Massimo Mattioli

Mattioli, creador polifacético y enamorado de la animación, formó parte de la vanguardia de autores del cómic underground italiano al mismo tiempo que trabajaba en la animación y en el tebeo para niños.

Sus primeros cómics vieron la luz en 1967, en Il Vittorioso, pero pronto dio el salto más allá de las fronteras italianas para hacer dibujas en revistas británicas (Mayfair) y francesas (Plexus y Pif, para la cual creó la divertida serie M le magicien en 1971). De vuelta a Italia, trabajó para las cabeceras Paese Sera, Il Giornalino (aquí permanecía durante décadas y aquí creó al desenfrenado conejito periodista Pinky, que vivió hasta 2014) y Cannibale, revista que fundó en 1977 junto a Stefano Tamburini. Aquí se publicó su popular serie paródica de los aspectos más disparatados de la ciencia ficción titulada Joe Galaxy, que luego continuaría en las cabeceras Frigidaire, Comic Art y Lupo Alberto.

Mattioli ya había definido su estilo a esta altura. Con toques heredados de Herriman, Barks, Crumb y McKimson, su historieta fluía inquieta, muy dinámica, en constante homenaje a los dibujos animados de los años sesenta (sobre todo los de Warner Bros) pero llegando a la parodia brutal o sangrienta, lo cual le concedía un sesgo desagradable que rápidamente lo encajó en el marco del underground. Sus historietas de los años setenta, con sus guiones absurdos o directamente surrealistas serían aplaudidas en los 2010 como pilares de la nueva historieta experimental pero en su día fueron vistas como inadecuadas para jóvenes y ridículas para adultos. No obstante, hubo editores que lograron ver lo innovador del autor, como Primo Carnera, que recopiló sus historietas de la serie cruel Squeak the Mouse, las cuales fueron inmediatamente traducidas al francés por Albin Michel.

En los ochenta fue considerado un autor excéntrico y subversivo más que como un innovador explorador del lenguaje, que es lo que era, tanto del humor como de la abstracción gráfica. Pocos se percataron de la poesía surreal que emanaba de sus viñetas llenas de plétora y trompazos, planos abatidos y colores planos, las cuales anticipaban la nueva historieta experimental que llegaría en la segunda década del siglo XXI. Por eso, en parte, se vio obligado a publicar sus obras en revistas fuera del circuito más comercial, como Blue, Artefact, Vogue o Vanity, si bien L’echo des Savannes, que siguió acogiéndole siempre. También hizo mucha ilustración y animación publicitaria, y creó algún videoclip, como el de "Change his ways" para Robert Palmer.

Los editores que más confiaron en él en el final de siglo fueron los franceses, sobre todo Aedena y L’Association, que rescataron sus obras de los setenta y ochenta. También fue Francia el país en el que recibió su primer galardón (un Phénix en 1971); en Italia le concedieron el Yellow Kid en Lucca, en 1975; el Romics d'Oro en Romics, 2009, y el Micheluzzi en 2010 y 2012 por su longeva serie Pinky.

Como pintor, expuso en Bolonia, Basilea, Lisboa y París. 

En 2019, Mattioli había sido redescubierto por los jóvenes lectores italianos y se habían publicado en poco tiempo tres libros que rescataban sus obras: Bazooly Gazooly (Comicon Edizioni), Superwest (Panini Comics) y Squeak the Mouse (Coconino Press), pero este último no tuvo tiempo de presentarlo dado que falleció repentinamente en agosto.