RAFAEL CORTIELLA. ILUSTRADOR DE CIEN INDUSTRIAS
FERNANDO RODIL

Title:
Rafael Cortiella. Illustrator of one hundred industries
Resumen / Abstract:
Semblanza biográfica del autor Rafael Cortiella construida sobre la base de un conjunto de entrevistas realizadas entre 2015 y 2019. / Detailed biographical sketch of the author Rafael Cortiella on the basis of a series of interviews conducted between 2015 and 2019.
Notas: Artículo recibido el día 12 de julio de 2019, aceptado el 19 de julio
Palabras clave / Keywords:
Rafael Cortiella, Emigración española, Agencias españolas de producción de historietas/ Rafael Cortiella, Spanish Migration, Spanish Comic syndicates

 RAFAEL CORTIELLA. ILUSTRADOR DE CIEN INDUSTRIAS

 

Rafael Cortiella Joancomartí nació en Barcelona el 18 de diciembre de 1931, hijo de un ferroviario llamado Rafael Cortiella Gasull y de un ama de casa que respondía por María de la Cinta Joancomartí Espinet, respectivamente naturales de Horta de San Juan (Tarragona) y Gandesa (Tarragona). Cuando nació ya tenía una hermana, Mercedes.

La Guerra Civil le sorprendió en plena infancia, con cinco años. La pasó en Barcelona y, en parte, en Tarrasa, a donde se trasladaron para evitar los bombardeos. De esta época guardaba recuerdos tristes, como el de la enorme calabaza que colgaba de una nave y que se vieron obligados a consumir cuando faltaron alimentos. En la familia se prometieron que jamás volverían a comer calabaza, ahítos como quedaron de esa hortaliza.

Curiosamente, no hubo en su familia antecedentes artísticos. Su abuelo materno trabajaba como guardia forestal en Gandesa. Tampoco se dedicaba a las artes su tío, familiar muy cercano a ellos, que militó en ambos bandos durante la guerra y la posguerra, curiosamente. Pero, pese a todo, Rafael se sintió atraído por el dibujo, y sus recuerdos de infancia y los de sus familiares eran que él siempre dibujaba, que siempre estaba dibujando.

 

Un trabajo primerizo de Cortiella, dibujado en 1950.

Durante la posguerra la situación en su casa era la de todas las casas, precaria, así que tuvo que ponerse pronto a trabajar para contribuir a la economía familiar. A los dieciséis años se empleó como administrativo en la empresa FECSA, en la cual permaneció nueve años. Recuerda que trabajaba mucho siguiendo un horario estricto, pero le dejaba tiempo para dedicarse a su gran afición, el dibujo, y ya por entonces comenzó a realizar algunos encargos esporádicos para alguna editorial. Poco a poco, su labor como historietista fue mejorando, aprovechando las vacaciones para trabajar con diferentes editoriales. Así, los encargos crecieron y él fue ingresando más dinero por ese concepto, hasta que finalmente decidió que dibujando ganaba más que en FECSA y dejó la empresa para dedicarse en exclusiva a los tebeos y la ilustración.

Aunque tenía trabajo, no descuidó su formación. Cortiella estudió comercio, taquigrafía y mecanografía en la Academia Cots, de Barcelona, y también quiso formarse en publicidad, perspectiva y teoría del color en la Escuela de Artes y Oficios de la plaza del Palacio, donde tuvo como profesores a Francesc Surroca y Pérez Dolç. Con Surroca recuerda que realizó los moldes para las letras que estaban en la fachada de la escuela superior de Bellas Artes de la calle Aviñón y con él mantuvo amistad a lo largo de toda su vida. Pero, al contrario que Francesc, Rafael no terminó estos estudios. Y por lo que se refiere a la historieta, su formación fue autodidacta por completo. Le chiflaban los tebeos y aprendió de los autores que más amaba, que fueron los que influyeron sobre todos los dibujantes de su generación: Alex Raymond, Harold Foster, Milton Caniff y Frank Robbins, sobre todo. No se fijó por entonces en ningún autor nacional, por lo que declara, aunque es obvia la influencia de Manuel Vázquez en algunos de sus primeros trabajos, sobre todo en las viñetas humorísticas aparecidas en los calendarios Myrga de los primeros años cincuenta.

No guardaba un recuerdo claro de cuál fue su primera viñeta publicada. Él afirmaba que fue un chiste gráfico destinado al reverso de un calendario de los que se arrancaban las hojas diariamente, el calendario Myrga para 1951, con un encargo conseguido tras una visita personal que hicieron a la empresa él, Josep Toutain y Tunet Vila. Es muy posible que Cortiella mezcle sus recuerdos, porque no hemos hallado obra suya en estos productos anterior a 1952, y sin embargo sí hemos encontrado una primera obra suya creada cuando él no aún no había cumplido los veinte años, ya que la firmó en 1950: la historieta “Contrabando humano”. No obstante, apareció tiempo después, en el tebeo Grandes Aventuras. Almanaque para 1952, distribuido en los últimos meses de 1951. Su primer trabajo publicado apareció en fecha anterior y fue destinado a Hispano Americana de Ediciones, editorial en la que conoció a Julio Fernández, un profesional con el que cultivó una gran amistad, incluso cuando la editorial desapareció y ambos volvieron a coincidir en Bruguera. Él fue quien hizo a Cortiella los primeros encargos de manera continuada y quien también le dio trabajo en la editorial para retocar páginas de cómics estadounidenses que Hispano Americana adquiría y había que adaptar a los formatos de los tebeos que publicaba. El primer trabajo oficial de Rafael Cortiella es, por lo tanto, la sección de variedades “Combinado” en los primeros seis números de la colección Pocholo, de la Editorial Hispano Americana, colección que arrancó en junio de 1951.

 

       
 
Primeras obras publicadas de Cortiella: chistes gráficos para Taco Myrga, la sección Cóctel para Mundo Deportivo y la sección Combinado para Pocholo.

 

LOS TEBEOS DE LOS CINCUENTA

En el mismo año 1951 volvimos a ver la firma R. Cortiella en una sección muy similar, humorística, con alguna viñeta de humor blanco y alguna ilustración de chica mona, que llevó por título Cóctel-Club (o simplemente Cóctel, o solo Club), la cual dirigió al diario Mundo Deportivo, siendo publicada entre el final de 1951 y el año 1953. También en 1951, participó en el nº 19 de Los Peques, publicación del sello Ameller, y en esa misma editorial dibujó los números 14, 15, 22, 23 y 24 de Capitán Johnson, una serie policíaca que se basaba en una novela de uno de los escritores de la casa, Adolfo Ober, encargándose en esta ocasión también Rafael de las portadas por primera vez. En 1952, siguió aceptando encargos de tebeos de acción, tanto bélicos (el nº 37 de Episodios de Corea, incluida la portada) como de wéstern (cuatro números de Peter Kid, también de Ameller, publicados entre el 23 y el 30). Y, con firma de ese mismo año, pudo vérsele en los números 35 a 54 de Don Triqui, colección cómica de Ameller, realizando él mismo los guiones por primera vez. No recuerda cuánto cobraba por estos trabajos, pero sí recuerda el buen talante del editor, el señor Ameller, con quien mantuvo siempre buena relación.

En 1952 trabajó para el editor Clíper, en concreto para la revista Nicolás, en la que publicó diversas historias de varias viñetas desde el nº 134, y a partir del nº 141 se hizo cargo de la sección “Divúlguelo”, similar a la de “Combinado” que había hecho en Pocholo. Tras una laguna de bastantes números, reapareció en el número 209 de la colección para retomar esa sección y otras, en las que tocaba asuntos cinematográficos e insertaba cortas historietas. Dejó Nicolás en el número 219, y en esa misma época pasó a trabajar para el sello Símbolo, en el cual dibujaba también su amigo Tunet Vila. Publicó historietas y secciones (usando la firma Corty a veces) en tebeos de humor, como Chicolino, y en otros de aventuras, como Cobalto, Clay Sutton, Comando Roy y Episodios. Coincidieron estos encargos de Símbolo con su periodo militar, y por eso en sus historietas se aprecia una merma de calidad. Cortiella recuerda que se encargaba de las portadas de Comando Roy, por ejemplo, pero del interior solo acaba la primera página y el resto las dejaba abocetadas para que las terminara otro dibujante o un trabajador de la casa. Clay Sutton quedó inconclusa porque cerró la editorial, así que volvió a probar suerte en Clíper, regresando a las páginas deNicolás (como ya se ha comentado) y a la revista El Coyote 2ª época (lanzada en 1954), para la cual ilustró la portada del nº 6 y dibujó varias historietas con guion de Ricardo Acedo, del personaje Skilled y de otro llamado Mr. Eco.

         
  Capitán Johnson, Clay Sutton, Cobalto y Comando Roy, cuatro de las incursiones de Cortiella en la aventura típica de los tebeos españoles de los primeros años cincuenta.  
     
         

 

En el ecuador de los años cincuenta probó suerte Cortiella con varios editores mientras terminaba el servicio militar obligatorio, al menos con Hispano Americana, Bruguera, y Toray, cumpliendo encargos de todo tipo, policíacos, de humor, románticos incluso. Hasta publicó en prensa, tiras cómicas dirigidas al suplemento de La Prensa titulado A Todo Color, junto a Vila (que fue quien le consiguió el trabajo), Toutain o Ibáñez. La fórmula para conseguir trabajo en las editoriales españolas consistía por entonces en practicar visitas a la redacción, suplicar atención y, en caso de recibir algún encargo, cumplir a rajatabla con sus condiciones leoninas. Recuerda acudir a Bruguera, donde le recibía el Sr. González, que le aconsejaba siempre que siguiera practicando hasta que le comenzó a hacer encargos en firme. Uno de esos encargos le llegó en 1954, para elaborar secciones de miscelánea y curiosidades como “Aunque le cueste creerlo”. También le encargaron varias historietas de la serie Carlos, con guiones de Víctor Mora. En 1955 dibujó para Toray la serie César Meteor, aventuras en el año 2000, integrada dentro de la colección Hombres Intrépidos, de nuevo con guiones de Ricardo Acedo, con el que ya mantenía una estrecha amistad. Y así continuó los años cincuenta, cumpliendo encargos de secciones ilustradas, historietas cortas, series eventuales o llegando a escribir él mismo algún relato, lo cual logró en la colección Futuro (hizo la página “Curiosidades estelares, la serie de historietas Jim Futuro, y escribió algún cuento corto y varias portadas).

Volvería a Bruguera en 1958 para encargarse de algunas entregas de la colección Historias ( Los misterios de la Jungla, Tom Sawyer detective, Historia de dos ciudades, Aventuras en el Far West ). Luego, ya en 1960, gracias a la amistad contraída con Mariano Hispano, entró a trabajar también para el emprendedor sello Manhattan, para el cual realizó portadas de la colección Casco de Acero. Pero todos estos trabajos los realizó siempre con unas condiciones económicas estrictas y sin devolución de los originales, que Cortiella solicitó desde el primer momento, algo que todos consideraban una extravagancia por entonces. La posibilidad de prosperar en aquel negocio pasaba por convertirse en editor o trabajar como un galeote para obtener un sueldo… casi digno. Así, cuando terminó la mili, Cortiella lo tenía claro: ya no iba a trabajar para los editores españoles, que solían pagar una exigua soldada semanal (así procedía Bruguera), e iba a buscar más y mejor dinero en los editores extranjeros, que prometían un pago siempre estipulado previamente y que pagaban más generosamente y con puntualidad marcial. Sus últimos trabajos elaborados con este ritmo fueron los que dirigió a Toray, sello con el que colaboró hasta el comienzo de los años sesenta realizando historietas de la colección Brigada Secreta y portadas e historietas para la colección Espionaje.

 

       
 
Trabajos de Cortiella para Bisonte Extra (Bruguera) y para el sello Toray, en concreto para la colección Brigada Secreta (la imagen derecha sobre estas líneas y las dos inferiores; números 129, 99 y 115, respectivamente).

 
       
           

 

EL MERCADO EUROPEO

Rafael Cortiella fue uno de los muchos emigrantes profesionales que hubo en España desde mitad de los años cincuenta. Contactó primero con la agencia ALI, la agencia belga cuyo enlace con los autores españoles era George Lans, un tipo encantador, según recuerda Cortiella, que le trataba con esmerada educación y que le pagaba siempre mediante transferencia y puntualmente. También trabajó a través del señor Ortega, un camarero devenido agente gracias a su conocimiento del alemán, que le introdujo en el emergente mercado de los cómics en Alemania haciéndole encargos para la editorial Bastei, la cual había abierto una línea de publicaciones populares poco antes. Con Bastei trabajo durante doce años sin interrupción, sobre todo gracias al éxito que tuvo con la serie de novelitas de wéstern Lassiter, para la cual realizó muchas portadas. Por este trabajo fue reconocida su labor, junto a la de otros colaboradores, con la Medalla de Oro del Trabajo otorgada en Alemania.

Las cosas le fueron bien a Rafael, y en 1962 se decidió a mudarse, junto con su familia, a Bélgica, porque a través de la agencia ALI había logrado un contrato sustancioso para trabajar mucho en Bélgica (en el lugar de Manfred Sommer, que por entonces decidió regresar a España) y, desde Bruselas, para otros mercados, como el británico y el francés, en este caso por mediación de Artima. Él y su esposa, Sita Sebastiá (con la que se había casado en 1956), aguantaron un año en Bélgica, regresando por la fuerza de la añoranza. Logró completar muchos trabajos durante aquel tiempo, sobre todo para Fleetway, pero también para Francia, algunos de los cuales han quedado sepultados por el olvido, como una tira de prensa que dibujó para un periódico francés protagonizada por una azafata de vuelo.

 

       
 
Una de las primeras portadas de Cortiella publicadas a través de la agencia Selecciones Ilustradas. Obsérvese la diferencia entre el dibujo inicial y el final, el cual firmó como Martí, presumiblemente para intentar ocultar su identidad en un primer periodo de pluriempleo. La imagen de la derecha es la trasera de la pieza, que llevaba esa etiqueta exigiendo la devolución de la obra original a la agencia.

 

De vuelta a España, siguió trabajando a través de agencias. Por mediación de la empresa de Jordi Macabich, Bardon Art, realizó numerosos trabajos para Finlandia y Dinamarca, sobre todo portadas de revistas y de libros de bolsillo. Por entonces ya era una firma cotizada, y su antiguo editor José M. Arman (de Clíper) le pidió que se encargase de las portadas de la colección Claro de Luna, pero Cortiella ya estaba sobrecargado de trabajo por entonces y se excusó, por lo que Arman se molestó. Pero no había opción, cualquier trabajo elaborado para editores británicos, alemanes o franceses era mejor pagado (el doble, el triple o el cuádruple) que lo que le solicitaban en España, dejando por lo tanto el camino expedito para autores de menor valía, que fueron ocupándose de los encargos que rechazaban los consagrados. Por supuesto, también se integró en la agencia Selecciones Ilustradas, desde la que generó muchos trabajos de historietas y portadas para los mercados británico y escocés. Cortiella trabajó para muy distintos mercados europeos y dejó su impronta en cientos de colecciones. He aquí una muestra, una pequeña muestra, de las publicaciones para las que trabajó en diferentes países de Europa, que nos permitirá ver dónde terminaban estos encargos:

       
     

Portada para Love Story Library. Debajo, para True Life Library y, más abajo, para Min Melodi, edición noruega.

     
     
       
     
       

Para Love Story Picture Library, una colección de tebeos de pequeño tamaño que lanzó en 1952 el sello británico Amalgamated Press, poco antes de convertirse en Fleetway, Cortiella dibujó historietas y portadas de romance. Este tipo de historieta romántica, con los roles femenino y masculino muy definidos, parecía inagotable; de hecho, perduró todo el siglo XX y obtuvo reediciones constantes: IPC, el grupo que absorbió Fleetway, reeditó parte de esta colección en el títuloFamous Romance Library desde 1956, luego lo hizo en Valentine desde 1957 y en True Life Library desde 1970; además, en 1971, un pequeño sello británico, Sabre, obtuvo los permisos necesarios para lanzar reediciones de cómics de esta colección, llegando a publicar noventa números bajo el título Romantic Stories in Pictures, en los cuales volveríamos a disfrutar de las mismas obras de Cortiella y del resto de los que participaron en los tebeos. En sus páginas abundaron los autores españoles, que entraron en tromba hacia 1960, con Ángel Badía a la cabeza, a quien le siguieron en estas páginas concretamente otros como: Fernando Fernández, Pepe González, J. M. Beà, Luis García, Jordi y Enric Badía, José Carlos, Miralles, Manfred Sommer, J. Solé, Noiquet, Zésar, Pujolar, Casanovas, Núñez, Luis Ávila, Purita Campos, Montalbán, Carrillo, Ángeles Felices y muchos más, cuyas firmas no solían aparecer a la vista. Cortiella firmó algunos de sus trabajos de entonces como Martí, con el fin de evitar que otros clientes le identificasen en algún producto de la competencia.

También participó Cortiella en True Life Library, revista de Fleetway que sirvió historietas románticas desde 1954, con una evolución similar a Love Story, aunque en esta ocasión los españoles no comenzaron a colaborar en sus páginas regularmente hasta el año 1962. Bastantes historietas de este y el anterior título se distribuyeron en España en la colección Damita, del editor Ferma, que fue el receptor primero y habitual de los materiales de género servidos a través de la agencia Amalgamated Press. Del fondo de obras publicadas en True Life y Love Story se alimentaron otros editores también, por supuesto. Al menos el sello francés Arédit-Artima (que los repartió en Miroir du Coeur, Bagatelle, Corail y Calypso, todos ellos tebeítos con el mismo formato, aparecidos a partir de 1962) o el noruego Se-Bladene, que en 1961 los publicó en una colección con título en español, curiosamente: Amor, y que en 1964 los incluyó en Min Melodi. En Reino Unido, Sabre también reeditó parte de esta colección en el título Romantic Picture Library.

Entre 1957 y 1959, el sello escocés D. C. Thompson decidió competir con el inglés Fleetway en el ámbito romántico. Primero en Heart Throbs, que era un tebeo con el típico formato de comic book que contenía historietas procedentes de los cómics de DC Young Love, Girls’ Love Stories, Young Romance, Secret Harts y otros. Luego, tras comprobar el éxito de las ediciones de bolsillo de su competidor inglés, lanzó varios títulos muy similares: Blue Rosette Romances, Golden Heart Love Stories, Love & Life Library y Silver Moon Romances, todos de cadencia mensual, de modo que cada semana había una nueva historieta de amor para el público. El editor decidió unificar los cuatro títulos en uno desde abril de 1965, Star Love Stories, que aparecía en los quioscos semanalmente. Bajo este nuevo título todavía se mantuvo en el mercado once años más, hasta 1976, y luego prosiguió hasta 1990 con el título ampliado Star Love Stories in Pictures y con mucha mano de obra española en sus páginas y portadas: José Casanovas, Boada, Juan Solé, Casarrubio, J. B. Gálvez —Jordi Badía Romero—, Badía Camps, Enric Badía, F. Sostres, Ramón Torrents, Jordi Franch, Manfred Sommer, Longarón, Jordi Penalva, Noiquet, Fernando y, por supuesto, Cortiella. Estos materiales fueron luego distribuidos a partir de los años sesenta por Francia, en las colecciones As de Coeur, Baccara, Chérie, Saphir, Celia, Bataclan, Caracas, Mambo o Copacabana (todas de Arédit-Artima), en Escapade, Flirt, Caprices y Rhapsodie (títulos lanzados por el sello Edi-Europ); en Noruega, en Lady y en Hjerte Revyen (ambas, colecciones de los años sesenta del editor Stabenfeldt, la segunda reeditada a partir de 1987), y en las colecciones españolas Damita, Confidencias y Serie Amor (todas de Ferma), Cherie (de la división española de Semic) y Dos Corazones (Producciones Editoriales). Suponemos que también en otros países.

 

Mientras tanto, en Países Bajos, el editor Williams, bajo su sello llamado Classics (o Classics-Williams), lanzó en 1956 Illustrated Classics , un tebeo con el que intentaba reproducir el éxito cosechado en Estados Unidos con las adaptaciones de clásicos literarios en cómic en la colección Classics Illustrated. El sello neerlandés se nutrió del material original hasta cierto punto, pero luego comenzó a completar la edición adaptando clásicos autóctonos, utilizando para ello autores locales y portadistas nuevos, recurriendo a cierta altura a los españoles. Cortiella ilustró portadas durante los años sesenta. Estas ediciones tuvieron gran proyección en toda Europa, llegando a Grecia incluso ( Κλασσικά Εικονογραφημένα, del editor Ατλαντίς / Πεχλιβανίδης, sirve de ejemplo). Pero donde más triunfaron fue en Escandinavia, distribuidos Suecia, Dinamarca y Noruega, y reeditados varias veces, siempre con portadas de españoles, entre ellos Cortiella.

 

           
 
Uno de los primeros trabajos de Cortiella en Europa nos sirve de ejemplo para comprender la ruta seguida por sus encargos: se publica primeramente en Países Bajos para luego aparecer en Suecia (imagen de la izquierda), en Noruega (imagen central) y en Reino Unido (imagen de la derecha). Son solo tres ejemplos de las múltiples ediciones de una misma obra.
 

El wéstern fue uno de los géneros más pródigos del siglo XX, y los editores británicos no dudaron en explotarlo hasta la saciedad porque descubrieron que causaba furor entre los europeos, sobre todo gustaba mucho a los alemanes y a los escandinavos. En 1957 se puso a la venta en Londres la serie Cowboy Picture Library, cuyo aspecto y contenidos pudimos ver rápidamente en España a través de la línea de Ferma Hombres Valientes, inaugurada en 1958. El editor inglés, Amalgamated Press, empezó a requerir mano de obra española desde los primeros números para dibujar las historietas de aquellos tebeos de pequeño tamaño: Jesús Blasco, Jordi Penalva, Jorge Macabich, José Bielsa, Emilio Frejo o Julio Vivas (también con argentinos, como Alberto Salinas, Carlos Roume, Alberto Breccia o Luis Domínguez). Estos cómics tuvieron éxito en España, como bien sabemos, pero gozaron de mayor acogida en Noruega, traducidos en colecciones como Texas (del editor noruego Serieforlaget, desde 1961), Tomahawk (Fredhøis, 1963) o Marshal (Fredhøis, 1974). También en Alemania, como lo demuestra su reproducción por el editor Lehning en colecciones como Winnetou  o Kit Carson, algunas de cuyas portadas ilustró Rafael Cortiella.

 

         
 
Obras de Cortiella para el muy apetecido género del wéstern. A la izquierda, portada para una colección neerlandesa, la siguiente es la misma en Noruega, la siguiente es una publicación británica y la cuarta es una alemana.
 

Otro punto de atracción para los profesionales españoles fue la colección Western Picture Library, arrancada en 1958 por Fleetway y también ambientada en el Lejano Oeste. Era similar en hechuras a los tebeos de guerra o románticos que publicaba este sello y se llenó de firmas españolas; por ejemplo, allí discurrió la serie Gringo, de Manuel Medina y Carlos Giménez. Estos materiales fueron reeditados en Reino Unido una y otra vez, y también fueron leídos en el resto de Europa. En Portugal los reprodujo la Agência Portuguesa de Noticias en la revista de largo recorrido Condor, y también en Mundo de Aventuras, del mismo sello. El editor escandinavo Fredhøis Forlag publicó algunas historietas en la colección Tomahawk en 1961. En Suecia, el sello Semic reprodujo historietas y portadas en la colección Buffalo Bill, lanzada en 1965. Los belgas dieron protagonismo a las historietas de Giménez en Gringo (Zuid-Nederlandse Uitgeverij, 1966). Los australianos reprodujeron historietas en la colección Ringo (G. K. Murray, 1967). En Noruega, Romanforlaget fue el sello editor de Buffalo, tebeos directamente traducidos desde la edición sueca de Semic a partir de 1968 y en los que vimos a esos mismos autores españoles de historieta y a Cortiella iluminando portadas. En España vimos algunas de estas obras en Hunter, edición de Riego, en 1980.

       
     
     
Dos trabajos de Cortiella para tebeos bélicos. Sobre estas líneas, portada de Commandoes, y debajo, Granat Serien, ambos para el mercado escandinavo, si bien las historietas que llevaban dentro procedían de lo publicado antes en Escocia.

     
       

En 1958, Fleetway lanzó la colección de historietas bélicas War Picture Library, de pequeños tebeos con interior en blanco y negro y cubiertas en color. Los británicos acudieron a autores italianos para hacer las portadas de estos tebeos (Caroselli, Biffignandi, De Gaspari), pero con el tiempo echaron mano de obra española, siendo el primero de los ilustradores Jordi Penalva (desde el número 59, de 1960). La colección de historietas bélicas fue muy longeva, sobrepasando los dos mil números publicados hasta noviembre de 1984, y fue muy concurrida por autores españoles: Ortiz, Bermejo, Bielsa, De la Fuente, Redondo... Cortiella fue uno de los portadistas destacados, y sus obras no se quedaron solo en Reino Unido o en los países de las antípodas, también se vieron en España, en Italia (en Bazooka, del sello Dardo), en Noruega (en la revista Seriemagasinet, del editor de tebeos populares Centerförlaget), en Francia (en la colección Attack, que publicó el sello Impéria) y en Países Bajos, en la colección Victoria, del sello editor Nooit Gedacht, que había arrancado en 1963 y que sería reeditado con igual título quince años más tarde por Junior Press. Los británicos también reeditaron muchos de estos cómics y cubiertas, por ejemplo, en Combat Picture Library desde 1960, por el sello Micron; por Valiant Picture Library desde 1963, en Battle Picture Library desde 1961 (ahora bajo el sello IPC); o por el sello Carlton en diferentes recopilaciones en 2007 bajo el mismo título, War Picture Library. Algunas de estas historietas perduraron en el tiempo en otras lenguas: en los tebeos Combate, de Ursus, en España; en Front Serien, del editor noruego Williams; en Granat Serien, del también noruego Atlantic Forlag, en los años ochenta, y en otros.

Romantic Adventure Library fue un tebeo del sello británico Micron, para el cual Cortiella realizó portadas de romance desde 1960. Cortiella dibujó bastantes a lo largo de toda la década de los años sesenta, unas obras que circularon luego por varios países: Dieron lugar a la colección neerlandesa Vicky, del sello editor Nooit Gedacht, que había arrancado en 1964. En España, algunas se publicarían en la colección española de Ferma Confidencias. Volverían a reeditarse en Países Bajos en 1976, de la mano de Baldakijn Boeken, editor del sello Junior Press, en la colección Romantica mini-strip.

Cortiella también trabajó en otros cómics europeos, de muy distintos editores en esa década. Citamos algunas: Pecos Bill, colección del sello británico Famepress, nacida en 1962 pero para la cual Cortiella realizó portadas a mediados de los años sesenta; Commandoes (serie de 1962 del editor noruego Fredhøis), varias portadas en 1965 y 1966, junto con otros colegas españoles como Florenci Clavé o Fernando Fernández; Wonderman, publicación de 1967 del editor Alex White, cuyos contenidos y portadas serían luego reproducidos por el editor Semic en Escandinavia. Otro caso digno de citar es Lasso, del editor Uitgeverij "Nooitgedacht", un tebeo de wéstern lanzado en 1963 en Países Bajos, cuya trayectoria de más de 400 números supuso todo un éxito editorial en su día. Se nutrió en gran medida de arte español, con las firmas de Vicente Roso, Joaquín Chacopino, Rafael Guera, García, Boada y R. Cortiella, entre otros. Fue reeditada bajo el mismo título por el sello neerlandés Mondial Boekinport en 1974, y con el título Sheriff, por el mismo sello, a partir del año siguiente; y en las coleccionesWestern Maxi-strip, Marshall Mini-strip, Super Reeks y Cowboy Super-strip, todas de JuniorPress, desde 1976 a 1980. Por lo que se refiere a sus ediciones en otros países, en Reino Unido se tradujo a partir de 1964 en la edición de Micron Cowboy Adventure Library. En España reprodujo estos materiales el sello Ferma, en sus colecciones Gran Oeste, Montana Oeste, Sendas Salvajes y Oeste.

En el ecuador de los sesenta emergió con fuerza otro tipo de cómics de acción, que combinaba lo detectivesco con lo bélico: el espionaje. Este tipo de historieta triunfó en todo el mundo, pero en Europa fue especialmente apreciada, y más en concreto en los países escandinavos. El sello sueco Semic (fundado con el nombre Serieförlaget como empresa filial de los editores Åhlén & Åkerlunds), dejó en manos del editor P. E. Gustavsson su división de publicaciones populares. Desde 1950, Serieförlaget había traducido con gran éxito series estadounidenses comoBlondie, Tarzan o The Phantom (este, con el título Fantomen), pero en los sesenta Semic comprobó que los lectores suecos disfrutaban mucho con los personajes de las series que salían por la tele o que veían en el cine, como The Saint (cuyos cómics tradujo al sueco en la colección Helgonet, y luego en Helgenen),007 (en la colección James Bond, por supuesto) o The Man from U.N.C.L.E. (Mannen från U.N.C.L.E. en Suecia). Desde 1965, estos editores decidieron comprar las licencias de algunos de esos personajes del otro lado del océano Atlántico y comenzaron a producirlos para distribuirlos en el mercado escandinavo, para lo cual reclamaron dibujantes españoles, como Martín Salvador, Federico Maidagan, con Penalva, Prieto Muriana o Cortiella a cargo de las cubiertas, entre otros. Una revista basada en otra serie americana del mismo género, Agent X 9, también contó con arte de varios españoles. Y la revista de Semic Serie Spesial, lanzada en 1979 y plagada de detectives y espías, tuvo al menos la mitad de sus contenidos realizados por españoles, entre ellos Cortiella.

                 
         
 
El espionaje fue un género que hizo furor durante la segunda mitad del siglo XX, sobre todo en el norte de Europa. Aquí vemos una portada británica de Cortiella para un tebeo de este género y tres difundidas en el mercado escandinavo.
 

 

Otros editores también escogieron la vía del policíaco para hacer buen dinero. Nya Serie Magasinet, de 1966, fue una colección de Centerförlaget, editor sueco que se había dedicado con ahínco a la publicación de cómics muy asequibles dirigidos al gran público desde 1948, dedicada a cómics de acción policíaca, y llevó portadas de Cortiella, que luego serían reproducidas en la colección Gigant, de Serieforlaget. Por su parte, Danger Man fue una serie lanzada en 1966 por el sello británico Thorpe & Porter para aprovechar el tirón popular de John Drake, personaje interpretado por Patrick McGoohan, y en ella fue contratado Cortiella para ilustrar cubiertas. Los contenidos de estos tebeos de detectives en acción fueron luego vistos en España, por supuesto, en la colección de 1966 Agente Secreto, del sello Ferma; en Dinamarca, en las colecciones John Drake y Helgenen (ambas del editor I.K., ambas de 1967); en Suecia, en Ett fall för John Drake (Williams Förlags AB, 1967); en Alemania, en John Drake (BSV, 1967) y también en Noruega, en Agent Serien, colección editada desde 1967 por el sello Williams, y en Serie Bladet, desde 1973, por el editor Nordisk. En estos tebeos policíacos colaboraron Cortiella, Núñez Segura, Penalva, Noiquet, Sommer, Jesús Blasco... y más españoles.

En los setenta, el editor francés Arédit-Artima reclamó los servicios de autores españoles, a través de sus agentes, para sus publicaciones de wéstern o de ficción fantástica, con lo que consiguieron convocar a una segunda generación de “emigrantes económicos”. Por ejemplo, desde 1973, en el tebeo Audax, dedicado al wéstern, participaron Chacopino, López Espí, Cortiella, ya viejos conocidos, pero a aquellas páginas también llegaron firmas nuevas, como Beyloc, Breá, Álvarez, Juan Serrabona o Vicente Cebollo.

Cortiella también dibujó portadas para Thriller, del británico World, en 1970; Faucon Noir, colección de cómics de ciencia ficción puesta a la venta en 1977 por Artima; Cosmos, otra colección francesa de ciencia ficción, editada por Émile y Janine Kerisbilk bajo el sello Flash; Adagio, serie francesa de historietas de wéstern, pese al título, editada por Elisa Press; Apache, de Semic, en 1980; Grotesque, del sello australiano Gredown, en 1982… Y posiblemente decenas de títulos más, lo que nos deja claras dos cosas. Una, que de la gran producción gráfica de Cortiella conocemos solamente la punta del iceberg, al igual que ocurre con gran parte de la dedicación de muchos autores españoles que emigraron hacia otros mercados en los años sesenta y setenta (de algunos ni recordamos su nombre). Y dos, que el mercado del cómic popular europeo funcionó como una red enmarañada en la cual se contrataban servicios artísticos a autores del Sur para nutrir publicaciones baratas de rápido consumo que tenían una vida efímera pero que rebrotaron una y otra vez en otros mercados del reciclaje a lo largo de tres décadas. Los encargos que recibían los españoles de sus agentes eran pagados una vez, acaso dos si el editor extranjero era muy cortés, pero se traducían y reproducían numerosas veces, generando con ello una presencia de arte español en los quioscos y los hogares europeos como jamás se ha visto. El mecanismo articulado en torno a esa industria de explotación de cómics no dejaba mucho margen a los derechos de autor. Los autores cobraban (a su juicio) bien y no se quejaban por la falta de contratos, algún tipo de seguro o por el retorno de las obras, aunque en muchos casos volvían a sus manos. Se sentían más poderosos fundamentalmente porque gozaban de buena paga, pero en realidad no podían plantarse en una editorial extranjera que había reproducido su obra y exigir allí derechos de autor. Eso solo lo pensaron cuando menguaron los encargos.

                         
                   
 
Trabajos de Cortiella de los setenta y ochenta, dentro del género de lo fantástico, para  el mercado francés (Cosmos y Camberra) y en el australiano (The Grotesque).

 

 

DERECHOS DE AUTOR Y EL RECLAMO DE LA PINTURA

En España, Rafael Cortiella fue uno de los primeros que formaron parte de un colectivo formado para la defensa de los derechos laborales de los autores de historieta, el Club DHIN. Concienciado por su mucha experiencia y por el conocimiento que tenía del mercado internacional, veía claro que la situación profesional de los autores españoles no era la ideal en nuestro país. La asociación DHIN (Dibujantes de la Historieta y la Ilustración Nacionales), surgió en Castelldefels en 1972, impulsada por Francisco Macián, un profesional de la historieta infantil y la animación, tras una serie de encuentros casuales con otros profesionales del cómic con los que se trató del asunto. Los primeros en reunirse periódicamente para conformar las bases del club de profesionales fueron Macián, Cortiella, Badía Camps, Noiquet y, más tarde, Bosch Penalva, que se integró tras la gestación oficial de la agrupación.

       
     

Arriba, primer boletín del Club DHIN. Debajo, imagen de otros boletines, mostrándose en el primero de ellos la lucha del colectivo y también la fragilidad interna de la agrupación.

     
     
       

La idea original del club era promocionar y defender los derechos de dibujantes e ilustradores, reuniéndose para ello primeramente en un bar llamado El Velódromo (que aún existe). Luego, con el dinero recaudado con las primeras cuotas, fue alquilado para ese fin un local en la Calle Laforja, nº 94. Su objetivo principal era fomentar el diálogo entre autor y editor con el fin de obtener mejor consideración desde la industria, reclamando más derechos como autores y devolución de originales. Durante los primeros años estuvieron muy activos, lanzaron un boletín en 1974 ( Boletín del Club Dhin), montaron exposiciones (la primera en 1975), llegaron a crear un catálogo profesional de autores (que vio la luz en 1979, editado lujosamente) y en vista del aumento del número de miembros, crearon un ramal en Valencia. El primer presidente fue Macián, y el tesorero fue Cortiella durante bastantes años. A la muerte de Macián (temprana, con cuarenta y seis años), le sustituyó en la presidencia Antonio Bosch Penalva, pero la agrupación ya se hallaba debilitada debido a la pérdida de interés de los afiliados y a los pocos logros cosechados en cuestiones relativas a derechos de autor, que creían que iban a transformarse por sí solos con la llegada de la democracia a España. Uno de la junta que fue muy trabajador porque creía en el proyecto fue Pedro Alférez, que luchó por mantener la agrupación pese a todos los impedimentos que fueron surgiendo. Incluso se solicitó a los afiliados más comprometidos con el proyecto que pusieran algo más de dinero para sostener el club, para lo que se extendieron unos recibos, pero en el año 1979 parecía claro que no podría sostenerse más tiempo. Uno de los objetivos de la asociación había sido formar una hemeroteca, una biblioteca de revistas de cómic y de ilustración, y partiendo de un buen fondo realizar subastas para financiar los gastos de la agrupación, pero ninguna de las dos cosas se llegó a realizar.

En todos estos años, Cortiella no había dejado de trabajar para el mercado europeo a través de agentes, pero tras veinticinco años dibujando sin parar empezaba a sentirse cansado. Precisamente fue entonces —cuando tanto se debatía sobre la valía de los autores, considerados como artistas— cuando él comenzó a pensar en comenzar a pintar. Ocurrió en 1974, a raíz de un contrato que no llegó a firmarse. Un importador de petróleo, atraído por la estética de las portadas de Cortiella, le propuso realizar una serie de cuadros al óleo mensualmente, tasados según su tamaño, por los que le pagaría una tarifa que podría alcanzar el millón de pesetas al mes, lo cual era toda una fortuna para la época. Una verdadera fortuna, como se suele decir. No se llegó a firmar aquel contrato, pero Rafael se tomó a partir de entonces más en serio su dimensión artística y desde 1975 decidió conceder mayor importancia a su trayectoria como pintor, dejando de hacer historieta por completo en 1976 aunque no ilustración, como lo demuestra su excelente labor ilustrando publicaciones del sello francés Touret.

       
     
     
Publicidad de Croquis, el taller que regentó Cortiella.

Logró exponer sus pinturas por primera vez en la sala Bargalló, de la calle Muntaner de Barcelona, en 1976, y con Badía Camps participó en varias muestras de arte en la galería Castrum de Fels, que ellos mismos inauguraron con sus óleos en abril de 1977. Cortiella recuerda haber vendido varios cuadros desde el primer día (el primero, por 15.000 pesetas). Desde entonces, sus cuadros estuvieron en exposiciones en Barcelona, Amer, Pineda, Olot, Castellón, Tarragona, Bilbao, Getxo, Logroño, Madrid y en varios emplazamientos de Baleares. También expuso internacionalmente, en Suiza y en EE UU. Incluso llegó a fundar una academia para enseñar dibujo y pintura, llamada Croquis, la cual mantuvo desde el año 1982 hasta 1997 en su ubicación en calle Torrente de las Flores, 111, en pleno barrio de Gracia. A sus clases asistieron tanto niños como adultos, separados en distintas salas en sesiones vespertinas cinco días de la semana. Los alumnos oscilaban entre sesenta y ochenta, pero llegó a tener un centenar.

Si bien Cortiella se dedicó mucho a la pintura, durante los años ochenta y noventa siguió trabajando como ilustrador. Uno de los clientes a los que mejor recordaba de entonces fue el editor de Susaeta, que le compró los derechos de setecientas ilustraciones para destinarlas a libros juveniles y cuentos para niños. Siguió elaborando portadas para editores extranjeros y para algunos nacionales: ilustró novelas eróticas del sello Ceres desde 1979, también cuentos pornográficos publicados por ECSA, hizo portadas para la revista Morbo en 1983 e ilustró embalajes de juguetes, como algunas cajas de Madelman, algunas de la empresa juguetera Reamsa (La Conquista del Oeste, Lawrence de Arabia, Ford Apache, la Conquista de Méjico, Guillermo Tell), siendo él el primero en proponer que se incorporase una ventana transparente de plástico en las cajas. De sus trabajos ilustrados, curiosamente, el que más beneficios le dejó al final de su carrera fue el de autor de carátulas para videos VHS, muchos de ellos de la distribuidora Paramount. Cortiella recuerda que solía realizar tres imágenes de este tipo a la semana y que en ocasiones le pagaban una sustanciosa cantidad de dinero por este trabajo, llegando a las 50.000 pesetas por imagen. Si firmaba estos trabajos, para diferenciarlos de su obra pictórica lo hacía como “Joan”.

                 
         
 
Diferentes trabajos de Cortiella en la recta final de su carrera. Un anuncio publicitario, a la izquierda. Portada para la revista Destino. Una ilustración para un libro erótico del sello Ceres. A la derecha, cartel de una de sus exposiciones.

 

Por supuesto, también se dedicó a la publicidad. Trabajó en este ramal de la ilustración para La Vanguardia (en 1986), para las marcas Slogan y Yayitas en los ochenta y noventa, y para una agencia de publicidad de Barcelona, llamada Grupo 17, en 1999. También realizó storyboards para anuncios de la televisión. Sus dos hijos, Jordi (nacido en 1961), que le dio dos nietos, y Marc (nacido en 1970), que le dio una nieta, no siguieron sus pasos. Uno se dedicó a la odontología y otro a la ingeniería de telecomunicaciones.

De Cortiella nos queda, pues, su legado gráfico, ejemplo de tesón en la profesión y una muestra de cómo funcionaba el mercado de la historieta y la ilustración en la segunda mitad del siglo XX en Europa.

TEBEOENLACES
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Creación de la ficha (2019): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
FERNANDO RODIL (2019): "Rafael Cortiella. Ilustrador de cien industrias", en Tebeosfera, tercera época, 11 (23-VII-2019). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 24/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/rafael_cortiella._ilustrador_de_cien_industrias.html