MEMORIA DE NUESTROS PADRES: CONTRA EL OLVIDO. RESEÑA DE UN MÉDICO NOVATO
PABLO HERRANZ

Resumen / Abstract:
Reseña de 'Un médico novato' de Sento. / Review of Sento's 'Un médico novato'.
Notas: Texto realizado expresamente para el número 12 de la revista TEBEOSFERA.
Palabras clave / Keywords:
Guerra civil española/ Spanish Civil War

MEMORIA DE NUESTROS PADRES: CONTRA EL OLVIDO
Reseña de Un médico novato, de Sento

 

Un médico novato llega a nuestras estanterías rompiendo el largo silencio de Sento Llobell, volcado como estaba en otras ocupaciones, como el diseño publicitario o ese gusto por el modelado tridimensional prolongado en las fallas o en la aclamada escultura del Parque de Gulliver, ya un icono en su Valencia natal. A Sento se le puede considerar uno de los autores emblemáticos de los años ochenta, siendo su carrera paradigma de una época. Como tantos otros compañeros de la denominada Nueva Escuela Valenciana, su andadura se inició en el underground para consagrarse en cabeceras míticas como Bésame Mucho, El Víbora, Madriz o Cairo, y finalmente desembocar en el tebeo infantil, nicho de mercado donde alumbró colaboraciones varias, como Dr. Trólez, para el suplemento Pequeño País, o las andanzas de Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell, iniciadas en 1991 y que luego conocerían, sobre guiones de Jaume Fuster, varias entregas en la revista El Temps, compiladas por Edicions 3i4 en cuatro álbumes.

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Dibujo de Sento de Pablo Uriel, el protagonista.  
Su grafismo destaca por alinearse, de manera más acusada que en el caso de Daniel Torres, con los presupuestos estéticos de la nueva línea clara, y más concretamente del atom style [1], con Yves Chaland y sobre todo Serge Clerc como referencias. Comparte con el atom style franco-belga ese revisionismo de los patrones clásicos, que se traducía en un regusto retro combinado con un look que se pretendía moderno en todo momento, hasta el extremo de contagiar ese ideario a la rotulación de los textos, casi una marca de estilo. A los aires venidos de allende los Pirineos, Sento agregaba otros referentes más cercanos, como Miguel Calatayud, lo que, unido a su inquietud como artista, devendría, en lo gráfico, en un trazo propio, perfectamente reconocible, y en lo argumental, en un hedonismo de estirpe mediterránea. Es más, analizando la obra de Sento, se puede concluir que quizá estamos ante uno de nuestros autores que mejor cultivan “lo sentimental”, junto a Carlos Giménez. Si otros colegas bebían de la nueva línea clara para arrimarse a la posmodernidad, para adentrarse en el género de aventuras desde una distancia que denotaba un nuevo enfoque a la par que respeto y veneración por el clasicismo, Sento también partía de ese posicionamiento inicial, con la posmodernidad como meta, pero optando por una senda bien distinta que le llevaba hacia el melodrama y la peripecia sentimental; de ahí derivan Romance (Imposible, 1983) o “Cazando millonarios”, historieta recogida en su último recopilatorio hasta la fecha, El cartero audaz (Edicions de Ponent, 2003).

Con esta trayectoria es comprensible la expectación que suscitó la concesión del VI Premio Internacional Fnac-Sinsentido de Novela Gráfica a Sento por Un médico novato. Aunque el término novela gráfica pueda despertar cierta antipatía, había que felicitarse pues, por una parte, suponía la vuelta de una de las voces destacadas de los años ochenta y primeros noventa, y por otra, implicaba un formato de larga extensión.

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  Portada de No se fusila en domingo (Pretextos, 2005).
Otro punto a tener muy en cuenta estribaba en el material de base: nada menos que las memorias de Pablo Uriel, consideradas como uno de los mejores relatos autobiográficos sobre la Guerra Civil Española. Conocieron en 1988, con prólogo de Ian Gibson, una pequeña edición familiar y luego fueron publicadas en 2005 por la editorial Pretextos bajo el título de No se fusila en domingo, actualmente por su segunda edición. El comienzo de No se fusila en domingo evidencia que no estamos ante un libro de memorias corriente: «Aquel tren se quejaba, y no le faltaban razones. Era un tren viejo, y nadie parecía comprender el drama de sus crujidos, sus resoplidos, sus temblores»[2]. Se trata, pues, de una obra con ambición literaria; y es que Pablo Uriel no escatima recursos a la hora de transmitir sus vivencias. Como resultado, un relato escalofriante, de verbo rico y sincero, jalón imprescindible para comprender el alcance de aquel conflicto feroz y la dictadura que le siguió.

No es de extrañar que Sento postergase durante años la posibilidad de acometer la adaptación de estas memorias, pues a la calidad literaria y a la trascendencia del texto se sumaba el hecho de que Pablo Uriel era nada menos que su suegro. La traslación al cómic se ha enriquecido, por consiguiente, al haber disfrutado de una posición privilegiada respecto del protagonista de Un médico novato, no sólo porque Sento incorpore al cómic testimonios ausentes en No se fusila en domingo, sino también por el cariño y la profunda humanidad que recorren este tebeo. Así, Sento despliega su consabida destreza para dotar a la trama de un trasfondo sentimental, a la par que descolla por la fina observación de costumbres, territorio donde brillaron cineastas como Jean Renoir o John Ford, o dibujantes como Opisso o Benejam, con los que de algún modo se emparenta el autor valenciano. Los retratos de familia y las estampas cotidianas no son un mero trámite para Sento: constituyen la columna vertebral de su narrativa.

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Sento nos muestra a Pablo Uriel practicando piragüismo, episodio real que transmite la armonía de un momento de ocio en la vida del joven médico.

Un médico novato arranca con Pablo Uriel recién licenciado, dispuesto a cubrir las vacaciones del médico titular de Rincón de Soto, en La Rioja. Pablo es sorprendido por la sublevación militar de julio de 1936 practicando piragüismo, con los requetés navarros diseminándose por la ribera del Ebro. Luego se suceden la usurpación de las instituciones por los sublevados y los fusilamientos de lugareños junto a la tapia de un cementerio, imagen ya grabada en nuestra memoria colectiva. Pablo Uriel es requerido por el Ejército, y al poco de llevar el uniforme es recluido, sin cargo alguno ni causa aparente, en una prisión militar de la provincia de Zaragoza, donde se desarrolla el grueso de la trama.

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Los requetés irrumpen en el Ebro: la ruptura de la armonía es tan violenta como la detonación de un disparo.

En la descripción de la vida carcelaria, que corresponde a “La represión”, primera parte de No se fusila en domingo, y que retrotrae a filmes como La evasión (Le trou, 1960), Sento se muestra muy inspirado: la convivencia entre reclusos, el hacinamiento en las celdas, las anécdotas amables –como el trasiego de tabaco o el jocoso remedo de retransmisión radiofónica “Radio Celda 14”– o la importancia sobrevenida de un humilde jergón donde reposar los huesos, contrastan con lo que acontece tras esos muros, la llegada de falangistas al final de la tarde con el listado de presos a los que excarcelar y a los que no se vuelve a ver con vida, los intentos por mediar del padre Gómez –cuya excepcionalidad dentro de un clero inmisericorde resulta llamativa–, o las peticiones de clemencia a gerifaltes en cuyos despachos ondea la esvástica. Es una tragedia colectiva que Sento narra sotto voce, manteniendo siempre un tono evocador y una pátina de drama íntimo, transmitiendo con especial intensidad aspectos generalmente soslayados, como la mansedumbre de las víctimas antes de ser asesinadas en una cuneta, o el uso del terror de forma sistemática como instrumento para dominar la retaguardia y sojuzgar así las zonas que habían quedado bajo el control de los sublevados. Reforzando estas conclusiones, Sento acude en un pasaje onírico a la ensoñación y la alegoría, mientras que algunas reflexiones presentes en las memorias de Pablo Uriel las pone en boca del personaje principal.

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  Excelente y conmovedora recreación de la vida en la prisión militar.
Lectura ágil y absorbente, conmovedora en muchas páginas, Un médico novato se anuncia como posible primera parte de una trilogía (faltaría saber si las siguientes corresponden a los dos bloques restantes de No se fusila en domingo, titulados “En el Ejército de Franco” y “En la zona republicana”, en un crisol valiosísimo de lo que fue la Guerra Civil). Para este trabajo, Sento ha depurado los fondos, sin entrar en tanto detalle como, por ejemplo, en Velvet nights (Norma, 1985), y aporta una suerte de profundidad de campo al diferenciarlos de los personajes. Con todo, resulta muy reseñable que tras décadas desde la eclosión de revistas como El Víbora o Cairo, o desde que el atom style estuviese a la vanguardia, nos encontremos con que el dibujo de Sento no sólo no ha envejecido, sino que se mantiene lozano, rabiosamente moderno. Por paradójico que parezca, esa voluntad de estilo, presente en cada viñeta, es una de las claves de esa “eterna juventud”, así como no plegarse a modas efímeras y en su lugar recurrir a la técnica artesanal cuando el acabado lo requiere. De hecho, en la aplicación de las sombras escoge acuarela negra y pincel –al igual que otros dibujantes, como Jacques Tardi–, matizando después el tono o color de esa sombra mediante el uso de programas informáticos, en una especie de “virado” a sepias muy sutil, más imperecedero que el coloreado exclusivamente electrónico, acorde además con la ambientación de época.

Un médico novato, cuya edición de Sinsentido ofrece una serie de fotos y documentos originales a modo de apéndice, se suma a aquellos cómics –como Maus, de Art Spiegelman, o Persépolis, de Marjane Satrapi– que rememoran episodios de la historia de la humanidad a través del relato biográfico. En el fondo, podría entenderse como una pieza más que nos ayuda a completar el puzle de nuestra historia, y para el cual también recurriríamos a otras muestras recientes, como la magnífica Los surcos del azar, de Paco Roca, o la magistral El arte de volar, de Antonio Altarriba y Kim, cuya escena en la que se menciona el paso del “camión de la basura” por la ciudad de Zaragoza se asocia trágicamente con el retrato de la retaguardia aragonesa de Un médico novato. Estamos, en conclusión, ante una narración atenta al respirar y latir de los personajes, descripción de una tragedia colectiva sin que se pierda ni un ápice de verdad ni el tono íntimo y evocador que acompaña a toda biografía, a toda revelación, realizada además desde la voluntad de estilo característica de su autor, dispuesto a poner en liza los recursos del noveno arte y apurar sus posibilidades como vehículo de expresión, en el que sin duda puede considerarse uno de los mejores cómics españoles de los últimos años.

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Presentación conjunta de Los surcos del azar y Un médico novato, el 11-XII-2013 en Librería Futurama de Valencia. A la izquierda, Paco Roca, Sento y Manel Gimeno. A la derecha, Sento firmando. (Fotos: Futurama)

 

NOTAS
[1] En 1977 el dibujante holandés Joost Swarte bautizó como klare lijn (línea clara) al estilo cultivado por la llamada Escuela de Bruselas, procedente de la revista Tintin, con Hergé a la cabeza, seguido de autores como Edgar P. Jacobs, Jacques Martin o Bob de Moor. También en 1977, Swarte acuñó el término atoomstijl (atom style) para referirse a la corriente que desde la denominada Escuela de Marcinelle, aglutinados mayormente en torno a la revista Spirou, cultivó un tipo de cómic que celebraba el triunfo de la tecnología aplicada en todos los aspectos de la vida diaria, reflejo de la euforia que desencadenó la Exposición Universal de Bruselas en 1958 (de ahí que se tome Atom del monumento del Atomium). En los años ochenta la línea clara experimentó un auténtico revival, por lo que se suele hablar de nueva línea clara para diferenciarla de la añeja. Simultáneamente, el atom style vivió momentos de esplendor, con la colección Atomium 58, creada en 1981 por los hermanos Pasamonik en el seno de la editorial belga Magic Strip, como buque insignia. Ambas corrientes están interrelacionadas; de hecho, durante este revival ochentero el Atom Style se entendió como una derivación sofisticada de la nueva línea clara.
[2] URIEL, Pablo (2005): No se fusila en domingo. Valencia: Pretextos: Narrativa, p. 27.
TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2014): Pablo Herranz. Revisión de Javier Alcázar y Alejandro Capelo. Edición de Félix López. · Datos e imágenes tomados de un ejemplar original de la obra reseñada.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
PABLO HERRANZ (2014): "Memoria de nuestros padres: Contra el olvido. Reseña de Un médico novato", en Tebeosfera, segunda época , 12 (28-I-2014). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 29/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/memoria_de_nuestros_padres_contra_el_olvido._resena_de_un_medico_novato.html