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John Constantine se conoce los secretos de su Inglaterra natal como la palma de esa mano que tiene manchada de nicotina. Por desgracia para él, ahora se encuentra a un mundo de distancia de esa tierra verde y agradable. Y es que ahora ha regresado a Estados Unidos y, más concretamente, al peor sitio que cabe imaginar: a la celda de una cárcel de máxima seguridad donde cumple una condena de 35 años por asesinato. Adaptarse a su nuevo entorno le exigirá un aprendizaje muy rápido; pero si algo es el mejor mago del mundo, es flexible. De hecho, lo que deberían plantearse los demás reclusos no es cómo va a soportar este recién llegado que habla tan raro el hecho de estar encerrado con los peores delincuentes de la sociedad. . . sino cómo van a sobrevivir ellos. A Constantine le aguardan más paradas en esta gira por todo el país. Y al contrario que sus compañeros, su viaje no termina en la trena sino que empieza allí.