KINBERG Y LA ÚLTIMA ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA DE LA SAGA DE FÉNIX OSCURA
HÉCTOR TARANCÓN

Title:
Melodrama, approval and insecurity: Kinberg and the latest film adaptation of The Dark Phoenix Saga
Resumen / Abstract:
De 1976 a 1980 Chris Claremont y John Byrne desarrollaron en los X-Men uno de los arcos argumentales más icónicos de Marvel: La saga de Fénix. Sin embargo, el apabullante poder de Jean Grey, que oscurecía el del resto de los X-Men, junto al genocidio de una raza entera, motivó el castigo letal del por aquel entonces vicepresidente de Marvel, Jim Shooter. No era la primera vez que un personaje importante fallecía, pero sus consecuencias se sintieron durante bastante tiempo, lo que ha motivado diversas adaptaciones, como la reciente X-Men: Fénix Oscura (2019) dirigida por Simon Kinberg, cuya aproximación continúa los patrones limitadores del cómic. / From 1976 to 1980 Chris Claremont and John Byrne developed in the X-Men one of the most iconic storylines of Marvel: The Phoenix Saga. However, the overwhelming power of Jean Grey, that overshadowed the rest of the X-Men, along with the genocide of a race, motivated the deadly punishment from Jim shooter, by then vice president of Marvel. It wasn't the first time that an important character died, but their consequences felt quite after. This has motivated various adaptations, like the recent X-Men: Dark Phoenix (2019), directed by Simon Kinberg, which perspective continues the restrictive patterns of the comic.
Palabras clave / Keywords:
Patrulla-X, Fénix Oscura, Jean Grey, Chris Claremont, Simon Kinberg, Descontrol, Inseguridad, Melodrama, Ensayos sobre cine y cómic/ X-Men, Dark Phoenix, Jean Grey, Chris Claremont, Simon Kinberg, Chaos, Insecurity, Melodrama, Essays about Films and Comics

MELODRAMA, APROBACIÓN E INSEGURIDAD: KINBERG Y LA ÚLTIMA ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA DE LA SAGA DE FÉNIX OSCURA

 

1. «¡Fénix debe morir!»

Las decisiones editoriales son difíciles, pero también suelen ser controvertidas, algunas veces, cuando entra en juego el carisma de ciertos editores en jefe, hay fallos de comunicación en la cadena de producción, o la reacción de los seguidores es especialmente negativa. En el primer caso, ¿qué ocurre entonces cuando proviene de una sola persona? Que es, sobre todo, poco imparcial, como la resolución de Jim Shooter en septiembre de 1980: Jean Grey debía morir.

Shooter, que había nacido en Pittsburg en 1951, y a los catorce años había vendido algunos guiones a DC, lo que le valió el apodo de niño prodigio, había tenido un ascenso rápido en Marvel: en 1976 llegó como ayudante de editor y guionista; ocupó después el cargo de editor jefe, de 1978 a 1981, y por último el de vicepresidente hasta su despido en 1987. Con luces y sombras, su creatividad, combinada con los aires de cambio imperantes entonces en Marvel, obtuvo logros significativos: no solo el éxito de X-Men de Claremont y Byrne, y el Daredevil de Miller, también el concepto de crossover con Secret Wars (Guiral, 2007: 53), hoy en día tan sobreexplotado (especialmente en el cine, donde cada película de Marvel estaba interconectada y tenía detalles que, poco a poco, daban pistas de las gemas del infinito y el enemigo real: Thanos).

En realidad, por lo que respecta a la serie X-Men, la idea de Chris Claremont (guionista de la misma desde agosto de 1975) y John Byrne (dibujante desde diciembre de 1977) fue despojar a Jean Grey de sus poderes. ¿El motivo? La heroína había desarrollado una parte oscura y cósmica que, al mismo tiempo que multiplicaba sus poderes hasta límites inimaginables, le hacía perder su humanidad y descontrolarse hasta buscar la imposición de su autoridad. El hecho de que en uno de esos últimos momentos destruyera un sistema solar y todas sus razas, fue el verdadero nudo de la cuestión: ¿se podía perdonar un genocidio? Para Shooter no, y tras rehacer las últimas páginas, en la portada de la edición se introdujo el famoso título “Phoenix must die!” (¡Fénix debe morir!) (Guiral, 2007: 99).

Número 101 de X-Men (X-1976), con el inicio de la saga.

Sin embargo, ¿había sido una decisión casual? Precisamente, en junio de 1975 se había publicado el nº 1 del Giant-Size X-Men, un tebeo especial con Len Wein como guionista y Dave Cockrum como dibujante, con otra portada icónica: Rondador Nocturno, Tormenta, Coloso, Lobezno, Banshee y Ave de Trueno, la nueva Patrulla X, rompían literalmente con el antiguo grupo, que los miraba sorprendidos. Siguiendo esta renovación, en el nº 101 de octubre de 1976, Byrne y Cockrum le habían otorgado poderes prácticamente inconmensurables a Jean Grey, que tras su primera muerte había renacido como Fénix, tal y como rezaba el título del cómic: “Enter: The Phoenix!” (¡Aparece: El Fénix!). Tales eran sus capacidades, en ese sentido, que hasta había podido derrotar a un antiguo heraldo de Galactus. El problema real, en este caso, vino cuando se convirtió en uno de los personajes más populares: sus habilidades psíquicas eclipsaban al resto del grupo. Para remediarlo, tras ese primer arco (La saga de Fénix, números 101-108), Claremont y Byrne introdujeron más tarde un segundo arco argumental, guiado por el leitmotiv de la pérdida de control de los poderes y la destrucción del sistema solar en el número 135 (julio de 1980), conocido popularmente como La saga de Fénix Oscura, que se desarrolló desde el número 129 (enero de 1980) al 137 (septiembre de 1980).

Los guionistas, de este modo, quisieron limitar al personaje, acción asociada con un esquema expuesto por la teoría de género en numerosas ocasiones, especialmente en su recorrido histórico por Gerda Lerner (2019), pero también por la poeta estadounidense Anne Carson, en su ensayo “Suciedad y deseo: ensayo sobre la fenomenología de la polución femenina en la Antigüedad (2007: 301-335), dentro de Hombres en sus horas libres, del que cabe citar algunos fragmentos:

Los prejuicios sobre las mujeres que sostienen las opiniones de Platón, Aristóteles y los pitagóricos pueden rastrearse en las leyendas más tempranas de los griegos. El mito es también una lógica. En el mito, los límites de la mujer son flexibles, porosos, mutables. Su poder para controlarlos es inadecuado, su atención a ellos poco fiable. La deformación la asiste. Se hincha, se encoge, tiene pérdidas, es penetrada, sufre metamorfosis. Las mujeres de la mitología pierden regularmente su forma para caer en la monstruosidad […] Considera a las mujeres criaturas informes que no pueden o no saben o no quieren respetar sus propios límites, y que son terriblemente propensas a confundir los límites de los otros […] La legislación de Solón no es sino un ejemplo bien conocido de un conjunto complejo de normas que restringían los movimientos y la ropa y las acciones de la mujer, los espacios y gestos y prendas que conformaban su ámbito vital. Todas estas restricciones comparten una determinación semejante: ya que la mujer no se limita a sí misma, debe ser limitada (Carson, 2007: 305, 307 y 316).

La cita es extensa, pero se ofrece así para que el texto original nos sirva para entender los tres momentos cruciales de Jean Grey: como es incapaz de controlar sus poderes, se vuelve monstruosa, sobre todo en las imágenes icónicas en cruz desplegando un ave llameante imponente y aniquiladora. En el cómic, sus ojos se vuelven blancos, la sonrisa es diabólica, perversa, incluso, en las películas sus ojos se vuelven amarillos, hasta oscuros, su forma humana se deforma. Pero no solo eso, su descontrol es también emocional: sus límites son los de su amor por Cíclope, su principal pareja sentimental, que la ama y le da sentido a la vez. Y como nada de lo anterior funciona, llega la previsible limitación, ya explicada anteriormente.

Número 137 de X-Men (IX-1980).

Este asunto, que parece tan evidente hasta aquí, tampoco ha sido muy tratado en estas últimas décadas. De hecho, se podría decir que, durante mucho tiempo, ha pervivido una perspectiva naíf que ha eludido el tema. Se puede ver, por ejemplo, en la introducción de Julián M. Clemente del volumen que publicó Panini en 2010: «¿Qué ocurre cuando un poder de semejante envergadura es pervertido o cae en manos equivocadas? ¿Qué sucede cuando uno de los tuyos se vuelve contra ti? ¿Cuál es el precio a pagar por el culpable de genocidio? ¿Hasta dónde pueden llegar las ansias de justicia? ¿Hasta dónde el amor?» (Clemente, 2010: 4). Las preguntas son abstractas, pasan de largo por las cuestiones específicas (como todo es cósmico y épico, las emociones no tienen cabida, debe primar lo racional, el bien común). Afortunadamente para el presente texto, Clemente no lo puede evitar y patina al final dándonos la razón con la última pregunta: ¿hasta dónde el amor? Ay, el amor, el gran tema de la existencia humana. Aunque los poetas lo habían acaparado durante siglos, tenía que llegar en toda su forma melodramática a la cultura de masas, al cómic. ¿Tendría sentido esa pregunta si la muerte hubiera sido masculina? ¿Hace falta contestar?

El componente amoroso, de hecho, es uno de los pilares de la historia. Volviendo a los acontecimientos del cómic, los tres últimos números son los que aportan, realmente, el tono melodramático de la historia. Jean Grey ya ha sufrido el intento de manipulación de Mente Maestra en el Club del Fuego Infernal (para más información de las connotaciones sexuales, véase: Curtis, 2019). En el número siguiente, el 135, titulado “Dark Phoenix” (Fénix Oscura), Fénix Oscura, con su traje ya rojo y unas facciones mucho menos amables, se libera de su adversario y, en un último intento por reestablecer todo su potencial, consume una estrella destruyendo varios planetas, uno de ellos de la especie D'Bari, proceso que queda descrito de la siguiente manera:

Orbitando la estrella hay un sistema de once planetas. El cuarto está habitado por una civilización antigua y amante de la paz. En el lado diurno planetario, ven primero la luz, la espantosa luz del Apocalipsis, llenando el cielo del horizonte diez minutos después de dejar la estrella asesinada. Muchos que ven esta luz –lo último que verán jamás– se sienten confusos, asustados. Unos pocos, que comprenden al instante lo que ha pasado, tienen tiempo de maldecir el cruel destino o hacer las paces con su Dios. Luego, todos mueren […] Los pocos que están despiertos en el lado nocturno disfrutan de una espectacular y única Aurora Boreal, antes de que la muerte los reclame. Pero la mitad del mundo muere dormido. Son los afortunados. Y, en el centro de la Supernova que ha creado, Fénix Oscura disfruta del poder absoluto que le pertenece. Está en éxtasis. Pero sabe que esto es solo el principio, que lo que siente ahora no es nada comparado con lo que experimentó dentro del gran cristal M'Krann. Anhela esa sensación definitiva… y pagará cualquier precio para recuperarla (Claremont, 2010: 114-131) [las negritas son del texto original; como las páginas del cómic no están numeradas, hemos ofrecido antes las del número en general].

Fénix no destruye una civilización cualquiera, sino que viene a dar, por azares de la vida, justamente con una antigua dedicada a la paz, y el relato incide en los términos aciagos, rozando un patetismo de proporciones míticas que marca un acto sin retorno. Para más inri, el detalle del “éxtasis” nos induce a pensar que lo ha disfrutado, y que volverá a hacerlo para experimentar, de nuevo, esa “sensación definitiva”. Dicho de otra manera, Fénix Oscura no solo acaba de aniquilar a miles de seres vivos: ¡ni siquiera se arrepiente un poco!

Arriba y abajo, dos fragmentos del nº 135 de X-Men, donde Fénix Oscura aniquila a toda una raza.

Debido a esto, en el último número del arco, el 137, titulado “The Fate of the Phoenix!” (¡El Destino de Fénix!), los X-Men son transportados al interior de la nave Shi'ar de la emperatriz Lilandra: como el crimen es cósmico, su juicio también lo será. Sin embargo, para evitar el más que inminente final de Jean, Xavier reta a la emperatriz a un duelo de honor (antes de que se popularizara mucho más con Juego de Tronos), donde los X-Men se enfrentarán a su guardia imperial. La resolución ha quedado postergada, pero la agresividad inicial, y el discurso tajante de los Shi'ar, bien recuerda a los juicios de la Inquisición. Incluso, la referencia insertada por el propio Claremont en el número anterior, cuando Jean visita a sus padres y dice, para presentarse: «¿Y si te digo que la bruja mala del Oeste?», que alude al personaje de El Mago de Oz, a la vez que refuerza ese ambiente polarizado. De un modo u otro, la batalla épica que luego se sucede se va saldando con la derrota de los X-Men, y supone otro de los motivos recurrentes de las adaptaciones cinematográficas: la batalla final tiene que englobar muchas personas, muchas batallas individuales, y efectos y poderes hasta acorralar a Fénix.

Lo curioso, y cabe suponer que se debe en parte a la reescritura acelerada de las últimas páginas, es que la muerte como tal ocupa un espacio muy reducido, casi en segundo plano, y sucede en dos momentos. La primera constatación del desenlace ocurre cuando Jean Grey comprueba que ha perdido el contacto con el resto de los X-Men: solo quedan Cíclope y ella. Así, se esconden y aprovechan para hablar de su relación:

(Cíclope) Hay tantas cosas que quiero decirte, tanto que siento. No… tengo palabras.

(Jean Grey) En lo que a mí respecta, lo que importa son los pensamientos, y los tuyos, como tú… son bellos. Eres un hombre especial, Scott Summers.

(Cíclope) No más especial que la mujer que amo, ¿lista? (Claremont, 2010: 178).

La narración omnisciente de la siguiente página refuerza lo que acabamos de leer: «Érase una vez que había una mujer llamada Jean Grey y un hombre llamado Scott Summers. Eran jóvenes y estaban enamorados. Eran héroes. Hoy, lo demostrarán sin la menor sombra de duda» (Claremont, 2010: 179). Mientras, la guardia imperial se acerca, Fénix Oscura vuelve a renacer con todo su poder, y Xavier se da cuenta de su grave error. Para enmendarlo, anima a los X-Men a usar sus últimas energías para debilitarla (los compañeros que luego la traicionan es otro de los temas recurrentes) y, finalmente, Jean elabora un monólogo final lleno de culpa y nobleza en el que… se suicida o autoinmola, dependiendo de la gravedad con la que se vea.

Para terminar, Cíclope comenta, por si quedaba alguna duda, que Jean Grey lo había planteado desde el principio así, y diferencia entre ambas («De que no podrías convertirte en Fénix Oscura y ser fiel a tu yo, la Jean Grey que conocía y de la que me enamoré»). En ese sentido, las últimas palabras de El Vigilante, un ser cósmico que registra los acontecimientos más importantes de la galaxia, elevan el correcto cumplimiento del deber y lo transporta a ese territorio vacío de emociones, épico: «La Patrulla-X no lo comprendió, y puede que nunca lo haga, pero hoy ha conseguido la que tal vez sea la mayor victoria de sus jóvenes vidas. Jean Grey podría haber vivido para ser una diosa, pero para ella fue más importante morir… como un ser humano» (Claremont, 2010: 185).

Edición española de La saga de Fénix Oscura, con la ilustación de portada del número 136 original.

Más tarde, tras el éxito rotundo de los X-Men, surgieron nuevas colecciones: Excalibur (1987), Lobezno (1988) y X-Factor (1986), que reunía a los cinco integrantes originales: Cíclope, el Hombre de Hielo, Bestia, Ángel y… ¿Jean Grey? Como devolverle la vida podía parecer forzado (que se lo digan al Capitán América en Civil War), en Marvel decidieron reinterpretar el fatal acontecimiento: en enero de 1986, dentro del nº 286 de Los Cuatro Fantásticos, Marvel decidió que Jean Grey nunca había muerto. Una entidad la había preservado de la muerte en una especie de capullo o huevo, y había duplicado todo su físico y recuerdos. Eso sí, nunca volvió a ser lo mismo.

 

2. «Mis emociones me hacen fuerte»

Justamente ahora, se cumple el vigésimo aniversario del arranque de la primera trilogía cinematográfica de los X-Men, con dos películas dirigidas por Brian Synger (X-Men en el año 2000, y X-Men 2 en 2003), que tuvo que ser sustituido en la tercera por Brett Ratner (X-Men 3: The Last Stand, X-Men: La decisión final, 2006), debido a su problemático comportamiento, que hace apenas unos meses salió a la luz (Cinemanía, 2020). Si bien esta serie de películas anticipaba un gran éxito, el fracaso de la tercera, que precisamente adaptaba La saga de Fénix Oscura, hizo que la franquicia mutante quedara un tiempo en el olvido.

Algunos años más tarde, y visto el éxito creciente que despertó Iron Man (2008), dirigida por Jon Favreau, y toda la planificación de The Avengers (Los Vengadores) de Joss Whedon, hasta su estreno en 2012, se decidió darle otra oportunidad a los mutantes relanzando la saga cinematográfica con un elenco más joven y una apuesta, en principio, más arriesgada. Antes del largometraje que nos ocupa se rodaron tres películas con idéntico esquema que la trilogía anterior: X-Men: First Class (X-Men: Primera Generación), dirigida por Matthew Vaugh en 2011, inspirada en el Giant-Size de 1975, dedicada a la rivalidad entre Xavier y Magneto; X-Men: Days of Future Past (X-Men: Días del futuro pasado), dirigida en 2014 por un Bryan Singer que retorna a la franquicia, inspirada de nuevo en los guiones de Claremont, y con Lobezno casi con absoluto protagonismo; y X-Men: Apocalypse (X-Men: Apocalipsis), dirigida también por Singer en 2016, con un villano absoluto a derrotar, Apocalipsis. Si se compara con la de 2006, en esta última el mal está mucho más definido (hay transiciones, pero más cortas, relacionadas con sus cuatro jinetes), pero Singer vuelve a incorporar muchos personajes sin desarrollarlos (O'Hara, 2016), e introduce un antagonista que no luce como tal (ni el vestuario/maquillaje ni la escala humana de Apocalipsis ayudan) (Kenny, 2016).

Cartel alternativo de X-Men: Fénix Oscura (Simon Kinberg, 2019).

El inicio de X-Men: Dark Phoenix (X-Men: Fénix Oscura, 2019) enlaza con el tono épico de las películas anteriores, y nos introduce de lleno en la corrupción superheroica mediante una serie de preguntas en voz en off de la propia Jean Grey: «¿Quiénes somos? ¿Somos simplemente lo que otros quieren que seamos? ¿Estamos destinados a un destino fuera de control? ¿O podemos evolucionar? ¿Convertirnos en… algo más?» (Kinberg, 2019). Para ello, las primeras imágenes nos sitúan en 1975: Jean Grey es una niña que, en un viaje en coche con sus padres, provoca un accidente. Ella solo quiere otra emisora de radio, pero al cambiarla con sus poderes telepáticos, duerme a su madre y crea el fatal desenlace. Esta situación, que no está en el cómic, crea la base esencial de la narración: la semilla del mal ya estaba en Jean Grey desde pequeña al no poder controlar sus poderes, y sobre todo por matar a sus dos progenitores.

Por si el conflicto de identidad y poder no ha quedado claro, en el hospital Xavier le explica a Jean las consecuencias de sus acciones utilizando un tono próximo a la fábula, e introduciendo cierto tono moralista, mediante un bolígrafo (cabe puntualizar que gift, en la versión original, alude en español tanto a regalo como a don):

Simplemente… cógelo, es un regalo. Ahora, puedes elegir entre dibujar un muy buen dibujo con eso, o puedes usarlo para sacarle los ojos a alguien. Pero, de cualquier manera, es solo un bolígrafo. Es solo un regalo. Y lo que elijas hacer con tu don, bueno, eso dependerá totalmente de ti. Pero si quieres usarlo para hacer cosas buenas, bueno, yo te puedo ayudar (Kinberg: 2019).

Tras esto, pasamos a la fachada de la mansión acompañados por la música de Hans Zimmer (uno de los puntos fuertes de la película, ya que los efectos especiales mantienen un nivel bastante bajo). Con una deliberada y algo desequilibrada ambigüedad, Kinberg termina de rematar la cuestión: «(Jean Grey) Es demasiado bonito. Yo… yo rompo cosas. (Charles Xavier) Bueno, ¿qué te parece esto? Si rompes algo, lo que sea, yo puedo arreglarlo». No obstante, como Xavier parece haberse excedido en su papel de mentor, sugiriendo cierto control sobre ella, el guion aclara el posible desajuste: «(Jean Grey) Crees que puedes arreglarme a mí también. (Charles Xavier) No. No, porque tú no estás rota» (Kinberg, 2019). Después, fundido en negro y música inquietante de fondo con el título de la película. ¿Pero entonces está rota? Texto y música sugieren dos cosas bastante diferentes.

X-Men: Fénix Oscura (Simon Kinberg, 2019). Momento previo al rescate del capitán.

Después del título, la acción se sitúa en 1992, cuando el deber reclama a los mutantes: la estación espacial ha perdido el contacto con el transbordador espacial Endeavour. Hank McCoy le dice a Xavier que parece poco probable que el jet aguante la presión atmosférica, pero la llamada del presidente de los Estados Unidos fuerza el rescate. Tras reunir al equipo, antes de subir al avión, Mística intenta tranquilizar a Jean, una de las que más preocupada parece: «Si algo sale mal, daré la vuelta en un abrir y cerrar de ojos» (Kinberg, 2019). En la subida, esta sensación se refuerza con los planos de los rostros consternados de los X-Men. Jean Grey, en cambio, concentra la solemnidad del momento. Detrás está Cíclope, que poco a poco se incorpora hasta apoyar su mano en el hombro de su novia, gesto al que ella corresponde. En muy poco tiempo, la película ha reforzado la inseguridad de Jean desde su propia niñez, el papel protector de Xavier, y ha anticipado de manera algo torpe la muerte de Mística: como soy la única que te he apoyado de un modo fraternal, de igual a igual, luego me matarás.

Volviendo al argumento, la misión va bien, hasta que la tripulación del transbordador comenta que falta el comandante: Mística sabe que es demasiado peligroso, quiere volver. Sin embargo, Xavier insiste, no pueden dejar a nadie atrás: «¿Qué hay de su equipo? Jean podrá mantener el transbordador unido. ¿Puedes, Jean? Sabes que puedes hacer cualquier cosa que te propongas» (Kinberg, 2019). Dudas, momentos de tensión, en un minuto el calor habrá destruido la nave espacial, hasta que Cíclope comenta: «Ella dijo que podía hacerlo». Todo queda claro, y finalmente la mutante se expone a la fuerza de Fénix (representada aquí como una radiación solar) y la absorbe, escena inspirada en el guion original de Claremont. Tras sobrevivir, y ya todos salvados, los mutantes regresan y son recibidos como verdaderos héroes, pero Mística insiste:

(Mística) Nos pusiste en peligro, Charles. Pusiste a esos chicos en peligro.

(Charles Xavier) Ya no son unos chicos, Mística, y me importa su seguridad, tanto como a ti.

(Mística) ¿Estás seguro de eso? Porque estamos tomando riesgos cada vez mayores. ¿Y para qué? Por favor, dime que no es por tu ego. Estar en las portadas de las revistas, recibiendo una medalla del Presidente. Te gusta, ¿verdad?

(Charles Xavier) ¿En vez de ser perseguido y despreciado? Bueno, ya sabes, en realidad sí. Todo es solo un medio para un fin, Mística (Kinberg, 2019).

¿Muere también Mística porque es la única que cuestiona sus verdaderas ambiciones? Además de la aprobación constante (Xavier como mentor, y Cíclope en el amor, apoyan y cuestionan a Jean según el momento), aquí se termina de perfilar otra de las principales líneas narrativas del largometraje: Xavier como una suerte de antihéroe que ha perdido el objetivo original de los X-Men. No obstante, ambos temas se diluyen, y vuelven irregulares, cuando se entremezclan con el aire adolescente, un tanto naíf a veces, de la película. En la fiesta de celebración Jean Grey se va emborrachando cada vez más, de manera que el aumento de sus poderes se asocia con el estado de embriaguez, y la preocupación de Cíclope con la de un novio que no para de preguntar si se encuentra bien. Incluso, más tarde, como la niña que se nos ha sugerido que es, Jean experimenta varias rabietas hacia su mentor por haberle ocultado la verdad.

X-Men: Fénix Oscura (Simon Kinberg, 2019). Jean se enfrenta por primera vez a los X-Men.

Lo que parecía una reinterpretación contemporánea del guion del cómic, y de la olvidable tercera parte de la saga original, se convierte aquí en una mera continuación de todos esos fallos y limitaciones, aderezados con ciertos toques feministas (nobleza obliga, Mística le dice a Xavier que, como últimamente son las mujeres quienes salvan a los hombres, deberían llamarse «X-Women»). De hecho, esta frase motivó bastantes críticas, principalmente porque la historia se centra igualmente en la parte masculina (Mazumder, 2019), y está desconectada narrativamente de todo lo que sucede alrededor, sin evidencias reales de esta afirmación (Dargis, 2019), por lo que cabe situarla como una línea propia del “feminismo de mercado” (McCausland y Salgado, 2019: 294-301).

Kinberg, en lugar de dejarnos ver el desarrollo natural de las emociones, del conflicto de la identidad, y hacer que esto sea común a todos los X-Men, fuerza desde el principio la épica y la visión que vamos a tener de Jean Grey, y se centra en ella, de modo que el resto del elenco orbita y asume las consecuencias que va tomando. Raramente interactúan entre ellos, y como poco sabemos realmente de sus motivaciones, las emociones son planas, sencillas: ira, tristeza, dolor y algún que otro grito desgarrador.

X-Men: Fénix Oscura (Simon Kinberg, 2019). Fénix Oscura y Vuk.

El giro principal viene cuando Jean Grey descubre la verdad: su padre seguía vivo, simplemente se había ocultado porque tenía miedo de la capacidad destructiva de sus poderes, y Xavier se lo había ocultado colocándole unos muros psíquicos cuando era pequeña para, además de ocultar parte de sus recuerdos, limitar sus poderes (como en X-Men: La decisión final). De esta manera, su inocencia adolescente («estoy perfectamente, dejad de preguntarme»), pasando por ese cuestionamiento paterno, se transforma en una rabieta poco desarrollada («me has mentido y ahora voy a arrasarlo todo»). Tanto es así que, sin darle tiempo a hablar con su padre, llegan los X-Men para luchar, batalla que se salda con la muerte de Mística. Ese fallecimiento aumenta la desconfianza de Jean hacia el resto de los X-Men, en ocasiones poco creíble, y motiva que el gobierno (como en la película de 2006) los persiga y encarcele en un tren. Poco se sabe de este cambio en su reconocimiento tan radical: de superhéroes nacionales han pasado a ser fugitivos casi por arte de magia. A su manera, el desarrollo del conflicto de identidad en la esfera pública, sin ningún tipo de restricción, muestra otra diferencia fundamental:

Mientras que los superhéroes son ocasionalmente expulsados de la ciudad, y deben operar fuera del radar gubernamental, algunas superheroínas están obligadas a reinar en su propia alegría de vivir (Hulka), creciente superfuerza (Pepper Potts en Iron Man 3), poder absoluto (Fénix Oscura), o identidad total (Supergirl). Por consiguiente, la identidad secreta puede ser una prisión tanto como una herramienta para la aceptación social [la traducción es mía] (Haile, 2020: 51).

Además, la aparición de Vuk, una superviviente de los D'Bari tomados del cómic, lo único que hace es aumentar el sinsentido: su pueblo busca la energía de Fénix para utilizarla en su propio favor y restaurar su civilización. Si esto era así, entre otras cosas, ¿por qué habían esperado tanto tiempo? La fuerza Fénix había destruido bastante antes su planeta, hecho que reinicia el marcador de muertes: Jean Grey solo mata, por accidente, a Mística. Esa es toda su maldad acumulada. Por eso no es de extrañar, ya en la batalla final, que aunque Jean esté dispuesta a aniquilarlo todo, el acercamiento de Cíclope (que se va desintegrando), la haga recapacitar y decir a Vuk, ya en el espacio lejos de todos, en sus últimos instantes antes de sacrificarse: «Estás equivocada. Mis emociones me hacen fuerte», y ya estaría todo perfectamente entrelazado.

X-Men: Fénix Oscura (Simon Kinberg, 2019). El poder absoluto se refleja por todo su cuerpo.

 

3. Conclusiones: horizontalidad y verticalidad

Como hemos podido comprobar a lo largo del artículo, los fallos e incongruencias del guion de la saga original se vieron acentuados en las dos adaptaciones cinematográficas posteriores. Llevando el melodrama a su punto más álgido, vaciando de verdaderas motivaciones a los personajes, y reforzando la inseguridad en el uso de sus poderes, el largometraje de 2019 ofrece una lectura plana, de ritmo irregular y guion demasiado arquetípico, que la hizo fracasar y cerrar de nuevo su respectiva saga. Desde otra perspectiva, esto se debe a dos factores. El primero, el hecho de que los poderes de Jean dependan de la naturaleza y las circunstancias externas:

Tanto Jean Grey como Tormenta han de aprender que sus habilidades especiales no consisten en explotar las energías –psicoquinéticas, atmosféricas– circundantes, sino en sentirlas y abrazarlas, de modo que el ser vivo y su entorno actúen a modo de sistemas abiertos (McCausland y Salgado, 2019: 113).

Cartel de X-Men: Fénix Oscura (Simon Kinberg, 2019).

El segundo, apuntado por Matt Curtis, comparación cinematográfica incluida, se refiere a la dependencia temporal de Jean Grey consigo misma, y su evolución como mujer (aspecto que se ve sobre todo en la segunda película):

¿Qué diferencias y similitudes podemos encontrar entre el tratamiento de Carrie White en Carrie, y el primer y posterior tratamiento de Jean Grey a lo largo de las sagas de los X-Men? Ambas empiezan siendo unas niñas considerablemente inocentes, pero aisladas, que desarrollan habilidades supernaturales conforme se van acercando a la pubertad. En ambos casos, aunque de una manera convencionalmente atractiva, las jóvenes chicas se enfrentan a diferentes castigos mientras sus poderes crecen, hecho que se alinea con su desarrollo dentro de la feminidad, sexualidad y formas de actuar. Y, al menos inicialmente, ambas son castigadas por su homicida demostración de poder, restaurando las condiciones de la historia a un estado inicial, donde lo que diverge desde ese momento son ellas [la traducción es mía].

Por tanto, la dependencia de Jean Grey no es solo horizontal (con base en lo que tiene a su alrededor, sus compañeros, novio y mentor), sino vertical (su crecimiento como mujer y su relación con los padres), perspectiva que nos permite redefinir el icónico movimiento de Fénix en todo su apogeo: en el espacio (vertical) se expande a lo largo y ancho de este (horizontal), es decir, al igual que puede destruir todo, también es su deber depender de todo.

 

Bibliografía

CARSON, A. (2007): Hombres en sus horas libres, Valencia, Pre-Textos.

CINEMANÍA (2020): «"Creamos un monstruo": así fue el problemático comportamiento de Bryan Singer durante el rodaje de 'X-Men'», disponible en línea el 14-XI-2020 en: https://www.20minutos.es/cinemania/noticias/creamos-un-monstruo-asi-fue-el-problematico-comportamiento-de-bryan-singer-durante-el-rodaje-de-x-men-156755/

CLAREMONT, C. et al (2010): La saga de Fénix Oscura, Madrid, Panini.

CLEMENTE, J. (2010): «El nacimiento de un mito», en Claremont, C., La saga de Fénix Oscura, Madrid, Panini.

CURTIS, M. (2019): «Blood and Fire: Monstrous Women in Carrie and 'The Dark Phoenix Saga'», en Shail, R.; Holland, S. y Gerrard, S. (eds.), Gender and Contemporary Horror in Comics, Games and Transmedia, Bingley, Emeral Publishing Limited.

DARGIS, M. (2019): «'Dark Phoenix' Review: X-Women Power? Nah», disponible en línea el 14-XI-2020 en: https://www.nytimes.com/2019/06/06/movies/dark-phoneix-review.html

GUIRAL, A. (coord.) (2007): Del tebeo al manga: una historia de los cómics. 4. Marvel Comics: un universo en constante evolución, Madrid, Panini.

HAILE, R. (2020): «Wynnona Earp, Supergirl and the Power of Choosing», en Estelle, V. (ed.), Fourth Wave Feminism in Science Fiction and Fantasy. Volume 2. Essays on Television Representations, 2013-2019, Jefferson, McFarland & Company.

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Creación de la ficha (2020): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
HÉCTOR TARANCÓN (2020): "Kinberg y la última adaptación cinematográfica de La saga de Fénix Oscura", en Tebeosfera, tercera época, 15 (23-XI-2020). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 15/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/kinberg_y_la_ultima_adaptacion_cinematografica_de_la_saga_de_fenix_oscura.html