JAZZ MAYNARD |
Los bajos fondos barceloneses y las tramas corruptas que se desarrollan en el submundo del hampa local se han tratado en varias ocasiones en la literatura española. Los ejemplos más significativos los podemos encontrar en las obras de Francisco González Ledesma, con el inspector Méndez como protagonista, en libros como Crónica sentimental en rojo o Las calles de nuestros padres, o en las de Andreu Martín, en su caso con las desventuras del inspector Huertas en historias como la maravillosa Barcelona Connection. Este relato de las miserias del trabajo policial y del pueblo marginal que tan bien relatan los autores mencionados, con una Barcelona oscura y puede que real, impresas en cada una de las páginas de sus relatos, no es lo que vamos a encontrar en Jazz Maynard. La proclamada (y anunciada) como "trilogía barcelonesa" contiene crimen y corrupción, pero su localización en la Ciudad Condal no es necesaria para el relato y parece más una concesión a los autores.
Al inicio del primer álbum, Jazz Maynard regresa a su barrio natal. |
En el segundo álbum profundizamos en el pasado de Teo, Jazz y Judas. |
Los primeros dos libros apenas desarrollan una historia, y será en el tercero, "Contra viento y marea", donde todos los hilos argumentales se entrecrucen y acaben dando solidez a lo que parecía un relato desvaído. Sabremos que el robo ha estado orquestado desde las alturas políticas, que todo está corrupto salvo dos o tres policías inasequibles al desaliento y ejemplos de honradez, y que finalmente todo vuelve a su cauce (el cauce "correcto", el de la normalidad política se entiende) gracias a la labor de un criminal.
Porque Jazz Maynard es un criminal. Es un ladrón aventajado que usa y abusa de la tecnología para llevar a cabo robos de gran nivel, pero no duda en usar las armas y matar a todo aquel que se le ponga por delante. Lo que mueve la trama no es el afán de acabar con la corrupción y devolver la actividad normal a Barcelona, sino la venganza.
La venganza de Jazz sobre los que secuestraron a su hermana para prostituirla, la venganza de la propia hermana sobre estos mismos sujetos, la venganza de Judas sobre los que le han traicionado. Evidentemente, los muertos son "culpables", criminales estadounidenses, rumanos, chinos o barceloneses que se merecen lo que les pase, porque para eso son los "malos", y su muerte se justifica por las actividades que desarrollan (se refuerza en el lector esta idea con la aparición en varias ocasiones de las niñas forzadas a prostituirse) y por la incompetencia y corrupción de los cuerpos legales que deberían encargarse de ellos. Si las fuerzas de seguridad del Estado no pueden acabar con los malos, es más, forman parte de ellos, es lógico que el "menos malo" sea el que se tome la justicia por su mano. Esta moralina característica de personajes como Harry el sucio o The Punisher epata fácilmente al público lector, pero al mismo tiempo puede repeler a los lectores que estén buscando una redención del culpable, sea este el que sea. También para "suavizar" la figura de Jazz se nos hace ver que lo que quiere únicamente es proteger a su familia (aunque no se aprecie que los réditos de sus robos repercutan en un mejor nivel de vida de los familiares que todavía quedan vivos), y su amor por la música, en concreto por el jazz. Suponemos que a esto se debe su nombre, tan poco catalán y tan (intencionadamente) internacional, pero en la obra son escasas las referencias a esto: una primera prueba en un local de El Raval en el primer tomo y la actuación al final del tercero son las únicas veces en las que vemos a Maynard tocar la trompeta, su instrumento preferido. En el tercer tomo se evidencia el verdadero motor de la trama: la venganza.
Y esto nos lleva a otra consideración, sobre la necesidad de separar una obra en tres tomos que cuentan una sola historia. El álbum clásico de la tradición franco-belga se ideó para recopilar las aventuras de los personajes más queridos por los lectores que previamente habían visto sus aventuras editadas en las revistas periódicas. Con el paso del tiempo la edición en álbum se normalizó y las aventuras se construían para que se desarrollaran en unas 44 páginas. Eran aventuras completas que, dependiendo de la habilidad de sus autores, tenían más o menos profundidad y más o menos tramas secundarias. En los últimos años, en cambio, se tiende a narrar historias quizá más complejas, pero cuya lectura individual resulta imposible, estando planificadas para su publicación en varios libros. Este es el caso de Jazz Maynard: resulta imposible entender el segundo libro sin haberse leído el primero, y comprender el tercero sin la lectura previa de los otros dos. No tienen la culpa de esto sus autores, Raule y Roger, sujetos a las imposiciones del editor de origen, pero resulta frustrante la necesidad de leer la trilogía, la obligatoriedad de comprar los tres álbumes para comprender la historia. De ahí que se entienda su recopilación en un solo libro (en el formato integral, tan utilizado últimamente), y que sea este volumen la verdadera obra que se debe leer. La fuerza del relato se concentra en el tercer álbum, la acción y la resolución de las tramas es trepidante y adictiva, y esta composición de introducción-nudo-desenlace es más compacta en un solo libro.
Cubiertas de la edición española de Diábolo de los tres álbumes de la trilogía. |
Lo que nos lleva a una segunda consideración. El dibujante ha manifestado (y así lo ha promocionado hasta la saciedad la editorial española) que prefiere ver su obra en blanco y negro, que así es mejor y que el color no es necesario para entenderla. Efectivamente, el trabajo de Roger con la tinta es excepcional, sus figuras adquieren un volumen con la línea que no requiere del uso de color para su visualización. Pero el color también desempeña un papel narrativo importante. Aplicado por el mismo Roger, se basa en colores planos en los dos primeros álbumes y en la aplicación de sombras y realces en el tercero. El coloreado parece más orientado a la página, buscando similitudes de tono entre viñetas en una misma página que aporten frialdad o calidez a la escena según convenga. Esta aplicación del color que brinda una primera impresión del tipo de escena que estamos visualizando se pierde en la edición en blanco y negro, pues. La ambientación de callejuelas, garitos y rincones se realza con el color.
La panorámica que cierra el tercer álbum, una de las raras referencias claras a Barcelona. |
Pero, repito: esto no es necesariamente malo. Jazz Maynard es una buena obra de historieta aunque requiera de la lectura completa de los tres álbumes, con un dibujo (y un color, proclamo) majestuosos, a la que no hay que acercarse pensando en el relato o la crítica sociales ni localistas, sino en la aventura con tintes de agente secreto protagonizadas por un antihéroe con pasado (y presente) oscuros.