RAPACES: EL DECADENTE ENCANTO DE LA BURGUESÍA
RICARDO VIGUERAS

Resumen / Abstract:
Notas: A la derecha, fragmento de la portada para el libro con dibujos y bocetos de la serie originalmente aparecido en 2006, "Volveré"
RAPACES: EL DECADENTE ENCANTO DE LA BURGUESÍA.

            Rapaces, la serie de historietas publicada en cuatro álbumes escrita por Jean Dufaux y dibujada por Enrico Marini[1], ha sido uno de los grandes éxitos de la bande desinée de la última década. Es una obra cuya perfección no se debe al azar, sino al encuentro de dos autores completamente maduros que, en cierto sentido, remozan el longevo género de vampiros partiendo de la vertiente sensual del vampirismo. Esta vertiente, que arranca al menos del cine de terror de los años setenta, se ha popularizado en las últimas dos décadas por artistas como Francis Coppola (Drácula, 1992), Anne Rice (su novela Entrevista con el vampiro tuvo una relevante versión cinematográfica)[2] o Joss Whedon con la teleserie Buffy Vampire Slayer (1997-2003), que si bien comenzó como cruce entre comedia, terror y melodrama adolescente, fue evolucionando a medida que lo hacían público y personajes hacia posicionamientos más dramáticos cargados de fatalismo, tristeza y sensualidad. 

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Los cuatro libros de Rapaces tal y como se han publicado en España.

            Jean Dufaux es uno de los escritores de cómics más versátiles del panorama europeo. Nacido en 1949 en Ninove, Bélgica, su primera vocación es el cine, por lo que entre 1969 y 1973 seguirá estudios en el Institut des Arts et Diffusion de Bruselas, los cuales marcarán profundamente su concepción de puesta en escena en futuros cómics. Pero aunque el medio le atrae, no piensa en dedicarse al mismo hasta 1983, después de casi una década como periodista de la revista Ciné-Presse. En la revista Tintin comienza escribiendo la serie Brelan de dames (en colaboración con Vernal) y dibujada por Renaud. En 1985 entra en la editorial Dargaud, donde desarrolla las series La toile et la dague (dibujada por Aidans) y Beatifica Blues con Griffo. Les maîtres de la brume, dibujada por Eric para Glénat, cierra este periodo de formación que pronto verá nacer las grandes creaciones de Dufaux. En concreto, 1987 es su gran año con la aparición de Jessica Blandy (con Renaud), donde Dufaux comienza a imponer una de las características más destacadas de su estilo: la introspección psicológica en los personajes; y también Giacomo C. serie de carácter histórico y aventurero inspirada libremente en la vida de Casanova que dibuja Griffo. A partir de aquí las series de Dufaux se multiplican con notable éxito, y su productividad pronto le hará merecedor del apodo de “Jean el prolífico”: combina el tebeo histórico con el fantástico, e incursiona también en la biografía con la serie consagrada a sus escritores favoritos: Sade, Pasolini, Balzac... Dufaux demuestra una y otra vez que no es escritor de tebeos por casualidad, sino que es escritor en todo el sentido de la palabra: cuidadoso en la creación de personajes, exhaustivo en la documentación, un scénariste que se inspira en el cine y es capaz de crear universos tan verosímiles como personales por medio de un estilo reconocible[3]. Actualmente se diversifica a través de varias series, pero quizá las más punteras sean Murena (dibujada por Philippe Delaby, con siete álbumes aparecidos) y Djinn (nueve álbumes dibujados por la española Ana Miralles). Su gran serie, hasta la fecha, continúa siendo Jessica Blandy, de la que ya han aparecido 24 álbumes dibujados todos por Renaud.[4].

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Carniceros en su ambiente.

Dinamismo y espectacularidad

Cena típica de barrio

            En comparación, la carrera de Enrico Marini es más reducida, pero su ascenso a gran estrella del cómic ha sido casi fulminante. Nacido en Suiza en 1969, comenzó su andadura profesional de la mano del escritor Thierry Smolderen en Olivier Varesse (4 álbumes) y con posterioridad su primer éxito, Gipsy (seis álbumes). Se dice con frecuencia que la conversión de Marini en estrella se debió a la trascendencia que tuvo Rapaces, posteriormente consolidada con El Escorpión (escrita por Stephen Desberg y que ha alcanzado ocho álbumes) y, más recientemente, con Las águilas de Roma, donde el mismo Marini ha asumido la función de escritor. Estamos hablando, por tanto, de una carrera en ascenso y constante evolución que en Rapaces encontró escenarios y ambientes que, de una forma u otra, había abordado y aborda en su carrera, desde Gipsy a El Escorpión. Marini formó parte de la primera generación de dibujantes europeos que crecieron con el manga y el ánime que comenzaba a penetrar las televisoras de Europa a principios de los años 70, por lo que sus primeras influencias vienen de este campo (Hayao Miyazaki, Katsuhiro Otomo). Posteriormente éstas serían filtradas por la influencia de dos grandes del tebeo francobelga: Moebius y Hermann (en quienes, quizá, se haya inspirado para lanzarse en solitario al ruedo de la creación total: escritor y dibujante). Si bien las influencias niponas en el dibujo de Marini no han desaparecido del todo, en su arte existe una fusión perfecta entre oriente y occidente, hasta el punto de que su vertiente orientalista no resulta tan obvia a primera vista y su arte carece, por ello mismo, de la simplicidad de un manierismo de años de formación.

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 Vuestro reino se ha terminado.
            Rapaces abre su primer álbum con la investigación que realizan Vicky Lenore, teniente de la Policía de Nueva York, y su colega Benito Spiaggi. Se plantean las reglas del misterio: una serie de cadáveres ha aparecido en distintos puntos de la ciudad, y además, todos presentan la característica de un extraño quiste detrás de la oreja reventado por medio de una estilizada aguja rematada en una especie de rubí. Y siempre, pintada en las paredes con sangre, la misma ominosa advertencia: Your kingdom is doomed[5]. La investigación de Lenore y Spiaggi les conducirá a descubrir que, en realidad, el mundo que ellos habitan es gobernado por vampiros, vampiros que durante la Edad Media aprendieron a vivir a la luz del día hasta evolucionar a un grado superior que les ha permitido con el paso de los siglos dominar su entorno, nuestro entorno. Comandados por don Miguel y Certa, uno de los grandes nobles de España que va a emprender la colonización del planeta, sus objetivos son claros: “¡El mundo nos pertenece! Dictemos sus leyes. Restablezcamos el orden, nuestro orden. Olvidemos la muerte, el gusto por la sangre, la pasión por destruir… ¡Podemos hacer algo mejor, mucho mejor!... ¡Podemos dejar nuestra marca en la historia, estamparle nuestro sello!”[6]. Estos vampiros inmortales, aburridos en su longeva estadía en un mundo que ya les pertenece, comienzan a olvidarse de su verdadera naturaleza: quieren dictar leyes, gobernar a la sombra de sus inmortalidades en flor, olvidar la muerte y la sangre. Y en efecto, se olvidan de los placeres de su vida y comienzan a pensar en la Historia. Son vampiros pomposos que se aburguesan, y en este aburguesamiento que pretende distanciarse de las pasiones que le daban sentido a su vida, se van deteriorando poco a poco hasta perder la propia inmortalidad. Pero como es natural, estos vampiros burgueses tienen un contrincante destacado en don Molina, un vampiro que no quiere dejar de serlo y que por su abierto enfrentamiento con Miguel y Certa perderá la vida, así como la de su esposa. Pero no la de sus hijos, Camilla y Drago Molina, que sobrevivirán hasta el Nueva York del siglo XXI convertidos en los Rapaces, vengativos asesinos de vampiros decadentes a quienes recuerdan, asesinato tras asesinato, que su reino ha terminado. A partir de los álbumes II y III aparecerán dos personajes también importantes, aunque de carácter más bien secundario frente al protagonismo de Drago y Camilla/ Vicky y Piaggi. Me refiero al Hermano Exeter, extraño sacerdote y proscrito cuya misión es acabar con la vida de Miguel y Certa y cuya fisonomía se inspira en la del actor Clint Eastwood; y sobre todo, el llamado a inaugurar una nueva dinastía de vampiros Rapaces: Aznar Akeba, hijo de un amor de Drago en India y cuyo destino acabará por emparentarse con el de Vicky Lenore. Darán mucho juego en el hipotético caso de un regreso de la serie Rapaces con nuevo arco argumental.

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Estampas neoyorkinas.   Necrópolis de vampiros en NY.   Muerte y furia en India.    La ciudad de los niños.

 

           Es sólo una historia de vampiros, eso es cierto, pero también es mucho más que eso. Dufaux nos incita a reflexionar acerca de los riesgos de olvidar nuestra verdadera naturaleza. Quien olvida su verdadera naturaleza, aunque ésta sea diabólica, está condenado a la extinción. Pero los Rapaces, los sensuales y crueles hermanos Molina, también están condenados a la desaparición. Siguen sus impulsos aunque éstos mismos les deban conducir a la muerte. No quieren ser vampiros sometidos se segunda categoría, pues anhelan saciar su hambre y su sed de sexo y sangre, su imperiosa necesidad de matar. Dufaux parece evocar la fábula que Orson Welles nos contaba en Mr. Arkadin (Welles, 1955), aquella fábula en que un escorpión clava su aguijón sobre la rana que lo ayuda a cruzar el río. Aunque el escorpión provoca con ello su propia muerte, no podía dejar de hacerlo, puesto que tal acción seguía los dictados de su naturaleza. Sin embargo, en un mundo de vampiros/ranas, los escorpiones/rapaces tienen también sus días contados pues se han convertido en monstruos dentro de una sociedad del bienestar y del confort donde hasta los vampiros sueñan un sueño de civilización donde cuentan más el poder, o la ilusoria idea de dejar una huella en la historia, que satisfacer sus ansias animales.

            Rapaces también es la historia de una seducción, en este caso de la seducción de una inocente: Vicky Lenore. Es la protagonista ideal para un cómic de estas características que pretende también llegar a un público femenino moderno: alta y hermosa, muy concienzuda en su trabajo y de carácter independiente, poco a poco irá viendo caer los velos que le ocultan la realidad de sus seres más próximos. Sus padres, su hermano, su propia pareja pertenecen a un mundo al cual ella se enfrenta con determinación y encono. Algún flashback explicará el rencor contra un padre irracionalmente despótico que de alguna forma marcará su distanciamiento del mundo masculino del cual ella, como mujer moderna, se apodera y redefine en sí misma.

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Sobre estas líneas: Pasión fraternal y vida social y la simbiosid de Drago y Camilla. A la izquierda, el hermano Hexeter con ecos de Eastwood.
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            La subtrama más interesante, aquella donde Vicky y Piaggi se revelan como lo que son y hasta dónde llegan sus deseos, es la de la relación de amor platónico entre ambos. Amor para Piaggi, amistad y cálida camaradería para Vicky. Piaggi es una especie de gigante infantil, cálido y tierno, que contempla a Vicky como si se tratara de una madonna. Hay una escena en que Piaggi insiste en invitarla a cenar con su madre en casa, una de esas madres italoamericanas sobreprotectoras de las que no terminan de aceptar que su niño ya es un hombre, aunque trabaje en el Departamento de Policía[7]. Pero Vicky no puede asistir a la cena vestida con pantalones, como acostumbra, pues debe usar unas prendas más femeninas para causar buena impresión a la bonachona, pero anticuada madre. Para complacer su capricho, por el cariño que Vicky es capaz de sentir por Piaggi, complace sus manías en este aspecto y la madre de Piaggi le regalará una cruz que luego tendrá mucha relevancia dentro de la serie. Pero no habrá más, nunca podrá haber nada más entre ambos. Cuando Piaggi se atreva a robarle un beso, éste le resultará frío como el hielo y le ayudará a descubrir la verdadera gelidez de Lenore y el absurdo de un amor que, a pesar de todo, resistirá a extinguirse del todo[8].

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Vicky y Piaggi miran hacia el horizonte.
Vicky descubre su naturaleza
Ecos de Visconti para un remanso de amor.

 

            En Vicky Lenore existe una oscuridad latente, una naturaleza inquietante que por una parte hereda de su familia, que por otra se intensifica por medio de su trabajo y que finalmente se abrirá con toda su turbulencia al conocer a los dos hermanos Molina, que la seducirán y la compartirán sexualmente. Es cuando ella queda marcada y su verdadera naturaleza sale a relucir, aquella que al no haber reconocido anteriormente le impedía acceder a la felicidad, ideal de todo hombre, mujer o vampiro. Hay ciertos ecos del mito de Batman cuando, al final de la serie, Benito Piaggi convertido en jefe de policía mira de reojo la noche oscura a través de la ventana y cree sentir una presencia que en cierto modo vela por él durante las noches. Vicky Lenore, convertida al fin en una rapaz que vela por la ciudad, ha iniciado una senda de soledad precisamente por haber elegido ser libre y optar simplemente por aceptar su naturaleza. Ni que decir tiene que ha quedado la puerta abierta para una segunda parte de la saga que todavía no se ha producido.

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Pin-up de Camilla y progresión de la ejecución de la página 38 de Rapaces IV.

            En definitiva, Rapaces es una serie brillante por los distintos niveles de complejidad que existen entre los personajes que desfilan por sus páginas. Si a esto añadimos a un Enrico Marini en estado de gracia, capaz de reflejarnos Nueva York con una magnificencia y esplendor más que encomiables, tenemos en conclusión una de esas series estrella, arrebatadoras y sugestivas como aparecen pocas de tiempo en tiempo. Soy de los que desean un pronto regreso de estos personajes en un nuevo arco argumental para que los nuevos rapaces se enfrenten con lujuria y arrojo a los nuevos peligros de la noche de sus almas.

 

NOTAS:
[1] Rapaces I, II, III y IV. Dargaud 1998, 2000, 2001 y 2003 (edición española con traducción de Enrique Sánchez Abulí para Norma Editorial, Colección Cimoc Extra Color 162, 172, 185 y 203; Barcelona, 1999, 2000, 2001 y 2003). Con posterioridad, en 2006 apareció un quinto álbum compuesto de ilustraciones provenientes de la colección principal, así como de bocetos de Marini y textos literarios de Dufaux: Rapaces Je Reviendrai (Dargaud, 2006) editado en España como Rapaces: Volveré (Norma Editorial, Colección Cimoc Extra Color 245, Barcelona 2008).
[2] Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994). Guionizada por la propia Anne Rice, contó entre sus intérpretes a Antonio Banderas, Tom Cruise y Brad Pitt. 
[4] http://www.rapaces.net/
[5] Your kingdom is doomed [en traducción de E. Sánchez Abulí: "Vuestro reino se acaba"]
[6] Rapaces II, p. 28, viñeta 1.
[7] Rapaces I, pp. 37-41.
[8] Rapaces III, p. 29.
Creación de la ficha (2010): Ricardo Vigueras. Con edición de M. Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
RICARDO VIGUERAS (2010): "Rapaces: El decadente encanto de la burguesía", en Tebeosfera, segunda época , 5 (21-V-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 29/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/rapaces_el_decadente_encanto_de_la_burguesia.html