THE CROW-EL CUERVO. FORTUITOS ACTOS DE VIOLENCIA
ANTONIO SANTOS

THE CROW – EL CUERVO. Fortuitos actos de violencia.

Los bajos fondos de Detroit reciben una fuerte sacudida cuando algunas de sus ‘notorias figuras’ criminales son ejecutadas expeditivamente. Pasan de verdugos a víctimas de alguien que, un año atrás, padeció y murió a sus manos. Lo increíble es posible: ha vuelto de la tumba para vengarse.

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 El cuervo, antihéroe con pinta de rockero. 
EL HOMBRE QUE LLEGÓ DEL HUERCO.

El argumento de The Crow no es ni nuevo ni poco visto; emplaza al lector a un recurso narrativo clásico: la venganza. Hasta el giro que imprime a su relato el autor, JAMES O´BARR (del cual nunca más supimos, ¿no?), carece de originalidad: el resucitado justiciero. Entonces, ¿qué lo hace distinto? Pues su grado de poesía retorcida y macabra, la alocución desde las letras de canciones, esas greguerías semioníricas, el look a lo ROBERT SMITH del protagonista, un THE CURE definitivo para la delincuencia de su escenario, el Detroit que, futuramente, tendría a ROBOCOP (PAUL VERHOEVEN) como un émulo robótico del tebeo que nos ocupa, aunque las directrices del agente computarizado de la Ley no le permiten tantas pasadas como al difunto y aun extravagante ERIC, alias EL CUERVO.

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The Crow y Eisner. Abajo: el  martirio.

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Y también debemos apuntar que el masoquismo (incluimos las sobredosis en este apartado) es otro elemento que distingue de otras historias similares, o con un antecedente literario, a El Cuervo (el ave guía desde el Otro Mundo, arquetipo de deidad pero que la obra fagocitó de tal modo que lo ha transformado en el personaje y arma del relato). 

The Crow es una obra intensamente personal donde O´Barr vuelca raudales de sus filias y fobias, distribuyéndolas por un puñado de viñetas que discurren desde lo abigarrado y saturado (con un inevitable homenaje a WILL EISNER) a la nada del espacio en blanco como fondo, donde flota un vago diseño, apenas un garabato, casual pincelada, vacío que pretende significar la inabarcable soledad y desesperación que nuestro ‘héroe’ lleva junto a su esqueleto, un lastre y bastidor a la vez, con el que exterioriza las aristas de su sed de retribución.

Dentro del contexto de la obra, inquieta ver que El Cuervo (que no es ya el cándido e inofensivo Eric, amante incondicional de la ejemplar SHELLY) no encuentra alivio proporcionando tormento y aflicción a sus asesinos, quienes lo han mantenido impaciente con sus fechorías dentro de su tumba este largo año, anhelando saltar de ella para vengarse: él mismo se corta y apuñala; traza símbolos en su carne con navajas afiladas, dibuja en las paredes con su sangre y se flagela con cristales y mampostería, bullendo de ira por no poder canalizarla toda hacia los responsables de su estado. La primera lectura de la historia, vistos estos mimbres, causa cierta confusión; comparativamente, no imaginamos al lacónico y desalmado FRANK THE PUNISHER CASTLE dándose de cabezazos contra las paredes, o clavándose una bayoneta en el vientre, llevado por un enfermizo extremo de dolor pasional: él hace sufrir a otros la acidez que lo corroe. Repasos sucesivos a The Crow amargan el relato con tales demostraciones de malsana ansia de martirio. ¿Acaso El Cuervo aspiraba al Cielo a través del dolor? ¡Qué supremo católico! ¡Que lo nombre Papa pero YA!, pues conoce el camino que viene desde el Más Allá y las rugosidades de la senda de la resurrección. Él es la patente prueba de que la vía que lleva al Templo de la Virtud es en verdad tortuosa, y se aplica tormento a cada palmo que hace de su recorrido.

Y James O´Barr le brinda, una edición tras otra, nuevos elementos con los que herirse y flagelarse, cada vez más líricos y estilizados, cierto, pero no por eso menos desagradables.

TODO POR SHELLY

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Varias portadas de la colección española de The Crow. 
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Es tentador, al margen de reconocer la influencia gráfica de GRAHAM INGELS o BERNIE WRIGTHSON en esta historieta, ver el mito de ORFEO y EURÍDICE como un soporte que O´Barr cubre con las planchas de The Crow para expresarse. En la película, esto está claro y es manifiesto: Eric (Orfeo) asciende al Infierno de la Tierra (la cavernosa ciudad en llamas) tras seducir al CAN CERBERO (el cuervo) para que le permita ingresar en el Averno. Su venganza es el trámite que el protagonista negocia con HADES para que Eurídice (Shelly) se reúna con él.

El que Eric DRAVEN sea miembro de un grupo musical de siniestros (hoy día llamados “góticos”) es una pista valiosa que nos permite establecer esta teoría.

Aducimos que O´Barr se ajusta a esta leyenda pues su personaje se marca unos pasos de ballet y danza a través del caos que origina, siendo el baile remedo de la canción de Orfeo, y absorbe balas declamando su simbólica poesía, así como los comentarios y observaciones sin casta que regala junto con proyectiles Magnum. Hacemos reparar en su “máscara de combate” de sonriente mimo trágico; ésta nos induce también a reflexionar sobre el empleo de la antigua tragedia griega como influencia. (Por cierto, ¿la inspiraría V, el de V for Vendetta? Por aquellos años, ya se publicaba la serie de ALAN MOORE y DAVID LLOYD, ¿no?)

No creemos que haya nadie tan audaz de afirmar que el drama de Eric y Shelly es expósito del de LOS AMANTES DE TERUEL o ROMEO Y JULIETA, ¿verdad?, y más con los detalles que acabamos de dar.

También, el vibrante concepto del “amor inmortal” donde El Cuervo se ahoga (más que moverse), su glorioso éxtasis malogrado con estas trágicas consecuencias y padecimientos, es una añagaza más que emplea O´Barr para realzar, hasta lo inmarcesible, un relato esgrafiado con técnica casi amateur, conmover al lector y hacerle más digerible los puntos masoquistas del relato. Esto de la historia de amor funciona, además, muy bien en taquilla (TITANIC).

O´Barr destina tanto, o casi más, espacio al romance truncado y sus muestras de arrebatada pasión como a la violenta venganza de Eric, estableciendo un binomio no menos dramático, mitológico o histórico: el amor y la muerte como consecuencias o sucesos correlativos. Cuanto mayor la pasión (que no es igual al amor) más brutalmente se destruye (MAD MAX). En esto, O´Barr se eleva sobre la tragedia de The Punisher: el cómo Eric fue asesinado y Shelly recibe toda esa bestial vejación y luego su muerte estremece y emociona. Es algo intrínsecamente cercano y real, comidilla de los noticiarios. Esas páginas son un potente relato de la vileza humana inmanente a la especie (otra pasión en contrapunto al amor-sin-fin que se profesa la pareja) y que establecen otra parábola: la de que el Mal prevalece sobre todo. No tiene contrapartida. Los asesinos de Eric y Shelly, caníbales de la entropía, Jinetes Salvajes de la Segunda Ley de la Termodinámica, son heraldos de la fuerza definitiva que domina el Cosmos. Cuanto hace Eric fuera de su tumba no pretende equilibrar la balanza. Tampoco enmendará nada; no ofrece esperanza, salvación o redención. Va a lo suyo, como hicieron esos criminales aquél atardecer, y el mundo seguirá girando lleno de inmundicia y mezquindad después de él.

Símbolo de todo esto es el ambiente sórdido y deprimido por donde El Cuervo “planea”. Nos hace comparar esos escenarios con los que “frecuentan” el sonriente SPIDER-MAN o DAREDEVIL. Por norma, jamás descienden tanto al Huerco. Se quedan tonteando en su vestíbulo, conscientes sus guionistas de que el día que se topen con la banda de asesinos de singulares alias que matan a Eric y a Shelly, éstos les cortan los huevos y los profanan por todos los orificios del cuerpo, aun con los cañones de sus armas. Así que PAPAÍTO MARVEL los mantiene bien lejos no sea que se los desgracien.

 

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Michael Wincott, que interpretó a Top Dollar en el filme The Crow.

PRUEBA DE PANTALLA

    Sin ánimo de barrenar, nos referiremos a la adaptación al cine del “mito gráfico” de una editorial “de segunda” (lo cual, por tanto, le permitía al autor las pasadas que El Cuervo perpetra en sus páginas). Vamos a solicitar la complicidad del lector negándonos a admitir la existencia de “segundas partes”, tanto en el papel como en cine, porque, seamos honestos, vayamos al grano, reconozcámoslo, reiterar en la estructura de The Crow no sólo es desafortunado, sino que desvirtúa la idea. (Curiosamente, TOP DOLLAR –MICHAEL WINCOTT- profetiza sobre las secuelas –pues van a peor- en la reunión de los mafiosos.) The Crow es una única andanada, no una franquicia. Lo tenemos claro, ¿verdad?

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Cartel de V for Vendetta, película a la que se alude. Abajo: cartel de la película The Crow e imagen del malhadado Brandon Lee.

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ALEX PROYAS dio un bombazo con esta película y sacó al tebeo de la oscuridad de las obras de culto para sumergirlo en los escenarios, más sombríos y barrocos, de la cinta, dándole relieve, dimensión, procurando quitarle su apariencia de segunda fila. Porque, admitámoslo, dentro de la SERIE B del cómic, The Crow puede ser un titán, pero difícilmente competirá con WATCHMEN o V DE VENDETTA. (The Crow está peligrosamente cerca del fanzine, aunque, ojo, esto no es un demérito per se: hubo un tiempo en que tal formato tenía un considerable prestigio y en él se foguearon figuras actuales de la historieta.) Proyas encuadró esta tragedia semimitológica en un escenario tremebundo y claustrofóbico, tan sembrado de símbolos como los que O´Barr, con los años, ha ido añadiendo al “texto original” de su cómic, haciendo una película falsamente “inspirada” en el cine de Hong Kong de JOHN WOO, porque los tiroteos a mansalva ya venían en el tebeo (de 1989). Empieza a despegarse de él cuando Shelly adquiere un papel de mayor relevancia que el que tiene en la historieta, que provoca tanto su muerte como la de Eric; Top Dollar es un caudillo hampón contagiado de la teatralidad de El Cuervo (como si fuera su oscuro reflejo) aunque con estilo propio y ritual, y hace más por el “amor al arte” que por el dinero la NOCHE DEL DIABLO. Comanda una tropa de tarados perversos que compensan lo que les falta de moral con iniquidad, en grandes dosis además. Centran mucho más la trama de O´Barr resaltando a los secundarios (el policía encarnado por el EX CAZAFANTASMAS ERNIE HUDSON, por ejemplo, o la chica, SARAH) y evitan la dispersión que el autor ha ido dando a su obra con las “actualizaciones” sucesivas de páginas oníricas añadidas, y, finalmente, la racionalizan dándole causas y efectos comerciales. Pese a sus pretensiones, Top Dollar atiende a oscuros negocios inmobiliarios, siendo un caciquillo mafioso a la que una idealista enojosa importuna. Y la realidad siempre triunfa sobre el idealismo merced a la violencia y el ramplón sentido de la vida.

De un fortuito suceso de maldad casual (como O´Barr plasma en el tebeo), Proyas y guionistas otorgan una razón “creíble” a la historia (la especulación inmobiliaria) para adaptarla al paladar americano, que acaso sea incapaz de asociar que el Crimen suceda espontáneamente, sin estímulos ni provocaciones previas. Es un vago sesgo pueril que nos permite explicar algunas conductas norteamericanas… naturalmente, si las juzgamos por su propaganda gráfica o cinematográfica. Las noticias cuentan otra cosa.

Aliviaremos al lector de la tensión de recordarle la leyenda que aureola a The Crow, con la polémica muerte de BRANDON LEE (y de quién era hijo) y su novia, la sustitución informática de éste y la combinación de imagen generada por computadora y maquetas que enriquecen y luce la producción, cuya “precuela” pudiera ser EL JINETE PÁLIDO (CLINT EASTWOOD). Con esta cinta, The Crow es un hito de la cultura popular, otro en el panteón donde residen Mad Max, RAMBO, RoboCop o TERMINATOR y que, de algún modo, definen nuestro vocabulario actual.

RECAPITULANDO

    Quizás debiéramos hacer alguna referencia al malsano y constante aire de Eric crucificado que imprime James O´Barr en las viñetas, o sobre su llamativa heterocromía, a lo DAVID BOWIE, el hombre que cayó a tierra. Quizás deberíamos, sí, pero, en su lugar, hablaremos sobre la edición de GLÉNAT, la cual agradecemos, pues nos “trajo” al mito a nuestras estanterías, y, tal vez, que resalta el aire de fanzine de la obra, ya comentado antes.

    Hasta ahora, TEBEOSFERA ha mostrado el terror desde diversas facetas familiares y, en principio, The Crow no ‘cumple’ del todo con las condiciones para ser incluido en este exhaustivo catálogo de obras, autores, tiempos e influencias. Podríamos justificar esta reseña alegando que apela al ancestral tema del vengativo muerto resucitado (el terror al que regresa de lo ignoto, el miedo a descubrir que existe un Poder dueño del Más Allá), pero argumentaremos otra cosa.

    The Crow habla de un pavor potente y constante, habitual: el del crimen. El que cuatro tíos surgidos de un portal te jodan la vida definitivamente. Hasta ahora, nos hemos ocupado de los grandes fantasmones y figurones de la UNIVERSAL: el hombre lobo, el vampiro, la momia, el aparecido que da repelús… seres grotescos y fruto de la ignorancia y la superstición pero que, en realidad, ¿qué pánico pueden darnos? ¿Qué azar permite ser víctima de un licántropo en la Plaza de España? ¿Qué destino es el que consiente tales seres? Y, sin embargo, ahí están, originando ingresos e industria, induciendo escalofríos entre la multitud, aún hoy.

    ¿Quiere el lector saber qué da miedo DE VERDAD, hipoteca aparte? ¿Pavor? ¿Terror visceral? Lo que cuenta el telediario. Lo que O´Barr dibuja con el asesinato de Eric y Shelly, en el más feliz día de sus vidas, el implacable toque de lo sórdido y lo ramplón (los bajos instintos, la maldad intrínseca del Hombre) empujando cruelmente a la fosa, destruyendo vidas con cuchillos y pistolas, no con fauces y colmillos, garras de uñas sucias y astilladas.

    El crimen sí que da miedo
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www.tebeosfera.comFICHA TÉCNICA

TÍTULO: THE CROW
AUTOR: JAMES O´BARR
EDITA (EE.UU): KITCHEN SINK PRESS, 1981, 1989, 1992, 1994
EDITA (ESPAÑA): TEBEOS GLÉNAT, 1995
TRADUCE: RAMÓN DE ESPAÑA
ROTULACIÓN: FERNANDO FERNÁNDEZ
TEXTOS: JOHN BERGIN; JORDI SÁNCHEZ NAVARRO; ARTHUR RIMBAUD; JOY DIVISION; ROSE FYLEMAN; A.A. ATTANASIO
FORMATO: CUATRO TEBEOS GRAPADOS, B/N; DEL 1 AL 3: 68 PÁGINAS; Nº 4: 38 PÁGINAS
DEP. LEGAL: B-35444-95
P.V.P.: 1 AL 3: 395 PESETAS; Nº 4: 250 PESETAS
DEDICADO A LA MEMORIA DE BRANDON LEE
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El copyright de 1981 que aparece en los créditos del tebeo hace referencia al año en el que James O'Barr ha declarado que comenzó a trabajar en la concepción del personaje, y esa fecha exigió que apareciera en los créditos de su primera edición, en EEUU, por Caliber Press, en 1989. No conocemos una versión dibujada anterior del personaje al año 1989.

Creación de la ficha (2010): Antonio Santos. Con edición de Oscar De Majo
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ANTONIO SANTOS (2010): "The Crow-El Cuervo. Fortuitos actos de violencia", en Tebeosfera, segunda época , 5 (IV-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 12/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/the_crow-el_cuervo._fortuitos_actos_de_violencia_.html