¡VIVA LA AMÉRIQUE, VEEVA LA FRANCE !
FRANCIA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL VISTA POR LOS CÓMICS ESTADOUNIDENSES
Los cómics van a la guerra
Los cómics analizados para esta investigación (120 títulos de 23 editores cuyas obras están ahora libres de derechos de autor) se publicaron en Estados Unidos entre 1940 y 1945, en dos periodos sucesivos: de 1940 a finales de 1941, cuando Estados Unidos aún no estaba implicado en el conflicto, y de 1942 a 1945, tras su declaración de guerra a raíz del bombardeo de Pearl Harbor.
En los años cuarenta, el cómic estadounidense era un medio nuevo, con pretensiones limitadas, pero ya con unas cifras de ventas impresionantes: en 1941 se distribuían unos diez millones de revistas al mes, cifra que se duplicaría en 1944. Sus creadores eran jóvenes, a veces incluso adolescentes, en su mayoría tenían estudios secundarios y procedían de hogares modestos. Estaban lejos de la intelectualidad cosmopolita, y su visión de los países extranjeros era la de quien nunca ha estado en ellos. Esto les acercaba a la gran mayoría de sus lectores, niños, adolescentes y también jóvenes adultos, los mismos que se irían a los campos de batalla.
Los autores y personajes de los cómics van a la guerra mucho antes que el resto de sus conciudadanos. Ignorando los deseos aislacionistas de las autoridades e incluso de la opinión pública, los cómics se implican en la geopolítica y envían a sus héroes a teatros de guerra vedados a los soldados estadounidenses. Los años 1940 y 1941 son interesantes a este respecto, ya que fue una época de relativa libertad de expresión (los cómics no estaban restringidos por ningún código de buena conducta), cuando la geopolítica se tambaleaba (el pacto germano-soviético) y Estados Unidos aún no había entrado en el conflicto mundial.
Para evitar cualquier problema con las autoridades y el aislacionismo entonces de rigor, los cómics recurrieron a trucos que ya les habían servido durante la Guerra Civil española: situar la acción en un país supuestamente imaginario pero reconocible para el lector, mostrar mercenarios y superhéroes que, por definición, estaban al margen de las normas y prohibiciones oficiales. Incluso enviando a la batalla a adolescentes o niños soldados, una opción que hoy sería difícil de imaginar. Con el tiempo, el enemigo del héroe, el villano, se fue presentando de forma cada vez más transparente, identificándose cada vez más con un alemán. Tiene rasgos prusianos, apellidos germánicos y salpica sus diálogos con expresiones e interjecciones alemanas. En la época del pacto germano-soviético, el enemigo genérico de Estados Unidos combinaba barba y monóculo, como en esta síntesis maravillosa de la historia de Harry Shorten e Irv Novick, publicada en Pep Comics en 1940 (ilustración 1).
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Ilustración 1: Harry Shorten e Irv Novick (1940), “The Shield G-man extraordinary”, Pep Comics nº 5, MLJ Archie Magazines. |
Los aventureros estadounidenses vivieron la derrota del ejército francés, se unieron a las fuerzas británicas y se retiraron a pie de Oriente Medio y África ante el avance de los alemanes. En más de una ocasión, también se les encontró luchando contra los nazis en América Latina, un teatro de guerra que desde la perspectiva europea tenía poca importancia, pero que estaba muy presente en la agenda estadounidense. También eran muestras de las preocupaciones del público estadounidense frente a las ambiciones nazis: la primera era la infiltración de espías, la formación de una quinta columna en suelo americano y su posible connivencia con la extrema derecha americana en preparación de un futuro desembarco alemán. La segunda era la amenazadora presencia de submarinos, que podían minar la flota mercante nacional.
Cuando Estados Unidos entró en la guerra, las revistas atacaron sin tapujos al enemigo alemán y japonés, desempeñando un importante papel de apoyo al esfuerzo bélico y a la propaganda gubernamental. Pocos días después de Pearl Harbor, el Gobierno creó un organismo supuestamente independiente, el Writers' War Board, que de hecho estaba financiado con fondos públicos, para hacer llegar sus mensajes. Dentro de la Junta, un Comité de Cómics se mantenía en contacto con los editores, sugiriendo ideas y revisando obras, en particular para intensificar el sentimiento antialemán (y no sólo antinazi) y antijaponés. La mayoría de los editores cooperaron con entusiasmo, tanto por lo que lo consideraron un deber patriótico como porque les garantizaba el suministro de una materia prima preciosa e indispensable, el papel, que en aquella época estaba racionada.
Aunque sólo fuera por la escala de su distribución, el cómic reflejaba y modelaba a la vez las representaciones sociales de los estadounidenses de la época, sobre todo en términos de geopolítica, un aspecto cada vez más importante por el contexto internacional y el estallido de las guerras asiáticas y luego europeas. Europa no estaba realmente en el centro de sus preocupaciones frente al teatro asiático, y Francia no era más que un país entre otros. Sin embargo, bastantes aventuras nos permiten juzgar la distancia que separa los relatos de los cómics de nuestra propia visión de la guerra y de las relaciones mantenidas entonces entre Francia y Estados Unidos.
1. LAS FUERZAS FRANCESAS LIBRES
Los líderes de la Francia Libre
Aunque Charles de Gaulle no tuvo el honor de recibir una insignia de héroe de la Segunda Guerra Mundial en los cómics (a diferencia de Churchill, Chiang Kai-shek o Tito), se le menciona en varios relatos en los que se le reconoce como líder indiscutible de la Francia Libre. La revista True Comics (Dell Comics), que pretende centrarse en acontecimientos históricos, dedicó nueve páginas a su biografía (ilustración 2). El cómic es poco entusiasta, pretende entretener al lector (nos enteramos de que en su juventud apodaban al hombre “el espárrago”), reconoce la tozudez del soldado, pero termina con una pregunta que deja la duda en el aire: “¿Ganará?”.
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Ilustración 2: anónimo (1942), “He fights on”, True Comics nº 8, Parents Magazine Institute. |
El general no tiene duda en emplear superhéroes para sus andanzas. En Wow Comics (Fawcett Comics), Clem Weisbecker muestra la reunión de De Gaulle con el más valiente de los combatientes americanos, el corresponsal de guerra Chase Yale, conocido como “Commando Yank” (ilustración 3). El dirigente galo pide al superhéroe ir a recuperar un arma secreta francesa, obviamente escondida en la Línea Maginot, la fortificación gigantesca al este de Francia que resultó inútil: las tropas alemanas le dieron la vuelta con facilidad antes de invadir el país galo.
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Ilustración 3: Clem Weisbecker (1942), “Commando Yank and the Ghosts of the Maginot Line”, Wow Comics nº 10, Fawcett Comics. |
En otra historia singular de George Tuska en Dynamics Comics, una agente estadounidense, la hermosa Lady Satan, frustra un complot nazi para asesinar a Franklin Roosevelt y Winston Churchill durante una cumbre en el buque insignia HMS Prince of Wales. La mejor representación icónica del general en el cómic americano es en realidad la del temible sicario alemán Kurt (ilustración 4), que muere a manos de la espía antes de completar su misión. De Gaulle se identifica aquí inequívocamente como el líder de las Fuerzas Francesas Libres y como el socio imprescindible en pie de igualdad con los dirigentes estadounidenses y británicos.
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Ilustración 4: George Tuska (1942), "Lady Satan", Dynamic Comics nº 3, Chesler Comics. |
Sin embargo, este puesto de honor es discutido. Al igual que True Comics, War Heroes (Dell Comics) sólo hace alguna referencia indirecta a las Fuerzas Francesas Libres en Londres (con mujeres alistadas en las FFL), y De Gaulle tampoco es considerado digno de un lugar en el panteón de la revista. En cambio, en el número de abril de 1942, no menos de dos artículos celebran al general Henri Giraud y lo sitúan, bajo la pluma de Tom Hickey, junto a Charles de Gaulle, como el “gran general francés” en apoyo de las fuerzas aliadas (ilustración 5).
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Ilustración 5: Tom Hickey (1942), “Henri Giraud, Hero and Leader of the French”, War Heroes nº 4, Dell Comics. |
Del mismo modo, en True Comics, de Parents Magazine Enterprises, Walter Galli rinde homenaje a Giraud en uno de sus números de 1943 (“Master of Escape”, True Comics nº 24, Parents Magazine Enterprises, 1943). La huida del general de la fortaleza alemana en la que estaba prisionero y su odisea por Europa antes de llegar a Argelia le convirtieron sin duda en un buen héroe de cómic. Sin embargo, en este caso como en el anterior, puede verse como una maniobra del Gobierno de Estados Unidos vía el Writers' War Board para contrarrestar el prestigio y el poder de un De Gaulle considerado demasiado rígido y demasiado independiente. Pero Giraud, mediocre político reaccionario y antisemita, será luego abandonado por los americanos y barrido por la historia.
Las hazañas
Londres
La odisea de los jóvenes franceses que cruzaron el canal de la Mancha por su cuenta y riesgo para llegar a Londres e incorporarse en las Fuerzas Franceses Libres proporcionó material para la ficción heroica: uno de los primeros números de la revista Rangers of Freedom (Fiction House) publicado a principios de 1942 relataba la partida hacia Inglaterra de cinco jóvenes franceses. Su ciudad había sido bombardeada por la RAF, pero no dudaron en remar hasta la costa inglesa, donde fueron acogidos con entusiasmo por la población local, invitados por Churchill a tomar el té en Downing Street y luego reclutados por las fuerzas gaullistas (ilustración 6).
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Ilustración 6: Walter Galli y Stacy Kent? (1942), “They Escaped from the Nazis”, Rangers of Freedom nº 3, Fiction House. |
Una aventura similar de John Owen y Sam Citron en la revista V Comics (Fox Feature Syndicate) muestra la odisea de otros jóvenes que parten de Francia en canoas y nadan hasta la costa británica para alistarse en el Ejército de la Francia Libre. El general De Gaulle les felicita personalmente y pasa revista a sus “legiones” (ilustración 7).
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Ilustración 7: John Owen y Sam Citron (1942), “V agents”, V Comics nº 2 Fox Feature Syndicate. |
Salvo dos excepciones, las hazañas de las Fuerzas Francesas Libres fueron ignoradas en favor de las aventuras de los héroes estadounidenses que acudieron en su ayuda. La perspectiva fue la misma después de la guerra: en el primer número de Yanks in Battle, la revista que acompañó durante los años cincuenta a las fuerzas estadounidenses en la guerra de Corea, un reportaje recordaba sus hazañas en la conquista del sur de Francia. El ejército francés también aparecía, pero sólo en la forma de un oficial que colgaba una medalla en el pecho de los americanos (“Commando Raid”, Yanks in Battle nº 1, Quality Comics, 1956).
Saint-Pierre et Miquelon
Las dos excepciones fueron la toma del minúsculo archipiélago de Saint-Pierre et Miquelon, un territorio francés frente a las costas de Canadá, por la flota gaullista el 24 de diciembre de 1941 y la conquista de París a mediados de agosto de 1944. En 1942 se publicaron dos historias sobre la primera hazaña: en primer lugar, un relato de Irving Novick en la revista Pep Comics, de MLJ Archie Comics, que mostraba al superhéroe Escudo al lado del general “Degaulle”, defendiendo ante Churchill la necesidad de tomar las islas francesas de San Pedro y Miquelón, hasta entonces en poder de Vichy (ilustración 8). Lo hizo con argumentos tanto de principio (la defensa de la democracia) como de estrategia militar (se suponía que los alemanes habían instalado allí una radio para dirigir a sus submarinos).
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Ilustración 8: Irving Novick (1942), “The Original Shield”, Pep Comics nº 27, MLJ Archie Comics. |
El segundo reportaje de la revista True Comics celebra al vicealmirante Émile Muselier, jefe de la expedición gaullista, la toma del archipiélago sin lucha y el apoyo casi unánime de la población a los franceses libres (que, por cierto, llamaban dictador a Pétain), y considera que la victoria, por pequeña que sea, puede animar a los militares franceses a unirse a la lucha contra Alemania (ilustración 9).
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Ilustración 9: anónimo, “Free French Navy Off Canada” (1942), True Comics nº 13, Parents Magazine Institute. |
La elección de relatar la toma de Saint-Pierre et Miquelon en tales términos ilustra la distancia que a veces se crea entre el compromiso del mundo del cómic y la política gubernamental estadounidense. Hay que recordar que De Gaulle lanzó la operación a pesar del desacuerdo explícito de Estados Unidos, provocando la furia del secretario de Estado norteamericano, que llegó a calificar a las fuerzas gaullistas de “supuestos franceses libres”. Durante un tiempo, Estados Unidos se planteó devolver la isla al régimen de Vichy, pero finalmente desistió ante su propia opinión pública.
Los cómics no mencionan la oposición de su propio Gobierno, ilustrando en cambio la popularidad de la hazaña en la opinión estadounidense, aunque sólo fuera porque la captura del archipiélago supuso un golpe al poderío submarino alemán en el continente norteamericano. Se cree que el incidente agrió de forma permanente la relación entre De Gaulle y Roosevelt, pero si nos atenemos a los relatos de los dos cómics, la captura del archipiélago a las puertas de Estados Unidos reforzó la credibilidad del general ante la opinión pública estadounidense y suscitó esperanzas de que otra Francia se alzara contra Alemania.
París
La segunda excepción es la toma de París, que tuvo que esperar hasta 1945 para ser presentada al público en cómics en True Comics (Parents Magazine Institute) con la biografía del “héroe de París”, el general Leclerc, desde su huida a Londres, sus hazañas en África (que constituyen un ejemplo excepcional de un ejército francés en movimiento) y, finalmente, su entrada en París. La narración y la iconografía, probablemente basadas en documentación fotográfica, son impecables, aunque el nombre de pila del general sea Jacques en lugar de Philippe (ilustración 10).
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Ilustración 10: anónimo (1945), “Hero of Paris”, True Comics nº 42, Parents Magazine Institute. |
África
Varios cómics muestran a soldados estadounidenses cruzándose con las Fuerzas Francesas Libres en el norte de África y el Sáhara, en el ambiente de la Legión Extranjera, que pasó a formar parte del imaginario estadounidense en los cómics de los años treinta con héroes como el teniente Wing Brady (Legión Extranjera Francesa, 12º Batallón) de Henry Kiefer (More Fun Comics). Nunca se muestra a los franceses en combate, y no parecen hacer otra cosa que mantener fortines en el desierto y rescatar a algunos soldados estadounidenses perdidos en las arenas, obviamente acompañados por la cabra del legionario, como en este episodio de Military Comics (ilustración 11). Nótese de paso el inglés ceceante del soldado francés, rasgo al que volveremos más adelante.
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Ilustración 11: Harry Campbell ? (1941) “Archie Atkins, Desert Scout – Episode with a Goat” Military Comics nº 1, Quality Comics. |
Otro episodio de Fight Comics brinda una buena oportunidad para burlarse de la extraña costumbre francesa de los besos entre hombres: “Nunca pensé que disfrutaría siendo besado por un francés”, exclama uno de los G.I.s tras su rescate en el desierto (ilustración 12).
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Ilustración 12: Aron Davis (1943), “Suicide Squad”, Fight Comics nº 27. |
La guardia de algunos fortines en el fondo del Sáhara, un microepisodio frente a las costas de Canadá, la entrada en París gracias a los Aliados, las hazañas de las Fuerzas Francesas Libres, se muestran de manera modesta en las historietas. Esto concuerda con la visión general de los cómics estadounidenses de la época, en la que las operaciones militares contra los alemanes y los japoneses sólo son llevadas a cabo por dos ejércitos, el estadounidense y el británico. El formidable despliegue del ejército soviético es ignorado, sus millones de soldados y víctimas son casi transparentes, al igual que todo lo relacionado con los aliados chinos. El resto sólo se muestra realmente en forma de guerrillas antinazis, ya sean noruegas, holandesas, yugoslavas, griegas, hasta rusas y alemanas o francesas.
2. LAS FUERZAS FRANCESAS DEL INTERIOR
Los cómics estadounidenses fueron más prolijos en evocar las Fuerzas Francesas del Interior que el ejército gaullista, dando una imagen a veces sorprendente de la lucha interna francesa contra los alemanes.
Tópicos
El cómic dedicó primero sus aventuras europeas a las guerrillas serbias y noruegas. Fue aquí donde definió el marco general de las intervenciones de sus héroes en Europa, marco que luego reproduciría sin muchas variaciones en sus historias posteriores, incluidas las ambientadas en Francia: el papel dominante del héroe americano; el éxito de sus acciones, que le valen el reconocimiento de sus aliados autóctonos; el primer contacto nativo, a menudo realizado con un personaje femenino de aspecto agradable; las exacciones del alemán (que mata de hambre o envenena al pueblo, fusila a las familias y, el colmo de los colmos, hasta se muestra descortés con las mujeres); la exhortación final, que subraya el patriotismo de los partisanos, su gusto por la democracia y la libertad, su amistad y sus esperanzas en los americanos.
Conviene recordar que ni el autor del cómic ni la casi totalidad de sus lectores han viajado más allá de sus fronteras. Por ello, el primero utilizará marcadores terminológicos e icónicos que permitan a los segundos situar y comprender la acción. Estos marcadores permiten optimizar la comunicación con el mínimo esfuerzo, para garantizar la transmisión del mensaje. Por ejemplo, en un episodio bélico en Australia aparecerá un canguro, mientras que en una aventura en Holanda se verá al menos un molino de viento y un traje popular bátavo. No se trata aquí de buscar la verosimilitud, y la relación con la realidad no es un imperativo, incluso puede ser un hándicap para el lector que no disponga de las referencias necesarias para reconocerla. Lo prioritario es la eficacia de la transmisión al lector, basada en el conocimiento y en la imaginación compartidos. La terminología y la iconografía buscan literalmente el lugar común que comparten el creador de la obra y su lector, el mismo tópico que, en retrospectiva puede parecer, al analizarlo, fuera de lugar, inapropiado, fantasioso y a menudo irrisorio.
Mientras los estadounidenses simpatizan primero con los británicos, identifican mejor a los franceses que otros países europeos vecinos, por lo que el creador dispone de un abanico más amplio de estos lugares comunes. Para situar la acción en Francia, utiliza una serie de marcadores históricos o contemporáneos que los lectores reconocerían: la Francia eterna y el Espíritu Francés (the French Spirit), la Marsellesa y la Torre Eiffel, Lafayette y la guillotina, los mosqueteros y la Legión Extranjera, la flor de lis y la Línea Maginot. El francés es, en más de una ocasión, un pintor que lleva una boina y un fino bigote y exclama “Sacrebleu”.
Así, en esta historia de Ed Murphy y Ray Wilnner, el Capitán Aero tiene una manera infalible de reconocer a un francés patriota: éste escucha clandestinamente la Marsellesa (ilustración 13).
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Ilustración 13: Ed Murphy y Ray Wilnner (1941), “Captain Aero, King of the Sky Trails”, Captain Aero nº 6, Holyoke Publishing. |
Max Plaisted muestra a The American Crusader apoyando a los franceses en su lucha contra los nazis con el grito popularizado durante la Primera Guerra Mundial (“Lafayette, allá vamos otra vez”), al que los guerrilleros franceses responden con un entusiasta “Viva la France” (ilustración 14). En otro cómic de Kurt Menzer y Arnold Hicks, estadounidenses, británicos y franceses son comparados con los tres mosqueteros, con su “todos para uno y uno para todos” (ilustración 15).
A veces coexisten símbolos históricos y contemporáneos. En “Commando Yank and the White Lily of France”, la flor de lis es el símbolo de la lucha francesa y la cruz de Lorena también está presente, aunque Clem Weisbecker atribuya de forma incierta este símbolo gaullista a la bandera roja de los combatientes del interior (ilustración 16).
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Ilustración 16: Clem Weisbecker (1943), “Commando Yank and the White Lily of France”, Woo Comics nº 19. |
El underground y los apaches
Ocupación y Resistencia son las palabras clave que describen el periodo de la Segunda Guerra Mundial en Francia, en aquella época y todavía hoy. En el cómic estadounidense, estas palabras no se utilizaron nunca, y habrá que esperar diez años después del conflicto para que aparezcan: en 1954, por ejemplo, se emplearon en una revista de espionaje como T-Man, de Quality Comics, para describir el pasado bélico de algunos de los protagonistas franceses. Incluso es justo decir que la palabra Resistencia pasó a formar parte permanente de la cultura y el imaginario popular en Estados Unidos: el resistente es el terrorista bueno, el que lidera una lucha clandestina contra las dictaduras, por la libertad y la democracia. El término se incorporó al imaginario estadounidense: por ejemplo, se le atribuye explícitamente a la alianza rebelde que lucha contra el Imperio en La Guerra de las galaxias.
Estas palabras claves nunca aparecieron en el cómic durante la Segunda Guerra Mundial. Los héroes americanos vienen a apoyar a los “luchadores patrióticos”, los “verdaderos franceses”, los “valientes franceses clandestinos”, los “rebeldes clandestinos”, los “francotiradores”, las “terribles bandas de guerrilleros”, los “sombríos y escuálidos restos de un pueblo aplastado por la opresión, pero que se levanta alegremente para la batalla”, los “combatientes patrióticos”, los “verdaderos franceses”, los “franceses leales”, incluso a los “degaullistas”. Nunca conocieron a ningún resistente.
La organización francesa recibió los nombres de “Francia Libre”, “Ejército Invisible”, “Revueltas Subterráneas” o “Ejército Oculto de la Democracia”; al final de la guerra, “Actividades Políticas Francesas Libres” y, más a menudo, el “Underground Francés”, siendo underground la palabra genérica utilizada tanto por los héroes estadounidenses como por sus enemigos alemanes. Underground es una palabra que ha evolucionado desde mediados del siglo pasado, y no es fácil de traducir. Evidentemente, evoca la clandestinidad, pero a la luz de los cómics estadounidenses de tiempos de guerra, una de sus mejores traducciones es el hampa, y de ahí a convertir al luchador clandestino francés en un amable rufián hay un paso muy corto. En el número de diciembre de 1942 de Greatest American Comic, Commando Yank apoya la lucha clandestina contra el ejército alemán de ocupación liderada por los “apaches” parisinos, reconocibles por sus gorras y bufandas (ilustración 17).
Al parecer, el término “apache” se acuñó en Le Petit Journal en 1902 para describir a los pequeños delincuentes y proxenetas de París. En Francia, el término se abandonó en gran medida a finales de los años veinte, al igual que su atuendo (la gorra y el pañuelo), pero al parecer seguía presente en el imaginario estadounidense de los años cuarenta. Respaldados por la Marsellesa y la Torre Eiffel, los apaches dibujados por Clem Weisbecker conocen sus clásicos y llevan a los nazis a la guillotina, un castigo que en realidad nunca se utilizó para actos de guerra o resistencia. Sólo se llevó a cabo una ejecución durante el conflicto, la de Marie-Louise Giraud, por su “crimen contra la familia francesa” (practicaba abortos).
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Ilustración 17: Clem Weisbecker (1942), “Commando Yank”, American Greatest Comic nº 5. |
El “underground” francés y sus “apaches” no son la invención de un solo autor, sino que se mencionan en múltiples otras historietas, como en True Comics, también publicado en 1943. El cómic subraya la creciente importancia de la rebelión: «la organización apache tiene conexiones en todas las grandes ciudades de Francia» (ilustración 18).
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Ilustración 18: anónimo (1943), “Underground”, True Comics nº 29, Parents Magazine Institute, 1943. |
Con el tiempo, la visión de la lucha francesa desde dentro pasó de ser la de unos pocos entusiastas aislados a la de una red organizada a escala nacional. En 1942, en Quality Comics, Al McWilliams utilizó información (supuestamente auténtica) suministrada por los servicios secretos británicos para relatar las hazañas de un luchador antinazi francés llamado “Monsieur X”, uno de esos héroes que parecían pretender ganar la guerra sin ayuda de nadie (ilustración 19). En 1945, en la revista Contact Comics, el héroe americano de R. Palais, The Golden Eagle, se encontró en París con otro “Monsieur X”, esta vez el líder de una organización nacional. La cruz de Lorena parece ser el símbolo definitivo de la lucha interna, y él es el líder de las “actividades políticas de la Francia Libre”, un puesto importante y serio, aunque su máscara deja entrever un romanticismo incorregible (ilustración 20).
Gilbert André, alias “Chien Napoléon”, la Anguila y Monsieur X eran los nombres de fantasía que se daban a los líderes de la resistencia. En Pep Comics nº 30, (1942), Iger y Alex Blum llaman incluso Pierre Gaulle a uno de estos líderes, quizá para establecer el vínculo con Londres (¿Gaulle 1 y Gaulle 2?). Obviamente, por razón de clandestinidad, los nombres de ninguno de los líderes podían revelarse, pero los autores no debían tener ni idea al respecto, y ninguno de los verdaderos jefes de las Fuerzas Francesas del Interior, como Jean Moulin, héroe y mártir de la Resistencia, fue siquiera mencionado después de la guerra.
De hecho, el líder de la lucha interna francesa bien podría haber sido un estadounidense. Los Aliados habían desembarcado en Italia, la victoria parece cercana, y los parisinos se sublevaron un tanto imprudentemente: en esta historia de Military Comics, la lucha antinazi está dirigida, según Vernon Henkell, por The Sniper (el francotirador), desde un cuartel general clandestino que, como era de esperar, sólo podía situarse en lo alto de la Torre Eiffel. Las calles han sido tomadas, y el héroe debe unirse a la lucha al grito de “À liberté, vive la France eternal”. Una vez más, entre los partisanos hay al menos un apache, reconocible por su gorra y el pañuelo que lleva atado al cuello. Más tarde, el francotirador se encuentra con el fantasma de la Línea Maginot, que se ríe como un loco («después de todo, Hitler no es el único chiflado», suspira el protagonista) (ilustración 21).
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Ilustración 21: Vernon Henkell (1943), “The Sniper and the Ghost of the Maginot Line”, Military Comics nº 18, Quality Comics. |
El campo también participa en la lucha, dentro de los límites de sus medios: en Ranger Comics, Kerrigan Wells nos muestra que en 1943 la mayoría de los patriotas luchaban con horcas y hoces. Sacados de contexto, los dibujos parecen ilustrar un levantamiento de campesinos en la Rusia feudal más que la resistencia francesa contra el opresor alemán (ilustración 22). Los combatientes también van mal armados, según cuenta Jack Lawrence en 1944 en otro episodio de la misma revista: aunque algunos iban equipados con armas modernas, otros sólo tenían horcas y otros aperos de labranza.
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Ilustración 22: Kerrigan Wells (1943), “Commando Rangers”, Rangers Comics nº 9. |
Cerca del final de la guerra, la revista American Air Forces, que alternaba fotos y viñetas sobre el conflicto, muestra que los partisanos clandestinos franceses, descritos aquí como «otro ejército en el campo», empiezan a disponer de armas modernas lanzadas en paracaídas por los Aliados. La imagen de Chas Quinlan es sin duda una de las pocas que los propios herederos de la memoria de la Resistencia francesa utilizarían para su propia iconografía (ilustración 23).
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Ilustración 23: Chas M. Quinlan (1945), “The AAF Strangles the Wehrmacht”, American Air Forces nº 3, Magazine Enterprises. |
“Parler française” y cecear inglés
Estados Unidos envía a sus superhéroes a Europa, a países cuyos habitantes, en su mayoría, distan mucho de hablar inglés. Las diferencias lingüísticas se tratan de diversas maneras para que el lector pueda librarse de ellas o entretenerse. Algunos de estos héroes no hablan las lenguas locales, como el Bob Benton de Richard Hughes y David Gabrielsen, alias “El Terror Negro”, que grita «no spika italiano» ante las tropas de Mussolini (ilustración 24).
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Ilustración 24: Richard Hugues y David Gabrielsen (1943), “The Black Terror”, America's Best Comics nº 6, Better Nedor Standard Pines. |
Cuando se entera de que va a ser enviado a la Francia ocupada para saldar cuentas con un hombre-lobo fruto de los experimentos nazis, Steel Sterling se toma muy en serio aprender el idioma con su fiel ayudante Clancy, que va a acompañarle: usan un método fácil en diez lecciones, Petit et la Paris, Parlez-vous française. A su llegada a la capital francesa, la boina roja y el jersey a rayas rojas y blancas del héroe le harán mezclarse con la población autóctona, y su pañuelo amarillo hará que los apaches le acepten como uno de los suyos. Conoce a una mujer francesa libre que le llama “mon chère” (mi querida) y, para comunicarse fácilmente con ella, habla inglés con el ceceo local. Al fondo, se observa el oficial nazi y su inevitable monóculo (todos los oficiales alemanes de la historia lo llevan). El autor, Irvin Novick, se divierte sin duda, no escatima en lugares comunes y nos regala aquí un magnífico ejemplo de la imaginación vestimentaria americana (ilustración 25).
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Ilustración 25: Irvin Novick (1942), “Steel Sterling”, Zip Comics nº 32, MLJ Archie Comics. |
En general, las diferencias lingüísticas desaparecen en el cómic porque los alemanes, noruegos, holandeses, polacos, griegos, serbios y sirios que los superhéroes estadounidenses encuentran en sus aventuras hablan un inglés impecable. Luego están los franceses, que hacen esfuerzos lingüísticos pero no consiguen deshacerse de su marcado acento durante toda la guerra. Hay muchos ejemplos de ello, como los soldados franceses y sus amigos británicos que los imitan en War Comics durante la “falsa guerra” de 1940 (ilustración 26), hasta el delicioso diálogo entre Odette, miembro del ejército clandestino, y su padre, el mariscal Périer, en America's Best Comic (ilustración 27).
Por su parte, los héroes estadounidenses adoptan el ceceo para evitar revelar su nacionalidad, como hemos visto con Steel Sterling y su boina roja, o en Wing, la enfermera de guerra Jane Martin, que reacciona con una bofetada a un gesto inapropiado de un oficial alemán (ilustración 28). La dificultad de los galos para pronunciar correctamente la lengua inglesa puede ser una fuente de comicidad o un hecho penoso; también se puede considerar como un signo de distanciamiento, la dificultad que parece tener un americano para comprender y comunicarse plenamente con un francés. En cualquier caso, la excepción lingüística es omnipresente: si los personajes cecean, la acción transcurre en Francia.
Exhortaciones
«Cuidado, nazis, aún quedan hombres en Francia»: esta advertencia a los alemanes, tomada de una de las historias de Commando Yanks, es típica de las exhortaciones patrióticas en los relatos de la lucha interna francesa contra los nazis, y hay muchos ejemplos de ella, acompañando o concluyendo las tiras cómicas. La derrota en 1940 del país que tenía fama de ser uno de los mayores ejércitos de Europa tuvo un fuerte impacto en la opinión estadounidense, y la posterior deriva del Estado francés y su alineamiento con Alemania, vistos desde el otro lado del Atlántico, contribuyeron a crear una imagen mediocre o negativa de Francia y sus habitantes. Estados Unidos necesita reunir a su alrededor el mayor número posible de aliados reales o simbólicos, en nombre de valores como la libertad o la democracia que comparte históricamente con una Francia que, paradójicamente, parece alejarse de ellos.
Por tanto, es necesario persuadirse y persuadir al lector de la existencia de otra Francia. Esto queda simbolizado en un relato de A. E. Carruthers en la revista Wings por una rubia heroica que salta contra los invasores hunos y muere gritando «Vive la France». Es el “French spirit” de los franceses libres, dice este viejo combatiente, y el comando americano le responde que «con un espíritu así, Francia sólo puede resurgir» (ilustración 29).
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Ilustración 29: A. E. Carruthers (1944), “Suicide Smith and the Air Commandos”, Wings nº 52, Fiction House. |
Otra historia de A. E. Carruthers en True Comics valora la propaganda patriótica a través de un periódico imaginario, “Libérateur”. Ilustrada con una República Francesa esparciendo la revista, la viñeta final celebra «la chispa de rebelión en los corazones franceses que un día expulsará a los nazis del suelo de Francia» (ilustración 30).
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Ilustración 30: anónimo (1943), “France's Invisible Man”, True Comics nº 21, Parents Magazine Institute. |
En la historia de John Owen para la revista V Comics, Jean Hopper, uno de los agentes que luchan en las zonas ocupadas por los alemanes, admite que hay muchas posibilidades de que lo capturen o lo maten. Sin embargo, afirma que «un ejército invisible de intrépidos franceses arriesga constantemente su vida en la batalla contra el conquistador nazi, y sonando como un himno de esperanza, oímos la llamada: ¡Viva Francia!» (ilustración 31).
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Ilustración 31: John Owen (1943), “The True History of Jean Hopper, V Agents”, V Comics nº 1, Fox Feature Syndicate. |
Otro héroe de la revista Captain Aero, Red Cross (La Cruz Roja), de Chas Nicholas y Sol Brodsky, apoya a la Resistencia francesa en su lucha por la democracia y sus ataques a los soldados alemanes: «Aunque el suelo de Francia ha sido conquistado, el talón nazi no ha podido conquistar su corazón» (ilustración 32). Un mal punto para los fetichistas de pies germánicos.
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Ilustración 32: Chas Nicholas y Sol Brodsky (1943), “The Red Cross”, Captain Aero nº 9, Holyoke Publishing. |
3. LOS FRANCESES DE VICHY Y OTROS LUGARES
Frente a las Fuerzas Francesas Libres y las Fuerzas Francesas del Interior, decididas a expulsar a los alemanes de Francia, se encuentra el régimen de Vichy, que colabora con los alemanes, la indecisa Royale y, por último, esos extraños civiles franceses que los GI acabarían descubriendo tras su desembarco.
En ocasiones, los héroes estadounidenses se topan con franceses de Vichy, a los que invariablemente se encasilla en el papel de traidores y se califica inequívocamente de fascistas. Los efímeros héroes estadounidenses de Wings, The Skull Squad, de Ace Atkins; Clipper Kirk, de Cliff Dubois; Jane Martin, de F. E. Lincoln; The Devil's Double, de Derek West; Grease Monkey Griffin, de Kip Beales; Suicide Smith, de A. E. Carruthers, y algunos otros, operan en medio de conflictos internos entre franceses. Operan en la Francia continental, donde se enfrentan «los colaboradores fascistas de Vichy» y los «franceses patriotas»; también se encuentran en Martinica, donde la Marina mantiene este enclave en nombre de Pétain a pesar de la oposición del ejército de tierra en la isla; en el norte de África y en Senegal, país que, tras oponer una resistencia eficaz a un desembarco anglo-gaullista, acabó poniéndose del lado de los Aliados en 1943. En estos territorios, los partidarios de uno u otro bando son generalmente blancos, raramente norteafricanos, y la población negra, mayoritaria tanto en Martinica como en las colonias africanas, es, como debía ser, totalmente invisible.
Hazañas en Francia
En el número 20 de Speed Comics (1942), la enfermera Pat Parker, de Fred Hawks, viaja a París para enfrentarse a los «traidores de Vichy». Los partidarios del Estado francés son en su mayoría villanos genéricos, y sólo se nombra a sus dignatarios en casos excepcionales, como en esta aventura de “The Shield”, de Irving Novick, en Pep Comics: «¡Abajo Laval! ¡Viva De Gaulle! ¡Viva Francia libre!», gritan estos manifestantes, un poco imprudentemente, ante un cuartel general nazi en París (ilustración 33). Recordaremos que Pierre Laval fue jefe del Gobierno colaboracionista de Vichy entre 1942 y 1944 y sería fusilado en 1945.
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Ilustración 33: Irving Novick (1943), “The Shield”, Pep Comics nº 36, MLJ Archie Comics. |
Un relato de Kit Gleason publicado en Wings, “Phantom Falcons”, pone de relieve la dualidad de los bandos franceses: por un lado, los “traidores” que elaboran “horribles listas negras” para el pelotón de fusilamiento, y por otro, los “heroicos patriotas franceses” que juran combatirlos en nombre de la V de la Victoria (ilustración 34).
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Ilustración 34: Kit Gleason (1942), “Phantom Falcons”, Wings nº 17, Fiction House. |
La policía también se muestra sistemáticamente del lado de Vichy: John Owen, en la revista V Comics, ilustra su lucha contra los agentes “degaulistas” (ilustración 35). Nótese el hermoso monólogo del policía renegado que recibe una paliza por parte del intrépido agente Hopper: «Parbleu ! Sacre! Ma foi!».
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Ilustración 35: John Owen (1942), “The True History of Jean Hopper, V Agents”, V Comics nº 1, Fox Feature Syndicate |
Algunas de las historias más extravagantes tienen como protagonistas a partidarios del Estado francés: en una aventura del Capitán Marvel Junior creada por Mac Raboy y publicada en Master Comics, un tal Dr. Gagné, francés partidario del régimen de Vichy, se ofrece a entregar a Hitler los medios para hacer volar a sus legiones a cambio de su liberación de un campo de concentración, lo que en sí mismo es un poco sorprendente: que los superhéroes vuelen es un hecho establecido, pero que un partidario de Vichy sea enviado a un campo es algo fantasioso. El científico fracasa y es abatido por el despiadado superhéroe alemán Capitán Nazi (ilustración 36).
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Ilustración 36: Mac Raboy (1942), “Capt. Nazi Flies to Battle Cpt. Marvel Jr High in the Clouds”, Master Comics nº 34, Fawcett Comics. |
Hazañas africanas
También encontramos la dualidad de los campos en el teatro africano. En un relato de Cliff Dubois en Wings, un capitán francés vendido a los nazis se ve frustrado cuando es enviado a Dakar con falsas órdenes de Vichy para entregarse a los alemanes: aquí la colaboración no es institucional, sólo puede ser fruto de la traición, tanto contra los Aliados como contra Vichy. “Clipper Kirk”, de nuevo ambientada en Dakar (o Bukar, según el mismo autor, que quizá prefirió ahorrarse investigar la arquitectura de la ciudad africana), hace enfrentarse al yugo pronazi de Vichy y sus barcos fascistas con los leales franceses (ilustración 37). Una vez más, en esta historia la guillotina no está lejos.
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Ilustración 37: Cliff Dubois (1943), “Clipper Kirk”, Wings nº 31, Fiction House. |
En una historia de Thrilling Comics titulada “The Commando Cubs”, ambientada en un Conakry curiosamente subsahariano (en realidad está rodeado de bosque), la división del ejército francés entre gaullistas y vichistas se ilustra con el duelo entre el teniente Duchamp y sus “leales franceses” y el coronel Courbet, vendido a los alemanes. A diferencia de las publicaciones rivales, aferradas a un mundo de blancos, el cómic muestra a un soldado francés negro cuyo swing se considera comparable al de Joe Louis, el famoso boxeador afroamericano que se alistó y acompañó a las tropas americanas en Europa durante el conflicto.
Entre sus “historias reales del mes”, la revista All New Comics, con Bernie Krigstein, relata la expedición clandestina del teniente general Mark Wayne Clarke a Argel para preparar la invasión de Argelia. Su grupo se encuentra con partisanos “franceses de verdad”, es denunciado por sirvientes argelinos y escapa por los pelos de la policía de Vichy. La información obtenida permite a los estadounidenses llegar en noviembre de 1942 casi sin luchar, gracias al apoyo de los partisanos locales, lo que coloca a los Aliados en una posición estratégica para desembarcar en Italia. La población recibe la llegada de las tropas con entusiasmo, pero con un francés dudoso cercano al francoñol: «¡Viva la Amérique, hola Americains!» (ilustración 38). Aquí nos encontramos en el corazón del discurso del cómic sobre la relación entre Francia y Estados Unidos en guerra: como debe ser, el héroe es estadounidense y los franceses le están agradecidos.
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Ilustración 38: Bernie Krigstein (1943), “Trail Blazing to Victory”, All New Comics nº 3, Harvey Comics. |
La Royale
La delicada situación de la Royale sólo se mencionó en el número 3 de la revista Wings, a principios de 1941. Una de las aventuras de Jane Martin, War Nurse, de Fred Hawks, estaba ambientada en la batalla naval de Mers el-Kébir. En ella, la flota francesa amenaza a la británica, que se ve obligada a tomar represalias; los barcos británicos hunden a los franceses, y la enfermera estadounidense Jane Martin ayuda a salvar lo que queda de sus tripulaciones. Los comandantes de ambos bandos se dan la mano tras la batalla: «Supongo que tenía que ocurrir», suspira el británico (ilustración 39).
La versión de los hechos que hace de la Royale el agresor y la visión de una guerra de encaje entre marinos galantes están algo alejadas de la realidad. Hay que recordar que el acontecimiento marcó la ruptura entre Inglaterra y la Francia de Vichy, provocó la muerte de más de mil marinos franceses y contribuyó al desarrollo del sentimiento anti-inglés en Francia.
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Ilustración 39: Fred Hawks (1941), “Jane Martin, War nurse”, Wings Comics nº 3, Fiction House. |
Los franceses y nosotros
Las repetidas exhortaciones de los cómics estadounidenses y su tono lírico subrayan la profundidad de la decepción del estadounidense medio ante una Francia derrotada y poco respetuosa con sus valores, los mismos que le habían granjeado respeto y amistad. El desembarco de las fuerzas armadas en Francia y el contacto diario con la población local no contribuyeron a mejorar las cosas, hasta el punto de que en 1945 la División de Información y Educación de las Fuerzas de Ocupación estadounidenses consideró necesario publicar un folleto ilustrado para las tropas, 112 Gripes about the French (112 reproches a los franceses). El folleto (ilustración 40) refutaba las críticas con una imperturbable francofilia, pero su necesidad, así como la exposición de los agravios que contiene, dan una imagen un tanto desalentadora del estado de ánimo de las tropas estadounidenses hacia sus anfitriones. ¿Qué pensaba una buena parte de los GI de sus anfitriones?
Hemos venido a rescatarles dos veces en veinticinco años y ¿qué han hecho para nosotros? Nos acogieron bien cuando llegamos, pero eso no duró, y ahora quieren que nos vayamos. Los franceses son unos desagradecidos. Según ellos, ganaron la guerra sin ayuda de nadie y con una sola mano. Eran casi todos colaboracionistas, el papel de las FFL y de la Resistencia fue exagerado por la prensa y, en general, superaron bien la guerra. No te puedes fiar de ellos, a diferencia de los alemanes, que son gente como nosotros, valientes, eficaces, fiables y respetuosos de la ley. Las ciudades francesas están sucias, el estiércol se amontona delante de las casas en el campo, los franceses no se lavan, el olor en el metro es insoportable, una mezcla de sudor, ajo y perfume. Los franceses no son modernos ni abiertos a nuevas ideas, son decadentes, perezosos, beben demasiado, pasan todo el tiempo en cafés y conducen como locos. Por su parte, las francesas son busconas, inmorales e interesadas (Information and Education Division of the US Occupation Forces, 1945).
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Ilustración 40: Information and Education Division of the US Occupation Forces (1945), 112 Gripes about the French, Reedición Bodleian Library, Oxford University, 2013. |
El cómic americano de los años cuarenta nos muestra una Francia en guerra donde De Gaulle es un personaje secundario, donde la principal hazaña de las Fuerzas Francesas Libres es la toma de las minúsculas islas de San Pedro y Miquelón, y donde la Resistencia está dirigida por los apaches de los bajos fondos. Nos propone una perspectiva muy alejada de la narración en Francia de la Segunda Guerra Mundial y de la amistad franco-estadounidense, y pone en tela de juicio nuestra interpretación histórica, que no sólo cuenta el pasado, sino que lo ordena en función de lo que es útil en el momento de contarlo.
La representación que hace el cómic americano de la Francia en guerra no puede considerarse en modo alguno irrisoria, esquemática o errónea. Da pistas sobre el choque que supuso la derrota de Francia para la construcción y la preservación de la identidad americana, no tanto en términos de armas como de ideales. En el espacio de unos meses, nociones fundamentales como la democracia y la libertad se hicieron añicos en un país que había sido uno de sus principales puntos de referencia. Los estadounidenses habían considerado estas nociones como intangibles y fuertes, pero su debilidad y fragilidad se revelaron en la Francia contemporánea de la contienda. El hecho de que un general Tapioca en el exilio y unos cuantos rufianes encabecen la lucha por preservar estos valores no resulta nada tranquilizador.
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