VIEJOS HORRORES PARA UN NUEVO MILENIO
JAVIER ALCÁZAR

VIEJOS HORRORES PARA UN NUEVO MILENIO
 
A pesar de ser uno de los instintos primarios, los géneros que han contado con el miedo como principal componente siempre han sido denostados. En todos los campos artísticos, el horror y el terror han sufrido el desprecio de otros géneros literarios considerados más elevados, quizás por su relación con la fantasía, por esa incapacidad de reconocer que la perpetuación de los gustos de la infancia y juventud, donde se alimenta el ingenio y la imaginación, no retrasa ni evita la maduración del adulto.
 
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Varias de las obras de las que habla este artículo: núm. 2 de Boom!, la obra de D. Lorenzo Insomnia, uno de los primeros números de Cthulhu, la imagen para la portada de El monte de las ánimas, de Rubín. Y, abajo, dos páginas de Miguel Navia. 
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En la historieta, que de por sí es tratada como un medio menor, infantil, precario, para mentes poco preparadas o desarrolladas, la situación no ha sido diferente. Primero por ignorar el género como tal en sus inicios, a continuación por considerarlo fruto de un mercantilismo explotado y sin calidad, por último por su censura y eliminación del mercado. Al menos hasta la década de los 1970, en la que la proliferación de la cultura pop favoreció la aparición y multiplicación de géneros y subgéneros que eran admitidos y tenían éxito entre el público lector, con una mixtura de elementos, estilos y formatos que ha continuado hasta la actualidad.

En España, país poco amigo del papel impreso desde tiempos inmemoriales, la historieta de horror ha tenido poca presencia. En los inicios del medio se apreciaban elementos de horror en relación con la adaptación de cuentos maravillosos, de carácter infantil y aleccionador[1]. Más tarde esos elementos se trasladaron a los relatos de fantasía científica o ciencia ficción de los años treinta, publicándose la primera historieta de horror genuino en una publicación de limitada difusión y en plena guerra civil[2]. Durante la postguerra se siguieron alimentando fantasías con elementos terroríficos, pero casi siempre relacionados con la aventura o el puro misterio[3],[4]. La explosión de títulos que vivió el cómic estadounidense en la década de los cincuenta[5] pasó desapercibida por aquí, donde lo sobrenatural estaba mal visto más allá de unas cuantas parodias[6] y otras alusiones veladas. Habría que esperar varios años, hasta el aperturismo del país a nuevas costumbres, para que existieran auténticas publicaciones de horror en España. La revitalización de los monstruos clásicos del cine y la producción de títulos significativos desde Inglaterra, Italia y Estados Unidos llevaron a que incluso en España se creara una industria en torno al género del horror cinematográfico, y a que los televidentes disfrutaran de horrores desde el salón de su casa[7]. Este entorno social y cultural dio paso a nuevas revistas, generalmente calificadas “para adultos”[8], que se nutrían de abundante material extranjero pero elaborado por autores españoles, muchos de ellos desconocidos para el lector habitual de aquí, paradójicamente, y cuyo trabajo quedó sepultado tras años de encadenamiento a unas agencias que, aunque con lustrosa remuneración, les privaban del reconocimiento merecido[9]. La fiebre de las “revistas para adultos” aumentó hasta alcanzar su culmen en los 1980, década en la que editores y títulos surgieron por doquier dejando un hueco al horror, sin imaginarse que la introducción de nuevo material foráneo (los comic books estadounidenses, el manga japonés) le acabarían arrebatando el favor del comprador. Así, en los noventa el género del horror mutaba, tanto de contenido como de presentación, tanto de referente como de objetivo[10]. El horror ya era un género aceptado, y el siguiente paso consistía en la mezcla de todo tipo de géneros y formas, algo que tendría lugar en el nuevo milenio en una sociedad cuyo comportamiento se había visto modificado por los horrores reales. Por tanto, por el terror.
 
 
HISTORIETA DE HORROR EN ESPAÑA EN EL SIGLO XXI
 
No han existido muchos ejemplos de historieta de horror producida en España y por españoles en lo que llevamos de siglo. Sí han sido abundantes las traducciones, provenientes sobre todo de Estados Unidos (los numerosos títulos del sello Vertigo, ya afianzado; los nuevos productos de IDW; la proliferación de independientes) y de Japón (con el nuevo manga de horror), con una pequeña -generalmente- participación del cómic europeo (sobre todo de la mano de las obras de la editorial italiana Bonelli).
 
Pero tanto desde el mundo de la autoedición, continuador en cierta forma del ánimo fanzinista de años previos, como del de editoriales consolidadas, se han puesto en pie ciertas obras que, ya sean títulos traducidos o creados directamente para el mercado español, se adentran en el horror gráfico.
 
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Página de Evelyn, de A. G. Leiva.

Si atendemos a los libros de historietas pensados directamente para su edición en España nos encontramos con pocos casos. La mayoría corresponde a obras con edición previa en mercados más boyantes y donde este tipo de productos tienen una mayor aceptación, ya sea porque el horror es un género más querido o porque la presencia del mismo no “estorba” la proliferación de otras temáticas. Quizás el caso más llamativo sea Evelyn, de Andrés G. Leiva (Sinsentido, 2009), una reescritura del mito vampírico aunque con el uso de elementos tradicionales: una ambientación decimonónica, la figura del investigador escéptico (el doctor Corman del subtítulo
[11]), la utilización del blanco y negro en recuerdo de los clásicos del cine de los años treinta. Incluso el argumento cumple los requisitos del relato clásico, contando la historia de una niña (la Evelyn del título) con aparentes poderes paranormales, su relación con un supuesto vampiro y el proceso investigador que llevará a cabo el doctor Corman. Se pueden apreciar varias influencias en el apartado gráfico, como el ya referido cine de monstruos clásico, la obra de otros autores de cómic como Mattoti o Miguelanxo Prado, incluso algunos resquicios de Breccia. El historietista cordobés logró con esta significativa obra el  Primer Premio de Cómic Sinsentido – Diputación de Cuenca.

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Arriba: Portada de El regreso del hombre pez. Abajo: El parque de la luna, espectacular página. 
 
Otra historia que se enmarcaría dentro del horror sería El regreso del hombre pez (Glénat, 2009), con guión y dibujo de Isaac Sánchez, ganadora del II Premio Josep Coll. Con un estilo más actual y con evidentes influencias del mundo de la animación, Sánchez elabora una historia que mezcla monstruos acuáticos, costumbrismo, folclore rural y una trama policial en una historieta que vendría a ser como el primo lejano español de la criatura de la Laguna Negra, sobresaliente en el apartado gráfico pero con necesidad de un guión más enjundioso.

Por último, merece la pena mencionar un libro curioso, El parque de la luna, tanto por la editorial que lo produjo, SM (con poca relación previa con la historieta), como por sus autores, el escritor Carlo Frabetti y el novel dibujante Miguel Navia. Este libro, aparecido en 2008, trata de la historia de Luna, una niña que se pierde en un peculiar parque de atracciones, repleto de fantasmas y deformidades al más puro estilo Freaks. Navia, procedente del mundo de la ilustración, la animación y el storyboard, no es especialmente hábil a la hora de retratar los personajes, pero consigue una ambientación gótica repleta de niebla y rincones oscuros, sin miedo a los grandes y complejos planos generales o a los picados y contrapicados más inverosímiles. El mismo equipo creativo desarrolló en 2009, y en el contexto de la larga lista de homenajes que se sucedieron con el bicentenario del nacimiento de Poe, Nevermore, una especie de “historieta ilustrada” o “narración con historietas”, en la que el texto del clásico poema de Poe “El cuervo” se alterna con páginas de una historieta en la que el propio Poe es el protagonista y se enfrenta a sus más populares creaciones. Este trabajo parecía ser más del gusto de Navia, que creó unos ambientes oscuros plagados de detalles, y que hubieran lucido mejor en un tamaño mayor de reproducción.

Ediciones SM también se ha apuntado a un fenómeno aparecido en los últimos años por parte de editoriales generalistas, el de fomentar la adaptación de clásicos literarios. Así, dentro de la colección que SM lleva publicando desde 2008, junto con versiones de obras como La Odisea de Homero o Romeo y Julieta de Shakespeare, podemos encontrar dos ejemplos de adaptaciones de obras de horror: El monte de las ánimas, de David Rubín e inspirada en el cuento de Bécquer, y El doctor Jekyll y mister Hyde, la popular novela de Stevenson, adaptada por Santiago García y Javier Olivares, ambas de 2009.

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 Doble página de El doctor Jekyll y mister Hyde, con guión de Santiago García y dibujo de Javier Olivares.


La versión de Rubín de la leyenda de Bécquer adolece de un defecto del que pecan la mayoría de las adaptaciones, esto es, la excesiva fidelidad a la obra literaria, con la traslación (casi) directa de los pasajes originales. Además, el grafismo de Rubín, tan adecuado a su obra de carácter más personal, en esta ocasión no parece ser el más adecuado, con esa proliferación de espinas, calaveras, llamas y abrigos peludos que son marca del autor pero que deslucen una adaptación que hubiera requerido más oscuridad, más sombra, otro enfoque en definitiva. En cambio, la “versión libre” que elaboran García y Olivares del mito Jekyll / Hyde resulta, independientemente de lo que se valore la obra original o a los propios autores del cómic, un goce para los sentidos. García recoge del libro de Stevenson lo que le parece más adecuado para narrar la trama principal de la historia, siempre bajo la servidumbre de los lápices de Olivares, que desafía el planteamiento de la colección (recordemos, adaptaciones pensadas en principio para lectores infantes) para mostrarnos viñetas que se desarrollan en dos páginas consecutivas, o grandes ilustraciones en las que se incrustan otras viñetas más pequeñas, sin que por ello quede lastrada la narración y mostrando un gusto por la composición exquisito, labor de un ilustrador aventajado y perfecto conocedor del medio.

loqueelvientotrae.jpgDentro de las obras españolas con edición extranjera previa, hablaremos de Lo que el viento trae y El velo, por sus diferentes ámbitos de origen[12]. Lo que el viento trae (Norma, 2008) fue un cómic publicado originalmente por el sello belga Dupuis en 2007, y narra la historia de Aleksandr, un médico ruso recién salido de la facultad que a principios del siglo XX se desplaza a una recóndita región del país para dirigir un hospital, enfrentándose a las creencias ancestrales de los lugareños y a un misterio que está acabando con las vidas de los habitantes del lugar. Jaime Martín recrea con fidelidad el ambiente rural de la Rusia prerrevolucionaria, echa mano de las leyendas regionales (como la de la bruja Baba Yaga, como la del Vurdalak) y lo entremezcla todo con los avances en la cirugía de entre siglos, el cambio de poder político y un sabio uso del color y la narración con viñetas, ofreciendo una obra maestra no solo en la historieta de horror, sino en cualquier género. En cambio, El velo (Dibukks, 2010) reproduce la miniserie de cuatro números publicada originalmente en Estados Unidos por IDW en 2009 con el título The Veil, obra del guionista El Torres (Juan Torres) y el dibujante Gabriel Hernández. En esta obra, Chris Luna es una asesora de la policía con un pasado traumático que es capaz de hablar con los muertos. Decide regresar a su pueblo, Crooksville, para resolver unos asuntos familiares pero acaba reencontrándose con su pasado (y decidiendo su futuro). 

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Arriba a la derecha: Lo que el viento trae. Sobre y bajo estas líneas: El velo: portada y página.

 
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Son evidentes (y algunas de ellas reconocidas) las diferentes influencias de la historia: distintas series de televisión, como la reciente Entre fantasmas u otras de corte seudofantástico como Twin Peaks, películas como El sexto sentido o La noche de los muertos vivientes, sin olvidar cierta ambientación que recuerda las narraciones de Clive Barker. Aunque la historia promete en su primera mitad, acaba convirtiéndose en una orgía de sangre que invade todo el pueblo con una explicación poco original (y poco convincente) de los hechos, en una serie que prometía una continuidad similar a la de Hellblazer.

Llama la atención, en estas dos aportaciones españolas al cómic, la distinta orientación que se busca y la diferente aceptación y calidad global que se aprecia, pudiendo estar en relación con el tipo de público al que originalmente iban dirigidas.

Habría que prestar especial atención a aquellas publicaciones que han tomado la “unidad” clásica de la historieta de horror, es decir, el relato corto completo, de pocas páginas, que se popularizó en Estados Unidos a mediados del siglo pasado, sobre todo en los comic books de EC, y que también formaría el núcleo de las después populares revistas de Warren y, por ende, de todas sus imitadoras / seguidoras en España: Dossier Negro, Vampus, Rufus, Vampirella, Creepy… Este relato corto tiene sus ventajas y sus limitaciones, pero es agradecido tanto por autores como lectores y sigue estando presente en diversas cabeceras.

Así, lo han usado publicaciones de aparición episódica como Boom nº 2 (AACE, 2005)
[13], Horrorama nº 1 (Recerca, 2006)[14], Interzona (Arsénico Cómics, 2007)[15] o Desde el abismo (Viaje a Bizancio, 2008)[16], con resultados irregulares por lo variopinto de los autores. Ha sido en el mundo de los fanzines donde más atención se ha prestado al horror, con ejemplos meritorios como Killer Toons[17], Frenzy o Cthulhu, aunque todas estas cabeceras hayan adoptado progresivamente un aspecto más profesional que hace difícil su inclusión en el tebeo de aficionados. También fanzine, pero de otras características y otras aspiraciones es Aurora Sombras (La Casa Chica, 2009), autoedición de Manuel Díaz Bejarano, que en los dos números con los que cuenta hasta la fecha pretende reproducir el éxito de los tebeos de misterio de Bonelli en un ámbito español, contando las aventuras de una investigadora de lo paranormal.
 
 
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 Varios números del fanzine Frenzy : 2, 3, 5, y 6.

Frenzy
comenzó como fanzine grapado en 2001, con el subtítulo “Sorprendentes cómics de horror” y una llamativa portada de David Lorenzo, creador y promotor del invento. Las obras de Lorenzo son las más originales y absorbentes de la publicación, con un grafismo peculiar que se adapta a la historia pero que no deja de ser reconocible. Tanto sus adaptaciones literarias, como “Los amados muertos” (nº 1) o “Palomas del infierno” (nº 4, con guión de Francisco Calderón), como sus propias creaciones (“El sirviente”, en el nº 1, “Insomnia”, en el nº 2), permanecen como historietas si no brillantes sí perfectamente adecuadas para la narración de miedos, con un manejo perfecto del ambiente necesario para el horror a pesar de que en un principio las figuras puedan estar caricaturizadas
[18]. La plantilla de colaboradores se nutría de habituales de los fanzines, incluyendo a nuevos valores que después despuntaron como Carlos Areces (antes de su paso por Mister K, El Jueves, La Hora Chanante, Muchachada Nui y su carrera como actor) o Carlos Vermut, que además ofrecían algunos de los mejores trabajos que podían encontrarse en Frenzy. A medida que aumentaba el grosor de la revista, cuya aparición era prácticamente anual, aumentaba también la lista de colaboradores, encontrándonos en el último número publicado con firmas como Albert Monteys o Elfélix. La revista parecía progresar tanto en sus ambiciones como en su calidad, pero tras el nº 6, de 2007, no ha vuelto a reaparecer.
 
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Arriba, página de Cthulhu, 5. Bajo estas líneas: portada de Cthulhu, 6. Ambas son obras de Pepe Avilés. 
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Cthulhu
vio la luz por primera vez en 2006, con formato de revista como una publicación del sello malagueño Zanzíbar Ediciones. Se trataba de una creación colectiva del denominado “Grupo Zanzíbar”, formado por Alex Ogalla, Manuel Mota y Carlos Lamani, y ya desde la portada, con una magnífica ilustración de Juan Serrano, no dejaba ningún resquicio a la duda: nos encontrábamos ante una publicación que contenía “cómics y relatos de ficción oscura”. Este primer número incluía textos (sobre el autor Jerry Grandenetti, y un relato de Pablo Franchi), historietas (“Las ratas del cementerio” de Manuel Mota, cerebro del invento; “La serpiente blanca”, de Raúlo Cáceres; “El regalo”, de Kosta; “Ante los ojos”, de Alex Ogala y Karles Sellés; las tiras humorísticas de “El joven Lovecraft”, de Oliver y Torres), ilustraciones y reseñas. Aunque persistían los rasgos de las publicaciones amateur (Mota mejoraría notablemente en números posteriores), el acabado técnico, el diseño y, sobre todo, la intención de alcanzar un nivel profesional hizo albergar la ilusión de una nueva revista con contenido dedicado exclusivamente al horror que recordara a las míticas cabeceras de décadas anteriores. En noviembre de 2006 apareció el segundo número, también con una llamativa portada de Arts Jones e idéntico planteamiento y plantel creativo. Salvo por las creaciones de Kosta, tanto los argumentos como el aspecto gráfico seguían un patrón clásico en el que primaba la adaptación de relatos y el dibujo formal, ambiental más que simbólico. Para el siguiente número, de diciembre de 2007, aguardaba una sorpresa, ya que se producía un cambio de editor (a partir de este momento sería Diábolo Ediciones) y de formato, que abandonaba el tamaño magazine para pasar al más convencional y práctico comic book, aunque con lomo. Se reiniciaba la numeración y se pretendía tener un carácter “monográfico”, con especial atención a autores literarios sobre los que se basaban la mayoría de las historietas e incluyendo en cada número un texto que hacía referencia precisamente a las adaptaciones previas al cómic. Así, hasta la fecha se ha rendido homenaje a Lovecraft, M. R. James, Stevenson, William Hope Hodgson, Poe y Robert E. Howard. De entre todos los trabajos publicados a lo largo de sus (hasta ahora) seis números, podrían destacarse “La lámina de la casa” y “Aviso a los curiosos”, ambas de Carlos Lamani (nº 1 y nº 2), brillantes adaptaciones de relatos de Lovecraft y M. R. James; “Cuestión de enfoque” y “La nave abandonada”, de Pepe Avilés (nº 3 y nº 4), que aporta un grafismo detallista y atractivo; “Uñas”, de Juan B. Sanmiguel (nº 6), escalofriante y enigmático relato, o las atractivas ilustraciones de Juan Serrano (que adornan varias portadas y relatos interiores) y Meritxell Ribas, estilos antagónicos en la ilustración de horrores. El resto de autores (los más constantes, Mota, Sellés, Kosta, Tamparillas) aportan una variedad de registros que hacen de esta publicación uno de los referentes actuales del horror en historieta. Motivo aparte de felicitación es el diseño global de la revista, obra en principio de Carlos Lamani, cuya labor continúa Juan Carlos Hidalgo, y que facilita la adscripción de la cabecera a los títulos profesionales sin desmerecer en calidad. Del (relativo) éxito de Cthulhu da cuenta su trasvase a lenguajes foráneos, habiendo aparecido hasta ahora una versión inglesa de un primer número que recoge una selección de los contenidos de las cinco primeras ediciones de la publicación
[19].
 
Tras repasar todas estas publicaciones podríamos preguntarnos si la expresión del horror ha cambiado desde su primera aparición en nuestro país. Si bien podemos afirmar que la aceptación del género se ha modificado desde su extensión masiva en la década de los setenta, y que los autores que actualmente la siguen practicando lo hacen en su mayoría por iniciativa propia y aprecio, no parece que exista una corriente innovadora como ha podido verse en otros países. No existe un desarrollo y una continuidad en las obras (salvo el caso aislado de Cthulhu, única publicación dedicada en exclusiva al género que persiste en su empeño), y todos los esfuerzos son puntuales, bien coyunturales o con un éxito escaso que impide su evolución. Los autores españoles siguen recurriendo además a la imaginería tradicional foránea, quizás de forma intencionada para que el producto sea comercialmente rentable fuera de nuestras fronteras, pero uniformizando una obra que, independientemente de la firma, podría estar realizada en cualquier lugar del mundo. Sería aventurado decir que el horror en historieta en España ha muerto, pero no existe (ni se ha creado ni parece que se creará) una tradición en torno a las fantasías oscuras, una imaginería propia, una escuela artística, un legado que permita diferenciar el horror hecho en España de aquel importado que, hoy día, sigue siendo más apreciado.
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Ilustración de Jaime Martín.

 
NOTAS:

[1] BARRERO, Manuel. “El horror maravilloso”, en Tebeosfera 2ª época, 5, 2009. Disponible en línea.
[2] ALCÁZAR, Javier. “La génesis del miedo”, en Tebeosfera 2ª época, 5, 2009. Disponible en línea.
[3] BAENA, Jose María. “Roberto Alcázar y Pedrín en la aventura del Hombre Diabólico”, en Tebeosfera 2ª época, 5, 2009. Disponible en línea.
[4] BARRERO, Manuel. “Dan y los espacios del horror”, en Tebeosfera 2ª época, 5, 2009. Disponible en línea.
[5] GARCÍA, Alberto. “EC, paradigma del horror pre-code”, en Tebeosfera 2ª época, 5, 2009. Disponible en línea.
[6] BARRERO, Manuel. “La parodia terrorífica. Horror en los tebeos de humor españoles bajo la dictadura”, en Tebeosfera 2ª época, 5, 2010. Disponible en línea.
[7] ALCÁZAR, Javier. “El descubrimiento del horror en los sesenta”, en Tebeosfera 2ª época, 5, 2010. Disponible en línea.
[8] BARRERO, Manuel. “Tebeos de horror españoles en los setenta”, en Tebeosfera 2ª época, 5, 2010. Disponible en línea .
[9] ROACH, David A. “La invasión española”, en Tebeosfera 2ª época, 5, 2010. Disponible en línea.
[10] RUIZ-DÁVILA, Rafael. “Vertigo y el horror en los noventa”, en Tebeosfera 2ª época, 5, 2010. Disponible en línea.
[11] Probablemente el uso del apellido “Corman” sea un homenaje / referencia al director y productor de cine Roger Corman, quien estuvo muy relacionado con el horror en los sesenta en numerosas películas de bajo presupuesto. También orienta a esto que el compañero de Corman se apellide Price, posiblemente otro homenaje al actor Vincent Price, que colaboró con Corman en sus proyectos más reconocidos.
[12] No comentaremos la obra Legion, de Salvador Sanz (Ivrea, 2008) , pese a contar con edición española, por tratarse de un autor argentino, y pese a la indudable inclusión de la misma en el género.
[13] La revista Boom! se proclamaba como la “Revista de la Asociación de Autores de Cómic de España”, y solo contó con dos números monográficos, el segundo de los cuales era un “Especial terror”. Todas las historietas aparecidas en la misma estaban realizadas por los asociados, pero del producto resultante apenas se salvaban las historietas de Fritz y Max Vento.
[14] Horrorama contó únicamente con este número, de contenido diverso, y dio nombre a la línea de Recerca dedicada al cómic de horror.
[15] Interzona solo tuvo un número 0, coproducido junto con la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián y editada con motivo de las IV Jornadas del Cómic de San Sebastián. Mezcla entre revista teórica y revista de historietas, contó con autores de lujo realizando reveladores artículos (como el del Sr. Ausente –Daniel Fernández-, “Recordando a Joe Maneely”) y excelentes historias (“Don Eugenio Martín Ferrer”, de Carlos Vermut, o “Destruyan Ciudad Accidente”, de Paco Alcázar).
[16] Desde el abismo fue un producto de la editorial sevillana que no tuvo continuidad, y con un precio excesivamente alto a pesar de contar con la colaboración de algunas de las mejores firmas del momento.
[17] Antonio Santos hace una reseña de la segunda etapa de la publicación en Tebeosfera, disponible en línea.
[18] Parte de estos trabajos serían recopilados luego en Insomnia y otros relatos gráficos de horror (Dobledosis, 2004).
[19] Esta edición está realizada en colaboración con KettleDrummer Books, que también edita en Estados Unidos Young Lovecraft, versión en inglés de El Joven Lovecraft de Oliver y Torres.
Creación de la ficha (2010): Javier Alcázar. Revisión de Manuel Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
JAVIER ALCÁZAR (2010): "Viejos horrores para un nuevo milenio", en Tebeosfera, segunda época , 5 (4-VI-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 19/III/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/viejos_horrores_para_un_nuevo_milenio.html