TEBEOSFERA \ LIBRIS  \  REH   \  HISTORIA DE LOS CÓMICS DE CONAN


HYBORIA EN VIÑETAS


26. DE ELFOS Y POSMODERNISMO, Y UN CONAN QUE PASA DE MORIRSE

Imagen de cabecera: Para ilustrar el texto, cubierta o alguna página o doble páginas interior de Shaman. TE lo he enviado el lunes en un dvd (con todo Continuity)T?. © 2006 Barry xxx xxxx


Febrero de 1992. Park Avenue South. Oficinas de Marvel.

 

Preocupado se halla Michael Hobson, vicepresidente del grupo editorial Marvel. Habían dado un paso de gigante con aquello de mostrar a un héroe a tono con los tiempos: Northstar, de los Alpha Flight, los canadienses esos, que todo el mundo sabe que son medio… franceses.

 

El personaje era gay y lo había reconocido en un comic book.

 

Uauh…

 

Pero, qué curioso, al mes siguiente la editorial había tenido que retirar todas las copias del número aquel de N.F.L. Superstar por mostrarse abiertamente intolerante con los indios Hopi, esos de Arizona.

 

Vaya…

 

Nuevos tiempos para el tratamiento de ciertos temas en la historieta norteamericana. El movimiento gay ya era notorio en 1993, y durante estos años no sólo avanzaba la distinción entre homos y heteros, también la mujer comenzaba a imponerse claramente como figura esencial de la cotidianidad, las decisiones sociales y políticas, y los cómics mostraron cada día más personajes femeninos de gran fortaleza, capacidad de liderazgo, enorme poder y… eso siempre, inevitablemente: grandes pechos.

 

Los géneros se hallaban en proceso de cambio, mestizaje y préstamo, y entre las 75 series de Marvel lanzaba ahora al mes se podía encontrar de todo. Sólo había que echar un ojo a las obras premiadas en los más importantes festivales estadounidenses para darse cuenta de que los gustos de la crítica y de gran parte del público habían virado considerablemente con respecto a lo que se votaba y consumía veinte años atrás. Los premios Harvey se fueron en 1991 para Eightball, Hate, Neil Gaiman, Steve Rude, Peter Bagge, Sergio Aragonés, un libro de cómics de Piranha Press y, vaya, Fafhrd and the Grey Mouser (por el entintado de Williamson). Los Eisner fueron para Xenozoic Tales, Sandman, Give me Liberty, Elektra Lives Again… y el resto se los dieron a Frank Miller. Los premios de la distribuidora Diamond fueron también para Miller, Dark Horse y Spider-Man.

 

Miller y Gaiman parecían ser los amos del cotarro. No hacían Conan. Ninguno hacía fantasía heroica. Lo que privaba a la peña ahora era el antihéroe con algo de cyborg y toques ficcio científicos o, por el contrario, onírico mitológicos. De esta mezcolanza posmoderna desorientada hallamos un perfecto ejemplo en X-O Manowar, personaje de Valiant que Bob Layton revisitó para que lo dibujase Barry Windsor-Smith y que fue traído de vuelta a la actualidad como una suma de Iron Man y Conan. Los cómics de fantasía heroica se estaban diluyendo entre el resto del supragénero fantástico, el genuino tebeo de espada y brujería estaba cambiando lentamente hacia una mixtura distinta. Por ejemplo, a finales del año 1991 Barry Blair, antes en el sellito Aircel, canceló Elrod y creó al personaje Nyghtwynd para protagonizar Elfhem, y se estaba vendiendo bastante bien, oye. Molaba ya más el elfo afeminado que el bárbaro garañón.

 

Pero entre los géneros de corte superheroico se estaba estilando un modelo más agresivo. Y por más que Spiderman apareció como interlocutor oficial para el Nacional Comitee for the Prevention of Child Abuse, los tebeos estadounidenses mostraban ahora más sexo y más desnudez (sin pasarse). Parecían interesados en un lector que crecía, más adulto. O, a lo mejor, estaban únicamente interesados en mantener ahí al lector de años atrás, por temor a que no hubiera una renovación de público.

 

En parte esa tendencia se confirmaría en el futuro. Pegan ahora el megaHulk de Keown, el rudo X-Factor de Stroman, el X-Force de Liefeld, el Ghost Rider de Texeira, el Namor globalizado de Byrne, y el grupo tragicómico Excalibur de Davis, el cual dio muestras de satisfacción a los amantes de la space opera con elementos de espada y brujería… Mientras, en Conan se tiraba de personajes tomados de prestado (como Shuma-Gorath o Varnae, escogidos de entre la galería de villanos de Dr. Strange) y se usan estéticas reminiscentes de un pasado elegante que ya es inalcanzable (en referencia a Mike Hoover, que apestaba a Neal Adams de todo-a-cién, o a Ricardo Villagrán, que con su nuevo estilo puntillista nos traía a la memoria el estilo de John Severin). En estos cómics de bárbaros los valores canónicos de la entintación se nos aparecieron renqueantes y untuosos, tanto Chan, como Alcalá, como sus seguidores del tipo Docherty o Del Barras. Quizá lo más interesante de esta época fuese el afectado estilo del británico John Watkiss, elegido para Conan the Barbarian hasta que alcanzó el núm. 265, donde se adaptaron relatos de R.E. Howard tanto como de Clifford Ball. Buena calidad media la de aquellas historietas, que pasaron desapercibidas en cierto modo para el aficionado que en general prefería músculo sobre músculo y mucha caña.

 

Mike Rokwitz, el editor de las series de Conan, trató de imprimir un giro a los acontecimientos estimando que ya era hora de adaptar nuevos relatos de Robert E. Howard a Conan, o de nuevos escritores con los que se negociaron los pertinentes contratos. Existían veinte o treinta nuevas novelas del personaje publicadas desde principios de los ochenta, cuando Thomas se marchó de la editorial, y ahí había base de sobra para plantear nuevas aventuras en cómics. En algunas cartas que fueron llegando y publicándose en sucesivos meses en los tebeos protagonizados por el cimmerio muchos lectores declararon que habían “regresado” a los cómics de Conan porque había vuelto a ellos Thomas, y que consideraban que los números 61 a 190 de la revista The Savage Sword of Conan the Barbarian era como si no hubiesen existido.

 

Pues menudo piropo para los autores que trabajaron en ellos…

 

Thomas se tomó la tarea de la adaptación de nuevas obras literarias al cómic con ilusión y echó un ojo sobre las nuevas entregas noveladas que Tor Books había comenzado a lanzar al mercado desde 1982, principiando con la publicación de la obra de Robert Jordan Conan the Defender en el núm. 266 de Conan the Barbarian. Ésta fue una larga saga en la que entrometió al fachoso Wrarrl y tiró de subtramas que quedaron abiertas en el pasado, jugando con los referentes y las historietas del principio de la andadura de Conan. La estrategia tenía puntos de interés y la calidad media de estos tebeos estuvo muy por encima de la media de lo publicado en la última década. Pero dejaba cierto sabor añejo la producción actual de Thomas, aferrado a esquemas narrativos tradicionales, sin permitirse la mínima evolución o concesión a la actualidad, salvo aquella alusión al problema de la drogadicción que propuso en el núm. 273 o el del aborto que abordó en el núm. 275.

 

Ya era tarde, el 275 fue el último número de Conan the Barbarian. Ni la presencia de un nuevo “valor” del dibujo, el escocés Colin McNeil –que venía avalado por un premio Eagle obtenido en 1993-, pudo sostener la colección. La merma continuada de lectores fue la razón de la cancelación, eso no tenía vuelta de hoja. Se había intentado un reflote poniendo a Thomas a las riendas pero no había surtido el efecto deseado. Ahora se manejaban otras cifras de ventas y el comic book en color de fantasía heroica ya no daba la talla. Marvel adujo que el lector habitual de la serie había “desaparecido” si bien no el lector de la revista en blanco y negro, que seguía resistiendo en su discreto puesto en las listas de ventas. Se distribuían ahora 195.000 ejemplares de The Savage Sword por todo lo ancho de los Estados Unidos. Tan sólo.

 

En realidad, The Savage Sword of Conan seguía vendiéndose regularmente bien –al igual que su hermana en formato Conan Saga- porque Marvel había decidido sacarla de las librerías especializadas y distribuirla por los estantes de supermercados masivamente, con ello llegaba a otros clientes que Conan the Barbarian no conseguía alcanzar. La estrategia funcionó con efectividad durante el verano de 1993, bien que la medida afectó a los contenidos de la revista Conan Saga. Por ejemplo, algunas desnudeces fueron cubiertas en las reimpresiones de varias historietas de The Savage Sword publicadas veinte años atrás, dado que quienes accedían ahora a su adquisición podrían ser, ay, cuidado, lascivos niños que corretearan en solitario por las calles de la sección de lencería y revistas… Aparte, en Conan Saga, se estaban “reeditando” algunos episodios que, por no caber al completo en la foliación de la revista, se recortaban en algunas de sus páginas o se les mutilaba la splash page, y todos contentos.

 

O descontentos. Era mal método, y el descuido editorial preludiaba el final de la gloria. El arco argumental de Conan liderando a los kozaki de las estepas que había quedado en suspenso en Conan the Barbarian fue continuado en las páginas de The Savage Sword a modo de complemento, pero las historias allí elaboradas por Docherty, Villagrán, Chan y Alcalá no estuvieron a la altura de las de antaño. Al contrario, cada vez iban a peor. A comienzos de 1994, cuando ya sólo quedaban en el mercado las dos revistas de Conan en blanco y negro –una de ellas, de reediciones, recordémoslo- parecía que todo había terminado.

 

No obstante, hubo algún repunte de la esperanza. Al menos dos.

 

El primero, Shaman, creación de Peter Stone y el inigualable Alex Niño que nació como un proyecto de libro de historietas de fantasía heroica previsto para publicarse bajo el sello Continuity, sello comandado Neal Adams todavía por entonces. Los problemas financieros de la empresa llegaron antes que la oportunidad de seguir adelante con la obra y optaron, editores y autores, por sacar al mercado el producto serializado en formato comic book. Qué triste fue poder disfrutar solamente del núm. 0 de Shaman (fechado en octubre de 1994), porque la obra tenía aparentemente bastante potencial. Se apreciaba esto ya en la historieta de presentación del personaje, obra del mejor Neal Adams, en la que se nos presentaba como un guerrero también ducho en las artes brujeriles que se ve involucrado en un problema en la ciudad mítica de Xapur. Lo más denostable de la creación, su parecido cercano al Zula de Conan, también guerrero y hechicero, y también tocado con cresta a lo Mr. T algo ridícula. Lo mejor del producto, la labor de Niño, con su diagramación tan caótica y sugerente y con un uso del color estimulante. Shaman nos dejó a todos con la miel en los labios. Como la intentona de Atlas-Seaboard, Continuity se fue al traste. Y adiós a los que aún creían en los comic books hechos con dignidad.

 

El segundo, un tipo llamado Richard Ashford. Era un inglesito que venía oficiando como editor de las revistas de Conan en circulación, un tipo que apreciaba ciertos personajes y estilos, y de quien partió la idea de rescatar a Solomon Kane para una saga en dos partes en la que se encuentra con Conan en la Era Hyboria (Savage Sword núms. 219-220).

 

Y de él fue la idea de revisar algunas listas de ventas de los números de la revista en que dibujó Kayanan.

 

Y de otras cosas.

 

Hum… ¿Y si…? Podría ser que…

 

Hobson sigue haciendo cuentas en su ático. Su empresa tenía ahora el 38’8% del pastel de ventas del país tan sólo. Durante los primeros meses de 1992 fue incluso superado por Image, la joven editorial fundada por cuatro niñatos que se habían lucrado rápidamente en Marvel para luego erigir su propia empresa / ego. En julio de 1992, el consorcio Malibu superó a DC Comics (17,9% de la primera frente a 17,4% de la segunda) fue entonces cuando se planeó matar a Superman, con lo que recuperaría la primacía en el mercado en 1993 -33,07% del pastel en abril de 1993-. Este era el plan: triquiñuelas y defunciones para reactivar ventas, números 1 a tutiplén y, en cada número, portadas varias para despistar y como cebo de coleccionistas.

 

La producción de tebeos era ahora una pasada. Se estimó a finales de 1992 que comprar todas las series de cómics que se estaban publicando en los EE UU implicaría para un aficionado un desembolso mensual de 700 dólares. ¡Imposible hacerse con todo!

 

«Bueno, pero de X-Men, 1 vendimos siete millones de ejemplares… así que a seguir explotando –se dijo el editor-. Incluso a Conan. Con un hot artist y un reinicio desde núm. 1 tenemos venta asegurada, je, je.»


  Siguiente capítulo >


  VÍNCULOS

      La Senda de la Espada. Biografía de Conan en cómics >

      Los cómics precursores de Conan >

      Hyboria en viñetas. Historia de Conan the Barbarian >

      Historia de la revista The Savage Sword of Conan >

      Los relatos de R.E. Howard adaptados a cómics de Conan >

      Galería de todos los cómics de Conan originales  >

      Galería de cómics paródicos de Conan >

      Galería de las ediciones españolas de Conan >

      Cómics de fantasía heroica >    

      Cómics basados en personajes de R.E. Howard editados en EE UU >    

      Cómics basados en personajes de Howard editados en otros países >    

      Cronología esquemática de cómics de personajes de Howard en España > 


 [ © 2006 Manuel Barrero, por el texto, y Carlos Yáñez, por el diseño ]  [ © 2006 Conan Properties International, LLC / Robert E. Howard Properties, LLC. El resto de los copyrights corresponden a los editores y autores de estos productos aquí mostrados, lo cual se hace con carácter exclusivamente informativo y / o promocional ]