UN JOVEN EMPRENDEDOR EN LA CORTE DEL REY DEL PORNO. ENTREVISTA A SERGI CÁMARA
MANUEL BARRERO, SERGI

Resumen / Abstract:
Notas: Entrevista realizada para complementar los contenidos del número 9 de TEBEOSFERA, especial sobre la representación de la mujer en el cómic erótico y pornográfico. A la derecha, viñeta de Sergi, representativa del humorista acechado por sus habituales demonios.
UN JOVEN EMPRENDEDOR EN LA CORTE DEL REY DEL PORNO
ENTREVISTA A SERGI CÁMARA

Sergi fue otro de los autores que produjeron cómics humorísticos de carácter erótico para los sellos Amaika e Iru. En nuestro interés por conocer cómo evolucionó el tratamiento de la imagen de la mujer y de su sexualidad en el cómic español de los años setenta y ochenta hemos creído interesante entrevistarle, por ser un autor que se incorporó a aquel mercado muy joven y que ha sido muy emprendedor. He aquí el resultado:

TEBEOSFERA: Nos gustaría que nos hablaras de tus comienzos en el mundo del cómic, porque hasta los primeros ochenta no conocemos nada tuyo

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Los comienzos del autor: páginas de la revista del sello Iru Hara Kiri números 45 (arriba) y 70. 
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SERGI: A la mayoría de personas que se desenvuelven en un trabajo que requiere de cierto temperamento “artístico”, cuando se les pregunta por qué hacen lo que hacen o se dedican a lo que se dedican, acostumbran a argumentar que todo viene motivado por “una necesidad”, y en mi caso... creo que así fue, sólo que “la necesidad” no fue mía; en realidad fue una necesidad de causa mayor y de bienestar para todo el vecindario del Poble Sec de Barcelona. Nací en la madrugada de un 7 de agosto, y pasé los tres primeros años de mi vida sin pegar ojo durante el día y berreando a todo pulmón por las noches. El día era más llevadero, pero las noches, en cambio, eran largas y aburridas. Pretendían dejarme solo y a oscuras en mi cuna, largarse a dormir y no volver a dirigirse a mí hasta el día siguiente; algo... que yo no estaba dispuesto a consentir.

Como dato, puedo decir que por aquellos tiempos (más o menos igual que ahora), cuando una mujer daba a luz a su cachorro humano, acostumbraba a pasar unos cuatro días en la clínica hasta que le daban el alta. En el caso de mi madre, el alta se la dieron a los dos días, ya que una monja muy enfadada le hizo saber a mamá que desde que había nacido yo... no había quien pegase ojo en el hospital. El caso es que mi padre, una noche de esas en la que las ojeras le llegaban a los pies, y harto ya de que no dejase dormir a nadie, dejó caer sobre la manta con dibujitos de Bambi que había en mi cama un maravilloso bloc de dibujo y una caja de colores, y para bien o para mal... allí empezó todo. Esa noche no lloré, esa noche mis padres, mi abuela y los vecinos durmieron tranquilos. Yo empecé a dibujar, y a día de hoy... aún no he sabido parar. Lamento si decepciono a alguien con estas declaraciones tan poco sentidas y profundas sobre los orígenes de mi vocación, pero para qué nos vamos a engañar si todo fue una cuestión de puro sentido práctico.

Con trece años y con una carpeta llena de chistes y de ilustraciones ya me creía el rey del mundo, el mejor, y con la capacidad suficiente como para aprovechar el tirón que el humor gráfico tuvo durante la época de transición política tras la muerte del “caudillísimo”. Me empecé a plantear la posibilidad de abandonar mis estudios, recorrer las diferentes editoriales y ganarme la vida con algo a lo que mi padre no le veía futuro alguno. A lo largo de un breve periplo varios editores rechazaron mi trabajo. Me libré por los pelos de sufrir en primera persona la terrible explosión de la bomba de El Papus, ya que ese día y a esa hora yo tenía cita para mostrar mis trabajos; la fortuna quiso que la secretaria me llamase uno o dos días antes para anular la entrevista debido a que había consejo de redacción y el editor no podría atenderme. El mismo consejo de redacción que salvó la vida de redactores y dibujantes que tres años más tarde serían mis colegas. Afortunadamente para ellos, la bomba hizo explosión en la entrada de la redacción, lugar en el que se hubiesen hallado todos sus componentes de no estar reunidos en una sala en la otra punta del edificio. Aun así, el conserje se convirtió en la víctima mortal de aquel atentado, y la secretaria que me atendió por teléfono fue una de las personas heridas.

Eso sucedía a finales de los años setenta, época en la que mandaba textos y dibujos a la redacción de la restablecida revista El Papus, y aunque creo que alguno de mis textos llegó a ser publicado, no tengo una constancia de ello, pero yo ya me sentía colaborador por el hecho de mandar mis gags por correo a la redacción de una revista. Poco tiempo después empecé a relacionarme con algunos de los dibujantes de Amaika, y a principios de los ochenta, alentado por alguno de esos fenómenos del humor gráfico, me reuní con Carlos Navarro, que acogió mis dibujos, y se inició así mi colaboración.

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Típica portada de una de las revistas que surgieron tras la consolidación de la democracia en España, que exhibieron un modelo de mujer deseada, con sus atributos erógenos sobredimensionados. En este número de Hara Kiri con portada de Pirrón participó Sergi.

T: ¿Cómo viviste tú la lenta eclosión del erotismo en España en los años setenta?

S: Si he de ser sincero, y al respecto de esa lenta eclosión del erotismo en España, para mí significó bien poco y, a decir verdad... no me enteré de casi nada.
Quizá porque hubo una característica que me hizo ser distinto al resto de colegas dibujantes de aquellos tiempos y con quienes tuve el honor de compartir páginas en los semanarios de la época, y esa característica no fue otra que la edad. La mayoría de ellos rondaban los treinta y tantos (pocos eran más jóvenes, y alguno de ellos tenía incluso más), mientras que yo empecé a asomar mis tímidas y sonrosadas mejillas por la redacción de El Papus con la tierna edad de trece años. Cerca de las que serían mis primeras experiencias sexuales a base de mucho “amor propio”, pero lejos aún de poder tratar el tema con la perspectiva o experiencia que pudiese aportarles mordacidad, sentido crítico o humor a mis dibujos y guiones.

Mis preocupaciones de entonces estaban más centradas en mis aventuras con mis Madelman en Marte, en el Aconcagua y en el fondo del océano, o en las figuritas monocromáticas que regalaban con los chicles Dunkin que en historias a cualquier otro nivel. Eso sí, tenía muy claro que quería ser dibujante, y de ahí mis intentos constantes de que el señor Carlos Navarro tuviese a bien publicar mis dibujos en alguna de sus revistas y la consiguiente frustración que yo sentía cuando él me decía: “Muy bien, hijo. Tienes futuro como dibujante, pero quiero que me traigas tetas y culos”.

Yo estaba acostumbrado a los tebeos de Bruguera y a los cómics de superhéroes que empezaban a hacer su aparición en los quioscos a través de Ediciones Vértice. Mis ídolos por aquellos tiempos eran: Vázquez, Raf, Ibáñez y demás monstruos que fueron los pilares de nuestra afición por la lectura de historietas, e incluso, en algunos casos, a desear dedicarnos a hacerlas. De modo que no entendí muy bien por qué el señor Navarro, un tipo aparentemente serio, con aspecto de padre de familia y que físicamente me recordaba a mi profesor de lengua de séptimo de EGB, me pedía “tetas y culos”. ¡Jamás mi profesor de lengua me hubiese pedido eso; es más, en aquella época no te encontrabas con ningún señor con aspecto de padre de familia que le pidiese tetas y culos a un chaval de trece años! Estaba claro que el señor Navarro, o era un pervertido, o se trataba de alguien que realmente estaba dándome una oportunidad.

Paralelamente, pude captar de soslayo alguna que otra conversación que mi padre, un padre de familia (concretamente de la mía), mantenía conjuntamente con mi madre y otros matrimonios amigos, en la que juntos acordaban realizar una excursión a Perpiñán para ver “películas”. Lo cierto era que tampoco entendí eso. Sin ir más lejos, a escasos metros de mi casa, en el barrio del Poble Sec de Barcelona, se extendía la animada avenida del Paralelo, en la que aún había un montón de cines. ¿Qué necesidad tenían aquellos matrimonios, padres y madres de familia, de irse a Francia para ver películas?
El caso es que hablando con amigos y compañeros de clase me enteré del contenido de las citadas “películas”. Caí en la cuenta de que todos los padres y madres de mis compañeros realizaban el mismo tipo de excursiones y con el mismo fin, y quizá por eso, entre otras cosas, el señor Navarro dejó de parecerme un pervertido y tomé la decisión de empezar a dibujar montones de tetas y de culos.

T: ¿El cómic erótico que se hacía por entonces contribuyó a la madurez del medio o sólo a satisfacer la lujuria masculina?

S: Creo que ni a una cosa ni a la otra. En realidad se trataba más bien de satisfacer un deseo de liberación de algo que les había estado prohibido a los españoles durante cuarenta largos años. Cierto es que el contenido erótico otorgaba ciertas satisfacciones a la vista de los machos ibéricos y que contemplar turgentes cuerpos femeninos, aunque fuesen dibujados, podía despertar algunos instintos. Pero creo que satisfacía más a la necesidad de un plantar cara, de un cambio de actitud por cuanto tenían de provocación “al sistema” aquellos cuerpos desnudos a porrillo que, con grandes dosis de chabacanería y atrevimiento, se hallaban en los quioscos haciéndoles la competencia a revistas como Lib, Playboy, Interviú, etcétera, en las que el erotismo estaba protagonizado por mujeres reales que satisfacían mejor la lujuria masculina, pero que, por otra parte, jamás se hubiesen atrevido a protagonizar las historias a las que se prestaban aquellas tetudas dibujadas a tinta y con aquellas tramas que planeaban para ellas los autores de historietas eróticas.

T
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Las revistas con modelos ligeras de ropa o desnudas por completo fueron la tónica de la prensa liberada de la transición. Portada de Lib nº 30, de 1977, en la que se avisaba del sorteo de un dibujo del ilustrador y humorista Aslan.  
: Esas mujeres de papel, entonces, contribuyeron  a elevar la presencia de lo femenino en la cotidianidad, su poder en la nueva sociedad española y en la cultura en general… ¿o no?
 

S: En los contextos en los que se utilizaba la figura femenina, así como en los contenidos de los que siempre era la protagonista –y con cuanta menos ropa, mejor– dudo mucho que se contribuyese a elevar la importancia de la mujer en la cultura y su participación en la sociedad. Cierto es que en aquellas tramas esperpénticas se la alejaba diametralmente de la imagen impuesta de la mujer “tipo”, envuelta en sus tareas cotidianas que la limitaban a ser ama de casa, esposa y madre. Pero las historias en las que se les convertía en protagonistas nunca trataban de sus capacidades intelectuales o de otros valores que no fuesen en el plano único y estricto de lo erótico y pornográfico.

La mujer que por aquella época destacaba en lo social o en lo cultural lo hacía por ella misma, gracias a su lucha personal y por su propia valía. Poco o nada contribuimos nosotros a ello, aunque, a decir verdad, tampoco nos lo tuvieron demasiado en cuenta. Creo que ellas, así como una gran mayoría de la sociedad, entendían perfectamente que aquella eclosión que se produjo con aquel tipo de historias se trataba de poco más que de una moda periodística, y que su función, en realidad, no era otra que la de causarles serias preocupaciones a los funcionarios del Ministerio de Información y Turismo, a los que se les abrían múltiples frentes no dejándoles dar abasto en su lucha de velar por la moral del país y en mantener inmaculada la imagen que aquella España pudiese dar más allá de sus fronteras. En realidad no se trató más que de un escapismo desesperado que en su momento reventó como una olla a presión por el hecho de haberse significado como uno de los emblemas de lo prohibido durante tantas décadas de dictadura.

T: ¿De qué cánones de representación de belleza femenina partiste tú?

S: No lo tengo muy claro. Es posible que ni me lo plantease en su momento, pero imagino que lo que más hice fue copiar los tipos de belleza femenina con los que mis colegas llenaban sus páginas, y también recuerdo haber tomado algunos apuntes de las modelos desnudas que aparecían en esos ejemplares de Interviú y Playboy que se hallaban celosamente ocultos bajo mi cama o sobre el armario de mi habitación.
 
T: Se suele idealizar la figura de una mujer cuando se traza su caricatura. Pero, al mismo tiempo, se sexualiza. ¿Esto implica una cosificación? 

S: Evidentemente, implicaba su idealización, por un lado. Eran tiempos en los que resultaba imposible encontrar por la calle algunos de los tipos de mujer que dibujábamos en aquellas historietas, y eso en unos tiempos en los que la silicona o las operaciones de estética no estaban, ni mucho menos, a la orden del día. Sí debo decir, no obstante, que fuimos visionarios en ese sentido, ya que a día de hoy ese tipo de mujeres recauchutadas de inmensas tetas y culos de infarto que aparecían en aquellas desaparecidas historietas, son las que podemos encontrar en la actualidad llevando a sus hijos a la escuela, paseándose por los platós de las televisiones, e incluso, en algunos casos, ¡son nuestras vecinas!

También implicaba su cosificación porque las virtudes como ser humano que tiene cualquier mujer se limitaban a su aspecto físico, ignorando lo demás. Pero cabe destacar que el papel que jugaba el hombre tampoco le otorgaba ninguna ventaja en aquellas historietas, y en la mayoría de los casos se le caricaturizaba como a un individuo acomplejado y reprimido, como al marido cornudo que tenía a un pivón como esposa, como el típico baboso salido, el irreverente pervertido, etc., etc. Me refiero a que tampoco existía un rol del hombre en el cómic erótico que contribuyese a elevar su importancia en el terreno cultural o social, no era nuestra intención; al contrario, pienso que, en el fondo, se trataba de reírnos bastante de nosotros mismos.

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Viñeta sicalíptica del autor.

T: Sicalíptico, erótico, pornográfico. ¿En qué estriba la diferencia?

S: Fundamentalmente, la diferencia entre esos conceptos estriba en la mente del espectador. Por supuesto que había, y hay hoy en día, contenidos más implícitos o explícitos que muestran claramente la diferencia entre lo erótico y lo pornográfico, respectivamente. Claro que hubo (en aquella época, hoy y siempre) contenidos realizados con una clara intención de transgredir, de provocar y con expreso deseo de atravesar las fronteras de “lo establecido”, pero, en cualquier caso, que un dibujo simplemente “picante” pudiese llegar a ser visto como algo que atentase contra la moral social era algo que sólo estaba en la mente de quien lo censuraba. Mente, que, por otra parte, demostraba estar verdaderamente enferma, no así la del autor, aunque también podía estarlo... claro. Cómo no iba a estarlo, en parte, después de tanta represión?

T: Centrándonos en tu participación concreta en el mercado de lo erótico: ¿llegaste a conocer el cierre de Amaika y la fundación de Iru? 

S: Llegué a conocer ambas cosas. Yo estaba publicando en la revista Hara Kiri cuando ésta era propiedad de Ediciones Amaika, pero el cierre de la editorial se produjo en el año 1984, justo en el momento en el que yo me encontraba realizando el servicio militar en Madrid, y aunque no recuerdo haber faltado ni un solo mes a mi cita con la revista, incluso bajo las condiciones que le impone a uno la vida militar, no tengo un recuerdo muy claro del momento en el que se produjo el cierre. En cuanto regresé a Barcelona con el servicio militar cumplido, estábamos ya en el año 1985, seguí publicando en la misma revista, pero por aquel entonces ya formaba parte de Ediciones Iru, y mi editor seguía siendo Carlos Navarro, como lo fue también en la desaparecida Amaika.

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Viñeta para Hara Kiri nº 71.

También recuerdo que Navarro me ofreció la posibilidad de publicar en la revista El Puro, en la recién estrenada La Judía Verde, así como la posibilidad de realizar portadas para todas esas revistas y de mandarle artículos, relatos o textos de diversos contenidos. Acepté algunas de sus ofertas y, por ejemplo, publiqué algunas cosas en la revista La Judía Verde, pero no sé si fue por el efecto de las bombas de napalm, y otros desastres que padecí durante mi estancia en... “la guerra”, que a mi regreso empecé a plantearme otras metas en mi futuro como profesional del mundo del dibujo. La publicidad, por ejemplo, gozaba de un buen momento y ofrecía buenas expectativas a nivel profesional. Me gustaban los dibujos animados, quería meterme en ese mundo, y consideré una buena oportunidad la de aprender trabajando en algún estudio de animación que realizase anuncios publicitarios para la tele, y así lo hice. En cierto modo, también es cierto que el cómic erótico estaba perdiendo empuje. No obstante, seguí colaborando con Ediciones Iru hasta 1988, año en el que no sólo había pasado ya por diversos estudios de animación, sino que, además, me había enfrascado en la no fácil tarea de montar mi propia productora, hecho que ya no me dejó tiempo como para seguir dedicándome a la historieta.

T: Hara Kiri fue una revista de humor grueso. ¿Dónde buscabais inspiración para vuestras historietas guarras?

S: Reconozco que para mí era especialmente difícil encontrar la inspiración para realizar historietas, tal y como dices: guarras. Siempre he achacado esa dificultad a la edad que yo tenía por entonces; concretamente, empecé publicando con catorce o quince años, con la poca experiencia en el terreno sexual propia de esa edad y con menos perspectiva aún como para desarrollar contenidos mordaces, corrosivos o transgresores de un mundo al que deseaba acercarme a toda velocidad, como todo adolescente, pero en el que aún no había ido más allá de donde me llevaban mis fantasías. De modo que, en la medida de lo posible, trataba de escaquearme de narrar historias guarras, y curiosamente Carlos Navarro me lo permitía en la mayoría de las ocasiones. Tampoco se trataba de un tema que me gustase especialmente. Siempre he dicho que el cómic erótico que se realizó durante la transición obedeció más a una reacción propia de la represión de los cuarenta años de dictadura (represión que no padecí) que a una vocación de sus autores por realizar ese tipo de historietas. Imagino que si nos hubiesen dado a escoger, la gran mayoría nos hubiésemos decantado por otros estilos, temas o géneros, pero para bien o para mal ésa fue la época que nos tocó, y personalmente, a pesar de que me empeñé en ello a regañadientes, me siento muy orgulloso de esa etapa y de todo cuanto compartí, como adolescente, con profesionales de la talla de aquellos con quienes tuve el gran gusto de participar de todo aquello. 

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Viñeta humorística para Hara Kiri nº 73. 
T: Siendo tan joven, te impondrían / impondrías límites en la representación de ciertas prácticas…

S: ¡Muchos! Sin duda motivados por mi corta edad y por la falta de experiencia en el oficio y en todo lo demás, pero especialmente porque a mí, dibujar cómics eróticos no era lo que más me satisfacía en realidad. Hubiese preferido, quizá, dibujar historietas para Bruguera del estilo de las aventuras de Sir Tim O’Theo como las que hacía Raf, pero me encontraba publicando en Ediciones Iru, no me quedaba tiempo para preparar material para otras editoriales ya que, por imposición paterna, debía combinar mi trabajo como humorista gráfico con mis estudios, así que me conformé con lo que tenía en ese momento, pero limitándome mucho en los contenidos. Creo que, en realidad, todos éramos conscientes de que aquello se trataba de una moda, de una especie de fiebre pasajera que duraría más o menos tiempo, pero que si no moríamos de ella, tarde o temprano pasaría. No creo que hubiese muchos dibujantes en ese momento para los que aquellas historietas eróticas que hacíamos fuesen algo, por llamarlo de alguna manera, vocacional.

T: ¿Qué problemas tuviste con la censura, si los hubo alguna vez?

S: Tuve concretamente dos:

El primero fue con mi librero del barrio. Por aquellos tiempos, los originales de nuestras historietas, una vez entregados, permanecían en poder de las editoriales por el resto de los tiempos. De modo que las únicas formas de conservar una muestra de nuestro trabajo era, o guardando un ejemplar de la revista en la que era publicado, o haciendo fotocopias de las páginas originales antes de la entrega.

Recuerdo que cuando fui a la papelería y librería del barrio –la librería de toda la vida– para hacer fotocopias de mis primeras historietas, aquel hombre, al que yo tenía por un tipo simpático y que de más crío me obsequiaba con alguna que otra chuche de vez en cuando, reaccionó como un energúmeno y montó en cólera ante la visión de lo que él calificó como: “Horribles dibujos del demonio”. Vale... yo no dibujaba muy bien entonces, pero tampoco se trataba de tirar por los suelos la autoestima de un pobre chaval que estaba tratando de encontrar un hueco en el que lograr publicar sus trabajos. Al instante, y tras llamarme “pervertido crío”, entendí que no se refería a que mis dibujos fuesen horribles (que lo eran, para qué nos vamos a engañar), sino a que en ellos aparecían tías en pelotas.

Seguí durante un tiempo acudiendo a esa librería de toda la vida para comprar algo de material, no así para hacer fotocopias, claro está. Pero en vista de su distante actitud conmigo, así como a los comentarios despectivos que me lanzaba delante de otros vecinos del barrio, finalmente dejé de ir.

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Detalle de la viñeta censurada de El dibujo humorístico.
El segundo problema con la censura lo tuve en el año 2009 (ahí es nada!). Escribí un libro de doscientas páginas para Parramón Ediciones titulado El dibujo humorístico, en el que hablaba de las diferentes técnicas para la realización del humor gráfico, así como de los diversos estilos, etc. Lo ilustré con material mío procedente de mis primeros gags hasta mis últimos dibujos realizados hasta la fecha. Pues bien... en el proceso de revisión de galeradas y de maquetación, un comercial de la editorial advirtió que en uno de mis dibujos se veía el pecho desnudo de una mujer tumbada en una cama. Por lo visto, el comercial tenía ya un preacuerdo con un editor norteamericano que había visto gran parte de la maqueta y se había mostrado interesado en adquirir los derechos de traducción de mi libro al inglés y de su publicación y comercialización por los Estados Unidos, de modo que el comercial decidió, unilateralmente, que el editor norteamericano no podía ver ese dibujo y que por culpa de semejante despropósito terminase echándose atrás en la negociación. Mi editor me llamó para pedirme permiso y, de algún modo, disimular aquel pecho femenino o bien sustituir todo el dibujo por otro gag. Ambos pasamos un buen rato riéndonos a expensas del comercial y llegando al acuerdo de tapar el pecho, pero teniendo la certeza absoluta de que el editor yanqui no hubiese puesto ningún impedimento ante aquella pobre teta que asomaba tímidamente por ahí...
 
T: Hablemos de La Judía Verde. ¿Su filosofía editorial difería del resto de revistas de Iru?

S: La revista la dirigía también Carlos Navarro, cuanto menos, a él era a quien yo entregaba mis páginas originales y era él quien me extendía los cheques. Su temática y filosofía editorial variaba poco (o nada) de una revista como el Hara Kiri. El Puro era distinta, ya que trataba de recordar ligeramente a El Papus y su contenido era quizá más político, pero La Judia Verde y el Hara Kiri eran más y más de lo mismo: porno duro, la mayoría de las veces, y transgresión a lo bruto sobre cualquier cosa que supusiese un tabú de carácter sexual.

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Historieta de Sergi para La Judía Verde. 

 
T: ¿Aquel editor pedía algo concreto a sus autores?

S: Como ya he comentado, me pedía “tetas y culos”. Nunca interfirió en los guiones de mis historietas, que, por causas de mi edad y en comparación con las de mis colegas, eran muy light, pero sí, ciertamente me pedía que, sin salirme de mis tramas si ése era mi deseo, le dibujase más tetas y más culos.
Señalaba alguna viñeta de mi historieta y me decía: “¿Lo ves? Aquí has dibujado a esta tía que, aunque no interviene en la historia y no es más que una espectadora de la acción, está ahí, en la viñeta. Y, ¡coño!, me has dibujado a una señora que parece que va a hacer la compra! ¿No me podrías haber dibujado a una tía buena?”.

Una cosa que me encantaba era que aunque mi editor se parecía físicamente a mi profe de lengua, al contrario que él, nunca “censuró” mis faltas de ortografía. Recuerdo entregarle mis páginas y revisarlas juntos, y en ocasiones yo reparaba en alguna falta garrafal y le decía: “Huy, señor Navarro... ahí he puesto ‘estaba’ con v”, a lo que él respondía: “Da igual”.

T: Dibujabais mucha teta y mucho culo, pero pocos penes.

S: Eso es algo que prevalece aún en nuestros días y en pleno siglo XXI. No han cambiado tanto las cosas en este aspecto, y creo que de eso no es algo de lo que alguien en concreto sea el culpable (en caso de que se trate de buscar culpables, cosa que no creo), pero que a la vez, lo somos todos un poco. Pienso que es un fenómeno que va de la mano con nuestra cultura y modo de ver la vida en Occidente; no hay más que ver la cantidad de mujeres que se pasean por los platós de cualquier televisión publicitando a los cuatro vientos su última operación de aumento de pecho, su última liposucción o su último lifting facial; como contrapartida, en cambio, no hay un solo hombre que conceda una entrevista para hablar acerca de su tratamiento para aumentar la longitud de su pene.
Hay veces en las que pienso que este fenómeno, “tetas/culos versus pene”, se trata de algo ancestral, y creo que sus raíces deberían buscarse en lo más profundo de la antropología; aunque los mismos antropólogos tampoco se ponen muy de acuerdo en ese aspecto.
Otras veces opino que se trata de una revolución provocada por la propia mujer y como reacción a la constante imagen que se quiere proyectar de ella a través de movimientos tan mediáticos como la moda: cuerpos anoréxicos, andróginos, sin formas, carentes de la más mínima voluptuosidad y que desfilan insolentes por las pasarelas luciendo tallas imposibles. Para colmo de males, dicha imagen viene impuesta, en la gran mayoría de casos, por hombres, modistas presuntos expertos en moda, que no sólo no gustan de mujeres, sino que incluso parece que las odian tratando de ningunear su sexualidad. Cabe ahí una lógica reacción por parte de la mujer, aunque sea de modo inconsciente, y en clara reivindicación de sus curvas y de la necesidad vital de no ser esclavas de tormentosas dietas.
También pienso, en ocasiones, que cuando se destapó “la caja de los truenos” y el destape irrumpió en nuestras vidas, la mujer dejó, casi de inmediato, de tener problemas con su sexualidad; no obstante, nosotros, a pesar de que fuimos los narradores gráficos de aquellas historias de absoluta liberación... aún seguimos dándole vueltas al tema.
 

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Otra historieta de Sergi para La Judía Verde.

T: El uso que se hace hoy del cuerpo de la mujer (y de su sexualidad) en los medios de comunicación no difiere mucho del que se hacía entonces. ¿No?

Ya he dicho anteriormente que a veces parece que hayan cambiado poco las cosas y que posiblemente se trate por algunos de los motivos previamente citados... o por otros.
Justifico plenamente que en la década de los setenta se produjese esa invasión masiva de material con contenido erótico y sexual, ya que la represión sobre ese tema fue la causante de semejante reacción. En la actualidad, esos contenidos siguen teniendo un protagonismo constante, pero reconozco que su presencia en todo tipo de medios se escapa un poco a mi entendimiento, y da la sensación de que seguimos viendo como exclusivo algo que es natural.
Ciertamente, el uso que se hace actualmente del cuerpo femenino difiere en algunos aspectos del uso que se le daba en aquellos años de aperturismo. Antes se trataba de una forma transgresora de protestar contra un tema tabú como lo era el de la sexualidad y dejando a un lado el otro tema tabú, que era la política y que resultaba mucho más delicado. Hoy en día, al cuerpo femenino se le da un sentido más comercial y se utiliza para tratar de vendernos absolutamente de todo. No voy a entrar en si me parece bien, mal, mejor o peor, personalmente no me molesta y tan sólo creo que es distinto, pero a pesar de eso sigo quedándome perplejo ante algunos medios de comunicación pertenecientes a la prensa escrita, que protestan enérgicamente en contra de la prostitución y de la explotación de la mujer, pero que continúan publicitando anuncios de contactos en sus páginas. Creo que lo que antes tuvimos de ingenuos ahora lo tenemos de hipócritas, y que en este sentido (desgraciadamente no en otros) sí que nos hemos vuelto muy europeos.
Lo que resulta evidente, y no hay que dejar de tener en cuenta, es que existe un amplísimo público para todo lo que signifique contenido sexual, de manera que eso quizá justifique la oferta, así que, en el fondo, vivir en una sociedad que no ponga demasiadas limitaciones en esos aspectos, así como en muchos otros, creo que es vivir en una sociedad mejor; a pesar de todos los males y de las evidentes limitaciones que nos pone en aspectos más vitales, pero que sin duda... poco a poco iremos cambiando.

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Viñetas humorísticas de Sergi.

T: Antes de abandonar esta etapa de tu carrera dinos, si te atreves, qué tal te pagaba Navarro.

S: Tanto en Amaika como en Iru creo que yo era el que menos cobraba, por aquello de que apenas tenía quince años, demasiadas ganas de publicar y poco apego al dinero... cosas de críos ;-)
Recuerdo que me pagaban una cantidad ligeramente superior a las 4.000 pesetas por página, esto vendrían a ser unos 26 o 30 euros de hoy en día, ya que no recuerdo si la cantidad exacta eran 4.300 pesetas o 4.500. Hace ya mucho tiempo de eso y tampoco sé qué cobraban los demás. Jamás lo pregunté.

T: Dejaste el porno para hacer materiales didácticos infantiles, como libros para Parramón. ¿Te divertías igual que haciendo sexo?

Visto así se podría considerar que soy un hombre de extremos, pasando del porno a los contenidos infantiles.

:-)

Y bien es cierto que fue así en cierto modo. Aunque, a decir verdad, los materiales didácticos y las publicaciones con contenidos infantiles llegaron algo más tarde. En realidad dejé el porno para dedicarme a la animación. Já (Jordi Amorós) había montado un estudio de dibujos animados (llamado Equip), y allí empecé como asistente en la realización de un largometraje titulado Despertaferro y colaborando en anuncios de publicidad. Curiosamente, coincidimos allí varios de los historietistas que habíamos formado parte de Amaika y ediciones Iru (como ya he comentado, no creo que nuestra singladura por el cómic erótico fuese vocacional, y de ahí nuestra búsqueda por otros territorios). Aquélla fue también una buena época, en la que aprendí muchísimo y en la que no faltó el cachondeo extremo entre todos los que formábamos parte de aquello y estábamos un poco “pirados” (cosa que ya nos venía de lejos).
Posteriormente pasé por otros estudios de publicidad y de animación. Llegué a aprender bastante bien el oficio, monté mi propia productora, y entonces sí, fue el momento de combinar mi trabajo como productor, guionista y director, con la publicación esporádica de ilustraciones en libros de texto, cuentos infantiles y diverso material editorial.
Al principio del año 2000 aproveché para cambiar a la vez que el nuevo siglo y mi dedicación en el mundo editorial empezó a ser cada vez mayor.

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Tira de Sergi sobre su serie de animación Slurps. Puede ver un video de la misma pulsando aquí.

T: Eres toda una eminencia en divulgación del cómic para los infantes. Háblanos de tus libros sobre el particular. 

S: Esta parte de mi vida profesional comenzó aproximadamente en el año 2003. Llevaba ya un par de años colaborando regularmente con Parramón Ediciones y realizando las ilustraciones de bastantes de sus libros. Escribí para ellos también una colección de cuentos que fue ilustrada por diversos autores. Se trataba de una colección que tuvo bastante éxito, gozó de muy buena acogida por padres, educadores y críos en general, así como a nivel internacional, ya que los cuentos fueron traducidos a varios idiomas y se comercializaron muy bien. Paralelamente, el mercado de los dibujos animados demandaba, cada vez más, producciones realizadas en 3D. Mi productora estaba especializada en animación tradicional y personalmente no me apetecía en absoluto meterme a producir a otro nivel. El 3D me gusta como espectador, pero no para dedicarme profesionalmente a ello, de modo que era un buen momento para dejar reposar un poco la actividad de mi productora en espera de ver cómo se sucedían las cosas en el futuro. Pensé, no obstante, que no estaría mal escribir un libro sobre los dibujos animados y contar en él los principios básicos de la animación tradicional, ya que en el fondo son los mismos principios sobre los que se rige la animación realizada con ordenador, así que un libro de esas características podía servir para los nostálgicos de la animación clásica, para los animadores que deseasen lanzarse al 3D y también para todos aquellos que aspirasen a realizar pequeñas producciones de manera autónoma e independiente a través de programas de un uso relativamente fácil como el Flash, el Toon Boom, etc.

Por otra parte, Parramón ha sido siempre una editorial especializada en libros de instrucción artística y de alguna forma mi proyecto encajaba en su línea. Les presenté una premaqueta y les gustó, así que para el año 2004 vio la luz el libro El dibujo animado. El libro llegó a traducirse a seis o siete idiomas, entre ellos el inglés a través de Barron’s Publishers para Estados Unidos, país en el que se está comercializando con mucho éxito, llegando a ser recomendado por la propia Disney como herramienta de formación para nuevos animadores. E incluso ha sido catalogado y añadido a la Library of Congress de los Estados Unidos como libro de interés para la cultura, el conocimiento y la creatividad en beneficio del pueblo norteamericano.

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Dos libros de instrucción artística coordinados por el autor: El dibujo animado (dibujado al completo por Sergi) y El dibujo manga (con dibujos de Vanessa Durán).

Hasta entonces Parramón estaba muy acostumbrada a libros de instrucción artística en el terreno estrictamente clásico. Sus libros trataban técnicas como el óleo, pasteles y sanguinas, acuarelas, acrílicos, etc., pero El dibujo animado les sorprendió gratamente y de inmediato me realizaron un encargo. Me propusieron escribir un libro de idénticas características de edición que el anterior, pero esta vez sobre el dibujo de manga. A decir verdad, se trataba de un tipo de cómic que nunca había llamado mi atención y del que era un desconocedor absoluto. No obstante, les propuse escribirlo si, a cambio, me dejaban escribir dos más referentes a otros aspectos artísticos en los que me había desarrollado profesionalmente: la publicidad y el humor gráfico. Aceptaron, de manera que me tomé muy en serio lo de realizar un buen trabajo con el libro de El dibujo manga, que para el año 2006 estuvo terminado. Me lo planteé como un trabajo periodístico, me documenté profusamente, leí todo el manga de actualidad que pude y aquellas colecciones consideradas clásicas. Encontré de todo y me adentré en una modalidad del cómic que empezó a sorprenderme en muchos aspectos y que llegó a gustarme, aunque no me considero fan. Obviamente, con el material reunido y con la estructura que me había preparado ya estaba en condiciones para empezar a escribir, pero faltaba algo muy importante: la parte gráfica. Dividí el material gráfico en dos categorías; una era la de archivo de mangas clásicos y muestras gráficas de los diversos estilos y géneros; la otra categoría era la de los dibujos que necesitaba que fuesen ilustrados expresamente para el libro, y ahí yo no me veía en condiciones para abordar el tema, de manera que recurrí a la fabulosa ilustradora Vanessa Durán, especializada en manga y reconocida internacionalmente por sus trabajos realizados en Estados Unidos. La colaboración con Vanessa fue realmente estupenda, y su dedicación y profesionalidad me lo hicieron todo mucho más fácil.

Ese segundo libro supuso una nueva sorpresa para Parramón. También fue traducido a diversos idiomas y comercializado en los Estados Unidos, de modo que la editorial se reafirmó en el preacuerdo que teníamos para la realización de dos títulos más y nos pusimos a ello. En el año 2008 se editó El dibujo publicitario; en él me limité a explicar las técnicas de dibujo empleadas para la realización de campañas publicitarias en distintos medios como el impreso, el audiovisual, etcétera, haciendo especial hincapié en la realización de storyboards para anuncios de televisión y en la creación de material publicitario interactivo para campañas en línea a través de internet.

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Portada de El dibujo humorístico.

En 2009 se editó El dibujo humorístico, que conjuntamente con El dibujo animado son mis preferidos. El dibujo humorístico, más que un libro, significó para mí un conjunto de emociones. Se trató de desempolvar trabajos míos de finales de los años setenta y principios de los ochenta, de recordar mi etapa como humorista gráfico y de volver a ella, ya que tuve que realizar muchos dibujos nuevos para completar los diferentes capítulos. Lo pasé en grande trabajando con él, y creo que se nota en el resultado. Inicialmente quise que muchas ilustraciones del libro procediesen de firmas de reconocidos maestros del panorama del humor gráfico nacional e internacional, pero la editorial y yo tuvimos muchísimos problemas para la adquisición de derechos de reproducción. Curiosamente, nada de eso sucedió con los libros anteriores. Recuerdo que para El dibujo animado solicité permiso para reproducir algunos fotogramas y dibujos pertenecientes a producciones Disney. La productora aceptó a cambio de un precio previamente establecido en dólares, pero con la condición añadida de que querían revisar la maqueta antes de su publicación. Se utilizaron las imágenes que solicité, se les hizo llegar la maqueta y la respuesta de Disney fue que el libro les parecía muy interesante y que habían tomado la decisión de no cobrarle nada a la editorial por la utilización de su material. Algo similar sucedió con El dibujo manga cuando se solicitó permiso para utilizar ilustraciones a diferentes productoras: ninguna de ellas objetó nada ni pidió a cambio ninguna remuneración. Pero con El dibujo humorístico se le pidieron a la editorial cantidades astronómicas y se pusieron muchos peros a la inclusión de imágenes. Finalmente opté por realizar personalmente todas las ilustraciones, gags, tiras cómicas, historietas y todo el material gráfico que aparece en el libro, y sin necesidad de variar en lo más mínimo su estructura inicial. Lamenté no haber podido contar con las colaboraciones solicitadas, pero, por otra parte, el libro se convirtió en una obra mucho más personal.

Sinceramente, mi colaboración con Parramón ha sido una interesantísima etapa de mi vida profesional en la que he podido divulgar, a través de libros de una edición impecable, algunos de los terrenos en los que me he desarrollado a nivel profesional: la animación, la publicidad o el humor gráfico. Me han aportado también una valiosísima experiencia en el campo editorial, permitiéndome conocer todos los entresijos del oficio, desde la creación de la estructura narrativa hasta todo el trabajo de maquetación, galeradas finales, etc. Parramón nunca puso inconveniente alguno en que me inmiscuyese en todas las facetas de la producción de esos libros, y yo, curioso por naturaleza, aproveché la ocasión para aprender un poco.

T: En estos libros tiene cierta importancia la figura de una mujer con las medidas que todos conocemos. ¿Son proporciones “ideales” o son proporciones “deseables”? Háblanos de la sexualización de los modelos en dibujo y animación dirigidos a niños y preadolescentes.

S: Hubo algunos de esos libros sobre superhéroes y otros sobre manga en los que mi trabajo se limitó a la dirección técnica. Parramón adquiría los derechos de edición para España y América Latina de libros escritos por autores norteamericanos, y previamente al proceso de traducción me los hacían llegar a mi estudio para que, en primer lugar, los valorase y les diese mi opinión personal acerca de la viabilidad de publicarlos para los países de habla hispana. Una vez aclarado eso, y con aquellos títulos que se había decidido sacar adelante, me ocupaba de elaborar un informe de las partes más técnicas de cada libro para que según que términos no supusiesen un problema para los traductores o les pudiesen llevar a cometer algún error.

De modo que no dibujé figura femenina en esos libros, aunque ciertamente, en términos generales, se trata de una figura idealizada; por ejemplo: en el manga nos encontramos con estilos como el bishojo, que literalmente significa “chicas guapas” e incluye a personajes femeninos de extraordinaria belleza y delicadas formas, pero dentro de los cánones de belleza de los que gusta el público japonés; es decir, que en este estilo la figura femenina suele ser bastante aniñada, de labios finos, pecho pequeño y escasa voluptuosidad en sus formas. Lo mismo sucede con la figura femenina que se utiliza en el género conocido como magical girls o mahokka, en el que las protagonistas suelen ser crías con poderes mágicos, pero que, caprichosamente, suelen vestir en una línea muy colegial, con falditas muy cortas del estilo cheerleader y con múltiples ocasiones a lo largo de las tramas para que se les puedan ver las braguitas.

Existe también una línea más hardcore en el manga que puede llegar hasta lo impensable, e incluso prohibido en muchos países. Ejemplos de ello son, de menos a más, los siguientes: el ecchi se trata de un erotismo muy suave en el que no hay sexo explícito y se limita a mostrar cuerpos semidesnudos, también de delicadas formas e incluso es apto para menores; el hentai, literalmente, significa “pervertido” y engloba cualquier tipo de manga erótico, desde lo más suave a lo más heavy; el shojo-ai o uuri manga muestra historias de lesbianas en las que sus relaciones sexuales son raramente explícitas; en lo más heavy nos encontramos con el sota-kon, que muestra relaciones sexuales entre niños o entre adultos con niños, o el loli-kon, lo mismo pero con niñas o adultos y niñas. Como se puede ver hay para todos los gustos, en algunos casos, incluso... inexplicablemente.

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Portada del autor para un libro dirigido a preadolescentes.  

 
El panorama en Occidente es distinto. Desde mi punto de vista, el modelo femenino que se utiliza actualmente en cómic para público adulto y adolescente, en el fondo, sigue siendo del tipo Vampirella del año 1969; es decir, la típica “buenorra” que sigue gustándonos a los occidentales y que destaca por sus curvas, pechos más o menos voluminosos, piernas largas y culos cerebrales que dan la sensación de que piensan por sí mismos y poseen personalidad propia. Con representaciones más o menos estilizadas, creo que hoy en día la sexualización de la figura femenina sigue bebiendo de artistas como Frank Frazzeta, Zesar Álvarez, José González y otros que se recrearon dibujando las formas de una Vampirella que, como ya he dicho, sigue siendo nuestro ideal de belleza femenina, en la mayoría de los casos.

En lo referente al público compuesto por niños y preadolescentes, olvidémonos. Ni en cuento infantil ni en libro de texto aceptarían sexualización alguna de la figura femenina; al contrario. Puede que alguna publicación destinada a jóvenes de hasta catorce años ofrezca alguna figura femenina con cierto carácter “sensual”, pero poco más. En el mundo de la animación sucede exactamente lo mismo, y, al contrario del mercado japonés, aquí, en Occidente, la sexualización para contenidos infantiles o preadolescentes no está estrictamente prohibida, pero podríamos decir que existe un acuerdo “moral” en virtud del cual, tampoco está... abiertamente tolerada.
 

¿Que proyectos de historieta infantil o animación has abordado estos años?

S: Básicamente me he desarrollado en el libro de texto y en el cuento infantil para el mercado editorial. En nuestro territorio he trabajado, prácticamente, para todas las editoriales, pero fundamentalmente con libros de texto. No sé qué pasa en España que no resulta fácil entrar en el mercado del cuento infantil, a menos que sea un poco por casualidad o que tu estilo sea muy moderno y casi, casi, rozando la abstracción o lo onírico. En ese sentido está claro que no encajo, ya que mi estilo es abiertamente clásico (cuanto menos, ésa es mi experiencia personal). De modo que sobre el año 2006 decidí darme una vuelta por los Estados Unidos y traté de abrirme paso por allí. Mi trabajo era muy bien aceptado por los editores norteamericanos, pero casi todos me solicitaban que trabajase a través de un agente, así que... creo que fue en el 2007, Wilkinson Studios, de Chicago, aceptó representarme por territorio norteamericano, y desde entonces mi colaboración con ellos es constante, y a través de Christine, mi agente, he trabajado para editoriales como: Rigby A Harcourt Achieve Imprint, Macmillan/McGraw-Hill, Zaner-Bloser, Sra/McGraw-Hill,  Sundance Publishing, etc., fundamentalmente ilustrando cuentos infantiles, aunque también he realizado materiales de carácter didáctico.


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Ejemplos de su trabajo como ilustrador infantil.  

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Lo cierto es que me va bien por los Estados Unidos, y en ese sentido no me puedo quejar. Algunas de las series de animación que dirigí y produje entre mediados y finales de los noventa se comercializaron bien por territorio norteamericano y se emitieron de costa a costa a través de la Fox Family Channel. Los cuentos infantiles que escribí, así como los libros de instrucción artística, se tradujeron al inglés y tuvieron una buena aceptación. Del mismo modo, en la actualidad, la mayor parte de mi trabajo como ilustrador lo realizo para editoriales de los Estados Unidos, de forma que mis proyectos actuales van más dirigidos hacia ese mercado.

En lo referente a animación, he pasado los últimos años realizando campañas publicitarias online de mayor o menor importancia. En la mayoría de los casos se han limitado a la animación de advertising banners y animaciones para páginas web.

Debo decir que me gustaría trabajar más para el mercado nacional, quieras que no se trata del que me resulta más cercano, así que tampoco dejo de refrescar mis contactos y de presentar proyectos que en ocasiones tienen final feliz, así que a continuación te hablo de uno de ellos, que además, es muy reciente.

T: Acaba de aparecer tu obra Gery Garabatos en B de Blok, sello de Ediciones B. Se trata de narrativa tradicional combinada con contenidos multimedia y, además, presencia en internet. ¿Cómo ves el medio ahora que las nuevas tecnologías nos indican otros rumbos?

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Portada de la edición digital de Gery Garabatos. Abajo: una página tomada de su blog. 
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S: Efectivamente, está recién salido del horno y aún calentito. Gery Garabatos ha sido una forma airosa de plantear una novela destinada al público juvenil, pero respetando el formato clásico y tradicional de novela impresa y, a la vez, ofreciendo toda una serie de contenidos multimedia, como pueden ser sencillos videojuegos, pequeñas películas de animación y diverso tipo de material en las diferentes redes sociales.
La idea se me ocurrió tras husmear el mercado editorial durante estos últimos cinco años y detectando que el principal problema de los editores no era sólo la crisis, que también, pero insisto, pienso que no se trata del principal.
Creo que lo que más está afectando al editor es el cambio de soporte de lectura, es decir, lo que parece ser el fin del mundo con cachivaches llamados e-reader, que están irrumpiendo en el mercado y que amenazan con hacer desaparecer al viejo libro impreso de toda la vida.
Los editores, un poco desconcertados con ese fenómeno, y atizados de paso por la crisis, se están limitando a reeditar antiguos contenidos y atreviéndose muy poco a invertir en contenidos nuevos. Claro... ¿cómo hacerlo? ¿Editan su libro en el formato tradicional? ¿En soporte digital? Si optan por el segundo caso... ¿en qué soporte exactamente? ¿Un libro digital que un lector pueda descargar de la página de la editorial... es apto para todos los formatos? ¿Dará igual si el usuario tiene un Kindle que un iPad o un iPhone? Además... ¿está realmente protegido un contenido digital difundido por internet? ¿Hasta qué punto resulta fácil piratearlo? ¿Y qué pasa con los derechos de autor? ¿Cómo se gestionan?
Por suerte, algunas de esas preguntas ya están empezando a encontrar respuestas, pero aun así es lógico que el editor, que, al igual que cualquier otro sector empresarial, no se encuentra precisamente en su mejor momento, esté lleno de incertidumbres y temeroso de invertir en algo que no sabe hasta qué punto le reportará un beneficio o le supondrá una perdida. Lo mejor en estos casos es esperar, o cuanto menos, ver qué tal les va a otros en aquellas cosas que emprenden para así reunir el valor de hacerlo también ellos. Ya se sabe que el dinero... es cobarde.
En mi caso, como autor, y como en el caso de la gran mayoría de autores, lo que no podemos hacer es esperar. No tenemos otra que la de seguir moviendo nuestros proyectos y como consecuencia de ello reinventarnos y emprender; conceptos que hoy en día están muy de moda, pero que los dibujantes llevamos toda la vida poniendo en práctica, así que nada de esto debería venirnos de nuevo.
En su origen ya me planteé que Gery Garabatos se trataría de un proyecto multimedia. Básicamente porque tenía ganas de afrontar un trabajo que me reportase satisfacción a nivel profesional y en el que poder poner en práctica todas las facetas profesionales en las que me había desarrollado hasta el momento. Deseaba crear un proyecto que me permitiese escribir, ilustrar, animar... de todo un poco. Y, por su naturaleza, Gery Garabatos era ideal, ya que narra en primera persona las experiencias de un preadolescente, su forma de enfrentarse a sus miedos, sus épocas de exámenes, su pereza por sacar adelante sus estudios, la relación que mantiene con sus compañeros, la primera pelea con el matón de la clase, su primer beso... Pero Gery tiene una particularidad que le hace distinto al resto, al margen de una filosofía de la vida y de una manera muy personal de ver las cosas. La particularidad de Gery es la capacidad de abstraerse del mundo real sumergiéndose en los garabatos que realiza en sus libretas de apuntes, garabatos que generalmente hace en sus horas de clase, que le traen serios problemas con sus profesores, pero que le transportan a un mundo paralelo en el que sus deseos se hacen realidad y sus inquietudes desaparecen, no en vano se trata de garabatos fruto de su imaginación, y ahí manda él y forma parte del mundo que puede controlar independientemente de que el mundo real sea otra cosa. Además, todos esos garabatos cobran vida convirtiéndose en dibujos animados que campan a sus anchas sobre las hojas de sus libretas.
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 Cartel de un video que integra los contenidos multimedia de este lanzamiento de B de Blok. Pueden verse videos de esta producción aquí, aquí y aquí.
Teniendo en cuenta este punto de partida, era necesario crear, como mínimo, animaciones que sirviesen de contenido adicional al libro, pero… ¿cómo?, ¿incluyendo en él un CD o un DVD? Mi idea era llevar la vida del personaje más allá del libro en sí, fidelizar al lector, ofrecerle contenidos adicionales que fuesen renovándose de una forma periódica, y eso no se podía hacer con un DVD que una vez en las manos del lector no se pudiese ir actualizando. La otra posibilidad era crear todos los contenidos en formato digital, a través de un e- reader y que los lectores fuesen actualizando dichos contenidos a través de su conexión a internet, pero entonces el problema me lo encontraría con el editor, que seguiría viendo que su negocio está en el papel impreso, al menos hasta que otros den un primer paso en otra dirección.
Finalmente tomé una decisión intermedia, tiré por el camino de en medio, que generalmente suele ser el más seguro y fácil de transitar, aunque, curiosamente, en el que menos piensa la mayoría de la gente. Decidí crear un proyecto mixto con el que el editor se sintiese cómodo, editando un libro en formato tradicional y en papel impreso y el resto de contenidos los serviría a través de una página web del personaje en la que hablase de su día a día a través de su blog, en la que colgase sus garabatos animados, videojuegos y todo y cuanto me pudiese pasar por la cabeza en un momento dado. De inmediato me puse a trabajar en la página web, escribí una sinopsis de la novela, la presenté a Ediciones B, y la reacción no se hizo esperar. Aún no había pasado un mes cuando recibí una llamada de Ediciones B en la que me daban luz verde para sacar el proyecto adelante. Me puse de inmediato a escribir la novela, y ahora, una vez editada, continuo actualizando la web y colgando peliculitas y demás cosas en ella, así como actualizando el perfil en Facebook que creé para el personaje.
Creo que puede tener una buena salida en el mercado, ya que todos esos contenidos adicionales no incrementan el precio de la novela, pero sí su valor. El precio de venta al público es el mismo que pueda tener cualquier novela con las mismas características de edición, de modo que el resto de material adicional es absolutamente gratuito para el lector e incluso de libre acceso para aquellos que no hayan adquirido la novela en las librerías ni tengan intención alguna de hacerlo. No hay claves de acceso a la página web de Gery Garabatos, no es necesario suscribirse a ella ni utilizar contraseñas. Los beneficios que yo, como autor, pueda obtener de esa parte del trabajo que se ofrece al público de manera gratuita están negociados a otro nivel. De forma que, creo... que se trata de un proyecto novedoso, de una nueva manera de plantearse el futuro del mercado editorial sin radicales o traumáticos cambios en la forma y manera de hacer libros. Si ha de haber cambios, que tarde o temprano los habrá, Gery Garabatos está perfectamente preparado para adaptarse a ellos, a lo que venga.
Facilito los siguientes enlaces en los que poder echar un vistazo a todo ese material adicional que se halla en constante actualización, cosa que, como digo, mantiene al personaje vivo más allá de las aventuras que de él se puedan narrar en el libro.

     http://www.gerygarabatos.com
     http://gerygarabatosfilms.blogspot.com.es/
     http://gerygarabatosgames.blogspot.com.es/
     http://www.facebook.com/gerygarabatos

Y, ¡coño!, ya de paso... haceos seguidores del blog del personaje, o dadle al “me gusta” en su facebook ;-)

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Gery Garabatos en Facebook. Si haces clic te lleva allí.

T: Concluyamos con una pregunta de rigor: ¿qué tema o relato erótico hubieras querido escribir/dibujar o cuál consideras que hubiera sido excelente como base para un cómic erótico?

S: Ya he mencionado que mi aparición por el cómic erótico para nada fue vocacional y que me encontré ahí, casi como quien dice, por accidente o error. Lo pasé muy bien en esa época. Disfruté del trabajo que hice, y por encima de todo mantengo el grato recuerdo de los profesionales a los que conocí y con quienes compartí anécdotas y momentos que para un adolescente supusieron mucho en lo referente a mi formación, no sólo como profesional, sino incluso a nivel personal. Considero un enorme privilegio haber podido compartir experiencias vitales y... surrealistas  con aquellos personajes de mente abierta y transgresora. Insisto en que tuve un gran privilegio que pocos chavales con dieciséis años tuvieron en los entornos en los que pudiesen moverse en aquellos tiempos en los que, a pesar de la transición y demás, la oscuridad se mantenía sobre nuestras cabezas por aquello que dijo el agonizante abuelo cuando sentenció que “lo había dejado todo atado, y bien atado”.

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Aún y así, mis gustos personales, en lo referente a narrar historias o dibujarlas, estaban más cercanas a los contenidos que ofrecían autores como Mark Twain que no a la narrativa erótica. No obstante, para mí fue, sin duda alguna, la mejor de las escuelas.

Sólo me resta daros las gracias por las entrevistas, por darme una oportunidad más para bucear en tantos recuerdos y traer a mi mente tantas cosas que fueron importantísimas en su momento.
Ha sido un verdadero placer.

T: El nuestro.

 

Creación de la ficha (2012): Sergi Cámara y Manuel Barrero. Edición de Félix López. Revisión de Alejandro Capelo y Manuel Barrero. · Imágenes proporcionadas por el autor.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero, SERGI (2012): "Un joven emprendedor en la corte del rey del porno. Entrevista a Sergi Cámara", en Tebeosfera, segunda época , 9 (14-VI-2012). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 30/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/un_joven_emprendedor_en_la_corte_del_rey_del_porno._entrevista_a_sergi_camara.html