TEBEOSFERA \ TEBEOTECA \ OBRAS \ REVISTA DE Y SOBRE CÓMICS

ZEPPELIN

Zeppelin.

1973-1974.”Revista mensual del cómic” / revista de historietas, o tebeo, con textos sobre humor gráfico e historietas, San Sebastián   números # 1 (IX-1973) a # 12 (VIII-1974)  |  mensual  |  precio facial: 50 pesetas (0,3)  |  34 x 24 cm.  |  de 64 pp. –con grapa-, b/n, más cubiertas en color.

Edición: Buru Lan S.A. de Ediciones, San Sebastián  I  Dirección: José María Mendiola Insausti  I  Dirección artística: José Manuel Horna Rosich  I  Coordinación: Miguel Ruiz Márquez  I  Impresión Heraclio Fournier, S.A.  I  Colaboradores: Esteban Bartolomé López, José Ignacio Fontés, Román Gubern, Francisco Hidalgo, Francisco López Mora, Terenci Moix, Armando Salas, Pedro Tabernero, Piero Zanotto, Alfredo Taberna, Claudio Bertieri, Juan González Yuste, Enrique Martínez Peñaranda, Carlo Frabetti.
Redacción: Avda. de Francia, 4, San Sebastián.
Depósito Legal: VI. 830/1973

Cubierta de Zeppelin, 1, de Serafin.

[ Ilustración de cubierta del # 1 © Serafín ]


Zeppelín, comentario

Indización

Galería de portadas


ZEPPELIN. Buru Lan y el sabor a lo clásico, por Eduardo Martínez-Pinna


Introducción.

Zeppelin es un magazine en formato tabloide (340 por 240 milímetros, casi el doble que un comic book) publicado entre 1973 y 1974, en el final de la trayectoria de la editorial vasca Buru Lan, y subtitulado “Revista Mensual del Comic”. Cronológicamente está situado al final de la dictadura del general Franco, en un escenario histórico, el de finales de los años sesenta y primeros años de la década de los ochenta, que es una plétora de acontecimientos políticos, sociales y culturales responsables en gran medida de los hechos que rigen el mundo de nuestros días. Estos sucesos políticos, constituyen entre otros, el cuestionamiento de las guerras coloniales, tipo Vietnam, el desprestigio del PCUS, con la lógica ascensión de la socialdemocracia, que cubra la banda ideológica de la Izquierda, la política de Bloques con consolidación de la Guerra Fría, y el polvorín siempre encendido del Mediterráneo Oriental. Entre los hechos sociales más relevantes, figuran los rescoldos encendidos del “Mayo Francés”, el pacifismo, los hippies, la liberación sexual, consumo de estupefacientes, el feminismo (llamado en aquellas épocas “women’s lib”) y el “black power”. Toda esta constelación fáctica ha consolidado unos cambios culturales que en su origen son consecuencia directa de todos estos acontecimientos mentados. El incremento de prestigio de manifestaciones más o menos artísticas, desde un nivel de subcultura a un nivel más o menos normalizado tiene su origen en esta época. La radicalización de temáticas sexuales, consumo de estupefacientes, liberación femenina… hallan su hueco expresivo en el movimiento underground, con manifestaciones en cómics, rock y cine principalmente.

En España, pese a la impermeabilidad del régimen dictatorial, la sociedad se va impregnando de estos cambios. La ominosa, espuria y sobre todo, aburrida censura va cediendo terreno en todos los ámbitos. Su arrinconamiento beneficia cualquier manifestación cultural, siendo las primeras afectadas aquellas que no tienen una fuerte difusión mediática. La narrativa de ciencia ficción y de gángsteres, comienza a ser consumida masivamente. Las historietas incrementan su nivel de prestigio y de publicaciones, apareciendo artículos en los principales semanarios desde mediados de la década de los sesenta, en Triunfo, Gaceta de la Prensa Española, Siglo XX, Informaciones, Fotogramas y La Vanguardia. También se editan libros con esta temática como Historia y anécdota el tebeo en España (1965) y Tebeo y cultura de masas (1966), ambas de Luis Gasca, El apasionante mundo del tebeo de Antonio Lara, para Cuadernos para el Diálogo, (1968), o Los cómics, arte para el consumo y formas pop de Terenci Moix (1968).

El tabloide Zeppelin se muestra como continuador de toda esta línea editorial. Aun subtitulando “revista mensual del comic”, una significativa parte de sus artículos versarán sobre temas de ciencia ficción y género negro. Recuérdese que durante los comienzos de la década de los ochenta, buena parte del público aficionado a los cómics lo era también de estas temáticas, hecho evidenciable en el incremento de editoriales que publicaban narrativa de ciencia ficción (Acervo, Ultramar, Bruguera, Edhasa, Siruela…) y de género negro (Bruguera, Forum, Debate…). Por esta razón Zeppelin, además de ser una continuadora, es una precursora del gran cambio editorial surgido un lustro después, y que coincidió con la consolidación en España de todos los movimientos culturales que habían nacido tanto en Europa como en EE UU desde finales de la década de los sesenta. Pero Zeppelin también se muestra antecesor en la orientación ideológica que imprime a sus artículos. Desde el nivel permitido por la censura agonizante, orienta buena parte de su discurso hacia una izquierda socialdemócrata cuyo prestigio internacional se había consolidado. La liberación de la censura y el comienzo de la democracia en España pocos años después, producen este efecto reactivo y pendular en la orientación ideológica de las publicaciones de historietas de la nueva era. Los comentaristas y críticos de la época plasmaban –en muchas ocasiones con verdadera temeridad– que los cómics realmente buenos eran de ideología socialista o marxista, y, si no lo eran, se forzaban a que lo fueren o simplemente se desprestigiaban: Tintin fue nazi; Carlos Giménez renunció al premio Emilio Freixas del festival de Gijón de 1979 por tenerlo Milton Caniff, muy separado de él ideológicamente; Jesús Blasco y Víctor de la Fuente fueron gratuitamente tildados de izquierdistas. Que estos ejemplos sirvan para ilustrar esta idea, lejana en intención de crear polémica.

Buru Lan S.A. de ediciones.

Fue una editorial vasca con sede en San Sebastián, dirigida por Luis de Aramburu. Su director editorial fue Luis Gasca, si bien esa figura y el nombre se perdieron durante la última época de la editorial (de hecho Luis Gasca aparece como director de la editorial Pala de San Sebastián en los años 1973-74). Su gran aportación al mundo editorial español consistió en la publicación de cómics en formato fascículo, con los evidentes propósitos de fomentar el coleccionismo, dar una garantía de continuidad en los productos, que en muchas ocasiones no cumplió, y sobre todo prestigiar la publicación de cómics en formato de «lujosos tomos», al poner a la venta tapas aptas para la encuadernación. En su andadura editorial los aciertos, que los tuvo, y muchos, se alternan con los fallos y arbitrariedades. Pese a todo, su labor editorial es admirable y la cantidad y calidad de material editado avalan esta idea. En formato fascículo publicó las siguientes obras:

Clásicos servidos por King Features Syndicate.

1. Flash Gordon en 144 fascículos de cadencia semanal, comenzados en mayo de 1971. Contienen la totalidad de la obra de Alex Raymond, Austin Briggs y las daily strips de Dan Barry. Este personaje no se editaba en España desde la última publicación de editorial Dólar en 1964.

2. El Hombre Enmascarado (The Phantom), que incluía las daily strips de Ray Moore y Wilson Mc Coy, con guiones de Lee Falk. Buru Lan lo publica entre enero de 1971 y marzo de 1973: 84 fascículos, con obra eminentemente de McCoy, que intercalaba la de Moore. La última publicación anterior a Buru Lan se debe a editorial Dólar en 1958.

3. Príncipe Valiente. La edición, comenzada en 1972, constó de 96 fascículos y como las anteriores fue de cadencia semanal. Incluía la práctica totalidad de las strips de Foster hasta 1971, aunque se habían suprimido varias páginas, las correspondientes a las fechas: 2-IV-1944, 24-V-1953, 31-V-1953 y 7-VI-1953. La etapa que va desde 23-IV-1944 hasta 25-XI-1949, está remontada al suprimirse la serie complementaria (en inglés, la topper) titulada Castillo Medieval. Su última edición en español había sido la publicada por Dólar en 1963, conteniendo páginas actuales del momento.

4. Rip Kirby. Colección de 48 fascículos de 1973 que contenían el trabajo de Raymond desde su inicio a 1953, aunque se habían suprimido dos historias completas: “El chantajista”, de 4-XI-1946 a 22-II-1947, y “El despertar del Cormorán”, de 14-VI-1948 a 4-XII-1948. Su última edición en español estaba fechada en 1959 y era de Dólar.

Otros cómics en fascículos fueron:

1. Drácula. Véase Tebeosfera décima edición (clic aquí).

2. Halcones de Acero, de 48 fascículos servidos en cadencia semanal que comenzó en 1974. Correspondían a dailies y sunday pages de la prensa australiana, dibujadas por John Dixon (se tiene la certeza de que se publicaron al menos 12 fascículos, pero no si llegaron a ver la luz los 48 números ofertados).

3. Colección Agentes Secretos Buru Lan, para la que fueron programados 48 fascículos de James Bond y otros tantos de Modesty Blaise, pero sólo salieron 30 de cada personaje, desde enero de 1974 a agosto del mismo año. Se volverá sobre este apartado en párrafos siguientes, al ser cómics publicados en Zeppelin.

4. Colección Eurocomics. Ambicioso proyecto que comenzó en mayo de 1974. La serie constaría de 96 fascículos de cadencia semanal, de los que tan solo se publicaron 24. El plan de la obra era el siguiente:

-Rahan de Roger Lecurex, con dibujos de Cheret y Romero. 48 fascículos de los que sólo se publicaron los 24 primeros.

-Pioneros del Espacio de Lecurex / Raymond Poivet, de 24 fascículos, que quedaron inéditos.

-Doctor Justice de R. Marcello / J. Olivier. Sus 12 fascículos quedaron inéditos.

-Teddy Ted de Lecurex / Gerald Forton, de ambiente western con 6 fascículos inéditos.

-Jeremias de Paul Guillon. Inédito.Núm. 1 de la colección "Héroes de Papel". Clic para ampliar.

5. Colección de libros Héroes de Papel, donde se editaron las obras magistrales de Jacovitti: Cocobill y Zorrykid (al menos diez libros en color).

6. Las colecciones de fumetti Tex (92 números entre 1970 y 1973), Zagor, y la Colección York, con la publicación del mismo título, York, en seis volúmenes con formato idéntico al de Tex, siendo Roy D'amy (seudónimo de Rinaldo Dami) el autor de estas aventuras del Sargento York en el lejano Oeste. Buru Lan también sacó a la luz los western procedentes de Sudamérica Sheriff Kendall, obra del argentino Arturo del Castillo.

7. Otras colecciones: clásicos de EE UU en formato apaisado (Johnny Hazzard), Carlitos y Snoopy, Popeye (probablemente de Bud Sagendorf), recopilaciones en libritos de las tiras de The Wizard of Id y de las de B.C., ambas de Johnny Hart, y versiones en cómic de películas Disney.

Buru Lan también lanzó al mercado novelas como Lorena Harding (11 volúmenes) La Doña (6 volúmenes) y Adelita (12 volúmenes) todas ellas de José Mallorquí, con portadas de Carlos Giménez. Nomanor (2 volúmenes) de Luis Vigil y Domingo Santos con portadas de Enrique Torres, “Enrich”. Frankestein (1 volumen) de Don Glut con portadas de Esteban Maroto. A principios de los años setenta editó, en formato fascículo un coleccionable titulado El Cine (96 fascículos de 20 páginas cada uno), que diez años después reeditaría Planeta con mayor extensión.

En general las virtudes de Buru Lan, sobre todo en la publicación de fascículos de cómics, se centraban en el contundente catálogo de obras citadas, en la idea de continuidad (que no se cumplió en algunas ocasiones), en un papel de impresión realmente espléndido (a excepción de la colección de Agentes Secretos, con uso de un desafortunada variante satinada) en un intento de prestigiar la edición y el coleccionismo de cómics, ofreciendo cuidados productos para un público adulto, y en la conservación de las obras en «lujosos tomos», cuya difusión y promoción se anunciaba en diversos medios de comunicación incluida la televisión. Pero sus defectos eran también evidentes y desmerecieron la edición de cómics en español: La supresión y remontado de viñetas, la eliminación de historias completas y la alteración del orden de las mismas, hablaban del poco respeto del editor hacia la obra original. La cancelación brusca y sin aviso de sus ediciones, fue también una mala costumbre, que en absoluto era patrimonio de Buru Lan, y que en gran medida, y para alivio de los lectores está siendo subsanada por editoriales actuales.

Hacia comienzos de la década de los ochenta, hubo un mínimo resurgimiento de la editora con la aparición en las librerías de cómics un par de volúmenes de Flash Gordon en formato de libro. Probablemente esto se pudo deber a un incremento de reediciones de cómics clásicos lanzados en su mayoría por dos editoriales tan artesanales como dignas. La primera de ellas, llamada B.O., incluyó en su catálogo obras extraordinarias entre las que se cuentan Terry y los piratas de Milton Caniff, Tarzan de Russ Manning, Flash Gordon de Emanuel McRaboy, Cassey Ruggles de Warren Tufts, Agente Secreto X-9 de Alex Raymond, Mandrake de Lee Falk y Phil Davis, The Phantom, de Lee Falk y Ray Moore, y algunas más, además de iniciar también ediciones de Príncipe Valiente y Flash Gordon de Alex Raymond. La otra editorial, surgida algo más tarde, era Ramón Esteve Editor, y en su fondo incluyó pequeñas gemas como Buck Rogers de Phil Nowlan y Dick Calkins, Brick Bradford de William Ritt y Clarence Gray, Tarzan de Burne Hogarth (más un libro de Hal Foster), Mandrake, y Jorge y Fernando de Lyman Young.

Zeppelin en conjunto.

Esta revista disfrutó de cadencia mensual y duró 12 números, fechados entre el 15-IX-1973 y 15-VIII-1974. La clausura se supone brusca, pues no se avisó a los lectores, y se dejaron contenidos inacabados. Su precio facial, bastante caro, era 50 pesetas. Cada ejemplar tenía 64 páginas interiores en blanco y negro, repartidas entre cómics y artículos que trataban sobre historietas, ciencia ficción en su concepción de literatura, y género negro, gángsteres o hard boiled. Estaba dirigido a un público adulto. Como se ha dejado ver en párrafos anteriores, la línea editorial de la publicación suponía una afinidad de gustos entre los aficionados a la ciencia ficción, al género negro, y por supuesto al cómic. El subtítulo dejaba claro que su orientación principal era el cómic, desde un punto de vista de estudio y con colaboraciones internacionales. En el editorial del primer número se constataba que la opinión de los lectores sería vital para el enfoque de la revista, pero en sus doce números de duración jamás apareció una sección de correo.

Entre sus colaboradores observamos una mezcla de luces y sombras. Firmas de lo más solvente, alguna ausencia, y contradicciones. El primer grupo está representado por la capacidad y reconocida autoridad sobre la materia de Román Gubern, autor de libros y artículos sobre medios de comunicación de masas, y miembro del cuerpo docente de la universidad española. La segunda de las grandes firmas se corresponde con Antonio Hidalgo, autor del cómic Doctor Niebla, escrito por Víctor Mora, y reconocido fotógrafo de prestigio. El gran ausente fue Luis Gasca, por otra parte explicable al dirigir en aquellos momentos la editorial de San Sebastián llamada Pala. Se citaba como colaboradores a Terenci Moix, Carlo Frabetti o Piero Zanotto, algo injustificado pues ninguno de los artículos publicados llevó sus firmas. En los créditos no aparecen los nombres de Wolfgang Fuchs, Reinhold Reitberger y Oscar Massotta, que sí fueron autores de importantes trabajos a lo largo de la publicación. La dirección de la revista correspondía a José María Mendiola Insausti.

La publicación cuenta con una documentación gráfica espléndida, no sólo la de los cómics, también las fotografías, de autores o de fotogramas de películas. La reproducción de las historietas está muy conseguida a excepción de las páginas de Little Nemo in Slumberland, donde la conversión del color de los originales al blanco y negro de la reproducción resultó muy poco satisfactoria.

El análisis algo más pormenorizado de la revista revela, por un lado, que hay un intento y consecución de prestigiar la cultura popular desde niveles subculturales hasta cauces aceptados socialmente. Por otra parte, hay una marcada elusión a la censura impuesta, ya herida en sus fundamentos en aquella época. Los artículos de cualquier temática aluden sin rubor y sin complejos a acepciones como: erótico, dictaduras militares, mujeres objeto, utopías y antiutopías sociales, componentes políticos en la ciencia ficción y el género negro, la liberación femenina, y la política de bloques. Hay pues un componente social y político que va apuntando el discurso hacia una izquierda que va ganando prestigio, tanto en Europa, como en España. Zeppelin se identifica claramente con esa trayectoria que van teniendo muchas de las publicaciones progresistas en aquella España, que tiende a “europeizarse”, abandonando aquella idea de Unamuno, que quería “españolizar” a Europa. Esa vocación de internacionalizar los comentarios se aprecia con claridad en las colaboraciones, que por otra parte no constan en los créditos de investigadores no españoles. El equipo directivo de la revista quiere aproximarse a opiniones alternativas, dentro de una gran unidad estética e ideológica de los contenidos del magazín.Sheriff Kendall, núm. 1. Clic para ampliar.

Hay una tercera lectura, consecuencia de ser una revista sobre cómics que también publica cómics. La selección de historietas, como cualquier selección, es un proceso debatible. Para ello se complementaron los criterios personales del equipo directivo y el comercial, a la larga el más significativo, pues es el que fija la pervivencia en el mercado. La selección de cómics presentados en Zeppelin, siguió un esquema misceláneo, similar al de sus artículos de estudio. Cómics de actualidad, distribuidos por los syndicates de EE UU, con una temática satírica, crítica social y trazos caricaturescos, están perfectamente representados por Miss Peach y Momma, ambas de Mell Lazarus. La parodia destructiva de pesimismo muy definido, está tratada por Feiffer, en sus ásperas páginas dominicales. El humor más grosero teñido de fuerte crítica social está presente en Andy Capp, uno de los tipejos más inmorales que ha dado el cómic británico, obra de Reg Smythe. El absurdo bélico de Sturmtruppen llega a fases de delirio con la presencia de unos soldados tontainas en un escenario aterrador, obra de gran prestigio del italiano Bonvi. También, Zeppelin brinda un homenaje al cómic clásico con una apuesta arriesgada, al introducir en sus páginas el preciosismo de Windsor McCay y su Little Nemo in Slumberland (bien que la impresión en blanco y negro de las detalladas y barrocas páginas de su autor queda fría, descolocada en los contenidos de la revista). El tercer gran grupo de historietas que propone la dirección de Zeppelin fue mucho más acertado: James Bond y Modesty Blaise. Por un lado promociona un producto que cree va a ser un éxito de ventas y por el otro le hace justicia, al publicar las dos obras en su formato original. El cuarto grupo, representado por Mort Cinder, obra de Oesterheld y Breccia, es una de las mejores opciones de historieta para una revista como Zeppelin. Cómic adulto, de autor, de temática inquietante, y de un estilo extremadamente personal, es con mucho, la elección más afortunada.

En general, cualquier revista de estudio sobre cualquier tema incluye entre sus secciones, una dedicada a las novedades, con afán generalmente informativo y ajeno a la crítica. Nuestra revista, pese a tener una mínima sección de este apartado, llamada “Burbujas”, omitía informar a su masa lectora de las novedades editoriales publicadas por la época en España. “Burbujas” pues, tan solo informa de noticias y novedades editoriales acontecidas fuera de España, y siempre en número y profundidad escasa. Sin embargo, como revista de estudios que es, apuesta por dar a conocer, o rendir homenaje, a autores españoles alejados de la categoría de “estrellas del medio”, aunque no los tenga en su nómina. Bajo este epígrafe, dedica dos contundentes artículos a Antonio Hernández Palacios y Antonio Pérez Carrillo.

[ Leer segunda parte del comentario ]


Zeppelín, comentario

Indización

Galería de portadas


[ © 2003 Eduardo Martínez-Pina (con agradecimiento a Félix Cepriá por sus aportaciones documentales),  para Tebeosfera 030430 ]