filosófico de Deleuze de la teoría como caja de herramientas y el concepto de rizoma para ordenar el caos: desmontar, descomponer para diferenciar y hacer visible la multiplicidad para recombinar y reordenar un discurso más flexible y adaptado a la nueva realidad. Pero lo cierto es que me sentiría fuera de lugar haciendo una afirmación como ésta… Cuando la dibujé, todas estas ideas y muchas cosas más rondaban por mi mundo y habitaban en el cuarto de atrás de mi cerebro, pero mi intención era humildemente devanar la madeja que fui estirando poco a poco de la mochila y conseguir darle forma de lectura, seguir el experimento, nada más. El término deconstrucción aun no formaba una parte asentada en mi consciente. Me gusta la vena nietzscheana de Moore, en espíritu quizás contacto en una parte de su intención… en cuanto a Beá, nunca le oí hablar de deconstrucción… o ¿quizás sí? Los soliloquios de José Mª son tan complejos como variables, pero yo lo ubicaría en una onda más cercana al surrealismo.
 
P: En Rambla llegaste a adaptar pasajes de Salman Rushdie. Tus plasmaciones del sufrimiento de la mujer, su alienación, su represión, era muy efectiva, pero dada la carga simbólica de aquellos trabajos ¿crees que llegaban al público lector de cómics de entonces?
 
R: No lo sé, supongo que si mi lector/a ideal me hubiera encontrado habría vendido mucho más… No creo que el planteamiento del autor haya de caer en el paternalismo de crear en función de una supuesta falta de capacidad decodificadora del público… Es evidente que más allá del cómic de consumo, el cómic de autor plantea un compromiso al lector, una actitud necesaria para navegar por el texto y abrir todas las puertas posibles al descubrimiento. El protagonismo del espectador en la intercomunicación artística es fundamental, pero no obligatorio… la obra es siempre una propuesta abierta.

 Historieta para TOTEM

P: También trabajas en TOTEM en la década de los ochenta. ¿Por qué crees que el llamado cómic “adulto” fue perdiendo paulatinamente su sitio en el mercado? ¿Qué llevó a la desaparición de las revistas? 

R: No lo sé, debe haber opiniones de todos los colores… muchas veces se acusa a la intelectualización, pero es falso porque es lo primero que fue expulsado del mercado, se habló de la falta de conexión con el público… pero la realidad creo que se acerca más a motivos muy prosaicos que ya comenté antes: los costes de producción. Mientras el mercado infantil y juvenil se abría a la sindicación americana y japonesa con gran éxito y el sexo se obtenía de forma más “sustanciosa” en Internet… y ese era su reducto.
 
P: Con Andreu Martín realizas Mata Hari. En torno a ella, Vidal Foch en El país de las tentaciones indicó que “tuvo más suerte que La moderna secreta, porque el editor, le impuso un guión ya terminado de Andreu Martín, juzgado como más comercial”. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
 

R: Bueno, la segunda parte de la afirmación es cierta, Toutain me impuso un guión, acabado, que ya había comprado a Andreu. Respecto a la primera parte de la frase, habría que conocer el contexto para saber a que se refiere Vidal Folch al hablar de suerte… no conozco el comentario, pero posiblemente es sólo una forma de concatenar los dos trabajos, la serie de Mata Hari no llegó a publicarse en formato de álbum, quedó con la maqueta y la portada hechas, pero Tótem entró en crisis y acabó cerrando, pasó igual con la Moderna. Fueron malos tiempos para nuestra música…

 

Dos páginas de Mata-Hari

 
P: ¿Qué diferencias de estilo encuentras entre Hernández Cava y Andreu Martín? ¿Cuál era la rutina de trabajo con cada uno? 

R: No tienen nada que ver entre sí, son opuestos, las dos caras del guión. Mientras Felipe es literario y poético, Andreu es amante de la acción, por dramático que sea el tema, la concatenación de viñetas se realiza mediante gags. Felipe descompone la acción en el detalle y deja a la imagen la carga de profundidad.

La rutina de trabajo con Felipe siempre partió de una gran comunicación y coincidencia en la generación del proyecto que nacía de largas charlas y debates sobre el planteamiento en sus escapadas a Barcelona. Después me enviaba el guión, lo comentábamos y yo disponía de entera libertad. En las últimas colaboraciones el teléfono fue nuestro nexo de comunicación pero funcionó igualmente.

Con Andreu, con el que me une una buena amistad, el trabajo ha sido diferente porque trabajé sobre algo ya hecho y cobrado hacía tiempo. Por supuesto lo hablamos, pero él estaba ya en otros temas, me dio libertad eso sí para adaptar lo que quisiera. Es muy diferente parir juntos un proyecto o trabajar sobre algo ya hecho, pero me entendí bien siempre con los dos. 

P: En 1986 comienzas a trabajar junto a Jordi Amorós para la televisión. Háblanos, por favor, de tu participación en Mofli y de la posterior Despertaferro.
 
R: Después de la crisis de Rambla me llamaron de Equip, el estudio de animación de JA, Jordi Amorós. Entré a formar parte del equipo de estilistas que dibujaban los personajes de Enrique Ventura para la serie de dibujos animados para Televisión Española, Mofli, el último Koala. Allí estaban también Adolfo Usero, Borillo, David Nadal, Pepe Rubio, Sauri, Víctor Luna y su mujer, etc. Fueron tiempos de trabajo intenso, pero también de mucha complicidad y risas. Mientras dibujábamos, con las mesas todas juntas formando un cuadrado alrededor de Enrique, jugábamos a pasar la frontera, a citar nombres de músicos, de películas, de actrices y actores con las letras del alfabeto, siguiendo la rueda, el que se quedaba en blanco perdía. Allí también hicimos piña con las chicas que coloreaban las planchas y en las rectas finales de entrega todos hacíamos de todo. Vivíamos prácticamente en el estudio y nos llevábamos allí a la familia para poder verla; je, es broma, pero es cierto que trabajábamos día y noche en los momentos límite, y que Jaume y Verónica se unían a la vorágine. 

También hacíamos espots publicitarios, el más conocido el del Si da / no da. Después vino el Despertaferro, el primer largometraje catalán sobre los almogávares. También realicé el guión y el layout para una miniserie de televisión que finalmente no se produjo. Fue una etapa muy rica y divertida, entrañable, de la que nos ha quedado como recordatorio una guerra de versos todavía abierta entre Enrique y yo, en la que ya llevamos dos tomos de diálogo y batalla en rimas poético satíricas ilustradas.

Los "tiempos de forum": En el stand de Planeta, con Giménez en cuclillas. Con Ventura, con Galileo, con Stan Lee. Debajo, dos páginas de "Luna y Duna"

P: A finales de los ochenta publicas en la revista Barbie, de Planeta-DeAgostini, empresa a la que te unes como coordinadora. Nos interesa conocer la historia de esta revista y también tu periodo en el Departamento de Publicaciones Populares (pocos saben que tú trabajaste en la realización de los primeros mangas de éxito en España). 

R: Antonio Martín, entonces director de Forum, cada año me proponía algún proyecto que después de diversas reuniones quedaba en nada, finalmente me pidió un proyecto de revista infantil para innovar y dirigir la revista de Barbie, se lo presenté y le gustó, pero finalmente, como siempre, se hizo el proyecto tradicional. Entonces me pidió una serie para la revista y así nació “Luna y Duna”, una historieta para niñas protagonizada por dos mellizas desde mi enfoque personal, incluyendo también “Los cuentos de Cafelito” narraciones cortas que protagonizaban las mellizas y su gato.

Antonio siguió con sus propuestas anuales hasta que un día me llamó Juanjo Sarto, de parte de Antonio, para concretar una propuesta, poner en marcha un cómic japonés que ya circulaba en fotocopias con gran éxito en las escuelas, Dragón Ball. Entré como coordinadora de la serie a hacerme cargo de su realización, el éxito sin precedentes ya de sobra conocido nos hizo recibir felicitaciones de Kodansha y abrió las puertas a la "invasión Manga".
 
Estuve como realizadora y coordinadora desde el año 1992 al 2000 pilotando la realización, además del Dragon Ball en sus múltiples formatos (Serie Blanca, Serie Roja, Serie Azul, libro, etc.) de otras muchas series como: Gun Smith Cats, Luchadoras de Leyenda, Doraemon, Shin-Chan, Flame of Reca, Las aventuras de Fly, Gundam F91, Compiler, Explorer Woman Ray… y la primera revista manga “shonen”. En este viaje formé equipo con mi hija, Verónica Casas Vila, actualmente directora de Marketing de la discográfica Blanco y Negro. Lo mejor de esta experiencia fue el compartirla con ella como copiloto.
 
El trabajo fue agotador, el año 2000 ella fichó por Blanco y Negro y yo me tomé un año sabático que concluyó con la creación del equipo Icónikas –www.iconikas.com- con mi compañera Verónica Moretta.

P: En 1992 participas en el álbum colectivo Los derechos de la mujer y al año siguiente en Cambio polvo por brillo, en ambos casos obras imbricadas con el problema de los derechos de la mujer… de nuevo.

R: A estas alturas de la entrevista creo que ha quedado suficientemente clara mi opinión, por supuesto que ser mujer significó encontrar trabas en un mundo masculino, no entraré en las anécdotas porque ahora ya no tiene sentido y no es lo que más me interesa. Lo que querría dejar claro es que el medio en si era hostil al equilibrio.

El álbum de Ikusaguer, Los derechos de la mujer permitía, por una vez, trabajar bien y ver bien reproducido y cuidado tu trabajo, pero eso no era lo normal. Éramos interesantes puntualmente, en exposición conjunta. “Érase una vez” es una historia autocrítica, también con las mujeres, me hubiera gustado continuarla pero el mercado no ofrecía grandes posibilidades, no ya de pago, sino de buena publicación y marco adecuado. Entré en Planeta y continué haciendo historietas puntuales cuando la propuesta me sugería algo que decir, así hice “La Fuerza del cocodrilo”,  “Olímpias o... trabajas...?”, “Extranjería”, “Help!” o “Coup d’Oeil”

 Historieta "Olimpias, o... trabajas?". Debajo: En el Salón Internacional del Cómic de Oviedo, en la exposición Papel de mujeres, con Cava.


 
P: ¿Qué motiva tu despedida de la historieta en los noventa?
 
R: El público seguía siendo mayoritariamente masculino y se ampliaba muy poco más, fuera de los fans tradicionales, las posibles ampliaciones se producían en general dentro de los conceptos “sangre y sexo” de ahí mi historieta “Help!” y la portada del álbum que la contiene, Cambio el polvo por brillo, que editó Virus. Dejó de interesarme, no la historieta como lenguaje, sino el medio como plataforma. 

Sigo usando su idioma en otros ámbitos, como en el proyecto “cambiar la mirada” en el que trabajé tres años con Verónica Moretta, pero que, finalmente, por complicaciones con las Instituciones que lo tenían que poner en marcha,  quedó en el cajón y está a la espera de que tenga tiempo para retomarlo. Con Icónikas me he dedicado al diseño gráfico, la maquetación y la animación web. En el 2003 fuimos seleccionadas para la exposición y el catálogo del Premio Nacional de Carteles de Caja Madrid. Por otro lado, continúo haciendo alguna pequeña colaboración si me interesa el tema de la propuesta, como por ejemplo la tira para la revista  Dones de San Juan Despí.

 "Help!", historieta publicada en Cambio polvo por brillo. 

P: Tenemos por costumbre preguntar si conoces la raíz de los males de la industria del cómic en España y, al mismo tiempo, si crees que la historieta ya puede ser reconocida como arte. ¿A ti qué te parece?

R: La raíz de sus males como artesanía de masas (Eco dixit) no la conozco, en tanto que producto artístico ha estado desde el principio falto de estructuras de producción y plataformas de exposición adecuadas. 
 

Ahora quizás ha cambiado con la producción de novelas graficas y álbumes cuidados, lo que he visto últimamente me ha gustado, pero aun no dispongo de conocimiento suficiente sobre el estado actual de la maquinaria de producción y la visión de autores y autoras. Estoy en ello.

Sobre su reconocimiento como arte dependerá de la obra y del esfuerzo del medio por estirarse de los pelos para alcanzar altura, como el Barón de Muntchaussen…

Un trabajo actual de ilustración de la autora. 

P: Actualmente eres diseñadora. Háblanos de tus más inmediatos planes de futuro. ¿Cuáles son tus próximos proyectos relacionados con el cómic?

 
R: Acabo de licenciarme en Humanidades y uno de mis últimos trabajos analiza el rol femenino en el pensamiento medieval, en la materia artúrica de Chrétien de Troyes, o en el amor cortés de las “Trobaritz”, las mujeres trovadoras que tenían problemas parecidos a nosotras, ya viene de antiguo la cosa… Son nombradas en grupo y actúan como contratexto, como alteridad que define al trovador, pero no hay datos fiables sobre ellas, tampoco mucho interés en visualizarlas más allá. Incluso ahora, el debate historiográfico no se pone de acuerdo sobre su existencia real o su pertenencia a un sueño del imaginario masculino. ¿Te suena? ¿Tiene relación con el cómic? Desde mi mirada, que ha partido de él, sí, porque pretendo entender el por qué de la ausencia histórica de la expresión de la mujer y el determinismo que nos hace ser soñadas mudas: “Me gustas cuando callas porque estas como ausente…” dice el poeta…

Mis últimos esfuerzos, junto al trabajo y más allá, van ligados a los análisis que estoy realizando para la Universidad, algunos, de una u otra manera, se relacionan con el cómic, por ejemplo:

- “Estudio de la muñeca Barbie como producto cultural”

-La mujer pintada: máscara o prisiónanalizo el recorrido de la iconografía de los arquetipos femeninos en la historia de las ideas estéticas, desde el Renacimiento a la actualidad.

- “Ciberfeminismos”: en él analizo el trabajo de las mujeres en la red a través de artistas como: Margot Lovejoy, Cornelia Sollfrank, Sonya Rapoport, Francesca da Rimini, Faith Wilding, etc. El Net art recoge alguna parte de la esencia que anidaba en nuestras antiguas aspiraciones para el cómic. El Artivismo es un campo que considero relacionado con nuestra iconografía y el espíritu de vanguardias que me parece muy interesante y que analizo en “El arte en Second Life”  

Finalmente y como fruto de todo este viaje, mi próximo proyecto en relación al cómic es el trabajo final de carrera que parte de mis trabajos publicados sobre la mujer y el cómic: los artículos “Mujer, objeto y sujeto del cómic”, “Un silencio”, “Un grito”, “…y nos fuimos a leer cómics” y el trabajo de recopilación y análisis de Papel de Mujeres, más las notas y reflexiones de mis participaciones en debates, charlas y conferencias, a lo largo de los años 1978 a 1999 y la documentación crítica del periodo. Desde esta posición pretendo investigar la situación actual, aplicando las máximas perspectivas de forma interdisciplinar para dibujar el mapa del presente, hacer un análisis comparativo para ver la evolución de la situación y hacer una reflexión sobre los cambios que hayan tenido lugar en el proceso… veremos en que dirección.


  Marika hoy; a la derecha, foto en la exposición de Pati Llimona.

 

Creación de la ficha (2009): Javier Mora Bordel y Manuel Barrero, editada por ambos
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
JAVIER MORA BORDEL, Manuel Barrero, MARIKA (2009): "Encuentros y desencuentros. Entrevista con Marika", en Tebeosfera, segunda época , 3 (22-VI-2009). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 29/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/encuentros_y_desencuentros._entrevista_con_marika.html