¡SE RÍAN, COÑO! EL GOLPE DEL 23-F EN LAS VIÑETAS DE LA PRENSA Y LAS REVISTAS SATÍRICAS
JAUME CAPDEVILA

Title:
Laugh, dammit! The 23-F coup in press cartoons and satirical magazines
Resumen / Abstract:
Análisis del seguimiento y la representación que se hizo del intento de golpe de estado del 23-F en las viñetas de la prensa y en las revistas satíricas de la época. / Analysis of the monitoring and representation of the attempted coup d'état of 23-F in the press cartoons and satirical magazines of the time.
Palabras clave / Keywords:
Intento de golpe de estado del 23-F, Prensa satírica, El Jueves, El Papus/ 1981 Spanish coup d'état attempt, Satirical press, El Jueves, El Papus

 ¡SE RÍAN, COÑO!

EL GOLPE DEL 23-F EN LAS VIÑETAS DE LA PRENSA Y LAS REVISTAS SATÍRICAS

 

La tarde del 23 de febrero de 1981 el teniente coronel Antonio Tejero, acompañado de varias decenas de guardias civiles, asaltaba el Congreso de los Diputados pistola en mano, durante la segunda votación de la candidatura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno tras la dimisión de Adolfo Suárez. El teniente general jefe de la III Región Militar –Valencia–, Jaime Milans del Bosch, decretaba el estado de excepción y asumía la autoridad judicial y política.

Probablemente fue la noche más larga de la transición. Aquella jornada no terminó hasta que a media mañana del día siguiente se rindieron los golpistas que habían intentado aniquilar la joven democracia y quedaron en libertad los gobernantes, diputados y periodistas que habían estado secuestrados en el Congreso. Juan Francisco Fuentes, que estudió y documentó a fondo este episodio histórico, lo considera uno de los de mayor impacto y trascendencia «tanto por su repercusión mediática —fue la primera asonada militar retransmitida en directo— como por sus consecuencias históricas» (Fuentes, 2000: 11). Entre estas consecuencias, cuenta «la consolidación de una democracia tambaleante y la derrota definitiva del golpismo [...] el fracaso del involucionismo y el fortalecimiento de la democracia» (Fuentes, 2000: 11).

 

La respuesta de la prensa

Tres escuadrones con blindados, procedentes del acuartelamiento de Retamares, ocupaban las instalaciones de RTVE en Prado del Rey (Madrid). Televisión Española continuaba emitiendo programas, pero no información. Radio Nacional sólo emitía música. La situación era confusa. A las nueve de la noche, apenas dos horas y media después de la toma del Congreso, El País sacaba una edición especial sobre el golpe. Fundado en 1976, de orientación progresista, su tirada habitual en 1981 estaba sobre los 260.000 ejemplares (Regla Escartín, 2014: 38). Fue el primer medio impreso en reaccionar, posicionándose en su portada y editorial con la Constitución, y aunque aún no había mucha información que dar, ni la famosa foto de Tejero pistola en mano, que el fotógrafo Manuel Pérez Barriopedro sacó a escondidas más tarde en su calcetín. Hasta la una de la tarde del día siguiente se imprimieron seis ediciones más, y en la siguiente, a la una de la noche, ya encontramos una viñeta de Máximo —una vista del congreso en el que se lee el cartel ”Saloon” a la vez que dibuja el efecto sonoro de los disparos—, y una de Peridis sobre la figura del rey. Las dos viñetas se mantienen en todas las ediciones del día 24.

Viñetas de Máximo (izquierda) y Peridis (derecha), en El País.

ABC, periódico conservador de tendencia monárquica fundado en 1903 y que tiraba 130.000 ejemplares diarios en 1981 (Regla Escartín, 2014: 38), el 24 de febrero sacó dos ediciones. No encontramos la habitual viñeta de Mingote en las páginas de política, aunque sí se publicó la tira Cándido de Mena, en la página de pasatiempos. En la edición del día 25 ya tenemos dos viñetas de Mingote, una en las páginas de opinión, de humor sutil —el abuelo que cuenta al nieto: «los siglos duran cien años, excepto el XIX que ya lleva ciento ochenta y uno»— y otra en las páginas de información nacional —los micrófonos de la tribuna del congreso desparramados como flores marchitas—.  

Viñeta de Mingote en ABC. Viñeta de Oli en La Vanguardia.

Por su parte, en La Vanguardia –periódico con sede en Barcelona fundado en 1881, con 200.000 ejemplares de tirada en 1981 (Regla Escartín, 2014: 38) – en su edición del día 24 de febrero no podemos encontrar el habitual chiste de las páginas de política, que desde 1978 dibuja Oli. Sí aparecen en cambio las viñetas de humor costumbrista de Muntañola y una viñeta de humor deportivo a cargo de García Lorente. En cambio, en la edición del día 25 ya aparece la viñeta de Oli en las páginas de política, en las que vemos a una pareja sentada frente al televisor, por lo que se incide en la atención de la población a los medios audiovisuales. La misma escena de la pareja ante el televisor se repite, por ejemplo en la viñeta de Forges del día 26, en Diario16, que también recurre a la pareja ante el televisor, sorprendidos por su gamberro vástago gritando la famosa frase «¡Todos al suelo!». El dibujo de Forges ocuparía la portada en la edición del día 27 llamando a la manifestación convocada en defensa de la democracia.

Viñeta de Forges para Diario 16. Viñeta de Cesc.

El hecho de que en muchos de los periódicos desaparezca la viñeta en la edición del día 24 de febrero responde únicamente al proceso de producción de la prensa escrita, cuyos ritmos y contenidos suelen adelantarse. En ese momento, la confección de un medio impreso requiere de unos procesos físicos (que hoy son informáticos, y por lo tanto mucho más rápidos), que incluyen la necesidad de que el dibujante haga llegar su obra al periódico, y allí, mediante un proceso de fotograbado se obtenga una plancha para la impresión en huecograbado. Teniendo en cuenta que la noticia del día 24 debería haber sido la elección de Calvo Sotelo como nuevo presidente del Gobierno (la aritmética parlamentaria no daba opciones a ninguna otra posibilidad), seguramente una buena parte de las páginas de política nacional estaban ya preparadas con contenidos relativos a la circunstancia. Y probablemente muchas de las viñetas de la sección de política ya estaban dibujadas y entregadas, aludiendo a la elección del nuevo presidente. Los hechos del día cambiaron completamente la crónica política, por lo que todos estos contenidos saltaron, y esas viñetas perdieron totalmente su sentido, se desecharon, sin tiempo material para hacer una nueva. Algunos medios pudieron reaccionar, pero otros no. Incluso El País, que publicó ya desde su edición de la madrugada viñetas de sus dibujantes madrileños —Máximo y Peridis—, no publicó el dibujo de su dibujante catalán —Romeu—, puesto que la logística de hacer llegar un dibujo a una redacción para su reproducción desde Barcelona tenía su intríngulis. Seguramente, los dos dibujantes madrileños se acercaron a la redacción, o se habilitó la forma para que el dibujo llegara —usualmente mediante mensajería. En la edición de El Periódico de Catalunya del día 24 aparece chiste de Perich en la contraportada, pero no tiene que ver con el golpe: Perich vivía en Premià de Mar y mandaba sus viñetas por mensajero a la redacción del diario. Aquel día, no hubo tiempo de reproducir el proceso. Cesc, en el diario catalán Avui, deja su viñeta en blanco. La sugestión poética es más potente al sugerir que al explicitar una imagen, y se le aclamó por el ingenio, la sutileza y el atrevimiento, pero a la vez es un recurso práctico dada la situación.

Vale la pena explicitar a los lectores que antes del año 2000, tras la irrupción de internet, los ritmos y procesos periodísticos eran necesariamente más lentos, y que para los dibujantes supuso un salto cualitativo la popularización del fax durante los ochenta.

 

La prensa satírica

A pesar de que durante la década de los setenta el campo de la prensa satírica vivió una época dorada, en la que convivieron en el quiosco varias e interesantes cabeceras, en la década de los ochenta estas habían ido desapareciendo: La Codorniz (1941-1978) se quedó a tres años de cumplir cuarenta,  Hermano Lobo (1972-1976) fue la primera de la década en aparecer y la primera en desaparecer, Barrabás (1972-1977)  no pudo narrar la victoria del Barça en Basilea que le dio la Recopa del 78,  El Cocodrilo Leopoldo (1974-1975) tuvo una vida breve e intensa, y Por Favor (1974-1978) lanzaba la toalla el año en que las Cortes aprobaban la nueva Constitución. Otras publicaciones intentaron despertar el interés del público: Butifarra! (1975-1979), Amb potes rosses (1979), Muy Señor mío (1979-1980), El Cuervo (1977), Muchas Gracias (1975-1976), Eh! (1977), o Nacional Show (1978-1979), no lograron arraigar en el mercado a pesar de plantear propuestas interesantes. La nueva década, pues, se inaugura con pocas cabeceras de prensa humorística para adultos en el mercado.

Portada de El Papus nº 1 (1973).

Por un lado tenemos El Papus, en cuyo subtítulo se autodenominaba “revista satírica y neurasténica”. Tras el rotundo éxito de Barrabás, aparecida en 1972 y dedicada a satirizar el mundo del deporte —especialmente el fútbol—, el mismo equipo y la misma editorial se lanzan con el mismo espíritu, fuertemente iconoclasta, virulento y corrosivo a la edición de una nueva revista que esta vez pone su foco en el ámbito político y social. Dirigida por Xavier de Echarri, hijo de un ex director de La Vanguardia —la ley de prensa exigía un periodista con carnet al frente de la dirección—, Elf Ediciones, que después se convertiría en Ediciones Amaika, participada a escondidas por los dueños de La Vanguardia, editó también una serie de productos editoriales que aprovechando la época del destape combinaban erotismo y humor como Papillón (1976), El Cuervo (1977), Party (1977-1984),  Hara-Kiri (1980-86 y 1986-94 con otro sello editorial), Humor Sexy (1980-81), o Balalaika (1982-83). Aunque importantes periodistas participaron en la revista —Joan de Segarra, Maruja Torres, Antonio Franco, Ramón Turró o el mismo Vázquez Montalbán, que participó en el proyecto inicial pero finalmente fue vetado por los Godó, accionistas mayoritarios—, el núcleo de la redacción fundacional estaba formado básicamente por dibujantes. Aunque a El Papus se le recuerda por su “feísmo” gráfico, a causa del grafismo de sus autores como Ivà —Ramon Tosas—,  Óscar Nebreda, Ja —Jordi Amorós—, Fer —José Antonio Fernández— o l'Avi —Lluís Recasens—, en la revista publicaban, al mismo tiempo, dibujantes de la talla de Gin —Jordi Ginés—, Pere García Lorente, Enrique Ventura, Adolfo Usero o Carlos Giménez. En realidad, pues, donde El Papus verdaderamente se mostró transgresor y gamberro fue en el tono, desgarrador y ácrata, algo inédito en la prensa del país desde la Guerra civil, o, incluso, mucho antes, si es que alguna vez existió algo parecido. Los dibujos, historietas e imágenes tenían gran preponderancia, y en las páginas centrales incorporó las llamadas papusnovelas, relatos con fotografías, parodiando las populares fotonovelas, en las que los mismos dibujantes y redactores se disfrazaban para protagonizar locas astracanadas en las que no faltaba nunca alguna chica que acababa despechugada.  

El Papus fue una publicación virulenta, que exportó y adaptó la filosofía y la estética de la revista francesa Hara Kiri, haciendo bandera del mal gusto y la provocación. Esta tendencia, que se hizo mucho más explícita a partir de la muerte del dictador, la convirtió en la revista más radical de nuestro panorama periodístico. También llevó su transgresión extrema al lenguaje, deformando y reventando las normas ortográficas para conseguir reproducir la manera de hablar de las clases populares. Ivá o Ja, principalmente, acabaron por inventar un lenguaje que paradójicamente estaba más cerca de la calle que los diccionarios. En su análisis de las publicaciones satíricas del franquismo, Iván Tubau escribe sobre El Papus: «Nadie en España había ido —ni ha ido después— tan lejos en la contestación de los valores establecidos, nadie había hecho —ni ha hecho después— un humor tan negro y salvaje en los contenidos, tan feísta, brutal y aparentemente descuidado en la forma, tan anarquista faccion rabiosa en suma» (Tubau, 1987: 246). Todo ello fue recompensado con dos suspensiones de cuatro meses (el castigo máximo permitido por la ley) y un sinfín de denuncias, juicios, multas, y por un atentado terrorista con un paquete bomba por parte de la extrema derecha.

El Papus, marcado con sangre, se convertiría en uno de los iconos de la transición, pero el atentado marcaría un punto de inflexión en la historia de la revista, donde la desconfianza entre la redacción y los gestores, combinada con el miedo, pasaría factura. Muchos colaboradores se fueron desvinculando progresivamente de la revista y las ventas caen, iniciándose un descenso inexorable, que conllevaría su desaparición, en 1985, con algunos estertores —números sueltos intentando reanimar la cosa, cabeceras como El Pulpo o El Pupas, confeccionadas por ex dibujantes y periodistas de la revista peleándose por la herencia— que se alargarían hasta 1987, resucitando brevemente para posicionarse contra la OTAN.

 

El Papus del 81

En el año 1981, bajo la dirección de Xavier de Echarri y la dirección artística de Ivá, la plantilla de la revista se compone de Ivá, Ja, Tha & T.P-Bigart —los hermanos Joan y August Tharrats—, Manel Ferrer, Pierino —Ricardo Gallucci—,  Sappo —Vázquez—, L'Avi, Ramon —Ramón Gutiérrez Díaz—, Curcó —Víctor Luna—, Galileo —Rafa Ramos—, Gerard Llobet, Adolfo Usero, Onamotopeya —Rai Ferrer, Luís Díaz y Josep Solà—, Xavi Soler, Rayser —Ramon Maria Casanyes—, Luís Rey, y Jordi Molins, más los periodistas Albert Turró y Francesc Arroyo. El ritmo al que se trabaja en la revista no permite responder al golpe en el número 354, cuya fecha de portada es 28 de febrero, pero tampoco en el siguiente, del 7 de marzo. Hoy nos puede parecer inconcebible que una revista semanal no pueda responder inmediatamente a un hecho de actualidad, pero si pensamos en la estructura y funcionamiento de El Papus en 1981 no es tan extraño. Según conversación con Lluís Recasens, l'Avi, que en ese momento se ocupaba de la subdirección artística:

La revista se cerraba los viernes. El ritmo era: lunes, reunión de redacción, y usualmente se hacían las fotos de la Papunovela. El martes, puesta a página de las páginas con textos o historietas intemporales –Don Cornelio Ladilla, de Vázquez, Mundo de Ratas, de Rafa Ramos, Manolo e Irene de Manel, Boogie el aceitoso' de Fontanarrosa, y las páginas de Llobet, Pierino, Tha, Quino...–. El miércoles era el día de entregar las páginas, aunque no todos cumplían; se montaban las fotos de la Papunovela –no de la sesión de la misma semana, sino de la anterior, por lo menos–. El jueves era el último día de margen en que se recibían las páginas de la mayoría de colaboradores, excepto Ivá y Ja que lo hacían el mismo viernes, que se cerraba la revista. Pero una vez cerrada, había que hacer fotolitos de las páginas de color, por lo que no entraba a imprenta hasta el miércoles de la siguiente, y se distribuía durante el siguiente jueves y viernes» [1].

El día oficial de salida era los sábados, aunque en algunos quioscos de Barcelona ya se podía encontrar un día antes, por lo que había un pequeño desfase entre la fecha real de salida y la que consta en cada número. A pesar de todo, el calendario les juega absolutamente en contra durante el 23-F. En realidad, esa semana fue muy caótica, pues como reconoce l'Avi en la misma conversación, «el número no empezó a parirse hasta que Tejero salió del Congreso»[2], lo que demora, por fuerza, la aparición de la respuesta de la revista. En la misma situación se encontró el resto de prensa semanal: Interviú tampoco tiene tiempo de responder al golpe en su ejemplar del 26 de febrero (núm. 250), pero saca un número extra adelantando unos días la publicación del ejemplar que debería salir el 4 de marzo (núm. 251); el número de Cambio 16 dedicado al golpe (núm. 483, con el título “Especial: la noche de los tricornios” en la portada), aparece con fecha 2 de marzo, Sábado Gráfico (número 1238, con el titular “El Golpe”) es con fecha de 4 de marzo; o Lecturas (número 1507, el titular “Gracias, majestad”) tiene fecha 6 de marzo. Peor fue en el caso de la revista Triunfo que hacía poco había inaugurado una época de aparición mensual, por lo que el primer número en que trató el golpe (número 6) apareció en abril.

Hoy, en la época de internet, en que es muy fácil enviar texto e imagen de forma inmediata a cualquier sitio se nos hace raro recordar que la materialización de un producto periodístico hace unas pocas décadas respondía a una serie de procesos físicos y mecánicos que llevaban mucho más tiempo. Creo que, a pesar de toda la buena fe que presupongo a la afirmación, no es posible creer a María Iranzo cuando, en su artículo en que analiza cómo El Papus trató el golpe, intenta justificar el desfase de fechas indicando que

la fecha que se indica en portada no es la de la salida del número, sino la fecha hasta que esa revista tenía validez. Así que la que salió el miércoles 25 de febrero, que ya estaba en imprenta cuando ocurrió el frustrado golpe, está fechada en el sábado 7 de marzo; y la especial que se publicó el miércoles 4 de marzo, está fechada en la portada con el sábado 14 de marzo (Iranzo, 2010: 185).

Si esto fuese así, se falsearía toda la numeración de la revista, y significaría que su primer número no se publicó el 20 de octubre del 73 sino una semana antes. Simplemente, la revista no tuvo tiempo material para reaccionar antes.

 

El Golpe en El Papus

Portada de El Papus nº 356 (14-III-1981), por Ja.

El Papus dedicado al golpe, en la línea habitual de la publicación, es duro, mordaz y corrosivo. María Iranzo, que lo analiza detalladamente en un brillante artículo, concluye que

bajo un componente lúdico, cuyo principal objetivo es desacreditar a los golpistas [...] existe implícita una crítica de trascendencia social, como la pasividad de los ciudadanos, la peligrosidad de la fuerza con que cuenta el poder militar, la fidelidad y jerarquía del régimen militar y la supuesta complicidad con que contaron los golpistas» (Iranzo, 2010: 212).

La visión de la revista, comparada con la del resto de la prensa española, es crítica y lacerante, y aunque se centra en la befa descarnada hacia el teniente coronel Tejero y los golpistas, no deja de azotar en todas direcciones, no siendo para nada complaciente con el Gobierno y sin halagar para nada el papel del rey, cosa que sí hicieron casi todas las otras publicaciones. La portada a cargo de Ja es protagonizada por un gran tanque, y dos personajes que comentan «"—Mariano, me parece que es un tanque." "—Ya lo sé, pero disimula... oche..."», a la que siguen once páginas seguidas dedicadas al asalto, con historietas de Ivá, chistes de Ramón, fotomontajes y textos, entre los que destaca el editorial, que ya advirtió algo que la historia ha confirmado: «Quizás muy pocos han advertido que los objetivos últimos del asalto han sido conseguidos. [...] Por si la izquierda desea subirse a las barbas, la derecha le ha enseñado el lobo. La derecha siempre gana». En la revista, que aumenta su paginación en un pliego, hay páginas de historietas —mayoritariamente de contenido sexual— que no están dedicadas al golpe, así como la Papunovela, ideada y fotografiada tres semanas antes, en previsión que Leopoldo Calvo Sotelo sería investido nuevo presidente y nombraría nuevo gobierno. A parte de muchas caricaturas de tricornios y militares, encuentro interesante una historieta de l'Avi, en la que narra cómo pasa la tarde el propio dibujante sin enterarse de nada. Hay una implícita crítica a las emisoras de Radio Nacional y TVE, pero es interesante ver que es la única página en toda la revista que incide en el tema que será central en la otra de las publicaciones satíricas que se publicaban en aquel momento. Vamos hacia allá.

 

El Jueves del 81

Portada de El Jueves nº 1 (1977), con ilustración de J. L. Martín.

El Jueves, nació el 27 de mayo de 1977, y como su nombre ya indicaba se encontraba en medio ("como el jueves") de las tendencias de las dos revistas de humor dominantes en el momento de su aparición: ni tan bestia como El Papus, ni tan intelectual como Por Favor. En la fundación de El Jueves, en 1977, interviene de nuevo José Ilario y el equipo que había hecho funcionar Mata Ratos hasta unos meses antes: Tom —Antoni Roca—, Romeu y José Luís Martín. Ilario propone crear «un Pulgarcito para adultos» (Salgado, 2018: 13). En los primeros números, la revista se consolida con la participación de Angel Sánchez, José Luís Erviti y José Luís Gómez Mompart en la redacción, colaboraciones de Jordi Estadella y Josep Maria Bachs y dibujantes como Kim —Joaquim Aubert—, Jordi Vives, Miquel Ferreres, Trallero d'A —Miguel Trallero—, Jaume Bach, y Raf —Joan Rafart—, además del trío fundador. 

El salto cualitativo no se produce hasta que se desencadenan dos circunstancias decisivas. A finales del mismo año, la cabecera es adquirida por Antonio Asensio y pasa a formar parte del Grupo Zeta, lo que le proporcionará más músculo editorial. Paralelamente, tras la bomba contra El Papus, hay una serie de autores que abandonan esta revista y se incorporan a las filas de El Jueves: Gin, Óscar Nebreda, Ventura & Nieto. A su vez, el cierre de Por Favor propicia la incorporación de firmas como Forges, Perich o Antonio Álvarez Solís. Así llegamos al año 1981, en que la revista ha encontrado su idiosincrasia, su tono y el grueso de autores que la llevarán a liderar desde Barcelona el campo de la prensa satírica española durante los ochenta, los noventa y la primera década del siglo XXI. Un momento clave de la historia de la revista es cuando en 1982 Ediciones Zeta está a punto de cerrarla, pero la acaba vendiendo a una sociedad formada por los humoristas Gin, J. L. Martín y Nebreda, que a lo largo de los años ochenta la consolidan en el mercado, consiguiendo tiradas muy abultadas.

El Jueves es mucho menos comprometida ideológicamente que El Papus, su humor es más costumbrista, aunque con tintes políticos. También es una revista ligeramente sexualizada —no esconde referencias sexuales, ni cuerpos femeninos—, pero no tiene la fuerte carga sexual de El Papus. En la revista se puede ver una cierta especialización de los autores en varias áreas: Óscar más populachero, Gin más erótico, Ferreres a las caricaturas, Perich y Martinmorales a los politiqueos...

 

El golpe en El Jueves

Portada de El Jueves nº 197 (4-III-1981), por Perich.

La respuesta al golpe aparece en el número 197, publicado el 4 de marzo, prácticamente con el mismo ritmo que el resto de prensa semanal. La portada es de Perich, probablemente uno de los autores más significados políticamente de la revista, y muestra un ciudadano encerrado en el excusado con el transistor, con el titular «¡Qué noche la de aquel día!». Como en el caso de El Papus, la portada ya indica la tónica del resto de la revista. Así como El Papus hacía hincapié en el tanque, por lo tanto en los militares, El Jueves incide en la percepción y reacción que el ciudadano tuvo ante los hechos. Los transistores protagonizan las viñetas de las seis páginas que abren la revista, a cargo de varios autores: Kim, JL, Tom, Gin, hasta que en The Gilipolitical news los textos y fotomontajes inciden ligeramente en la reacción de los políticos del congreso: Fraga, Felipe, y la única foto de Tejero, a la que añaden unos hilos, como si fuese un títere. En el póster de las páginas centrales, Gin retoma el tópico de los transistores, en este caso con los leones del congreso, y solo en la contraportada, donde se encuentra la famosa sección Sólo hay una portada, pero teníamos más, dos de las cuatro viñetas, una de Óscar y una de Kim, se refieren al golpe. De nuevo una va sobre la radio (dibujo-homenaje de Óscar en el que un micrófono dice «pa eso estamos») y otra estupenda en la que bajo el titular «Mala noche para los navajeros en Valencia», Kim dibuja un gran tanque, y en la esquina un quinqui que pretendía dar un atraco interpela a otro «oye... ¿de qué era el porro este?». Al contrario que en la revista rival, en El Jueves casi no se habla de los militares, ni de las incógnitas que dejó el golpe en cuanto a la relación entre las jerarquías de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado y la extrema derecha.

El resto del número, treinta de las 48 páginas (tres y media de ellas de publicidad), eran historietas, chistes y textos que no tenían a ver con el golpe —pertenecían al número que seguramente debían tener preparado para aquella semana, y que reformularon a toda prisa. En este caso, al aparecer el miércoles, la reunión de redacción era los miércoles y el cierre de la revista era los viernes, con lo que, al fracasar el golpe, tuvieron una capacidad de respuesta mucho más rápida, y aunque la revista que se publicó con fecha de portada 25 de febrero no podía contener nada sobre el tema, sí lo hicieron en el número siguiente, el número 197, con fecha 4 de marzo.

Vale la pena recalcar que en aquel momento la revista formaba parte del Grupo Zeta y compartían redacción con la revista Interviú y otras revistas. Como recuerda Mayte Quílez,

Nosotros estábamos en Z, junto con Interviú y otras revistas. Todo lo que era periodismo de investigación se hacía en Interviú, y era peligroso estar en el despacho con los fachas actuando. La orden fue: “Todos a casa”, y todos salimos corriendo. Luego pudimos hacer una portada de Perich que fue buenísima» (Riera, 2021).

En casa de Perich, en Premià, su hija le recuerda toda la noche del 23 de febrero pegado al teléfono y escuchando a su madre comentar «Suerte que vivimos en Premiá, que si debemos huir ya está camino de Francia» (Roman y Díaz, 2021: min: 21:11). En una entrevista televisiva, el propio dibujante reconocía: «No sé la cara que debía poner, pero llegó mi hija de la escuela y lo primero que dijo fue: al papa le ha dado un infarto» (Roman y Díaz, 2021: min: 21:20). Perich era uno de los dibujantes más comprometidos del país, y se había significado contra el franquismo con sus viñetas, por lo que es normal que tuviese miedo ante la posibilidad que el golpe tuviese éxito. Según cuentan Andreu Farràs y Pere Cullell, aquella tarde Barcelona estuvo a punto de ser tomada por treinta y cuatro carros de combate y transportes acorazados de la agrupación blindada del Regimiento de Caballería Numancia, con sede en Sant Boi de Llobregat, a escasos kilómetros de la capital (Farràs y Cullell, 2010: 13).

 

Ecos de aquel febrero

En las semanas siguientes, cada una de las publicaciones se consolida en su posición. En el número 198, del 11 de marzo, la portada de El Jueves es para Jesús Hermida, con un chiste sobre una polémica entre partidarios y detractores de la tauromaquia que nada tiene que ver con el golpe. En el interior, la primera referencia a lo que había pasado el 23 de febrero pasado es una caricatura de Tejero dibujada por Ferreres, en la página 8, acompañando tres frases sobre el teniente coronel. Siguen unas viñetas de Martinmorales en la página 13, y la historieta de Martínez el Facha (depre por el fracaso de la intentona), y cuatro viñetas de Perich en la página 16 y 17. Umbral escribe sobre “El golpista desconocido”, y encontramos alguna pequeña referencia en las secciones que cierran la revista, pero poco más.

Portada de El Papus nº 257 (21-III-1981), por Ivà.

En cambio, la portada del número siguiente de El Papus (21 de marzo) es para Tejero, dibujado por Ivá pistola en mano, aunque vinculándolo con el ingreso de España en la OTAN. Y a lo largo del número, el golpe está presente desde la página tres, en la sección de Susexos (crónica negra de la semana), en la doble de chistes de Ramón, en el Telediario particular de Ivá, en varias de las páginas de Ja —Poor man, rich man y la Encuesta Papus—, y en las secciones Paputeca y Tele coñas. No solo cuantitativamente, el nivel de crítica y la mordacidad de El Papus siempre es más incisivo que en El Jueves.

En los números siguientes, en El Jueves el golpe se va diluyendo, y vemos como en sus portadas los autores centran su atención en temas más sociales (divorcio, gasolina, neumonía atípica...), televisivos (Hulk, Gabilondo, Gurruchaga, Carmen Maura...) y, en menor medida políticos (sobre todo internacional: Reagan, Mitterrand, Carlos de Inglaterra...), y teniendo en cuenta que en marzo celebran con un número especial su número 200, y que también el fútbol, a causa del Mundial 82 se lleva lo suyo, hay un par de referencias golpistas: en el número 201, distorsionando la ya clásica frase de Tejero, en una portada en la que leemos : «¿Pesimismo? ¡Que se rían, coño!»; y en el número 216: «Por un verano sin golpes. ¿Se frenen, coño!» ante el dibujo de un atasco de tráfico en una carretera que lleva a la playa. En ambos casos no es más que una utilización de la frase para bromear sobre otros temas, más que una crítica dirigida al golpismo.

El Papus, en cambio, sigue mordiendo. Tejero vuelve a la portada del número del 2 de mayo, y los golpistas y sus conexiones con el poder aparecen de forma recurrente en viñetas e historietas. También en las portadas de los números 360 —apuntando a la extrema derecha—, 363 —con Tejero leyendo un libro: “Tésnica del golpe de estado”, con motivo del 23 de abril, día del libro—, 382 —Tejero convertido en réptil–— 391 —Fraga con tricornio—, 398 —Tejero de Papá Noel—... y al cumplirse un año del golpe, El Papus realizará un número especial, «23F: feliz aniversario», con una inquietante portada protagonizada por una decena de Tejeros con tricornio mirando fijamente al espectador, dibujados con el realista trazo de aerógrafo de Luís Rey.

Portada de El Papus nº 406 (27-III-1982), por Luís Rey.

 

¿Tenemos lo que nos merecemos?

Como escribe Arturo Regle, «el 23F forma parte indispensable de la historia reciente de España, hemos visto cómo se ha erigido como fuente de legitimidad de la monarquía, y como punto clave en el asentamiento del régimen del 78 a través de las imágenes dadas por prensa y televisión» (Regla Escartín, 2014: 82). El humor gráfico también participa de esa construcción, aunque sea con su particular mirada lúdica y desenfadada. Vemos, empero, que la respuesta de El Jueves tiene mucho menos calado político que la de El Papus. Mientras la revista “satírica y neurasténica” critica a fondo el golpismo, ridiculiza a los militares, y satiriza sobre la fragilidad de la democracia española, la revista “que sale los miércoles” se limita a hacer humor sobre la situación, sobre las vivencias de la población durante el golpe, más que una crítica. Sin duda, el posicionamiento de la revista es contrario al golpe, pero en ningún caso hay una crítica profunda a los motivos, protagonistas del frustrado golpe. «Quizás hubiésemos podido hacer más» (Vidal, 2011), reconoce uno de sus editores, J.L. Martín, años más tarde.

De todos modos, y aunque nos parezca raro, probablemente aquel El Jueves más tibio supo conectar mejor con el sentir de la sociedad de su momento. Mientras El Papus fue sufriendo un lento pero implacable declive, y acabaría cerrando un par de años más tarde, El Jueves se situó entre las cabeceras más leídas de las siguientes décadas, sobreviviendo hasta la actualidad. Como confirma el estudio de María Iranzo,

Hasta diciembre de 1978, la difusión de El Papus es mayor que la de El Jueves en un 64% de los números impresos (es decir, en nueve de catorce números). Pero a partir de entonces la difusión de El Jueves comenzó a dispararse hasta sacarle una ventaja de casi 36.000 ejemplares en junio de 1980» (Iranzo, 2014).

De alguna manera, los españoles preferían la risa jocosa a la risa crítica, preferían enterrar el hacha de guerra de la lucha por los derechos durante la transición y se conformaron con lo que daba de sí aquel régimen recién estrenado, precisamente tras el golpe del 81, y consolidado con el triunfo socialista del año siguiente. Como apunta Alfonso Pinilla

es cierto que la Democracia superó el punto de inflexión del 23 de febrero, y que su consolidación se confirmó en 1982 con la victoria electoral del PSOE; sin embargo, la superación del desajuste, la integración del Ejército heredado del franquismo bajo parámetros democráticos, hizo dar un giro conservador al sistema en aquellos críticos momentos que pocos medios reflejaron en sus páginas» (Pinilla García, 2004: 862).

El Papus lo hizo. Denunció con ahínco el proceso legitimador que el golpe proporcionó a los poderes conservadores que orquestaron la Transición. Pero la gran mayoría de españoles no pareció muy interesado en ello. El Jueves, en cambio, optó por una posición mucho menos crítica, más lúdica, ganando con ello peso entre los lectores españoles.

Sin duda, El Jueves tuvo el instinto o el olfato —acaso pura inconsciencia—, pero supo captar el pulso de la sociedad española, y moderando su agresividad, centrándose en un humor menos corrosivo, supo satisfacer lo que la gran mayoría de lectores buscaba. Quizás, digo yo, si la sociedad española hubiese mantenido despierto su sentido crítico, azuzado por la crítica punzante de publicaciones como El Papus, habríamos sido algo más exigentes con la clase política que nos ha dejado el país como lo tenemos. O no.

 

BIBLIOGRAFÍA

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PINILLA GARCÍA, Alfonso. “La memoria del 23F en la prensa. Creación y realidad”, Actas del IV Simposio de Historia Actual: Logroño, 17-19 de octubre de 2002, coord. por Carlos Navajas Zubeldia, Vol. 2, 2004, p. 862. Disponible en línea en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/1037172.pdf

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NOTAS

[1] Conversación con Lluís Recasens, l'Avi, efectuada en enero de 2021.

[2] Ibidem.

Creación de la ficha (2021): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
JAUME CAPDEVILA (2021): "¡Se rían, coño! El golpe del 23-F en las viñetas de la prensa y las revistas satíricas", en Tebeosfera, tercera época, 16 (22-II-2021). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 20/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/se_rian_cono_el_golpe_del_23-f_en_las_vinetas_de_la_prensa_y_las_revistas_satiricas.html