TEBEOSFERA \ TEBEOTECA \ DOCUMENTOS  \  ENTREVISTA

Cosiendo olas con tonsura descentrada. Entrevista a J.M. Beà. [parte dos]

Entrevista practicada por Manuel Barrero, vía por correo electrónico, entre noviembre y diciembre de 2002.

 

Drácula 10, con portada de Beà

[ Imagen: Portada de Beà para el número 10 de la revista de Buru Lan Dráculaen © 1972 J.M. Beà ].


[ viene de página anterior ]

T: La revista Drácula que fue una apuesta estimulante, al menos en la macilenta industria Española. Supe recientemente que fue distribuida en Estados Unidos (12 números) como una publicación con carisma “europeo” antes de la llegada allá de los Humanoides.

B: Fue una propuesta extremadamente arriesgada. De hecho tuvo más resonancia entre el sector profesional que en el lector de historietas común. Y no sólo se distribuyó en Estados Unidos como una publicación recopilatoria, sino que Warren incluyó mi historia “Invasión” en Eerie # 75, utilizando incluso una viñeta de la misma para usarla como portada de la revista. Sobre la repercusión en el mercado estadounidense de los autores que allí trabajaron, sin lugar a dudas fue Esteban Maroto quien fue más apreciado. Todavía hoy, algunos artistas americanos reconocen haberse sentido influenciados por el estilo del dibujante madrileño. Maroto gozó de una inestimable popularidad en Estados Unidos en la década de los setenta, recibió el premio Foreing Comic Award (Academy of Comic Book Arts) y, como es habitual en nuestro país, a raíz de dicho galardón, la crítica especializada inició una injusta campaña de desprestigio hacia Maroto en la que se empleó un ensañamiento rayano a la crueldad.

T: Quizá por cierto repudio a “lo americano” del que ciertos sectores hacían gala por entonces... En tu caso, me llama la atención tu integración en Warren: colocas enseguida los “Cuentos de Peter Hypnos”, si bien tu estilo se alejaba del más realista y formal de otros colaboradores españoles, como Torrents, García, Maroto, Auraleón, González... acaso con la salvedad de Félix Mas.

B: Yo estaba fascinado por las revistas de Warren, el plantel de artistas daba escalofríos: Frank Frazetta, Jack Davis, Wallace Wood, Neal Adams, Steve Ditko, Red Crandall, Al Williamson, Russ Heath, Rich Corben, Bernie Wrightson, Alex Toth, Jeff Jones, etc. Se trataba de autores de primera línea y que abordaban una temática que les permitía recrear su extraordinario talento. Toutain consiguió convocar una reunión en su despacho donde varios dibujantes fuimos presentados a James Warren que estaba de viaje por Europa por asuntos de negocios. Warren era un tío que vestía una gabardina blanca y se movía ante nosotros con chulería, como Bogart, mientras hablaba de condiciones para contratarnos en exclusiva para sus revistas. El precio que nos ofrecía era magnífico, lo que no sabía Warren, es que yo hasta hubiera pagado para poder colaborar en su editorial al lado de todas aquellas luminarias. Nos estrechamos las manos, y durante unos cinco años estuve trabajando ininterrumpidamente para el editor yanqui.

La primera historia (de 11 páginas) que realicé para Warren se titulaba “The silver thief and the pharoah’s daugter” del guionista Dean Latimer. Sabía que me iba a jugar el futuro con este primer trabajo, por lo que dediqué mas de diez días entre planificar la historia, visitar bibliotecas en busca de documentación, realizar sesiones fotográficas con amigos a los que disfracé con ropajes del Egipto faraónico. Tardé un mes en la realización, estaba como alelado probando todo tipo de materiales para conseguir efector muy realistas en el entintado, fregados con esponja, corcho, tejidos, raspados, insertos de tramas mecánicas, toques de lápiz difuminado, una auténtica paranoia. Se envió la historia a Warren y ése contestó con un fax expresando su felicitación. Ahora sería incapaz de obsesionarme de aquella manera enfermiza para dibujar una puta página. No sabría trabajar de aquella manera. Ya no existe la ilusión. Eerie 75

T: Experimentabas mucho entonces, sí. Con Grosz, Breugel, Gorey, El Bosco, Goya o El Greco mirando por encima de tu hombro... ¿Nunca tuviste problemas con Warren debido a tus atrevimientos plásticos?

B: Todo lo contrario, me encantaba incorporar al cómic conceptos gráficos de otras ramas del arte, como la pintura expresionista de entreguerras y el grabado antiguo. En aquellos primeros tiempos se puede descubrir en mi trabajo reminiscencias prerrafaelistas, surrealistas, dadaístas, esquemas de viejos grabadores como William Hogart, Heinrich Kley, Mervin Peake, Max Klinger, Fred Walker, o la faceta fotográfica del pintor Ben Sahn. Warren estaba encantado de que un tío europeo metiera caña cultural al asunto. Sus revistas (Creepy en concreto) alcanzaron tirajes millonarios, cubrían todo EE UU, Canadá, Inglaterra y varios países europeos. Todo dios (hablo de autores americanos), quería trabajar para Warren, y aunque pueda parecer del todo imposible, el tremendo éxito de las Warren magazines en los setenta llegó a eclipsar a las potentes Marvel y DC. Pido disculpas por la falta de modestia que pueda desprender tal aseveración. Yo sólo fui un grano de arena en la playa.

T: Sí, pero fuiste el primer español en solicitar en Warren la elaboración de una historieta con guión propio, y la ambientaste en la campiña catalana. ¿Cómo demonios se te ocurrió aquello?

B: Aunque algunos guionistas de Warren eran geniales argumentistas (Archie Goodwin o Don Glut, por ejemplo), yo tenía muchas ganas de realizar mis propios guiones, tenía la cabeza a punto de reventar de ideas. Estaba en “LA RUTA”, y cuando uno está en la vía acertada, debe procurar no descarrilar. Warren me dijo que quería leer alguna propuesta mía. Toutain le mandó “The picture of death” y le pareció un buen guión. Lo realicé y, una vez publicado, varios dibujantes yanquis me felicitaron, no cito nombres porque eso sólo debe hacerse en el colegio, es tan triste como enseñar medallas. Los premios sólo deben ser mostrados a la madre de uno para poder cultivar el complejo de Edipo.

Por aquellos días cayó en mis manos un libro sobre relatos de brujería ocurridas en Altafulla, un pequeño pueblo de Catalunya. En el libro se narraba una historia escalofriante. De allí salió la adaptación de “The Accursed Flowers”, que transcurre en una masía catalana del XIX asediada por furias infernales. Me atreví a dibujar al host [anfitrión] Creepy tocado con una barretina catalana. Por “Accursed Flowers” recibí en el año 1973 el premio Warren al mejor guión del año. Jack Kirby me mandó una breve nota de felicitación. Eso lo digo con orgullo, nada de modestia, pero nunca he llegado a entender ese generoso gesto por parte de un autor que se movía en unas coordenadas completamente opuestas a las mías. Yo asumo que no he sido un magnífico dibujante (como tal no le llego ni a la altura del zapato de Kirby), únicamente me ha interesado contar historias con el uso de imágenes poseedoras de una simbología perturbadora.  

La aventura americana ha sido la que mayor satisfacción me ha proporcionado a nivel profesional; saber que la revista para la que estás trabajando te permite codearte con los mejores y además tiene una difusión a escala mundial, es algo maravilloso. Y no quiero ocultar que gané la pasta suficiente para poder comprarme un piso y un descapotable inglés, un Triumph Spitfire MK3. ¡Hostia, así deberían ser las cosas. No es nada fácil dibujar un cómic! Cuando un trabajo no me procura buenos beneficios lo abandono. Cuando con el cómic comencé a no poder ganarme la vida, me despedí de él por mucho que lo amara. La vida es corta y me gusta gozar de sus exquisiteces antes de que la artrosis llame a mi puerta, que, por supuesto, la hija de puta algún día vendrá a por mí.

T: Incluso montaste un estudio propio por entonces.

B: Sí, en la calle Galileo. Aún recuerdo el primer día que vino a verme al estudio Ricard Castells. El era un chavalín de 15 exacerbadamente tímido. Al despedirse de mí estaba tan turbado, que en vez de abrir la puerta de la calle se metió por error dentro de una habitación a oscuras, y cerró la puerta. Yo seguí dibujando, creyendo que Ricard ya estaba en la calle. ¡Permaneció una hora en aquel lugar, en silencio! Finalmente salió y me dijo sin mirarme a los ojos: «Me he equivocado de puerta. Adiós». Era una especie de santo hermitaño, una bellísima persona, incapaz de doblegarse a estilos alimenticios. Si era necesario, el tío pasaba hambre como Soutine. No como yo que en ciertas épocas he sido un incalificable mercenario. En Rambla le rechacé una historia extrañísima, totalmente suicida en aquellos días. Este hecho no alteró nuestra amistad.     

T: Por 1973 tú seguías dibujando para los países del norte de Europa: en Alemania aparece tu firma en las publicaciones Gespenster Geschichten, de los primeros setenta, y en Spuc Geschichten, de 1978 ¿Qué obras son estas?

B: ¡Ridiela! Según mi experiencia personal toda esa pandilla de editores del norte de Europa es despreciable (hay que suponer que alguno habrá bueno). Son marcianos salchicheros que, muy posiblemente, de tanto achicharrarse en saunas y beber aquel licor de huevo dulzón de la casa Bols se les reblandecen las prolongaciones protoplasmáticas (dendritas) neuronales. Con esa gente he trabajado bastante, sobre todo realizando ilustraciones, pero siempre hemos hablado entre nosotros como amebas. Para ese dinosaurio que fue la editorial Bastei y para su infausta revista Gespenster dibujé una colección de aproximadamente treinta criaturas monstruosas a base de aerógrafo y nadie me hizo el menor comentario. No te devuelven los originales, cambian los colores, remontan lo que les da la gana, reeditan sin pedirte permiso, desprecian al autor, creen que todos los dibujantes españoles somos aldeanos que nos dedicamos a pasear por las calles con un burro cargado de cerámica. De por medio hay agentes y subagentes y tetraagentes que se enriquecen a base de comisiones. Es un mercado raro, parecido al que puede existir en el anillo de Saturno. Fuera, fuera. 

T: La aventura de Warren te mantuvo ocupado hasta la muerte de Franco. ¿Cómo viviste tú, como profesional y como ciudadano, el fin de la Dictadura?

B: Se trató de una liberación de proporciones cósmicas. Algo grande, cuya evocación ocuparía muchas páginas. 

T: Y con la Transición llegó el “boom” del cómic en España y el interés de Toutain por comercializar Warren en España, para lo cual edita Creepy y 1984. Tú comienzas “Historias de la taberna galáctica”, un hito en nuestra historieta. ¿Qué fue de aquella acusación te hicieron en 1979, de “ofensa moral” por los contenidos de una historieta de aquel serial?

B: El clima, como es natural, estaba extremadamente politizado. De repente los quioscos se llenaron de infinidad de revistas satíricas en las que uno podía expresar, más o menos, lo que le viniera en gana. Había una cantidad ingente de trabajo para publicaciones como Por favor, Matarratos, Muchas Gracias, Eh!, El Papus, etc. Estábamos en plena época de aperturismo carnal, no había revista que no mostrara una galería de mujeres con las tetas al aire, pero en aquel contexto, este hecho, más que una manifestación machista se trataba de un acto de subversión contra la censura del anterior régimen. Por una historia erótica de dos páginas aparecida en Muchas Gracias (aquí se confunde el magnífico historiador David A. Roach  [en Comic Book Artist # 4] al atribuir esas páginas a Historias de Taberna Galáctica), fui denunciado por la Audiencia Provincial de Barcelona como autor criminal responsable de un delito de Escándalo Público. Se me condenó a tres meses de arresto mayor, multa económica, y seis años de inhabilitación de dibujante de “cómics”. En 1983 fui indultado. Lo mío no fue nada comparado con el asedio al que fue sometido Giménez que recibía constantes amenazas de muerte por parte de grupos de ultraderecha. Y encima Carlitos tenía los cojones de dar la cara, de retarles. Giménez fue un gran luchador. Bueno, no quisiera parecer el abuelo Cebolleta, salto de tema.

T: Yo también: En 1979 elaboras algunos cómics para la entonces revista El Víbora: “Cartas del manicomio”. ¿Te sedujo el tímido movimiento underground español de entonces?

B: Un amigo que residía en Los Ángeles, me mandaba regularmente publicaciones tipo East Village Other o Zap, en ellas descubrí al genial Crumb. Su revulsiva propuesta también supuso un mazazo en mis neuronas, procuré seguir sus trabajos (y los de Shelton, Spain, Wilson, etc.) que me tenían cautivado: ¡Aquello si que era un duro enfrentamiento al Sistema! José Mª Berenguer me pidió que colaborara en El Víbora, y lo hice en los dos primeros números de la revista, pero yo estaba inmerso en la realización de “Taberna” y mis intereses iban por otros derroteros. Siempre he admirado mucho a todos los primeros integrantes de El Víbora, a Nazario, Gallardo, Mariscal, Max, Martí, Pons, Mediavilla, etc., los considero una promoción muy intrépida, inteligente, anárquica, valiente, renovadora, agresiva, pero esos jodidos quince años de edad Página mencionada. Clic para ampliarque nos separan no pueden obviarse. He de reconocer que me he sentido muy querido por todos ellos y siempre que puedo les doy un beso.

T: Quisiera terminar corroborando si te has sentido muy orgulloso con las menciones que te ha hecho Alex Toth en Comic Book Artist...

B: Pues sí. En la página 44 de Comic Book Artist # 11, dedicada íntegramente a Alex Toth (al que yo he idolatrado desde mi adolescencia), el dibujante americano citaba a sus dibujantes preferidos. Bernet se quedó de pasta de boniato cuando vio que en la lista (manuscrita por Toth, e imitando firmas) nos incluía a él y a mí (la lista eriza el vello de la nuca). Bernet me llamó y me envió envió el documento. Yo había compartido páginas con Toth en las revistas de Warren y cuando le conocí personalmente en 1981 me dijo que le gustaba mi estilo "gótico" y la integración en el cómic de elementos de mi país, pero en aquel momento creí que se trataba de un típico comentario cortés. Otro recordatorio de Toth

Hasta que no me lo has comentado, no había visto el especial sobre Warren y la "Spanish invasion". Hoy ha caído en mis manos la edición del Comic Book Artist que luego reeditaron en Warren Companion. Que gracia, que cara de pipiolo meto en aquel dibujo, y no te digo nada de las ilustraciones pop para Inglaterra y el Space Ace. Es díver. Pero lo más díver ha sido descubrir la entrevista a Alex Toth, en la que dice que yo soy "su favorito entre ellos" (los dibujantes españoles). Joder, pero si yo como dibujante no le llego al metatarso a ese monstruo que he admirado desde que tenía quince años. Me cuesta creerlo.¿Qué ha visto en mí este hombre? ¿Será amor?


VÍNCULOS:

Ficha de J.M. Beà
Reseña de En un lugar de la mente
Reseña de Historias de Taberna Galáctica
Reseña de La Muralla

Entrevista a J.M. Beà por Manuel Barrero
Galería de imágenes

Reciente entrevista con Beà


[ © 2003 Manuel Barrero, para Tebeosfera 030131  ]