MANFRED SOMMER - FRANK CAPPA: LA AVENTURA DEL CÓMIC
PACO OLIVARES

Resumen / Abstract:
Notas: Reportaje en el que se extractaban las intervenciones durante el último homenaje recibido en vida por Sommer. Las fotos que aquí se ofrecen son las mismas que acompañaron al artículo, bien que en este caso en color, por cortesía de Paco Olivares

MANFRED SOMMER / FRANK CAPPA: LA AVENTURA DEL CÓMIC

(Extracto del acto de Homenaje a Manfred Sommer / Frank Cappa, realizando el desarrollo lógico del evento con las consiguientes entradas del moderador)

 

 Manfred Sommer en 1998

Tenemos el honor de rendir un modesto tributo a uno de los personajes más importantes de la historieta nacional de estos últimos 20 años. Frank Cappa. Pero, no solo eso, además, representa el punto y aparte del tebeo español. La humanización de los héroes. La tras­cendencia del personaje desde el papel hasta tomar casi forma tridimensional y convertirse en un ser vivo que sabe pensar, que muestra los más ocultos sentimientos y los más duros raciocinios del ser huma­no.

Era 1981, la, ahora desapa­recida, revista Cimoc, publicaba la primero historia de Cappa. Esta re­vista presentaba en sus páginas, tan solo en su primer año de vida, todo un plantel de personajes que da­rían lugar a poder hablar de ese nuevo comic de autor: Hombre, de José Ortiz, El Mercenario, de Vicen­te Segrelles, Bogey, de Leopoldo Sánchez, Alvar Mayor, de los argen­tinos Carlos Trillo y Enrique Breccia...
Desgraciadamente, los in­tentos de todos ellos no fueron tan fructíferos, unos por falta de una buena coherencia de guiones, que llegaron a aburrir por la reiteración, y otros por una existencia, franca­mente, efímera. Tal vez, sólo Alvar Mayor, de los pocos enumerados, podría estar en la lista de cabeza incluso actualmente.
Y eso mismo ocurre con Frank, un personaje cuyo mensaje de miedo, desgarro, sufrimiento, lo­cura, amor, impotencia frente a los sucesos que acontecen, ya sean guerras o problemas personales, lo ponen de forma inequívocamente vigente hoy en día, sin perder ni un ápice de actualidad.
Pero, no quiero extenderme más en el personaje, ni en este preámbulo, puesto que el homena­je que tributamos esta noche es in­herente y real en la persona de su padre, de su autor, Manfred Sommer.
Y es por ello que voy a deje paso a otras voces que tienen men­sajes que difundir al respecto. Pero antes, no quiero quedarme con las ganas de narrar uno de los diálo­gos de la serie que más me impactaron, ofrecido en el episodio EL ULTIMO AFRICANO.
Se desarrolla entre Frank y un joven desertor de un ejército centroafricano, de esos que tantos hay en continuas disputas fratricidas:
-¿No hay nada que te importe en la vida?
-Sí, mi pueblo, mi gente. -¿Quieres decir, Africa? -¿Africa? ¿Qué es Africa?
-Africa es un continente, donde tu vives.
-¿Continente? No, no. Yo vivo en una aldea que esta en la monta­ña...
 A mi lado se encuentra uno de nuestras más jóvenes promesas en el campo de la historieta, me refiero al ámbito cartagenero, no al murciano en general. Gregorio Lorente. Actualmente está traba­jando junto con su hermano Loren­zo, que se encuentra por aquí cer­ca, en la creación de historietas para la Editorial Planeta y, se pre­paran para dar un salto a la Gran Bretaña de la mano de la Editorial Fleetway.

De izquierda a derecha: Brocal Remohí, Sommer y Gigarpe, en el acto del homenaje.

Voy a comentar el como y el porqué hemos hecho este acto y, como hemos conseguido llevarlo a buen puerto.
La idea de este homenaje surgió en mayo de 1997 y, por unas cosas u otras, aunque pa­rezca que este acto es muy sencillo, hemos teni­do que dilatarnos en el tiempo y luchar contra problemas e impedimen­tos, contra puertas cerra­das, contra Instituciones de la ciudad y de la Co­munidad, que no han querido colaborar con este acto que nosotros consideramos relevante dentro de la cultura cartagenera y, como dije ante una cámara de te­levisión, este acto se de­bería hacer por dos motivos muy claros: porque era justo y necesa­rio. Justo, porque el personaje lo merece y, necesario, por el autor y, sobran más palabras. Si el persona­je lo merece, el autor lo exige.
Hemos luchado mucho, he­mos sido pocas personas las que hemos llevado adelante este inven­to. Hemos contado con el apoyo inestimable de la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Cartagena, con la Caja Rural de Almería, con las librerías V de Viñe­ta y Alcaráz Hermanos.
Y, en pocas palabras, que me alegro mucho de que podamos estar aquí, hoy, amigos con nom­bres y apellidos y, amigos, desco­nocidos hasta ahora, compartien­do este homenaje sencillo, sincero y merecido.

Muchas gracias.

Sommer observando la obra de Loren Lorente.

A continuación, damos la palabra a D. José Ramón Romero que, además de ejercer la medici­na, es un gran aficionado a la his­torieta a la que agasaja escribien­do artículos sobre la misma, y para quien Frank Cappa supone uno de sus personajes más entrañables.
No se exactamente el lugar que ocupará en el corazón de Manfred Sommer su personaje Frank Cappa. No se si fue un com­promiso adquirido consigo mismo a principios de los 80, una manera de fidelidad a una forma de ser como indicó Carlos Sampayo en el prólo­go que realizara para el primer ál­bum que se publicó del personaje; pero desde luego puedo asegurar que hay algo en él, en los hechos que le acontecen, que conmueve profundamente a todo aquel que con curiosidad y buena fe se atre­ve a asomarse a sus páginas, de­jándole un sello indele­ble. 
Yo, obvia decirlo, soy un admirador de las his­torias de este correspon­sal de guerra. Me gusta el tipo de cómic que re­presenta, un cómic de adultos para adultos, así como las historias que se narran, la mayoría de las cuales te obligan a re­flexionar cuando no a si­tuarte éticamente frente a lo que allí sucede. Y es que las historias que nos cuenta Cappa, por enci­ma de los conflictos béli­cos donde transcurran o de las ruindades que sus ojos han, obligatoria­mente, de ver, son fundamental­mente historias humanas.
Si hay algo que define las historias de Frank Cappa es que no te sumergen en la indiferencia. Desde su condición de reportero bélico Cappa asiste a lo largo de todo el mundo a diferentes escenarios bélicos. Desde el Africa hasta Nicaragua pasando por vietnam y por su propia idiosincrasia se convierte en la voz de todo aquellos desheredados, personajes de a pie que han de sufrir en sus carnes los terribles desatinos de quienes conducen y crean la Historia con mayúsculas. «Nada de lo que es humano me es ajeno» le dice a un desertor a quien acompaña en sus últimas horas antes de ser fusilado al alba. Por tanto podríamos decir que, no son los grandes hechos históricos los verdaderos protagonistas. Son esas historias anónimas, cargadas de su­frimiento, ocurridas probablemen­te en cualquier contienda bélica y que, intuimos, suceden desde tiem­pos inmemoriales aunque no apa­rezcan reflejadas en ningún ma­nual, las cuales pueden marcar el destino de una vida para siempre. El mismo Cappa es el resultado de una de estas situaciones límite. Su origen se encuentra en una viola­ción consumada a una ciudadana alemana por unos soldados del ejército de ocupación en la Alema­nia del final de la segunda guerra mundial. Su abandono y adopción por un sargento negro canadiense incapaz de tener descendencia con su mujer ilustra a la perfección un hecho: en las situaciones límite se despierta todo lo peor, pero tam­bién todo lo mejor del ser humano, una especie de última esperanza en la Humanidad.
Siempre debe haber una úl­tima esperanza en la Humanidad. Como dije al principio al personaje de Frank Cappa debemos de acer­carnos de buena fe pues hemos de saber que nos vamos a mover siem­pre en el terreno de la Utopía. Uto­pía «curiosamente» se llamará el pequeño pueblo canadiense «ca­sualmente» fronterizo donde Cappa pasará sus primeros años hasta la adolescencia antes de partir hacia ese gran mundo exte­rior. Utopía según el diccionario es ese sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación y ante el cual Cappa expresa todo su dolor inte­rior, su horror hacia lo que su profe­sión, vez tras vez, le obliga a obser­varcon hiriente expresividad y, que tan patentemente queda reflejada en esa viñeta repetida de mirada fija, horrorizada y apabullada del hombre que, a pesar de estar curti­do en mil y una situaciones simila­res no puede evitar que aflore a sus ojos esa lágrima única, gélida e in­móvil, de pura rabia interna hacia unas situaciones que nunca, pese a lo repetido, le dejarán indiferen­te. «una vez más» -nos dirá en otra de sus narraciones mientras con­templa las crueldades que un ejér­cito de mercenarios realiza sobre la población civil- «aquella noche, viendo tanta barbarie, me quedé perplejo ante la vieja pregunta: ¿que me pasa?, ¿es que odio a la humanidad o la amo demasiado? ¡Ah! Si pudiera sentir indiferencia, no ser más un espectador, un testigo impasible». Ante esta impotencia, Cappa, solo podrá responder rea­lizando, a pesar del desgaste emo­cional que le supone, su trabajo lo mejor que sabe hacerlo. Quizás por ello, Cappa, sea un apátrida, una especie de errante vagabundo cuyo hogar no se restringe a un solo sitio ni a unas pocas personas al igual que los conflictos nunca ter­minan y él ha de estar allí para con­tar, para contarse, para recordarse lo que todos saben: esa especie de compromiso adquirido consigo mis­mo, esa fidelidad a una forma de ser indicada por Sampayo y en la que quizás Cappa-Sommer se redi­men.
Resulta difícil en un medio tan irreal y complejo como es un cómic, irreal porque se trata de una representación, complejo, porque una serie de elementos diversos (es­cenarios, iluminación, planificación, etc.) que materializan a lo largo de una sucesión de viñetas un mundo de ficción, resulta difícil, repito, en­contrar un personaje tan de carne y hueso como Frank Cappa. Yo qui­siera, aprovechando la ocasión, que se me brinda, expresar públi­camente mi más sincera admira­ción por este maestro del cómic que hoy todos homenajeamos.
 Ahora cedemos la palabra, a D. Jaime Brocal Remohi, uno de los profesionales más importantes del comic nacional, cuya produc­ción, casi en su totalidad, por desgracia, ha ido a parar al mercado extranjero. Actualmente las historias de su bárbaro personaje TAAR es­tán siendo publicadas por la Ed. Planeta, así mismo, las librerías es­pecializadas han visto la llegada de un voluminoso y espléndido libro de ilustración producto de su hábil pluma.

Uno de los emotivos momentos del homenaje, con Sommer abrazando a Brocal.

 
Buenas noches a todos.
Somos ¿cuantos?... Es indu­dable que deberíamos ser muchos más. En los actos culturales, y éste lo es, siempre deberíamos ser más, aunque fuéramos muchos. En este homenaje a Manfred Sommer, in­merecidamente retrasado como suelen ser todos los homenajes, «quiero decir y puedo» que nuestro homenajeado reúne diversas cua­lidades que lo hacen merecedor del homenaje que se tributa. Si más no, tiene la loable peculiaridad de ser géminis, como yo, y esto es un tanto a su favor. Otros datos de menor cuantía son que es un gran dibujante, un mejor contador, ade­más, con sanas y solidarias reflexio­nes... y que pinta... ¡Y como! 
Las pocas cosas que le he visto en esta faceta son suficientes para justificarle como artista. Perso­nalmente pienso que si la historieta española de creación ha ganado un puntal, nos ha robado quizá, para sí, a un pintor integral. Claro que Sommer tiene defectos en su trabajo... pero yo no los encuentro. Eso me lleva a pensar que quizá no existan... En cuanto como «perso­na» (y seguramente debido a que no le conozco profundamente), creo que es un hombre bueno... y preocupado por hechos puntuales de este mundo que a todos nos deberían inquietar... Y por todo ello quiero animarle a que persevere como comiquero y pintor, en la se­guridad de que en un futuro no le­jano conseguirá obras de auténti­ca valía. En esta confianza me sumo a todos vosotros, pues cierto es que este chaval promete. Y cum­ple. Y ya que en Cartagena esta­mos, Manfred, un abrazo muy chillao.
Un autor que no ha podido asistir a última hora, por un viaje ur­gente, es Carlos Giménez, así como su esposa la periodista Ana Salado, que nos han enviado unas líneas que reflejan el sincero aprecio que por Manfred Sommer sienten des­de hace muchos años.
Para ser leído en voz alta, que se oiga bien, en el homenaje a Manfredo Sommer.
Nunca me he caracterizado por haber sabido estar en el sitio adecuado en el momento oportu­no. Sirva de ejemplo el día de hoy. Yo ahora no debería estar escri­biendo estas líneas. Primero, porque no sé hacerlo, y segundo porque me apatecería otra cosa.
Lo que realmente me ape­tece, lo que de verdad me pide el cuerpo, es estar ahora ahí, con to­dos vosotros en ese homenaje. Ese es el sitio adecuado y ahora es el momento oportuno. ¡Siempre me pierdo lo mejor!.
Quisiera estar con vosotros para aplaudir a Manfredo Sommer.
Me gustaría unirme a los que estáis ahí alrededor de MI AMIGO (obsérvese cómo cargo de conte­nido la palabra amigo) para unir mi aplauso al vuestro y añadir mi cari­ño y mi admiración a la que voso­tros le profesáis para que él sienta, como una caricia en la barriga, el calorcito del cariño de los que le queremos y le admiramos.
Manfredo Sommer es mi amigo. ¡Ahí queda eso!.
Esto, además de ser una cons­tatación y una afirmación es también un far­de. Lo digo para chulear. Yo soy amigo de Manfredo. Es algo de lo que presumo y por lo que me siento halagado y pro­fundamente honrado. He compartido con él muchos y be­llos momentos de amistad y de camaradería. In­terminables conversaciones al ca­lor de unos cubatas en aquella Bar­celona de los dibujantes y las agen­cias, cuando éramos ligeramente más jóvenes que ahora. Aquellas charlas apasionadas y apasionantes sobre lo divino y lo hu­mano...
Tenemos mucho hablado y mucho reído.
Siempre he admirado a Manfredo Sommer. Desde el primer día. No soy el único. Somos muchos los que siempre le hemos admira­do. Manfredo es admirable. Es en nuestra profesión toda una institu­ción.
Por eso ahora me gustaría estar ahí con él y con vosotros, para levantar mi copa (un cubata) y brindar por Sommer, por el gran pin­tor, por el maravilloso ilustrador, por el asombroso dibujante, por el inte­ligente escritor, por el maestro de historietistas, por el curioso y atento viajero, por la excelente persona, por el caballero andante, por el buen amigo...
¡Brindo por mi amigo! Por mi viejo y querido amigo Manfredo Sommer.
Manfredo era, es, ese com­pañero que siempre va por delan­te de ti. Sabía más cosas que tú, era más culto que tú, dibujaba mejor que tú y además era más guapo. Es cierto. Y además era más elegan­te.
Es, era, el amigo del que puedes aprender muchas cosas, del que te enriqueces con su trato, el que con su compañía te hace mejor. Es el gran conversador que sabe cosas, que las sabe explicar, que ha reflexionado sobre ellas, que las ha visto. Es el hombre culto. Es la inteligencia. Es la sensibilidad.
Véanse sus historietas. Léan­se sus historietas. No digo véanse sus pinturas u otras facetas de su talen­to porque no es fácil encontrarlas. Su pintura, sus ilustraciones, no sé dónde estarán.
Pero sus historietas están ahí, en las colecciones de los gourmets. Véanse.
Véase Frank Cappa. Léase. Pocas veces la historieta -ni la na­cional ni la internacional- ha dado textos y argumentos tan bellos como los que nos ha regalado Manfredo. Pocas veces se han con­tado en historieta relatos tan bie­n narrados, tan bien matizados, tar apasionantes, tan inteligentes, tar bien escritos. Con tanta sensibilidad Y tan bien dibujados, tan asombro­samente bien dibujados. Tan envidiablemente bien dibujados.
Si alguna vez la historieta para adultos ha sido adulta ha sido cuando ha salido del pincel y de la pluma de Manfredo Sommer. Me estoy refiriendo al álbum BRASIL, al álbum VIET-SONG. Me estoy refirien­do a relatos como VICTIMAS Y HE­ROES...
Pocas veces se han contado en un tebeo historias con tanta fuer­za, con tanta poesía, con tanta hu­manidad.
En este homenaje tenía que leerse en voz alta, mejor dicho, pro­yectar sobre una gran pared para leerla, verla y compartirla todos al mismo tiempo, por ejemplo esa his­torieta VICTIMAS Y HEROES. Verla, leerla y aplaudir... Y después dar un beso a Manfredo. Y los que también hacemos historieta, verla, leerla, aplaudir, dar un beso a Manfredo y después irnos a llorar de envidia.
Me parece muy bien que se haga este homenaje a Manfredo Sommer.
Si alguien en nuestra profe­sión lo merece es él. Me uno a este homenaje de todo corazón. Como amigo, como profesional, como lector, como admirador.
¡Viva Manfredo!.
No os he oído... Otra vez: ¡VIVA MANFREDO!.
Muy bien. Y ahora todos jun­tos cantemos "Es un muchacho ex­celente".
Carlos Giménez.

Madrid, viernes 30 de enero de 1998

Sommer en el momento de recoger el premio.

 

[también se leyeron, y transcribieron, unas palabras de Ana Salado]

Cuando, allá por los años 78 ó 79, estalló en nuestro país el lla­mado «boom" de los comics, Manfred Sommer se convirtió rápi­damente en uno de los autores pre­dilectos de los lectores. Su entusias­mo por la historieta, cuyo redescubrimiento compartía con el público, se traslucía en sus páginas. Y es que, a diferencia de otros au­tores que hablan venido trabajan­do en el medio para las revistas ex­tranjeras, Sommer se había gana­do la vida de otra manera y fue el nacimiento de las nuevas publica­ciones lo que le atrajo de nuevo al mundo de la viñeta.

Un mundo donde los lecto­res le recibimos como agua de mayo. Y no sólo por la larga sequía que habíamos padecido, sino tam­bién, y especialmente, por las ca­racterísticas de su principal obra, la serie Frank Cappa. 
No me refiero ahora a la calidad, la extraordinaria calidad, de este trabajo, sino a su carácter. Rlecordemos cómo era entonces, en esos últimos setenta y primeros ochenta el panorama de los comics en nuestro país: historias que, como las de Moebius y su Ma­yor Fatal, no eran historias, sino ex­perimentos. Se habían roto las nor­mas y traspasado las fronteras. El comic era un arte. Y en el arte vale todo.
También los autores espa­ñoles hicieron sus aportaciones a esta especie de desbordamiento. Aportaciones, lógicamente, más y menos brillantes. Hubo quienes am­parados en la libertad creadora pero desprovistos de cualquier idea nos depararon grandes raciones de nada. En ocasiones uno se preguntaba si estaba leyendo un tebeo o mirando el catálogo de una expo­sición de vanguardia. ¡Eramos tan cultos!.
Por suerte, estaba Frank Cappa. Una serie clásica en el me­jor sentido de la palabra: con una historia que contar, buena docu­mentación, narrativa impecable, dibujos bellos y efectivos... En suma, un soplo de aire fresco, unas pági­nas de auténtica historieta a las que no fallaba ni la intención crítica ni un cierto toque ensoñador.
No estoy segura de que en­tonces le agradeciéramos debida­mente a Manfred Sommer el disfru­te que nos procuró. Así que apro­vecho la grata ocasión para reno­varle mi gratitud y me sumo con todo entusiasmo a este homenaje. Muchas gracias, Manfredo.
Ana Salado Periodista
 Para clausurar este acto, que mejor forma que a través del propio homenajeado. Un hombre que ha dejado escrita su firma en el mundo de la historieta con letras de oro, que nos dado a uno de los per­sonajes más carismáticos, cínicos y humanos de todos los tiempos, cuya vigencia se deja palpar aún hoy en día, 16 años después de su creación. Un hombre en definitiva, de gran inventiva, humanidad, cu­yas propias palabras te hacen so­ñar, en mi pobre opinión, con que la persona que tienes de interlocu­tor no es otro que Frank Cappa y que, de forma bastante chovinista por nuestra parte podemos consi­derar como un cartagenero más, a pesar de ser en origen de San Sebastián, ya que se haya afinca­do en estas tierras desde hace al­gunos años y gusta bastante de ellas.
Antes de dar paso al autor quiero acabar con una de las inge­niosas frases de Cappa, extraída del episodio La Caza:
«Yo creo que la divinidad consiste en crear, no en destruir»
Señoras y Señores. Manfred Sommer.
Voy a ser breve. Quiero mos­trar mi agradecimiento a quienes han hecho posible este homenaje. Homenaje que me hace muy feliz...
También podría dar las gra­cias a mi maestro Jesús Blasco, que murió, a mi abuelo, el pintor lorquino Juan José Rexal, porque me trasmitió con sus genes el poder saber dibujar. También quiero ex­presar mi agradecimiento a Ginés García Pérez, antiguo dibujante de cómics cartagenero y, hoy, un hom­bre importante en el mundo del arte en Cartagena, más conocido como Gigarpe. El, junto con su es­posa Juanita, nos abrieron sus bra­zos a mí y a mí familia al llegar aquí y, no solo nos dieron su amistad sino que, yo diría que, algo más.
Habrá quien se pregunte que a qué viene este homenaje, si yo no soy de aquí, ni siquiera de Cartagena. Y quizás no les falte ra­zón y, sin embargo, quisiera decir­les algo. Mi padre era alemán y siempre soñó con venir a España, así que cuando cumplió los 19 años para aquí se vino y, tanto se ena­moró de España que acabó casán­dose con ella, en la persona de mi madre, claro está. Pidió y obtuvo la nacionalidad española y, muy poco antes de morir me dijo algo que nunca olvidaré: «Hijo, uno no es de donde nace, porque eso no es un acto voluntario, sino de don­de quiere morir».

Pues bien, yo no quiero morir ni aquí ni en ninguna parte, pero, en el caso improbable de que eso tenga que ocurrir, por favor que sea aquí.

 Uno de los dibujos entregados, el de Ortiz.

 
Durante el acto se hizo entre­ga de un escudo de la ciudad de manos del Concejal de Salud D. Gregorio García Rabal, como re­presentante de la Corporación municipal quien pronunció unas breves palabras para con el home­najeado. Además, se le entregó dos dibujos enmarcados obra de dos grandes dibujantes: uno presente, Jaime Brocal Remohi que lo hizo por su mano y, otro de José Ortiz, el cual no pudo asistir por problemas de trabajo. Una última entrega con­sistió en la reproducción de la efi­gie de Frank Cappa en barro, obra de nuestro colega y futura estrella del panorama del cómic, Lorenzo Lorente, que para ser la primera que hacía en su vida le salió de lo más bordado y profesional.
Creación de la ficha (2009): Paco Olivares, con edición de Manuel Barrero. El copyright original data de 1998 (se mantienen las erratas)
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
PACO OLIVARES (1998): "Manfred Sommer - Frank Cappa: La aventura del cómic", en PASABA POR AQUÍ, 24 (IV-1998). Asociación Cultural Tebeosfera, Cartagena. Disponible en línea el 10/VI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/manfred_sommer_-_frank_cappa_la_aventura_del_comic.html