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HYBORIA EN VIÑETAS


19- DE LA CATÁSTROFE: ¡THOMAS SE VA!.

Imagen de cabecera: ALGO DE LO ÚLTIMO DE ROY THOMAS, H?. © 2006 Barry xxx xxxx


Un día de comienzos de 1980. Mal día en Manhattan. La redacción de Marvel bulle.

 

El despacho del editor in chieff Jim Shooter parece que va a estallar, pues dentro se discute. Thomas sale del cuarto con la cara de haberse enfrentado a un dentista inexperto y da un portazo. Al rato, la puerta se abre de nuevo y dos metros de Shooter se recortan en ella. Desde la altura grita: «Thomas abandona Marvel. ¡Una solución quiero!»

 

Sí, por desavenencias personales con Jim Shooter, Thomas abandonó unas oficinas por las que había transitado afanándose sobre miles de páginas de tebeos desde hacía quince años. Aunque tuvimos suerte, se las piró de Marvel dejando preparado casi todo el material aún utilizable de REH y algún otro de sus continuadores literarios.

 

En el número 106 de Conan the Barbarian, el que llevaba fecha de enero de 1980, se seguían las aventuras de Conan por los Reinos Negros, perseguido por la aflicción pero ya casi a punto de superar la muerte de su amada. Pronto alcanza de nuevo civilización y comienza nueva vida, justo cuando Thomas convierte un relato original de Howard en una trepidante aventura: “Un hocico en la oscuridad”. Luego la colección experimenta un viraje porque entre los núms. 109 a 112 el cimmerio se ve empujado a una ciudad para resolver problemas de estado y la amenaza del Dios Oso urdida por otro literato, el llamado Norwell W. Page. Se nota. El Conan de estas aventuras es menos desafiante y salvaje que el de Howard / Thomas. Ahora parece ablandado, sujeto a las leyes divinas y humanas, menos indómito. Parecía un preludio de lo que estaba por llegar, porque Thomas adaptó otro relato de Howard para construir una sencilla aventura para el núm. 114 y acabó despidiéndose con el núm. 115, el que llevó fecha de octubre de 1980.

 

No fue casual. Conan the Barbarian nació con fecha de octubre de 1970 y ‘moría’ justo diez años después. Diez años estuvo Thomas a las riendas de una de las series de comic books más rentables de la historia de Marvel, productora de afición, dividendos y emoción. Aquí, en este ejemplar, “La guerra de los brujos”, se daban cita unos cuantos viejos conocidos con el fin de organizar una despedida difícil de olvidar: Zukala, Karanthes, Red Sonja y una rediviva Bêlit. Para abordar la tarea de enfrentar pasiones y entregas amorosas entre las dos guerreras mencionadas y el cimmerio, Thomas pidió ayuda a su esposa, Danette Couto y a Catherine Yronwoode y Cindy Ward. Ellas le describieron, imagino, esa prueba de amor insuperable que Sonja brinda a Conan: ceder a otra no sólo su lugar en el amor, también dejar de existir para que su competidora tome forma en su cuerpo. Majestuosa despedida.

 

En el ejemplar siguiente se embutió una historieta guionizada por Len Wein tiempo atrás para así dar tiempo a instaurar un nuevo equipo de guionistas. “The Crawler in the Mists” fue la historieta rescatada, de Buscema y Adams, aquella del disco de 1975, que ya antes Thomas había abducido para “su” corpus de historietas de Conan en las tiras del prensa (desde el 25 de diciembre de 1978). Por ser propiedad de Adams en parte, la historieta sería retirada de catálogo y no se ofreció a los editores extranjeros durante bastante tiempo. En España, de hecho, tuvimos que conformarnos durante muchos años con las fanediciones publicadas en el fanzine Sword núm. 2 y con una edición facsímile distribuida por el aficionado y librero J.M. Pérez Soriano (luego sería rescatada para la colección de Planeta-DeAgostini Los Mejores Autores Conan).

 

A J.M. de Matteis le tocó el mochuelo de continuar las labores de Thomas en la publicación a color, y fraguó dos números de entretanto (algo difusos) para, a partir del núm. 119, de febrero de 1981, comenzar una nueva serie de aventuras por completo disparatadas si nos atenemos a la cronología del personaje. A la marcha de Thomas se sumó otra desdicha: la de Ernie Chan. Su sustituto sería Bob McLeod hasta el núm. 126, un eficaz artista, siempre en el grupo de los rezagados, que demostró gran corrección y estimables aportaciones. Pero los guiones que le tocó ilustrar dejaban bastante que desear. La tónica a seguir parecía ser: A Conan hay que ir enfrentándolo con seres a cada paso más extraordinarios, para que no decaiga el interés. Pero se habían olvidado de lo más relevante: el personaje.

 

The Savage Sword of Conan disfrutó de mejor suerte por un tiempo. Los editores lograron extender hasta el núm. 60 –de enero de 1981- la presencia de Thomas en la revista, dosificando los guiones que había dejado avanzados. Incluso aparecieron algunas historietas cortas más en números posteriores al 60. Por ejemplo, los números 47 y 48 nos brindaron un magnífico pastiche que el guionista adaptó a un período capital de la vida del cimmerio con el ritmo y la sabiduría narrativa de Stevenson: “El tesoro de Tranicos”. Del núm. 49 al 52 se ofreció por entregas la emocionante aventura en la que Conan toma la corona de Aquilonia para sí, “Conan el libertador”. Del 53 al 58 se sucedieron dos epopeyas de un joven Conan –pero dibujado con similar apariencia que en la anterior aventura, donde frisaba la cincuentena- ahora procedentes de las novelas de Andrew J. Offut: “Conan y el brujo” y “La Espada de Skelos”. El destino de Conan en estas aventuras quedó interrumpido, porque Thomas se marchó de Marvel antes de adaptar la tercer novela de este ciclo, “Conan el mercenario”, y nadie se atrevió a coger el testigo... resultó una chapuza, vaya…

 

El num. 60 de The Savage Sword of Conan consistió en una secuela de “Las joyas de Gwahlur” resuelta con más pena que gloria. Y fin, el núm. 61 ya incorporaba un guión de otro autor. Fue Michael L. Fleisher, que comenzó pifiándola en su historieta primera, “El hechicero demoníaco de Zingara”, que no consiguió salvar ni el veterano Buscema. De repente se rompían líneas cronológicas, cambiaban los personajes, los ambientes se desdibujaban y todo el mundo hyborio se desorganizó. Se había instaurado la ucronía.

 

Pero, atención, antes de pensar en irse, Roy ya tenía preparada una nueva serie de Conan para ampliar la línea de bárbaros de la Casa de las Ideas, la que glosaría sus tiempos como monarca de Aquilonia: King Conan. Esta serie se inauguró al tiempo que se ofrecía en The Savage Sword of Conan el relato de cómo el bárbaro llevó a cabo la usurpación del trono del país más poderoso de la Era Hyboria. Los nuevos comic books retomaban el hilo cronológico tejido por Thomas en las historietas “El Regreso del Conquistador” y “Esposa del Conquistador”, brindadas a la afición en los annuals de Conan the Barbarian correspondientes a los años 1978 y 1979. King Conan se lanzó con cadencia trimestral aprovechando las adaptaciones que ya había hecho Thomas de las novelas en que Conan defendía el trono de Aquilonia y sus guiones duraron hasta el número 8 de la serie (que llevó fecha de diciembre de 1981). Fueron tebeos todos ellos repletos de extensas y excelentes historietas y con el poderoso equipo gráfico formado por Buscema y Chan.

 

Los aficionados al género disfrutaron de otras delicias desde los primeros meses de 1980. Entonces, Marvel se atrevió a lanzar al mercado una revista que trataba de incorporarse a los modelos procedentes de Europa y que nació con la premisa de respetar los derechos de los autores. Era Epic Illustrated, conglomerado de género entre los que destacó siempre la fantasía. Su director, Archie Goodwin, hizo con ella un encomiable trabajo, dirigido a explotar nuevas posibilidades tecnológicas sobre papel de mayor gramaje y satinado y abierto a la experimentación. Uno de sus exponentes fue la adaptación de la novela de Robert E. Howard Almuric y la recuperación del ciclo de Elric en historieta. En el caso de Almuric, había sido prevista su adaptación en Marvel Premiere en 1977, pero por fortuna terminó destinado aquí, con una gran calidad gráfica producto de los esfuerzos de Tim Conrad que en España jamás llegamos a ver traducida al completo. El guión era de Thomas, naturalmente, al igual que los de las historietas protagonizadas por el personaje de Michael Moorcock.

 

La estela de Thomas tardó un tiempo en abandonar en las colecciones de espada y brujería de Marvel tras una marcha que a nadie benefició.

 

...

 

Thomas halló el portal: el 75 de Rockefeller Plaza. Redacción de DC. Allí acudía como un hombre en paro cualquiera. A otro le hubieran hecho esperar un buen rato. A él le tendieron una alfombra.


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 [ © 2006 Manuel Barrero, por el texto, y Carlos Yáñez, por el diseño ]  [ © 2006 Conan Properties International, LLC / Robert E. Howard Properties, LLC. El resto de los copyrights corresponden a los editores y autores de estos productos aquí mostrados, lo cual se hace con carácter exclusivamente informativo y / o promocional ]