TODO EMPEZÓ EN MOSCÚ. LA GUERRA FRÍA EN LAS AVENTURAS DE TINTÍN
ALEJANDRO MARTÍNEZ TURÉGANO

Title:
It all started in Moscow. The Cold War in the adventures of Tintin
Resumen / Abstract:
El desarrollo de las aventuras de Tintín es un recorrido por los grandes acontecimientos del SXX, entre los que se encuentra la Guerra Fría que enfrentó a dos bloques tras la II Guerra Mundial. Si bien hay un título que la aborda de forma clara, El asunto Tornasol, es interesante hacer un recorrido a lo largo de toda la obra, ya que esto nos da una visión global del conflicto y de su tratamiento por Hergé, en algunos casos de forma más o menos directa, en otras en un entretenido ejercicio de imaginación que me he permitido la libertad de realizar, respetando siempre los hechos históricos y los reflejados por el autor en su creación. / The development of the adventures of Tintin is a journey through the great events of the 20th century, among which is the Cold War, which put two blocks against each other after World War II. Although there is a title that clearly addresses it, The Calculus Affair, it is interesting to go through the entire work, since this gives us a global vision of the conflict and its treatment by Hergé, in some cases more or less directly, in others in an entertaining exercise of imagination that I have allowed myself the freedom to carry out, always respecting the historical facts and those reflected by the author in his creation.
Palabras clave / Keywords:
Tintin, Hergé, Guerra Fría, Comunismo, Capitalismo, Unión Soviética (URSS)/ Tintin, Hergé, Cold War, Comunism, Capitalism, URSS based comics

TODO EMPEZÓ EN MOSCÚ. LA GUERRA FRÍA EN LAS AVENTURAS DE TINTÍN

 

Tintín fue presentado desde sus inicios como reportero: en las primeras viñetas se le ve despidiéndose en una estación de Bruselas del editor del periódico para el que trabaja. Una vez en el tren sufre un atentado; su primera misión no va a ser fácil, ya que va camino de la Rusia soviética, y ya se sabe cómo se las gastan allí. Tintín en el país de los soviets (10 de enero de 1929 a 8 de mayo de 1930) no es sino una apología anticomunista como lo era el pensamiento conservador europeo del momento. La Revolución de Octubre (1917-1923), derrocamiento del régimen zarista imperial, había sacudido a las monarquías europeas al amenazar su estabilidad y dio lugar a un periodo de dictadura comunista que poco a poco extendió su influencia a los países del este de Europa tras la II Guerra Mundial. La Rusia que Hergé nos muestra es una caricatura, un muestrario de los temores del mundo occidental ante la reciente revolución, a la que no es ajeno Milú, el eterno compañero canino de Tintín: «He oído decir que hay muchas pulgas allá. Y me han dicho que hay ratas también. Brr…» (Fig. 1).

Fig. 01 Tintín y Milú inician su viaje hacia Moscú.

La imagen de una sociedad rusa atrasada y pobre perdura. El comunismo no ha logrado mejorar las condiciones de vida que se mostraban, por ejemplo, en la época zarista de El general Dourakine, obra moralizante destinada a la juventud que el dibujante belga tomó como inspiración para algunas escenas en la estepa rusa y el encuentro con un oso (aunque simplemente se cite a este animal como presente en los Urales). Escrita en 1863 por la condesa de Ségur, noble de origen ruso exiliada en París, nos describe las peripecias en su regreso a Rusia y posterior retorno a París del general Dourakine, un militar que representa a una aristocracia de la que depende una servidumbre en un régimen próximo al feudalismo, siempre con la amenaza del castigo físico si no cumplen lo que se les ordena. Abolida en 1861 por una reforma agraria del zar Alejandro II que daba mayor libertad a los trabajadores del campo, todavía había territorios donde la servidumbre estaba vigente cuando esta novela vio la luz. Posteriormente, el asesinato del zar por un grupo terrorista de extrema izquierda llevó a una época de represión con la creación de una policía política, la Okhrana. A esto se sumaron las reivindicaciones de la naciente clase obrera surgida durante la revolución industrial, y todo estalló en 1905 en el llamado Domingo Rojo, sangrienta respuesta de la Armada imperial zarista a una pacífica manifestación en San Petersburgo y que estuvo en el origen de los soviets, las asambleas obreras que dan título a la aventura de Tintín y que fueron determinantes en la Revolución de Octubre.

Fig. 02 Así es Moscú sirvió de inspiración a Hergé para el primer viaje de Tintín.

Para el periodo post-revolucionario reflejado en Tintín en el país de los soviets Hergé se sirvió del libro Así es Moscú, escrito en 1928 por Joseph Douillet, antiguo cónsul belga en la URSS (Fig. 2). Hambre, pobreza, elecciones amañadas, dirigentes corruptos… Todo lo que describe Douillet está en las páginas de esta primera aventura del reportero, al que vemos afirmar abatido: «De la ciudad tan maravillosa que era Moscú, mira lo que han hecho los soviets, ¡Un nido de porquería! Otra plaga de la Rusia actual, bandas de niños abandonados vagabundeando por las ciudades y los campos viviendo del robo y la mendicidad». Toda una realidad atroz descubierta por Tintín a pesar de los múltiples intentos por eliminarle de la GPU (policía política soviética, precursora del KGB). Mientras tanto, a los observadores comunistas extranjeros que visitaban el paraíso soviético se les muestra una falsa prosperidad, algo de lo que es testigo Tintín cuando descubre una fábrica simulada tras las falsas palabras de un bolchevique: «¡Y al contrario de las habladurías de los países burgueses, nuestras fábricas funcionan a todo vapor!». En definitiva, un país sumido en el caos donde se roba el cereal de los agricultores ricos, los kulaks, para servir a la propaganda, mientras se deja morir de hambre al pueblo. Y todo esto era necesario que se supiera para poder prevenir al resto de Europa de lo que le esperaba si caía rendida ante los cantos de sirena del comunismo y también para advertir sobre los peligros de este nuevo régimen: «¡Oh! Ese documento revela que el hombre es un bolchevique y que tenía la intención de hacer volar con dinamita todas las capitales de Europa». Hergé contaba apenas veintidós años cuando escribió y dibujó todo esto bajo la poderosa influencia del padre Norbert Wallez, el director del periódico donde el dibujante publicaba, Le Vingtième Siecle. La ideología de Wallez era fuertemente conservadora, próxima al fascismo, por ello debemos contextualizar esta primera aventura de Tintín como un ejercicio de propaganda anticomunista que se valía de los miedos de la sociedad del momento, un “pecado de juventud”, como lo definió Hergé. De hecho, el libro se rescató del olvido a finales de los años sesenta en una edición limitada a quinientos ejemplares y por petición de los aficionados, ya que desde 1930 no se había vuelto a publicar. Hay que recordar que el dibujante belga fue también un ferviente scout, un movimiento tradicionalmente anticomunista que fue prohibido en los países bajo la influencia de la URSS durante la Guerra Fría.

Por otra parte, los efectos de la Revolución de Octubre llegaron finalmente a otros países. Italia, Portugal, España, Alemania, Hungría o Grecia atravesaron breves periodos republicanos influenciados por el socialismo y el comunismo, para acabar la mayoría de ellas en dictaduras que se hacían eco de las corrientes nacionalistas próximas al fascismo y al nazismo, latentes también por distintas razones en Austria, Checoslovaquia (eslovacos), Yugoslavia (croatas), Rumanía, Hungría, Bulgaria o Suecia, y que confiaban en que el nacionalsocialismo les devolviera la prosperidad amenazada por esta etapa de inestabilidad política con la amenaza del comunismo y la pobreza generada tras la I Guerra Mundial y la crisis económica de 1929. Casi todos ellos abrazaron posteriormente la invasión nazi o le eran afines, algo que cambió radicalmente al acabar el conflicto, cuando tuvieron que decidir su futuro en un mundo bipolar, donde su situación geográfica fue determinante, ya que bajo la esfera comunista cayeron aquellos países liberados por el Ejército Rojo, al este de nuestro continente. Una situación que provocó una época apasionante por la lucha de poder, ya que la expansión del comunismo fue vista por EE UU como una amenaza para la estabilidad mundial.

Comenzaba la lucha ideológica de dos bloques, la llamada Guerra Fría. Por un lado, las naciones bajo la influencia soviética (Polonia, Rumanía, Hungría, Bulgaria, Checoslovaquia, Albania, RDA), y por otro lado, las afines a EE UU. Los efectos de esta guerra fría se extendieron por todo el globo, afectando a los gobiernos de países de Oriente Próximo y Medio, Sudamérica, África o el sudeste asiático desde 1947 hasta 1990, momento de la disolución de la URSS. Las tensiones llegaron a crear en 1961 el Movimiento de Países No Alineados, una agrupación en la que los integrantes se declaraban neutrales sin una vinculación con ninguno de los dos bloques. Más sutil fue la actividad del Congreso por la Libertad de la Cultura, fundado en 1950 con sede en París y comandado por Michael Josselson, un agente de la CIA, organismo que en realidad era el que llevaba el peso de las operaciones. Cuando esto se descubre en 1966 la institución se disuelve, pero durante su funcionamiento intentó influir en la corriente de pensamiento europeo inclinando la balanza hacia el anticomunismo en todas las esferas posibles de la cultura (Fig 3).

Fig. 03 Inauguración en 1950 del Congreso por la Libertad de la Cultura en Berlin.

Curiosamente, la crítica al capitalismo, asociado en la Guerra Fría a lo opuesto al comunismo, no estuvo exenta en las páginas de Tintín en América (3 de septiembre de 1931 a 20 de octubre de 1932) o La estrella misteriosa (20 de octubre de 1941 a 22 de mayo de 1942). En estas tempranas aventuras se nos muestra, en la primera de ellas, el implacable avance de la urbanización en las praderas de Norteamérica en detrimento de los pueblos indios, por el descubrimiento de pozos petrolíferos, y en la segunda, una expedición sin escrúpulos proveniente de EE UU, rival de aquella de la que es integrante Tintín, en su carrera por hacerse con un aerolito caído en el Ártico (Hergé, a partir del año 1954, cambió su origen para establecerla en el país imaginario latinoamericano de Sao Rico, que es la edición actual que todos conocemos). Esta voracidad capitalista se personaliza en los representantes de las compañías petrolíferas de Tintín en América y en Blumenstein, banquero que financia la expedición polar en La estrella misteriosa, dispuesto a todo para conseguir su objetivo. El porqué de esta postura de Hergé está en el ya comentado desencanto de la derecha europea hacia el capitalismo estadounidense, que había colapsado en la crisis económica de 1929, aunque el dibujante belga estuviera fascinado por sus ciudades de altos rascacielos, como se muestra en la aventura norteamericana (Fig. 4).

Fig. 04 Expedición rival sin escrúpulos con bandera de EE.UU en la La estrella misteriosa.

 

La Guerra Fría en Europa

Tintín vivió en nuestro continente las causas y los efectos más evidentes de la Guerra Fría. El cetro de Ottokar (4 de agosto de 1938 a 10 de agosto de 1939) acabó poco antes de la invasión de Polonia por el ejército nazi, que daría comienzo a la II Guerra Mundial. Hergé refleja en sus páginas la amenaza a una monarquía (la ficticia Syldavia) por parte de un vecino enemigo (la no menos imaginaria Borduria) a través de la nunca mostrada figura de Müsstler (contracción de Mussolini y Hitler), dirigente de un partido extremista syldavo, la Guardia de Acero (similar a la rumana Guardia de Hierro), y de su brazo armado, el ZZRK. El dibujante muestra sus miedos ante una posible anexión de Bélgica a la Alemania nazi, como ya había sucedido en Austria, y el consiguiente fin de la monarquía belga, así como al comienzo de un conflicto armado que no tardaría en llegar. Esto se pone de manifiesto al final de la aventura: «Como sabrá, Müsstler y todos sus cómplices han sido detenidos. […] cuya finalidad era derribar la monarquía y anexionar nuestro país al Estado bordurio…». Las élites europeas también comenzaban a verle las orejas al lobo, el Nuevo Orden, paradigma del nacionalsocialismo, que pretendía erigirse como la única alternativa posible al comunismo y a la crisis mundial generada en un país capitalista como EE UU, había degenerado en una postura extremista que amenazaba la paz de los países vecinos. La inclinación de Hergé hacia este ideario no era un hecho aislado, Bélgica era un país conservador donde ya existía desde 1935 un partido fascista llamado Rex (aunque sin gran apoyo), de los pocos en Europa que defendían la monarquía, ya que ésta gozaba entre los belgas de un gran apoyo popular, sustentado en las acciones de Alberto I y su esposa, Elizabeth, durante la I Guerra Mundial, donde sirvieron a su país en el mismo frente de batalla (Fig. 5).

Fig. 05 Al final de El cetro de Ottokar se desvela la identidad de los golpistas contra la monarquía.

Hergé también declaró ser un gran monárquico, por eso la algunas veces comentada afinidad por el nazismo o el fascismo no tiene gran recorrido. Digamos que sí estuvo cercano a la extrema derecha de Rex en un principio, confiando en las promesas del Nuevo Orden, pero que posteriormente se distanció viendo que los efectos de este movimiento eran cuestionables desde el punto de vista de los valores scouts, que compartía desde muy temprana edad. Resistente ante la deriva ideológica hacía el extremismo de sus amistades de juventud, intentó siempre permanecer fiel a las mismas, más tras asistir a la purga que se realizó tras el final de la guerra, con algunos de sus conocidos ejecutados. Todo este conflicto personal le supuso más de una crisis: a partir de entonces se preocupó más de su imagen pública, y la gran popularidad de Tintín a nivel mundial le llevó a modificar algunos álbumes con el fin de evitar malentendidos y clarificar su mensaje, en pro de la neutralidad y lo políticamente correcto. A pesar de ello, la Guerra Fría ha tenido influencia en la geopolítica mostrada en el conjunto de las aventuras, pero podríamos afirmar que se muestran unas realidades de las que Hergé no toma partido por ningún bando. Esto no fue así antes de la guerra, como hemos visto en El cetro de Ottokar o, por ejemplo, cuando las actividades de la Alemania nazi por desestabilizar en los años treinta a un país como el Reino Unido, el mayor imperio sobre el globo, aparecen en La Isla Negra (15 de abril de 1937 a 16 de junio de 1938), donde unos falsificadores de moneda pretender colapsar el mercado inundando de libras las islas Británicas. La nacionalidad del cerebro, el profesor Müller, parece inequívoca, aunque miembros de su banda son también Wronzoff o un chofer llamado Iván, que podrían proceder de Rusia, quizá un avance del pacto de no-agresión Ribbentrop-Mólotov de 23 de agosto de 1939, firmado entre la URSS y la Alemania nazi. Durante la guerra, Hergé opta por la evasión, aventura con mayúsculas que comienza en la Bruselas ocupada, aunque nunca se muestra al invasor por razones obvias, y que lleva a Tintín a Sudamérica, al mar del Caribe o al océano Ártico. Las 7 bolas de cristal (16 de diciembre de 1943 a 2 de septiembre de 1944), El secreto del Unicornio (11 de junio de 1942 a 14 de enero de 1943) y La estrella misteriosa nos muestran la capital belga amenazada, respectivamente, por la maldición que sufren los miembros de una expedición arqueológica, las delictivas actividades de unos hermanos anticuarios o el mismísimo fin del mundo, peligros ante los que el reportero debe afrontar el desafío de enfrentarse fuera de las fronteras de su país, una vía de escape a la opresiva situación bajo la ocupación que sufrían tanto el dibujante como sus lectores.

La Borduria y la Syldavia de El cetro de Ottokar serían posteriormente los dos claros exponentes de la Guerra Fría en Europa oriental. Hergé regresa a ellos durante la carrera espacial, que sería uno de los ejes de este conflicto, donde la URSS siempre fue por delante (primer satélite artificial, primer ser humano en el espacio, primer paseo espacial) hasta que en 1969 la bandera de EE UU ondeó en la Luna, tal y como había prometido Kennedy años antes. Numerosos científicos nazis fueron atraídos y “lavados” por el Gobierno estadounidense, como Wernher von Braun, responsable de los misiles V2 alemanes y posteriormente del programa Apolo. Claro está, todo esto sin olvidar que Tintín ya llegó a nuestro satélite en los años cincuenta en Aterrizaje en la Luna (29 de octubre de 1952 a 29 de diciembre de 1953). En la preparación para este viaje, descrito en Objetivo: La Luna (30 de marzo de 1950 a 22 de octubre de 1952), vemos cómo la expedición espacial se prepara desde Syldavia, concretamente en el Centro de Investigaciones Atómicas de Sbrodj, próximo a un gran yacimiento de uranio, cuyo parecido con las instalaciones de la central nuclear de Oak Ridge (Tennessee, EE UU) nos lleva a pensar que hay ingenieros estadounidenses involucrados en su fabricación y operación, aunque la situación de Syldavia parece más la de un país no alineado. El profesor Tornasol comanda un grupo internacional de científicos especializados en energía nuclear provenientes de todo el mundo, en un proyecto que estamos seguros ha atraído las miradas de ambos bloques, incluyendo a Borduria, entendemos que ya bajo influencia de la URSS. Tras un primer intento fallido de hacerse con un cohete experimental, el XFLR6, un país desconocido consigue infiltrar un espía en el cohete que les lleva a la Luna. Se trata de Jorgen, antiguo coronel Boris de la ZZRK, que es eliminado accidentalmente por su cómplice, el arrepentido profesor Frank Wolff. Antes ambos habían intentado regresar a la Tierra secuestrando el cohete y abandonando al reportero y sus compañeros en la desierta superficie lunar. ¿A quién sirve Jorgen? Estamos seguros de que sus conocimientos sobre la geopolítica de Syldavia y Borduria le han convertido en un elemento muy valioso, y bien podría tratarse de un agente ruso, cercano ya desde tiempos del ZZRK a los servicios secretos bordurios, ahora bajo control de la URSS, los mismos que chantajearon por sus deudas de juego a Wolff para el espionaje cuando este residía en EE UU y al que ahora han recurrido de nuevo, esta vez para hacerse con el cohete espacial (Fig. 6).

Fig. 06 Centro de Investigaciones Atómicas de Sbrodj y su homólogo de Oak Ridge en EEUU.

La siguiente aproximación de Hergé será igual de intensa. El misterio se introduce en El asunto Tornasol (22 de diciembre de 1954 a 22 de febrero de 1956) desde la segunda página: nuestros amigos corren bajo la tormenta para guarecerse en el castillo de Moulinsart mientras son observados por una figura misteriosa a la que sigue otra no menos inquietante, con gabardina azul y el cráneo rasurado, que también los vigila, utilizando una exclamación que se repetirá a lo largo de toda la historia: «¡Por los bigotes de Plekszy-Gladz!» (curiosamente traducido en esta primera viñeta por “barbas”, más acorde con nuestro idioma, pero desacertado para el efecto cómico de la expresión) (Fig. 7).

Fig. 07 Espías de dos países coinciden en Moulinsart en busca del secreto del profesor Tornasol.

Los acontecimientos se suceden sin pausa: misteriosas roturas de vidrios, la inesperada (y siempre inoportuna) visita del vendedor de seguros Serafín Latón y la llegada del profesor Tornasol. A este último le acompaña su habitual aire despistado. No se ha percibido, por su sordera, de que una bala ha atravesado su sombrero, como así constata Tintín cuando le recibe tras haber escuchado, él sí, unos disparos momentos antes. Inquieto, el reportero decide salir acompañado del capitán Haddock, para encontrar tras unos arbustos a alguien tumbado de quien solo vemos asomar sus piernas y que tras pedir con acento extranjero algo de beber desaparece sin dejar rastro. A la mañana siguiente se repiten las roturas de vidrios (espejo, vaso, botellas de leche), y el profesor anuncia inesperadamente que se marcha al congreso de física nuclear que se celebrará en Ginebra, Suiza. Sale camino de la estación de tren de Moulinsart y está a punto de ser secuestrado por los ocupantes de un vehículo que le espera al borde de la carretera. Afortunadamente, es salvado en el último momento por el carnicero Sanzot, que lo lleva en su furgoneta. Un día después los extraños acontecimientos han atraído a un gran grupo de curiosos y medios de comunicación que han acampado a las afueras del castillo. Mientras, Tintín decide investigar en el laboratorio del profesor, ya que parece que las roturas de vidrio ya no se producen, ahora que este se ha marchado. Una nueva sorpresa les espera: la segunda figura que vimos al principio está allí también y les sorprende, escapando a la carrera y dejando tras de sí una llave y un paquete de cigarrillos con la marca Macedonia escrita en caracteres cirílicos, donde está anotado el nombre del hotel en el que el profesor suele alojarse en Ginebra, el hotel Cornavin. Tintín, preocupado porque piensa que algo malo puede sucederle, decide ir a la ciudad suiza. Poco después toma un avión junto con el capitán y Milú, momento en el que otro personaje vestido con gabardina azul y con el cráneo rasurado avisa de su salida: «Cuidado. Haz pronto eso, sus amigos han tomado el avión para Ginebra» (Fig. 8).

Fig. 08 Los agentes bordurios no difieren mucho de sus compañeros del KGB.

Las primeras dieciséis páginas son trepidantes, sientan la base de lo que nos espera, una batalla de espías por un avance científico, y crean suficientes incógnitas para engancharnos: ¿Qué es exactamente lo que los espías quieren del profesor? ¿Está relacionado con las extrañas roturas de vidrios? ¿De qué país vienen esos espías? ¿Dónde está el primer hombre que desapareció en el exterior del castillo? ¿Quién demonios es Plekszy-Gladz? Nos encontramos, por tanto, ante un argumento clásico de la ficción sobre la Guerra Fría, aunque Hergé lo caricaturice desde un principio caracterizando a los espías de un bando con gabardina azul y cráneo rasurado, en beneficio de la legibilidad del relato (se entiende que se trata de agentes del bloque comunista). Suiza fue un país no alineado, de los pocos en Europa que escapaban a la influencia de los dos bloques, por eso se plantea como un escenario donde ambas potencias podían actuar con cierta libertad. El evento al que asiste el profesor bien pudiera haber estado organizado por el Congreso por la Libertad de la Cultura con el fin de atraer a científicos de todo el mundo para inclinarlos hacia el mundo occidental. Una vez allí, nuestros amigos son víctimas de varios atentados por los misteriosos agentes, pero también encuentran varias respuestas: Tornasol ha desarrollado un aparato de ultrasonidos que es el causante de la rotura de los vidrios y que es de lo que buscan apropiarse distintos agentes de la ya no tan neutral Syldavia (como aquel que desapareció en el castillo de Moulinsart) y de Borduria (estos últimos son los que llevan la gabardina azul). Ambos se enfrentan por el profesor en la Embajada de Borduria, y son los syldavos los que se lo llevan escapando en un avión: «¡Por San Vladimiro! ¡Allí están esos pesados…! ¡Corra, Stany, suban…! ¡Y tú…, Boldov, pon el motor en marcha…!» (San Vladimiro es el gran patrón de la nación syldava). Sin embargo, poco después sabemos que ese avión ha sido derribado por cazas bordurios, y el reportero y el capitán se dirigen hacia la capital del país, Szohod, donde son recibidos por un militar que utiliza la expresión “Amaïh” al final sus frases, a imitación del “Heil Hitler” nazi, y donde por fin conocemos la identidad de Plekszy-Gladz: se trata del mostachudo militar dictador de Borduria, de gran parecido con Stalin. En la ciudad todo lleva su bigote como emblema, incluida la bandera nacional; incluso el parachoques del coche oficial que los lleva al hotel tiene su forma (Fig. 9).

Fig. 09 En la capital de Borduria todo recuerda a su mostachudo líder Plekszy-Gladz.

Al final de la aventura asistimos a la liberación del profesor del castillo de Bakhine, donde está prisionero, mientras los bordurios intentan descubrir dónde tiene guardados los planos de su invención. Los planes del coronel bordurio Sponsz son claros y atienden a una maniobra común durante la Guerra Fría, la de ocultar ante la opinión pública las cuestionables estrategias de ambos bloques: «Soltaremos al sabio ante dos delegados de la Cruz Roja Internacional, y deberá decir que ha venido a Borduria voluntariamente a entregar sus planos». Los salvoconductos de estos delegados son aprovechados por Tintín y el capitán para liberar al profesor y huir con él primero en coche y después en carro blindado. La mala calidad del armamento soviético al servicio de los bordurios se pone de manifiesto: cañones que revientan y minas que no explotan permiten a nuestros amigos alcanzar la frontera de un país desconocido: «Debían ser gente que huía del régimen plekszy-gladziano. ¡Pobrecillos! ¡Cómo estarán!». Desde allí regresan a Suiza para acabar en el castillo de Moulinsart, donde el profesor encuentra los planos, que había olvidado en su mesilla de noche.

En definitiva, un magistral recorrido durante sesenta y dos páginas por una guerra fría donde Syldavia ha entrado plenamente como país interesado, suponemos bajo la influencia de EE UU, y donde Borduria es un satélite de la URSS. Este escenario da lugar a una historia de espionaje en la que el pobre Tornasol es víctima de la batalla de los dos bloques por hacerse con su avance científico con fines bélicos: «Pero en un futuro próximo podremos destrozar A DISTANCIA no solo cristal y porcelana, sino también ladrillos, cemento, acero. […] Cuando llegue la hora, los enemigos se horrorizarán ante nuestro gran poder destructor…». Menos mal que Tintín llega a tiempo para ahorrarnos este terrible destino (Fig. 10).

Fig. 10 Al final de El asunto Tornasol se muestran los malvados planes de Borduria para la invención del profesor.

Latinoamérica

Inicialmente, EE UU no consideró a Latinoamérica como una región a donde pudiera extenderse la amenaza comunista, ya que tenía una cierta influencia sobre la zona por su cercanía geográfica, sus intereses comerciales (canal de Panamá, explotación de recursos en Sudamérica) o su presencia colonial (Puerto Rico, Cuba). Sin embargo, las acciones en esta región del Congreso por la Libertad de la Cultura fueron incapaces de conseguir una postura uniforme contra el comunismo, ya que existía un generalizado sentimiento antiimperialista tras la presencia española y británica. La situación cambió radicalmente a partir de la revolución cubana de 1959, un acontecimiento que influyó en otros movimientos como los tupamaros en Uruguay o las FARC en Colombia. Para contrarrestar las actividades de la Casa de las Américas, organismo comunista creado en Cuba, se creó el Instituto Latinoamericano de Relaciones Internacionales, con sede en París (Fig. 11).

Fig. 11 Casa de las Américas, organismo comunista fundado en Cuba en 1960.

Una cierta corriente próxima al socialismo recorrió el continente hasta que a finales de los sesenta los intelectuales que se habían situado próximos a ella se encontraban desilusionados por la cruenta respuesta del Gobierno cubano frente a los disidentes. Igualmente, decepcionados quedaron los seguidores de las actividades del Congreso por la Libertad de la Cultura, cuya vinculación con la CIA se hizo pública en 1966. Posteriormente, la influencia de la URSS en Cuba parecía ser más amenazante de lo que al principio se pensaba, por lo que EE UU puso en marcha a mediados de los años setenta el Plan Cóndor, que incluía la represión política y el terrorismo para mantener o situar en el poder a dictadores contrarios al comunismo como, por ejemplo, Jorge Videla en Argentina (1976-1981) o Augusto Pinochet en Chile (1974-1990), donde el partido comunista ya había sido prohibido desde 1948 a través de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, más conocida como Ley Maldita. Estados Unidos apoyó el golpe de Estado en Brasil que llevó a la dictadura militar (1964-1985), los Gobiernos militares en Bolivia (1964-1982), la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-1989), la dictadura cívico-militar en Uruguay (1973-1985), el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada en Perú (1968-1980) y el golpe de Estado en Ecuador y el Gobierno posterior de la Junta Militar (1972-1979). Todo un despliegue que menoscabó los derechos humanos de todo un continente.

Además de esta presencia política, EE UU ya intentaba desde mucho antes imponerse comercialmente a través de las compañías explotadoras de recursos. La expresión “república bananera” nos llega de la influencia que la compañía estadounidense United Fruit Company tuvo en Latinoamérica desde finales del siglo XIX (masacre de las bananeras en Colombia en 1928, dictaduras en Guatemala y Honduras), siendo también un agente económico y comercial responsable de varios golpes de Estado, y se refiere, de forma genérica, a los países inestables gobernados por dictaduras manejadas por grandes potencias mundiales, que durante la Guerra Fría fueron EE UU y la URSS (Fig. 12).

Fig. 12 La United Fruit Company no solo exportaba frutas sino que servía como soporte a la colonización.

El teatro de operaciones de la Guerra Fría en Latinoamérica llegó a tener una importancia crucial en 1962, cuando el descubrimiento de que la URSS había instalado misiles nucleares de alcance medio en Cuba casi nos llevó a una tercera guerra mundial. Poco antes, Tintín había concluido su aventura de Las joyas de la Castafiore (4 de julio de 1961 a 4 de septiembre de 1962), por lo que esta podría haber representado el final de la saga, algo que muchos seguidores apoyarían, ya que encuentran prescindibles las obras posteriores.

Previamente a este periodo, Hergé había enviado a Tintín a Sudamérica en La oreja rota (5 de diciembre de 1935 a 25 de febrero de 1937), donde ya había tomado contacto con la tan característica situación cambiante en los Gobiernos de este continente, en este caso en el país ficticio de San Theodoros, donde las revoluciones se alternan hasta llevar a la presidencia al general Alcázar, que hace de Tintín su ayudante de campo. En esa posición será testigo de las maquinaciones de una empresa petrolífera para fomentar la guerra con un país vecino, Nuevo Rico, por la propiedad de un terreno fronterizo en el que podría haber pozos de petróleo, y también asiste a la consiguiente venta de armamento por Basil Bazaroff, un traficante de armas que realiza un negocio completo al proporcionar armamento a los dos bandos. Este conflicto fue en realidad la Guerra del Chaco, entre Bolivia y Paraguay (1932-1935), y el nombre real del comerciante de armas era Basil Zaharoff.

Poco después, Tintín también pasaría por el mar Caribe durante la II Guerra Mundial en El tesoro de Rackham el Rojo (19 de febrero a 23 de septiembre de 1943), sin ningún contacto con un país en concreto ni con las dictaduras anticomunistas de Honduras, República Dominicana o Guatemala, la socialista Costa Rica (país próximo a EE UU pero crítico con su apoyo a las dictaduras, donde nunca se prohibió el partido comunista), el Puerto Rico estadounidense o la Jamaica británica. Una vez acabada la guerra, en El Templo del Sol (26 de septiembre de 1946 a 22 de abril de 1948), Tintín llega al Perú gobernado por José Luis Pablo Bustamante y Rivero, un abogado y jurista que dio continuidad a la estabilidad política durante la II Guerra Mundial de un país próximo a los aliados, pero cuyo mandato fue interrumpido por una dictadura militar a finales de 1948, como ocurriría en casi toda Latinoamérica durante las décadas siguientes, no exenta de los conflictos de la Guerra Fría, sobre todo bajo el comentado Plan Cóndor, momento en el que el reportero vuelve a San Theodoros en Tintín y los Pícaros (16 de septiembre de 1975 a 13 de abril de 1976) con el fin de apoyar una revolución que devuelva al poder al general Alcázar tras el golpe militar del general Tapioca.

Si el reflejo de las continuas revoluciones ya pudo verse en La oreja rota, donde una de ellas evita el fusilamiento del reportero, en Tintín y los Pícaros conocemos cómo se organizan desde dentro. Los guerrilleros seguidores del derrocado Alcázar, por su indumentaria y su vida en la selva, recuerdan a los “barbudos” de la revolución cubana, incluso el primer nombre de Hergé para esta aventura fue el de Tintín y los bigotudos, una idea sobre la que empezó a trabajar desde mediados de los años sesenta. El dibujante belga afirmó estar influenciado para la concepción del argumento por la imagen de Ernesto “Che” Guevara y la figura del francés Régis Debray, que participó junto a él en su lucha revolucionaria al lado de los pueblos indígenas de Latinoamérica. Ambos fueron hechos prisioneros en Bolivia en 1967 por agentes de la CIA; el Che falleció, Debray fue igualmente torturado pero puesto en libertad, regresando a Francia poco después. En las páginas de esta aventura puede observarse esta defensa de las civilizaciones autóctonas: los arumbayas, tribu imaginaria que ya apareció en La oreja rota, se encuentran anulados por el consumo de bebidas alcohólicas suministradas por Tapioca, y serán ayudados por Alcázar y sus hombres en la defensa de su identidad.

A pesar de todo esto, no hay una clara vinculación de Hergé a favor o en contra de este movimiento que lleva a Alcázar de nuevo al poder, se trata más de una caricatura de una situación generalizada en el continente que de un relato implicado con una causa, como ya sucedió en El asunto Tornasol. El mayor ejemplo de ello es la viñeta que cierra la aventura y que muestra los suburbios de la capital de San Theodoros, cuya diferencia con la situación bajo Tapioca mostrada previamente es simplemente el cambio de nombre, de Tapiocápolis, a Alcazarópolis. Esta egocéntrica costumbre está tomada del dictador de la República Dominicana Rafael Trujillo, que renombró Santo Domingo como Ciudad Trujillo (Fig. 13).

Fig. 13 Una triste realidad, nada cambia en latinoamérica con un cambio de régimen.

En esta amalgama de fuentes de inspiración que tanto gustaba a Hergé lo que podemos saber de Tapioca, que podría ser la imagen del dictador de Paraguay Alfredo Stroessner, lo podemos extraer del apoyo que recibe del bordurio general Sponsz, por lo que se entiende que tiene el apoyo del bloque comunista. Tapiocápolis, con su imagen de ciudad moderna, nos recuerda a Brasilia, concebida de 1956 a 1960 para convertirse en la capital de Brasil gracias a los arquitectos Lucio Costa y Oscar Niemeyer. Sin embargo, en el extrarradio se apiñan las chabolas, la realidad oculta de un régimen que solo muestra a sus visitantes la modernidad y falsa prosperidad del país con una mirada sesgada, mientras realmente oprime a su pueblo. Nos podríamos encontrar, por lo tanto, asistiendo a una revolución militar de tintes socialistas contra una dictadura comunista, un “socialismo militar” como ya lo hubo en Bolivia en los años treinta tras la Guerra del Chaco, con un Gobierno sustentado por el ejército, los partidos de izquierda y el movimiento obrero. O quizá se trate de una escisión trotskista en lucha contra un régimen de estricta disciplina estalinista.

 

Oriente Próximo

Cuando Hergé comienza a publicar Tintín en el país del oro negro (28 de septiembre de 1939 a 9 de mayo de 1940), el reportero se acerca al conflicto palestino-israelí antes de la creación del Estado de Israel, llegando al puerto imaginario de Caïffa (en realidad Haifa), en Palestina, bajo mandato británico. Allí es detenido por tráfico de estupefacientes y liberado por el grupo terrorista Irgún, que lo confunde con uno de sus miembros llamado Goldstein. A continuación, es secuestrado por seguidores del sheik Bab El Ehr que lo llevan a su campamento en el país ficticio de Khemed, donde es conducido hacia las montañas cuando el campamento del sheik es descubierto por la aviación británica. En el camino es abandonado en mitad del desierto, donde finalmente consigue encontrar agua, y esa misma noche es testigo de un sabotaje a una conducción de petróleo en la que se ve involucrado un antiguo conocido, el profesor Müller. La historia se interrumpe en ese momento por el comienzo de la II Guerra Mundial, y no se continúa hasta pasado el conflicto, quizá porque el supuesto origen alemán de Müller en un papel de antagonista lo desaconsejaba bajo la ocupación nazi. No sabremos hasta finales de los cuarenta, cuando Hergé reanuda la publicación de la aventura (16 de septiembre de 1948 a 23 de febrero de 1950), que este personaje actúa bajo el seudónimo de profesor Smith, arqueólogo, cuando en realidad es representante de la compañía petrolífera Skoil, que apoya al sheik Bab El Ehr en sus aspiraciones por tomar el poder de Khemed, bajo gobierno del emir Ben Kalish Ezab, sustentado por una compañía petrolífera rival, la Arabex. Posteriormente Tintín libera al hijo secuestrado del emir, el insoportablemente travieso Abdallah, capturando también a Müller y descubriendo, camuflado en un bote de aspirinas, el compuesto N14, un producto que aumenta el poder explosivo de la gasolina y que Skoil pretendía utilizar para inutilizar las fuerzas enemigas del emir en caso de conflicto (Fig. 14).

Fig. 14 Tintín no es ajeno a la lucha por el petróleo en Oriente medio.

Una rivalidad que continúa en una aventura posterior, Stock de coque (31 de octubre de 1956 a 1 de enero de 1958), donde el sheik ha conseguido finalmente dar un golpe de Estado. En esta nueva incursión en Oriente Próximo Tintín y Haddock vuelan hacia Wadesdah, la capital de Khemed, donde encuentran a su amigo el comerciante portugués Oliveira da Figueira, que les explica que un desencuentro con la compañía aérea Arabair, propiedad del marqués de Gorgonzola —que no es otro que el magnate Rastapopoulos—, le ha llevado a este a financiar al sheik y facilitar su llegada al poder con el suministro de armas y aviones. Rastapopoulos también está envuelto en el tráfico de “coque” —árabes subsaharianos que son engañados en una supuesta peregrinación a La Meca para ser vendidos como esclavos—, algo que Tintín lleva a la opinión pública y que termina con la huida de Rastapopoulos y el fin del dinero para el sheik, lo que provoca el retorno del emir Ben Kalish Ezab al poder.

El descubrimiento de los pozos de petróleo a comienzos del siglo XX en Oriente Próximo fue un revulsivo para el comercio a nivel internacional, y estas aventuras de Tintín se hacen eco de los temores que ya preveían la lucha de las potencias mundiales por la explotación de los mismos y que influyeron en los Gobiernos de los países involucrados. Posteriormente, los efectos de esta explotación petrolífera tampoco fueron ajenos a la Guerra Fría tras la II Guerra Mundial, terminando en una crisis mundial en 1973 al negarse los países productores (con Arabia Saudí a la cabeza) a exportar petróleo a los que habían apoyado a Israel (aquellos bajo el paraguas de EE UU) en la guerra contra Egipto y Siria (tradicionalmente bajo influencia de la URSS, aunque Egipto se inclinó hacia EE UU con la llegada de Sadat en los años setenta). Esta crisis condujo a la toma de control de la exportación por parte de los países de origen y a una subida de los precios del petróleo en el bloque no comunista.

La inclinación de Israel hacia el bloque occidental fue decisiva en un principio, ya que la URSS tenía la esperanza de controlar al reciente Estado, al que había dado un apoyo decisivo para su creación, basándose en el posible origen del movimiento sionista en territorio soviético, así como su presencia en la Revolución de Octubre que derrocó al régimen zarista. La vinculación de EE UU e Israel ha sido clave en la evolución política de la región, aunque por ahora no ha sido una solución para el conflicto árabe-israelí, como tampoco lo han sido las intervenciones militares de EE UU en varios países de Oriente Próximo (Irak, Afganistán), que no han ayudado finalmente a garantizar su presencia o mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Acciones que en su origen perseguían proteger la producción de petróleo en la zona, expulsar a los soviéticos del mayor número posible de países y, últimamente, garantizar su seguridad nacional en la lucha contra grupos terroristas.

En oposición a EE UU, la postura de la URSS en Oriente Próximo ha sido la del suministro de armas a terceros países para evitar la expansión de la influencia de EE UU en la zona, muy cercana a sus fronteras, pero no la de ejercer una influencia directa sobre los Gobiernos para tenerlos bajo su control, como así fue en la Europa oriental. Actualmente, EE UU declara afinidad con países como Arabia Saudí, Qatar, Bahrein o Jordania. Otros cambiaron a lo largo del tiempo, como Irán, donde la CIA apoyó al sha Mohammad Reza Pahlaví en el golpe de Estado de 1953, pero que se volvió en su contra con la llegada del ayatolá Jomeini en 1979 y con el que ahora se mantiene una delicada relación.

En definitiva, un territorio sometido a numerosos cambios y de una compleja geopolítica cuya importante producción de petróleo es crucial para el devenir de la economía mundial. Toda esta coyuntura aparece tanto en Stock de coque como en Tintín en el país del oro negro, dos ejemplos más de cómo Hergé contextualizaba sus aventuras para niños con elementos contemporáneos que las hacen tan atractivas cuando se leen a una edad adulta. Significativo es el caso de Tintín en el país del oro negro, que Hergé volvió a modificar en 1971 antes de su publicación en Reino Unido y por petición de Methuen, el editor británico, retirando las referencias al conflicto árabe-israelí y la presencia de tropas británicas, sustituyéndolas por elementos de la lucha por el poder del emir y el sheik (Fig. 15).

Fig. 15 Tintín en el país del oro negro fue inicialmente un reflejo de la ocupación inglesa de Palestina.

Sudeste asiático

Tras la II Guerra Mundial y enmarcados en el movimiento de descolonización, a lo largo del sudeste asiático se sucedieron numerosas acciones nacionalistas apoyadas por el comunismo. Su mayor exponente estaba en China, que tomó el control, por ejemplo, de la Concesión Internacional de Shanghái, fundada en 1863 siendo territorio de EE UU y el Reino Unido y que había sido visitada por Tintín en El Loto Azul (9 de agosto de 1934 a 17 de octubre de 1935), y que también ocupó el Tíbet en 1951, al que el reportero llegaría mientras se producía un fallido levantamiento tibetano en Tintín en el Tíbet (17 de septiembre de 1958 a 25 de noviembre de 1959), del que no hay representación en el libro. Esta rápida expansión y las victorias del comunismo en Indochina o Corea, esta última apoyada sin éxito por fuerzas de EE UU, elevaron la preocupación de los países occidentales, que constituyeron la Organización del Tratado del Sudeste Asiático con la firma del Pacto de Manila en 1954, un acuerdo de defensa en el que estaban Pakistán, Filipinas y Tailandia junto a EE UU o Reino Unido, entre otros, y que estuvo vigente hasta 1977, disuelto tras su fracaso al no poder evitar el aumento de la presencia comunista tras la independencia de Bangladesh de Pakistán, el golpe de Estado fallido en Camboya o la derrota en la guerra de Vietnam frente a un ejército apoyado por la URSS y China. Sí que tuvo influencia, por ejemplo, en el caso de Indonesia, cuando el régimen comunista fue derrocado tras un golpe de Estado y sucedió una sangrienta purga en los años 1965-66, acciones impulsadas por la CIA. Tintín llega a Yakarta poco después de esos trágicos acontecimientos en su aventura Vuelo 714 para Sidney (27 de septiembre de 1966 a 28 de noviembre de 1967). Aunque no hay vinculación directa con la situación política, es cierto que el nuevo régimen dictatorial atrajo la inversión extranjera al desnacionalizar servicios. ¿Sería este el motivo por el que el millonario Laszlo Carreidas se encontraba ya en Yakarta? ¿Habría participado en el apoyo financiero para el cambio? (Fig. 16).

Fig. 16 El multimillonario Carreidas podría haber apoyado el golpe de estado en Indonesia.

Por otra parte, durante el comienzo de la Guerra Fría, la India, un país que Tintín conocía bien tras su paso en Los cigarros del faraón (8 de diciembre de 1932 a 8 de febrero de 1934), logró su independencia del Reino Unido en 1950, y se declaró como país no alineado, defensor de la paz y contrario a las armas nucleares. Esta postura influyó en la corriente hippie de finales de los sesenta, el movimiento “peace and love” de rechazo a la guerra del Vietnam, del que Tintín hace gala con su símbolo presente en el casco que lleva cuando regresa en moto al castillo de Moulinsart al comienzo de Tintín y los Pícaros. Un ideal bajo el que Hergé se identificaba plenamente: es conocida su cercanía a las religiones y filosofías orientales desde los años sesenta, incluso en esa misma aventura podemos ver al reportero practicando yoga, una disciplina ligada al hinduismo y al budismo que fomenta la meditación.

 

África

También el continente africano se vio envuelto en la lucha de poder durante la Guerra Fría. El proceso de descolonización puso de relieve las diferencias que existían en muchos países entre tribus rivales, lo que llevó a largos periodos de inestabilidad y cruentas guerras civiles, conflictos recrudecidos por el apoyo de los dos bloques. Por ejemplo, en 1969 un golpe de Estado llevó a Siad Barre a presidente de Somalia, con el apoyo de la URSS, aunque su conflicto de 1980 con Etiopía, también prosoviética, tras una larga época de no alineación bajo el emperador Haile Selassie (1930-1974), le hizo perder ese soporte y ser ayudado a partir de entonces por EE UU hasta el final de su dictadura en 1991. Por el contrario, el apoyo de la URSS llevó a la presidencia a Yaafar al-Numeiry en Sudán en 1969 (aunque al final de su régimen en los años ochenta se abriera a recibir dinero de EE UU), provocó la independencia de Angola en 1974 y la de Mozambique en 1975, y también influyó en otros países como Mali, Túnez o Argelia. El largo gobierno en Libia de Muamar el Gadafi (1969-2011) también recibió el apoyo de la URSS, pero el dirigente nunca se vinculó al comunismo, ya que no lo sentía cercano a sus ideas religiosas. Sin embargo, EE UU intentó derrocarlo al final de su mandato al no estar bajo su influencia.

La CIA también actuó en la zona, por ejemplo, al apoyar en Ruanda a Juvénal Habyarimana, miembro de la tribu hutu, en continuo conflicto con los tutsis, que gobernaban en Burundi. Cuando Habyarimana se ve atraído por los franceses y en Burundi gana las elecciones Cyprien Ntaryamira, otro hutu, la CIA comienza a apoyar al grupo revolucionario tutsi Frente Patriótico Ruandés. Ambos presidentes murieron en un atentado en 1994 tras el que se produjo el llamado Genocidio de Ruanda, con la mayoría de muertos del lado tutsi, que sin embargo finalmente se alzaron con el gobierno en el país con la ayuda de EE UU, mientras que en Burundi continuaron las tensiones en una guerra civil que se alargó hasta 2005.

Por otra parte, la CIA intentó acabar con la dictadura de Idi Amin en Uganda (1971-1979), primero próximo a Occidente, luego a Libia y a la URSS y que fue finalmente depuesto tras la guerra con Tanzania. Ambos países defendieron inicialmente una postura de no alineación, pero con la llegada del dictador se vieron envueltos en un conflicto más bajo la influencia de la Guerra Fría. Estados Unidos ha tenido, además, influencia en otros países como Sudán, Liberia o Sierra Leona.

En Tintín en el Congo (5 de junio de 1930 a 11 de junio de 1931) presenciamos la visión paternalista europea de las colonias previa a los movimientos nacionalistas, una visión ampliamente extendida en la época que actualmente nos puede resultar ofensiva, pero que es preciso contextualizar para entenderla como un reflejo de la situación del momento. El llamado Congo Belga logró su independencia en 1960, pero esto no llevó la estabilidad al país, que atravesó un periodo convulso de cinco años a pesar de haber celebrado elecciones, escenario de la lucha de influencia entre la URSS y EE UU, que apoyaban a facciones opuestas, y en el que fallecieron el primer ministro Patrice Lumumba, asesinado en 1961, y el secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld, muerto en un accidente aéreo cuando se dirigía a mediar en el conflicto.  Todo ello acabó con la llegada al poder de Mobutu, un dictador apoyado por la CIA cuyo régimen se extendió durante toda la segunda mitad del siglo XX (1965-1997) y que cambió el nombre del país de República Democrática del Congo a Zaire. Cuando finalmente fue derrocado se produjeron dos sangrientas guerras, tras las cuales el actual Gobierno democrático no ha conseguido llevar la paz definitiva, con fuerzas paramilitares tutsi al este del país, apoyadas por Ruanda, que aspiran a gobernar el país. El Congo de Tintín continúa sufriendo, desgraciadamente, como gran parte de África (Fig. 17).

Fig. 17 Patrice Lulumba fue clave para la indepencia del Congo pero murió en un accidente de avión en plena guerra fría.

Otra colonia visitada por Tintín es Marruecos, en El cangrejo de las pinzas de oro (17 de octubre de 1940 a 18 de octubre de 1941), que lograría su independencia de Francia y España en 1956, y que poco después de la llegada del reportero sería de gran importancia para el desembarco de las tropas de EE UU en el continente africano durante la II Guerra Mundial. En plena Guerra Fría formaría parte del grupo de países no alineados bajo una monarquía constitucional que se mantiene actualmente, en la que no existen los partidos políticos.

 

Conclusión

A lo largo de este artículo he intentado hacer un recorrido de cómo la Guerra Fría se ha reflejado en las aventuras de Tintín, que he abarcado en su totalidad por entender la obra como una unidad indivisible, ya que las desventuras del reportero tienen lugar a través de todo el siglo XX, siendo testigo gracias a Hergé de los cambios que se iban produciendo en la sociedad y de distintos momentos que han sido relevantes para la historia de numerosos países. Ya sea de forma directa o a través de lugares inventados, hay que destacar el realismo con el que el dibujante belga nos muestra el mundo en continuo movimiento, mérito que hay que atribuir a su pasión por la documentación para el desarrollo de los argumentos. Con ello consigue ofrecer un producto entretenido para el público infantil pero que también permite una lectura de mayor profundidad para los adultos, como he querido mostrar aquí.

Solo nos quedaría finalizar hablando de Tintín y el Arte-Alfa, obra inacabada en 1983 por el fallecimiento de Hergé y que trata de la falsificación de obras de arte. Parece ser que el gurú Endaddine Akass ha participado en la muerte de dos expertos de arte que podrían haber desenmascarado la red de falsificaciones que gestiona a través de su secta, y que cuenta con la ayuda del artista Ramó Nash. A su residencia de Ischia llega Tintín investigando todo ello, y allí es descubierto por Endaddine, que a punta de pistola lo conduce a ser convertido en una obra de arte, con la intención de cubrirlo de poliester líquido. Con esa última viñeta, el reportero se despide de todos nosotros. ¿Su relación con la Guerra Fría? Hace unos años se descubrió que un cuadro de la colección Peggy Guggenheim del artista francés Fernand Leger no era original: resulta que las pruebas realizadas por científicos en el lienzo daban un resultado de carbono radiactivo que solo podría estar presente en el momento de las pruebas nucleares realizadas por los dos bloques en los años cincuenta y sesenta, muy posterior a la fecha pretendida de autoría del cuadro. Este podría ser el método que podríamos emplear para descubrir que las obras puestas en el mercado por Endaddine en su juventud (estamos seguros de que las hubo) no eran verdaderas y así probar que Tintín estaba, una vez más, tras la pista correcta.

Y así, desde Moscú hasta Ischia, pasando por Syldavia, Borduria o San Theodoros, la Guerra Fría ha tenido su presencia en las páginas de las aventuras de Tintín (de forma directa o indirecta) dejándonos momentos inolvidables de suspense, aventura y emoción que muestran la influencia de este conflicto que tanta importancia ha tenido para el desarrollo de nuestra sociedad actual.

Creación de la ficha (2022): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ALEJANDRO MARTÍNEZ TURÉGANO (2022): "Todo empezó en Moscú. La Guerra Fría en las aventuras de Tintín", en Tebeosfera, tercera época, 21 (14-XI-2022). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 29/III/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/todo_empezo_en_moscu._la_guerra_fria_en_las_aventuras_de_tintin.html