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CONAN LADRÓN

Conan llega a Zamora con 16 años y medio, en pleno verano, y en la primera población que visita, donde interviene en el destino de Avoosl Wuthoqqan, toma el firme propósito de convertirse en ladrón. Su inexperiencia en tal desempeño se pone de manifiesto en la siguiente ciudad por cuyas calles circula, Ramaraj, así que opta por alistarse como soldado al servicio del destacamento militar de la zona. Después de desentrañar un asunto turbio en la tumba de las visiones perdidas cercana, se percata de que la milicia no es lo suyo y prosigue con el oficio del hurto.

Deambulando por el norte de Zamora, a punto de llegar el otoño del año 17, el cimmerio vuelve a cruzar su camino con los implicados en el asunto de Tolometh. Uno de ellos, brythunio de procedencia, construye unas alas para los guerreros que les permite blandir sus espadas contra el sol y hacer frente a los inquisidores de Ong, un desierto que se halla al noroeste de Zamora. En ese desierto se manifiestan las abominaciones de Yondo, la oscura divinidad que implica a Conan y a sus eventuales compañeros a viajar hacia la ciudadela del pecado donde, finalmente, todos al unísono profieren el grito aterrado de “¡Se alza Tolometh!”, teniendo que pelear contra esta deidad resucitada.

Se acerca a pasos agigantados el final del otoño cuando Conan penetra en solitario en la ciudad que tantas ganas tenía de visitar, Arenjun, y, al segundo día de estar allí roba unas joyas conocidas como las piedras rojas de Ramtha Karn. Mientras el invierno avanza, el joven subsiste en la jolgoriosa ciudad disfrutando de sus tabernas, de sus meretrices y de sus juergas, y aprendiendo los trucos del latrocinio a la vez que se enfrenta a amenazas diversas: nobles irritados, ladrones celosos, acaso el dios resucitado de algún templo... Justo al poco de cumplir los 17 años, arrogante como nunca debido a sus éxitos y a la vida disipada que lleva, el delincuente venido del norte planea robar un botín legendario que se halla oculto en la morada del brujo Yara. Allí trepa junto al afamado ladrón Taurus, mata a una gigantesca araña y conoce a un alienígena con trompa, Yag-Kosha, quien le suplica muerte y vindicación contra Yara, su verdugo. La torre del elefante cae derrumbada a los pocos instantes de haber cumplido Conan su promesa8 y, según ciertos cronistas, el ladrón marcha hacia el desierto de Kharamún acto seguido, hasta llegar a una ciudad de ratas para vender el producto de su robo, lo cual consume dos meses de su vida. Ergo, ya estamos en la primavera del año 18 cuando Conan, algo hastiado de Arenjun tras haberse complicado con el grupo asesino conocido como la Hermandad Halcón y haber luchado contra el oscuro demonio de Raba-Than, decide conocer la ciudad zamoria de Shadizar, llamada “La Perversa”. De camino hacia allí, en un pequeño poblado traba amistad con la hija de Zukala, brujo con el que Conan volverá a coincidir en diversos momentos de su vida.

Una semana más tarde, en sus primeros paseos por Shadizar, la monarquía de la localidad le propone que abandone el país debido a unos hechos que han tenido su raíz en el palacio del placer, sede de lenocinio. Finge su marcha para alejarse momentáneamente y hacerse con una joya oculta en la cercana localidad de Basti, lugar donde la forma entre las sombras que aparece no da cuartel al cimmerio, que se debate entre garras y maleficios. A pesar del consejo recibido por el rey, Conan regresa a Shadizar para continuar siendo simplemente un ladrón en la noche. Pasa el final de la primavera de 18 conociendo la crueldad de la nobleza, malévola y ruin, tal que estuviere siempre acomodada en un salón de los susurros, y también tomando lecciones de cautela. Esa prevención le sirve al joven ladrón en su siguiente encuentro con la Hermandad Halcón, que le acomete y le aparta momentáneamente de Shadizar hacia el mundo más allá de las sombras, una realidad paralela en la que combate contra un individuo, el gobernante de Aquiloria, idéntico a él.9

Tras cosechar algunos preciosos frutos con sus robos en la ciudad, el norteño toma la decisión de abandonarla finalmente a consecuencia de la picardía de una mujer, Jenna, que hiere su orgullo pese a haberla librado del revoloteo de ciertas alas diabólicas sobre Shadizar. Conan atraviesa los bosques de la región llamada kezankia a continuación, en busca de un objeto mágico, el cuerno de Azoth, para luego volver a rondar las cercanías de la perversa ciudad dejando atrás de este modo las primeras tres semanas del verano. Poco después, toma el mando de un grupo de hombres que operan al norte de Shadizar, pero pronto deja de defender el honor de los bribones para volver a militar en el ejército zamorio durante un lapso breve de tiempo, lo suficiente para contemplar la cara de Dios (no del suyo, Crom, claro está). Conan sigue apandando y alquilando su estoque en otras localidades de la zona, salvando a la dama de la torre de alguna pequeña villa o bien partiendo en busca de alguna joya valiosa, como el rubí sangriento de la muerte oculto cerca de Shadizar. Cuando el verano del decimoctavo año de la vida de Conan va apagando sus fuegos, parece claro que el destino del depredador de lo ajeno está en otros lugares pues en las ciudades zamorias se siente demasiado perseguido. Una semana o dos después, observamos como se dirige hacia el oeste, no sin antes machacar a un brujo amigo de los sortilegios y de los frascos con venenos a quien Conan otorga la redoma eterna que se merece.

En otoño del año 18, Conan se mueve a lo largo del Camino de los Reyes que conecta Zamora con los reinos hyborios occidentales, cruza una nueva frontera y se planta en Numalia, la segunda ciudad en importancia del reino de Nemedia. Allí es seducido por una noble para interceder en un asunto misterioso: Un remitente anónimo ha regalado una preciosa urna al sacerdote del dios Ibis Caranthes. El que acecha en el interior del receptáculo es un demonio con cuerpo de serpiente, un presente perfecto para las intenciones de su emisor, el brujo estigio Thoth-Amón, deseoso de eliminar la competencia del otro sacerdote. Conan decapita al emisario demoníaco, mas no a Caranthes, de lo cual se arrepentiría con el paso del tiempo.

Acosado por la justicia nemedia, y semidesnudo, el cimmerio cree poder eludir a sus perseguidores si se desvía por el Valle de las Sombras Ululantes de Ophir, cuyo nombre es deudor de la magia contenida tras la llamada de las sombras aullantes que se deslizan por aquel lugar. Con todo, el fugitivo no puede eludir la caza de la que es objeto y termina enfrentándose a los soldados que le siguen el rastro en el país llamado Corinthia. De la mano de uno de los militares, el llamado Burgun, ahora desertor y aliado suyo, intenta apropiarse de un tesoro preservado por el tiempo y por los guardianes de la cripta oculta en la ciudad perdida de Lanjau, pero sólo consigue un puñado de cristales que pierde al huir de nuevo de la soldadesca nemedia. Es entonces cuando el joven ladrón reencuentra a Jenna y se evade con ella. Pese a salvarla de una muerte segura en el jardín del miedo propiedad de un ser alado, la mujer vuelve a traicionarle cuando Conan y Burgun se enfrentan al estamento judicial de una población corinthia que guarda cuidado con la Ira de Anu, el maléfico dios al que adoran. Poco después, disfrutando todavía del suave invierno corinthio, prueba el cimmerio el sabor de la soldada al ser contratado por un noble que responde por Murilo. Ambos penetran como villanos en la casa de Nabonides, el Sacerdote Rojo valido del rey de Corinthia, y contemplan con lástima y horror a partes iguales el final del antropoide Thak.10

Cuando Conan ya ha cumplido la edad de 18 años, se pierde en un desierto corinthio en su senda hacia el Este. Es recogido por una caravana que le conduce a Kamalla, ciudad condenada por el que repta en la niebla, un monstruo vermiforme apodado M’Najj. No obstante escapa del acoso de aquel engendro, Conan no puede eludir la sed que quema su garganta a su paso por el desierto, e intenta aplacarla en el oasis de Zahmahn, localidad rayana con el país Zamora donde tiene su sede el morador de la oscuridad, un inmenso pulpo con alma humana.

Una o dos semanas después, Conan pisa de nuevo las calles de Arenjun, urbe obscura que le prodiga cierta seguridad. La confianza no dura, el malévolo brujo Hissarr Zul arrebata a Conan su espíritu para obligarle a recuperar una joya mágica con forma de espada llamada el Ojo de Erlik. El joven ladrón, airado por el chantaje, lo primero que siente son deseos de degollar al hechicero, pero luego sopesa entre el brujo y el alma y, por el bien de lo segundo, marcha hacia el desierto. El que acecha en las arenas del desolado páramo, un espíritu embrujado también afín a Zul, no evita que Conan alcance las cercanías de Zamboula a finales de marzo del decimonoveno año de su vida. Tras conocer a una extraordinaria mujer, Isparana, y haber barajado peligros varios, entre ellos el horror que el loto negro y la muerte amarilla producen, Conan decide volver a Zamora con el colgante de Erlik en su poder.

En agosto del año 19 prosigue la lucha por el alma de un cimmerio en Khoraja, país en el que un impensado Conan mago la recupera una vez que ha intercedido en el nombramiento de Taramis como regente (a esta mujer le volverá a sacar las castañas del fuego más de una década después). De regreso en Zamora, casi dos semanas más tarde, Conan vuelve a cruzar su camino con los habitantes del reino paralelo Aquiloria, teniendo que eludir en esta ocasión la traición del Lobo Gris, uno de ellos. Tras este momentáneo episodio, Conan retorna a Shadizar para vivir un capítulo de su vida presidido por la espada de Skelos, objeto que le empuja de nuevo hacia el sur portando consigo el Ojo de Erlik. Así pues, vuelve a cabalgar al lado de Isparana y, en invierno, se ve envuelto en las luchas que se suceden por el trono de Zamboula dejando a la moza convertida en la amante del khan del emporio.

Al término de esta aventura, el turbado e indeciso cimmerio no sabe si dirigirse hacia el poderoso país oriental Turán o si recular hacia Zamora, así que conviene en pasar unas semanas haciendo vida con los shanki, una tribu del desierto. Celebra con ellos su decimonoveno cumpleaños para, al fin, decidirse por Zamora, lugar hacia donde fustiga a su montura. De camino sorprende a unos bandidos zamboulanos atacando a unos inocentes y el guerrero les entrega el regalo de su estoque. Poco después, acaso en febrero de 20, se alía unos días con un alegre joven para practicar el bandidaje con engaño cerca de la frontera con Zamora. El bárbaro y su compinche hacen la pantomima de que salvan a los lugareños de un licántropo y parar cobrar recompensa. El salvador es el joven aliado. La bestia, Conan.11

En Shadizar otra vez, el cimmerio pasa los primeros días de la primavera con el amargo regusto de haber conocido a los habitantes de las cavernas cercanas y decide abandonar de inmediato el país. Su determinación se acentúa al llegar a Yezud tras haber atravesado un desierto a pie. Aquella ciudad zamoria está cubierta por la red del Dios Araña, una abyecta divinidad octópoda que le impulsa a proseguir su camino hacia el reino vecino cuan rápido pueda. Ya allí, en Koth, prueba suerte como minero, oficio que desempeña un breve tiempo y del que lo desliga la acción de la joya llamada la Estrella de Thamazhu,12 para luego proseguir viviendo al albur: rescata de la colina del horror a la hija de un señor que alquila su brazo; entabla amistad con Elric, un albino guerrero que porta una espada llamada Tormenta, y ambos libran al mundo de la amenaza de la emperatriz verde de Melniboné antes de separar sus caminos; resuelve el secreto de la Gran Piedra, un túmulo maldito erguido en los montes Kezankios que separan Koth de Zamora; Zukala se le presenta de improviso y Conan se precipita en el ojo de la tormenta que provoca su brujería; y, al fin, corre en busca de una joya salvaguardada por un brujo maléfico que disfruta elaborando mágicamente las tres muertes de Conan. Tras todo este concentrado de acción, es fácil comprender que el cimmerio deseara abandonar los reinos del híbori al final de verano de 20 y dirigirse hacia otras latitudes, las orientales.

NOTAS

8 Ídem Nota 3. Además, esta aventura fue vuelta a narrar en viñetas en las tiras de prensa de Conan como parte de una narración en flash-back dentro de la historieta “El corazón del elefante”.

9 En todas las aventuras en las que Conan atraviesa un portal dimensional hacia una realidad paralela, el tiempo en la Era Hyboria no corre parejo al de la dimensión alternativa. Suponemos, en aras de un mejor ajuste cronológico, que Conan sale de cada uno de esos portales minutos u horas –no más de 24– después de haber penetrado en ellos. Esto se toma como norma para todas las historias en las que se hace uso de este artificio argumental.

10 Miller y Clark, en su cronología aprobada por Howard, adjudican a Conan “19 ó 20” años de edad en este episodio, dato que me ha sido imposible respetar. Es el único caso en el presente ordenamiento cronológico en que debo rebatir la ordenación canónica de las aventuras de Conan.

11 Existen dos historietas con este título, “La bestia”, ambas escritas por Jim Owsley. Ésta es la dibujada por Gary Kwapisz.

12 En la introducción a esta historieta se comenta que la aventura sucede siete años después de haber militado en la armada turania. Sabe mal admitir que Conan fuese minero alguna vez en su vida, pero más difícil es creer que desempeñase esa labor durante su etapa de jefe zuagir (hay otros errores del estilo en las introducciones de las ediciones españolas, no siempre fiel reflejo de las americanas).

 
   

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