RECREANDO MUNDOS. ENTREVISTA A FRANCIS PORCEL
FÉLIX LÓPEZ, FRANCIS PORCEL, JOSÉ MANUEL HINOJOSA

TEBEOSFERA. ¿Qué similitudes encuentras entre el cómic y la literatura?

FRANCIS PORCEL. Escritor y autor de cómics comparten un rasgo común para mí, el hecho de crear una historia, de ofrecer un aporte narrativo, uno con palabra escrita y otro con iconos dibujados.

T. ¿Qué tipo de historieta te gustaría crear?

F. P. Está claro que la historieta que existe en mi mente, que yo quiero crear, es aquella que lleve al lector, y a mí, a la recreación de un lugar, casi como si pudiéramos visitarlo, como si estuviéramos allí. Lugares decadentes, sugerentes, lejanos, románticos... Me gustaría que tuviese muchísimas páginas, que pudiese jugar con el tiempo como hacen algunos mangas, que los personajes sean muy interesantes y que el que se lo lea piense en la historia una vez cerrado el libro.

Muestra de La ciudad de los muertos, como autor completo.		Historieta con Kenny Ruiz para Dos veces breve nº 11.		Colaboración con Morvan en Les Chroniques de Sillage nº 6.

T. ¿Cómo crees que ha de ser la historieta perfecta?

F. P. El cómic ha de ser intuitivo y evocador. Como toda obra de arte, no hemos de darle al lector cada detalle, cada imagen que debe ver. No debemos construirla, debemos sugerirla para que el lector la complete. La lectura que yo haga de uno de los cómics que he creado no tiene que ser la misma, si la historia es buena, que la de cada lector. Es cada uno el que debe reconstruirla. La historieta perfecta, al final, es la que gusta.

T. ¿Cuál es el cómic que más te ha influido?

F. P. Uno de los primeros cómics que me influyeron fue Superlópez. Acostumbrado a la línea Bruguera, a sus guiones repetitivos y pobres, la misma estructura, los mismos chistes, siempre perdían los débiles. Y de repente me encuentro con un cómic que me presenta lugares reales, fielmente documentados, guiones más complejos, al estilo bande dessinée. Fue uno de los primeros cómics que me marcaron.

Se da en mí una gran influencia de los cómics y fanzines de posguerra; de los españoles, 1984, Cimoc, Rambla y en particular, Heavy Metal. También hay mangas que crean atmósferas únicas, como Akira, de Otomo, o Nausicaa, de Miyazaki.

T.  ¿Qué personaje de cómic te gustaría haber creado?

F. P. El personaje que me habría gustado crear es Astérix, por la recreación que logran de la aldea y del mundo que presentan, un mundo tan auténtico como particular.

T.  Comenzaste tu carrera profesional con La ciudad de los muertos, una obra compleja y sorprendentemente madura para un autor novel. Cuéntanos cómo fue el proceso creativo y cómo recuerdas ahora esa aventura.

Ilustración de La ciudad de los muertos.

Estaba terminando mis estudios en la escuela Joso, y por ese entonces ya estábamos todos con el chip puesto en "preparar un proyecto". Tomé todas las cosas que me gustaban entonces y preparé un guión chapuceramente, lo justo para empezar a dibujar.

Tenía un borrador de guión y ya empecé a dibujar páginas. Me servían como trabajo para la asignatura de "proyectos", impartida por el bueno de Pedro Espinosa.

Vivía con Kenny Ruiz, que acababa de llegar a Barcelona, y recuerdo que nos impresionó a los dos el trabajo de Enrico Marini, sus acuarelas y su narrativa inspirada en el manga. Trabajábamos mesa con mesa en nuestro pisito de Hospitalet. Él con su Libro de las tentaciones y yo con La ciudad de los muertos, jugando con esas acuarelas que nos hacían sentir unos verdaderos artistas.

De modo que un día, cuando tuvimos suficiente material como para poder enseñar a un editor el "proyecto", nos plantamos en Málaga para vernos con "el Torres" en MegaMultimedia.

Entonces me propusieron publicar periódicamente "La ciudad" en capitulillos de ocho páginas en la nueva revista TRECE. De ese modo fui desarrollando la trama, pensando en alaaaargar el relato sin pensar en cómo terminaría. El caso es que cuando tenía unas 30 páginas dibujadas y 16 publicadas, cierran la revista y me ofrecieron terminar la historia en cuarenta y pico páginas y editar un álbum tapa blanda, dentro de la colección Fangoria. Pues venga, cerremos el guión. Así quedó de apresurado ese final.

La verdad es que dibujar tu propio guión es la sensación más plena que he tenido nunca como dibujante de tebeos.

T. ¿Cómo definirías tu estilo?

	Portada del primer álbum de Reality Show (Dargaud, 2008).

T. ¿Encuentras diferencias entre el mercado editorial español y el mercado francés?

F. P. El mundo del cómic en Francia, obviamente, tiene un reconocimiento diferente. A mí me encantaba que en Angulema se me acercaban viejecitos a que les hiciera un dibujo, a que les firmara su Reality Show. Es algo emocionante, no voy a mentir.

T. En cuanto a Reality Show, ¿te sorprende lo que se acerca a la realidad?

F. P. Los detalles se quedan obsoletos poco después de haberlos creado en 2001. Aunque está claro que la historia en sí parece profética, sobre todo, cuando hace poco vi, mientras estaba mirando la televisión, cómo desaparecía CNN y aparecía Gran Hermano 24 horas. El cinismo de los productores es brutal.

T. ¿Podrías hablarnos un poco más en profundidad de este cómic?

F. P. El cómic ofrece también un efecto escaparate en el que la imagen se impone a todo lo demás. Los personajes principales, ella que va creciendo en la decepción, el productor, el comisario. Me encariñé más con los personajes secundarios, Ambra, el cura, que parecen más reales, por estar fuera del circo mediático. Me interesaba dibujar unos decorados que conocía bien y que podía transformar en futuristas sin perder credibilidad. Tenía muy en la cabeza el trabajo de “Kevin Herault” (HK), pues entendía que era la estética con la que se concibió el guion.

T. ¿Cuál es el motivo del cambio de título a Médiacop en la edición integral que acaba de aparecer en Francia?

F. P. Un simple truco comercial, para vender, llamar la atención, esas cosas. Decisiones editoriales en las que confío plenamente. Son tiempos adversos para las editoriales, hay que hacer bonito el producto.

Dos muestras de Reality show.		Cubierta del integral de la serie, Médiacop (Dargaud, 2011).

T. En los últimos años se observa una tendencia a la “historieta de la experiencia”: ¿por qué crees que hay tanto interés por la aventura interior, o el escaparate del yo, últimamente?

F. P. Hay cómics de la experiencia que sí son muy interesantes aunque también parece claro que hay otros que abusan de esa tendencia, de ese “me he levantado pronto, voy a poner la lavadora”. Sin embargo, ya digo, hay cosas muy sensatas, con un dibujo muy sencillo. El porqué puede ser un reflejo del tipo de vida moderna que llevamos. ¡Son tiempos de soltería existencial!.

"Meneíllos", historia corta para Dos veces breve nº 2.

F. P. Ahora mismo leo libros de divulgación. El último que he leído es Viaje al poder de la mente, de Eduardo Punset. Es interesante ver, cuando leo las páginas, que muchas de las ideas locas en las que creía las comparten los amigos de este “tipo” de pelo blanco. Me siento menos loco.

T. ¿Qué te interesa en el concepto de novela gráfica?

F. P. La novela gráfica ofrece grandes posibilidades, ya que quita el corsé del límite del cómic, aunque, como digo, lo importante, como siempre, es la magia de una buena historia.

T. En un foso con leones hay un editor, un distribuidor, un impresor y un librero. ¿A quién salvarías?

F. P. A todos. Creo que todos tienen un lugar en este mercado. Es más, un editor puede darte consejos, decirte qué detalles cambiar en una historia para hacerla mejor, y eso siempre es de agradecer.

T. ¿Qué opinas del apoyo institucional al cómic, lo ves necesario o no?

F. P. Ese apoyo es necesario aunque en general las instituciones estén un poco perdidas por desconocimiento.

T. ¿Cuál crees que es tu lugar en el mundo del cómic ahora?

F. P. Sigo considerándome un aprendiz, así que no creo que tenga que enseñar nada a nadie sino seguir aprendiendo yo. Como mucho, compartir descubrimientos.

T. ¿Cuál es el proyecto que tienes ahora mismo entre manos?

	Viñeta de Les folies Bergère.

T. Te refieres, claro, a Les folies Bergère, obra de la que efectivamente llevamos oyendo desde hace tiempo.
¿Por qué estás tardando tanto en terminarla? Cuéntanos cómo ha sido este proceso de tres años.

F. P. Bueno. Se me han juntado varias cosas. Por un lado, mi trabajo en Kandor Graphics como diseñador de... cosas (en realidad de casi todo lo que no son personajes). Esto supone menos tiempo y menos ganas de ponerme con algo tan complejo como un tebeo.

¡Crisis brutal! Después del Reality Show me apetecía hacer algo histórico, así que al plantearse un guión de la primera guerra mundial, me vi poco a poco adoptando un estilo realista, roto, sucio, espontáneo, diferente a lo que había hecho con “Reality”. De modo que me lo he tomado con calma. Sin prisas, y claro, me he dormido en los laureles.

Mucha documentación, mucha reflexión, muchas versiones de las mismas páginas, muchas dudas, muchas pájaras y momentos de mandarlo todo a la mierda. Verdaderamente me he sentido el peor dibujante del mundo. Hay muchas obras brutales y geniales sobre el tema y da cierto complejo de inferioridad.

He aprendido a valorar el pasado, tanto del ser humano como de uno mismo.

Varias muestras de Les folies Bergère.