JEAN-MICHEL CHARLIER:
LA AVENTURA A BORBOTONES
Jean-Michel Charlier fue el guionista más importante del cómic realista francobelga y uno de los pilares del tebeo francés. Fundador de la revista Pilote, una de las publicaciones más señaladas de la historieta europea, fue un prolífico creador de sagas tan representativas como las de Barbarroja, Buck Danny, Tanguy y, sobre todo, Blueberry.
Practicó el dibujo durante todo su periodo de escolarización, desde el colegio de los padres jesuitas en el que comenzó a educarse hasta la universidad en la que cursó estudios de derecho, y tanto en periódicos estudiantiles como en sus actividades de boy- scout. Sin embargo, esta gran pasión por el dibujo no le impidió leer mucho, lo que le convirtió en una persona culta y abierta a diferentes formas artísticas. Le apasionaban el cine y la música (llegó incluso a formar parte de un quinteto vocal, siguiendo la moda del jazz de la época con Ray Ventura). También era un incondicional del mar y los barcos. Si no hubiese sido por el ambiente bélico que se respiraba, Charlier quizás hubiese optado por convertirse en oficial de Marina. Sin embargo, fue su aversión a las matemáticas lo que le empujó a estudiar derecho, sin tener una verdadera vocación.
Dibujo de Charlier niño
representando una patrulla scout.
Cuando estalló la II Guerra Mundial, los alemanes establecieron que todos los estudiantes del primer año de universidad debían realizar seis meses de trabajos obligatorios. Charlier declinó presentarse a ellos, por lo que fue condenado a realizar dichos trabajos en Alemania, pero esta vez durante una año. Afortunadamente, un médico alemán le eximió de ellos, siendo su pena trasladada a una fundición en Bélgica en la que se fabricaban revólveres y manómetros para submarinos alemanes.
“Recuerdo que cuando los alemanes se aproximaban a Lieja, todos los puentes sobre el Meusse saltaron uno tras otro. Sigue siendo para mí un recuerdo imborrable; primero, porque la ciudad fue dividida en dos, y también porque la imagen de todos estos puentes saltando sucesivamente, repentinamente, me sumergió en una atmósfera de guerra y horror que nunca había sentido antes.[1]”
El 31 de agosto de 1939, a las 5 de la tarde, los puentes de Val Benoît y de Ougrée saltaron por los aires. El ejército belga había tomado la delantera para frenar al invasor alemán.
Después, el belga trabajó como conductor de ambulancias en el antiguo hospital militar de Lieja. Una vez más, allí se vio sumergido en el horror, porque tenía que transportar a los heridos en un estado lamentable, bien fuesen alemanes o belgas. Todo esto le hizo repudiar los crímenes de guerra, pero no le impidió valorar todavía más el heroísmo. En la fábrica a la que fue destinado, fue tentado por una célula trotskista y con ellos realizó cursos clandestinos en un bosque cerca de Bruselas, pero la abandonó cuando comenzaron a adoctrinarle en el materialismo histórico. De nuevo mostró su carácter rebelde hacia el final de la guerra, cuando se introdujo en un movimiento de la resistencia, pero estaba muy mal organizado debido a la incompetencia de sus cabecillas y alguna vez recordó que podrían haberle fusilado varias veces. Muchos compañeros de universidad murieron en estas circunstancias.
Por fortuna la guerra acabó y Charlier volvió a la universidad y a buscar trabajo. Él era amigo de la hermana de Georges Troisfontaines, un joven empresario responsable de la agencia World Press (mas tarde, World’s P. Press, World’s Press o, simplemente World Press), que trabajaba para dotar de contenido las publicaciones de la editorial belga Dupuis, propietaria por aquel entonces de los semanarios Les Bonnes soirées, Le Moustique y Spirou, revista que volvió a obtener la autorización para circular tras la guerra el 5 de octubre de 1944. Los dos hombres simpatizaron rápidamente y Charlier fue contratado como dibujante para la agencia al tiempo que concluía sus estudios de derecho.
Después de haber terminado sus estudios en derecho, Jean-Michel comenzó a trabajar en un gabinete de abogados, principalmente para satisfacer los deseos de su padre, pero únicamente ejercería durante algunas semanas porque decidió aceptar la oferta de Troisfontaines.
Así, Charlier debutó profesionalmente en Spirou con la sección titulada La Page illustrée du CSA (Club Spirou Aviation),
una página sobre la aviación y el aeromodelismo cuya tira más importante era Le Cours du chef Pilote, donde se explicaban los principios del
pilotaje. De la misma forma se incluyó un curso de remo. Casi siempre, los textos están firmados por Georges Cel, uno de los seudónimos utilizados por
Georges Troisfontaines, pero al poco tiempo comenzaría a encargarse Charlier de escribir esos textos. Entre 1945 y 1946 también, bajo el seudónimo Flettner
(o Fletner), dibujó la tira deportiva Spirou sport.
Ilustración
de Charlier para la página didáctica del CSA.
Trabajando en la agencia World’s P. Press conoció a Victor Hubinon, un dibujante recién salido de la Academia de Bellas Artes de Lieja con el que trabó una sólida amistad. Fruto de esta asociación fue la historia bélica L’Agonie du Bismarck (La agonía del Bismarck), publicada por episodios en la revista Spirou durante 1946, donde Jean-Michel, además de ser el responsable del guión, dibujó barcos y aviones, inspirándose para ello en el meticuloso trabajo a pluma de Léon Haffner, un pintor francés muy conocido en esa época.
Unos meses más tarde, en 1947, ambos autores presentaron otra serie de aviación que obtendría un éxito inmediato: Buck Danny. Parece ser que Charlier la ideó después de quedar fascinado por la lectura de un gran reportaje sobre los Tigres Voladores, una célebre escuadrilla de cazas norteamericanos que operó en China durante la Segunda Guerra Mundial, aunque este dato no está debidamente contrastado ya que las primeras historietas no hacen referencia alguna a esa escuadrilla. Troisfontaines escribió las primeras once páginas de esta serie, pero a partir de entonces los guiones corrieron por cuenta de Charlier. Con el tiempo, sería una de sus series más longevas y de mayor éxito. De 1947 a 1978, Victor Hubinon dibujaría cuarenta historias largas de Buck Danny, publicadas en Spirou y editadas en álbum por Dupuis (además de tres historias completas publicadas en Risque-Tout). Jean-Michel Charlier, escribiría cinco episodios más, aunque el quinto lo dejó inconcluso. Francis Bergèse dibujaría los cuatro terminados entre 1982 y 1988.
En 1948, la familia Dupuis encargó oficialmente a World’s P. Press el suministro de publicidad de sus semanarios. Como consecuencia del incremento de la actividad, Troisfontaines se vio obligado a abandonar sus labores de escritor y a trasladar la sede de su agencia de Lieja a Bruselas. Troisfontaines hizo de su casa en Schaerbeek, en la calle Renkin, detrás de la Gare du Nord, una suerte de estudio, que compartía con Charlier, Hubinon y Albert Weinberg (por aquel entonces entintador de Hubinon). Allí trabajaban intensamente, en jornadas de trabajo interminables. Cocinaban y dormían por turnos, vivían sin apenas mobiliario, Charlier y Hubinon compartían el mismo diván, uno durmiendo en el somier y otro sobre el colchón:
“Como era un caserón habitado por cinco o seis personajes que vivían sin cortinas y que trabajaban cada noche hasta las dos o tres de la mañana, cada semana recibíamos una visita de la policía. Venían a ver qué estábamos haciendo allí, alertados por los vecinos. Weinberg padecía insomnio y bajaba por las noches a entrecavar el jardín, envuelto en una manta. Los vecinos sospechaban que se dedicaba a enterrar los cadáveres de la gente que habíamos asesinado. La poli estaba al acecho. Esta situación duró más de tres años.[2]”
Conviene añadir que los trabajos realizados para la agencia World Press estaban muy mal remunerados. Troisfontaines, que hacía de intermediario, pagaba al resto de autores treinta francos belgas (un euro actual) por una página de catorce viñetas terminada, con el guión incluido, sin opción a cobrar derechos posteriores.
A mitad de realización del segundo álbum de Buck Danny, Charlier se dio cuenta de que para escribir
buenas historias de aviación tenía que aprender, por lo menos, los rudimentos de pilotaje, de manera que se inscribió en una academia y realizó
varios cursos hasta obtener el carnet de piloto comercial. Victor Hubinon siguió sus pasos. No tardaron en darse cuenta de que esta actividad les encantaba, pero que para
realizarla hacia falta dinero. Si a esto añadimos las necesidades económicas que tenían que cubrir, no es de extrañar que decidieran convertirse en
pilotos profesionales. Compraron un viejo avión en Inglaterra, un desecho de la guerra, y con él realizaban acrobacias aéreas, arrastraban paneles
publicitarios y arrojaban paquetes de periódicos en paracaídas en el Tour de Francia durante los fines de semana.
Carnet de piloto de Charlier.
Entre 1948 y 1950, Charlier ilustró Le Cours du chef-pilote, una sección didáctica sobre la aviación y la marina semejante a la que se publicaba en Spirou, pero en este caso para el semanario belga Bimbo, de la editorial Guy Depière. También en 1948, para esta misma revista creó Joe Tornado, con la ayuda gráfica de Hubinon, otra serie de ficción que narra las aventuras de un investigador francés enviado a las islas del Pacífico para desmantelar una organización dedicada al contrabando de alcohol. A pesar de haber tenido la precaución de haber utilizado un seudónimo común para firmar su trabajo (Charvick), a los hermanos Dupuis no les hizo mucha gracia descubrir cómo dos de sus autores estrella trabajaban para revistas de la competencia.
Ilustraciones realizadas por Jean-Michel en 1949 para la Royal Motor Union, un club de
aviación situado en Bierset, cerca de Lieja.
Troisfontaines se percató de esa circunstancia, y considero que era el momento adecuado para hacer firmar un contrato de exclusividad a Charlier y Hubinon. A cambio, negoció con los Dupuis la rápida edición de los álbumes de Buck Danny, lo que permitiría a sus autores recibir los emolumentos correspondientes a sus derechos de autor. Joe Tornado fue concluida por Weinberg. Por primera vez en su vida, Charlier contaba con suficiente dinero como para pagarse un billete de tren a casa y luego para comprarse un coche… aunque no para echarle gasolina. Su padre, al verlo aparecer con tanto dinero encima, lo miró asustado, creyendo que había atracado un banco; al menos, así lo contaba Charlier en una entrevista realizada muchos años después.[3]
En cualquier caso, la publicación de series estrella en Spirou realizadas fuera de la agencia no dejaban suficiente hueco para el equipo de Troisfontaines, que intentó introducirse en las otras publicaciones de Dupuis. Troisfontaines deseaba proponer un relato de corte más adulto para Le Moustique, revista dedicada a los programas de radio. Pero entonces Charlier encontró el diario de un corresponsal de guerra americano, Robert Sherrod, que narraba la batalla de Tarawa, segunda ofensiva estadounidense en la Guerra del Pacífico, después de Guadalcanal. De ahí nació Tarawa, atoll sanglant (Tarawa, atolón sangriento), serie publicada por entregas en blanco y negro en Le Moustique entre octubre de 1948 y noviembre de 1949. Charlier se encargó del guión, del texto y de la puesta en escena, Victor Hubinon de los personajes (el editor le obligaba a borrar los cadáveres que había dibujado, por considerar que las escenas eran demasiado violentas) y Albert Weinberg, de los decorados. Es preciso mencionar también la ayuda que recibieron de Eddy Paape en las últimas secuencias. En Tarawa, atoll sanglant los tres autores aparecían retratados como corresponsales de guerra. No hay ninguna duda de que esta obra sirvió como enlace entre los dos primeros episodios de Buck Danny y los siguientes. De hecho, el más joven de los personajes de Tarawa era fácilmente reconocible como Sonny Tuckson, personaje que fue introducido en el tercer episodio de la serie, La revanche des fils du ciel (La revancha de los hijos del cielo).
Comienzo de Tarawa, atoll sanglant en las
páginas de Le Moustique. En la primera columna de la página de presentación podemos ver retratados a Charlier y
Hubinon.
A pesar de las buenas críticas recibidas, la historia pasó desapercibida, ya que Le Moustique se distribuía exclusivamente en Francia. Fracasada la vía de Le Moustique, Charlier y Hubinon redoblaron sus esfuerzos en Spirou con Surcouf, roi des corsaries (Surcouf, rey de los corsarios). Ambos autores son unos apasionados del mar y los barcos, así que no es de extrañar que acabaran realizando una larga biografía del famoso corsario de St. Malo que estuvo al servicio de Napoleón. En ella, los dibujos de Victor Hubinon fueron entintados una vez más por su amigo Eddy Paape. La historia se publicó de forma continuada entre noviembre de 1949 y junio de 1952 en la revista Spirou. Sin embargo, su publicación a lo largo de tres álbumes parece ser que estaba acordada previamente de manera contractual entre Troisfontaines y la familia Dupuis.
Charlier, por entonces, seguía participando como dibujante en las obras que escribía. Fue Jijé quien lo incitó a olvidarse definitivamente del dibujo en favor de la escritura. Le dijo:
“Mira, nunca serás más que un dibujante mediocre, lo tuyo es escribir.” [Así lo recordó Charlier]: “Recuerdo que en aquel momento me traumaticé, porque mi situación cambiaba desde el punto de vista económico. Me quedaba a dos velas, sólo ganaba un tercio del precio de las planchas. Por otro lado, por supuesto, me dolió que no se reconociera mi talento como dibujante. Sin embargo, enseguida me di cuenta de que Jijé tenía razón. Al final, le agradecí eternamente que hubiera tenido la sinceridad de decírmelo y de orientarme por la vía del guión[4]”.
Sus últimos dibujos los hizo para Surcouf, donde dibujó todos los navíos hasta la página decimosexta del tercer álbum. Attaque en Birmanie, con el que se cerraba el primer ciclo de los Tigres Voladores, fue el primero donde Charlier no participó del dibujo.
Con el objeto de mejorar su situación económica y, aprovechando la escasez de pilotos a causa de la guerra de Corea, en la que Bélgica participaba, trabajó como piloto comercial para Sabena. Su hijo Philippe contó como su padre recuerda haber transportado pichones en medio de un olor insoportable. Finalmente, Jean-Michel se aburrió y al cabo de un año decidió dedicarse exclusivamente a la historieta.
Algunos integrantes de la
World`s Presse. Podemos reconocer de izquierda a derecha a: Eddy Paape, Victor Hubinon, Sirius, Georges Troisfontaines, Jean-Michel Charlier y Uderzo.
Troisfontaines, desbordado por sus múltiples negocios, había transformado su agencia al modo americano, distinguiendo claramente la responsabilidad de cada empleado: dibujante, guionista, entintador, publicista,… Así a finales de los años cuarenta, pidió a Charlier que ejerciese las funciones de director artístico y editorial. Como veremos, esta decisión lanzaría las carreras de unos principiantes que luego llegarían muy lejos: Jean-Jacques Sempé, Albert Uderzo, René Goscinny o Jean Graton. A comienzos de los años cincuenta, Europa estaba en pleno boom económico y el mercado no dejaba de crecer. Los editores de periódicos se empezaron a interesar por la bande dessinée y los suplementos semanales comenzaron a multiplicarse. Para poder manejar el crecimiento de la demanda, Troisfontaines se apoyó en la agencia International Press dirigida por Yvan Chéron, que terminará convirtiéndose en su cuñado. International Press y World’s Presse acabarán compartiendo edificio en el nº 5 de la plaza de Brouckère y sus negocios acabaron tan estrechamente ligados que será difícil diferenciarlos.
Yvan Chéron había descubierto las brillantes ilustraciones que un tal Albert Uderzo había realizado para la prensa y le invitó a visitar sus oficinas en Bruselas. Durante su visita se detuvo en el estudio de Hubinon y simpatizó inmediatamente con Charlier, que le propuso trabajar con él para las páginas del suplemento juvenil del diario La Wallonie. Entre los dos, acordaron recuperar un personaje creado por Uderzo un par de años antes, para el cual Jean-Michel realizaría nuevos guiones. El personaje en cuestión es Belloy, un caballero medieval sin armadura, del que llegaron a realizar cuatro nuevas aventuras.
Por lo que se refiere a Goscinny, este había conocido a Troisfontaintes en Nueva York por mediación de Jijé, y juntos habían pasado memorables veladas juntos en los cabarets de Broadway. Cierto día, Goscinny decidió viajar en persona a Bélgica y al presentarse por sorpresa en Bruselas Troisfontaintes se quedó pasmado al verle, y comentó a Charlier: “¡Madre mía! Ahí fuera hay un tipo al que le dije que se pasara a verme si andaba por Bruselas. ¡Se ha gastado todos sus ahorros![5] ”. Pero Charlier recibió a Goscinny y quedó de inmediato fascinado por sus guiones más que por sus dibujos (por aquella época, Goscinny también dibujaba). Charlier le dijo a Troisfontaintes que no podía dejar escapar a un talento así, pero el editor remitió a Goscinny a International Press. Poco tiempo después, Goscinny comenzó a realizar textos y dibujos para Le Moustique y Bonnes Soirées.
dos niños gamberretes que construyen aviones con todo tipo de materiales y causan desastres cuando intentan hacerlos volar. Después de dos episodios con guión de Jean-Michel Charlier, la serie continuó con los guiones de Goscinny. En 1951, Troisfontaines y Chéron abrieron una oficina en Paris (en el nº 34 de la avenida de los Campos Elíseos). El primero sugirió a Uderzo que se trasladara a esta nueva oficina, que fue el lugar donde se encontraría con Goscinny. El resto es Historia.
En esa época, ediciones Dupuis estaba inquieta por la situación de la historieta en Francia: la nueva Comisión de vigilancia y control de publicaciones destinada a la infancia y la adolescencia estaba censurando alegremente historias de aventuras extranjeras, por lo que se aplicó en la búsqueda de nuevos temas educativos. Con respuesta, Charlier propuso una serie de historietas de cuatro páginas que relataban hechos históricos. Así nació: Les belles histories de l’oncle Paul, para cuyo personaje principal y narrador Hubinon se inspiró en el mismísimo Paul Dupuis. Jean-Michel Charlier escribió por lo menos veintinueve de estas historias, que fueron ilustradas por Eddy Paape, Jean Graton, Dino Attanasio o, anónimamente, el mismo Uderzo, entre otros. Cuando se vio desbordado por el trabajo, cedió el puesto a otro redactor de World’s Presse: Octave Joly. Esta serie llegaría a convertirse en un pilar del semanario, llegando a generaciones de lectores, pues se estuvo realizando hasta 1980.
Paape mantenía unas relaciones excelentes con Charlier y en 1951 tuvieron una nueva ocasión para trabajar juntos. Cuando Jijé abandonó sus series en 1946 para realizar un viaje por los Estados Unidos, dejándolas en manos de sus compañeros. Así, Victor Hubinon heredó Blondin et Cirage; André Franquin, Spirou et Fantasio; y Jean Valhardi fue para Eddy Paape. Los guiones de esta serie, creada en 1941 por Jijé y Jean Doisy, que narraban las aventuras de un investigador privado, fueron continuados por el propio Doisy primero, y por Yvan Delporte después. El caso es que el resultado no acababa de convencer a Charles Dupuis, que pensó en cerrar la serie. Pero intervino Troisfontaines, que tras un buen análisis de la situación invitó a Paape a continuarla, incorporando de paso a Charlier. En uno de sus mejores guiones, Valhardi contre le monstre, inspirado por las novelas y películas de monstruos que tanto admiraban (sobre todo las interpretadas por Boris Karloff), el guionista hacía desaparecer al compañero del detective, Jeannot, y lo sustituyó por uno nuevo y más divertido, Arsène, que supondría un soplo de aire fresco. Esta aventura fue rebautizada más tarde como Le Chateaux maudit, a la cual le seguirían otras dos: Le Rayon de la mort y La Machine à conquerir le monde, consideradas lo mejor de la serie. Posteriormente, Jijé retomaría al personaje, aunque contó con alguna historia más con guión de Charlier.
Durante las vacaciones de verano de 1952 en la Costa Azul, Jean-Michel conoció a una joven modelo: Christine Lagarrique. Como ella vivía en la capital francesa, el joven Charlier se sentía obligado a visitar a menudo la oficina parisina de la World’s Presse. Un año más tarde, el 20 de junio de 1953, se casaron, y al año siguiente, el 22 de junio de 1954 nacería su hijo Philippe, lo que obligó a Charlier a instalarse definitivamente en los suburbios de París, en Saint-Claude. Ahora más que nunca necesitaba dinero para sacar adelante a su familia, pero a pesar del éxito ya cosechado, su sueldo todavía no alcanzaba para vivir desahogadamente. Por esta razón desplegó todo su esfuerzo como guionista y comenzó a desarrollar series potentes en Spirou: desde las grandes aventuras en las selvas de América del Sur del explorador Kim Devil (dibujadas por Gérald Forton), que comenzaron en 1953 para desarrollarse a lo largo de cuatro episodios; pasando por las aventuras de La Patrouille des Castors (La Patrulla de los Castores), una de sus series más conocidas, que narra las aventuras e investigaciones de un grupo de scouts, dibujada por MiTacq (Michael Tacq), a partir de 1954; y terminando con la apasionante biografía, muy detallada, del piloto de correo aéreo Jean Mermoz, chevalier du ciel, que Victor Hubinon dibujó a partir de 1955.
Jean-Michel y Christine durante su viaje de novios en Suiza, en 1953.
Troisfontaines había convencido a la familia Dupuis para que emprendiese un nuevo proyecto de publicación: Risque- Tout (Sprint para los flamencos), una revista orientada a un público un poco más adulto que el lector habitual de Spirou. Para la ocasión, sus mejores dibujantes realizarían aventuras más cortas de sus principales series. La idea no fue del gusto ni del interés de algunos de ellos, entre los que se encontraban Jijé (referente para muchos dibujantes de la época) y el propio Charlier. Estos creían, con razón, que era una pena desperdiciar en tan pocas páginas ideas que merecían un desarrollo más extenso. Para acabar de propiciar aquel clima algo enrarecido, el jefe de la World’s Press confió la redacción de la nueva revista a Maurice Rosy, profesional seleccionado de entre los nuevos redactores que los Dupuis utilizaban en Spirou. Rosy era además amigo de Yvan Delporte, que acaba de ser nombrado redactor jefe de Spirou. La distancia que separaba el carácter anárquico de este último y el estilo de respetable hombre de negocios de Troisfontaintes era abismal. Al cabo de cincuenta números terminó la corta vida de Risque-Tout, en medio de una indiferencia generalizada.
Sin embargo, la energía puesta en el proyecto por Troisfontaintes acabó por desestabilizar a la mayor parte de
los dibujantes y guionistas que trabajan para la agencia, especialmente a los que hace ya tiempo se preguntaban por su futuro y no estaban contentos con sus condiciones de
trabajo: sus nombres apenas se mencionaban, no existían los derechos de autor y los salarios seguían siendo muy bajos, por poner algunos ejemplos. Esto
llevó a los profesionales de la agencia a formar una especie de sindicato de dibujantes y guionistas que exigía, al menos, que se regulase su profesión y
que pudieran ejercerla con determinadas garantías. El 10 de enero de 1956 fue convocada una reunión en la trastienda de un café de Bruselas, donde los
reunidos firmaron conjuntamente una lista de reivindicaciones. Esa misma tarde, dos de los firmantes denunciaron el hecho a sus editores, haciendo recaer las culpas sobre Eddy
Paape, Gérald Forton y René Goscinny (curiosamente, los tres personajes menos rentables en esa época), que serían despedidos a la mañana
siguiente. Como respuesta a esta decisión arbitraria, el 14 de enero, Charlier escribió una carta a Troisfontaines en la que precisaba que, de no cambiar su
decisión, él, Albert Uderzo, Sempé, Michael Tacq y Victor Hubinon, todos firmantes del manifiesto original, se consideraban igualmente expulsados en
solidaridad con sus compañeros. Troisfontaines modificó su postura respecto de los dos primeros, pero se mostró inflexible en lo concerniente a Goscinny.
Como consecuencia, Uderzo y Charlier decidieron dejar sus empleos.
Fragmento del documento mencionado con las firmas de
los autores.
Afortunadamente, los tres autores despedidos contactaron con Jean Hébrard, antiguo jefe de publicidad de World’s
Press, que por entonces se ocupaba de los anuncios en Bonnes Soirées. Este les propuso la creación de una sociedad formada por dos agencias,
ÉdiFrance para la publicidad y ÉdiPresse para la edición y publicación, de las que él sería el administrador. Hébrard acababa de
heredar un gran café situado en el número 2 de la calle de la Bolsa, en París, e inicialmente, la nueva agencia se instaló justo encima. Una de las
primeras iniciativas de los cuatro emprendedores fue negociar con Yvan Chéron, con quien las relaciones eran muy cordiales, el relanzamiento de la revista
Pistolin, cuyo patrocinador era la marca de chocolates Pupier. Charlier y Goscinny fueron redactores en jefe de la publicación hasta el cierre de la misma en
1958. Charlier propuso para ella series ya creadas como Tiger Joe y Belloy, a la vez que creó nuevas como Rosine, petite fille modèle
(Rosine, pequeña niña modelo), dibujada por Martial. Fue una obra dirigida al público femenino con la que Charlier practicó, por primera y casi
última vez, con el género humorístico.
Plancha de esta
serie dibujada por Martial y publicada en Pistolin entre 1955 y 1958. Página publicada en el número 39, en 1956.
A lo largo de 1957, los autores mencionados trabajaron en dos proyectos que no llegaron a cuajar. El más interesante fue probablemente Le Supplement illustré, un suplemento de cómics en gran formato similar a los de la prensa estadounidense de la época, del que se llegó a lanzar un número cero. En él participaban autores de la talla de Franquin, Morris, Peyo, Jijé, Will, Sempé o Gal. Desgraciadamente, el proyecto no cuajó debido a que los repartidores de prensa se negaron a introducir el suplemento dentro de los periódicos de manera gratuita. El otro proyecto fue la revista Radio-Télé, una mezcla de artículos de fondo y parodias, para cuya realización les contrató Radio Luxemburgo y de la que también se llegará a producir un número cero.
Buscando nuevas salidas comerciales, Charlier, en una de sus visitas a Bruselas, se encontró con André Fernez, editor en jefe de la revista Tintin, que le sugirió que escribiese novelas para el semanario de Editions du Lombard, contratando además a su compañero Goscinny para realizar historias cortas. De esta manera, Charlier vio publicadas sus dos primeras novelas, firmadas como Michael Philippe: Pile ou face (ilustrada por Raymond Reding) y Le Monstre des Wambuls (ilustrada por René Follet). Más adelante, utilizando ya su propio nombre, escribió las aventuras del capitán de goleta Marc Larcher en Les Samuraïs du soleil noir. También fue autor del serial Tempête á l’Ouest, entre julio de 1958 y marzo de 1959.
A pesar de las desavenencias con Troisfontaines y la editorial Dupuis, Charlier seguía escribiendo con regularidad los guiones de Buck Danny y La Patrulla de
los Castores, aunque sin incluir su firma. De esa época, Kim Devil fue la única serie que abandonó. Por si fuera poca actividad, Charlier
también concibió dos nuevas series. La primera relataba las andanzas medievales de Thierry le Chevalier, que ponía su espada al servicio de Ricardo
Corazón de León para redimir los pecados de su padre. La serie sólo contó con la firma de su dibujante, el español Carlos
Laffond, y fue realizada entre 1957 y 1961. La segunda, más longeva, se publicó entre julio de 1958 y noviembre de 1967, sobre un reportero que iba recorriendo el
mundo en busca de noticias, Marc Dacier. Fue dibujada por Eddy Paape y consistió en trece aventuras (tres grandes sagas y seis aventuras aisladas).
Plancha de Marc
Dacier, dibujada por Eddy Paape.
Hoy en día puede parecer extraño que Charlier se conformase con que su nombre se mencionara de forma esporádica en las páginas que realizaban los dibujantes, pero es que en esta época era algo bastante habitual. Muchos guionistas nunca fueron mencionados ni siquiera en los títulos de las series que escribían, simplemente porque el propio concepto de guionista de tebeos todavía no existía. El negocio estaba dominado por los editores, que los ignoraron, ya que no deseaban tener múltiples interlocutores con los que trabajar, además de tener que molestarse en gestionar un proceso laborioso y costoso como es el de la creación de tebeos. Así, durante esta época, el editor lo resolvía todo tratando directamente con el dibujante; si éste necesitaba un guionista, debía pagarlo él mismo.
Si echamos cuentas, en 1958, Charlier realizaba simultáneamente unas ocho series: las cuatro que escribía para Spirou (Buck Danny, Le Patrouille des Castors, Thierry le Chevalier y Marc Dacier) y las que escribía para Édiprese (Belloy, Rosine y otras de menor entidad). Esto le valió por esta época el apodo de “Tape-dur” porque podía mantener una conversación mientras comía, sin dejar de utilizar su máquina de escribir.
En 1958, Jean Hébrard presentó a los emprendedores Charlier, Goscinny y Uderzo a François Clauteaux, responsable de comunicación de la casa L’Oréal desde la posguerra. Clauteaux tenía importantes contratos de publicidad, especialmente con Radio Luxemburgo y soñaba con crear una especie de Paris-Match para jóvenes. Radio Luxemburgo era una de las emisoras de radio más importantes del momento, en una época en la que la televisión todavía no se había desarrollado de manera importante. La emisora quería crear un diario que sirviera de complemento a sus emisiones de los jueves por la tarde, las destinadas a la juventud, y para ello estaban buscando un equipo capaz de realizar esta revista. Los tres autores aceptaron de inmediato, con Clauteaux como redactor jefe. El primer título en el que se pensó para el lanzamiento fue Champion, debido a que uno de los programas para jóvenes que emitía Radio Luxemburgo se llamaba así, pero finalmente Clauteaux eligió Pilote como título.
Si dejamos a un lado Asterix, el gran atractivo de la revista Pilote recaía en las series de Charlier.
Reproducción de las primeras planchas de cada una de ellas publicadas en el número 1.
Inmediatamente, todos se pusieron a trabajar en una primera maqueta. Para ello se sirvieron de sus experiencias con Le Supplement illustré y Radio-Télé y así, durante la primera mitad de 1959 realizaron varios proyectos de números cero. Clouteaux aportó una cuarta parte del capital inicial (además de un importante contrato de publicidad en la radio), Renè Ribière y Charles Courtaud, director y administrador del diario Centre-Republican, respectivamente, invirtieron otro cuarto; la emisora Radio Luxemburgo contribuyó con una aportación similar; y Charlier, Goscinny y Uderzo aportaron la cuarta parte restante.
El primer número de Pilote salió a la calle el 29 de octubre de 1959. En él Charlier estrenó tres nuevas series: las aventuras del piloto Michel Tanguy (dibujadas por Uderzo), el pirata Barbe-Rouge (dibujado por Hubinon) y el mochilero Jacques Le Gall (dibujado por MiTacq). La revista contaba con treinta y dos páginas en gran formato (36,5 x 26,5 cm.) y llevaba como subtítulo la frase: “le grand magazine ilustré des jeunes”. En ella, su director, Hébrard, presentaba la serie Astérix de Uderzo y Goscinny, guionista también autor en estas páginas de los textos de las historias de Petit Nicolas, ilustradas por Jean-Jacques Sempé. Con una operación de promoción sin precedentes, la misma tarde de la salida de su primer número se vendieron los trescientos mil ejemplares de que constaba la tirada.
A comienzos de 1959, Charlier volvió a trabajar oficialmente para Dupuis y World Press, aunque ya nada volvería a
ser como antes, porque aquellos empresarios aún creían que Charlier fue quien trató de crear un sindicato autónomo de guionistas y dibujantes junto
con Goscinny y Uderzo. No les importaba que Charlier hubiera estado trabajando todo este tiempo en series como Buck Danny o Le Patrouille des Castors,
verdaderos pilares de Spirou; al contrario: los Dupuis no veían con buenos ojos el que Hubinon y Mitacq estuviesen ilustrando los guiones de Barbe-Rouge
y Jacques Le Gall en Pilote. Por si esto fuera poco, la otra creación de Charlier para Pilote recordaba a Buck Danny (Tanguy y
Laverdure no dejan de ser pilotos militares, al fin y al cabo). Menos mal que no sabían que Charlier también trabajaba por entonces, anónimamente, en
la serie Dan Cooper, de Albert Weinberg, compañero de los viejos tiempos de World’s Press. Tres de sus episodios (Duel dans le ciel, Coup
d’audace y L’Escadrille des Jaguars) cuentan con sus guiones. Estos episodios fueron publicados entre 1959 y 1961 en la edición belga de la
revista Tintin, el competidor por excelencia de Spirou.
PLancha de La patrouille des castors dibujado por
Mitacq para Spirou.
Cualquiera de los motivos anteriores nos sirve para entender las duras críticas de Charles Dupuis a los guiones de Charlier, especialmente a los de Le Patrouille des Castors. Dupuis animó a MiTacq para que continuara la serie en solitario. Éste, sin embargo, llegó a un acuerdo con Charlier para disponer de libertad absoluta para realizar los guiones a cambio de hacer viajar a sus personajes por el mundo, ya que, según MiTacq la serie se le estaba haciendo monótona y tenía necesidad de unas mayores dosis de exotismo. Obviamente, para el escritor de Kim Devil o Tiger Joe, esto no supuso problema alguno, y por esa razón el episodio Sur la piste de Mowgli está ambientado en la India o Le secret des Monts Tabou sucede en África Central.
Así pues, Charlier continuó con sus series en curso en Spirou, proponiendo incluso alguna nueva, como Simba Lee, un cazador de animales salvajes,
dibujada por un alumno de Jijé, Herbert Geldhof, publicada entre 1960 y 1961. No obstante, Charlier fue dedicando cada vez menos tiempo a este semanario, ya que su
redactor jefe, Delporte, fue primado las series de humor en perjuicio de las de carácter realista. En Pilote, esta dicotomía se resolvió de otra
forma: la relación de amistad entre Gosciny y Charlier permitó que sus capacidades se complementasen, posibilitando así el espacio necesario para acoger
nuevos e importantes autores en el seno de la revista: Marcel Gotlib, Jean-Claude Mézières, Pierre Christin, Fred, Jean Giraud, Guy Vidal, o Annie Goetzinger son
sólo una muestra de ese talento.
Charlier visto por Gotlib.
El éxito de esta revista no pasó desapercibido para nadie, y comenzaron a operarse maniobras desde el exterior para tratar de hacerse con su control. Su propia distribuidora les hizo malas jugadas, como la de retener las devoluciones de los ejemplares no vendidos durante varios números con el objeto de hacer creer a la editorial que debía aumentar la tirada para, a continuación, devolverlos todos de golpe. Pilote aguantó el tirón, pero comenzó a tener problemas: Clateaux se vio obligado a abandonar la sociedad y su puesto como redactor jefe por motivos personales; Renè Ribière y Charles Courtaud sufrieron en su negocio de prensa editorial un tremendo acoso de la competencia que les hacía el periódico La Montagne y eso les obligó a deshacerse de todo su capital en Pilote. Después de algunas negociaciones fue el poderoso editor Georges Dargaud quien se hizo con el control de la sociedad, y como primera medida realizó una ampliación de capital que era imposible de superar por los tres autores con acciones, que se vieron obligados a vender su parte. A finales de 1960, Dargaud se convirtió en el propietario de Pilote, cuya sede se trasladó al nº 31 de la rue du Louvre. Dargaud nombró a Charlier y a Goscinny redactores jefe, y además les confirió la responsabilidad editorial de la revista Record, publicación de la editorial católica Maison de la Bonne Presse, con la cual Dargaud se había asociado para el lanzamiento de una nueva revista mensual para jóvenes. En su primer número, de enero de 1962, Goscinny presentó a Iznogud, serie con dibujos de Jean Tabary.
Con ocasión del segundo aniversario de Pilote, en el nº 105, del 25 de octubre de 1961, fue lanzado un especial centrado en Radio Luxemburgo. En este
número, Charlier presentó una nueva creación, el reportero Guy Lebleu, dibujada por Raymond Poïvet, del que se serializaron siete episodios en
la revista hasta 1967. La actualidad era el acicate para hacer viajar a este periodista por Cuba, Moscú, Pekín o el Sáhara.
Otra serie de Charlier inédita en España: Guy
Lebleu.
En junio de 1962, Charlier realizó para Pilote un reportaje sobre un nuevo avión cohete llamado X-15. El autor recibió una invitación de Fuerza Aérea para visitar, junto con otros periodistas franceses, las bases aéreas y espaciales de los Estados Unidos. Viajó a Cabo Cañaveral (que todavía no se llamaba Cabo Kennedy), a la base aérea de Brooks (Texas), donde vio la cápsula que transportaría luego a John Glenn, y a la base Edwards, en pleno desierto de Mojave, lugar donde reside todo el material secreto de la Fuerza Aérea. Allí, Charlier, junto con sus compañeros de comitiva, fueron los primeros europeos en ver volar al famoso X-15, un avión cohete que se lanzaba desde un B-52 a 20.000 metros de altura y alcanza los 70.000 metros en noventa segundos, hasta acabar posándose en un lago petrificado. Aquel día, sin embargo, el aparato falló y casi se estrelló en el descenso. Un poco más tarde, Charlier pudo entrevistar a un joven piloto llamado Neil Armstrong. Obviamente, toda esta información sirvió como documentación de base para futuros episodios de Buck Danny.
Durante estos viajes, Charlier descubrió el Oeste americano, algo que le deslumbró. Obviamente, cuando regresó a Europa ya tenía la firme idea de escribir un western. Así, en 1963, comenzó la serie que sería su mayor éxito, Lieutenat Blueberry. Basándose en trabajos anteriores construyó el primer ciclo de aventuras del personaje, Fort Navajo, para lo cual abordó a su amigo Jijé, especialista en este género, que en aquel momento se encontraba desbordado por su trabajo. Por eso le recomendó a un prometedor joven llamado Jean Giraud y, el cual, salvo por algunas partes del primer ciclo en las que Jijé echó una mano, y por la ayuda de Michel Rouge en el episodio La Longue Marche en 1980, sería el responsable de los veintitrés álbumes de Blueberry escritos por Charlier. Sin duda, ambos darían los mejor de sí mismos en esta serie.
Charlier y Giraud,
un tándem
irrepetible.
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En paralelo a esta fértil actividad, Charlier continuaba trabajando de manera clandestina para Spirou con el fin de no contrariar a Dargaud, que le exigía exclusividad. El guionista trabajaba con un ritmo enfermizo, simultaneando una gran cantidad de series y creando nuevas, como la iniciada en 1964 Les Aventures de Marco Polo, en esta ocasión en colaboración con su amigo Octave Joly. Charlier conocía a este dibujante desde los tiempos de World’s Press, y con él había colaborado en Les Belles histories de l’oncle Paul. La agencia World Presse, dirigida aún por Troisfontaines, seguía intermediando con Dupuis para nutrir Spirou, pero esto cambió entre 1967 y 1968 debido a la determinación del dibujante de La Patrouille des Castors, Michel Tacq. La agencia venía cobrando desde 1954 un 20% de los derechos de autor que le correspondían al dibujante y Mitacq decidió poner su caso en manos de su abogado para exigir una mejora de estas condiciones. La situación fue volviéndose de su parte, y , así, en marzo de 1968 las relaciones contractuales entre la agencia y los autores quedaron rotas para siempre. De hecho, desde ese momento, la World’s Press abandonó la producción de historietas y Troisfontaines se dedicó a invertir en terrenos e inmuebles en la costa española (concretamente, en Jávea). Luego se compraría una isla en las Bahamas y llegaría a producir alguna película.
Por esta época, en plena transformación de la sociedad francesa, los temas propuestos por Charlier comenzaban a estar fuera de lugar porque no conectaban con la juventud. Por esta razón, y a petición del editor, sus tres series de más éxito en Dargaud (Tanguy et Laverdure, Barbe-Rouge y Blueberry) gozaron de una serie de episodios inéditos enmarcados en la juventud de sus protagonistas, para los cuales contaron con sus dibujantes habituales (Jijé, Hubinon y Giraud). Charlier trató de concentrar todas las bondades de la serie en estos episodios de escasas páginas destinados al nuevo suplemento trimestral Superpocket Pilote.
El punto de inflexión de la aludida transformación lo marcó la “revolución” de un grupo de dibujantes comandado por Philippe Druillet y el propio Giraud, que se pusieron en contra de Charlier y, muy especialmente, de Goscinny. Este último llevó esta circunstancia especialmente mal, afectándole profundamente porque sus compañeros les acusaron de ser representantes de la dirección y les exigían a ellos un contenido más adulto para la revista, mayores libertades gráficas para los dibujantes y de contenido para los guionistas. El resultado fue la deserción de Pilote de artistas tan carismáticos como Gotlib, Mandryka, Brétecher, Giraud y Druillet, entre otros, que acabarían fundando su propia editorial (pero esta ya es otra historia).
Cuando la redacción de Pilote fue trasladada al extrarradio de Paris, a Neully-sur-Seine, el ambiente de trabajo ya era completamente diferente al de sus inicios. Charlier se sentía como un empleado más de una revista cualquiera, que recibía las páginas elaboradas por un dibujante y que entregaba el cheque correspondiente sin tener ningún contacto adicional. Por eso, en octubre de 1972, dimitió de su cargo de redactor en jefe. Al poco, Dargaud le nombró director literario de sus ediciones.
Charlier, responsable editorial, guionista y realizador de televisión
El 16 de septiembre de 1967 se estrenó en la cadena de televisión ORTF (hoy en día TF1) el primer episodio
de Chevaliers du ciel, la adaptación televisiva de Tanguy et Laverdure, interpretada en su papel estelar por Johnny Hallyday. Constaría de tres
temporadas de 39 episodios de 26 minutos, todos con guión de Charlier. Tuvo bastante éxito comercial y se vendió bastante bien en el extranjero.
Contó con apoyo de la Aviación francesa, que en particular permitió la utilización de la base aérea de Dijon para el rodaje de la serie, en el
que abundaban los exteriores. Este sería el comienzo de una larga relación de Charlier con el medio televisivo.
Los actores de la serie televisiva mostraban un gran parecido con los héroes de
papel. En la ilustración: Christian Marin encarnando a Laverdure.
A pesar de que la televisión le abrió las puertas, descubriendo en él una nueva pasión, el guionista no abandonó completamente los cómics, si bien su producción se ralentizó notablemente. Mientras Goscinny dirigía la revista Pilote, Charlier se ocupó de la edición de los álbumes, actividad que dejó a finales de 1972. Su distanciamiento con Dargaud era ya evidente, porque, según declaró: “El problema de Georges Dargaud, es el de tener que aumentar cada año sus cifras de producción[6]”. El guionista cortó los lazos con Pilote sin ningún remordimiento, pero continuó colaborando con Spirou con algunos episodios de Buck Danny y Le Patrouille des Castors. Esta última serie la abandonó en el curso del episodio Prisonniers du large, en 1979, porque: “En un momento dado, ya no sentía nada por esta serie, porque el movimiento scout me parecía algo realmente muy anticuado, radicalmente diferente de lo que yo había conocido y amado[7]”.
La última creación de Charlier para Pilote fue un western: Jim Cutlass, dibujado por Giraud. La cantidad de trabajo del dibujante (y de su alter-ego Moebius) por entonces no le permitiría retomar la serie hasta mucho mas adelante, ya con Christian Rossi como dibujante. Dentro de Spirou, Charlier trató de relanzar las aventuras de Marc Dacier, poniéndolo al día con los dibujos del catalán Alberto Aldomà Puig, cuyo estilo se alejaba demasiado del de Eddy Paape, por lo que la nueva serie pasó a titularse Brice Bolt. Sólo terminaron una aventura distribuida en dos partes, en la que la misión de este aventurero se desarrollaba en un atolón del océano Pacífico donde debía verificar la existencia de unos cangrejos gigantes que aterrorizaban a la población.
Los guiones de Charlier para la televisión le obligaron a abandonar sus series de cómic menos rentables.
Escribió estos seriales para la pequeña pantalla: La Mar est grande (1973), Cap sur l’aventure (1974), Les Diamants du président
(1978) o Le Fou du désert (1983), entre otros. También se especializó en series de documentales que revisaban los grandes acontecimientos del
siglo XX, como Les Dossiers noirs (1975), Les Grandes Enquétes de TF1 (1981) o Services secrets (1989). Además de sus actividades
audiovisuales, Charlier publicó una serie de libros en diversas editoriales en los que relataba alguno de los reportajes que realizó en el pasado. Como
anécdota cabe señalar que actuó como Comisario de División en la película de Alain Resnais Stavisky (1974), protagonizada por Jean-
Paul Belmondo, aunque su papel carecía de diálogo.
Versión en libro del dossier noir sobre
Stavisky.
Desde 1976, Charlier también fue reclamado por la sociedad Ifford, ahora propietaria de la versión francesa del semanario Tintin, para ser su redactor jefe. Aunque inicialmente rechazó la oferta, la aceptó cuando se le permite constituir un nuevo equipo de redacción. Así, a partir de octubre, los lectores de Noueveau Tintin pudieron disfrutar de series tránsfugas de Pilote como Blueberry, Achille Talon (de Greg), Bob Morane (de Vance y Henri Vernés), Lucky Luke o Mac Coy (de Antonio Hernández Palacios y Pierre Gourmelen). Sin embargo, esta revista estaba lastrada por un acuerdo con Le Lombard, el editor belga de Tintin. El semanario francés estaba obligado a publicar el 75% del material de la edición belga pero Charlier no dejaba de rechazar series que no le parecían suficientemente buenas, y nunca sobrepasaba del 40% de lo estipulado. El editor belga exigió entonces que se cumpliesen los términos de su contrato, lo cual desanimó a Charlier porque para ver publicado lo que él deseaba tenía que transcurrir al menos un año. Finalmente, perdió el interés y no renovó su contrato en 1977.
Al año siguiente, el guionista entró en contacto con los responsables de Koralle Verlag, filial del potente grupo de prensa alemán Axel-Springer-Konzerns. Este grupo poseía una revista bimensual llamada Zack, cuyo material de provenía casi exclusivamente de Spirou, Tintin y Pilote, pero sus responsables habían decidido producir material propio también para un semanario titulado Super As, el cual sería el nuevo hogar de Blueberry, Tanguy e Laverdure y Barbe-Rouge.
En 1979 realizó la adaptación para Spirou del serial televisivo Les Diamants du président, cuyo guión era del propio Charlier,
rebautizándo como Michel Brazier. Para esta adaptación fue escogido el dibujante de la serie Rahan, André Chéret, con quien el
autor hacía tiempo que deseaba colaborar. El personaje era un aventurero y antiguo mercenario implicado en el tráfico de diamantes en Sudáfrica que iba
dando tumbos de un país a otro. La idea era que la serie de televisión y el tebeo se ofreciesen a la vez, y se llegó a publicar el primer episodio conjunto
(de un total de cinco planificados), pero desgraciadamente esa será su última participación en Spirou debido a que Buck Danny se suspendió
por causa de la muerte de Victor Hubinon. De mala gana, Charlier abandonó esta nueva serie, que nunca sería terminada.
Portada de Spirou con el personaje Michel
Brazier.
Charlier también había pensado en adaptar sus Dossiers noirs al cómic, para Éditions Glénat, escogiendo para ello a los españoles Florenci Clavé (con quien Charlier ya había trabajado) y Alfonso Font, pero el proyecto no llegó a concretarse lo suficiente. Mejor suerte corrió la serie Los Gringos, dibujada por el también español Víctor de la Fuente. La serie, ambientada en la revolución mejicana de Pancho Villa, narraba las aventuras de un mercenario especialista en explosivos y un piloto de aviación un tanto dandy obligado a seguirle contra su voluntad. Este fue uno de los proyectos que no llegaron a ver la luz en Nouveau Tintin y que Charlier recuperó para Super As. Tuvo tiempo de escribir dos episodios para esta publicación, quedando a medias uno tercero que terminaría Guy Vidal. La mediocridad de Super As fue el desencadenante de su cierre en 1980. Desde entonces, las publicaciones de Charlier vieron la luz directamente en álbum gracias a la joven editorial belga Novedi.
Otras series exigían relevo por esta época. Para continuar Tanguy et Laverdure tras de la muerte de Jijé, Charlier escogió a Patrice Serres. Para Barbe-Rouge el escogido fue Laurent Gillain, que trató de reemplazar a su padre, al que asistía desde algunos episodios atrás. Sin embargo, el resultado no era del agrado de Charlier, por lo que la siguiente opción fue el veterano Christian Gaty, dibujante del estudio de Raymond Poïvet, cuyo resultado tampoco acabada de convencer a Charlier. Por ese motivo, Charlier acabó escogiendo a Patrice Pellerin para continuarla. Este nuevo ciclo, de corte todavía más realista, iba destinado a lectores más adultos, resultando de un altísimo nivel. Pellerin, un enamorado de la Edad Media, intentó convencer a Charlier para crear una nueva serie ambientada en esta época, pero el proyecto no saldría adelante por falta de tiempo.
El caso de Buck Danny fue difícil de resolver. Para suceder a Hubinon, Charlier contactó con una gran cantidad de dibujantes e ilustradores, incluyendo al mismo Patrice Serres. Ninguno de estos le convencía. En un primer intento, se apoyó en Daniel Chauvin, el veterano asistente de Jijé, pero el elegido resultó ser Francis Bergése, dibujante de las portadas de los integrales que estaba realizando Dupuis. También pensó el guionista en continuar La Jeunesse de Blueberry con otro dibujante que pudiese dedicarle tiempo de verdad. François Corteggiani (que sucedería a Charlier en esta serie) propuso al neozelandés Colin Wilson, que fue quien finalmente retomaría los dibujos. Esta nueva etapa de la serie fue publicada por primera vez en el diario France-Soir.
Charlier también escribió guiones en los ochenta. Logró obtener un contrato con la firma Canada Dry
para la realización de una nueva serie titulada Le Privé que narraba las investigaciones del detective privado norteamericano Chuck Dougherty contra una
secta maléfica. Aunque le gustaba el joven dibujante designado para realizarla, Jacques Armand, contactó con Alexandre Coutelis a través de Jean Giraud
porque sus dibujos encantaron a Charlier y sería Coutelis quien se hizo cargo. L’ Ange de la mort fue la única aventura publicada, serializada entre
1985 y 1986 en la revista mensual para adultos L’êcho des Savanes. Inmediatamente, Jean-Michel propuso a Coutelis para reanimar Tanguy et
Laverdure. Sin embargo, Charlier tardaría dos años y medio en acabar el guión de esta aventura.
Retrato de Charlier
realizado por Coutelis para el episodio de Tanguy et Laverdure "Survol
interdit".
Con Jacques Armand desarrolló una nueva serie, una historia contemporánea sobre el mar y los barcos. Charlier contactó con Jean-Claude Forest, redactor jefe en esa época de la revista Okapi, de Ediciones Bayard, para publicar el primer episodio de Ron Clarke, ambientado en el Mar de China, territorio bien conocido por Charlier. Pero su curso se vería interrumpido por la muerte del guionista, teniendo el dibujante que terminar la última página de la historia. Fue publicada en Okapi poco después de la desaparición de Charlier.
Aquejado de una enfermedad cardiaca que padecía desde hacía tiempo, el 10 de julio de 1989, Jean-Michel Charlier murió en un hospital a la edad de 65 años.
Bibliografia sobre Charlier:
Jean-Michel Charlier vous raconte... , de Gilles Ratier, 1ª edición, Le Castor Astral, 2013.
Jean-Michel Charlier. Un réacteur sous la plume, de Guy Vidal. Dargaud Éditeur, 1995
Schtroumpf / Les Cahiers du la bande desinée nº 35: Victor Hubinon. Ed. Glénat, enero de 1978.
Schtroumpf / Les Cahiers du la bande desinée nº 37: Jean-Michel Charlier. Ed. Glénat, abril de 1978.
René Goscinny. La première vie d’un scénariste de génie, de Aymar du Chantenent y Christian Marmmonier. Éditions de La Martinière, 2005. Traducción española: René Goscinny. Los primeros pasos de un guionista genial. Norma Editorial, 2007.
Yellow Kid. Estudios de la historieta nº 1 (monográfico sobre Charlier, de varios autores). Gigamesh, 2001.
El canon de los comics. Ignacio Vidal-Foch y Ramón de España. Ediciones Glénat, 1996
Del tebeo al manga. Una historia de los cómics. Vol. 8: Revistas de humor infantiles y juveniles. VV AA, con coordinación de Antoni Guiral. Panini España, 2011.
Del tebeo al manga. Una historia de los cómics. Vol. 9: Revistas de aventuras y de cómic para adultos. VV AA, con coordinación de Antoni Guiral. Panini España, 2012.
Son muy esclarecedores los textos de introducción que contienen los volumenes de las ediciones integral que está publicando actualmente Dupuis. Sus autores son Patrick Gaumer en el caso de Buck Danny (existe versión en castellano publicada por Ponent Mon) y Gilles Ratier en el caso de La Patrouille des Castors. Lo mismo sucede con los integrales de Barbe-Rouge publicados por Dargaud, con textos de Jacques Pessis y Gilles Ratier.
• http://www.jmcharlier.com (web de Jean-Yves Brouard en línea desde 2004)
• www.dupuis.com
• www.dargaud.com
Notas:
[1] Jean-Michel Charlier vous raconte... (Gilles Ratier, 1ª edición, Le Castor Astral, 2013), pag.23. La traducción es del autor del artículo
[2] Declaraciones realizadas a Jean Léturgie y Henri Filippini para Schtroumpf / Les Cahiers de la bande dessinée, nº 35, ed. Glénat, 1978. Traducción de María Serna Aguirre y Fabián Rodriguez Piastri para Buck Danny Integral nº 1 (Ponent Mon, 2012)
[3] En el ya mencionado Schtroumpf / Les Cahiers de la bande dessinée, nº 35, ed. Glénat, 1978.
[4] Así lo indica Patirck Gaumier en la página 19 del dossier que acompaña al Integral nº 2 de Buck Danny publicado en 2011. La traducción es la realizada por María Serna Aguilera y Fabián Rodríguez Piastri para la edición española de este mismo volumen por Ponent Mon (2012)
[5] René Goscinny. La première vie d’un scénariste de génie, de Aymar du Chantenent y Christian Marmmonier, Pag. 164 (Éditions de La Martinière, 2005). Traducción de Lucía Bermúdez para la primera edición española de Norma Editorial (2007).
[6]Jean-
Michel Charlier vous raconte... (Gilles Ratier, 1ª edición, Le Castor Astral, 2013), pag.243. La traducción es del autor del
artículo