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LAS MEMORIAS DE CAVA. ENTREVISTA A FELIPE HERNÁNDEZ CAVA ( parte 4 y final ).

Entrevista celebrada el día 27 de mayo de 1995, en el estudio de F.H. Cava en Madrid.
Trascripción de Jorge García y Manuel Barrero.

[ es parte cuarta y última. Leer parte tercera ]

[ Cubierta de la edición de Casset de Berlín 1931, uno de los trabajos de Cava con Raúl, autores sobre cuya afinidad se trata en este parte de la entrevista. ]


[ Entrevista dividida en cuatro partes. Leer parte:    1     |    2     |    3     |    4   ]

(...)

A.- Pero Micharmut parece muy hermético de cara a una posible colaboración con él, por lo menos se ve así desde fuera.

FHC- A lo mejor aparecía otro Quique [Micharmut] o... no sé cómo sería eso.

J.- A mí me interesaba mucho su relación tanto con los personajes femeninos como con las dibujantes. Cuando trabajas con Ana Juan, con Laura…, recuerdo ahora mismo un trabajo con Mari Carmen Vila…, ¿lo encaras de manera distinta al trabajo con un dibujante?

FHC- Bueno, respecto a lo de los personajes femeninos, aquí hay todo tipo de disparidad de criterios. Hay gente, y así está escrito por David Muñoz, que dice que soy una calamidad con los personajes femeninos. En concreto, me parece que estaba hablando de Lope de Aguirre y de la poca importancia que tiene la hija de Lope de Aguirre y tal. En ese caso, a mí me cuesta verlo, porque dentro de la aventura de Lope de Aguirre yo creo que le he concedido mucha más importancia de la que en realidad, generalmente, se le da, tanto a su hija como a Elvira. De todas maneras yo soy consciente de que me quedan muchas cosas por aprender y que, la mayoría de las veces, en cuanto a los personajes femeninos, aunque trato de hacerlos con mucho cuidado, yo creo que todavía se me siguen escapando muchas cosas, y alguno de mis enemigos puede que tenga razón cuando ve en esos personajes elementos un tanto arquetípicos. Esta es una de las pedradas que me puedo tirar yo mismo a la cabeza.

Yo, por pertenecer a determinada generación y por haber vivido muy de cerca lo que fue el resurgir del movimiento feminista en este país, siempre me encontré muy cerca de todo lo que fue aquel despertar, sobre todo a finales de los años setenta; de este movimiento y de determinados colectivos con los que estuve relativamente involucrado. Y es una causa que siempre me ha parecido una gran causa y que, desde luego, su tiempo no ha pasado. Es más, en ocasiones advierto con seria preocupación, en determinadas jóvenes generaciones, que se ha hecho demasiada tabla rasa con muchas de esas conquistas, y me sorprende ver mujeres que están tratando de encontrar su equiparación con los hombres incorporando comportamientos absolutamente machistas. No puedo entender, por poner un ejemplo concreto, que gente como este cantante que hay –también actor–,Nancho Novo, cante divertidamente canciones sobre las violaciones, coreado con alegría por jóvenes adolescentes que hay en su actuación, por mujeres adolescentes…

Yo, además, traté de hacer durante bastante tiempo con Mari Carmen Vila, con Marika (con quien yo tenía en ese momento una relación sentimental con ella), una historieta que recogiera parte de toda esa problemática que, con excepción únicamente de los trabajos de Nuria Pompeia, no estaba presente en los tebeos. Supongo que el hecho de haber vivido con la que es mi mujer y sus tres hijas adolescentes durante bastante tiempo me ha hecho ser bastante receptivo a lo que es el mundo de las mujeres. Aún así, y volviendo a lo que decíamos antes, yo, que procuro ser algunos dirían que demasiado correctamente político, tema del que se podría hablar también largo y tendido... No es por un tema de corrección política, sino porque siempre me ha interesado más el mundo de las mujeres, en general, que lo que entendemos por el mundo de los hombres. Y, de hecho, se da la circunstancia de que a mis mejores amigos los veo muy preocupados por conocer su lado femenino y por dejar que ese lado femenino hable, como es el caso de Federico del Barrio o de Raúl. Alguna de las mejores historias de mujeres de este país las ha contado Federico. Y, a propósito, una grandísima historia de mujeres es la que ha escrito una guionista [Lilia Ambrosi] para Mattoti, que se publica en el tebeo Nosotros somos los muertos de Max, una historia impresionante de mujeres, de lo mejor que he leído yo desde ese punto de vista. Y yo trato de captar todo ese mundo, a veces se me escapa y a veces no.

Digamos que la historia más de mujeres que yo he hecho, o intentando ahondar más en ese mundo, es la que he escrito para Laura [recogida en el primer número de El Ojo Clínico] que supongo que podremos ver cualquier mes de estos con un poco de suerte. Para mí es una forma de intentar demostrarme primero a mí mismo y, luego, a alguno de estos acérrimos enemigos que tengo, que el de las mujeres es un mundo que me interesa y donde creo que puedo llegar bastante hondo contando cosas. Aún así, ya digo, yo reconozco que hay momentos en los que puedo caer en determinados estereotipos, pero tiendo a ser mucho más respetuoso con los personajes femeninos que con los personajes masculinos, me atraen mucho más, aunque en mis historias también tiene un gran peso lo que son las historias entre hombres y, sobre todo, las historias de la amistad. Siempre estoy hablando de lo importante que es la amistad. Es uno de los valores que yo tengo en más altísima estima, hasta el punto de que, personalmente, soy incapaz de concebir el amor y la pasión por una mujer sin que medie también ese factor de amistad. No sé si he respondido con esto a tu pregunta... Y por eso me sacan de los nervios gente con quienes las diferencias que mantengo son de índole teórica o algo así. Quiero decir: si a mí me sacan de los nervios gente como Mónica y Bea, es decir, Segura y Calvo, o Miguel Ángel Martín, es más por todas estas cuestiones que porque yo tenga algún problema. Ni tengo problemas personales ni, desde luego, tengo problemas de índole moral. No es que yo sea un puritano que está lleno de fantasmas y no soporta estas cosas porque son demasiado duras para mí. O, como dice también algún crítico de cómic, que nos tilda de "nenitas" a Fede, a Raúl y a mí porque considera que nuestros estómagos son demasiado blandos para soportar estas cosas... Con la paradoja de que tratan, a veces, de descubrirme aspectos y autores de la pornografía o del gore que cuando ellos estaban jugando a la comba y haciendo el idiota por ahí yo ya había tratado personalmente. Pero, bueno, en fin, son estas cosas...

J.- Una de las cosas que asoció siempre contigo es que tratas de hermanar ciertos medios, que tratas de aportar cosas de la literatura o el cine...

A.- Influencias.

J.- Sí, pero me da la impresión de que está "traduciendo", no que estés "transcribiendo" un medio a otro, sino que lo "traduce".

FHC- Yo es que soy un tipo muy disperso. Además, siempre me ha encantado cultivar esa dispersión, y a mí son muchísimas las cosas que me interesan. Y los medios. Estamos hablando de historieta porque estamos hablando de esto, pero, por ejemplo, con mis amigos prácticamente no hablo de historieta, hablo de otras cosas. A mí me interesa la filosofía y me interesa la historia, me interesa la novela policíaca y... Yo he estudiado Historia del Arte, y cuando tengo oportunidad me gusta trabajar un poco en ese campo. El año pasado, con dos compañeras de la revista Lápiz, preparamos para Arco un número, yo creo que bastante interesante: Claves para la comprensión del Arte Contemporáneo. Hoy por hoy, yo creo que es la bibliografía más completa que existe sobre arte contemporáneo para saber qué tipo de libros uno puede consultar y donde, además, hacíamos nuestras valoraciones de algunas obras que nos parecen emblemáticas. A mí me interesan tantas cosas, me interesa el cine y la literatura y... Sobre todo me interesa la vida y, la mayoría de las cosas que yo, digamos, "traduzco", son, disfrazadas muchas de ellas, pero son problemas... No problemas personales; vivencias, mejor dicho, eso sí: son vivencias personales que he tenido. Quizá porque como he estado dando botes desde muy pequeño de aquí para allá, he tenido oportunidad de verme confrontado con cosas que, muchas de ellas, hubiera preferido no conocer.

Lo que pasa es que la historieta, la pobre, mi pobre y querido medio, se queda, a vece, demasiado pequeña. Por eso tenemos que tratar de encontrar más límites, porque a veces se queda demasiado pequeña para poder volcar en unas pocas viñetas sensaciones que uno ha experimentado. A lo mejor por eso me gusta mucho más escribir con sobreentendidos, pero esto ya desde la época de EL CUBRI (menos en lo que eran, estrictamente, los trabajos panfletarios, que aquello tenía que ser todo absolutamente cerrado), me gusta dejar muchos cabos sueltos porque, la mayoría de las veces, las cosas las vivimos también de esa manera, y detrás de una frase que decimos se pueden entender muchas más cosas y, a veces, hasta detrás de un monosílabo. Y he hablado mucho, también, de la importancia que para mí tiene el silencio en la historieta, y no sólo el silencio dentro de las viñetas, sino el silencio ese que es el que más vértigo me da y más me apasiona: el que hay entre viñeta y viñeta. Por eso, después de una etapa que fue bastante experimental -la de EL CUBRI- y con excepción de algunos trabajos hechos en los últimos tiempos (a lo mejor con Raúl), hay veces que en esos trabajos más posibilistas con Federico del Barrio me gusta que todo sea, en apariencia, absolutamente ordenado, cuadriculado: seis viñetas por página y las seis tienen el mismo tamaño y no hay ningún tipo de alegría en la compaginación o algo así. Porque creo que, y esto tiene que ver con lo que decíamos antes de los códigos narrativos, cuando uno tiene que hacer una historia de serie negra, en ocasiones volver a esa especie de remanso cuadriculado de la página ayuda a disfrutar mucho más y a explorar mucho más todos esos silencios que hay entre viñeta y viñeta. Y también porque, y lo veremos con el paso del tiempo, muchas de las alegrías de planificación que estamos viendo actualmente en la historieta, dentro de unos años, cabe suponer que nos den risa o que carezcan, ya, de ese factor sorprendente y las veamos como podemos ver ahora el Tarzan de Hogarth: como una cosa un poquillo rara. Yo creo que es bueno volver al clasicismo en determinadas cosas, y volver al orden, y entonces decir: «bueno, ahora voy a sacarle el jugo a este orden». Lo que no quita para que haya trabajos que se puedan hacer explorando por otros caminos.

A.- ¿Qué nuevos límites se podría plantear uno?

FHC- ¡Jo! Eso no lo sabemos.

A.- Alguna idea...

FHC- Yo, lo que sí agradezco a Raúl y a Federico es que yo, cuando hacía historieta, tenía todavía demasiado presente el cine y la literatura. Federico y Raúl (y sobre todo Raúl) me han hecho olvidarme del cine y de la literatura para encontrarme sólo con lo que es la historieta y con lo que puede ser la historieta. Por eso, uno siempre aprende, y sigue aprendiendo, ya digo. Yo espero hacer mejores personajes femeninos algún día, como espero otras cosas.

J.- Eso me recuerda a Alberto Breccia, un hombre que también tenía muy claro que la historieta estaba demasiado encajonada, que seguía unos códigos que no eran…

A.- No eran suficientes.

FHC- Hombre, es que uno elige padres dentro de este terreno, y yo, en cuanto a los dibujantes, he elegido mucho estar bajo la estela de Breccia, y me gustan los dibujantes... no que dibujen exactamente como él, pero sí que se mueven dentro de ese tipo de inquietudes que tenía Breccia. Lo mismo que, de entre los guionistas, a mí Carlos Sampayo es uno de los que más me interesa de todos los que ha tenido la historieta, y yo, a veces, vuelvo a los trabajos de Sampayo intentando aprender cosas de él, aunque luego creo que somos bastante distintos en otras cosas. A la hora de contar, también Alberto Breccia era un hombre que se escondía detrás de una imagen muy fría y huraña, que luego no respondía a la realidad, pero de entrada era muy difícil llegar a él, y en sus trabajos, a veces, él está muy contenido. Yo, a veces, y sobre todo en esos trabajos más posibilistas, dejo aflorar una vena más sentimental, digamos, porque me parece, conociendo como creo que conozco el medio hasta ahora (y me falta mucho), creo que hay recursos que tiene la historieta con los que uno puede conseguir ese grado de simpatía con el lector, esa cosa, ese escalofrío que yo, a veces, siento cuando leo la historieta de Mattoti en Nosotros somos los muertos, o cuando leo la de Max, también, en ese mismo tebeo. Esa especie de calambre que me recorre la columna vertebral leyendo determinada viñeta o cuando termino de leer toda la historia... Son años haciendo esto y, a veces, es una forma de avisar a ese lector con el que uno piensa que puede tener cosas en común, de: «¡Eh!¡ojo!¡Estoy aquí!¡Soy de los tuyos!»

A.- Me han comentado que has dicho que casi no lees historieta.

FHC- Leo muy poca.

A.- Quizá sea tirarse piedras al propio tejado.

FHC- No, no. Es que... por ejemplo, aquí, en este cuarto, los tebeos que me he subido de abajo son los que había ahí, en la entrada. Ahí hay tebeos que yo he leído de pequeño y otros que me han ido enviando. A veces hay en las editoriales algún responsable que dice, bueno, aunque éste no se dedica exactamente a la crítica, le voy a enviar algunos tebeos o algo así. Hace muchísimos años que son muy pocos los que me compro. Pero no es porque me tire piedras: es que la mayoría de las veces encuentro muy pocas cosas que me satisfagan. Cuando el año pasado me pidieron votar para lo de Barcelona, pues, la verdad, estuve pensando durante un tiempo y para mí era un drama, porque eran muy pocas las cosas... No es que esté desinformado, hay amigos, como Lorenzo Díaz, que me persiguen y me dicen: «lee esto, lee lo otro», y gracias a Lorenzo de repente descubrí Sambre antes de que se editara aquí, pues él me dejó la versión francesa. Pero, a veces, otras cosas que me pasa Lorenzo no me interesan lo más mínimo. Y, entonces, la emoción esa se acaba reduciendo muchísimo. Este año estuve en el Salón de Barcelona, me dediqué a revolver por completo todo lo que había en los puestos. Bueno, pues, al final, mi balance de lo que me puede interesar de todo lo que ofrecía ese Salón se reducía a la revista de Max Nosotros somos los muertos, al segundo álbum de Santiago Sequeiros y hay una tercera cosa que, ahora mismo, no recuerdo.

J.- Creo que Fred ha publicado...

FHC- Fred ha sacado un álbum en Grijalbo, por ejemplo, que, ¿ves?, era otra de las cosas. Una mañana bajé a desayunar en el hotel y él acababa de llegar y estaba allí, desayunando en una mesa. Yo había quedado con Brocal y con Manel en otra mesa, y le vi, a Fred, y me abalancé sobre él a decirle... Yo ya le conocía, porque la única exposición sobre Fred que se ha hecho en este país, una antológica, la monté yo en el centro cultural de la Villa, hace como seis o siete años. No me recordaba, a lo mejor porque unas veces llevo barba y otras no. Estuve hablándole de que yo creo que es uno de los hombres con más talento que ha tenido este medio y, justamente, de los que más lo han explorado. Aunque el álbum éste, que todavía no lo he visto, me han dicho que no es de los mejores álbumes de Fred. No sé, tampoco me fío yo de ese tipo de opiniones, y el álbum no lo conozco, además. Pero, del resto, poco más... Porque yo, por ejemplo, con los manga, para encontrar un manga que a mí me interese de todos los que me dejan, sufro, sufro, no puedo yo con eso.  De los japoneses, eso sí, recuerdo (y se lo he recomendado a todo el mundo) que el álbum de Tatsumi que sacó La Cúpula a mí me parece impresionante. Yo he tratado de encontrar más cosas de ese hombre, pero yo no sé que ha sido de él. La altura que tenía este hombre como guionista, no la he encontrado en ningún otro. No digo que no sea producto de mi desconocimiento, en general, del mundo del manga, pero, aún no me he encontrado con otro comparable. He visto cosillas, en lo de Rumiko Takahasi, apuntes de cosas que me interesaban, pero no hasta el punto en que me interesó Tatsumi.

J.- Entre la gente que te interesa siempre citas a Berardi y Milazzo.

FHC- Sí, sí, porque Berardi y Milazzo -aparte de que a mí Berardi me parece un pedazo de guionista- es gente que puede hacer una historieta absolutamente digna, con una gran calidad y que, además, la pudiera entender todo el mundo, que es donde yo he intentado moverme con los trabajos de Amorós. Yo creo que, ahí, Berardi y Milazzo son impresionantes, son magníficos, y hasta en trabajos tan comerciales como en los de Ken Parker... Ojalá todos los tebeos comerciales tuvieran ese mínimo.

J.- Y, luego, Yann.

FHC- Yann es un grandísimo guionista también. Pero, al final, es que hay muy poco en lo que fijarnos y, no sé. A mí, me parece también una grandísima obra el Maus de Spiegelman.

A.- ¿Y proyectos, qué se va a...?

FHC- Proyectos hay muchos enterrados en el cajón. No me preocupa. Como siempre hemos sido francotiradores, la cosa será así. Pero, yo creo que hay que prepararse todavía para una oleada, si cabe, aún mayor de los manga, que va a durar un tiempo. Esto será una borrachera, lo que pasa es que es un tiempo que yo creo que pueden ser unos cuantos años. Para sobrellevar todo eso, lo mejor es recogerse con los amigos y tratar de poner en marcha proyectos minoritarios, pero que sirvan para que esporádicamente vayan apareciendo trabajos. Es muy sintomático con Max y su revista. Yo había estado en el Salón de Barcelona con anterioridad, hace cuatro años, entonces estuve en una mesa redonda donde estaba Max, y donde él abogaba por que el camino era hacer una historieta muy comercial, con un personaje fijo, que pudiera interesar a todo el mundo. Yo, ya entonces, aquello no lo veía. Y Max cada día es más consciente, y ahí está su espléndida revista, de que nos hemos quedado en un gueto y ya no hay posibilidad. Ni siquiera aunque se lo plantease de una forma más comercial yo creo que Max, ahora, tendría esas posibilidades que tuvo en otro momento...

Luego, hay síntomas que me estimulan. Me estimula, por ejemplo, saber del entusiasmo de Gallardo por El Artefacto Perverso (nos ha llamado repetidas veces), pareciendo, a priori, que Gallardo está en un camino absolutamente opuesto. También él ha demostrado en el tebeo de Max que está bastante decidido a contar -un poco por lo mismo que a mí me ha movido- las vicisitudes de su padre y a contar la guerra de España a partir de los recuerdos de su padre. Como, por otro lado, le pasa a Arnal Ballester, que ha estado durante mucho tiempo apartado de la historieta y tiene intención, también, de contar la guerra y, de esta manera, rendir un tributo a su padre. O sea que, con un poco de suerte, a lo mejor, nosotros, los pesados de la guerra y la posguerra, al final encontramos que los que la gente tiene por modernos acaban siendo compañeros de viaje en esta aventura de la memoria. Confiemos en que haya cosas así, positivas.

A.- Alguno de esos proyectos en concreto, ¿puedes adelantarnos algo?

FHC- Pues, por ejemplo, ese proyecto con Raúl, no sé cuándo lo podrá empezar. Sería una historia sobre el mundo del flamenco. Y luego, la idea de intentar constituir una especie de núcleo internacional de dibujantes un poco marginados...

A.- Atípicos.

FHC- Atípicos, sí, marginados por la industria. Yo creo que tenemos ya bastantes contactos, en América y en Europa, para que todo eso que, hasta ahora, no es más que una relación personal y por carta pudiera cristalizar en un momento determinado en algún proyecto que no tendría que ser muy caro, económicamente, y que sirviera, por un lado, para aunar esfuerzos, y, por otro lado, para difundir los trabajos de muchísima gente a la que le preocupan las mismas cosas y que está absolutamente desperdigada por este planeta, y absolutamente ignorada en sus países. Y son muy buenos, algunos de ellos.

A.- Un rumor que me ha llegado es, incluso, una especie de colaboración con Mazzucchelli.

FHC- No, la historia es que, como preámbulo, un poco, a todo eso, empezamos a tantear a diversos dibujantes de varios países para ir reuniendo trabajos de ellos hechos con absoluta libertad y, luego, una vez que tuviéramos todos estos trabajos, ver cómo podíamos difundirlos. En la primera selección que yo hice incluí a Mazzucchelli, y le propuse que participara. Mazzucchelli me contó, primero, que estaba haciendo la adaptación de Auster y estaba muy liado, que luego lo haría. Después hubo un período de silencio. Luego volvió a escribirme diciendo que ya se ponía a hacer el trabajo y, justo hace dos semanas o así, me llegó una carta suya diciéndome que se le había complicado mucho. Él está ahora en Japón, se ha ido a trabajar un tiempo. Me escribía desde allí diciendo que más adelante, si seguimos con esta idea, pues a lo mejor sí puede participar, pero, hoy por hoy, lo ve difícil. En cualquier caso, sí que tenemos ya reunidos algunos trabajos de gente muy dispar, de muchos sitios, y ahora vamos a ver qué podemos hacer con ellos. Pero, nada, Mazzucchelli, al final, es imposible. No está mal el trabajo de Mazzucchelli, a mí...

A.- Ha sido sorprendente, empezar de dibujante de superhéroes y llegar al Rubber Blanket que está haciendo. Es algo absolutamente inusual... Y gratificante.

FHC- Sí, es muy gracioso, porque cuando yo le conocí –nos encontramos en Brasil hace dos años-, lo primero que me dijo es: «me falta el número 4 de Medios Revueltos».

A.- A mí también.

FHC- Y, luego, me sorprendió que el tipo se conocía perfectamente, (todavía no había venido a España) todos los trabajos. Su mujer [Richmond Lewis] estaba muy interesada (porque era una gran fan de Víctor Aparicio) en que le hablase de Víctor Aparicio, por saber quién era, cómo era, qué hacía y esas cosas. Pero, vamos, es de los autores americanos que los puedo sentir como de la familia, Spiegelman y Mazzucchelli, que son muy distintos.

A.- De qué más autores...

FHC- Es una familia muy amplia.

J.- Recuerdo que hablabas en una entrevista en URICH, hace cuatro o cinco años, de lo de la familia "madrizleña", y decías que no tenían porqué ser necesariamente autores de Madrid...

A.- Claro, hablaba de la escuela Mokka.

FHC- Sí, por ejemplo. Pero el Madriz, en ese sentido, nunca fue sectaria con la gente de otros sitios, y a mí, personalmente, me agrada llegar a Barcelona y encontrar a Bartolomé Seguí y escucharle decir que nunca fue tan libre como en la época en la que trabajó para el Madriz, y nunca experimentó tanto como entonces. O pensar, como siempre he pensado, que el mejor trabajo de Das Pastoras es el que hizo para Madriz sobre la Santa Compaña. En el Madriz nunca hubo ese rollo, que, luego, yo sí he sentido en determinados círculos de Barcelona: «estos son los de Madrid» o algo así. Quiero decir: hay gente con la que puedo no tener nada que ver, pero mi familia son esos, son Ricard Castells, Laura y Micharmut, y mucha gente que viven diseminados por la geografía española y gente que vive fuera. Y lo de Mokka es una gente que estudia en Saint Luc, todos, que se aprenden muy bien el Madriz y cuando ellos empezaron y vinieron aquí, a España, a conocernos, uno dibujaba como Javier de Juan, el otro como Federico del Barrio... Luego han cambiado mucho y hoy, yo creo, es de lo más interesante que hay en Europa. Yo considero de la familia incluso a gente que no participa exactamente de mi forma de ver o contar las cosas, porque, entre lo que hago y lo que hace Micharmut, en apariencia, no hay nada y, sin embargo, aparte de que me parece uno de los talentos más grandes que hay en este país, en este medio, pues, Micharmut es una de las personas con las que más... vamos: hermanos de sangre.

[ Esta entrevista será ampliada con otra que le practicaron los mismos un par de años más tarde. La transcribiremos para editarla en la siguiente edición de Tebeosfera ]


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[ © 2003 Jorge García y Álvaro Pérez, rescate que a bien tuvieron hacer para Tebeosfera 030930 ]