ALEX NIÑO Y EL NUEVO HORROR AMERICANO
MANUEL BARRERO

Notas:
El presente texto es la segunda parte de un ensayo que utiliza la figura del autor Alex Niño para recorrer, primero, el horror en Filipinas y, luego, el horror en DC y Warren en los años setenta y primeros ochenta. Ambos textos se han beneficiado de la ayuda de un colaborador que prefiere permanecer en el anonimato, quien ha recopilado una parte de las imágenes firmadas por Niño.

ALEX NIÑO Y EL NUEVO HORROR AMERICANO

 
 “Look at this artist. You know, he breaks every rule of comics... but he's able to do it. Because he knows what the rules are, he's able to break them."

Russ Manning, hablando sobre Alex Niño.

Los cómics de horror estadounidenses se beneficiaron de mano de obra extranjera desde de los primeros años setenta. En Warren y Skywald destacaron las firmas españolas y las de algún sudamericano, como los peruanos Boris, Gonzalo Mayo o Pablo Marcos, autores que también colaboraron en los títulos de horror de Marvel, DC u otros sellos editores de comic books. Desde la mitad de los setenta otros extranjeros se distinguieron especialmente en los cómics de horror y fantasía, sobre todo los filipinos y, entre ellos, si alguno descolló con especial singularidad, ése fue Alex Niño, cuya obra transformante e intoxicante sirve para trazar una primera aproximación a la evolución del horror en los cómics desde la mitad de los setenta hasta los ochenta.

Ensayo formado por tres artículos. Ver partes 1 y 3: 1: LA HISTORIETA FILIPINA DE HORROR. EL CASO DE ALEX NIÑO  << 3: LAS INFINITAS PÁGINAS DE ALEX NIÑO >>

HACIA EL HORROR POR LA DISTORSIÓN.

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Página de "Captain Fear" para Adventure Comics, nº 425, primer trabajo de Niño remitido a DC.

Como bien sabemos, el género de horror no dejó de publicarse en los tebeos estadounidenses dirigidos a los chavales pese a la existencia de un código de autocensura fomentado desde los años cincuenta. Durante los sesenta y los setenta siguieron existiendo comic books de horror que, a partir de 1972, cuando las imposiciones que se habían hecho los editores dejaron de ser tan rígidas, comenzaron a desplegar una nueva legión de fantasías horrendas y de deformidades que habrían de cambiar el panorama de los comic books de aquel tiempo, en una trayectoria paralela a la que vivieron los magazines dirigidos a un público más maduro.

La sólida y conservadora empresa editorial DC Comics tenía en circulación títulos como House of Secrets o House of  Mystery, donde solían publicarse historietas de suspense, pero que en los setenta albergaron cada vez más a menudo monstruosidades para aprovechar la moda de aprecio por el horror. Para sumar esfuerzos con este fin, en los últimos meses de 1971 el sello lanzó los títulos Secrets of the Sinister House y Forbidden Tales of Dark Mansion, tebeos con historietas de horror en color que pretendían hacer la competencia a los horror magazines que estaban proliferando desde hacía una década y que ahora también había puesto en la calle Marvel Comics. Al conjunto se sumó Weird War Tales, una colección de género bélico donde sorprendentemente todos los argumentos incurrieron en el horror, Weird Mystery Tales, colección lanzada en 1972, y Adventure Comics, un tebeo antes dedicado a Supergirl que transformó radicalmente sus contenidos a la altura del nº 425 para incluir historias de suspense y con elemento fantástico. En esta última colección mencionada fue donde debutó un extraño dibujante, recién llegado de filipinas, que fue identificado como “Alex Nino”. El filipino dibujó en Adventure Comics una serie sobre aborígenes haitianos contra invasores españoles, escrita por Bob Kanigher, titulada Captain Fear (o “Capitán Temor”) que se publicaba junto a otras historietas de corte fantástico, alejadas del talante superheroico tradicional en este cabecera. Aunque esta historieta era la cuarta en publicarse en los EE UU, si somos fieles al discurrir cronológico de sus participaciones (le antecedieron: House of Mystery, 204, House of Secrets, 101 y Forbidden Tales of Dark Mansion, 8), fue la primera obra remitida por el filipino a la redacción de DC, según informaba Joe Orlando en aquel mismo número, que también declaraba que con la transformación temática de la publicación querían ofrecer al público: “the new worlds of comics… the new ideas that exist.”

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Agresivo diseño con diagonales para House of Mystery nº 204, primer cómic con obra de Niño en EE UU, y dos páginas de lo publicado en Forbidden Tales of Dark Mansion, 8, una historieta en la que sorprende su distorsión de los personajes.

Este “primer” trabajo de Niño no era, claro está, el de un autor por madurar. Al contrario, era ya un dibujante experimentado y de estilo suelto y personal, que además se atrevía con la experimentación en tan sólo ocho páginas de historieta: usaba viñetas estrechas y verticales, primerísimos planos en contraste con generales muy detallados, acusados puntos de vista cenitales, y un sorprendente detalle ejecutado con una tinta algo ruda, eso sí. Sin embargo, era una producción convencional si tenemos en cuenta lo que había dibujado en los anteriores quince años en Filipinas, y seguiría siendo convencional en meses sucesivos frente a lo que iba dibujando para otros títulos de DC.

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Arriba, página de Sinister House, 8, con la transformación del lobo; abajo, Weird War Tales, 9.
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Su primera historieta de horror se publicó en House of Mystery, 204, una obra sobre guión de Carl Wessler con logotipo de Niño ejecutada con limpieza maestra y en la que se atrevía a practicar un viñetaje inaudito para el lector americano, con cortes en diagonal, personajes usurpando espacios de viñetas contiguas, y sorprendentes cambios de punto de vista, a la par que lo dibujaba todo con un evidente dominio de los espacios y de la colocación de los globos de texto. En “Small Invasion” (House of Secrets, 101), Niño demostraba también un dominio absoluto del lenguaje del medio pues se permitía incluso licencias como la de integrar al anfitrión en el título de la historieta, entintar la obra con una especie de marea de aristas o jugar con la composición, siempre ladeada, desplazando objetos y contenidos de continuo.

Aquello sí era nuevo en el horror ofrecido por DC. La labor de “Nino” contrastaba fuertemente con la de cualquier otro autor de estos comic books, atentos al reparto homogéneo de los cuerpos, con las viñetas trazadas regularmente; incluso se distinguía de los filipinos que le acompañaban en estas páginas, como Lofamia, Yandoc o Rico Rival. En el número 8 de otra publicación similar de la casa, Forbbiden Tales, sus compatriotas Ernie “Chua” o E.H. Santiago dibujaron historietas con resoluciones crudas, golosas con las tintas, con “atmósfera”, pero sus alardes gráficos ni rozaban el ánimo innovador que inspiraba a Niño. Su obra “The Blanck Space”, publicada en ese número, parecía un sueño lisérgico en el que el personaje sufre terriblemente y su cuerpo se distorsiona acorde con su sufrimiento, así como el resto de elementos de las viñetas.

Si se ha descrito a Breccia como uno de los grandes rupturistas de las convenciones en la historieta, Niño es otro de los grandes, bien que en su caso no ha podido ser imitado o seguido como el maestro argentino. Niño deformaba los elementos de la viñeta, no vacilaba en prescindir de los límites que imponían los contornos y delineaba abruptamente. Eso sí, acusaba defectos, como la falta de concordancia entre sus fondos y lo que se requería para una publicación en color, pues sus heteróclitos fondos aparecían ante el lector como collages de chillones colores. Niño se mostró como uno de los autores más capacitados para el horror gráfico precisamente por su temeridad a la hora de distorsionar las figuras o planificar las páginas. Para percatarse de ello sólo hay que comparar la historieta sobre licántropos que abría el número 8 de Sinister House con la que él resolvía en las últimas páginas, en la que desencajaba la diagramación para acelerar la transformación en lobo. Sus compatriotas, como los grandes Alcalá o Gerry Talaoc, también habituales en estos tebeos de DC como Weird War Tales, lograron adaptarse a las fórmulas convencionales de narrar de quienes  les precedieron en la editorial, pero Niño les superaba en interés y además desafiaba toda ortodoxia, como en el número 9 de la colección citada, en la que dibuja una historia sin cuerpos.

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Elementos ajenos a la narración: los logotipos, integrados con el dibujo, como en House of Mystery 212. Y los anfitriones, que parecen parte importante del escenario que presentan en House of Secrets, 106.

Un valor añadido era su buena mano con los logotipos. No se habían visto títulos como aquellos. Los rótulos de Niño resultaban impactantes porque parecían tener vida propia, como si fueran entes orgánicos. Un ejemplo lo tenemos en el nº 212 de House of Mystery (que muestra cierto aire familiar con los que hacía Carlos Giménez por la misma época en España), cuyas letras parecen querer integrarse con el resto de la obra. Lo mismo pasa con otros elementos adyacentes al relato: las calles de las viñetas se funden con las siluetas, los personajes se escudan en los globos de texto y el conjunto parece un sinsentido pero perfectamente ajustado al guión. En House of Secrets 106 Niño convertía al anfitrión en marco de viñeta y en protagonista de la primera página con una monstruosa distorsión de su anatomía, lo cual era una apuesta estética y no narrativa. Lo cierto es que gran parte del atractivo de estos cómics residía en los lucimientos gráficos, pues la base argumental era bastante manida, siempre con la sanción como eje: hombres penados por su maldad, ambiciosos escarmentados, soberbios castigados, fantasmas que vuelven para recuperar su dinero robado, tipos expiados por emular a Dios o al Demonio… ésta era la materia prima para los guiones de Jack Oleck, Bob Kanigher, John Albano o George Kashdan, entre otros, con el binomio maldad / castigo fiscalizado por algún tipo de justicia divina, infernal o meramente azarosa.

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Dos páginas de "Dream House", de Weird Mystery Tales, 5. Obsérvese el reparto anfitriones, logotipos y encuadres en la primera página y la conjunción de personajes en la viñeta superior de la segunda página.

A Niño parecían importarle poco los temas. Él se esforzaba en dibujar seres cada vez más horripilantes y deformes, según le pedían los editores, mientras los guionista no paraban de soltar su verborrea. La historieta “Dream House”, por ejemplo, supuso un reto para el filipino, porque tuvo que idear un reparto de viñetas adecuado para sortear las parrafadas de Oleck; aquí construyó paginas con hasta 14 viñetas que, en color, parecían un tablero de parchís. Obligado a diagramar en función de la narrativa, Niño venía a demostrar en estos cómics que la viñeta no era necesariamente la unidad mínima narrativa en historieta, ya que él forzaba composiciones que desafiaban la teoría del establecimiento de planos y ángulos. Este sistema, por él muy utilizado, de dibujar al mismo personaje varias veces en el espacio de una presunta viñeta, le servía no sólo para imprimir “velocidad” narrativa a la historieta (la relación del espacio usado con respecto al tiempo comprimido en él), también lo utilizaba para mostrar la angustiada desorientación del personaje o su desesperación, pues a este estado de ánimo llegaban casi todos.

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Esta página de Weird War Tales, 13, nos dice que Niño estaba ya dibujando con el color en mente y con elementos de la cultura Oriental también presentes.

También hay que tener en cuenta que a partir de cierto momento Niño comprendió que debía dibujar en función del color, uno de los fundamentos en este tipo de cómics, lo cual puso de manifiesto en House of Mystery 213. Sin el color adecuadamente aplicado, en este cómic la obra hubiera perdido profundidad y viveza. Niño, a partir de ahora, comenzó a dibujar páginas para ser coloreadas: dejaba contornos sin entintar y masas de negro estratégicamente colocadas para conseguir un efecto diferente al del blanco y negro una vez coloreado el conjunto. En la labor de entintando, Niño ensayaba además con nuevos contornos y aplicación de texturas, acaso usando un pincel de calígrafo oriental; esto se apreciaba en su obra “Old Samurai Never Die” (Weird War Tales, 13) donde el color jugaba un papel fundamental aunque el conjunto dependía del silueteado de las figuras y de una  estética general muy equilibrada, incluso en cada composición de cada viñeta.

En 1973, participó Niño en más números de Weird Mystery Tales y Witching Hour, revista ésta en la que en vez de mostrar a chicos amenazados o cohibidos por el miedo aparecían muchachos aparentemente demoníacos y deseosos de hacer el mal. Niño destinaba aquí historietas más convencionales que las que dibujaba para House of Secrets, por ejemplo, alternando diferentes modos de aproximación al género con una prolificidad envidiable, además, pues él seguía dibujando cómics para publicaciones de Filipinas por entonces. En House of Secrets 109 repartió las viñetas en las páginas de un modo insólito, y en esta historia recreaba la maldad de un modo que sobrecoge realmente, con aparentes alusiones a las dimensiones gomosas de Steve Ditko pero con una apariencia más “visceral” en el caso de Alex Niño. De esta guisa, Niño iba variando el tratamiento más o menos ordenado de sus planificaciones con una deformación cada vez mayor de sus personajes y monstruos. House of Mystery, Witching Hour, Weird War Tales, The Unexpected eran para el dibujante como un lienzo en el que estiraba las viñetas, retorcía o colocaba personajes en polípticos, alternaba primerísimos planos con estrechas vistas panorámicas, etc., con un solo defecto apreciable: la mala definición de los rostros.

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Páginas de House of Secrets, 109, House of Mystery, 220, y The Unexpected, 152, todos de 1973. El anfitrión de la primera página protagoniza la diagramación, en la segunda página, el protagonista ve distorsionado su ojo por el alcohol, en las otras dos portadillas se aprecia el interés de Niño por los logotipos y por los monstruos.

El distanciamiento estilístico del autor era cada vez mayor con respecto a sus colegas según pasaban los meses. En Weird War Tales, mientras la mayoría se limitaban a hacer “cómics de guerra”, Niño demostraba gran pasión por el escorzo, por adoptar puntos de vista y ángulos muy forzados (desde una oreja, a ras de suelo, desde un primerísimo plano que carecía realmente de función dramática, etc.) para añadir tensión a cada viñeta. El magisterio de Frank Frazetta parecía sobresalir en estas páginas. La diferencia con otros estilos queda patente en House of Mystery 225, que fue uno de esos tebeos especiales de hasta 100 páginas donde se reunía todo el equipo artístico de la publicación. El lector se percataba de lo dispares que eran obras para este número de Alcalá, Elias, Thorne, Heck, Aragones, Sparling o el mismo E.R. Cruz, frente a la que dibujó Niño, “See no Evil”, de logotipo espectacular, angulación forzadísima, sombreado inexistente, verticalidad acusada para acelerar el ritmo de lectura, viñetas rotas para encadenar momentos de acción, polípticos condensados, superposición de figuras y un entintado primoroso pero angustiado.

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Cuatro páginas sucesivas de "See no Evil". Niño alterna viñetas verticales con apaisadas, ambas muy estrechas, para imprimir ritmo, usa los primeros planos sin complejos pese a la estrechez de la viñeta, distorsiona cuerpos y superpone planos sin apuro y usa el políptico (primera viñeta, última página) cuando la acción lo necesita.

La angustia que el dibujante lograba imprimir a los personajes era casi palpable; indudablemente fue un autor muy capaz con el retrato de la zozobra humana. Si su producción no ha destacado en la historia global del medio fue por trabajar sobre guiones lastrados por lo rutinario, por la vuelta una y otra vez sobre el tema de la culpa. Mientras que el horror gótico se planteaba como una reutilización de los atavismos y los miedos ancestrales al peligro, a la muerte, al horror terrenal e incluso al asesino, tal y como proponía EC, desde los años sesenta se fue fraguando un miedo todavía más íntimo, el que emanaba de la propia maldad humana; lo cual no estaba desprovisto de componente religiosa  y de ahí surge la compensación mediante el castigo. En el caso de DC el tema del horror y del terror se soldaban en planteamientos con trasfondo religioso, porque si bien es cierto que las propuestas del horror gótico se fueron deslizando hacia el horror moderno, en el que el hombre era el foco del miedo, existía en estos tebeos una constante preocupación por el tema de la justicia final. La mayoría de los argumentos de los guionistas de DC advierten que a cada comportamiento desviado o inmoral le corresponde un correctivo, a cual más horrible. La lectura religiosa sobre este particular surge inmediatamente, con un horror que se replantea desde el dogma del infierno, el cual ha permanecido invariable, indomeñable bajo el avance de la nueva fe basada en la ciencia. Casi todos los personajes que dibujaba Niño eran, por esta razón, seres corruptos que recibían su escarmiento, generalmente mortal u horrible. El panorama del “Bien” como fiscal supremo de los actos humanos en sociedad comenzó a cambiar en 1975, en colecciones de este mismo sello incluso (como The Joker, Justice Inc., Claw the Unconquered) donde la componente maligna de los protagonistas adquirió relevancia, si bien todavía tardaría años en eclosionar esta tendencia.

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Páginas con monstruos en cómics no de horror: página de Korak en Tarzan, 231, al lado el mismo en 232. Abajo: portadilla de The Space Voyagers en Rima the Jungle Girl, 3, a su lado página del nº 5 de Rima.
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También Niño dibujó por este tiempo en comic books de DC que no eran de horror, aunque en ellos hizo historietas fantásticas cercanas al género que estamos tratando. Por ejemplo, en Rima the Jungle Girl se ocupó de dibujar un complemento al final de cada cuaderno desde el arranque de la colección en 1974, The Space Voyagers. Era una serie de ciencia ficción escrita por Bob Kanigher con elementos que la entroncaban con el horror. Niño resolvió aquellas páginas con un tratamiento algo más frío, quizá por querer adecuarse al género de la ciencia ficción, para lo cual se mostró detallista y funcional al dibujar máquinas y recurrió a figuras geométricas o símbolos (el círculo, el ojo, viñetas perpendiculares entre sí) que convenían al ambiente futurista. Resulta curioso constatar como esto lo ensayó al mismo tiempo en la serie aventurera Captain Fear, que había comenzado de un modo convencional pero que ahora resolvía con páginas ingrávidas, con rupturas del límite de la viñeta o insertando viñetas circulares.

También de tema selvático era la colección Tarzan a la que atrajeron al hombre de Tarlac para dibujar a Korak, el hijo de Tarzán precisamente. Se ocupó del fibroso héroe a partir del nº 231 de esta colección, fechado en junio de 1974, resolviendo relatos que no eran de horror pero sí fantásticos, pues aparecían animales bestiales y hechiceros terribles. En ambos casos, en The Space Voyagers o en Korak, la amenaza descrita se ajustaba a similares parámetros de castigo sobre los humanos desde entidades superiores, sobre todo en el primer caso.

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Cómo materializar el dolor o la angustia con la distorsión de personajes, aunque en ocasiones eso distorsiona las estructuras con las que se narra... Arriba, House of Secrets, 109, abajo, Weird Mystery Tales, 92. De 1974.
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Niño no permaneció mucho en estos tebeos selváticos, pero sí continuó en los de horror de DC durante 1974 y 1975 con regularidad, entregando una, dos o tres historietas al mes, sumando los títulos Weird Mystery Tales, Ghosts o Secrets of the Haunted House a los ya habituales en su agenda de trabajo. DC trataba de explotar al máximo el género del horror y cometió el error de rescatar historietas del pasado para rellenar más y más tebeos de este tipo. Un ejemplo lo tenemos en The Unexpected nº 159, de septiembre de 1974, un especial verano cuyas historietas no acreditadas procedían de los años cincuenta, y no era de extrañar que desentonaran tanto con las de Niño publicadas a la par, en las que la norma era la dislocación de las extremidades de los personajes y de la “anatomía” de la historieta misma.

El asunto de la distorsión no era baladí. El autor filipino acumulaba varios defectos a ojos de los lectores americanos, defectos que iban más allá de las licencias que se tomaba con los estiramientos a los que sometía a los personajes en aras de la expresividad. En primer lugar estaba su aproximación a la figura de los niños, que le salían caricaturescos, como muñecos. En segundo, la presencia constante de rasgos filipinos en los rostros de los personajes, a saber: ojos rasgados, narices abultadas y boca ancha con labios gruesos, algo habitual en sus primeras colaboraciones y que fue corrigiendo muy poco a poco, porque si bien resultaba antinatural para sus lectores, él consideraba que los personajes de sus historietas no tenían porqué ajustarse al canon occidental de representación. Otro “defecto” común en los tipos dibujados por Niño era la rodilla vara o genu varum, término usado para denominar las piernas en arco, con los tobillos aproximados y las rodillas separadas, bastante característico en las etnias orientales, incluido el pueblo filipino. Este eco de su fisionomía es posible que no fuera bien comprendido por los americanos. Y menos si se daba en un contexto narrativo tendente a lo grotesco, capaz de generar expectación por una puesta en escena espectacular y sorprendente pero construida sobre argumentos pueriles. Pongamos dos ejemplos: un mundo que es en realidad una pelota de golf es el núcleo del “guión” de Coram Nobis (David V. Reed) para Weird War Tales 31, de noviembre de 1974; en Secrets of the Haunted House 1, de abril de 1975, la historia de Jack Oleck “Fish Story” discurre de manera terrorífica pero su final es desatinado: un monstruo piscícola viene a dominar el mundo y acaba muerto estúpidamente al sumergirse en agua salada, dado que se ha criado en agua dulce. Niño resuelve estos guiones magistralmente, por descontado.

FANTASÍA, CIENCIA FICCIÓN Y RUPTURAS.

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Montaje analítico para "Man-Gods from Beyond the Stars", de 1975.

En 1975, Niño incrementó el ritmo de trabajo, pues continuó dibujando historietas de horror para DC y al mismo tiempo otras para Marvel Comics, de ciencia ficción o fantasía, para las revistas Marvel Preview y Unknown Worlds of Science Fiction. En el primero de los magazines volvió a epatar al público con la historieta “Man-Gods from Beyond the Stars”, un cómic que trataba de explotar la moda por el género de ciencia ficción contagiado por la ufología de Erich von Daniken. El guión de Doug Moench fue dibujado por un Niño resuelto que disponía de más superficie de papel para expresarse y ensayar modelos narrativos; pero el viñetaje fue convencional en este caso y únicamente incorporó algunas superposiciones sobre viñetas colocadas con un montaje analítico, más alguna gran viñeta en splash, como la final. No es una obra excepcional pero desde luego merece una edición algo mejor que la primera que hizo en España Vértice, en la que se perdieron los grises.

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Original de "Freak-out!"

Probablemente resolvió este tebeo con prisas, porque por estas fechas se le acumulaban los encargos al filipino: dibujaba para dos revistas de Marvel, para media docena de comic books de DC, y también cumplía encargos en Manila, sobre todo ilustrando carteles de cine. Echando cuentas, Niño daba a luz al menos una página de aquellas por día, un ritmo elevado teniendo en cuenta la calidad media del producto, si bien es muy probable que otros autores le ayudaran con las tintas (se observa, por ejemplo, una sorprendente limpieza en los originales de “Freak-Out!”, historieta para House of Secrets, 128, pero en The Unexpected, 162, otras manos terminaron sus dibujos).
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Página de "Repent Arlequin..."

En Unknown Worlds of Science Fiction nº 3, de Marvel, Niño trabajó con Roy Thomas en “Repent Harlequin!” said the Ticktockman”, una adaptación de un relato de Harlan Ellison en la que Niño se desbocó completamente en su plasmación gráfica, forzando aún más las convenciones. El planteamiento, una sociedad absolutamente controlada por un poder omnímodo en el que se teme cualquier manifestación de la personalidad propia (una metáfora del mundo mecanizado y gobernado por coordenadas homogeneizadoras). Niño, aparte de contar la historieta, descolocaba todos los elementos dispuestos en la página para significarse con el héroe, es decir: ir a contracorriente en un mundo puntualmente regulado. La parábola se cerraba con el elemento disturbante sometido pero también con el germen del desorden instaurado en la rígida mecánica social. Había esperanza para el  hombre alienado, pues.

www.tebeosfera.comDos páginas de la historieta "People of the Dark" para The Savage Sword of Conan. El planteamiento con el entintado y la fusión de imágenes a toda página es inusual en Conan, pero estructuras como la de la derecha, que narra una caída a la vez que un cambio de dimensión, resultaban sorprendentes.www.tebeosfera.com

Al tiempo que hacía esta historia de ciencia ficción y las de horror, Niño dibujó otro guión de Thomas, adaptación de un relato de Robert E. Howard, con encargo incluso de la portada, alguna ilustración y un frontispicio, todo ello para la recién estrenada The Savage Sword of Conan. Siendo precisos, no ilustró realmente un guión de Thomas, sino que el mismo Niño fue el creador de la adaptación, de la secuenciación y de toda la estructura en viñetas de la historieta, dado que Thomas se limitó a preguntarle si prefería trabajar directamente sobre el relato original de Howard, “People of the Dark” (que no era en origen de Conan aunque fue el primero en el que aparecía Conan). Niño dijo sí y él se encargó de todo menos de colocar los textos. El resultado fue una historieta del cimmerio como nunca se había visto, de extraño arranque, con collages de distintos planos, sorprendentes secuencias de transición (como la de caída hacia el mundo antiguo), de narrativa extrañamente compuesta en general, pero con especial acierto en el dibujo de multitudes y en la representación de las huestes monstruosas y reptilescas que surgen de las entrañas de la tierra, escamosas y pegajosas como nunca se habían dibujado. Niño había logrado representar el horror ofidio que Howard imaginó en sus relatos de fantasía heroica y que tan pocos han logrado plasmar en imágenes. El tratamiento de los planos, con predominio de la diagonal, los polípticos y superposiciones, el tratamiento del movimiento… todo es extraordinario e inaudito en esta historieta, y cada página consiste en un hallazgo emocional donde lo que menos importa es que Conan tenga los ojos achinados, posiblemente una de las razones por las que el público rechazó de plano la participación de Niño en las aventuras del bárbaro cimmerio[1].

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Páginas de Ghosts, 37, Tales of Ghost Castle, y House of Secrets, 131.

Con cada nuevo encargo, Niño se iba mostrando más seguro en sus resoluciones estrambóticas, desarrollando guiones simples con una complejidad acusada pero con mayor limpieza en cada caso. Por ejemplo, en Tales of Ghost Castle, colección de horror de DC que arrancó en 1975, donde dejó parte de la terminación del cómic al colorista. Por  ejemplo, en House of Secrets 131, donde Niño demostraba ser un maestro en el reparto de las masas en la página. Todo era sorprendente en él, y mas por su calidad de prolífico, pues además de cumplir estos encargos tuvo tiempo de echar una mano a algún compañero de fatigas (por ejemplo, en el tebeo de Whitman Twilight Zone, 65). En lo estético podríamos hallar otros autores con virtudes similares, como por entonces las demostró Gerry Talaoc; en el resto de planos y habilidades, nadie.

Niño siguió dibujando guiones por este tiempo, de Oleck sobre todo, cuando repentinamente interrumpió su ritmo de dibujo de historietas durante casi un año, el que pasó entre el número 6 de Unknown Worlds of Science Fiction, fechado en noviembre de 1975, y el 245 de House of Mystery, fechado en septiembre de 1976. En aquella entrega de la revista de Marvel Niño adaptó otra historieta relevante: “Behold the Man”, basada en una obra de Michel Moorcock, cruda y apóstata en su versión literaria, que en cómic planteaba un reto también a los basamentos morales de los católicos. Niño lo resolvió con soltura aunque es posible que no fuera él el autor adecuado para esta adaptación, pues resultó un relato en viñetas muy estático, demasiado dialogado, interrumpido por citas bíblicas, y donde el autor filipino no lograba reflejar correctamente el ambiente de Judea.

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De arriba a abajo: primer portafolio de NIño, portada para un libro de B. Preiss y una lámina del portafolio de Gruaga.
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A finales de 1975, Niño también aceptó dibujar la adaptación de algunos clásicos de la literatura juvenil para la colección Marvel Classic Comics, que eran libros de 52 páginas pero de reducido tamaño, con tres viñetas por página, algo en lo que Niño no se esforzó especialmente, salvo por algún escorzo trabajado (como en su adaptación de The Time Machine). Durante el resto de 1976 no dibujó cómics, ni para la industria filipina ni para la americana. La escasa producción historietística de Niño por entonces fue debida a que andaba desarrollando otros proyectos en otros ámbitos. Por un lado en la ilustración, mercado que parecía muy prometedor en la primera mitad de los setenta. Azuzado por Orvy Jundis, se había animado a trabajar en una obra ilustrada sobre el héroe sideral John Carter de E.R. Burroughs, que no llegó a aparecer (aunque sí se anunció en algún comic book de DC). Luego culminó varios portafolios o libros de ilustración: The Fantasy Worlds of Alex Nino, el primero, fue editado por Christopher Enterprises en Detroit en 1975 (2.000 copias), ocupó gran parte del año 1976 en el grueso y codiciado libro Satan's Tears: The Art of Alex Nino (The Land of Enchantment, 1977), y The Dark Suns of Gruaga (publicado por Shanes and Shanes en 1978, pero dibujado al completo en 1976). También se vio atraído por la animación, en un proyecto para el cual fue reclamado por el cineasta Ralph Bakshi, que quería dirigir una película de fantasía heroica con Niño como diseñador de personajes y fondista. Lamentablemente, la burocracia represiva filipina de aquel entonces demoró demasiado la salida de Niño del país, puesto que debía trabajar en los estudios en Los Angeles, y cuando llegó a comienzos de 1976 se encontró con que su visado para trabajar en Wizards ya no era válido puesto que el proyecto ya había concluido sin que él pudiera arribarlo. Niño, de repente, se encontraba sin trabajo, sin dinero y en calidad de inmigrante “ilegal”… y en pleno invierno. Finalmente pudo regresar a Filipinas tras pasar algún tiempo malviviendo y con escasos medios.[2]

Inmigración llegó a detenerle y le juzgó, pero Niño tuvo suerte porque Byron Preiss, uno de los editores estadounidenses más valientes y visionarios de la época (él fue el que creó la “novela gráfica” moderna) intercedió por él ante las autoridades al saber que iba a ser deportado. Le permitió renovar la visa al contratarle para ilustrar su nueva colección de libros, Weird Heroes (libros que rescataban el aroma pulp, publicados por Pyramid Books entre 1975 y 1977), pero la añoranza de su tierra pudo más y Niño resolvió volver a las islas para trabajar desde allí. Una vez de vuelta, desarrolló gran cantidad de trabajo como ilustrador, para la base militar estadounidense de Tarlac, para publicidad y carteles de cine, más lo que iba produciendo para portafolios y libros de EE UU. Cómics, pocos.

Creemos que una de las razones que le impulsó a dejar de hacer cómics para DC abruptamente, pudo tener origen en la revelación de que le estaban estafando. Fue en estos difíciles días cuando contactó con Bill DuBay, que le abordó en Detroit para convencerle de trabajar con él en la alineación de revistas de horror de Warren Publishing Co. DuBay le sedujo asegurándole que en Warren le pagarían al menos 125 dólares por página original dibujada, independientemente del guión. Niño se sorprendió: DC sólo le estaba pagando 7 dólares por página. Por lo visto “un filipino y su esposa”, que ya estaban afincados en los EE UU, estaban ejerciendo de agentes de los autores filipinos que trabajaban desde el archipiélago y se estaban apropiando, en concepto de comisión, de 29 de cada 35 dólares que realmente abonaba DC por página.[3]

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House of Mystery nº 245 y 250

Como se ha dicho, 1976 fue un año en el que Alex Niño casi desapareció de los cómics. Su única participación durante esta anualidad en House of Mystery tuvo lugar en el nº 245, resuelta en su línea, con un monstruo final típico de Niño (un amasijo de ojos y fauces). Aparte de eso, hizo otro trabajo para Marvel nada importante, ocho páginas para Unknown Worlds of Science Fiction Giant Size sobre guión de Bruce Jones, resueltas con un singular estilo esquemático que resultaba “nuevo” (o si se quiere “apresurado”).

En 1977, agotadas las perspectivas en cine e ilustración, volvió a los cómics, pero ahora no exclusivamente para DC. El periodo de inactividad concluyó cuando apareció su dibujo en “Coffin for a Killer”, historieta para House of Mystery 250 (febrero de 1977), sorprendente por cuanto carecía de alardes en la diagramación o en la narrativa. También sorprendió su participación en varios números de la colección de Marvel Luke Cage. Power Man publicados en la primavera de 1977, entintando unos lápices que no encajaban en absoluto con su estilo (núms. 42-43). En estos meses apareció otra participación suya, de corte infantil, en el lanzamiento del editor Larry Fuller New Funny Book, y colaboró también en el nº 3 de Quack, tebeo del sello “independiente” Star*Reach, donde entintó a su más ferviente seguidor americano Steve Leialoha. Lo más destacable de este periodo fue su entrada en Warren, haciendo en principio solamente tintas, sobre lápices de Carmine Infantino: en Vampirella, 59 y 61, en Creepy, 89 y 93. En suma, Niño había vuelto perezoso o indolente, pues sus trabajos de esta época para DC eran acomodados, resueltos en retículas de 3 x 2 viñetas, sin exhibiciones. Y lo que comenzó haciendo en Warren carecía de interés, salvo por ver cómo Niño se ajustó a los rostros achatados de Infantino o cómo dibujaba por primera vez pezones (uno de los requisitos impuesto por los editores de Vampirella era que en cada historieta tenía que aparecer una moza semidesnuda).

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Trabajos de 1977, en Rampaging Hulk y en Quack.

En Marvel aportó más tintas, como en The Rampaging Hulk nº 4, ahora sobre lápices de Jim Starlin, cuyo estilo no conjugaba especialmente bien con el suyo. Jim era un dibujante poderoso pero rígido y, Alex, un artista que no respetaba un eje equilibrado en ninguna anatomía y en apenas ninguna viñeta. Pese al proceder habitual de Starlin, en las últimas páginas de esta aventura retornó el Niño de las viñetas pobladas de deformidades, el Niño de la diagramación en 1 x 3 que dinamizaba el relato espectacularmente con viñetas estrechas. Y cumplió más que debidamente. Aunque no se repetiría la experiencia. Los superhéroes no eran para Niño.

El dibujante filipino recuperó, hacia el verano de 1977, su proverbial buena mano. Para DC trabajó con la pulcritud y la celeridad acostumbradas en House of Mystery, Weird War Tales, Ghosts, y Secrets of the Haunted House, aunque sus aportaciones fueron raleando de forma paulatina: una entrega por mes durante 1978 frente a una solamente durante todo 1979, y quizá resuelta mucho antes[4]. Estos guiones seguían siendo los cortos y convencionales desarrollos de argumentos sobre pecadores castigados, que Niño avivó con algunos aciertos en composiciones, resoluciones o viñetajes. Para Marvel cumplió otro encargo por entonces, trabajando con el amigo que había hecho gracias a su (no) participación en el filme Wizards: Mike Ploog. Sobre lápices de este dibujante y animador entintó Niño una historieta de fantasía heroica protagonizada por elfos valerosos, los de la saga WeirdWorld, en un comic book lamentablemente poco conocido si bien es una de las mejores aventuras de esta saga (se publicó en Marvel Premiere nº 38).

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Historietas de Niño para DC en los finales setenta: House of Mystery , 252 y 255, The Unexpected Special, 4 (ambos de 1977), y Weird War Tales, 69 (éste, de 1978)

Durante 1978 y 1979 todavía pudimos ver la firma “Alex Nino” en algunos comic books de DC, pero los intereses del ilustrador filipino ya apuntaban hacia otros objetivos. Uno de sus trabajos más sobresalientes  publicado en DC apareció con fecha de enero de 1978: la historieta “Museum of Murder” destinada a House of Mystery, 256, en la que se narraba cómo un pintor desgraciado logra vengarse de quienes le humillan pintando monstruos que afloran de las telas. El guion, de Kanigher, parecía haber sido urdido a propósito: en la primera página se ajusticia a un hombre en la guillotina cuyo nombre es “Niño Infante” (o sea, Niño dos veces), y durante el relato se sugiere una idea interesante: el artista descontento con sus compradores (sus editores) solventa la cuestión creando monstruos más pavorosos. La ejecución de esta historieta es casi perfecta, con tramados manuales espontáneos, con tintas muy untuosas en general, con muy buena caracterización y secuenciación.

www.tebeosfera.comPáginas de House of Secrets, 153, donde el monstruo "rodea" a los protagonistas, y de House of Mystery, 256, donde el monstruo es el autor y el dibujo es una tela de una pintura. Todo sobrepasa su función original. www.tebeosfera.com

El paralelismo de esta historieta con los planteamientos del autor sobre su obra durante estos años pudo ser casual, pero no parece tanto así en otra creación similar que nos conecta con la nueva trayectoria de Alex Niño en el cómic, la que desarrolla en revistas para adultos, en títulos como Vampirella, Creepy o Heavy Metal. Es esta última revista, en cuyas páginas se daban cita autores europeos y americanos, comenzó a colaborar Niño a comienzos de 1978, en el nº 11, con una portada y una ilustración promocional de su libro de ilustraciones Satan’s Tears. Esta obra, de tirada limitada a 1.000 ejemplares, se concibió como una ruptura (o se concibió mal), pues presentaba a un Niño distinto al de los cómics por el tipo de entintado y de color usados en algunas imágenes, y por otra parte rescataba profusamente su obra en Filipinas. El conjunto era impresionante, cierto, pero de difícil deglución para cualquier lector americano o para los editores, que allí verían a un autor que se reencontraba con sus raíces pero no a la promesa del futuro. No obstante, en este libro se adivinaba a un artista inmenso, extraordinario, que ya había evolucionado enormemente antes de llegar a los EE UU y que podría dar lecciones a todos los que estaban mirando.

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Página de la historieta presuntamente alusiva a sí mismo publicada en Heavy Metal.

Hablando de paralelismos y de vínculos con el pasado… La primera historieta que Niño publicó en Heavy Metal era fascinante. Nos referimos a “Tap-Dancing on a Tender Cerebelum” (Heavy Metal, vol. 2, 1). Se trataba de la primera historieta que Niño firmó como autor completo en los EE UU y trataba sobre un creador de monstruos agobiado por las fechas de entrega. La edición española de esta obra (Ilustración Comix Internacional , nº 20) desvirtuaba el espíritu original de la obra al traducir “hack” por “escritor mercenario” y no por “apaño”, que es lo que Niño seguramente quería significar. ¿Resultaría exagerado suponer que Niño vuelca aquí alguna frustración, sobre todo la de la explotación por parte de un compatriota? Puede que no, porque la historieta está firmada en 1976. Y en ella va dejando pistas: habla sobre los [editores] que quieren monstruos más grandes y horrendos, deposita al fondo de las viñetas alusiones al capitalismo, la política y la guerra, cita los estilos de Moebius, [Arthur] Rackam, [Heinrich] Kley, rememora eventos en una “ciudad ocupada”, representa a los americanos como una tribu salvaje que desea comérselo, y cuando se dibuja atado y a merced de ellos lleva el cartel: “En venta. Alex Niño”. Si esto no es una purga… El autor dibuja en esta singular historieta símbolos religiosos, representa su propia muerte, y finalmente a sí mismo en una composición simétrica y vinculado a una botella de ron… Una imagen muy similar de sí mismo daba en una ilustración que realizó también por estas fechas. Se puede teorizar con que aprovechó la libertad creativa que le brindaba Heavy Metal para librarse de algunos demonios y adoptar otra trayectoria (aunque en España esto no lo pudimos comprender).

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Arriba, página de More than Human. Abajo, última historieta de horror para DC: Secrets of the Haunted House, 19, en 1979
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En Heavy Metal, tras aquella desgarradora declaración, inició una adaptación literaria por encargo de Preiss que pretendía ser rupturista pero que no progresó. Se trataba de llevar la novela de Theodore Sturgeon More than Human al cómic, lo que tuvo lugar a partir del nº 2 del vol. 2 de Heavy Metal.  Aquella adaptación se concibió con la estructura de “graphic novel” que ya habían ensayado Byron Preiss y Jim Steranko: dibujos encerrados en viñetas y apretados textos fluyendo bajo o entre ellos. La obra no cuajó, pues no terminó de publicarse por entregas en Heavy Metal, pero en diciembre de 1978 apareció completa con el formato de libro y bajo el título Theodore Sturgeon’s More than Human. The Graphic Story Version. Se trataba en conjunto de un trabajo convencional de Niño, con un color aparentemente aplicado con rotulador, una técnica que ya se había visto en su Satan’s Tears y que se resintió por el tipo de satinado del papel usado para imprimirla.

A la vista de los trabajos de autor filipino Alex N. Niño elaborados entre 1972 y 1978 para DC, Marvel y Heavy Metal, amén de sus portafolios ilustrados, muchos convinieron en afirmar que era probablemente el autor más extraño que había pasado hasta la fecha por los cómics americanos, aunque nadie lo señaló como antecesor o preludio de la revolución estilística y argumental de los cómics en los años ochenta. Su carisma y fuerte personalidad impregnó cada trabajo que hizo, por encima de los intereses del editor y mucho más allá de las ambiciones del guionista que le tocó en suerte, lo cual era más transgresor en los setenta de lo que sería en los ochenta. Por ello le han tachado de: raro, extraño, bizarro (en su significado español), monstruoso, minimalista (sic), grotesco, experimental, innovador, rupturista, atrevido, etc. Esta falta de asidero para definir un estilo preciso se debe a tres razones fundamentales:

1.     Niño tiene una personalidad propia que no deja muchos atisbos a la influencia primera, sobre todo si se halla en viejos tebeos filipinos que no se pueden hojear, y pocas posibilidades a la sucesión. Eso le hace extraño y cambiante a ojos de todos.

2.    Niño esgrime una mixtura temática heterogénea  puesto que mezcla tecnología futurista con flora y fauna ancestrales, de aspecto primitivo, o seres ordinarios con monstruos inimaginables, los más desagradables jamás dibujados. Esto genera en el lector convencional cierto rechazo.

3.     Niño aborda cada obra no en función de su mensaje sino con un planteamiento “artístico”, es decir, no con afán de obtener un logro narrativo o estético epatante sino con voluntad por generar una “obra de arte” en sí misma, aunque haya que sacrificar por el camino parte de la narratividad. Esto se aprecia en su obsesión por la ornamentación y por la simetría, y por el reparto de masas en la doble página (cada una tratada como obra por separado) siguiendo una suerte de marea de formas; o, en fin, por su deseo diferenciar cada trabajo con una aproximación diferente, lo cual le obliga a romper escalas, perspectivas e incluso el eje óptico

Estas tres características básicas serían potenciadas hasta el infinito en sus cómics de las décadas siguientes, como veremos a continuación.

 

 NOTAS

[1] En las secciones de correo, “Swords and Scrolls” de los números 8 y 9 de Savage Sword of Conan.

[2] Duin, Steve (2008). "Alex Niño: King of the Mountain", The Oregonian, 22-XI-2008. El texto es accesible actualmente en este enlace.

[3] Cooke, J.B. (1999): “The Big Push & Other Tales. William DuBay reveals the real horror stories of Warren”, en Comic Book Artist, 4, p. 81.  Ni DuBay ni Cooke se atreven a señalar en esta entrevista que esos “agentes” eran Tony de Zúñiga y su esposa Mary, identificación que está por comprobar, de hecho.

[4] Lo cierto es que recibía menos encargos. Estas revistas de DC habían experimentado un descenso importante de ventas en esos años: de House of Mystery tiraba 175.000 ejemplares de cada número en 1974, y esa cifra había descendido en 1977 a 92.000; de Witching Hour, otro tanto, de 176.000 había bajado a 115.000 en los mismos y respectivos años. Son datos tomados de Brancatelli, J. (1978): “The Comic Books”, en Eerie, 95, p. 17.

Ensayo formado por tres artículos. Ver partes 1 y 3: 1: LA HISTORIETA FILIPINA DE HORROR. EL CASO DE ALEX NIÑO  << 3: LAS INFINITAS PÁGINAS DE ALEX NIÑO >>
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Creación de la ficha (2010): Manuel Barrero. Edición de Antonio Moreno
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2010): "Alex Niño y el nuevo horror americano", en Tebeosfera, segunda época , 5 (4-IV-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 15/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/alex_nino_y_el_nuevo_horror_americano.html