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HYBORIA EN VIÑETAS


15- DE NUEVAS SAGAS, NUEVOS LÁPICES Y DE LOS NEGROS.

Imagen de cabecera: ALGO DE NEGROS, NATURALMENTE. © 2006 Barry xxx xxxx


1977. Navidad.

 

Eddie Shukin paladea un whisky de malta y rememora complaciente: «1977 ¡qué año!». Shukin era el cabeza de distribución de los cómics de editorial Marvel y nunca olvidaría aquella anualidad plagada de hitos en la historia del comic book.

 

Eran otros tebeos ya. Por ejemplo: se podía suscribir uno. ¡Albricias! Otro por ejemplo: algo tan insospechado como Spider-Woman triunfaba. Por ejemplísimo: ¡Kirby había vuelto con su Devil Dinosaur! ¡Tela!

 

Y Conan seguía vendiéndose a las mil maravillas.

 

Por la colección en color del cimmerio fluyeron dos sagas impactantes durante aquel año, hasta el núm. 74, la que le condujo hasta Asgalun a por su corona. Y desde el núm. 75 en adelante en una nueva aventura de ambientación “egipcia” en la que los corsarios iban hasta Luxur; todo un disfrute para Thomas, aficionado como era a la egiptología y a la Edad Antigua, pues también se preocupó de incluir su visión del mítico Alejandro Magno en un arco argumental, el de Iskander.

 

El núm. 78 de Conan the Barbarian fue una reimpresión, la segunda ya en la colección, debida a que Buscema se hallaba preparando unos cursos sobre “El arte de los cómics” para impartirlo junto con Marie Severin y John Romita en alguna school cercana. Se solventó el brete dejando los lápices a Howard Chaykin durante un buen número de ejemplares. El cambio no se notaría demasiado porque el entintador siguió siendo Chan.

 

En The Savage Sword of Conan, tras haber agrupado una aventura en cuatro números, 16 a 19, no se arriesgaron con nuevas sagas largas, pero sí con nuevos lápices para dar forma a las excelentes adaptaciones de relatos originales de REH. Estos nuevos lápices eran debidos a que el núm. 20 de la revista era ya mensual, y no dejaría de serlo a partir de entonces. Y ni Buscema ni Alcalá, por muy machos que se creyeran, eran capaces de dar abasto con tanta página bárbara. Se dedicaron a hacer plots, una sinopsis del guión al método Marvel, que el dibujante abocetaba sin diálogos y que dejaba en manos del entintador, del rotulista y el editor. En este sistema, el entintador era tan autor como el dibujante. Alcalá, Sonny Trinidad, Giordano y De Zúñiga cumplieron con esta máxima entre los núms. 20 y 30 de la revista. De acompañamiento, se ofrecieron historietas cortas del personaje Solomon Kane escritas por Don Glut, quien ya había demostrado que sabía hacer fantasía heroica en el sello Western Publishing, concretamente por haber escrito la colección protagonizada por Dagar. Solomon Kane apareció habitualmente hasta el núm. 26, pero después el editor decidió prescindir de él a la espera de una reacción del público.

 

A Glut, por cierto, se le encargaron los guiones de la resucitada Kull the Destroyer ahora que Doug Moench se había ido con viento fresco a escribir el núm. 38 de Marvel Preview, con una aventura sobre Weird Word también tangente con la fantasía heroica. La serie de Kull tuvo a nueva sangre, pues: Kane, Hoberg y Montaño. Gil Kane se ocupó de las cubiertas una temporada. En el núm. 21 abocetó el nunca bien ponderado Rick Hoberg (californiano como Glut) que además dibujó una historieta de Kull para The Savage Sword núm. 23 altamente interesante. Young Montano, junto con Castrillo y luego Nebres, trabajaron entintando a un Kull destronado a quien acompañaba el taimado juglar Ridondo.

 

Sonja no cambió de equipo creativo sin embargo, solamente vio incrementada la carga de erotismo latente en los dibujos de Thorne. De ella se hizo un portafolio de Thorne, Pini y Pablo Marcos para The Savage Sword of Conan núm. 23, salió en cubierta en ese número –a la par que en Marvel Treasury Edition, y se publicó otra historieta en blanco y negro de la diablesa para redoblar esfuerzos en su favor: “Wizards of the Black Sun” (inédita en España salvo en Vértice).

 

El éxito de Conan llega hasta el punto de poder considerarlo un fenómeno en 1977. La editorial Berkley Book, por ejemplo, se decidió a preparar doce nuevas ediciones literarias de Conan para satisfacer a los lectores de libros, puesto que los de Lancer se hallaban agotados y algunos ya estaban recurriendo a las ediciones británicas de la obra de Howard y continuadores. Y tampoco paraban este año de aparecer productos cercanos a la cosmología Conan en el mercado de la ilustración: portafolios como Brunner Mystique o Neal Adams Treasury, libros como The Fantastic Art of Frank Frazetta, y también se rindió tributo al personaje en Aerie...

 

Y en cuanto a las ediciones especiales de la casa, el núm. 3 de Conan the Barbarian Annual publicó la famosa historieta “El fénix en la espada”, dibujada por nuestro compatriota Vicente Alcázar, fue lanzado el núm. 2 de la revista Marvel Super Special (un magacín pero en color) que estuvo dedicado a Conan y publicó una estupenda aventura de piratas aunque quedó lastrada por el tratamiento del producto, que intentaba imitar modelos europeos supuestamente pero que sólo consiguió colores chillones sobre papel demasiado blanco para lo que acostumbraban los coloristas de Marvel. Un tosco resultado pretendidamente lujoso.

 

Pero sin duda fue aquel uno de los mejores años en la historia de los tebeos bárbaros. Marvel lanzó en abril la serie John Carter, personaje creado por Edgard R. Burroughs, que llegaría a durar 28 números, los mejores de los cuales serían los confeccionados por el equipo creativo Marv Wolfman y Gil Kane. En DC la serie Claw the Unconquered iba camino de alcanzar la decena de números. La cabecera de la editorial de Conan Marvel Premiere terminaba la adaptación a color de uno de los mejores relatos del puritano Solomon Kane. Y Bran Mak Morn, otra de las más legendarias creaciones de Howard, asombraba a todos los lectores de tebeos con la adaptación del relato “Worms of the Earth” (“Gusanos de la tierra”), una obra maestra ilustrada ni más ni menos que por el tándem Barry Windsor-Smith y Tim Conrad.

 

Además, aunque las aventuras de estos personajes transcurrían en una Era ignota, dejaron traslucir problemas y preocupaciones sociales de los EE UU de su tiempo, como el asunto del racismo. Desde núm. 84 de Conan the Barbarian, por ejemplo, dio la nota de “color” el personaje Zula, un personaje de raza negra tocado con extraña cresta, a lo mohawk, y vestido con un singular traje atigrado, a lo drag-queen. Pese a este aspecto que se antoja ridículo hoy, Zula se granjeó la amistad del público, hasta casi situarse a la altura de Conan y Bêlit en protagonismo. El protagonista de Conan the Barbarian fue por un tiempo una trinidad multirracial.

 

La disposición del público yanqui hacia los, ya por los años setenta, denominados afroamericanos había cambiado. Recordemos que el movimiento contra la segregación racial en EE UU experimentó gran crecimiento tras la muerte de M. Luther King y Malcolm X en los años sesenta. Al poco de esos acontecimientos, surgieron grupos contestatarios, y hasta radicales, exigiendo igual consideración social. Eran los Muslins, los prosélitos del Black Power capitaneado por Stokely Carmichael, o los virulentos Black Panthers (¿es casual que estos últimos apareciesen en 1966, fecha muy cercana al debut del héroe La Pantera Negra, en el núm. 52 de la serie Fantastic Four?) En los años setenta, el talante de acogida de los negros en el seno de la sociedad americana también se había beneficiado del éxito en el cine de Sydney Poitier, de la preocupación del presidente Johnson por implantar planes de ayuda a los marginados y a las minorías raciales y, claro, no podemos dejar de lado los ya cinco millones de potenciales votos de ciudadanos de color. Fracción de la población que, claro está, Stan Lee vio también como potencial compradora de comic books.

 

No sorprende, pues, que durante este período los cómics fuesen incorporando personajes de color tostado a sus páginas. En el caso de Marvel, destacó entre todos el personaje Luke Cage, desde la serie Hero for Hire (1972), que se adelantó por muy poco a la enmienda institucional de ese año contra la discriminación racial. Tanto a este “héroe de alquiler” como a otros personajes de raza negra, que todo hay que decirlo, fueron extraídos o situados en estratos sociales distintos de los de los demás superhéroes blancos: Cage era un presidiario, El Halcón pertenecía a un barrio marginal, T’Challa es desposeído de su trono regio para integrarse en Los Vengadores al servicio del presidente de EE UU... Aquella disposición parecía obedecer a un intento de sumarse a la protesta contra la desigualdad, de representatividad, porque incluso el héroe negro de sangre real T’Challa llegó a enfrentarse al Ku Klux Klan en 1976 (en Jungle Action).

 

No tardarían en acallarse estas manifestaciones en pro de las minorías rezongonas, siendo absorbidas pronto por el sistema la protesta negra, la estudiantil y las movilizaciones antibelicistas, a la par que se difuminaban el espíritu beat y la revolución hippy. La serie de 1976 The Black Panther, de Jack Kirby, estaba ya alejada de la reivindicación racial y pocas serían las series de superhéroes protagonizadas por negros con verdadera vocación contestataria en los siguientes años: en Marvel destacaríamos Black Goliath y The Falcon; en DC merece la pena citar a John Stewart, hombre de color que logró calzarse el anillo de Green Lantern.

 

Este tratamiento también se observó en los comic books protagonizados por bárbaros. Por más que la adaptación de “Sombras en Zamboula” y sus negros caníbales recibió varias cartas de lectores que protestaban por el tratamiento racista (ocurría en octubre de 1976, en The Savage Sword of Conan, 14), lejos estaba del ánimo de Thomas aquella actitud, que en aquel caso concreto provenía de la adaptación fiel de un relato construido en los años treinta. Marvel estaba con las minorías y de parte del oprimido –siempre que tuviera unos centavos para comprar sus productos, claro-. La preocupación de Thomas por las minorías de color asomó ya en el tratamiento realista y maduro que Neal Adams hizo del secundario Juma en Conan the Barbarian, 37. Otras manifestaciones de apoyo a etnias damnificadas pudieron observarse en el los personajes Brule (en Kull the Conqueror / Kull the Destroyer), Bran Mak Morn (cuya raza se impuso a la invasión romana en The Savage Sword of Conan núm. 16 y 17), Sonja (que era una “oriental” no lo olvidemos), los africanos que aparecían en las historietas de Solomon Kane, hasta el propio cimmerio...

 

Empero, sobre todos destacó la figura de Zula, por su equiparación con Conan en nobleza y salvajismo, y cuya biografía resulta ilustrativa al hilo de lo expuesto anteriormente: El darfario procede del interior selvático (como venido de África), pasa su infancia sirviendo a un mago (como esclavo) y durante todo aquel periodo le estuvo vedado el aprendizaje (o la falta de oportunidades sociales), aunque él “estudia” a escondidas (pugna por salir del gueto) y, finalmente, exige venganza contra ese trato erigiéndose en defensor del honor de su raza (encabeza la protesta, simbólicamente). Es Zula, entonces, un personaje nacido de los intereses de Marvel por seducir con sus productos a cierto sector del público que logró su objetivo. También es un ejemplo de creación sólida de personajes por parte de Thomas. Tanto fue así que su espíritu y su nombre (que no su sexo) fue incorporado por Grace Jones en el filme Conan the Destroyer años después. Y, lo más importante de todo, Zula trajo de vuelta al equipo artístico mítico formado por Thomas, Buscema y Chan.

 

La presencia de representantes de las minorías raciales en los comic books ejemplifica la transformación que experimentaba la industria de los cómics por este tiempo. Marvel lanzó en enero de 1977 dos series protagonizadas por mujeres: Red Sonja y Ms. Marvel (con Claremont haciendo guiones), y meses más tarde aparecería Spiderwoman (tras unas cuantas piruetas en Marvel Spotlight núm. 32, de febrero de 1977) que sería a única colección de comic books de una heroína que alcanzó los cincuenta números sin desfallecer en el quiosco. Y no olvidemos al personaje Misty Knight, mujer de entereza y gran fuerza, y además negra, que brilló con luz propia en el Power Man / Iron Fist de Claremont y Byrne. Todo parecía ponerse de parte de la afición y de los intereses de los más jóvenes, cuando en realidad era una orquestada estrategia comercial...

 

En 1977 había salido otro LP de Conan, Robert E. Howard’s Conan Featuring L.S. de Camp, también de Moondance Prod., quien ya distribuía posters a troche y moche dibujados por Tim Conrad, Gould y Barry Windsor-Smith, en lo que se prometía una nueva era de la ilustración pronto imitada por Pacific, que no tardaron en publicar portafolios excelentes de Wrightson, Kaluta, Krenkel, Niño, Chaykin, Severin, Ploog, Brunner y Conrad, todos ellos de autores que habían estado relacionados con Conan y los bárbaros en su pasado inmediato. La moda de los discos de vinilo con narraciones de fantasía heroica se mitigó a partir de aquel año. No se volvieron a ver más durante los ochenta, salvo From the Hells beneath the Hells, que también acogía relatos howardianos (ahora con la voz de Ugo Toppo) y que se distribuyó con un libro a un precio francamente abusivo. También salió un long play protagonizado por la thornesca Sonja: The Ballad of Red Sonja.

 

Tan poderosos se sentían los bárbaros entonces que hasta se permitieron el lujo de “fragmentar” sus aventuras, con la certeza de que su legión de fans les serían leales. Para entendernos, la saga protagonizada por Conan “The People of Black Circle” ocupó nada menos que cuatro números (16 a 19) de The Savage Sword of Conan.

 

Y hablando de ‘poderosos’. Shukin también recordaba al nuevo en el staff, primero guionista, luego editor (Editor in Chief este mismo año), un altorro de cara atacada por la plaga llamado Jim Shooter. Jim “Trouble” Shooter le apodaban

 

«¿Por qué sería?» -pensó Shukin.

 

El futuro despejaría la incógnita.


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 [ © 2006 Manuel Barrero, por el texto, y Carlos Yáñez, por el diseño ]  [ © 2006 Conan Properties International, LLC / Robert E. Howard Properties, LLC. El resto de los copyrights corresponden a los editores y autores de estos productos aquí mostrados, lo cual se hace con carácter exclusivamente informativo y / o promocional ]