TEBEOSFERA \ SECCIÓN

GAMBAS DESDE TANNHÄUSER / 7

 

por FERNANDO F. BELMONTE  


Los animalitos no disneyanos convergen los martes


La infancia es un mundo pequeño que se recrea en todo aquello que puedes romper (y pisar, doblar, aplastar, quemar, desmembrar, abrir) con meticulosa atención. Cuando se goza de pocos años el paraíso de patas y alas que se presenta por todas partes es demasiado apetecible como para no jugar a ser un audaz zoólogo, forense, en la mayoría de ocasiones. Así, un Walt Disney impúber, y Esopo antes de el, también debieron de atrapar alguna vez un escarabajo de entre los arbustos para a continuación arrancarle una pata, otra pata, un elitro, el otro, otra pata, un ala, la cabeza, el otro ala y las dos patas restantes. Luego, el cuerpecillo seria aplastado con sendas piedras y la cabecita seria atravesada por un hilo de pescar que tendría otras de otros animalitos, como cuentas de colores en un collar.

Otras experiencias, acaso menos sanguinarias, seguirían a esta: apedrear gatos, cazar salamandras, conseguir colas de lagartija, subirse a un burro, caerse del burro, ser mordido por un perro, reventar huevos de golondrinas, criar pájaros, matar ratones, vigilar a las águilas, ser mordido por otro perro... Luego, años después, la neblina de los recuerdos se confundiría con una extraña vocación dando como resultado extrañas historias con animalitos como protagonistas.

Ya en los años sesenta, justo antes del Mayo del 68, entre las guerras de Corea y Vietnam, entre los ovnis y el NAPALM, surge en EE UU un visionario, Stan Lee, que, movido sin duda por años de tortura a la naturaleza, decide crear un personaje, Spider-Man, con cierta manía obsesiva por enfrentarse a supervillanos con peregrinas habilidades animales. La sublimación de su violencia hacia el mundo natural es fácilmente observable en esas continuas batallas entre el héroe (una araña) contra El Buitre, el Dr Octupus (un pulpo), El Lagarto, El Buho, La Mosca, EL Chacal.....

Bien, dejar pasar todos esos personajes medio-animales, tan persistentemente convergentes en la serie de Spider-Man, sin echarles un vistazo critico, desapasionado pero funcional, es algo que se antoja difícil. Sus poderes, tan variados como cabe esperar que sean una lagartija y una codorniz, aunque de esto ultimo no hay ninguna versión en mallas, son un desafió perenne a guionistas y dibujantes. Crear personajes con cola, por ejemplo, es una necesidad freudiana terriblemente tentadora que debería obligar a los personajes a andar muy inclinados hacia adelante. El Lagarto, El Escorpion, son tipos que llevan un apéndice que pesa decenas de kilos en la espalda y sin embargo andan erguidos, verticales, lo que no deja de ser sorprendente. Cualquiera que haya tenido muñequitos de plástico sabe que el centro de gravedad debe caer en la vertical de la superficie sobre la que se apoyan para estar estables. De pie. En caso contrario se caen. Todos los años la industria juguetera estadounidense pierde cientos de miles de dólares en demandas por esto: dinosaurios que se caen de culo, excavadoras que no pueden bajar la pala sin derrumbarse, héroes de plástico que no encuentran acomodo en sus pies de bailarina, bailarinas con culo de koala que solo pueden estar sentadas, doctores mutantes alienígenas cuyo estetoscopio les obliga a andar de cabeza... Hay tantos ejemplos que cualquier lista se quedaría corta.  

Otros personajes vuelan. El Buho y El Buitre, por ejemplo. Todo el mundo sabe que en la naturaleza cada animalito esta adaptado a su medio, el águila no solo es águila porque sea grande y vuele. Además de eso debe tener unas garras para agarrar las presas, un pico para cortar su piel y una vista aguda que le permita verlas de lejos. Volar en Marvel, sin embargo, es sencillo, basta con un par de alas, un artefacto antigravitatorio o un cohete. Nadie habla nunca de como se orienta El Buitre cuando va a gran altura... y es que su vista no es gran cosa. Y tampoco tiene el sentido 'magnético' de las palomas para viajar grandes distancias sin perderse... afortunadamente, para volar entre edificios en Manhattan, de un banco a una guarida, del Daily Bugle al puerto, de un puesto de perritos a un Starbucks, no es necesaria una vista sobresaliente ni un sentido de orientación prodigioso. Yo, que no conozco la ciudad, admito que posiblemente necesitase un mapa con muchos colorines.

Octupus, el pulpo, tiene un arnés sujeto a su cuerpo del que salen radialmente cuatro brazos mecánicos extensibles. Estos brazos deben ser mismamente pesados, ya que en caso contrario no tendrían la capacidad de noquear a Spider-Man, pero esto significa que Octavius debe controlar siempre su centro de gravedad para no desequilibrarse, lo que si bien no debe ser un problema para un tipo tan inteligente, si tuvo que ser un engorro en su primera aparición. Mas difícil es pensar como puede aguantar su cuerpo las tensiones a las que lo somete su arnés cada vez que anda sobre sus brazos, o como es capaz de caminar Otto con sus propios pies: ya hemos observado que su extensión cibernética no puede ser demasiado ligera. O, cuando usa esos brazos mecánicos para levantar cargas (personas, mujeres, Mary Jane Watson Parker, trastos, etc.), como logra fijarse al suelo cuando no esta directamente agarrado a el. Desde luego, levantar a una persona con un par de brazos mecánicos extendidos unos metros es imposible, salvo que los otros dos estén prácticamente clavados en algún sitio. (Por supuesto, y aunque no tenga lugar hoy, lo mismo se aplica a Reed Richards, la mecánica suele ser inflexible, y mas aun con los astrofísicos).Portada de "Marvels" 5, con El Buitre vs. Spider-Man

  Visto estos ejemplos, que podrían ser mas, sin duda, uno se plantea como solventar estos pequeños inconvenientes científicos, que aparentemente hacen del Universo Marvel un lugar algo inhóspito para los estudiantes de High School. Como ya vimos en el capitulo sobre la gravedad, muchos problemas fundamentales se arreglan eliminando masa. Si queremos que la cola del Lagarto o del Escorpión, o los tentáculos de Octavius no desequilibren a estos villanos, ni que les hagan andar de forma ridícula, lo mejor será hacerlos tan ligeros como sea posible y con la mayoría de su masa situada lejos del extremo. Una astuta solución es hacer estos miembros huecos, cavernosos, ligeros, de forma que no desequilibrasen demasiado, y con un pequeño deposito de liquido en su base, que podría bombearse a su extremo únicamente a la hora de golpear a nuestro héroe, Peter. En algún momento he pensado en rellenar de queso la cola del Escorpión, lo admito, pero he creído que no seria buena idea si es que uno pasa mucho tiempo en las alcantarillas. 

Pensando ya en otros personajes, para evitar que los malvados hombres / animales voladores se perdiesen en una ciudad que no conocen, nada mejor que un surtido de mapas en los bolsillos, y, si es necesario cambiar de ciudad, nada mejor que el autobús, que es barato y seguro, sobre todo si uno viaja sentado en sobre el techo.    

Como conclusión final, quiero señalar que, aunque he mirado detenidamente a La Rana Saltarina, su diseño, su velocidad, su vocabulario, sus planes, su salto, su fuerza... no hay NADA que no funcione. Debo decir que La Rana Saltarina es, sin duda, uno de los supervillanos mas coherentes que ha dado Marvel. Es verde, salta, no es muy listo, come cualquier cosa, esta algo gordo: es REALMENTE tal y como debería ser. Quizás sea por eso que ahora esta muerto.

Quizás no.


  Fernando F. Belmonte es Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Sevilla y ha ejercido como becario en el Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear, del Área de Física Teórica, de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad de Sevilla


+ Gambas:

Gambas desde Tannhäuser, 1: Acción y reacción en el Universo Marvel
Gambas desde Tannhäuser, 2: La Gravedad, esa difícil compañera
Gambas desde Tannhäuser, 3: El fuego, cosa de meigas
Gambas desde Tannhäuser, 4: Magnetismo para todos
Gambas desde Tannhäuser, 5: La presión como concepto desmitificador
Gambas desde Tannhäuser, 6: La velocidad, magnitud derivada


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