LOS RATONES TEMPLARIOS. LA PROFECÍA
ANTONIO SANTOS

Notas:
Texto en el que se reseña la publicación LOS RATONES TEMPLARIOS - LA PROFECÍA. A la derecha, viñeta de la obra.

 

LOS RATONES TEMPLARIOS - LA PROFECÍA. El triunfo de lo insignificante
 
Tenebrosos tiempos agitan la Tierra Oscura, tanto que el menguante ojo de WOTAN decide poner fin al escarnio y la injusticia que sufre una de sus más amadas razas. El momento de entregar consuelo y justicia a los que padecen se acerca. Pero el elegido, el humilde ratón KARIC, apenas adolescente, ¿es el adecuado para hacerlo? Porque descubrirá que no sólo el mundo que lo rodea expresa amenazas: otros muy próximos a su corazón conspiran contra él, en uno u otro sentido, vertiendo dudas y cizaña, capaces de confundirle incluso a él….
 

EL MIGNOLA APÓCRIFO
 
«También este libro trata de una historia interminable. Su temática tiene unas largas, sinuosas y complicadas raíces en una antigua mitología, su relato se prolonga y se diversifica en narraciones incontables de muy diversas épocas y lugares, y, además, los mismos lectores de la historia entran luego, sesgadamente, a formar parte de la misma.»
HISTORIA DEL REY ARTURO Y LOS NOBLES Y ERRANTES CABALLEROS DE LA TABLA REDONDA, CARLOS GARCÍA GUAL
 

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Cubierta de la obra, por Michael Avon Aeming. 
 La obra que sometemos a análisis, Los ratones templarios - La Profecía, está protagonizada esencialmente por eso, en efecto, ratones, aunque aparecen otros animales que se empeñan también en replicar aspectos de nuestras leyendas y cultura. La trama desarrolla un viaje de descubrimiento; lo emprende el joven y tímido Karic, que vive fascinado con las historias sobre antiguos combates y gestas heroicas de los templarios roedores. Crece en una aldea que, cierto día, es atacada por unas ratas que esclavizan a los suyos. Una fortuita circunstancia (que, dado el “misticismo” que impregna el relato, nos debe parecer “un milagro programado”, Divina Providencia en acción) permite a Karic entrar en contacto con los mensajeros del dios Wotan, quienes le desvelarán la importancia de su persona en los tiempos aciagos que vive. En su odisea estará acompañado por un viejo guerrero templario, caído en desgracia como todos los demás, y cuya generosidad resultará engañosa. Las numerosas aventuras que jalonan el camino irán forjando el carácter del impresionable Karic, que de este modo se despojará de su ingenuidad, templándose para ser el arma de Wotan, quien se complace de sacar, de entre sus más humildes criaturas, al más grande campeón, un espejo y ejemplo en el que otros podrán reflejarse en siglos venideros.

 Más allá de lo desconcertantes que puedan parecernos las historias de animales parlantes antropomorfos (y por qué el resto de los animales siguen callados y desempeñando su rol según su naturaleza), o por qué GOOFY tiene pantalones y PLUTO menea gozoso el rabo (otro enjundioso enigma de ramificaciones freudianas, lo menos), lo que debe llamarnos la atención de esta historia es la abrumadora convicción de éxito que sus autores, MICHAEL AVON OEMING y BRYAN J.L. GLASS, han estampado en cada una de sus páginas. Su solidez es como la de un baluarte mitológico que lo ha resistido todo (Camelot, no. Ése también acabó cayendo), o tan firme como numerosa es la cantidad de mitos y referencias que ceban el relato. Sólo así se comprende que la historia tenga un principio tan lento, frío y poco comunicativo. Desde luego hay pasión y entusiasmo, y personajes muy bien “construidos” (¡por Dios!, ¿no lo van a estar? ¡Llevan milenios entre nosotros y dentro de nuestra imaginación!), figuras abatidas y que sufren, que combaten sus dudas y se imponen a su flagelo, para de nuevo recibir un impacto carnicero, que tampoco logra doblegarlos del todo. Pero, pese a esto… no te identificas con ellos. Sus emociones te parecen prestadas, de “segunda mano”, hasta las aparentemente más viscerales, las que desgarran como nada te podría herir


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 El capitán Tosk da muestras de su villanía.
 
De esto no tiene la culpa Avon Oeming, que pone su extensa experiencia al servicio del relato gráfico tratando de emocionarnos, impresionarnos y transmitir furia y empuje a planchas y viñetas; la culpa de la falta de empatía que desprenden los distintos personajes “buenos” (porque los malos ya van listos poniendo cara “de malo” y las habituales muecas de vesania y villanía) proviene de su misma naturaleza: son ratones, con un cráneo de pequeño tamaño que acoge un rostro pobre en expresividad. No hay que ir muy lejos para apreciar este detalle: aparece en la portada (el cebo para engatusarnos –o enratonarnos, en este caso- y zambullirnos en su épica). Nuestros héroes, tutelados por el búho blanco y lo que parecen espectros de antiguos guerreros, están aterrados. Acaban de topar con el Mal y descubren que su fuerza, talento o inspiración no bastan para vencer, quizás ni para sobrevivir. Ante la adversidad, no logran poner cara de ferocidad, o bravura, o temple. En obras de esta naturaleza, esto se busca siempre: transmitir una sensación de convicción y firmeza (aun fingida) que permita arrostrar, y hasta desdeñar, a la Amenaza. Nos dan ejemplo para poder afrontar las dificultades. Esta expresión, abrumada, de saberse superados, es la que casi de forma permanente muestran los personajes que aparecen en La Profecía. Su alegría se dibuja como una raya torcida. La agobiada faz de Karic, nuestro tenderfoot protagonista, inunda casi todos los planos del relato, alternándolos con las sombras malignas que enmascaran al aparente villano central de la saga, el mutilado CAPITÁN TOSK (¿o es “TASK”?). A su lado, otros personajes mantienen un grave semblante apenado, en especial los sacerdotes corruptos que deben “armar caballero” a Karic, seres inertes, inmóviles en sus marcas; permanecerían en ellas aunque una bomba atómica estallase ante ellos. Son figuras dignas del Huerco, impregnados de toda su neblinosa tristeza

Avon Oeming intenta compensar esta falta de emotividad con un trazo esquemático, anguloso, y unas cuantas dosis de acción distribuidas adecuadamente a fin de que el interés no decaiga (no lo hace en absoluto; pero no es gracias a la adrenalina que sus combates generan, sino que sale de ver cuánto han copiado o adaptado y de quién. Tampoco le ayuda mucho Bryan Glass, que no es por cierto BRIAN FULLER, y sus diálogos, aunque correctos, carecen de garra). Para imponerse además a la sensación de insignificancia que generan los protagonistas, Avon Oeming apela a los rasgos gráficos que Mignola ha ido desarrollando en HELLBOY, buscando asimismo reproducir sus “encuadres” y “efectos cinéticos”. El resto es de su cosecha, producto de sus vivencias y de la forma como razona las distintas experiencias vividas, que obtienen un “enfoque” que vierte en las viñetas. No esperábamos menos. Su experiencia y reputación, como una cuestión de principios, lo obligan además a proceder de este modo.

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Oeming emulando a Mignola en las escenas de acción. A la derecha, la mano de acero mencionada.

 El mismo Mignola elogia la obra; en su opinión es: “Una verdadera preciosidad”. Qué menos. Estará complacido de ver su talento impregnando casi todo el tebeo, además de comprobar cómo el Capitán Tosk es un cameo del propio Hellboy. Venga, hombre, que esa mano de acero es más que delatadora. ¿Creíais que no íbamos a darnos cuenta?.
 
 
IMRAMA, AITHEDA Y GEISA
 
«El Grial es la manifestación novelesca de Dios. La búsqueda del Grial, por tanto, no es, bajo el velo de la alegoría, más que la búsqueda de Dios, más que el esfuerzo de los hombres de buena voluntad hacia el conocimiento de Dios.»
ALBERT PAUPHILET
 
 
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El duo protagonista, por Mark Buckingham y D`Israeli.

  Otra cosa extraordinaria de La Profecía es que su trama no desarrolla un argumento donde el/los protagonista/s persigue/n la fuerza, ni la imposición por la violencia: es prácticamente una Imrama (un viaje sorprendente) en pos de conocimiento, sabiduría. Toda la obra hace firme hincapié en este detalle. Entrenan a Karic para defenderse, no para atacar; sus distintos maestros, directos o indirectos, apenas confían en su destreza física. No esperan de él un ESPASMO DE FURIA que lo transforme en un guerrero salvaje que “mate a cincuenta con la mano derecha y a cincuenta con la mano izquierda, y le parecieron pocos”. Es una figura humilde que va haciendo enérgico su carácter y gana experiencia merced a palos, engaños y traiciones, decepciones y dolor, templando su espíritu, recinto de su verdadero poder. Esto le permite, llegado el momento, ofrecer su cuerpo al máximo sacrificio, del que posteriormente será informado
 
 Todo el espectro de “buenos” busca la puridad de la sabiduría (aunque, ¡cuidado!: “¡Ay, qué terrible es la sabiduría cuando no rinde ningún provecho al sabio!”, advirtió SÓFOCLES), para así sobrevivir a esta época oscura en la que viven y quizás lograr un Estado ideal de equidad y paz que beneficie a la pequeña y débil raza de los ratones. Los malos, en cambio, no dan sorpresas y siguen en lo suyo: mata/destruye/raja y dame un cráneo para beber esta sangre fresca. ¿Los matamos a todos; aún queda alguno vivo?
 
 
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El búho como símbolo de la sabiduría. 
 La clara impresión de que esta obra ‘rinde culto’ a la sabiduría (que es, a la sazón, el equivalente a LA FUERZA de los CABALLEROS JEDI) también aparece en la portada: es el búho, que nos vamos a permitir un momento confundirlo con la lechuza que PALAS ATENEAS (diosa de la sabiduría) tenía perchada en el hombro. Luego, en la obra, descubrimos que se rinde culto a Wotan (que, si no andamos errados, era el nombre germano, no vikingo, de ODÍN), que venía a ser el depositario de la sabiduría en la mitología nórdica, y por la cual pagó en carne y sangre durante nueve días en el fresno (referencia que consta en la saga y la extensa bibliografía adjunta del volumen reseñado).
 
 Es muy interesante apreciar lo siguiente: Odín era un dios traicionero, voluble cuando menos. Avon Oeming y Glass son fieles a este espíritu de la deidad, porque los BÚHOS DE LA MUERTE de Wotan son tan protectores de ratones como sus verdugos. –Y asesinos de los murciélagos [dato que nos recuerda la fábula de ESOPO de la guerra entre las aves y los caballos].- Este carácter ambiguo del dios, al menos en este libro, no suscita ninguna reflexión en los autores, que la plasmen en algún diálogo, aun casual.
 La búsqueda de PILOTO, el “primer maestro” de Karic, también está marcada por la necesidad de conocimiento. (Menos mal que este volumen cuenta con una vasta documentación, tan imaginativa como accesoria, y que aclara su contradictorio proceder, confirmando las sospechas del lector.) Quizás su meta no sea la misma, o de naturaleza tan benéfica, como la que empuja a buscar a Karic a los DIOSES PECES (referencia al SALMÓN FINTÁN… ¿o a LOKI, que fue atrapado, tras el asesinato de BALDER, en forma de salmón?), pero es también un anhelo de saber. Y, ¿qué ansían tener los corruptos sacerdotes del fresno sagrado, eso que maestro y alumno se han marcado como objetivo? Sabiduría, negada mucho tiempo atrás por su cobarde proceder ante la disensión que eliminó a la orden de los ratones templarios, que encarnaban la justicia y la paz.
 
 
 Como toda buena obra de este tipo que se precie, cuenta con una Aitheda (un rapto) que obligará a nuestro héroe a probarse y tantear el límite de sus fuerzas y la firmeza de su convicción. Volvemos a toparnos con el concepto de “la chica rehén”, porque la aflicción que sufre el ser amado cautivo (en este caso, la madre y hermanas de Karic; su tierno amor adolescente; el amigo/bardo que acaba de recibir una muy dolorosa lección sobre lo abrasiva que es la realidad) es un tremendo acicate que no permite reposo. Este tomo sienta las bases de la Aitheda que Karic debe emprender en entregas futuras. Y también es una Geisa, porque se codician cierta cantidad de objetos mágicos que el héroe, o su maestro, deben emplear tanto para el bien de su Imrama como para su mera supervivencia.
 
 Glass admite, en la mencionada bibliografía del final, entreverada con ilustraciones y colaboraciones diversas, el grueso capítulo de referencias que han abonado la obra. Es una voluntaria confesión cuya honestidad debemos aplaudir. Pero que Glass tampoco nos “despiste” ciertos datos: cualquiera que haya leído LA TORRE OSCURA/1 - LA HIERBA DEL DIABLO, de STEPHEN KING, podrá comprobar que el capítulo de EL ORÁCULO lo han recreado Avon Oeming y Glass en el de ANAIUS LA NEGRA (trasunto de BABA YAGA, versión Hellboy). También se debe hacer una ofrenda de líquido vital para apaciguar y obtener información de este oscuro ente, y en un contexto casi similar. El malhumorado CASSIUS, por otra parte, es CORT, el maestro de ROLANDO, el pistolero. Glass (y lo que le toque a Avon Oeming) “niegan” (más aún, no consta) esta influencia, pero atraen nuestras sospechas apuntando hacia no sé qué de EL RESPLANDOR (de King).
 
 Por cierto: aunque sea a costa de reventar parte del argumento de la obra, la lucha que ocurre entre el gato y Cassius no se lo creen ni los autores.
 
 
LA TIERRA ESTABA DIVIDIDA Y SIN REY
 
«En el llano de Salebieres comenzó la batalla, por la que el reino de Logres fue a la destrucción, a la vez que muchos otros, porque después no hubo tantos nobles caballeros como había habido antes; tras su muerte, las tierras quedaron desoladas y yermas, sin buenos señores, pues todos murieron con gran dolor y aflicción.»
SIR THOMAS MALORY, Muerte del Rey Arturo, capítulo 181.
 
 
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En el mundo de La Profecía, lo tenebroso acecha y conseguirá destruir los pequeños reductos de paz, como el pueblo natal de Karic.
 En La Profecía sí lo hay, uno mezquino y enloquecido, semejante a un gótico sátrapa digno de un relato de CONAN, de cuando codiciaba el trono de Aquilonia. Pero, por su misma naturaleza, débil y corrupta, el reino es pobre y está sometido a los brutales excesos de comadrejas y ratas, como personaliza el Hellboy apócrifo, el Capitán Tosk. Es propio de una épica de corte artúrico que esto sea así, porque se ligaba la fortaleza y salud del reino a la del propio rey.

 Tan arraigado está este concepto taumatúrgico en La Profecía que otro síntoma de la decadencia de las Tierras Oscuras es la lucha intestina entre los ratones templarios. Su violencia disuelve la orden y convierte a sus miembros en gente dedicada a practicar todo tipo de oficios, muy distintos a su naturaleza guerrera, acosados los dispersos guerreros tanto por los predadores naturales como por las ratas o templarios, camaradas de armas antaño, convertidos ahora en sicarios o cazadores de su vieja hermandad. Resisten pequeños feudos de prosperidad (como el pueblo de Karic) gracias a la presencia de un templario descastado, como un RONIN, que parece “bendecir” con su presencia la tierra. Pero su taumaturgia “de otros tiempos” no puede impedir el desastre que finalmente reduce a cenizas el pequeño mundo de Karic, arrojándolo al camino negro y tortuoso de las ambiciones y las traiciones de quienes conoce.
 
 De este modo (pero no con gran ímpetu), también La Profecía es una obra que habla sobre la decadencia, el fin de todo bello sueño, y cómo acecha lo insensato y lo tenebroso, que habitan en el perímetro de nuestra visión. El mensaje que transmite no es nada optimista: EL FIN ES INEVITABLE. Lo que luego suceda nadie lo sabe (ni LA SOMBRA). Quizás la oscuridad se adueñe del Cosmos y en este Tártaro se consuman hasta sus más siniestras criaturas, imperando la Nada.
 
 
 
CULTUPOP
 
 
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La la relación maestro/alumno de Karic y Piloto.

 Vamos a detenernos un momento en un comentario contenido en el apéndice del tomo reseñado. Cuenta que un lector “se quejó” de que la relación maestro/alumno de Karic y Piloto era como la de OBI WAN y LUKE. Esto nos lleva a reflexionar sobre los extremos de lo que definiremos como ‘CultuPop’: STAR WARS, que es un MONSTRUO DE FRANKENSTEIN (hecho de todo tipo de retales), acaba de sustituir al mito artúrico en el que también, o casi principalmente, está basado. Y lo peor es la réplica de Glass, ¡citando una frase del MERLIN (NICOL WILLIAMSON) de EXCALIBUR! (Ningún reparo que hacer a la obra de JOHN BOORMAN y ROSPO PALLENBERG; es la mejor película sobre el tema que existe… basada, a su vez, en La muerte de Arturo, de sir Thomas Malory.) Glass decepciona, porque se esperaba que citase a Malory, o a GEOFFREY DE MONMOUTH, o a CHRÉTIENE DE TROYES, o refiriese a algo del vasto fondo del que todo esto procede. En cambio, mienta una película. El cine acaba de fagocitar dos milenios (o más) de tradición cultural escrita o relatada oralmente: Excalibur se ha convertido en el patrón oro. Nada antes hay. (Y, menos mal, porque si llegan a inspirarse en EL REY ARTURO donde CLIVE OWEN lo encarna, junto con sus otros seis magníficos, ¡apañados vamos!).
 
 La CultuPop ha engendrado una raza de lectores/espectadores que pueden decir, sin desparpajo, y ante el próximo estreno, que “Conan es una buena copia de EL REY ESCORPIÓN” y quedarse tan panchos. (¿No hay quien cree que INDIANA JONES es una “buena copia” de LARA CROFT?) Es prueba de que una nueva cultura está sepultando a la que nos esforzamos en memorizar. LUCAS, SPIELBERG, Avon Oeming, Glass… son los nuevo trovadores, los compiladores de leyendas, o sus Creadores. No son hombres que han hallado en la Historia un rico légamo de fábulas que tienen autores con nombres y apellidos: ellos los suplantan. Y nadie, de la CultuPop, buscará inquieto la exactitud de esta “paternidad”, rastreará las leyendas antiguas hasta su procedencia en las hogueras del alba de nuestros tiempos, que, solamente, se modernizan en calidad digital, o la nueva tontería: el 3D.
 
 
RECAPITULANDO
 
«La búsqueda del grial, última de las aventuras, es la condenación del espíritu aventurero.»
YVES BONNEFOY
 
 Llamativa es la importancia del elemento agua en esta saga, asociándola a la Vida, tal como el dogma confirma que hace el bautismo, aunque la vida que en ese caso ofrece es la del alma inmortal.
 
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Ilustración de Víctor Santos, el nuevo ilustrador de la serie. 
  Felicitemos a nuestro compatriota VÍCTOR SANTOS (sin parentesco) por ser el elegido para continuar la obra iniciada por Avon Oeming, deseándole un constante éxito que le permita abordar proyectos de mayor envergadura aún. Desde luego, el autor de LOS REYES ELFOS es más que indicado para esta tarea (al fin y al cabo, Los Reyes Elfos ofrece un sesgo parecido al relato que comentamos).
 
 Otra obra a la que Los ratones templarios - La Profecía nos ha recordado es a EL REY DE INVIERNO, de BERNARD CORNWELL. Karic padece las mismas penalidades del protagonista de esa novela, tal y como aparece en su primera parte. E, igualmente, en futuras páginas, iremos viendo más del progreso de Karic, su crecimiento y prodigios, así como los griales que habrá de buscar.
 
 De los textos añadidos vamos a despuntar una apreciación de KOLDO AZPITARTE; parece asombrado de que Avon Oemig, que “venía” de dibujar JUDGE DREDD versión DC COMICS, con esta referencia, se quedara en paro, y tuviera que trabajar de guarda de seguridad. Por desgracia, es una situación mucho más común de lo que se podría pensar.
 Con Los ratones templarios - La Profecía estamos ante una obra distinta, y bien urdida, recomendable en verdad. Como viene siendo habitual en DOLMEN, se ofrece el recopilatorio en un formato de lujo. Cuando menos, responde al prestigio de una historia que escapa de los tópicos habituales de lo que parece que debería ser el tebeo (máscaras, capas y rescates del mundo in extremis). Nos siguen desconcertando un tanto las elipsis que La Profecía tiene: no suena lógico que Tosk arrastre tres meses (tres) su caravana de cautivos por un mundo de ratones que no parece mucho más grande que un campo de petanca. Si parte de esos meses los hubieran invertido en mostrar su servidumbre en la capital del reino, perfecto. Encaja. Sí.
 
 Pero Avon Oeming y Glass no tienen prisa. Desvelan, piano piano, la galería de personajes, donde el elemento femenino responde fielmente a los estereotipos de un relato de este estilo: tenemos a la sufrida madre, a la amante cándida y abrumada, a la taimada traidora. (¡Toma, las tres caras de DANU!) En próximos números, aumentarán su relevancia, ya veréis,
Y, como telón de fondo, la presencia de la Noche Eterna, que terminará engullendo aún a Wotan, como dicta un RAGNAROK implacable que también afecta al dios capital de Los ratones templarios - La Profecía.
 
 
 
 
FICHA TÉCNICA
 
TÍTULO: LOS RATONES TEMPLARIOS – LA PROFECÍA
GUIÓN: MICHAEL AVON OEMING – BRYAN J.L. GLASS
DIBUJO: MICHAEL AVON OEMING; JOHN BROGLIA; VAL STAPLES; RON SALAS; VÍCTOR SANTOS, KELSEY SHANNON;
COLOR: WIL QUINTANA; D´ISRAELI
EDITA (EE.UU.): IMAGE COMIC INC., 2009
EDITA (ESPAÑA): T. DOLMEN EDITORIAL, 2010
TRADUCE: DIEGO GARCÍA
REALIZACIÓN Y ROTULACIÓN: LAUBURU ESTUDIOS
PRÓLOGO: MARK BUCKINGHAM
TEXTOS: BILL WILLINGHAM, VÍCTOR SANTOS, KOLDO AZPITARTE
MAPA DE LAS TIERRAS OSCURAS: BRIAN QUINN
UNA HISTORIA DEL REINO: BRYAN J.L. GLASS y DICK SHEARER
MITOS, LEYENDAS Y RATONES TEMPLARIOS: TONY DANIEL
SALMÓN DEL CONOCIMIENTO: BRIAN QUINN
ILUSTRACIONES: MERLIN: TAKI SOMA; JOVEN ARTURO: NICK KLEIN; GRAN FRESNO: ROBERT HACK; CABALLEROS TEMPLARIOS: STUART SAYGAR
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES: KIRSTYN FERRETTI; MIKE FREIHEIT; ADAN LEVINE; MARISON LEN O´GRADY; CRIS PETER; IMAGE COMICS: BRAWYN BIGGLESTONE; DREW GILL; ALLEN HIRS; TRACI HUI; JOE KEATINGE; ERIK LARSEN; ERIC STEPHENSON; JIN VALENTINO
FORMATO: TOMO RECOPILATORIO DE LOS PRIMEROS SEIS NÚMEROS DE ESTA COLECCIÓN; TAPAS CARTÓN, 268 PÁGINAS
ISBN: 978-84-92458-61-5
DEP. LEGAL: SA-50-2010
P.V.P.: 28€
PARA: PATRICIA GLASS Y ETHAN Y TAKI

Creación de la ficha (2010): Antonio Santos. Con edición de Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ANTONIO SANTOS (2010): "Los ratones templarios. La profecía", en Tebeosfera, segunda época , 6 (30-VII-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 11/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/los_ratones_templarios._la_profecia.html