Información de la editorial:
Spiegelman y su familia fueron testigos de los ataques en su vecindario del Bajo Manhattan: su hija adolescente había empezado a ir al colegio justo debajo de las torres unos días antes, y habían vivido en el área durante años. Pero el horror al que sobrevivieron aquella mañana solo fue el principio para Spiegelman, a medida que su angustia se iba convirtiendo en furia hacia el gobierno de Estados Unidos y el uso político que este hizo de los atentados. Spiegelman decidió entonces denunciarlo de la única manera que sabía. En un formato grande, a dos páginas, inspirado en el tamaño que tenían las primeras revistas de cómic (que, según cuenta el propio Spiegelman, le proporcionaron consuelo tras los ataques), relata su experiencia de la tragedia a través de dibujos y textos que trasmiten, con su singular talento artístico, el horror de los atentados, sus terroríficas consecuencias, y los significativos cambios que desde entonces tuvieron lugar en nombre de la seguridad nacional y que amenazan los mismísimos fundamentos de la democracia americana.