Title:
The Bittersweet Xaquín Marín's Galicia. Comic Strips in the Galician Press 1974-1982
Resumen / Abstract:
Hablar del nacimiento del cómic gallego significa hablar de Xaquín Marín. No solo por ser el autor de los primeros cómics en Galicia, sino por crear, a lo largo de los años setenta y ochenta, toda una galería de tiras y personajes que se convertirían en auténticos iconos y símbolos de una Galicia que, como el humor mariniano, se nos presenta agria y dulce a la vez. En este trabajo se recogen y analizan las cinco series de tiras cómicas publicadas en la prensa gallega: Gaspariño, Lixandre, Caitano, Historias de esmagados y D. Augusto. / Talking about Galician comics involves talking about Xaquín Marín. He was not only the author of the first Galician comics, but also the creator of an entire gallery of characters and strips that become seventies and eighties’ genuine icons of a sweet-and-sour Galicia, in the way of "mariniano" humour. In this study we review five of his comic-strips series published in the Galician press: Gaspariño, Lixandre, Caitano, Historias de esmagados and D. Augusto.
Palabras clave / Keywords:
Xaquín Marín, Humor gráfico gallego, humor gráfico en los setenta, Prensa de Galicia, Cómics en Galicia, Historias de esmagados, Don Augusto, Lixandre, Caitano/ Xaquín Marín, Galician Satiric Cartoons, Cartoons in the seventies, Galician Press, Galician Comics, Historias de esmagados, Don Augusto, Lixandre, Caitano

LA GALICIA AGRIDULCE DE XAQUÍN MARÍN

TIRAS CÓMICAS EN LA PRENSA GALLEGA: 1974-1982

 

Cuando en 1971 el joven pintor Xaquín Marín (Ferrol, 1943) acudió a Madrid a reunirse con Reimundo Patiño con la firme intención de integrarse en la Estampa Popular Galega, poco o nada podía saber sobre que su futuro artístico acabaría ligado al cómic y al humor gráfico, siendo este último el medio que le consagraría como artista y en el que a día de hoy sigue siendo una figura clave con sus viñetas diarias en La Voz de Galicia. El carácter eminentemente narrativo de las obras pictóricas de Xaquín Marín y la creencia de Reimundo Patiño en el cómic como medio de transformación social serían los que llevarían a este a persuadir al autor fenés de la necesidad de abrazar el noveno arte como medio de expresión artística. Poco después enviaría sus primeros trabajos a la revista Chan, dirigida por aquel entonces por Raimundo García, “Borobó”, y en la que ya publicaban viñetas de humor gráfico otros grandes autores gallegos como Atomé o Siro. El resultado no podría ser más satisfactorio, y apenas unos días después, en marzo de 1971, aparecería O emigrante, la considerada primera historieta gallega y a la que le seguirían otras cuatro historietas más. El éxito cosechado con estas obras iniciáticas y el creciente interés en la prensa gallega por incluir entre sus páginas tiras cómicas en gallego producirían una fructífera relación entre el autor y varios medios, en cuyas páginas las tiras y viñetas de humor gráfico acabarían contándose por miles, cifra que afortunadamente aumenta día a día.

A Xaquín Marín debemos desde sus inicios en los años setenta algunas de las series más importantes del humor gráfico gallego, siendo varios de sus personajes y figuras, como Gaspariño o los pies, auténticos iconos y símbolos de la cultura gráfica gallega.

Gaspariño y Lixandre: la infancia subversiva 

Desde comienzos de los años setenta, el desgaste que arrastraba la dictadura franquista era más que evidente, y esto se iría manifestando en una progresiva apertura en la prensa en Galicia, ya no solo respecto del uso de la lengua gallega, sino también en las demostraciones de reivindicación de la cultura e identidad propias, hasta entonces escrupulosamente cercenadas por la censura. Esta tibia apertura no significaba, no obstante, un completo halo de libertad. Ni mucho menos. Colectivos como el Grupo de Cómic do Castro hubieron de publicar en Suiza e introducir y vender en Galicia de forma clandestina la que se erigiría en primera revista de cómic gallego: A Cova das Choias. Sin ir más allá, el propio Xaquín Marín experimentaría la censura en revistas como La Codorniz bajo la llamada ley Fraga de libertad de prensa.

       
    Gaspariño se presenta como un niño con inquietudes propias de un adulto y un acérrimo defensor de la lengua gallega. Tira de Gaspariño © Xaquín Marín 1977    


En Galicia, las iniciativas culturizantes en clave galleguista llegarían de la mano de las incipientes asociaciones culturales que proliferaban por toda Galicia desde finales de los años setenta. De esta manera, cuando al periódico coruñés El Ideal Gallego se incorporó como director Rafael González, un galleguista de origen andaluz, rápidamente la Asociación Cultural O Galo le sugirió la idea de introducir entre las páginas dominicales un suplemento cultural que incluiría, además de artículos o cursos de lengua y cultura gallega, una tira (a veces una página entera) de cómic en gallego. Así, si bien ya en dicho periódico venían colaborando grandísimos humoristas gráficos como Siro o Atomé (al igual que sucedió en la revista Chan), el domingo 12 de mayo de 1974 se iniciaría una nueva etapa bajo el nombre de As furnas do Rei Cintolo, en cuyas páginas se incluiría una tira de Luís Esperante bajo el título de Historias dunha vella descoñecida. Tras un fugaz paso por el suplemento de las tiras de Esperante, en primer lugar, y de Ricardo Lázaro con su Dr. F después, llegaría el turno de Xaquín Marín con Gaspariño. Sería el 8 de diciembre de ese mismo año, y sus tiras ya no se interrumpirían hasta el 23 de mayo de 1982.

Si bien su aparición pública data de 1974, el personaje de Gaspariño había nacido ya tres años antes, y en ese tiempo su fisonomía se había modificado para reducir su envergadura e “infantilizar” sus trazos, haciéndolos más amables y creando en el lector una mayor empatía con él. Este proceso resultaría importante en la configuración del personaje, lo que llevaría a Xaquín Marín a realizar modificaciones una vez iniciada la publicación. Su objetivo estaría perfectamente cumplido al ser artífice de uno de los personajes más queridos de los lectores gallegos, siendo además el preferido del propio autor. Otro de los rasgos característicos de Gaspariño sería su vestimenta: con una boina, calzones cortos con remiendos y los pies descalzos se nos presenta a un niño de familia pobre cuyo padre lleva cuatro años emigrado y que no siempre tiene qué llevarse a la boca. Estos elementos crearán, en efecto, la compasión del lector hacia su figura, resultando en cierta manera extraño para una tira de humor. Pero quizás uno de sus éxitos residía precisamente en eso, en conseguir que los agudos pensamientos del protagonista sean los que logren arrancar una sonrisa ante unas situaciones que no invitan al optimismo. Sonrisas, eso sí, con un regusto agrio. Estas reflexiones nos dejarán, asimismo, meditando sobre alguna de las problemáticas que se sufren en el mundo, porque si bien Gaspariño responde a los males que aquejan a Galicia, los negativos hechos que se exponen trascenderán a un lugar y a una época, puesto que son universales. Otro de los contrastes que ofrece Gaspariño es que bajo su aparente ingenuidad infantil se esconde una gran complejidad filosófica, así como un espíritu de justicia frente a las agresiones culturales, sociales y medioambientales que sacuden Galicia.

       
     La ciudad como un caos contaminante será uno de los temas recurrentes en Marín. 1978 Xaquín Marín.    


A la hora de enfocar secuencialmente las tiras, Xaquín Marín utiliza diversos recursos en busca de un mayor efecto catártico final. Desde las primeras tiras se repite habitualmente una estructura de cuatro viñetas en las que Gaspariño, o bien dialoga con otro niño o adulto, e incluso con animales, o bien, consciente de su calidad de personaje de historieta, desenvuelve esta capacidad dirigiéndose al lector, al que le expondrá una duda o motivo de queja. Los diálogos o monólogos que se establecen abarcarán habitualmente tres de las cuatro viñetas, reservando la última para la resolución o sentencia sobre la duda planteada, descubriendo alguna verdad universal enfatizada gestualmente a través de la apertura de sus brazos. La evolución gráfica de las tiras se notaría muy rápidamente, puesto que en pocas semanas, además de los ya referidos cambios físicos del protagonista, las tiras adoptarían numerosas variantes en sus planos con la finalidad de resaltar diversas situaciones. De esta manera comienzan a utilizarse planos más generales en los que mostrar, por ejemplo, al pueblo gallego manifestándose o el caos contaminante y destructivo que producen las ciudades. Será precisamente la denuncia medioambiental uno de los principales temas recurrentes en Xaquín Marín. No en vano los años setenta, en los que se inició en las tiras cómicas, estarían marcados como una activa época de lucha ecologista en Galicia. Esta es la razón de que en numerosas tiras las pancartas reivindicativas aflorarán por detrás de los diálogos o bien se reflejará la paz y sosiego de la aldea de Gaspariño en contraposición a la polución y perturbación de las grandes urbes (véase fig. 2). La dureza del trabajo o su búsqueda, con la emigración como telón de fondo, será otro de los temas más denunciados en las tiras. De esta manera, el drama migratorio, que, como ya se señaló, afecta directamente al propio protagonista, es asumido como una opción habitual y natural en el devenir cotidiano de su entorno. Este hecho lo demuestra cuando, por ejemplo, al conocer a otro niño, le pregunta directamente «Y cuando seas mayor, ¿adónde quieres emigrar?» (16-III-1975). De la misma manera reinterpretará sarcásticamente en otra de sus tiras el precepto falangista de la “unidad de destino” como la inmanente necesidad de emigrar del pueblo gallego (véase fig. 3). La defensa de la cultura y sobre todo del idioma gallego será otro de los temas que incansablemente nos transmitirá Gaspariño. Acerca del idioma, el pequeño protagonista no dejará títere con cabeza: desde los “niños de la ciudad”, a los que acusará de no hablar gallego porque «vinisteis de París», hasta el propio periódico en que es publicado, al que acusa de usar el gallego «solo en los chistes», en un claro y arriesgado juego autorreferencial.

       
     Gaspariño, 12-VI-1977 El Ideal Gallego. © 1977 Xaquín Marín    


En 1977, tres años después de la aparición de Gaspariño, el éxito y consolidación que obtuvo el personaje de Xaquín Marín llevaría a El Ideal Gallego a contar con él para la publicación de una segunda tira, en esta ocasión semanal (frente a la casi diaria de Gaspariño). Sería en el suplemento dominical Para todos, concretamente para la sección Páginas juveniles, con lo que se le requeriría al autor que el personaje fuese «un niño para niños», conscientes del carácter profundo y adulto de sus tiras habituales. De esta manera nacería Lixandre, una tira que le supondría no pocas dificultades al autor. Primeramente porque debía crear un personaje infantil que se alejase lo suficiente de su anterior personaje para evitar una mímesis excesiva entre ambos. Manteniendo su propio estilo, dotaría al personaje Lixandre de unos rasgos faciales más angulosos, lo que será uno de los elementos más representativas del personaje. La otra dificultad añadida a la que se enfrentaría sería la disposición vertical de la tira, que contaba además con un espacio muy determinado y reducido. El propio Xaquín así lo constataría: «Intenté hacer algo más sencillo que Gaspariño y quizá salió algo más rígido de dibujo, un poco por las tremendas dificultades de composición que tiene una tira de las antiguas —en vertical—, donde enseguida chocas con las líneas límites» (Marín, 1986: 75). Esta rigidez se puede observar a lo largo de toda la serie: la tira estará siempre conformada por tres viñetas de iguales proporciones, alejándose así de la versatilidad y las posibilidades expresivas que venía utilizando provechosamente hasta el momento. Las viñetas quedarían sometidas prácticamente en toda la serie a un primer plano de Lixandre, que aparece solo o acompañado de algún amigo o animal. Lixandre expondrá en las dos primeras viñetas alguna cuestión o incertidumbre, bien motu proprio, bien planteada por algún personaje que le acompaña. La tercera y última viñeta quedará, al igual que sucedía en Gaspariño, para resolver la duda planteada manteniendo los característicos brazos abiertos, enmarcando la respuesta como una verdad absolutamente irrefutable y universal. Las respuestas que irá ofreciendo Lixandre corresponderán al progresivo descubrimiento de su papel en el mundo como ser humano, como ser social e incluso como ser de papel. En lo que atañe a los dos primeros descubrimientos, Xaquín Marín trasladaría el complejo pensamiento desplegado en Gaspariño hacia las preocupaciones y cuestiones más propias del público infantil. Como ser humano, Lixandre entiende la vida como una contraposición entre el mundo de los adultos y el de los niños, pero siempre consciente de que inevitablemente llegará su momento de ser mayor, lo cual refleja con ironía cuando, por ejemplo, dice: «Los niños tenemos que hacer todo lo que quieren los mayores / por eso esperamos a ser grandes… / para hacer lo mismo que los que son pequeños» (2-X-1978). También dentro de este ámbito contrapone el protagonista las relaciones entre los humanos y los animales, si bien a estos los concibe como seres en igualdad de condiciones que las personas, denunciando incluso en una de las tiras la injusticia de que los perros no tengan «unos derechos humanos». Como ser social, Lixandre también se descubrirá como miembro de una clase desfavorecida de la cual se siente orgulloso. Sus problemas económicos, así como los que afronta Galicia, desfilarán por numerosas viñetas: el coste del agua, de la gasolina, etc., son algunas de las cuestiones que, tras escucharlo a algún adulto, decide buscarle solución desde su tierna visión. Sin duda, una de las cosas más interesantes que acaecen en las tiras será la autoconsciencia de Lixandre, que intenta descubrirse como personaje de una tira, lo que lleva a adoptar a esta como una casa «de tres pisos» y en la cual cuando crezca no podrá caber. Además de inteligentes alusiones a su propio creador, será el cruce de series entre Lixandre y Gaspariño la que creará numerosas e hilarantes tiras. En buena parte de ellas, el protagonista manifiesta tener celos de Gaspariño porque es «un recomendado / que siempre sale los domingos» (3-VII-1978), e incluso en una ocasión la tira será protagonizada por el propio Gaspariño, el cual se sentirá confundido al estar en una tira ajena.

                       
     Tiras de Lixandre. Con Lixandre, Marín representaría situaciones más allegadas al público infantil. © 1978 y 1981 Xaquín Marín    


Caitano
: filosofía de la emigración

En noviembre de 1976 surgiría en Galicia la revista Teima, que sería la primera publicación periodística de posguerra editada íntegramente en gallego y en la que se advertía una fuerte línea editorial de izquierdas y galleguista. Aunque solo duraría ocho meses en la calle (debido, entre otros motivos, al desmarque de apoyos publicitarios por su postura radical), esta publicación generalista llegaría a tener más de cinco mil suscriptores y a realizar tiradas de más de diez mil ejemplares. De los 35 números que se distribuyeron semanalmente por la geografía gallega, Xaquín Marín colaboraría desde el número 0 hasta el 30, lo que significaría prácticamente toda la vida editorial de Teima. En dichos números podemos encontrar numerosas viñetas de humor gráfico (incluidos sus pies), aunque destacarían sobre todo las tiras de Caitano.

       
   

Primera tira de Caitano. © 1976 Xaquín Marín

   


Desde un primer momento se advierte en el personaje principal que le otorga nombre a la tira una fuerte similitud gráfica con el personaje de Gaspariño. En realidad sería Gaspariño hecho ya un hombre, una similitud que el propio Marín advertiría, decidiendo modificar el personaje para evitar la excesiva deuda con las tiras anteriores y otorgarle así una mayor autonomía a la serie. El trazo amable de Caitano se volvería más recto y rudo, entrando los sombreados en un potente negro a ser claves en la definición final de este y otros personajes de la serie. Pero si en el grafismo advertíamos un Gaspariño adulto, en clave social e ideológica Caitano no dejaría de ser una versión adulta y curtida por la experiencia del primero. La intención de Marín era crear a un        «gallego / filósofo de los que se pueden encontrar en cualquier rincón de nuestra tierra» (Marín, 1986: 65), en referencia a la sabiduría popular que la gente, especialmente del campo, adquiere con el paso de los años y a través de una dura vida que los fortalece física y mentalmente. Marín contrapondrá una vez más el campo frente a la ciudad, la sabiduría de la vida frente a la academicista de las enseñanzas regladas. De esta manera, este “filósofo rural” ya no intentará comprender la vida transmitiéndonos sus interrogantes, sino que Caitano funcionará como un maestro intentando respondernos a los porqués de la situación social y política del momento. Como antiguo emigrado, Caitano tratará este tema en buena parte de sus intervenciones, siendo, de hecho, la temática de su primera tira en la revista. La maleta funcionará, en esta y en buena parte de las tiras que afrontan dicha temática, como auténtico icono de la idiosincrasia gallega. Unida perennemente a la mano de Caitano y de filas de hombres, que avanzarán con la cabeza agachada de pesadumbre y dolor hacia un incierto destino de trabajo, de sufrimiento y de morriña. Así, cuando se le pregunta a Caitano si triunfó, después de volver tras diez años emigrado, este responde: «Ya ven que conseguí volver. ¿Les parece poco triunfo?».

       
    La maleta será uno de los símbolo más utilizados por Marín a la hora de plasmar el drama de la emigración gallega. © 1977 Xaquín Marín     


Otro de los temas principales, también recurrente en Marín, será el de la destrucción ecológica (los conflictos medioambientales del momento así lo exigían), fuertemente ligado a la emigración por cuanto se justificaban los puestos de trabajo en Galicia con la creación de fábricas (contaminantes todas ellas). De esta manera, Marín recogerá las protestas contra los proyectos contaminantes de Xove, Baldaio o As Encrobas, recreándolas gráficamente, dándoles incluso la consideración de “voz del pueblo” al inserirlas en el interior de un bocadillo mediante el cual se expresa Caitano. Ligada a esta problemática estaría la depresión económica, representada en las viñetas de Caitano con otra de las icónicas imágenes del universo mariniano, consistente en una Galicia hueca, hundida económicamente frente al resto de la Península, pero en lo que Caitano verá la ventaja de que «se le ven las piernas a las castellanas» (véase fig. 9). Marín hará recaer parte de la responsabilidad de este atraso económico, así como de la destrucción cultural, en el carácter colonial de Galicia y el celo centralista del Estado, que impediría su progreso. Esta visión colonial se emparentará en más de una ocasión con la recién liberada Angola tras el 25 de abril portugués, señalando Caitano que la diferencia entre la situación angoleña y la gallega es que «ellos son negros… / y nosotros... ¡Estamos negros!».

       
     La Galicia "hundida" (aquí en una tira de Caitano) se convertiría en otro de los iconos culturales creado por Marín. © 1977 Xaquín Marín    

En Caitano, Xaquín Marín incrementará su concepción de las tiras como obras artísticas únicas e irrepetibles, aun perteneciendo a una serie y dentro de unas limitaciones impuestas por los medios en los que se alojaban. Con este planteamiento dotará a cada tira de un número variable de viñetas, oscilando entre las dos y las seis, en las que se conjugan diversos planos en función del fondo o idea que se quiere transmitir. Los planos generales de las contaminadas urbes o del apacible campo que sirven como telón de fondo se alternarán con primeros planos donde se acentuarán los rasgos de dolor o preocupación de Caitano al contarnos la dura situación en la que se encuentra su país. A esto habrá que sumarle la minuciosidad con la que trabaja cada viñeta para hacerla única y donde el hieratismo de unas habituales figuras “esculpidas” y su clásica tipografía en blanco sobre fondo negro se modulan y actualizan constantemente con un entorno marcado por las simetrías.

Historias de esmagados y Don Augusto: símbolos de una opresión

Si hay una figura que sobresale dentro de toda la producción gráfica de Xaquín Marín, esta es, sin duda alguna, su metafórico pie, un contundente y perspicaz símbolo de la opresión a la que, como él, estaba sometida gran parte de la sociedad del momento, la cual mostraba cada vez más su disconformidad con el sempiterno franquismo y que más adelante canalizaría sus críticas hacia la “traición” que supuso una democracia que no llegaría a marcar el radical cambio político que se deseaba.

Los pies de Xaquín Marín comenzarían a ver la luz en 1972 en la revista madrileña La Codorniz, no sin antes ser rechazados en publicaciones como Hermano Lobo. En La Codorniz, fruto de una relación de casi seis años, llegaría a ver publicados varios de estos pies, siendo incluso portada hasta en tres ocasiones. En la prensa gallega aparecerían por primera vez en 1975 bajo el nombre de O Fuxitivo, conformada como una historieta completa a toda página en la que se mostraba ya su visión sobre la opresión a la sociedad. Sería, no obstante, con el semanario A Nosa Terra con el que mantendría su relación más fructífera al ser publicada la serie, ya con el formato de tiras, desde el propio número 0 del periódico, el 2 de diciembre de 1977, hasta el número 72, del 27 de julio de 1979.

       
     Historias de esmagados. Los “pies”, una de la más grandes metáforas sobre la opresión. © 1978 Xaquín Marín    


El nombre con el que se denominaría la serie de tiras sería Historias de esmagados (Historias de oprimidos), lo que definiría bastante bien cuáles serían las características de la misma. En primer lugar, Marín destacará como protagonistas a los esmagados, que representarían a los que, como él, vivieron bajo un régimen dictatorial, transformado en una insuficiente democracia posteriormente. El pie será un antagonista, una prodigiosa extremidad carente de humanidad que se presenta inmutable ante el sufrimiento y las demandas de los que aparecen subyugados bajo él. Su habitual silencio, solo roto en contadas ocasiones con un hiriente sarcasmo, acentuará no solo su indolencia, sino el desapego hacia un pueblo al que ya no escucha desde su alto púlpito.

Frente a él, los esmagados reaccionarán en base a diferentes posturas, recreando las múltiples sensibilidades coexistentes en la sociedad. Siempre dentro del característico humor agridulce de Marín, en ocasiones casi negro, los protagonistas se someterán resignados al poder del pie, se proclamarán afines al régimen dominante o, por el contrario, pretenderán erigirse en liberadores frente a la tiranía. No obstante, estos últimos, representantes de las clases humildes, marcarán la dicotomía existente entre esa mayoritaria franja de población y los ricos y poderosos, y cuyas numerosas tentativas resultarán siempre fallidas, revelando así el negativo y cíclico devenir del pueblo gallego (y universal por extensión). Como un resumen de sus desdichas podemos encontrar una tira donde uno de los muchos esmagados se lamenta bajo el pie: «Vean ustedes / el triste espectáculo / de un pueblo puesto en pie» (17-III-1978). Este uso del término pie, como acabamos de ver, será el que determine en numerosas ocasiones el efecto humorístico de la tira, y no será para menos, puesto que ofrecerá un sinfín de posibilidades dentro de sus relaciones léxicas, como con la planta del pie, reconvertida en más de una ocasión en “planta nuclear” o “planta siderúrgica”, o cuando señalan que el pie dejará una «honda pegada / en nuestra vida». Frente a este humor, con un matiz más lingüístico, el uso cómico de la autorreferencia nos ofrecerá una visión más global de la tira y del medio cómic. De esta manera, en una ocasión uno de los esmagados comentará que le gustaría «que la tira fuese vertical / para poder verle / la cara al que nos pisa». Precisamente jugando con este efecto, Marín realizaría una tira en la que los esmagados se imaginan qué pasaría si derribaran al pie, hecho que se plasma en la última viñeta y cuyo resultado sería el mismo bajo un giro de noventa grados, en otro alarde tragicómico del autor.

       
    Historias de esmagados. © 1978 Xaquín Marín    


Dado que en el periodo en el que surgieron las Historias de esmagados se celebrarían las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco, este hecho sería recogido en numerosas tiras. A través de ellas transmitiría su rechazo a los partidos políticos continuistas y criticaría la no legalización de partidos cuyo posicionamiento estaría más cercano a su pensamiento. A este respecto, la consecución de la autonomía gallega recogerá algunas de las tiras más representativas, como en la que uno de los esmagados que se encuentra bajo el pie señala: «Dicen que con la autonomía / van a arreglar los problemas a nuestra manera» (véase fig.10), lo que significará una misma opresión pero bajo un zueco típico gallego.

Si bien la opresión del pueblo es la constante en las tiras de Marín, en ocasiones este es liberado momentáneamente. Será en fechas señaladas, como el Día da Patria Galega o el Día das Letras Galegas, en los que se reivindica y festeja la identidad y la cultura gallega, con lo que en estas ocasiones los esmagados consiguen acabar o escapar del dominador pie, aunque solo sea momentáneamente.

       
     La imposibilidad de romper la opresión a la que son sometidos los esmagados  será una constante en la tiras. © 1978 Xaquín Marín    


La otra serie publicada por Marín en A Nosa Terra, Don Augusto, surgiría cuando ya se llevaban más de sesenta pies publicados, concretamente el 28 de septiembre de 1979. Don Augusto sería la respuesta a preguntarnos qué aspecto tendría el “dueño” de uno de esos pies, hecho que se podría ya constatar meses antes de su estreno al realizar el propio Don Augusto un cameo en una de las Historias de esmagados, anunciándose como una de las personas tras el pie aplastante. Al igual que en el caso anterior, las tiras de Don Augusto habían sido anteriormente publicadas, concretamente en el año 1974. Sería en La Codorniz, bajo el nombre de Don Carcundio e incluso en ocasiones sin título alguno, en un baile de nomenclaturas que incluso llegaría a tener otra propuesta, la de El rincón del centralista, título que Margarita Ledo Andión, directora del periódico gallego, le desaconsejaría, pero que ya estaría reflejando la intención de humor crítico y politizado de la tira.

       
     Primera tira protagonizada por Don Augusto en A Nosa Terra, 28-IX-1979. © 1979 Xaquín Marín     


Como ya advertiría Xaquín Marín en Dos pés á testa (1986: 81), las tiras de Don Augusto surgirían para aliviar el cansancio que pudieran producir las tiras de los esmagados. Esto no implicaría en sus tiras una mudanza de la visión de una sociedad gallega que seguirá aplastada por los sucesivos Gobiernos, sino un cambio en la manera de expresar dicha visión. La carga simbólica que nos transmitiría el pie en sus tiras por medio de un dibujo de significados hiperbólicos perderá peso en pos de una textualidad más hiriente y llena de humor negro. Esta textualidad procederá en gran parte de las ocasiones del parlamento del protagonista, Don Augusto, un adinerado franquista que aparece retratado con traje de rayas y corbata, gafas negras y sombrero. Se producirá, por lo tanto, un cambio fundamental frente a las Historias de esmagados, puesto que ahora los oprimidos apenas tendrán voz, siendo el opresor quien se dirija al lector para transmitirle sin rubor alguno sus retrógrados pensamientos. Este cambio de rol protagonista no va a eliminar, no obstante, la presencia de esmagados. A este respecto resulta clarificadora la tira (véase fig. 14) en la que Don Augusto, montado encima de un hombre manejado con riendas y vestido con traje típico gallego, se dirige a los lectores espetando: «¿Qué miran? / ¿Es que no ganamos la guerra?». Esta frase, expresada en castellano, lo convertirá en el único personaje que utilizará esta lengua (no obstante, también utilizará el gallego en ocasiones) y servirá para marcar la dualidad diglósica que existe en la sociedad gallega, en la que las clases altas y poderosas son presentadas como cómplices del franquismo y se expresan en castellano, mientras las clases bajas, vencidas, humilladas y sometidas, se expresarán en gallego. Respecto a la dualidad de clases insistiría Don Augusto ya desde la primera tira (A Nosa Terra, núm. 75), en la que, en una crítica al nacionalismo, señala: «El único separatismo que puedo llegar a admitir / es el que hubo siempre: / el de ricos y pobres».

       
     Don Augusto, 14-XII-1979. © 1979 Xaquín Marín     


Si bien el personaje principal de la tiras de Marín será el que le otorga el título a las mismas, ya desde el principio se hará hueco también en la serie el hijo de D. Augusto, José Luis. Este personaje representará precisamente a los “hijos” o herederos del franquismo que se ampararán en la democracia para seguir defendiendo sus caducos valores. José Luis, miembro de un nuevo partido político, aparecerá como un defensor de una línea galeguista dentro del mismo, lo que se recogería de manera paródica vistiéndolo a él y a su ejecutiva con gorros de gaitero. De la misma manera Marín satiriza este galleguismo poniendo a José Luis continuamente camino de Madrid o pidiendo consejo al comité central, recogiendo la dependencia centralista de su partido. La mejor caracterización de este personaje, democrático y galleguista, frente al abierto franquismo de su padre, se dará en la tira en la que un hombre le pregunta a Don Augusto si le disgusta tener un hijo en la rama galleguista de un partido democrático, y este responde: «Tenga en cuenta que para llegar hoy a donde llegamos nosotros no sirven los mismos procedimientos» (A Nosa Terra, núm. 80). Con dichos personajes Marín se alejaría del aura intemporal y universal que tendrían sus pies, acercándose a la concreta situación política gallega del momento, poniendo rostro y nombre a unos personajes representativos de una parte de la sociedad. No en vano estos personajes serían en verdad caricaturas de dos conocidos individuos del momento (del que toman incluso el nombre), hecho que llevaría al autor a ser coaccionado e incluso amenazado en varias ocasiones.

       
     Don Augusto. © 1979 Xaquín Marín     


En las tiras que Xaquín Marín publicó a lo largo de los años setenta y comienzos de los ochenta en la prensa gallega encontramos en cada viñeta la esencia de lo que Agustín Fernández Paz definiría como la «obsesiva presencia de la realidad gallega» (Fernández Paz, 1986: 10); desde las formas y figuras modeladas minuciosamente hasta las temáticas abordadas, todo giraría alrededor de Galicia. En ellas se significa la evolución del arte gallego y se representa la dulce pasión del autor por su tierra, pero también la denuncia de la destrucción de todo lo que le rodea y ama y que lo llevaría a labrar un humor agrio, en ocasiones negro, y que son la máxima expresión del dolor, haciendo
suya, al igual que ya había hecho Castelao, la frase de Mark Twain: «Debajo de todo humorismo hay un gran dolor».

Bibliografía

CABALLERO WANGÜEMERT, F. (2012): “Los ‘pies’ de Xaquín Marín. Unha visión lúcida e irónica de la transición”, en Guillamet i Lloveras, J., y Salgado de Dios, F. (coords.): El periodismo en las transiciones políticas: de la Revolución Portuguesa y la Transición Española a la Primavera Árabe, págs. 259-277.

CABALLERO WANGÜEMERT, F. (2015): Xaquín Marín, innovación e tradición no humor gráfico galego. Tesis doctoral. Universidad de Vigo. Disponible en línea el 23-X-2015 en: http://www.investigo.biblioteca.uvigo.es/xmlui/handle/11093/439.

CARBALLO DOPICO, Xulio (2015): Para unha historia da Banda Deseñada Galega: a narración a través de linguaxe gráfico-textual. Tesis doctoral. Universidad de A Coruña. Disponible desde 23-VII-2015 en: http://ruc.udc.es/dspace/handle/2183/14829.

FERNÁNDEZ PAZ, A. (1986): “Limiar”, en MARÍN, X. (autor), Dos pés á testa, Vigo, Galaxia, pp. 5-12.

MARÍN FORMOSO, X. (1986): Dos pés á testa, Vigo, Galaxia.

Creación de la ficha (2017): Xulio Carballo. Revisión de Félix Caballero, Alejandro Capelo y Félix López. Edición de Manuel Barrero · Tiras proporcionadas por el autor del texto.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
XULIO CARBALLO DOPICO (2017): "La Galicia agridulce de Xaquín Marín", en Tebeosfera, tercera época, 4 (18-IX-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 11/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/la_galicia_agridulce_de_xaquin_marin.html