LOGICÓMIX COMO PARADIGMA
JESÚS GISBERT

Resumen / Abstract:
Logicómix es una muestra paradigmática no solamente de intersección entre cómic y filosofía, sino también de lo que es un tebeo de naturaleza filosófica. En el presente artículo pretendo mostrar algunas de las condiciones que posibilitan la concepción efectiva de un tebeo de estas características, con el objetivo de aclarar en qué sentido considero que Logicómix es un paradigma. / Logicomix is a paradigmatic sample not only of intersection between comic and philosophy, but also of what is a comic of a philosophical nature. In this article, I intend to show some of the conditions that enable the effective conception of a comic of these characteristics, with the aim of clarifying in what sense I consider Logicomix to be a paradigm.
Palabras clave / Keywords:
Filosofía, Autorreferencia, Cómic filosófico, Bertrand Russell, Orestíada, Logicismo, Filosofía mundana, Filosofía académica/ Philosophy, Self-reference, Philosophic Comic, Bertrand Russell, Orestiada, Logicism, Worldly philosophy, Academic philosophy

LOGICÓMIX COMO PARADIGMA 
 

Introducción

Aunque puede parecer demasiado improbable convertir un capítulo de la historia de la filosofía de las matemáticas en materia de una novela gráfica, y que resulte además sumamente atractiva, Logicómix contradice ese parecer. Se trata de un tebeo que muestra que la intersección o simbiosis entre cómic y filosofía es factible. Y por extensión es un ejemplo de la versatilidad del cómic no sólo para configurar en lenguaje gráfico cualquier materia, por abstrusa que en principio sea, sino para hacerlo además con el tono y el timbre característicos de las historietas. Para entender este hecho necesitamos algunas pistas, algunos indicios que establezcan las condiciones de posibilidad de Logicómix como lo que es; requerimos un conjunto de pistas hábilmente engarzadas que permitan dar razón de cómo es posible que un tebeo así nos gratifique. Desde luego, al examinar las condiciones de un relato como este tal vez se desvelen algunos de los elementos constitutivos del mismo, pero eso no basta para reflejar el espíritu artístico —o el savoir faire, en términos menos idealistas— que moldea y modela tales elementos. La apreciación de ese espíritu o habilidad queda en manos del fruidor de Logicómix.

 

Presentación del proyecto logicista por Bertrand Russell.

Una búsqueda épica de la verdad 

Para empezar, el subtítulo de Logicómix nos ofrece alguna pista: Una búsqueda épica de la verdad. La épica, la verdad, la búsqueda épica de la verdad. El aleteo de estas palabras suministra cierto aliento historietístico. Puede ser que la épica fuese desterrada hace tiempo de la poesía contemporánea, dejándola prácticamente reducida a la lírica; el cómic, en cambio, adoptó el latido, la respiración de la épica (algo parecido sucedió con el cine y con otras formas de narrativa popular). El vellocino de oro sugerido en el subtítulo de Logicómix es nada menos que la verdad. Los argonautas que la persiguen, un plantel de lógicos y matemáticos de un período muy concreto de la historia del pensamiento occidental, aquel que transcurrió más o menos entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. En aquella época, la fecundidad de la revolución científica iniciada en la edad moderna, amalgamada con la vía epistemológica cartesiana —según la cual la verdad se manifiesta como certeza necesaria— prometía la obtención de un conocimiento cierto sobre el mundo. Eran tiempos de optimismo epistemológico, propiciado por la nueva ciencia que había nacido inseparable de las matemáticas (considerada entonces como la reina de las ciencias) y de su modelo deductivo. Según se veía, la razón es la forma de abordar la realidad; y la demostración, un atajo a la verdad1.

Pero a lo largo del siglo XIX el edificio de las matemáticas se había visto alterado por cuestiones tales como la irrupción de las geometrías no euclidianas, el concepto matemático de infinito o la teoría de conjuntos de Cantor. Estas novedades, junto a la percepción de un número de afirmaciones no demostradas o de definiciones circulares (lo infinitesimal definido como lo infinitamente pequeño, por ejemplo), requerían de un sistema lógico que fundamentase las matemáticas sobre el sólido suelo de un sistema formal axiomático, en virtud del cual la matemática sería percibida como una rama de la lógica. El problema que acomete Apostolos Doxiadis, responsable del guion de Logicómix, es el de presentar un capítulo de esa empresa de fundamentación de las matemáticas llevada a cabo durante el período citado2. Pero no se trata simplemente de eso, como luego veremos. Tampoco se trata de un viaje sin riesgos y sin peligros. La épica roza la tragedia, en la medida en que las ideas de los pensadores surgen, como se afirma en el cómic (p. 25), de sus pasiones.

Aun así, sigue siendo a priori difícil concebir un tebeo cuyo aliento épico (spiritus heroicis) gire en torno al logicismo, que es el nombre que recibe el empeño teorético de fundamentar las matemáticas en la lógica. En concreto, en la nueva lógica que, siguiendo la inspiración de Leibniz y su Calculus ratiocinator, superaba la lógica de los clásicos, desde Aristóteles o Euclides hasta los avances de Boole. En la versión castellana de Logicómix, sus autores se refieren al proyecto logicista de fundamentación de las matemáticas como “la búsqueda fundacional”.

 


La precisión lógica suena extraña en la vida corriente.

Dramatis personae 

Logicómix no es ni mucho menos una simple exposición de ideas, cosa que sin duda dificultaría mucho su acabado final como cómic. Sin sujetos que se expresan y actúan, sin dramatis personae, no hay historieta que valga. En este caso, hay en particular un pathos personal, individual, que atraviesa la obra y le aporta su carga dramática. Se da la circunstancia de que el logicismo encontró en la figura del filósofo Bertrand Russell (1872-1970) a uno de sus principales valedores3. Y es aquí donde se halla otra pista importante para desvelar cómo es posible concebir y realizar un tebeo como Logicómix. La dilatada vida de Russell fue un compendio de experiencias, vicisitudes y luchas, no solamente intelectuales, sino también políticas o civiles4. Una vida, en fin, susceptible de alimentar más de un buen cómic. Resulta además que Russell fue un filósofo comme il faut, esto es, un pensador de amplio espectro comprometido con diferentes frentes de la realidad. Bertrand Russell fue un heredero de la Ilustración; su trayectoria cubrió el recorrido que lleva de la aspiración de Newton a la actividad de Voltaire5. Esta característica filosófica de Russell lo convierte en idóneo para el planteamiento global del discurso de Logicómix. Son sus circunstancias personales y vitales las que hilvanan los capítulos de la historia que el tebeo nos cuenta. Es su autoexpresión, la de Russell, lo que aporta un sentido dramático principal a Logicómix.

 


“Lógica deriva de locura”, uno de los leitmotivs de Logicómix.

En efecto, el hilo conductor del grueso de los capítulos del tebeo es una conferencia pronunciada por Russell en una universidad estadounidense el 4 de septiembre de 1939 (tres días después de la invasión de Polonia por las tropas de Hitler, el mismo día en que Reino Unido declaró la guerra a Alemania)6. Tanto el tono como el contenido de la conferencia son autobiográficos. El filósofo va desgranando aspectos y momentos cruciales de su vida desde que, siendo niño y tras el fallecimiento de sus padres fue acogido en casa de sus abuelos paternos, hasta el presente de 1939 recién iniciada la guerra. Numerosos personajes acompañan a Russell en su periplo intelectual y vital. En el plano intelectual, Cantor, los miembros del Círculo de Viena, Frege, Gödel, Hilbert, Peano, Poincaré, el propio Russell, Whitehead o Wittgenstein son los argonautas que en mayor o menor medida participan en la trama de Logicómix. También el filósofo G. E. Moore interviene en algún caso. En el plano emotivo, vital, aparecen cuatro mujeres cercanas a Russell que desempeñan diferentes papeles en su vida: su abuela, Frances Elliot7; su primera esposa, Alys P. Smith; Dora Black, su segunda mujer, y Evelyn Wade, casada con A. N. Whitehead, el coautor de Principia Mathematica junto con Russell. Es evidente el uso de la Autobiografía de Russell (publicada en tres volúmenes entre 1967 y 1969) como una de las fuentes del guion de Logicómix, citada además en la Bibliografía que cierra el libro. Otra fuente citada también son los dos volúmenes que Ray Monk dedicó al filósofo, cuyos respectivos títulos: El espíritu de la soledad y El fantasma de la locura (Monk: 1996, 2000) son bien indicativos de la deriva del guion de Doxiadis, en particular el segundo. El fantasma de la locura acompañó a Russell toda su vida y llegó a materializarse en su hijo. Pero la locura también hizo mella en otros lógicos que intervienen en la trama. De hecho, uno de los leitmotivs de Logicómix es “lógica deriva de locura”.


Logicómix
presenta una versión gráfica de la paradoja del barbero.


Proyección en el cómic de la paradoja de Russell
 

Tampoco es Logicómix sin más una biografía, o un fragmento de ella, aunque la mayor parte del tebeo está dedicada a un tramo de la vida del filósofo galés. Necesitamos alguna pista más para entender el éxito de este cómic en cuanto cómic. Y entonces encontramos que en el ámbito intelectual Bertrand Russell es muy conocido por el descubrimiento de la paradoja que lleva su nombre. En plena efervescencia del proyecto logicista, iniciado con el primer tomo de Los fundamentos de la aritmética (1884), de Gottlob Frege, Russell, mientras preparaba su obra Los principios de la matemática (1903), tropezó con una paradoja que desmantelaba o anulaba el trabajo anterior de Frege, que a su vez se apoyaba en la teoría de conjuntos de Cantor. Es la paradoja de las clases que se autoincluyen, también conocida como la paradoja del barbero. El contenido de esta paradoja alude a la autorreferencialidad, de igual modo que la teoría que el mismo Russell propuso para salvar el escollo de la paradoja, esto es, la teoría de los tipos, abre la vía de la distinción entre lenguaje objeto y metalenguaje y, con ello, la vía de la metarreferencia. Se trata, en fin, de unos recursos estilísticos y narrativos muy queridos por el cómic, no solamente por el actual: los de la autorreferencialidad y la metarreferencia. Logicómix recoge estos recursos y los aplica en su estructura narrativa. No únicamente se dedica un capítulo del tebeo al descubrimiento de la paradoja por parte de Russell, sino que la misma concepción y ordenación del relato completo que el cómic expone adopta, desde las primeras viñetas del libro, las características de la metarreferencia y de la autorreferencialidad. Aquí, como en los mejores tebeos (como en las mejores obras), lo enunciado y la enunciación coinciden.

La aplicación de estos recursos implica introducir en Logicómix diferentes tiempos en el relato: tiempo del que se habla, tiempo desde el que se habla8. La fecundidad de esta distinción temporal es tal, que configura incluso la estructura de la charla de Russell que hilvana el libro. Todavía más, en la “Escena final” de Logicómix se produce una confluencia entre esos dos tiempos (aquel del que se habla y aquel desde el que se habla) que remite nada menos que a un tercer tiempo, el de la antigüedad ateniense, paradójicamente atemporal. En consonancia, este planteamiento trae consigo una ampliación del dramatis personae de Logicómix. En ciertas partes del libro no solo están representados Apostolos Doxiadis (responsable del concepto e historia y del guion), Christos Papadimitriou (concepto e historia), Alecos Papadatos (ilustrador), Annie di Donna (colorista) y Anne Bardy (documentación visual y rotulación), sino que además son personajes que intervienen y actúan.

 


También el sentido del humor de Russell aparece en Logicómix.

La lógica y los asuntos humanos 

El título de la conferencia de Russell: “El papel de la lógica en los asuntos humanos” nos proporciona, por cierto, otra pista. Los asuntos humanos: la política, la justicia, la educación, la psicología, el amor, la guerra… cosas de esas susceptibles de ser tratadas en un cómic. Pero antes se seguir observemos lo siguiente. Hay un binarismo o dualismo ínsito en Logicómix, tanto en su aspecto formal como en sus contenidos. En el plano de la expresión, me refiero a la reconocida naturaleza bifronte, léxico-pictórica, que es característica del lenguaje gráfico. No tengo, por cierto, inconveniente en aceptar que se califique este lenguaje como híbrido (yo lo caracterizaría más bien como mestizo), siempre que se acepte que la hibridez no es una diferencia específica exclusiva del cómic (qué decir de la ópera). Lo importante en el caso de Logicómix es que dicho mestizaje o binarismo se encuentra instalado también en la naturaleza de su contenido. Ya nos hemos referido a la dualidad que distingue en el guion de esta obra entre un tiempo desde el que se habla y un tiempo del que se habla, pero hay más. De igual modo que la historieta se desarrolla por medio de imágenes y palabras, la filosofía, inseparable del discurso de Logicómix, ocupa un espacio fronterizo —no ya entre las ciencias y las letras, según se afirma en un sentido espurio, sino entre la búsqueda de conocimiento y el anhelo de felicidad— que se escinde en filosofía teorética y filosofía práctica. Por su parte, el núcleo académico de la historia que narra Bertrand Russell en el tebeo atañe al logicismo, cuyo ámbito se desenvuelve entre la lógica y las matemáticas (filosofía de las matemáticas), en el contexto de una conferencia del filósofo galés sobre la lógica y los asuntos humanos, lo cual da pie a distinguir entre una filosofía en sentido académico y una filosofía en sentido mundano… Es como si el hibridismo de los centauros, las sirenas, las montañas de oro y otros objetos ideales, tan queridos por los lógicos decimonónicos en lo que concierne a su posibilidad9, hubiese impregnado Logicómix desde su concepción hasta configurar sus dos rostros de filosofía y de cómic, cada uno de ellos también de naturaleza bifronte, enlazados todos en un tebeo único10.

Si reparamos en el sentido de la conferencia de Russell, veremos que el argumento de Logicómix se identifica con un discurso que sintetiza la distinción establecida por Kant entre filosofía académica y filosofía mundana11. El propio título de la conferencia, “El papel de la lógica en los asuntos humanos”, avala esta síntesis. El proyecto logicista —o al menos su estudio y exposición—, lo mismo que el cultivo de la lógica pura, se inscriben de pleno en la filosofía académica (o de escuela) de que hablara Kant. Sin embargo, el interés por los asuntos humanos remite a la filosofía mundana (o concepto cósmico de la filosofía), descrito por el pensador de Könisberg. En este sentido mundano, la filosofía relaciona los conocimientos con los fines esenciales de la razón humana, sintetizados en el fin último, que «no es otro que el destino entero del hombre, y la filosofía relativa al mismo se llama moral» (Kant 1978: 652)12. El asunto, en fin, es que la filosofía académica queda subsumida dentro de la filosofía mundana, a la que aquella sirve con su trabajo de escuela.

 
 


En Logicómix Russell pronuncia su charla recién iniciada la Segunda Guerra Mundial, mientras es acosado por unos aislacionistas estadounidenses que le exigen que se posicione respecto a la guerra13. No cabe duda de que la guerra es el epónimo perfecto de lo irracional, y en esa medida, una de las funciones de la lógica es la de servir de cortafuegos capaz de domar el instinto irracional. En última instancia, el meollo, la médula que recorre Logicómix es de raíz tan helénica como aquella que alude al contraste entre razón y pasión. El tebeo aborda la antagonía que se da entre la atemporalidad, el rigor y la exactitud de la lógica, frente al devenir, la sucesión de los acontecimientos y las imprecisiones de la ladera fáctica.

Por otra parte, Doxiadis y Papadimitriou aluden en su historia a la diferencia que existe entre la realidad y sus mapas, y en concreto al peligro que conlleva la confusión entre una y otros, el peligro de la locura (lógica deriva de locura, se repite en el cómic). Pero a la vez, nos apuntan, dejarlo todo en manos de la ausencia de razón y de lógica conlleva sus riesgos. «¿Cómo anular el daño causado por… el instinto, la emoción y el hábito?», se pregunta Russell en Logicómix (p. 279). Así, mientras la historia expuesta pone en evidencia el contraste entre el ¿delirio? logicista y la existencia humana, el discurso muestra la importancia de la lógica y de la razón para dirigir nuestra vida, sin necesidad de sucumbir a la obsesión o manía, al sueño de la razón que produce monstruos. En cuestiones prácticas, parecen decirnos los autores, la razonabilidad es mejor consejera que la dura razón.

Los límites de la representación. Wittgenstein y Gödel

Dos golpes, por así decir, además de la paradoja que carcomía el núcleo del programa logicista, recibió el proyecto russelliano. El primero removió el platonismo matemático —heredero del pitagorismo—, según el cual las entidades matemáticas tienen una consistencia real que habita en un mundo accesible únicamente mediante la razón. El segundo fue de índole más técnica, lógico-matemática, para nada trivial. En este orden cronológico, el primer golpe provino de Wittgenstein. El segundo, de Gödel.

 
 

La relación entre Russell y Wittgenstein fue ambivalente14. Se conocieron a raíz de la visita que el austríaco, por recomendación de Frege, realizó a Russell en 1911. Este último había finalizado el año anterior la redacción de Principia Mathematica (en colaboración con Whitehead), tras diez años de extenuante labor, y, según escribió en su Autobiografía, su «[Mi] intelecto nunca acabó de recobrarse del esfuerzo»15. Russell había inspirado el atomismo lógico que Wittgenstein formalizó en su Tractatus Logico-Philosophicus (1921, 1922), pero a la vez este disolvió el realismo lógico de aquel al reducir las leyes de la lógica a su condición de tautologías. Con Wittgenstein, el análisis del lenguaje prevaleció sobre el análisis ontológico y epistemológico de Russell. Por otra parte, el filósofo austríaco estableció los límites de la representación al distinguir entre lo que puede ser dicho (las proposiciones que son figuras de hechos) y lo que solo puede ser mostrado (la forma lógica), con el corolario de que el sentido del mundo (los valores, lo místico) queda fuera del ámbito de la representación.

El capítulo 5 de Logicómix, “Guerras lógico-filosóficas”, representa buena parte de la relación Russell-Wittgenstein. Por su parte, el capítulo 6, “Incompletitud”, recoge ya en su título el nombre del famoso teorema de Gödel que dio al traste con el optimismo lógico según el cual es posible elaborar un sistema formal axiomático carente de proposiciones indemostrables (indecidibles). El proyecto logicista se fue al garete, pero abrió la vía que acabaría desembocando, con la intervención de John von Neumann y sobre todo de Alan Turing, en los algoritmos de la lógica computacional. El anhelo por la semántica representacional fue sustituido por el triunfo de la pragmática operacional16. Se trataba, en términos de Logicómix, de sustituir los mapas por los algoritmos17.

El proceso de renovación del mundo llevado a cabo tras la Gran Guerra está bien reflejado en Logicómix, así como el desinterés consecuente de Russell por la lógica y su nuevo interés por la educación y por la nueva ciencia de entonces, la psicología (interés que le conduciría a la publicación de The Analysis of Mind en 1921). También representa el tebeo la experiencia pedagógica de Wittgenstein, por completo diferente y opuesta a la de Russell. En ambos casos, empero, se manifiesta el fin del empeño por la lógica y la atención a otro tipo de asuntos, humanos por así decir.

 
 

La Orestíada como metáfora

El índice de Logicómix revela una estructura significativa. Los seis capítulos hilvanados mediante la conferencia de Russell se encuentran precedidos por una Obertura, interrumpidos después del cuarto por un Entreacto y rematados tras el sexto por una Escena final. Los términos ‘Obertura’, ‘Entreacto’ y ‘Escena final’ son propios del lenguaje escénico. Las tres partes del cómic que designan esos vocablos se desarrollan en el presente (la edición original de Logicómix es de 2009) y están protagonizadas por los autores del libro. La última pista que culmina mi exposición se presenta cuando, en una especie de juego de espejos o de teatro dentro del teatro, aparece en escena La Orestíada; en concreto, una representación contemporánea en Atenas de Las Euménides, obra que cierra la trilogía de Esquilo. La importancia de esta representación teatral a manera de remate de Logicómix verifica nuestra afirmación de que estamos ante una novela gráfica que conecta los intereses de la filosofía académica con los de la filosofía mundana, supeditados al fin último del destino del animal humano en relación con su naturaleza moral.

Al final de su conferencia, Russell pronuncia en un par de viñetas consecutivas las siguientes palabras:

Lo mismo es hora de recurrir a otra tríada: responsabilidad, justicia… incluso un sentido del Bien y del Mal, esto es, todos esos conceptos que nuestros amigos vieneses18 consideraban “indignos de mentes serias” … Aplicar fórmulas no basta; es decir, no cuando hay que enfrentarse a problemas serios de verdad (p. 299).

Russell se refiere aquí a una tríada que supere aquella otra constituida por el instinto, la emoción y el hábito, de efectos tan dañinos. Pero aplicar fórmulas no basta. Lo razonable ha de estar por encima de lo estrictamente lógico… cuando se trata de enfrentarse a problemas serios de verdad. En la página siguiente, a manera de cierre de la parte del libro dedicada a Russell y a su conferencia, y como enlace con la “Escena final” del tebeo, los autores de Logicómix salen de su estudio de trabajo mientras Annie Di Donna afirma: «¡Y ahora vamos a ver La Orestíada!». La conexión de estas tragedias de Esquilo —especialmente la tercera de la trilogía— con el asunto capital que atraviesa Logicómix es por completo reveladora.

La historia de la lógica derivó en la realidad de los ordenadores; la de la Orestiada, en la institución de la democracia. Después de todo, Christos Papadimitriou refleja en Logicómix aquel optimismo informático que encuentra en internet el mejor aliado de la democracia y al revés, en la democracia el mejor aliado de internet.

 
 

Conclusión

No nos hallamos aquí ante una mera exposición en viñetas de contenidos filosóficos, sino ante una genuina historieta o cómic de constitución filosófica. Logicómix es un paradigma de cómic filosófico, excelente en cuanto cómic, pero también en cuanto exposición filosófica que manifiesta el contraste vital entre la razón y el instinto, entre el pensamiento y la emoción, entre el intelecto y el hábito. Y de paso, cancela aquel conflicto metaliterario que solo tiene en cuenta o la pesantez o la frivolidad19.

 

Bibliografía:

Hofstadter, D. R. (1987): Gödel, Escher, Bach: un Eterno y Grácil Bucle. Barcelona, Tusquets.

Kant, I. (1978): Crítica de la razón pura. Madrid, Alfaguara.

Monk, R. (1994): Ludwig Wittgenstein. El deber de un genio. Barcelona, Anagrama.

———— (1996): Bertrand Russell: The Spirit of Solitude, 1872-1921. London, Simon & Schuster.

———— (2000): Bertrand Russell: The Ghost of Madness, 1921-1970. London, Jonathan Cape.

Mosterín, J. (2000): Los lógicos. Madrid, Espasa Calpe.

Nicolás, J. A. y Frápolli, M. J, (eds.) (1997): Teorías de la verdad en el siglo XX. Madrid, Tecnos.

Passmore, J. (1981): 100 años de filosofía. Madrid, Alianza.

Russell, B. (1976): Retratos de memoria y otros ensayos. Madrid, Alianza.

———— (1982): La evolución de mi pensamiento filosófico. Madrid, Alianza.

———— (1988): Introducción a la filosofía matemática. Barcelona. Paidós.

———— (1990a): Autobiografía, 1872-1914. Barcelona, Edhasa.

———— (1990b): Autobiografía, 1914-1944. Barcelona, Edhasa.

Wittgenstein, L. (1975): Tractatus Logico-Philosophicus. Madrid, Alianza.


NOTAS

1  ‘La verdad’ como tal —en sentido sustantivo—, siendo una noción que atraviesa el pensamiento desde sus orígenes, es inabarcable. «‘¿Qué es la verdad?’ dijo bromeando Pilatos, y no esperaría una respuesta», escribió el filósofo J. L. Austin (Nicolás y Frápolli 1997: 225). El mismo filósofo escribió a continuación: «Lo que más bien necesita discusión es el uso, o ciertos usos, de la palabra ‘verdadero’». Austin se refiere a una concepción adjetiva de la verdad, entendida como predicado atribuible a determinadas proposiciones. Por decirlo en términos humeanos (del escocés David Hume, 1711-1776), la verdad en cuestión es la que concierne o bien a las proposiciones que expresan relaciones de ideas (proposiciones de la lógica y las matemáticas), o bien a las que expresan cuestiones de hecho (proposiciones susceptibles de verificación empírica). En el primer caso, se trata de una concepción de la verdad como coherencia. En el segundo, se apela a la verdad entendida como correspondencia entre proposiciones y hechos (un enfoque que en 1933 el polaco Tarski formalizaría como teoría semántica de la verdad). Esta concepción adjetiva de la verdad es la que acompaña a los protagonistas de Logicómix.

2  Apostolos Doxiadis es el autor de la conocida novela El tío Petros y la conjetura de Goldbach (1992). Independientemente de las obvias diferencias formales que hay entre esa novela agráfica y Logicómix, hay una afinidad entre ambas obras que se resume en la palpable posibilidad de instruir deleitando mediante la exposición narrativa de contenidos abstractos.

3  El logicismo (Frege, Whitehead, Russell) convivió con el formalismo (Hilbert) y con el intuicionismo (Brower). Fueron tres enfoques de la lógica que coexistieron durante el período de la búsqueda fundacional.

4  En sentido etimológico, ‘político’ y ‘civil’ son vocablos sinónimos. El primero remite al griego (polis) y el segundo al latín (cives), cuya traducción en ambos casos es la misma: ciudad. Por otra parte, el mayor biógrafo de Russell fue él mismo, dados sus numerosos escritos de tinte autobiográfico. En la bibliografía adjunta se recogen algunos, acaso los principales.

5  Una muestra visible del rastro de Newton en Russell la proporciona el título de la obra revolucionaria del físico y matemático inglés: Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica, que sin duda inspiró el título de la magna obra de lógica matemática que Russell escribió con Whitehead: Principia Mathematica. Es corriente referirse a ambos títulos, el de Newton y el de Russell-Whitehead, simplemente como los Principia. En cuanto al talante volteriano de Russell, totalmente indiscutido, una buena prueba del mismo se obtiene con su libro titulado Por qué no soy cristiano. La conexión de Bertrand Russell con la tradición filosófica, específicamente la de la edad moderna, la resume muy bien la siguiente afirmación del profesor Passmore: «El desarrollo filosófico de Russell es (aunque esto no sea decir demasiado) el paso de Descartes a un Hume resumido» (Passmore 1981: 242). Pero es una afirmación que se aplica sobre todo a la epistemología o teoría del conocimento de Rusell.

6  Se trata de una conferencia ficticia, de la cual no he hallado registro, aunque sí que es absolutamente verosímil. Russell se encontraba en esa fecha en Los Ángeles, contratado por la Universidad de California (Russell 1990b: 309-10). El hecho de que en el relato la universidad en la que Russell da su charla sea, aunque estadounidense, indeterminada, avala mi suposición. En relación con este detalle, cabe referir que en el apéndice titulado “Logicómix y la realidad”, los autores del cómic escriben: «… a pesar de que la mayoría de sus personajes son personas reales, nuestro libro está muy lejos de ser —ni de querer serlo— una obra de historia. Es —y quiere ser— una novela gráfica». Y a continuación dan cuenta de algunas de las licencias narrativas que se han tomado.

7  «…mi abuela… fue para mí la persona más importante en el curso de mi infancia» (Russell 1990a: 20).

8  La “Obertura”, el “Entreacto” y la “Escena final” de Logicómix se desarrollan en el tiempo desde el que se habla, mientras que los seis capítulos numerados (1. Pembroke Lodge, 2. El aprendiz de brujo, 3. Wanderjahre o los años de itinerancia, 4. Paradojas, 5. Guerras lógico-filosóficas y 6. Incompletitud) transcurren en el tiempo del que se habla. A su vez, en algunas de estas partes se produce también un desdoblamiento entre el tiempo del que se habla y tiempo desde el que se habla.

9  La teoría de las descripciones (1905) de Russell dio al traste con esos problemas al establecer en lenguaje lógico que no existe un x tal que x sea una montaña y x sea de oro. Tal y como el filósofo afirmó: «Un sólido sentido de la realidad es muy necesario para plantear un análisis correcto de las proposiciones sobre unicornios, montañas de oro, cuadrados redondos y otros falsos objetos» (Russell 1988: 149).

10  En el Tractatus de Wittgenstein hay un aforismo que de alguna manera ilustra este “binarismo unitario” al que me refiero: «4.014. El disco gramofónico, el pensamiento musical, la notación musical, las ondas sonoras, están todos, unos respecto de otros, en aquella interna relación figurativa que se mantiene entre lenguaje y mundo. A todo esto es común la estructura lógica. (Como en la fábula, los dos jóvenes, sus dos caballos y sus lirios son todos, en cierto sentido, la misma cosa)» (Wittgenstein 1975: 73).

11  B 866-868 (Kant 1978: 651-652).

12  Esta cita de Kant sigue así: «La superioridad de la filosofía moral frente a cualquier otra aspiración racional explica que también los antiguos siempre entendieran por “filósofo”, de modo especial, al moralista, e incluso en la actualidad se sigue llamando filósofo, por cierta analogía, a quien muestra exteriormente autodominio mediante la razón, a pesar de su limitado saber».

13  Véase Aislacionismo. El pacifismo de Russell durante la Primera Guerra Mundial le valió una condena de cárcel (donde escribiría su Introducción a la filosofía matemática): «Durante cuatro meses y medio, en 1918, estuve preso por hacer propaganda pacifista. Pero, gracias a la intervención de Arthur Balfour, estuve en primera categoría…» (Russell 1976, 36). Sin embargo, su postura varió ante la Segunda Guerra Mundial y fue luego modulada durante la guerra fría, en la que se convirtió en destacado activista en pro del desarme nuclear. Finalmente, su posición ante la guerra de Vietnam le llevó a constituir el conocido como Tribunal Russell.

14  El hecho de que Ray Monk en su biografía de Wittgenstein (Monk 1994) titule un capítulo “El protegido de Russell”, y el siguiente “El maestro de Russell”, da cuenta de esa ambivalencia. Posteriormente, cuando Wittgenstein elaboró su “segunda filosofía”, centrada en el análisis del lenguaje ordinario (o corriente) —la expresada por ejemplo en Investigaciones filosóficas (1953)—, el distanciamiento e incomprensión entre ambos pensadores fue absoluto. Véase al respecto Russell 1982: 226-242. El filósofo galés nunca abandonó su interés por el lenguaje científico, iniciado en los comienzos de su carrera. Logicómix recoge la contraposición entre el lenguaje lógico y el lenguaje ordinario cuando en una viñeta (p. 124) pone en boca de Frege las siguientes palabras: «…El lenguaje corriente no vale para la ciencia. ¡Solo vale para la cocina!»

15  Monk 1994: 50.

16  Curiosamente, la historia intelectual representada por los seis pensadores escogidos en el libro Los lógicos (Mosterín 2000) —Frege, Cantor, Russell, Gödel, von Neumann y Turing— reproduce el proceso que llevó del logicismo a la lógica computacional. Es el mismo proceso que, a fin de cuentas, se relata en Logicómix. Por otro lado, desde una perspectiva recreativa o lúdica, el libro Gödel, Escher, Bach (Hofstadter 1987) recoge suficientes planteamientos y contenidos que combinan aspectos de lógica computacional con problemas de autorreferencia y autoinclusión en las artes.

17  En otro sentido, el término ‘incompletitud’ no es aplicable a Logicómix, en cuanto se trata de un libro absolutamente completo que no requiere ningún tipo de consulta externa para su cabal comprensión. El tebeo cuenta con un apéndice titulado “Cuaderno de notas”, compuesto por treinta entradas dedicadas respectivamente a la presentación de filósofos, explicación de conceptos, citación de algunas obras lógicas y algún otro término relacionado con la tragedia griega.

18  Con la expresión “nuestros amigos vieneses”, Russell se refiere a los miembros del Círculo de Viena, un grupo de filósofos y científicos que propugnaban un positivismo lógico (o neoempirismo) cuyo Criterio de Verificabilidad descalificaba como carentes de significado, o como pseudoproposiciones, las afirmaciones metafísicas y todas aquellas que no fuesen o bien tautologías, o bien estrictamente verificables. Se declararon entusiastas del Tractatus de Wittgenstein, del que hicieron una lectura muy restrictiva.

19  La Introducción de la edición española (Ediciones Sinsentido) de Logicómix corre a cargo de Fernando Savater, lo que no deja de ser un dato relevante. La doble condición de Savater en cuanto filósofo y en cuanto amante de la narrativa popular y de aventuras, y como tal distanciado de los discursos campanudos o pedantes, encaja perfectamente con la materia y la forma de Logicómix, en la línea de lo que el presente artículo ha intentado mostrar.

Creación de la ficha (2020): Jesús Gisbert. Revisión de Félix López y Manuel Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Jesús Gisbert (2020): "Logicómix como paradigma", en Tebeosfera, tercera época, 14 (19-VII-2020). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 25/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/logicomix_como_paradigma.html