LA BIBLIOTECA DE LOS PATOS. |
Es difícil recomendar esta obra a un lector ocasional.
En esta serie de libros (dos publicados hasta la fecha) de Planeta-DeAgostini se recoge la obra completa de Carl Barks, el más reconocido “autor de patos” de la factoría Walt Disney. Patos que hemos visto editados en España en multitud de ocasiones con relativo éxito, ya fuera en la clásica colección Dumbo de ERSA o en los pequeños Don Miki o Don Donald de Montena, así como en otros títulos de diversas editoriales.
Donald pintando a Barks, que era el que le mejor pintaba al pato.
Permítanme una divagación: La reciente salida al mercado de este título recuerda que es imperativa la necesidad de reediciones. En literatura existe un fondo constante de reediciones de obras clásicas, muchas de ellas a precios asequibles, y este criterio DEBERÍA utilizarse a la hora de publicar historieta. Los considerados clásicos deben preservarse para las generaciones posteriores, siendo asequibles en cualquier momento. No sirve de nada alabar las cualidades de artistas como Alex Raymond, Coll o Vázquez si el lector no puede acceder con facilidad a su obra para poder valorarla, debiendo recurrir por una parte al mercado de venta de segunda mano (o tercera, o cuarta…), cruelmente especulativo, o a los esfuerzos no lucrativos de los hacedores de la digitalización de tebeos. Ninguna de estas soluciones son satisfactorias ni deseables: una por la escasez y el abuso, otra por la ausencia del soporte básico del tebeo, el papel. Pero ¿qué pueden hacer las editoriales ante un mercado de por sí escaso con un material arriesgado y, en muchas ocasiones, objeto de compra únicamente por entusiastas nostálgicos?
Dejaremos aparte el mercado foráneo y nos centraremos en las propuestas que ha aportado hasta ahora el mercado nacional. El clásico cuadernillo de aventuras que tuvo su época de esplendor entre las décadas de 1940 y 1960 gozó de reediciones facsimilares en los años 70 y 80, que tuvieron una buena acogida entre los aficionados si bien estas publicaciones eran meros productos “piratas”, ilegales, sin que los autores cobraran derechos de reproducción por los mismos. Evidentemente, la recuperación de obras no pasa por el usufructo normalizado a expensas de coleccionistas ansiosos de poseer “copias” idénticas de los tebeos de su infancia. A la hora de recuperar clásicos extranjeros, en España se ha optado por varias alternativas. Una de ellas, la selección de las etapas o arcos argumentales más reconocidos, como hizo Zinco con la colección Clásicos DC o Forum con Clásicos Marvel (y no, no aportaré ninguna nota de sarcasmo sobre la originalidad de los títulos escogidos). Los comic books norteamericanos también han disfrutado en este siglo de recopilaciones más compactas y fidedignas (véanse los casos de la Biblioteca Marvel de Forum / Panini o de –otra vez- Clásicos DC de Planeta-DeAgostini), si bien de ha tenido que optar por el cambio de formato para obtener cierta rentabiliadad: menor tamaño, uso del blanco y negro cuando el material original era en color… Como se argumentó en su día, era “Eso o nada”.
Los clásicos norteamericanos de las décadas de los 1930 y 40 han disfrutado de sucesivas ediciones de distintas editoriales desde los años 60: Flash Gordon, Príncipe Valiente, Rip Kirby, El Hombre Enmascarado… se han comercializado a través de recopilaciones de Ediciones BO, Eseuve, Ediciones B, Planeta-DeAgostini, etc., con distinta suerte; aunque es llamativo que ninguna de estas ediciones haya partido del material original y que ninguna sea considerada por los aficionados como la Edición Definitiva.
Otra opción, cuando se trata de materiales que no presentan una continuidad argumental, ha sido la “antológica”: recopilaciones de material con distintos criterios, normalmente de forma desordenada y caótica, como la que llevó a cabo Ediciones B con el material del TBO original, o la que está haciendo Planeta con El Capitán Trueno, y que parece tener mejor fortuna actualmente con los tomos con material de Bruguera que está llevando a cabo RBA bajo el atento consejo de Antoni Guiral.
Pero ¿hasta qué punto es rentable la reedición de “material antiguo” para el lector actual? La elección por parte del editor de plantear una edición cronológica corre el riesgo de agotar la paciencia del comprador, que espera la llegada de la parte más conocida de la obra que suele tener lugar cuando la serie ya lleva tiempo en el mercado. Por ejemplo, la reedición de las primeras colecciones Marvel que Forum agrupó en la colección Orígenes Marvel en ediciones bastante lujosas pero que no llegó a la decena de números. Quizás lo rudimentario de los guiones y el grafismo de principios de los 60 no era del agrado del lector del siglo que acababa. Entonces, ¿no se puede hacer una edición cronológica y hay que limitarse a publicar una y otra vez arcos argumentales conocidos? Un caso de sagacidad editora en nuestro país a la hora de realizar una edición cronológica y a la vez fructífera económicamente es la que está llevando a cabo Norma con The Spirit: una vez planificada la obra en tomos de forma cronológica, alterna la publicación de los primeros con material desconocido y menos comercial con la etapa más gloriosa de la serie, por lo que los compradores no tiene que esperar meses (o años) a ver aparecer su parte preferida. Otra opción pasaría por el apoyo institucional, no lucrativo, de recuperación y edición de obras fundamentales consideradas dentro del patrimonio nacional. Pero no sigamos hablando de ciencia ficción, que no es el tema.
Todo este circunloquio nos leva a la elección de la forma de edición de la obra que estamos comentando.
Se ha optado por un criterio de ordenación rigurosamente cronológico y por el lujo a la hora de editar e imprimir. Las historietas están cuidadosamente recuperadas, traducidas, rotuladas; abundan los textos introductorios y explicativos; el papel seleccionado es el adecuado y la encuadernación soberbia para los estándares de hoy día. ¿Ha sido la elección adecuada? Es imposible entresacar aspectos negativos de la edición española, en la que se observa un mimo y un exceso de celo en todos los detalles (incluso en la distribución del producto: se puede encontrar en cualquier librería de cualquier gran superficie). Y hablando del contenido, Carl Barks es un autor reconocido allende nuestras fronteras pero poco valorado en España, sobre todo por el desconocimiento de su obra. A pesar de que ésta ha sido publicada, como gran parte del material de Disney, pocas veces ha sido acreditada. De ahí que la elección del asesor para la publicación de la misma haya sido un acierto, ya que Alfons Moliné, teórico con un vastísimo conocimiento de la historieta infantil y juvenil, ha sido el único que ha llegado a publicar en España una monografía sobre el autor (Carl Barks, un viento ácrata, Sinsentido, 2008).
Las primeras historietas de esta colección adolecen de la falta de experiencia del autor, procedente de la animación, pero la complejidad en las tramas, el desarrollo de gags y la narratividad gráfica de Barks mejoran exponencialmente, de forma que al final del primer tomo ya podemos vislumbrar lo que será el segundo, con una mejora significativa de las historietas aunque el autor no haya alcanzado todavía su madurez artística.
A la hora de abordar esta edición era necesario plantearla así: desde el comienzo, aunque éste fuera menos asequible, pero con el apoyo constante de textos y referencias para no dejar perdido al lector. Este apoyo que se brinda desde el producto también debería ser externo, es decir, desde el punto de vista de los que apoyan al cómic, ya sea de forma privada o institucional.
Porque es difícil recomendar esta obra a un lector ocasional, pero muy fácil recomendarla –apasionadamente- a cualquier buen amante de la historieta.