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BÊLIT. LA DIOSA DE LOS CORSARIOS.


 

[ Bêlit, cuando bailó para Conan, según Mark Schultz. Imagen © 2004 Mark Schultz / Wandering Star ]


En Octubre de 1933 ya existía el relato “Queen of the Black Coast”, pues es sabido por la correspondencia de Robert E. Howard que el editor del pulp Weird Tales, Farnsworth Wright, disponía de una copia del escrito sobre su mesa. Éste no decidió su compra hasta pasados unos meses y la novelette no sería publicada hasta mayo del año siguiente en el pulp que dirigía. Robert E. Howard recibió como pago por aquella obra 115 dólares (de los de entonces); el resto de los mortales recibimos a un personaje inolvidable de la historia de la fantasía: Bêlit.


 

Tan emocionante era aquel cuento de Conan que, por vez primera, permitieron que fuese ilustrado para la portada de Weird Tales un momento de un relato de Howard, aunque lo cierto es que no estuvo muy fina quien dibujó allí a Conan y a Bêlit, Margaret Brundage. Por el contrario, en el interior del pulp sí que fue correctamente representada la pirata de origen shemita: casi completamente desnuda, voluptuosa y con cabellera negra, si bien el estilo gráfico de Hugh Rankin, habitual ilustrador del interior de Weird Tales, se halle muy lejos de los gustos actuales.

Durante los años sesenta debutó la pirata en los cómics, en México y a espaldas de los que ostentaban los derechos de reproducción y adaptación de sus aventuras. La imagen de Bêlit resultó tan seductora para la editorial mejicana JOMA que fue convertida en la protagonista absoluta de La Reina de la Costa Negra, una colección semanal que duró 5 números en octubre de 1958 y que siete años más tarde sería reeditada, recuperando cadencia y título para alcanzar cerca de 60 números entre 1965 y 1967. Estos cómics previos al Conan de Marvel nos legaron una imagen de Bêlit híbrida entre la original y la de una “conquistadora española”, por su armadura y casco a la usanza de Hernán Cortés, que se hacía acompañar por un grupo de secuaces negros y de su enamorado Conan, dibujado allí rubio, para más señas.

Hubo otros ilustradores que se acercaron a la figura de Bêlit, siempre mejorando las versiones previas y hasta alcanzar la imagen definitiva, que sería la inolvidable versión que de ella hizo el ilustrador Stephen E. Fabian en su portafolio Queen of the Black Coast. Para Marvel, perfeccionar las imágenes de Brundage o de Rankin no constituía problemas, Fabian era otro mundo (era inmejorable) y lo de México no se conocía entonces. Pero había algo más, había dos retos a superar: por un lado poder crear un personaje femenino que igualase o al menos que no quedase a la sombra de las atractivas heroínas Valeria y Red Sonja, quienes habían conquistado el corazón del público. Por el otro, recrear en plena mitad de los reivindicativos años setenta a un personaje femenino engendrado según los preceptos de la literatura escapista de los años treinta.

Puede parecerlo, pero lo último no era ninguna tontería para los editores de Marvel. Las mujeres habían estado ocupando un papel secundario en los cómics de aventuras durante mucho tiempo, siendo novias eternas, acompañantes asustadizas o meros floreros; valga como ejemplo la desvalida chica que aparecía en las portadas de los comic books de Conan pero nunca en la historieta del interior, ella era un simple adorno. A mediados de los años setenta, los tipos femeninos del Universo Marvel estaban evolucionando, seguían reclamando la atención de lectores masculinos con sus curvas imposibles, sin duda, pero también comenzaron a reclamar la atención de las lectoras en un clima en el que el feminismo comenzaba a ser un concepto a tener presente.

La mujer había empezado a reclamar la igualdad de derechos en la sociedad patriarcal desde mucho tiempo atrás (en este sentido fueron memorables Leonor de Aquitania, Christine de Pizan o Mary W. Shelley), pero sería Betty Friedman la que alimentaría el espíritu de lucha de su propio género con el libro de 1963 La mística de la feminidad. Esta obra se publicó en medio de una década de ruptura de convencionalismos, de búsqueda de la igualdad entre los jóvenes y, no lo olvidemos, de revolución en el campo de los métodos anticonceptivos y en el de los electrodomésticos, aspectos de la vida cotidiana que afectaron profundamente la vida de las mujeres. La Friedman fundaría en 1966 el movimiento de liberación de la mujer, NOW, al cual no tardarían en unirse miles de mujeres más y nuevas ideólogas del feminismo como Kate Millett, la autora del tratado Política sexual, de 1971. Todo ese pronunciamiento, el llamado women’s lib, apretó sus filas junto a las de los demás movimientos en lucha por los derechos civiles, como el antirracista, el antibelicista o el revolucionario estudiantil para intentar aumentar su poder de reivindicación.

Los editores de Marvel, al igual que habían decidido editar ciertos cómics de modo que pudiesen granjearse la simpatía de la emergente comunidad negra de su país, también quisieron ganarse al público femenino o, al menos, intentar no tenerlo en contra a la vista de las bastantes cartas que recibían tachando sus comic books de sexistas. No es descabellado afirmar que el entonces enrarecido ambiente social de los USA prodigó el cambio del tratamiento de los personajes de sexo femenino en los cómics Marvel. Es clarificador el hecho de que en la década anterior se colocaba en el bando de los villanos a cualquier mujer que mostrase un espíritu independiente y resuelto, como Medusa, Black Widow, Mdme. Hydra... En los setenta, al intentar dotar de mayor protagonismo a las chicas surgieron personajes tremendos, machos con pechos, para luego emerger caracteres interesantes como los de Lady Sif, Mantis, la inolvidable Gwen Stacy o las mujeres “de verdad” que fueron apareciendo en los cómics de bárbaros. Red Sonja es el ejemplo más claro. Una moza libre, desinhibida, pertinaz defensora de su virgo y enfrentada con todos los hombres por razón de combate y por razón de sexo. Sonja, sin pretenderlo (o quizá sí, porque aquel “iron bikini” con que la vistió Esteban Maroto desató más pasiones de lo previsto), fue elevada fugazmente a la categoría de mito sexual, siendo utilizado su aspecto como cebo para que lectores más adultos se acercaran al nuevo lanzamiento Savage Sword of Conan y logrando serie propia en noviembre de 1975, donde Frank Thorne desató todo su potencial sexual. Tanto fue así que hasta Phil Seuling, el conocido promotor de convenciones de cómics, se interesó por ella y organizó en New Jersey el primer certamen dedicado en exclusiva a una heroína de los cómics, la SonjaCon’ 76. Allí brillaron impúdicos los bikinis metálicos apretados en torno a estupendas jovencitas de carne y hueso logrando con ello que el personaje pasease su palmito por la prensa, la Televisión, y por las páginas de revistas tan populares como Playboy, Newsweek, Penthouse, Circus, Oui... Sonja, de la noche a la mañana, se convirtió en todo un icono de la cultura popular.

Mas, lo que Thomas había creado realmente era un personaje cautivante, complejo, interesante también por su mundo interior. Así procedería Roy con otras mujeres que compartieron viñetas con Conan por aquel tiempo: Tara (la de los  números 52 al 58 de Conan the Barbarian) parecía un escudero débil, pero pronto se reveló como una joven resuelta que superaba en valentía y madurez a su acompañante masculino Yusef. Y qué decir tiene de las mujeres que iban apareciendo en Savage Sword de modo paralelo ¿Cómo olvidar a Zuleika? ¿Quién no tiene grabado en la memoria la cabalgada final de Yasmina? ¿Quién osó eliminar de su retina la imagen intensa de la firme Mellania?...

Thomas alcanzaría la cima en este sentido con Bêlit, la Reina de la Costa Negra, el más profundo amor en la vida de Conan, insuperable pareja para el cimmerio que completaba el cuarteto de mujeres amantes del bárbaro estereotipadas por Marvel: la pelirroja era Sonja, la rubia, Valeria, la castaña, Zenobia y, Bêlit, la morena. Y aquí se acabaron los colores. Bêlit, desde aquel núm. 59 de Conan the Barbarian fechado en enero de 1976, pronto devendría como personaje intensamente humano y tras unos pocos ejemplares de la serie igualó en profundidad e interés a Conan como personaje. La salvaje corsaria venía a ser, grata paradoja, el espejo de la nueva mujer americana: orgullosa, arrojada, fiera y ambiciosa, pero también astuta, leal, íntegra, inteligente... Y su amor era fogoso y sincero cual ninguno.

Dibujarla, ponerla a la altura de Conan como si fuera “otra Sonja” sólo pudo hacerse con ayuda de la intensidad del lápiz de John Buscema y con la intuición de Roy Thomas. Poco podía extraerse de la vaga descripción que Howard hacía de la corsaria en el relato original “Queen of the Black Coast”, solamente que era altiva como una diosa, voluptuosa, furiosa en la lucha, de pelo negro abundante, de ojos negros e «indómita como el viento del desierto, flexible y peligrosa como una pantera.» Roy no tuvo problemas con el rostro, ya tenía claro que quería unas facciones diferentes del resto de las de las chicas que pululaban por los comic books e indicó a Buscema que la dibujase con una nariz aquilina similar a la de su admirada Sofía Loren para dotarla de personalidad propia. El resto del cuerpo llevó algo más de tiempo a Buscema. Como quiera que Marvel no podía reproducir la imagen original de Bêlit (Howard la describe semidesnuda) Buscema ensayó diversos uniformes a la moda “pirata”, con botas altas, ancho cinturón, faldellín y camisola con cordones, hasta que Thomas creyó ver en uno de esos diseños algo más “bárbaro”, quizá por despedir un aire familiar a los uniformes de las heroínas selváticas que tanto amó en su adolescencia, como fueron Sheena, Pantha y otras émulas de Tarzán.

Roy y John dieron con el porte adecuado y con el atavío correcto. Bêlit pasó a ser la pareja perfecta para Conan con su extraño taparrabos que proseguía hacia su cuello cubriendo estratégicamente sus pechos. Era el uniforme ideal para una superheroína: con la efusión corsaria de Valeria, con el sex-appeal de Sonja y con la entereza de Zenobia.

Bêlit pasó a ser otro de los mitos dibujados de Marvel. Y Bêlit nos enamoró a todos.

 
   

  CRONOLOGÍA EN CÓMICS DE BÊLIT

 

Coincide con el episodio vital de Conan como corsario, así que puede leerse ese repaso a las historietas protagonizadas por la shemita en ese capítulo de "La Senda de la Espada"

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 [ © 2004 Manuel Barrero y Carlos Yáñez, por la selección y montaje, para Tebeosfera, 040524 ]  [ © 2004 Conan Properties International, LLC / Robert E. Howard Properties, LLC, por los personajes. El resto de los copyrights corresponden a los editores y autores de estos productos aquí mostrados, lo cual se hace con carácter exclusivamente informativo y / o promocional ]