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PASQUAL FERRY. NOCIONES DE CALIDAD.

Las obras


por Koldo Lus

 

 

 

 

 

 

 

[ Dibujo de Sebastian Gorza para la cubierta del álbum © 2005 P. Ferry. ]

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1. OCTUBRE

2. TRAYECTORIA

3. LAS OBRAS

4. TEBEOGRAFÍA

I. EL APLAUDIDO COMIENZO: CREPÚSCULO. VIRTUOSISMO E HIPERTROFIA.

 

“Crepúsculo fue un trabajo hecho con las entrañas. Una especie de liberación personal. Una cuenta pendiente de la que siempre me sentiré orgulloso, más allá de su imperfección (...)”

 

Con Crepúsculo, cuya primera entrega se publica en 1988, Pascual Ferry se inicia en el campo de la historia larga. Libérrimamente basada (más bien inspirada) en el relato de Cornell Woolrich, “En el Crepúsculo”, supone asimismo su debut, a los ojos de gran parte del público de los ochenta, como autor del entonces denominado cómic adulto.

 

Sin embargo, en este momento, Ferry lleva ya algo más de seis años como profesional, y necesita demostrar, en esta falsa opera prima, su solvencia como autor completo. El resultado es una obra hecha para impresionar, en la que Ferry busca introducir todos los recursos aprendidos en este período.

 

Crepúsculo nos presenta una historia de misterio desarrollada alrededor de la figura de León Miller (primero de una larga serie de homenajes), un escritor que se verá envuelto en una historia de asesinatos que lo hará enloquecer. A lo largo de la historia, diversos flashbacks nos introducen en el pasado del personaje. Será aquí donde la historia de thriller psicológico comience a adquirir tintes esotéricos, sufriendo una progresiva complicación que terminará por desconcertar al lector. Así, la aparición de nuevos personajes (Lia, Smith, Woods, el tío Lone) y subtramas de las que sólo captamos destellos, se multiplican a lo largo del álbum, al tiempo que, cada nueva introspección en el pasado de Miller desdice parte de lo apuntado anteriormente.

 

Asistimos a un juego de contradicciones que complica la trama hasta llegar al poco resolutivo final, que no hace sino abrir nuevas incógnitas. En la entrevista / relato Dentro de Crepúsculo ofrecida en Octubre, Ferry nos desvela que Crepúsculo era, en realidad, la primera parte de una trilogía, en cuyas segunda y tercera partes (Limbo y Éxodo) todos estos aspectos aparecerían hilados dentro de una historia global. Esta será una constante en la obra de Ferry, que planificará cuidadosamente todas sus obras12, más ambiciosas siempre de lo que luego la realidad editorial permitirá13.

 

        

Viñetas de Crepúsculo

La lectura de Crepúsculo como obra autoconclusiva, resulta sin embargo confusa, y la constante introducción de nuevas subtramas hace avanzar la historia a trompicones. Durante todo el álbum encontramos referencias a los hombres del Crepúsculo, sociedad secreta cuya naturaleza no termina de ser convenientemente aclarada. La caracterización de los personajes va variando según el álbum avanza, y esto hace parecer que el guión se va improvisando sobre la marcha. Esto le valió a Ferry una quizás excesivamente dura crítica de Lorenzo Díaz14 para una obra hipertrofiada, y que, por ello mismo, resultó fascinante a los lectores de aquella época.

 

Pese a lo anterior, si bien es cierto que puede achacársele a Ferry una cierta bisoñez en su faceta de guionista, no ocurre lo mismo con su técnica narrativa, que, con una diagramación directamente importada de Watchmen, al igual que el recurso a las citas, ofrece una composición de página elegante y eficaz, mostrándose especialmente hábil, ya que no en hacer avanzar la trama, sí en la creación de escenas interesantes. Crepúsculo es un cómic que remite constantemente a lo cinematográfico, tanto desde el punto de vista de la propia mecánica de la narración y la construcción de las secuencias: uso recurrente del zoom como transición entre secuencias (recurso tomado de Orson Welles, vía Alan Moore), del plano / contraplano, alternancia de planos subjetivos y generales, etc... como en el plano estético.

 

      

Viñetas de Crepúsculo 

Desarrollada en la ciudad de Octubre –hallazgo urbano al que Ferry retornará en sus siguientes obras– Crepúsculo combina una estética general de film noir de Nicholas Ray (la estación de ferrocarril, en el capítulo sexto) con el expresionismo que será la norma de aquí en adelante (siendo el encuentro con Woods sobre el tejado, en el capítulo 5 quizá la escena que ilustra mejor este hecho). Estamos en pleno auge del Dark Knight de Frank Miller, y la revisión gótico / pop de la estética urbana del cine de Burton se gesta ya en el cómic. En lo gráfico encontramos, pues, a un Ferry ya en plena madurez, que combina con soltura diferentes técnicas en un blanco y negro, puro, en unas ocasiones, ricamente texturado en otras; siempre espectacular.

 

Releída hoy, Crepúsculo tiene el regusto demodé que acompaña siempre a la novela negra pero que, debido principalmente a su espectacular grafismo, conserva su vigencia. Crepúsculo sienta además las que serán las bases de Ferry para esta etapa: historias cuya complejidad excede la capacidad del álbum para resolver, personajes atormentados y cínicos enfrentados a una realidad ambigua y a un destino del que no pueden escapar, sociedades secretas, aprendices de brujo... Y como telón de fondo, la futilidad de la acción individual en una sociedad controlada por poderes ocultos15. Todo ello encuadrado en una exhaustiva –casi enfermiza– planificación que abarcará tanto aspectos de narrativa gráfica como puramente estéticos. Y vehiculado por los excepcionales dibujos de Ferry.

 

II. LA RÁPIDA CONSOLIDACIÓN: SEBASTIAN GORZA. TERRORES COTIDIANOS.

 

Tras el éxito de Crepúsculo, Ferry decide aprovechar su buen momento creativo para realizar la que será su obra más rápida: Sebastian Gorza, realizada entre los meses de marzo y agosto de 1989, y, tal vez por eso mismo, la más conseguida. Frente a la grandilocuencia de su anterior álbum, Gorza es una obra intimista –más que parcialmente autobiográfica- , de aparente perfil bajo, que tiende a ser considerada como una obra menor, y que sin embargo condensa la esencia del mejor Ferry.

 

En este Nociones de Realidad/1 asistimos al desarrollo de la vida del protagonista, Sebastian –alter ego del propio Ferry-, desde su infancia hasta su muerte. Una vida marcada por misterios que irrumpirán en ella y que nunca serán resueltos. Aquí Ferry crea un personaje que nos permite una mayor identificación. No con Sebastian, sino con sus circunstancias, con su mundo cotidiano, casi anodino, pero lleno misterios. La sensación al leer Sebastian Gorza es de un inquietante dejá vu. Nos remite a esas ocasiones en que no podemos evitar sentir que algo va mal... que la realidad no es tan aprehensible como nos gusta pensar. Que bajo su manto de normalidad, hay cosas que justifican ese escalofrío que a veces sentimos en la base de la columna.

 

Sebastian Gorza acierta allí donde Crepúsculo fallaba. Y no es que sea un borrón y cuenta nueva; los personajes atormentados, lo esotérico, la inevitabilidad del destino, los recursos cinematográficos, la meticulosa planificación o la composición de página a la Moore están ahí, pero aplicados con una naturalidad que antes se echaba de menos. En Gorza Ferry domestica el desarrollo de la trama a una férrea estructura de episodios de idéntico desarrollo, creando una historia circular, llena de desasosegantes pero fascinantes simetrías de ecos floydianos -el propio círculo sirve como leit motif para la división de los episodios. Se atisba en esta obra una tranquila madurez, más serena pero más efectiva que el apabullante espectáculo de fuegos artificiales de Crepúsculo. Ferry no cae siquiera en el error de tomarse demasiado en serio la arquitectura que ha creado para la obra, ofreciéndonos una evocadora última viñeta que se escapa levemente del esquema general, como poético final a una historia que funciona como un reloj.

 

        

       

Viñetas de Sebastian Gorza  

En lo gráfico, lo ajustado de las fechas de entrega obligó a someter al dibujo a un proceso de depuración16. El dibujo de Ferry, acostumbrado a vestirse de suntuosos ropajes, tal vez por una desconfianza del autor en sus propias virtudes, aparece aquí prácticamente desnudo: los grises, omnipresentes en Crepúsculo, languidecen aquí y desaparecen en el tercer capítulo para no reaparecer hasta el último. El opresivo fondo negro da paso a páginas cuyo peso visual queda reducido al interior de las viñetas. Esta rapidez en la ejecución, que en un autor menos capaz darían origen a un resultado desaliñado, inacabado, hace, sin embargo, que la obra gane la frescura y espontaneidad que se echa de menos en Crepúsculo. Ferry economiza trazos y manchas, lo que no le impide incluir, en un álbum de trazo liviano, casi de línea clara, viñetas generales donde incluye los espectaculares contrastes en blanco y negro que en Crepúsculo pasaban desapercibidos en el abigarrado conjunto general.

 

El intimismo de la historia hace que el protagonismo en los escenarios pase a los interiores, que marcarán la vida de Gorza: la habitación del Sebastian niño (la habitación de Ferry), el piso que le deja Chus (realmente el estudio de Toni Garcés), la taberna de Aquiles, la habitación de Orzz, el interior de la cripta destinada a alojar sus restos... permanecerán entre las mejores arquitecturas dibujadas por Ferry en esta etapa.

 

Sebastian Gorza es una obra intemporal (lo que resulta paradójico, si consideramos su marcada carga autobiográfica), que se lee ahora igual que entonces, porque apela a una parte de nosotros más profunda, más íntima: aquella fascinada y aterrada a un tiempo por los misterios cotidianos.

 

III. LA RUTA DE LA MEDUSA. INSÍPIDA PERFECCIÓN.

 

Con La Ruta de la Medusa, Ferry da por concluido su ciclo urbano, para cambiar de registro y sumergirse de lleno en otro género, el de la aventura fantástica y –no muy solapadamente– superheróica. En esta historia se dejan de lado los desgraciados personajes anteriores (Miller, Gorza), que viven atormentados por una realidad que los supera y acorrala contra sus difusos límites para describirnos un rito iniciático, el de Zimmermann, en el que el desasosiego y la opresión son sustituidos por la fascinación y el puro deleite.

 

Manierismo pictórico

 

Gráficamente, Ferry posee a estas alturas un incontestable dominio de su propio estilo, que maneja en esta ocasión con enorme soltura. Tal vez excesiva. Y es que, a lo largo del álbum, uno no puede eludir la sensación constante de que el autor se encuentra demasiado cómodo, de que el álbum es una celebración de sí mismo en la que Ferry aprovecha para recrearse, en un ejercicio que tiene menos de riesgo que de autocomplacencia.

 

Así, la frescura, la tensión gráfica y narrativa que percibíamos en Sebastian Gorza da paso aquí a un virtuosismo formal, más preocupado en ofrecernos una colección de impresionantes imágenes que en ofrecer una auténtica unidad argumento – dibujo. La historia avanza así como una sucesión de escenas más utilitarias (las menos), unidas entre sí por espectaculares viñetas a toda –incluso a doble- página: un guiño al cómic americano que tanto gusta a Ferry y en el que conseguiría introducirse apenas tres años después.

 

La colección de láminas que componen el álbum son, desde luego, una delicia gráfica, en la que Ferry vuelve a mostrar su habitual gama de diferentes influencias17 y técnicas (pluma, pincel, aguada, rotring, lápiz) perfectamente domesticadas esta vez al servicio de una estética coherente y preciosista, a la que da su especial textura el acabado con grandes manchas de aerógrafo, como elemento unificador. El aerógrafo, aunque ya utilizado en las obras anteriores para ofrecer láminas más pictóricas dentro del desarrollo de la trama cobra aquí un papel protagonista, y sustituye a las tramas mecánicas habituales hasta el momento (la historia corta Boy, de la misma época, da fe de esta evolución). Junto a él, un trazo que se vuelve más cartoonist que nunca, perdiendo la aspereza que encontrábamos en Gorza, contribuye a dar unidad al conjunto.

 

Los escenarios, igualmente fríos y perfectos, recuerdan más que nunca a decorados –parecen directamente sacados de Batman: The Animated Series-; y es que al leer La Ruta de la Medusa, uno no puede evitar tener la sensación de estar contemplando la adaptación al cómic de una serie de animación.

           

Viñetas de La ruta de la medusa

     

 

Temática y mercado

 

En el contexto anterior, la historia avanza linealmente, deteniéndose tanto en los tópicos del fantástico (ciudades submarinas, animales legendarios, poderes sobrenaturales) como del propio Ferry (sociedades secretas, lo esotérico integrado en el mundo real, individuos atrapados por destinos inevitables), y en algunas de sus preferencias literarias (la sociedad de los oscuros recoge estética y concepto de los hombres grises de Michael Ende en Momo). El lector se convierte así en mero espectador, al entender que se trata de un puro entretenimiento visual, y llega así al previsible final (nuevamente el principio) sin que su pulso se altere en ningún momento.

 

Es curioso que esta obra fuera calificada como excesivamente experimental, en su momento, cuando se trata de un álbum genuinamente involucionista, en el que Ferry deja abandona las prospecciones de los álbumes anteriores. La experimentación ha quedado atrás, y se centra en contarnos una historia de aventuras al uso que le permita, eso sí, dar rienda suelta a sus inquietudes gráficas. Se trata éste de un álbum “de diseño”18, tan impecable como intrascendente, que parece pensado como tarjeta de presentación hacia otros mercados, el franco belga y el americano, donde Ferry demuestra su solvencia en un estilo más asequible y comercial. Una obra que, una vez leída, no deja la urgencia de volver a ella más adelante, si no es para hojearla como libro de ilustraciones.

 

IV. MARIUS DARK: LA TORRE. LA ÚLTIMA CANCIÓN.

 

Marius Dark es un vómito sobre lo que yo sentía en aquel momento respecto al cómic.(...) Faltaba la ilusión que había invertido en otras obras, pero estaba hecha con ganas.(...) No conseguí vender los derechos de la historia en ningún país; estaba amargado, y la historia salió amarga.” (Pasqual Ferry en una entrevista realizada por Antoni Guiral el 23 de Febrero de 1994. Publicado en la edición española de Plasmer. Planeta–DeAgostini, 1994)

 

En 1991, Ferry comienza la publicación de la que será la última de sus cuatro obras largas. El trabajadísimo La Ruta de la Medusa ha resultado un relativo fracaso: la historia no ha sido entendida, no se ha vendido a ningún país, y ni siquiera es recopilada en álbum por Norma Editorial. Paralelamente, el intento de comenzar una nueva serie, Max Orbe, queda abortado tras el primer episodio. Ferry está cada vez más desalentado, y la desconfianza que siente por el medio y por sí mismo como autor se trasluce en La Torre, una obra que cierra un ciclo y a la que es imposible desprender de su carácter de obra terminal.

 

Ni escenarios urbanos ni ciudades submarinas. La historia de La Torre se desarrolla en un gris pueblecito escocés, cuya tranquila vida se va viendo progresivamente alterada por la presencia de un inquietante recién llegado: Marius Dark. La trama se desarrollará, como de costumbre, según una estructura de capítulos autoconclusivos, en cada uno de los cuales veremos cómo la presencia de Dark afecta a una persona o un grupo de personas del pueblo, muy en la línea de La Tienda (Needful Things) de Stephen King, al que también rinde homenaje en el Capítulo 4: “El Torvo Miedo”, una historia con tres adolescentes –el propio Ferry, Montecarlo y Beroy, probablemente– y macabro payaso incluído19.

      

Viñetas de Marius Dark. La torre en color.  

Marius Dark es una obra triste, nostálgica, ampliamente autoreferencial. En ella encontramos también casi todas las obsesiones particulares de Ferry: los maniquíes, los rostros vendados, el tarot, los gatos. La historia, ya sea por la división en capítulos autoconclusivos o por simple evolución, resulta más fácil de seguir de lo habitual en Ferry. La composición de página es más libre, lejos de la rigidez de Crepúsculo o Gorza, o de la espectacularidad de La Ruta, lo que redunda en una mayor inteligibilidad de la historia. El único experimento narrativo, realizado en la publicación por entregas, es corregido en esta edición: allí, el último capítulo apareció en mitad de la historia, desvelando parte de lo que ocurriría en capítulos posteriores, tal vez en un intento de demostrar a sus detractores su rigurosa planificación de las historias20. Aquí, este capítulo aparece como sorprendente final, y como agrio chiste metalingüístico, que nos habla de la situación de Ferry (Ende) en aquella época.

 

Igual evolución sufre el dibujo, que en Marius Dark se desprende de la dramática iluminación con fuertes contrastes y grandes masas de negro de otras obras. Su línea se hace más clara que nunca para permitir la aparición del color, no muy logrado al principio (nadie diría en el primer capítulo que la historia, con aquella luz mediterránea, se desarrolla en Escocia) pero que evolucionará hasta el magnífico capítulo final, realizado ya en color directo.

 

Marius Dark es una historia lenta, de lectura sosegada, enfatizada aún más si cabe por el uso de escenarios naturales, alejados de las opresivas urbes de costumbre. Aquí las arquitecturas –si bien tan espléndidamente dibujadas como de costumbre– pasan a un segundo plano, como una parte más del paisaje, cediendo el protagonismo a la figura y a la historia contada.

 

Como de costumbre, Ferry tenía prevista una segunda parte para Marius Dark que, también como de costumbre, nunca llegaría a realizarse. La historia no se recopiló en libro, y todo parecía preparado para que Ferry se decidiera a dar el salto a otros mercados.

 

V. EL SUEÑO AMERICANO. FERRY DESPUÉS DE FERRY.

 

En 1993, Ferry decide dar el salto al mercado de habla inglesa, realizando para Marvel UK la miniserie Plasmer, con guión de Glenn Dakin y tinta de Sean Hardy. Los resultados resultan francamente mediocres -es especialmente doloroso comparar el interior del cómic con las portadas, diseños de personajes e ilustraciones promocionales publicados en la edición española en tomo-. Tras un lapso de algo más de un año, en 1995 comenzará una colaboración ininterrumpida con el mercado americano que se prolongará hasta la actualidad.

 

Tras este primer trabajo, Ferry pasará mucho tiempo tratando de encontrar un estilo que se adapte a los requerimientos del medio. Si en Plasmer, oculto bajo las apresuradas tintas de Hardy, aún puede descubrirse el trazo enérgico de Ferry, en los trabajos de los cinco años siguientes apenas si queda algo del autor de los ochenta. El fuerte estilo anterior se vuelve totalmente anónimo, y si algo es Ferry, es dibujo. Dibujo en su sentido original. Es decir: diseño.

 

Las obras del Ferry de Octubre lo son en un sentido estricto: están hechas de una sola pieza. Historia, narrativa, dibujo, rotulación, composición21... todos ellos están íntimamente relacionados, merced a su paso por el filtro creativo del autor. Pasqual Ferry es un autor meticuloso, acostumbrado a controlar la propia geometría de la obra, desde la concepción y la propia arquitectura de la historia; a estudiar cada detalle para dotar a la obra de la coherencia y el acabado deseados. El trabajo en el mercado americano, más similar a una cadena de montaje donde guionista, dibujante a lápiz, entintador, colorista o rotulista forman departamentos más o menos estancos, ha supuesto un proceso de desnaturalización para Ferry.

           

Trabajos para Marvel: Howard the Duck (arriba), Dr. Strange, Fantastic Four 2099, Heroes for Hire (y una página). Debajo: Warlock, Fantastic Fourth Voyage of Simbad y dos páginas de su Fantastic Four / X-Men para 2006.  

        

 

Y no sólo por la naturaleza fragmentaria del trabajo, sino por las propias limitaciones del medio, cuyo declive en los últimos quince años ha llevado a una progresiva infantilización de un género ya de por sí orientado a un público juvenil y con un nivel de exigencia limitado. El peaje del género superheróico supone trabajar con personajes planos e historias que, por propia naturaleza han de ser banales. La introspección y el misterio son sustituidos por aventuras manidas, el ritmo mesurado y estudiado por continuas escenas de lucha, los planos por poses, y los diálogos por consignas. Con semejantes corsés, parece difícil para cualquier autor desarrollar una obra meramente coherente, y si en algún momento –y pese al propio género– esto ha sido posible, fue, definitivamente en otros tiempos.

 

El Ferry que vemos en estas páginas es un profesional que se ha desarrollado sólo en determinados aspectos. Y si su dominio de la anatomía, el movimiento, la caracterización, la perspectiva y, sobre todo, la composición, son muy superiores a los del común de sus colegas, estos trabajos carecen de la entidad propia, de la autenticidad y el sello personal que tenía su obra anterior. Con todo, Ferry lleva diez años de esfuerzo constante, y esto da sus frutos. Si bien su actual estilo, más realista y standard que el de sus comienzos resulta menos atractivo –menos emocionante, quizás- desde un punto de vista estrictamente plástico, bien es cierto que su manejo de la figura humana, y la coherencia visual del conjunto, lo sitúan entre los profesionales más interesantes de este –limitado, insisto- género, como Alan Davis, cuando su carrera anterior parecía condenarle a ser una atractiva rareza al estilo de Steve Rude o Kevin Nowlan.

        

Trabajos para DC: Action Comics, Superboy (cubiertas), Adam Strange (dos páginas).

Debajo: páginas de Tom Strong (para ABC) y de Mr. Miracle.

          

Regreso a Octubre.

 

«Obra propia, lo que se entiende por obra propia, la tengo en América. En España desarrollé una obra dispersa, entre historias de humor y otras. Piensa que apenas tengo cuatro álbumes que podamos considerar como obra personal. Mi carrera es en América. Yo estoy muy a gusto y me lo paso bien. Aquellas personas que me conocen bien, amigos, gente cercana, sabe que desde siempre me han gustado los superhéroes y que mi ilusión era llegar a ser dibujante de superhéroes.»

 

Hace casi veinte años, Pascual Ferrándiz quería, por encima de todo, convertirse en un autor de cómics. Y para ello desarrolló un mundo propio, híbrido de elementos autobiográficos y oníricos. De esta realidad imaginada nacieron numerosos proyectos, algunos de los cuales llegaron a ver la luz como obras completas. Pero estas pocas obras no son, sin duda, más que la punta del iceberg de lo que Pasqual Ferry tiene aún por contar.

 

«¿Te has planteado realizar en un futuro alguna obra para el mercado europeo?

Sí, y muy seriamente. Quisiera compaginar ambos terrenos. Adoro el formato de álbum francés. Puede que lo intente muy pronto...»

 

Ojalá.

 

NOTAS

12 Contrariamente a lo que muchos pensarán (ver nota 14), y al respecto de lo cual, Ferry comenta:

«Yo siempre tenía pensadas y planificadas las historias cuando las empezaba (...). Pensar los guiones era un proceso largo para mí. No dejaba detalles al azar. Lo único que podía cambiar eran los diálogos (...), pero la historia siempre estaba pensada de antemano» (Entrevista realizada por Koldo Azpitarte para la revista Trama núm. 20. Diciembre de 2002).

13 La realidad editorial y el propio interés de Ferry, que a menudo decidirá abandonar estas segundas partes para explorar nuevos caminos, en un intento de conducir su carrera, según sus propias declaraciones, por los caminos más productivos. Así, al margen de Crepúsculo, para La Ruta de la Medusa desarrollará casi totalmente una segunda parte, y en algún momento se hablará también de una continuación de Marius Dark. Incluso el propio Sebastian Gorza aparecía como Nociones de Realidad/1, hablándonos del comienzo de una serie de la que nunca se sabría nada.

14 En su crítica, Lorenzo Díaz comenta lo siguiente sobre Ferry:

«(...) [Ferry] es un dibujante que evoluciona y mejora por páginas y su grafismo siempre reserva sorpresas. Lástima que no pueda decirse lo mismo de sus historias pues si sus argumentos son atractivos, también es verdad que resulta ser un guionista mediocre y un pésimo escritor (...). Todo resulta confuso, que no oscuro, y parece hecho sobre la marcha, improvisando cada capítulo sin saber lo que pasará en el siguiente (...) algo de lo que carece Ferry, muchas veces necesitado de un buen manual de gramática» (“El Crepúsculo de Pasqual Ferry”. Krazy Comics núm. 9. Junio de 1990)

Años más tarde, Ferry aún lo recuerda con desagrado: «La crítica de Lorenzo fue demasiado dura, especialmente para alguien que realizaba su primer guión / obra. También en la distancia veo que mi reacción fue excesiva (...). Me hizo verdadero daño». (“Pascual Ferry: El autor todoterreno”. Trama núm. 20. Diciembre de 2002).

15 La inevitabilidad del destino individual y la sumisión a la acción de poderes ocultos que regentan la sociedad son un tema clásico del cine alemán durante en el expresionismo, ya desde El Gabinete del Doctor Caligari (que en su versión definitiva trastocaba convenientemente el sentido del plot original de Hans Janowitz) al cine sobre el Doctor Mabuse de Lang, ya en su etapa americana. Este último da origen, precisamente, a Mabuse, primera obra larga de Beroy y, a la postre, el espejo en el que se mira la más avanzada Crepúsculo.

16 Ferry suele renegar a menudo del resultado gráfico de Gorza, hecho prácticamente contrarreloj, si lo comparamos con el resto de obras de Octubre: «(...) Personalmente, no quedé satisfecho con el resultado final. Gráficamente, flojeaba mucho. Algunos segmentos del guión también fallaban (...). Fue un trabajo hecho con prisas. y eso nunca es bueno.»

17 A lo largo de sus muchas páginas (90 en la edición de Glénat) podemos identificar sin dificultad las más variadas referencias, que nos recuerdan desde la figura humana de Joe Kubert, al Mort Cinder de Breccia, las inverosímiles maquinarias barrocas de Sienkiewicz o incluso el cartoon escatológico y descarnado de Gerald Scarfe. Ferry llega, en realidad, a canibalizarse, citándose a sí mismo y repitiendo hallazgos gráficos anteriores que se pasan por el nuevo tamiz y se pulen, perdiendo en el camino parte de su autenticidad.

18 El cuidado de los elementos ajenos a la narración alanza unas cotas de sofisticación extremas, siendo los separadores de capítulos, el prólogo y epílogo, las portadas... auténticas obras en sí mismas.

19 Los homenajes se multiplican a lo largo de la obra, en la que van apareciendo una tras otra las lecturas de la vida de Ferry: El It de Stephen King –otra obsesión compartida con Beroy-, Jung, Enyd Blyton, Los tres investigadores, El Mago, de Fowles...

20 Tal y como señala Koldo Azpitarte en una entrevista realizada a Ferry en 2002.

21 Y para comprobarlo, no hay más que examinar el propio Octubre, donde cada elemento ha sido rediseñado para la ocasión. Esta preocupación, no ya por el cómic, en sí, sino por el propio libro como artefacto material es algo que Ferry comparte con otros autores tan meticulosos como él, como es el caso de Schuiten.

1. OCTUBRE

2. TRAYECTORIA

3. LAS OBRAS

4. TEBEOGRAFÍA


 [ © 2005 Koldo Lus, para Tebeosfera 051230 - Todas las imágenes son © 2005 P. Ferry / sus autores y editores ] [Luis Miguel Lus Arana (Santurce, 1976) es arquitecto urbanista por la E.T.S.A.U.N. Doctorando en Arquitectura por la Universidad de Navarra, ha desarrollado numerosos proyectos y diseños urbanísticos. Actualmente compagina su actividad profesional con la elaboración de la tesis doctoral La arquitectura y las artes visuales(III): Arquitectura y Cómic - del séptimo arte al noveno, a la par que dirige la sección "Desde el Noveno" en la revista de arquitectura Aequus. Su alter ego Klaus dibuja la tira de "El Corbu" en la misma revista ]