UN HITO PARA LA NORMALIZACIÓN DE LA HISTORIETA EN EL ÁMBITO ACADÉMICO
La utilización del lenguaje del cómic en la práctica educativa comienza a ser una realidad cada vez más extendida, cosa que ha contagiado también a la investigación académica. Más allá de una excepción anecdótica, la utilización de la historieta como herramienta comunicativa científica comienza a romper una de las fronteras más férreas y herméticas ante las que el cómic podía plantarse: el mundo académico. Las rigurosas normas de la redacción académica y científica parecían un filtro insuperable para la viñeta, pero la potencia del cómic como mecanismo de comunicación ha ido horadando poco a poco ese muro inmenso para encontrar sus vías de aplicación efectiva. Así, el cómic aporta formas y recursos que integran muchas de las estrategias comunicativas científicas, profundizando y siendo útil por encima de la típica consideración didáctica de la historieta, como un auténtico beneficio frente a la fuerza de la palabra.
Ámbitos tan distantes como la investigación arqueológica o la medicina han abierto ya sus puertas a la posibilidad de presentar trabajos de valía científica, bajo revisión por pares, realizados íntegramente con el lenguaje del cómic. Sin embargo, quedaba un bastión inexpugnable, una irreductible aldea gala de la puridad académica que, incluso para el que esto escribe, defensor a ultranza de las bondades del cómic, parecía imposible de conquistar: la tesis doctoral. El mecanismo para optar al más alto grado de la formación académica, la tesis y disertación doctoral, forma parte la tradición universitaria como un rito de paso casi inmune a los cambios. Cierto es que ha habido a lo largo de los años pequeñísimas variaciones (tesis por artículos, etc.), pero los protocolos son invariables: la exigencia de rigurosidad y metodología es tan arcaica como, quizás, anquilosada en sus formas, pero sin duda su efectividad ha sido respaldada por generaciones de doctores. La utilización del lenguaje del cómic en este paso final de la formación académica debería ser idéntica en posibilidades a las que se han dado en las publicaciones científicas, por lo que, a priori, no debería suponer ningún problema. Pero lo era: alguien debía dar el paso de enfrentarse a un tribunal rompiendo los moldes y formas centenarios de la estructura de la tesis, y ese ha sido Nick Sousanis.
Unflattening es, posiblemente, el paso más importante que ha dado jamás el cómic en el ámbito académico: más allá de las virtudes de su contenido, que las tiene, es la certificación de las realidades de un lenguaje que puede abordar cualquier temática por compleja que sea, desde una rigurosidad exquisita y con la posibilidad de desarrollar un discurso que incluso puede ser más rico en interpretación y potencialidad comunicativa que la redacción tradicional. Sousanis, en un ejercicio metalingüístico perfecto, propone en su tesis las razones que definen y justifican las posibilidades del lenguaje del cómic en su uso académico, una hipótesis de trabajo que es desarrollado metodológicamente con la propia obra, que se convierte en sí misma en hipótesis y demostración de la misma. Sus planteamientos parten del análisis de las posibilidades de la imagen desde una aproximación neurocientífica, que pronto se diversifica para abordar otros caminos y disciplinas que van de la neurolingüística a la semiótica, pasando por la percepción visual y la fisiología, para demostrar que esos conceptos pueden ser explicados con el lenguaje del cómic aprovechando al máximo las posibilidades simbólicas de la narración gráfica secuencial. No solo eso, sino también integrando de forma natural otras opciones tradicionales de la redacción científica, desde las gráficas a la diagramática o esquemática, componiendo una estructura general mucho más ambiciosa que la tradicional de la redacción científica: las figuras no son un añadido de la exposición, son parte constitutiva de la misma, que prácticamente se autoexplican dentro de la secuencialidad. En este sentido, Sousanis exprime los recursos narrativos tradicionales para poder trasladar al cómic la necesaria rigurosidad de la disertación científica, pero sin renunciar a un planteamiento que ancla también raíces en la ficción para acompañar su camino reflexivo por las posibilidades de la imagen. Partiendo de la parábola de Edwin Abbott, Planilandia, Sousanis establece no pocas referencias a la capacidad imaginativa del ser humano como base absoluta no solo de la creación artística, sino de la reflexión filosófica y la creación científica. Las referencias a Lewis Carroll son obvias y necesarias, como parte de los engranajes mentales que relacionan la imagen con una interpretación simbólica que va más allá de la literalidad de la representación gráfica, fundamental para las tesis que defiende Sousanis de la capacidad de expansión del cómic, al igual que la reivindicación de Kubrick y los momentos finales de su odisea espacial como un renovado despertar a la potencia de una narración gráfica que forma parte del ser humano desde su propia consciencia como tal.
Unflattening , publicada por la prestigiosa Harvard University Press, es, en definitiva, uno de los pasos más importantes que ha dado el cómic para su normalización en el ámbito académico, pero también la demostración palpable y argumentada de sus posibilidades en la comunicación científica, que desbordan el uso esporádico o puramente didáctico para ser en sí mismas herramientas de reflexión y debate.
