WURKS! EXISTIÓ EN BRUGUERA EL UNIVERSO ANDREU MARTÍN?
RICARDO VIGUERAS

Title:
Wurks! Did the Andreu Martín universe exist in Bruguera?
Resumen / Abstract:
En el final de los años sesenta y primeros setenta hubo autores españoles, como Andreu Martín, que crearon universos de ficción coherentes, poderosos y de calidad suficiente como para competir con los cómics que llegan del exterior. En este artículo se repasan sus series más relevantes del periodo, que sin duda hoy merecerían recuperación o mayor atención. / In the late 1960s and early 1970s, there were Spanish authors, such as Andreu Martín, who created coherent, powerful fictional universes quality enough to compete with comics that come from abroad. This article reviews his most relevant series of the period, which today undoubtedly deserve recovery or greater attention.
Notas: Texto recibido el 10 de julio de 2021. Aceptado el 23 de julio.
Palabras clave / Keywords:
Andreu Martín, Editorial Bruguera/ Andreu Martín, Editorial Bruguera

¡WURKS! ¿EXISTIÓ EN BRUGUERA EL UNIVERSO ANDREU MARTÍN?

 

  1. Andrés Martín, fabulador de tebeos

Considerado como el más prolífico de los autores de novela negra española, Andreu Martín (Barcelona, 1949) formó parte de la vanguardia que en los años setenta consolidó el género en España, junto con Vázquez Montalbán, Juan Madrid, González Ledesma y otros[1]. Ellos consiguieron, tras la muerte del dictador Franco, sentar las bases de un neopolicial completamente hispánico en el que, por fin, se adaptaban con éxito las señas de identidad de la tradición estadounidense y de los modelos más cercanos de Italia y Francia, países donde la novela negra ya se había consolidado tras la II Guerra Mundial. Dentro de la novela negra, Martín pronto adquirió fama de experimentador, y, como antes había logrado en la historieta, de ser un creador fecundo y veloz. Así lo retrataba Paco Ignacio Taibo II en un ya lejano 1988:

Andreu Martín tiene una extraordinaria fama en España por su capacidad productiva, por ser el más prolífico de los autores de literatura negra nacional. Esta fama, bien ganada, ha venido acompañada por el odio rabioso de todos los escritores lentos de la Península Ibérica. Pero esto es una pequeña parte de la historia, porque Andreu no solamente es un escritor prolífico con 16 libros a las espaldas, sino también es el hombre que ha abierto más caminos y que más proposiciones experimentales ha desarrollado en el género negro (Taibo, 1998:5).

 
 
Andreu Martín. Foto de Ana Portnoy.

Licenciado en Psicología, podemos considerarlo un narrador nato[2]. Comenzó en 1970, a los dieciocho años, como escritor de historietas con un primer guion para la revista italiana Tele-Zecchino y luego continuó para las agencias Bardon Art, Selecciones Ilustradas o la revista Gaceta Junior (Segarra, 1874:18). Obtuvo el Premio Trinca en 1972. El escritor Jordi Bayona Url lo introdujo en Editorial Bruguera para desempeñarse como coordinador de guionistas (Martín, 1982: 13). Firmaba en aquellos tiempos como Andrés Martín, nombre de batalla que tras la muerte del dictador catalanizó en Andreu. El hundimiento de Bruguera en 1986 coincidió con su naciente éxito como novelista, por lo que se dedicó a la literatura sin abandonar del todo los guiones de historietas como Contactos (con Mariel Soria), menester adonde regresa eventualmente (Dimas, dibujado por Sagar Forniés; Astiberri, 2009). Lo cierto es que, a fecha de hoy, Andreu Martín es sobre todo conocido como autor de novela policíaca (término que él prefiere antes que negra o criminal)[3] Andreu Martín es uno de nuestros másteres de la tough story por retratar, sobre todo, los ambientes más nocturnos y marginales, de Barcelona (Sánchez Zapatero, 2010: 299), pero fue en la historieta donde aprendió el oficio de escritor, como reconoció en cierta entrevista:

Yo aprendí a escribir con el cómic y por eso no quiero renegar de él, de ninguna de las maneras. Escribir un guion de cómic significa que eres consciente de que el 75% de tu texto (las descripciones de personajes y ambientes, los movimientos de los personajes, los gestos y muecas significativos, modos de vestir, etc.) no lo va a leer más que una persona: el dibujante. Eso compromete muy poco al escritor, que sabe que ese texto literario no será juzgado por el público y le da una soltura, un desparpajo a la hora de expresarse que seguramente no adquiriría si se lanzara a escribir novela desde el primer día. Lo único que va a leer el público son los bocadillos, es decir los diálogos, y éstos han de ser concisos, contundentes y eficaces, porque se dispone de poco espacio. Así es como se configuró mi estilo literario y eso es lo que debo al cómic (Echevarría, 2008).

 
 
Su excelente Cómo escribo novela policíaca.

Martín comenzó en 1979 su trayectoria literaria con Aprende y calla, a la que siguieron otras novelas hasta su primer éxito, Prótesis (1980), que resultó adaptada al cine por Vicente Aranda. Mientras tanto, en Bruguera había demostrado ser un autor todoterreno, capaz de escribir series cómicas y dramáticas. Entre las primeras podemos citar Campeonio (1969, con Raf), La Panda (1969, con Segura), así como Tapón y Dalilo (1970) y Trompínez (1970), ambas series con José Castillo. Sin embargo, la joya de la corona de toda aquella producción humorística fue la legendaria Sir Tim O´Theo (1969) creada y dibujada por Raf, verdadero cofre de las maravillas donde Martín y un agilísimo Raf (y equipo) a los pinceles exprimieron todos los tópicos de la novela enigma de campiña inglesa (Agatha Christie, Chesterton) con ribetes costumbristas a lo P.G. Woodehouse, pero también de novela gótica, para crear una saga descacharrante y magistral sobre la que parece no haber pasado el tiempo. No cabe duda de que este éxito que resultó ser el mundo de Sir Tim tiene mucho que ver con el registro policíaco en que se enmarcaba, perfectamente conocido por Martín desde la adolescencia.

       
   
       
Dos de sus novelas más conocidas.
  1. Obra temprana e historias cortas

Andreu Martín se convirtió en padre de todo un conjunto narrativo que hubiera merecido mayor suerte porque era un escritor talentoso y contaba siempre con algunos de los mejores dibujantes realistas de la factoría Bruguera: Julio Vivas, Carlos Freixas, Edmond Ripoll, Antonio García, etc. Antes, en las páginas de la revista Trinca, había destacado con Caius How, historia dibujada por José Bielsa en estado de gracia. Publicada por Editorial Doncel en 1976 en forma de álbum, Caius How era el nombre artístico del flemático Howard Caidarszdenski, quien habitaba en el futuro cercano (¡1991!) y todavía ama «las tortillas hechas con huevo y fumar en pipa». Su compañera de aventuras es Flossie McCormick, «un poco atolondrada, pero bonita». Caius escribe para la revista Ghost especializada en misterios de apariencia sobrenatural, y viaja a Basilton (Escocia) a investigar una mansión embrujada por el fantasma de un vampiro. La resolución final de la historia revela el carácter de scoobydoo de muchos de los relatos escritos por Martín en estos años, y subraya su interés por el policíaco tradicional al hacer confluir a los sospechosos en la resolución final, como en las obras de Agatha Christie. Caius How se publicó por entregas hasta conformar una aventura completa editada más tarde en álbum (Martín y Bielsa, 1976). Tuvo un altísimo nivel artístico, hoy todavía tan disfrutable como el de la estupenda serie que Bielsa ilustraba en aquellos mismos días para Bruguera con guiones de Víctor Alcázar (Víctor Mora): la tan olvidada como reivindicable Supernova (Vigueras, 2018).

 
Caius How, excelente obra temprana. En la imagen inferior se puede apreciar el trabajo de José Bielsa.

Andreu Martín fue uno de los adaptadores de novelas para la importante Joyas Literarias Juveniles, cuya labor no voy a juzgar aquí. Y al mismo tiempo que adaptaba novelas para esa colección creaba series y conceptos originales que oscilaban siempre entre el terror, lo fantástico y el policíaco. También guionizó numerosas historias cortas para distintas revistas de la editorial, raramente compiladas salvo algunas en la revista Super Aventuras (1978), que sólo duró ocho números y donde compartió créditos con otros escritores de aquella época como Montse Vives, Eugenio Sotillos, José Antonio Vidal Sales (Cassarel) o Francisco Pérez Navarro. Las historias cortas de Bruguera incluidas en revistas de humor, de corte fantástico o policíaco en su mayoría, eran vistas por muchos como historias “de relleno” que servían para engordar el número de la revista de turno. El verdadero problema de las historietas realistas cortas en las revistas de humor solía ser, por lo general, la falta de un personaje recurrente y las limitaciones dramáticas que imponía la censura que impedía a aquellos escritores ejecutar un trabajo más comprometido con los aires renovadores de la época. Alejandro Capelo, quien se ha aproximado a este género brugueril desde algunas entradas de su blog, las ha definido a la perfección:

Estas pequeñas piezas cumplían la función para la que fueron creadas: impresas con el inigualable bitono y el inconfundible rotulado mecánico bruguerescos, sin personajes conocidos y en distintos ambientes y diferentes circunstancias, se trata de pequeñas anécdotas que se leen y se olvidan sin apuro, una lectura veraniega y una ocasión para apreciar el trabajo de autores nacionales que quizá hubieran podido dar más de sí de habérselo propuesto un editor menos “industrial”. En resumen, historietas de su momento, con las virtudes y las limitaciones inherentes al tiempo en que nacieron (Capelo, 2020).

 
 
El número 1 de Super Aventuras, que llevó portada de Antonio García.

No pocas veces su mayor problema fue la moralina cristiana que daba la vuelta a cualquier premisa fantástica hasta alcanzar una resolución pseudorracionalista. Sin embargo, esto no fue razón para que, leídas hoy, muchas de aquellas historietas cortas sin protagonista recurrente de Andreu Martín puedan ser disfrutadas como ejercicios de estilo resueltos con enorme profesionalidad en la mejor tradición del cuento hard-boiled que, salvando las distancias y mutatis mutandis, podía permitirse en aquel tiempo la editorial Bruguera que con tanto descuido trataba ya sus publicaciones y autores. En este aspecto, cabe decir que Andreu Martín aprovechó estupendamente la oportunidad que Bruguera le brindó en su juventud para experimentar con las formas narrativas. Entre la producción de Martín encontramos piezas afortunadas. Como siempre sucede, más vale dejar a un lado los prejuicios y ponernos a leer todo lo que podamos para separar el grano de la paja.

 
 
Un buen ejemplo del cuento corto policíaco (Din Dan Extra de Verano, 1975).

Un ejemplo excelente de relato lo tenemos en “¡Corre, Kenton, corre!” (Din Dan Extra verano 1975), una amarga historia sobre la rivalidad entre dos agentes policíacos, Hemmett y Kenton, en el que el aparentemente honrado Hemmett acaba por incriminar al inocente Kenton en el asesinato de un testigo protegido. Escrita en segunda persona por Martín y dibujada por Carlos Freixas, es una excelente muestra de relato criminal con el tema de la corrupción policial como telón de fondo y, de manera más profunda, el tema de la envidia y rivalidad entre pares o hermanos.

“Juégate la vida, pero no te metas en líos” (Super Pulgarcito, 61) es un homenaje al mundo del jazz (donde, bruguerilmente, ¡todos los personajes y figurantes son blancos!) dibujado por Julio Vivas: el gánster Leo Kelly ordena asesinar al clarinetista Steve Liarmann por una vieja confusión de identidades por la cual Steve le sacó unos dólares e hizo cuchufleta de Kelly. Entre la comedia y el melodrama noir, es otra magnífica muestra del talento de Martín para el relato corto.

 
 
"Juégate la vida", homenaje el mundo del jazz (Super Pulgarcito nº 61).

La lectura de una treintena de estas historietas breves, tan descuidadas por la historiografía del tebeo español, arroja resultados de distinto calibre, pero lo más común es hallar relatos que no llegan a desarrollar todo su potencial, o bien en los que el autor no conduce la historia hasta sus máximas consecuencias, como en “El tribunal de los locos” (Super Aventuras, 1), un atractivo relato dibujado por José García Pizarro en el que Andreu Martin nos cuenta cómo el inspector de policía Harrow es perseguido para ser juzgado por el espantoso asesinato cometido dos días antes: el atropellamiento de un perro pastor alemán llamado Sam. Condenado a morir en la horca, al fin es salvado por uno de los principales implicados en el juicio. La lectura moral de su tiempo subraya la “locura” de condenar a un hombre por el “asesinato” de un perro, pero la historia resulta igualmente válida en estos tiempos paradójicos en que, por una parte, hemos avanzado en la defensa de los derechos de los animales, y por otra, muchos vitorean en redes sociales la muerte de un torero en el ruedo por tratarse, a fin y al cabo, de un “asesino” de animales.

 
 
Primer número de la revista Sacarino.
  1. El semanario Sacarino

Durante la década de los setenta Andreu Martín resultó ser un infatigable creador de series atractivas y nuevos personajes más conectados con la bande dessinée que con el pasado de Bruguera, series que, sin embargo, tuvieron vida exigua en las revistas de la editorial. Quiero rescatar aquí el recuerdo de una revista que no llegó a durar un año, en la cual se conjugaba lo mejor de la tradición y estos atisbos de modernidad: el semanario Sacarino. El número 1 de esta revista nació con fecha de 3 de febrero de 1975, tenía 32 páginas y, como en todas las colecciones de Bruguera, predominaba el contenido humorístico, pero con inclusión de series realistas. Además de historietas del titular de la revista (obra de Francisco Ibáñez y equipo), contenía obra de autores bien conocidos (Manuel Vázquez, Gabi) y otros más jóvenes o menos famosos (Jan, State Keto, Martinez Osete, Jaume Ribera y Adolfo García). La revista sólo duró 22 números, pero la mayor parte de sus series cómicas se integraron en Super Sacarino, que nació en marzo de 1976 y tuvo más larga vida.

 
 
El equipo completo de La Brigada Fantástica (Sacarino, nº 16, p. 26).

Debo confesar que las series realistas de Andreu Martín para Sacarino eran lo que más me gustaba de la revista (además del imprescindible Sherlock López, de Gabi). Durante los escasos 22 números de la publicación, Andreu Martín desplegó su enorme creatividad en las series La Brigada Fantástica, Míster Smog, Quinta Dimensión y Centauro. Todas ellas transcurrían fuera de España, pues prolongaban el escapismo habitual de Bruguera en aquellos años, incapaz de “mojarse” con la realidad española como demuestran no sólo los tebeos de la época (al menos los dramáticos, quizá no tanto las historietas cómicas, donde podemos apreciar más el costumbrismo), sino también la enorme producción de los irrepetibles bolsilibros policíacos o de terror, en la que los escenarios más frecuentes solían ser Inglaterra, Francia o Estados Unidos.

En La Brigada Fantástica (con dibujos de Antonio García)[4] tenemos un grupo de investigadores de lo paranormal a las órdenes del capitán Usher (claro homenaje a Edgar Allan Poe) de Scotland Yard. Ellos son la inteligente y bella Dra. Olga Olsen, erudita y karateka (el personaje carismático de la Brigada, a quien García dibuja con unos ojos claros que podrían alumbrar un callejón sombrío), Ernest Effel (el rústico forzudo del grupo), Andrew Adams (erudito en lenguas vivas y muertas, en criptología) y Irwin Ingelow, «experto en todo lo que pueda colocarse bajo la denominación de técnica». Como todas las series, presentaban historias autoconclusivas de ocho páginas. Había cierta tendencia a incurrir en el scoobydoo (historias fantásticas con final pseudorracionalista), como en la primera aventura de la serie, “Los espíritus no gastan dinero” (Sacarino, 1). Pronto Martín desvió las resoluciones de cada caso hacia motivaciones más psicológicas o médicas, como en “Recién salido de la tumba”, en la cual la catalepsia explica el fantasma de un pastor linchado, donde García hizo uno de sus mejores trabajos; o en “Los asesinatos de la luna llena” (Sacarino, 16), en la que su trazo expresivo y rotundo sacó enorme partido del marco del género de terror. Era un artista que dominaba un trazo limpio, pero que también sabía extraer todas las posibilidades dramáticas que el género le ofrecía. En “El barco fantasma” (Sacarino, 7), Martín ironiza sobre el positivismo científico, y hace reflexionar a la Dr. Olsen: «¡Qué ingrata tarea la de destruir mitos! Ya no existe Peter Pan, ni Papá Noel, ni el barco fantasma… ¡Qué trabajo de odiosos materialistas!»; pero en la viñeta final el anciano pescador que vio el barco cuarenta años antes desmiente las bondades del positivismo[5]. En “El césped que cayó del cielo” Martín homenajea a Lovecraft con gracia y tenemos una verdadera amenaza extraterrestre. En La brigada fantástica Martín se movió en los límites de realidad comprobable, ciencia, superstición y mito.

 
 
Mr. Smog, serie con acentuado deamatismo gracias al dibujo de Bresciani.

En Míster Smog Martín contó con el trazo del dibujante italiano de origen esloveno Andrea Bresciani[6], quien logró evocar los ambientes neoyorkinos de la novela negra y al mismo tiempo mezclarlos con cierto toque de comedia y referencialidad al mundo de los cómics: porque Míster Smog, que según Martín tenía que ser un nuevo Doctor Niebla[7], es una especie de The Phantom de paisano, un Mr. Walker de barrios bajos que, sin llegar a ser Pepito Magefesa, quedaba marcado por lo estrambótico de su personalidad y atavismo: fuma en pipa, usa gafas oscuras, sombrero y gabardina; conduce un automóvil antiguo; en su casa, todo parece también excéntrico y anticuado, como si fuera un fantasma detenido en un tiempo pretérito (a veces, tiene también la omnipresencia volátil de los fantasmas). En Sacarino, 4, se define así: «Mr. Smog es símbolo de lealtad a la policía, defensor de la justicia. He resuelto cientos de casos en colaboración con el capitán Croydon. Mi nombre ha salido en los periódicos». La multirreferencialidad del personaje hace que en su primera aparición (Sacarino, 2) creamos asistir a un crossover entre El Hombre Enmascarado y Batman en la página final de la historieta. Como Spirit, como Batman, Míster Smog es tan sinuoso y volátil como su neblinoso nombre, un justiciero alegal que ayuda a la tonta policía contra el crimen organizado[8]. Como The Phantom («No me busques, yo te encontraré», advertía la criatura de Lee Falk), no hay manera de contactar con Míster Smog salvo llamando a un teléfono donde atiende una grabación; él habla con quien quiere, no con quien lo busca. Las historietas transcurren en los bajos fondos de Nueva York, donde Míster Smog es bien conocido y objeto de temor, y a Andreu Martín el personaje le sirvió para rendir homenaje a tantas lecturas de infancia, al mismo género policíaco en el que acabaría por consagrarse como novelista. Míster Smog «actúa solo para no espantar a la caza» (Sacarino, 6), se enfrenta a maleantes generalmente implicados en el tráfico de drogas o de plasma (Sacarino, 22 “Palos de ciego”), sin que destaque un criminal más que otros, como sí ocurre en “Cabeza de turco” (Sacarino, 17), donde Jabedee promete regresar para vengarse (y vuelve en “Los vengadores”, Super Ases, 5). Quizá la mejor historia de Míster Smog se publicó en Super Ases 1: “La adorable señora Evans”, en la que Martín y Bresciani llegan a un balance perfecto entre realismo social y humor para contarnos la historia de una bondadosa ancianita que, en pleno Nueva York, cultiva un sembradío de coca en su jardín.

 
 
En Quinta Dimensión, con dibujos de Julio Vivas, se hacía homenaje al policíaco fantástico.

Otra serie que debutó en Sacarino fue Quinta Dimensión. En ella, la máquina de escribir de Martín se puso a imaginar tintas para Julio Vivas, con quien había ya colaborado en modernizar un gran clásico de la historieta española, El Inspector Dan, en varias historias cortas y algunas largas, más próximas en espíritu a la bande dessinée y a una modernización del personaje. Quinta Dimensión fue un valioso pero tímido intento de revitalizar el fantástico en Bruguera con un concepto que podía haber dado mucho fruto, pero que una vez más quedó encajonado en una fórmula vieja: la de historieta autoconclusiva de ocho páginas sin mucha oportunidad para destacarse. En esta serie tenemos a Michael Hooker, científico lleno de amargura retirado del mundo que vive en una mansión gótica inglesa, quien inventa un desintegrador de materia para desplazarse en el espacio a grandes velocidades. Su primera aventura lo llevará nada menos que a conocer a Sherlock Holmes y a penetrar en una quinta dimensión donde la realidad histórica y la fantasía se entremezclan. Este es el planteamiento atractivo de Quinta Dimensión, inaugurada en Sacarino 21 y que al cerrar pasó a otras revistas Bruguera, con breve trayectoria. 

 
 
Los Titanes, superhéroes de Bruguera.

Del mismo periodo es también Los Titanes, dibujada por Edmond: una especie de homenaje a Superman, Supergirl y otros seres DC de los años cincuenta y sesenta que en España disfrutábamos gracias a las ediciones de la mexicana Novaro y leíamos con gran placer por su ingenuidad y desparpajo. Los Titanes, cuyo primer guion apareció firmado por Francisco Pérez Navarro, nos presentaba a dos oriundos del planeta de los Quisyan, Lora-Cap y Loscar-His, infiltrados entre los seres humanos para protegerlos de una invasión extraterrestre. Residen en Edimburgo, se hacen pasar por matrimonio y tienen en el periodista Arrow su particular J. J. Jameson. El carácter novedoso de Los titanes radicaba en que Bruguera se subía al carro de los superhéroes empijamados.

 
 
Emma es encantadora fue dibujada con gran soltura por Trini Tinturé.

Y además de Los Titanes, Andreu Martín creó otros personajes y conceptos: para el público femenil, Emma la encantadora, siguiendo la estela de las grandes creaciones de origen inglés como Esther y su mundo (Patty´s World, escrita por Phillip Douglas y dibujada por Purita Campos). Dibujada por Trini Tinturé, con Emma conocemos a las mujeres de la familia Hakker, todas ellas brujas, que desde su Frankfurt natal viajan por accidente desde el siglo XVII hasta Escocia en 1981. Y hubo más: El Cerebro para la revista Mortadelo y, en 1978, Fantasía S.A nuevamente con Edmond; Campeón, una serie del género de espías con notables referencias visuales a Modesty Blaise con dibujo de Julio Vivas, para Mortadelo Extra y Mortadelo Especial 132. Sería por el momento imposible citar todas estas tentativas de desarrollar un universo Andreu Martín en Bruguera, pero sin duda amerita una investigación más grande y profunda. El escritor abandonó Bruguera en 1976, y regresó a ella en 1979, año en que comenzó a publicar sus primeras novelas y a escribir tebeos para adultos con mayores libertades y dibujantes jóvenes como Tha o su misma esposa, la artista de origen argentino Mariel Soria.

 
 
Centauro, con una excelente portada de Jesús Redondo.

Quizá la mayor fricción entre las nuevas creaciones de Martín y la encopetada dirección de Bruguera diera sus mayores motivos de molestia en Centauro, otra serie dotada de originalidad y gracia (con dibujos de Jesús Redondo) que pasó sin pena ni gloria y fue cancelada a las pocas entregas. Tras el cierre de Sacarino se prolongó en otras revistas y la serie completa fue recuperada en Super Ases. Tras el sobrenombre Centauro se encontraba Zaenrtw, un extraterrestre pacifista procedente de Alfa Centauro varado en la Tierra en busca del mineral combustible apropiado para volver a su mundo. Su interjección de sorpresa o desagrado era siempre «¡Wurks!» El destino cruza su camino con el de la psicóloga Phil Graham, perseguida por haber tenido acceso a importante información en los laboratorios nucleares donde trabaja. Mientras una huye y el otro busca en vano el combustible, se entabla entre ellos la tensión sexual en la que al final, de manera consecuente, acaba por manifestarse el amor. Las aventuras de Centauro transcurren en países exóticos y a veces se involucra en ellas un agente secreto llamado Red (casi un doble de Miguel de la Quadra Salcedo) que sospecha del extraterrestre que busca un mineral inexistente sobre la tierra. Su mayor arma son sus poderes mentales, y además de leer el pensamiento de los otros puede doblegarlo a voluntad. El último episodio de Centauro fue un verdadero adiós bastante lamentable: “Huída hacia otro mundo” retoma la acción del episodio anterior, “La piedra maya”, y resultó ser, más que un final, un descortés portazo en la cara del lector. Al parecer, algo tuvo que ver la inquina con que el torvo señor González miraba la serie: «Una vez que has trabajado muchos años en Bruguera, ya sabes lo que hay que hacer. Coges un esquema y trabajas. La única vez que me pasé un poco fue con Centauro, y ya era la serie que a Rafael González (el jefe) no le gustaba» (Navarro, 1979:5).

 
 
Humor, ciencia ficción y romance en Fantasía S. A.

Más llamativa y lamentable fue la clausura de Fantasía S.A., la chispeante serie protagonizada por el atolondrado escritor de tebeos Wilbur Polder al servicio de la hermosa Damaris, reina alienígena en el exilio, que alcanzó cierto éxito fuera de nuestras fronteras, al publicarse por entregas en la revista francesa de Antáres, un petit format muy popular en la patria de Astérix. En su blog, Edmond Ripoll confesaba las razones por las cuales concluyó la atractiva serie de ciencia ficción, lo que sin duda constituye una mezcla de desidia, codicia y estupidez por parte de Editorial Bruguera, y nos indica quizá la verdadera razón de la cancelación de todas las series de nuestro guionista:

Lo pasé muy bien dibujando esta serie que me habría gustado continuar. Y por ello voy a decir el motivo por el cual terminó. En aquella época trabajábamos para “Creaciones Editoriales”, la agencia de Bruguera para el extranjero, y cuando nos ofrecían un trabajo para Inglaterra, Holanda o cualquier otro país extranjero, dejábamos el trabajo que estábamos haciendo para la Editorial y empezábamos el que nos habían ofrecido: el motivo no era otro que el precio, pues cobrábamos mucho más para las editoriales de estos países que para el nuestro. Así dejaron de salir muchas series, que eran realmente buenas, como Fantasía S.A. (Ripoll, 2013).

  1. Conclusiones

Después de leer lo anterior, no parecen quedar dudas de que en los años setenta Editorial Bruguera ya era una empresa en decadencia creativa, falta de coraje y nuevas ideas. Es el tiempo de los grandes refritos que llegan hasta hoy como Trueno Color, cuadernillos adaptados al nuevo formato y con aquella horrible y “moderna” rotulación mecánica; pero siendo justos, también es la época de El Corsario de Hierro, Joyas Literarias Juveniles, del éxito de Mortadelo (que llega hasta hoy), del apogeo de Vázquez, de Sir Tim O'Theo y otros logros. Andreu Martín formó parte de un tímido intento de renovación de la casa editorial en tiempos de viejas ideas anquilosadas. Más allá de la censura del nacionalcatolicismo franquista, los artistas debieron luchar contra la autocensura y la molicie creativa empresarial. La propia editorial no tenía en gran aprecio su emporio tebeístico y se desvivía por volverse una editorial “seria” y “de prestigio”. Lo conseguiría con algunas colecciones literarias como Libro Amigo o Libro Clásico. El mismo don Andreu lo contaba recientemente:

La editorial se equivocó queriendo ser otro tipo de editorial, porque se ganaban la vida con las novelas de duro y los cómics, pero ellos quisieron ser Planeta, les entró una fiebre de crecimiento que los acabó matando. No valoraban los tebeos, los trataban mal: cuando Ibáñez, Vázquez, Raf y Segura piden aumento de sueldo no se lo dan, les dicen que entreguen los dibujos en lápiz, que así podrán hacer más páginas, y que ya entintarán ellos, se lo encargaron a unos jóvenes que contrataron y es cuando empezó a caer la calidad del dibujo, porque aunque la base del trazo era extraordinaria, lo entintaban becarios (Ayén, 2016).

Con esta filosofía empresarial y artística, la debacle no podía andar muy lejos. Además, tras la muerte de Franco habían surgido editoriales briosas como Nueva Frontera, Toutain, Norma, La Cúpula, que volvieron viejunas las publicaciones de Bruguera durante el llamado boom de los años ochenta: los viejos lectores de Mortadelo se pasaron a las páginas de Totem, El Jueves, El Víbora, Cimoc o Comix Internacional. Algunos de los mejores artistas de Bruguera también se pasarían al nuevo modelo español de cómic (para distinguirlo del tradicional tebeo) con mayor o menor fortuna en función de su edad, salud y conexión con los nuevos tiempos (Víctor Mora, el mismo Andreu Martín, Raf, Ibáñez, Vázquez, etc.).

Los tebeos de Andreu Martín para Bruguera contribuyeron, según el propio autor, a su formación como uno de los grandes de la serie negra española, uno de aquellos que sentaron las bases de un policíaco con rasgos genéricos compartidos con otros países, pero netamente español con señas de identidad autóctonas. Desde este punto de vista, aquellos escritores fueron vanguardistas al huir de los moldes extranjerizantes en los que se movía el bolsilibro policíaco y de terror, género por lo demás apasionante y muy digno donde todavía quedan muchos autores que reivindicar con toda justicia.

 
 
Martín concedió relevancia al personaje femenino Dra. Olga Olsen en Brigada fantástica (Super Ases, 7, de 1978).

¿Existió un universo Andreu Martín? Queda demostrado que este autor creó series y personajes propios que hubieran podido resultar fácilmente interconectables, pero esto de crear universos propios no formaba parte del espíritu de Bruguera. Nunca se nos dijo que El Corsario de Hierro fuera descendiente directo de El Capitán Trueno, y éste a su vez del Jabato, ni que entre sus tataranietos se contara un tal Sheriff King. Tampoco eran frecuentes los cameos de unos personajes por las series de otros (aunque compartirían muchas portadas). Lo que no hubo nunca por parte de Bruguera fue un verdadero apoyo al tebeo de fantasía y acción desarrollado por Martín en aquellos años. Cancelaban series y personajes como quien mata moscas. Por desgracia, la inercia de Bruguera en sus últimos años, la desidia por renovar el tebeo de aventuras de la editorial, y el impulso del cómic español siguiendo modelos más radicales y libérrimos procedentes de Francia, Italia y Estados Unidos, no permitieron que las series de Martín acabaran cuajando en el espectro de publicaciones de la Editorial. En los tebeos para niños de Martín (pues no olvidemos que a niños y jóvenes estaban dirigidos, y yo mismo leí con placer La Brigada Fantástica y Míster Smog con siete años de edad) encontramos un universo apasionante de fantasía, intriga y terror donde los vicios humanos están presentes, pero abordados con cierto platonismo y juegos de sombras que, de una manera u otra, constituyen también cierta característica de la obra novelística de su autor (Malverde, 2010:248-249). Los mismos personajes protagónicos fuman, beben, tienen sus pequeñas mezquindades, o manifiestan su atracción por el sexo opuesto. Lejos de la actual disneyficación del mundo, en los tebeos de acción y aventuras de Martín no había moralina, pero sí moral: una moral de buenos muy buenos y malos muy malos, dos representaciones extremas del mundo fáciles de comprender por un lector infantil al que, poco a poco, con guiones ágiles e ilustrados por magníficos dibujantes, se le introducía en la representación de un mundo complejo donde imperan no sólo la razón, sino también las pasiones. Los hombres de los cómics de Martín (pero también las mujeres) eran íntegros, solidarios y compasivos, pues contienen los ingredientes del héroe cristiano de una sola pieza que tanto ensalzó Bruguera y el tebeo español durante su historia. Las mujeres, liberales pero en el fondo románticas, eran feministas en un sentido que hoy nos puede parecer blando, pero no dejaban de ser mujeres feministas de su tiempo como también lo fueron, a su manera, una Armonía Rodríguez o una Corín Tellado. Prueba de ello es que muchos de estos tebeos se editaron en otros países (como Fantasía S. A.), y que otros paradigmas de emancipación femenina de aquel tiempo nos llegaban de Bélgica (Yoko Tsuno), Reino Unido (Patty's World) y sobre todo Estados Unidos. Martín contribuyó a crear un Andreuverso ajustado a las directrices de la empresa, pero también muy personal, que no tuvo interconexiones entre personajes ni gozó de mucho aprecio en la editorial. Quizá algún día, en agradecimiento a sus viejos lectores infantiles (que ahora leemos con pasión novelas suyas como A martillazos, Por amor al arte y otras) nuestro autor debería recuperar a todos aquellos personajes en alguna nueva aventura grupal fácilmente justificable.

Es una lástima que la deriva de la industria editorial española en el último medio siglo, que no ha reservado lugar para El Capitán Trueno, El Cachorro o el Inspector Dan con nuevas historias, tampoco lo dejó para series con tantas posibilidades como La Brigada Fantástica, Fantasía S.A., Quinta Dimensión, Míster Smog o Centauro. Hubieran merecido mejor destino, por lo que tiene el cómic de literatura, de arte, de nostalgia y también de retrato social. En España, nos han matado a nuestros héroes.

BIBLIOGRAFÍA

  • Ayén, X., (2016): “Andreu Martín: Sentí la necesidad de contar mi vida”, en La Vanguardia, 20 de enero, disponible en línea en: https://www.lavanguardia.com/libros/20160120/301524185208/andreu-martin-necesidad-contar-vida-gaziel.html
  • Capelo, A. (2020): “La aventura en los tebeos de risa: Autores serios en una revista de humor (II): Super Mortadelo”, en La memoria frívola, 1 de septiembre, disponible en línea en: https://lamemoriafrivola.blogspot.com/2020/09/la-aventura-en-los-tebeos-de-risa.html
  • Cuadrado, J. (2000): De la historieta y su uso 1873-2000, tomo II. Madrid, Ediciones Sinsentido.
  • Echevarría, C. (2008): “Entrevista a Andreu Martín”, en El templo de las mil puertas, 8 de junio, consultable en línea en: http://www.eltemplodelasmilpuertas.com/entrevista/andreu-martin/92/
  • Guiral, A. (2010): 100 años de Bruguera. De El Gato Negro a Ediciones B. Barcelona, Ediciones B.
  • Malverde, H. (2010): Guía de la novela negra. Madrid, Errata Naturae.
  • Martín, A. (1982): “Comic-Story” (texto introductorio a la sección), en Bruguelandia, 10, Barcelona, Editorial Bruguera.
  • ―, (2015): Cómo escribo novela policíaca. Barcelona, Alba Editorial.
  • ―, y Bielsa, J. (1976): Caius How, Madrid, Editorial Doncel.
  • Navarro, J. (1979): “Mariel Soria y Andreu Martín”, en Boletín del Club de Amigos de la Historieta, 28, Barcelona, p. 5.
  • Ripoll, E. (2013): “Damaris, protagonista de Fantasía S.A.”, disponible en línea en: http://edmondripoll.blogspot.com/2013/08/damaris-protagonista-de-fantasia-sa.html
  • Sánchez Zapatero, J. (2014): “La novela negra europea: una aproximación panorámica”, en Extravío. Revista electrónica de literatura comparada, 7, Universitat de València.
  • ―, y Martín Escribà, À. (2010): “Teoría e historia de las sagas policiales en la literatura española contemporánea”, en Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica, 28, Universidad Complutense de Madrid.
  • Segarra, A. (1974): “Guionista: una profesión con problemas. Encuesta”, en Bang, 11, Barcelona, Martín Editor.
  • Taibo II, P. I. (1988): ‘Nota’ a Andreu Martín, A martillazos. Barcelona, Ediciones Júcar. [Etiqueta negra, 66]
  • Valles Calatrava, J. R. (1988): “La novela criminal española en la transición”, en Boletín del Instituto de Estudios Almerienses, 8. Almería, disponible en línea en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=81763
  • Vigueras, R. (2018): “Supernova, la pecosa de oro: ni mujer florero, ni feminista ni fatal”, en revista Trueno, 11. España, Asociación de Amigos del Capitán Trueno.

NOTAS

[1] Un buen resumen de la novela del periodo podemos hallarlo en VALLES CALATRAVA, J.R. (1988), “La novela criminal española en la transición”, en Boletín del Instituto de Estudios Almerienses, 8, Almería, pp. 227-240.

[2] «Desde muy pequeño, disfruto del placer de fascinarme y fascinar con historias de ficción. Primero, como narrador de cuentos ajenos, contando a mis amigos del colegio películas que no habían visto, o tebeos que yo coleccionaba. Más tarde, transformando esos relatos según el gusto y las expectativas de mi público. Por fin, inventándolos». MARTÍN, A. (2015), “¿Por qué escribo novela policíaca?”, en Cómo escribo novela policíaca, Barcelona, Alba Editorial.

[3] El mismo Martín nos lo explica: «No me gusta la denominación de novela criminal porque, como «mujer fatal», me sugiere algo malo, nefasto, que podría ser interpretado como una alusión a la calidad del contenido, pero cualquiera de las otras [denominaciones] me parece bien. […] Por eso he optado por este adjetivo, policíaca, de significado más amplio, en realidad el que siempre utilicé para referirme al género, desde pequeño». MARTÍN, A. (2015), “Por qué escribo novela policíaca”, op.cit.

[4] Esta serie se publicó en los números 1, 3, 5, 7, 9, 13, 16, 20 de Sacarino y en el número 2 de Super Ases.

[5] «La novela enigma nació contra el dogmatismo de la religión y la superstición para defender que la razón puede encontrar explicaciones a todo lo que parece inexplicable; y podríamos decir que la novela negra es hija directa de una reacción contra el dogmatismo de la ciencia y los autoritarismos para defender que todo es relativo y, por tanto, tiene muchas explicaciones diferentes». MARTÍN, A. (2015): “Acción. La vida es dura. Posmodernidad”, op.cit.

[6] Se publicó en Sacarino 2, 4, 6, 8, 10, 12, 14, 17, 19, 22 y en Super Ases 1 y 5.

[7] Doctor Niebla: célebre personaje creado por Rafael González y dibujado por Francisco Hidalgo para Bruguera a fines de los años 40. Las declaraciones de Martín están tomadas de Navarro (1979: 5).

[8] Los detectives aficionados y vigilantes (en su acepción inglesa) han sido apoyo de la policía en tiempos de corrupción o falta de recursos públicos, de ahí su importancia en la mitología del género. En España surgen con la incipiente democracia, pero luego cobran fuerza los policías (como en el resto de la literatura europea) hasta convertirse en protagonistas del policíaco español. También Martín se siente más cómodo con el investigador policía. Sobre el éxito del agente policíaco en España y Europa, vid. SÁNCHEZ ZAPATERO (2014).

Creación de la ficha (2021): Félix López. Corrección a cargo de Joaquín del Villar, Manuel Barrero y Héctor Tarancón. Edición de esta página a cargo de Manuel Barrero.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
RICARDO VIGUERAS (2021): "Wurks! Existió en Bruguera el universo Andreu Martín?", en Tebeosfera, tercera época, 17 (21-VII-2021). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 25/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/wurks_existio_en_bruguera_el_universo_andreu_martin.html